viernes, marzo 27, 2009

lázaro garcía, siempre será el amor

Como parte del programa del VI Coloquio Iberoamericano Del papiro a la biblioteca virtual, el trovador cubano Lázaro García convocó al Trío Raptus y a un grupo de invitados/amigos, a celebrar juntos los cincuenta años de la Casa de las Américas


por Carlos E. León

La tarde de ayer —23 de marzo de 2009— estaba adobada con algunos restos de una lluvia mañanera y un viento fresco e insistente, envueltos en un sol tenue y hermoso. Todo esto fue prólogo y creó las condiciones propicias para lo que esperábamos todos, ansiosos en el vestíbulo de la Casa de las Américas: el concierto de Lázaro García.

Lázaro, cienfueguero y fundador del Movimiento de la Nueva Trova, había estado —como él mismo dijo, refiriéndose a cierto miedo escénico y “hábito de tablas”— apartado de la responsabilidad de un concierto como el que esperábamos escuchar. Un lustro de su vida dedicado a la gerencia general de los Estudios Abdala fueron suficiente para haberle hecho perder ese trainning, que ayer iba recuperando —poco a poco— a lo largo del concierto, demostrando que seguirá siendo el trovador que defiende las décimas campesinas, el enorme que enarbola una humildad y modestia sinceras y el amigo-músico que despliega esa ternura espontánea y fluida.

Se hizo acompañar de un grupo de músicos unidos para la ocasión, todos bajo la dirección de Jenrys Pérez, joven músico que puso de manifiesto su talento y gusto musicales, tanto en los arreglos como en la propia dirección. Destacó también dentro de ese formato el trío Raptus, villaclareño de origen, excelente en sus ejecuciones solistas y en su desempeño grupal.

El concierto estuvo matizado con canciones de varias etapas creativas del trovador, números muy conocidos y otros dominados por círculos más conocedores de su obra, todos con un balance adecuado, que hizo transcurrir aproximadamente una hora de música muy bien diseñada —punto para Jenrys y para Lázaro.

Temas como “Carretón”, “Dardos de miel”, “Al sur de mi mochila”, “Son de nosotros”, “Si de tanto soñarte”, sonaron radiantes en la sala Che Guevara de la Casa de las Américas. Momento especial fue la interpretación de “Soneto a Yeyé”, canción dedicada a Haydee Santamaría, nombre y espíritu indisolublemente ligado a la Casa y a la Nueva Trova cubana, como expresó Lázaro antes de cantarla, solamente acompañado por su guitarra.

Al que suscribe estas líneas le consta la tremenda importancia y lugar que tiene la Amistad para el trovador que nos ocupa; por eso, además de tener en el público a varios de sus amigos que lo hacían sentir en familia, contó con la participación de otros que le dieron la posibilidad de que él también disfrutara y, entonces, su concierto se trocara por momentos en su propio homenaje: Augusto Blanca, Pepe Ordás, Maureen García y la pequeña Brenda (su nieta), a quien Lázaro acompañó en la guitarra una versión de la famosísima “Damisela encantadora”.

La muy conocida “Siempre será el amor”, puso fin a esta linda hora de música y afectos. Lázaro quedó satisfecho por haberse “sacado esa espinita” de no haber hecho un concierto en la Casa anteriormente. María Elena Vinueza —directora de Música de Casa—, satisfecha con haber tenido a este trovador en las actividades que celebran medio siglo de esta Institución. El público feliz —cosa que demostraron sus aplausos—, y yo me fui silbando el tema de este son, convencido de que “siempre será el amor...”

No hay comentarios.: