sábado, enero 05, 2008

20 años de amorosa lucha...



león febres cordero no debió quedar jamás impune de estos asesinatos como de todos los que originó su nefasto y cruel gobierno...
el gripo del nunca más latinoamericano se suma a este día en que los hermanos restrepo son un símbolo de paz...


20 años de amorosa lucha…
20 años de buscar la verdad y la justicia…
20 años de la desaparición de CARLOS SANTIAGO y
PEDRO ANDRÉS RESPREPO ARISMENDY
20 años de amor insobornable
8- Enero – 1998

jueves, enero 03, 2008

Alejo Carpentier, el primer Cervantes cubano:



Alejo Carpentier, el primer Cervantes cubano:
el conversador y el novelista


Marta Rojas • La Habana



Tuve el privilegio de conocerlo y me pregunto quién fue más sugerente si el novelista, el escritor en su acepción más amplia, o el conversador: se trata, desde luego, de Alejo Carpentier, el Primer Premio Miguel de Cervantes que obtuvo un cubano, en 1978, luego del poeta español Jorge Guillén. Nuestro Primer Cervantes este año, celebra su 103 cumpleaños porque es de las personas que no mueren.

Llegué a la figura de este escritor cubano universal cuando, recién graduada de periodista, tuve el privilegio de que alguien que lo había conocido a finales de los años veinte del siglo XX, puso en mis manos la novela de Alejo El reino de este mundo, en su primera edición (les muestro aquel volumen que conservo) Una edición rústica publicada en México y costeada por el mismo autor. Quien me la dio me dijo «Yo lo conozco a él; y es más, le entregué un documento que quemaba las manos, el Manifiesto del Grupo Minorista, trabaja como periodista». Mi interlocutor era mi jefe en la Sección en Cuba de la Revista Bohemia, recién estrenada yo como reportera, les decía. Ocurría en1954, el nombre de él, Enriquito de la Osa. Quien acotó, sobre El Reino de este mundo": Es la mejor novela que se ha publicado en español en muchos años". No me dijo en Cuba, o por un cubano, sino en español. Décadas después su autor recibiría el Premio Cervantes por su obra literaria excepcional en lengua española.

En un momento más este hombre me ofreció varias informaciones. Por ejemplo, que Alejo Carpentier, además de periodista era musicólogo y, en conexión con ese Grupo Minorista que abogada por una cultura nacional, se trataba de un escritor comprometido con las causas más justas, pues el Grupo Minorista se había fundado en una época de san­guinaria tiranía en Cuba, conocida como «el machadato». Obviamente yo leí El reino de este mundo.

En primer lugar tenía que hacerlo porque Enrique solía hablar con los periodistas noveles de la «Sección en Cuba» sobre los libros que nos entregaba o recomendaba. Era una especie de examen lo que llevaba a cabo en tertulias de cafés habaneros o algún bar de su preferencia, después del cierre de las páginas. Pero este deber lo cumplí tan rápidamente que releí el libro: tal vez sin percatarme de ello en toda su magnitud estaba ante una obra maestra. Pura intuición. Así tuve el primer conocimiento a distancia sobre Alejo Carpentier. No me imaginé que podía llegar a ser amiga suya y de Andrea Esteban de Carpentier (Lilia), su esposa, un personaje detrás del genio, pero de una cultura, autoridad y modestia inimaginables. Supe después de su origen burgués y de linaje, de su cubanía hasta el confín de su conciencia. Linaje social al que renunció por casarse con el entonces periodista Carpentier. Mi curiosidad, impenitente a veces, me haría buscar pistas sobre ella hasta llegar a saber que su bisabuelo había sido el Gobernador Político General de la provincia de Matanzas, Marqués de Esteban y que este había colocado la primera piedra del proyecto del teatro más importante de esa ciudad, y uno de los más famosos de la Cuba colonial. Este, en principio, se llamó por él Teatro Esteban, y luego Sauto en honor a quien terminó la obra.

No pasaría mucho tiempo, cuando al triunfar la Revolución Cubana, un día el propio Enrique me mandó a hacerle una entrevista a Carpentier quien acababa de llegar de Venezuela y estaba realizando proyectos culturales en La Habana, el primero impulsar una Festival del Libro e inmediatamente después colaborar, codo con codo con Haydée Santamaría, una heroína de la Revolución encabezada por Fidel, cuyo cumpleaños es el 29 de diciembre. Se trataba de echar a andar el Premio de la Casa de las Américas, institución que ella presidía. Entonces vi. muy de cerca a Carpentier, el autor de El Reino de este mundo. Lo observé gesticulando y conversando con una sonrisa entre irónica y candorosa, combinación rara. Luego lo vena de nuevo en la Editora Nacional. Le hice preguntas que me contestó con una naturalidad asombrosa, sin dejar de trabajar frente a su mesa. Entonces fumaba cigarrillos. Me recibió, o mejor, yo fui a su encuentro cuando me indicaron dónde estaba su escritorio y le pregunté sobre El Quijote que a sugerencia suya se publicaría, nada menos que en una edición millonaria, según indicó Fidel. Sus respuestas fueron concisas, apenas alcanzaban para una nota informativa de diez líneas pero me habló de Sancho Panza, de Dulcinea, de Don Quijote y del vizcaíno, de los famosos rebuznos y me paseó por la cueva de Montesinos, como si personajes y hechos fueran reales. "Todas las novelas escritas y por escribir, están ahí, solo hay que imaginarlas", algo así me dijo. Me hababa de los personajes como si lo conocieran, como si fueran sus contemporáneos.

En ese encuentro descubrí al conversador cabal. Luego de un buen rato de conversación -suya- me preguntó cómo estaba Enriquito y además, mi nombre. Todo ello sin ninguna afectación, ví que, mecánicamente o como recordatorio, apuntó los dos nombres en un papel y un «dile a Enriquito que lo voy a ver».

Siete años después volví a hablar con Carpentier y se selló una amistad privilegiada. Ocurrió en Hanoi en plena guerra de Viet Nam. Fue en 1966. El año anterior yo había permanecido mis primeros meses trabajando como corresponsal de guerra en el sur de Viet Nam, junto a los famosos viet cong, el ejército guerrillero del Frente Nacional de Liberación, triunfante en 1975. Coincidió la estadía mía en Hanoi con la visita de Alejo Carpentier a la República Democrática de Viet Nam, invitado por los escritores vietnamitas. Pero una visita a Viet Nam en guerra era vivir y sufrir la guerra era la misma cosa de manera que en las noches los co­rresponsales y otros visitantes solidarios nos reuníamos en el único hotel con condiciones para ello, llamado Reunificación, Thong Ñhan —en vietamita— construido por los anteriores ocupantes franceses.

Durante no menos de tres o hasta cuatro noches, en el vestíbulo del hotel, donde los que gustaban beber una copas sólo podían optar entre cerveza vietnamita clara o vodka, té o café, pues no había otras ofertas, acercaban sus asientos hacia donde estaba ese hombre alto de voz fuerte y gestos maravillosos que contaba sus experiencias en el paralelo que separaba artificialmente el Norte del Sur de Viet Nam, y sobre los horrores que había visto durante el día. Pero lo más interesante era que hablando de ello conectaba un suceso con otro que sucedía en Europa o en América, en la Guerra Civil Española, o había sucedido durante la Conquista del Nuevo Mundo, o en África, inclusive desde la Trata a Lumumba. Es de suponer que muy pronto él estableció una especie de complicidad conmigo —la otra cubana en el círculo— para llevar el tema, un día u otro, hacia donde quería y contar a los demás extranjeros cosas de América toda, y así llegó hasta José Martí, el primer latinoamericano, cubano por más señas, que desde Nueva York en el Siglo XIX escribió para los niños sobre el Reino de Annam y las tierras de los anamitas (vietnamitas) que visten pijamas de seda, comen pescado y arroz, y luchan y volverán a luchar hasta vencer, decía Martí.

Carpentier era tan perspicaz que comprendía de inmediato, entre su espontáneo auditorio, cuándo alguien quería saber con más exactitud alguna cosa o no la comprendía bien mediante el intérprete vietnamita. En ese caso él mismo se traducía al francés y algún otro periodista del francés al ruso u otro idioma.

Así transcurrieron varios días —él permaneció dos semanas en el Norte de Viet Nam— pero a veces tenía compromisos con los escritores, poetas o la Embajada de Cuba, y faltaba a esa apetecida tertulia, lo cual nos desalentaba a todos. El tiempo en el hotel se alargaba porque había que esperar condiciones especiales para emprender viaje de regreso con un mínimo de seguridad

Pero él también sabía escuchar y provocar para que otros hablaran.

A los rusos les hablaba de Rusia y de su madre rusa, y de la familia Valmont; a los franceses de todo lo que aprendió en París, de la evolución «extraordinaria» (palabra muy suya) de la radiodifusión; de pintores, músicos, museos o barrios de París. Yo no fui una excepción en sus pesquisas y en una ocasión estuve respondiéndole sus preguntas sobre el asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 y el juicio celebrado a Fidel Castro y sus compañeros, proceso que había tenido la fortuna de presenciar. Pienso que, lógicamente, debió interesarle mucho pues me dijo que había leído el libro mío sobre el tema, pero quería saber más de aquellos días, y de paso me prometió hacerle un prólogo si hacían una nueva edición. Solo tenía que avisarle si la publicarías. En pocos años me vi premiada con su prólogo, para mí, realmente, el premio literario más grande que jamás imaginé recibir.

Después de esos días de Hanoi, entre cuyas conversaciones no podía faltar alguna sobre la comida asiática y especialmente la vietnamita, me llamaría "colega", seríamos colegas de tú a tú —salvando las diferencias de edades y enjundias— incluso en Estocolmo, a propósito de celebrarse la primera sesión del Tribunal Bertrand Russell contra los crímenes de guerra en Viet Nam. En ese foro mundial participamos gentes de varios países, incluso norteamericanos que habían sido prisioneros del FNL. y fue escuchada con avidez la voz de Alejo Carpentier. "No podía hacer otra cosa que reírme cuando me presentaba: "Aquí mi colega".

La narración de lo que vio en una escuela vietnamita bombardeada, por la forma en que la hizo, parecería un trozo de novela, o una magnífica crónica. Pero lo más insólito, al punto de avergonzarme fue el hecho de alabar mi declaración ante el Tribunal: "...cuando ambos aportamos nuestros testimonios acerca de las atrocidades cometidas por las tropas norteamericanas en la Guerra de Viet Nam, pude apreciar la elocuente concisión del discurso pronunciado por mi colega". Le protesté y como los periodistas tenemos ardides hice publicar un trozo del texto que él improvisó, y este fue llevado a las Memorias del Tribunal.

Decía en su antológica pieza oratoria, basada en el bombardeo a la escuela vietnamita: «A la hora citada, los alumnos se encontraban en la clase de geografía. Hubo una primera pasada de aviones norteamericanos... Los niños descendieron a un refugio subterráneo bastante elemental, evidentemente, pero ¿qué hacer más que abrir galerías de topo en una tierra húmeda cuando esto constituye la única defensa posible? Las bombas comenzaron a caer. Caían exactamente sobre el refugio y los que allí se encontraban. Treinta y tres niños perecieron enterrados. Algunos fueron hallados estrechando en sus brazos a sus compañeros de estudios. Se halló la camisa de uno de ellos colgada de un árbol. El suelo estaba sembrado de libros manchados de sangre... Lo que queda de esta escuela de Hadinh es un hoyo de 13 metros de diámetro y 7 de profundidad»

Ahora, recuerdo por fuerza las páginas que el mismo Alejo Carpentier había escrito en España cuando la Guerra Civil, publicadas en la revista Carteles de La Habana en 1937: «Serían las cuatro de la madrugada. En el medio sueño precursor del despertar percibo un ruido anormal, ruido que hiere mis oídos por primera vez, zumbido de motores de aeroplanos, acompañados de un extraño silbido intermitente, como notas picadas de un flautín agudísimo. Quejas del aire desgarrado por balas de los cañones antiaéreos. De pronto, una explosión sorda, subterránea, formidable golpe de ariete en la corteza del suelo. Hace temblar la pared del hotel... El suelo retumba y se estremece. Terremoto fugaz seguido de bofetadas de aire en todos los cristales... ¡Ésta ha caído más cerca todavía!...»

Pero si sabor tiene este párrafo escrito, más impresionante me resul­tó oírlo, seguido de otras anécdotas de su estancia en España, cuando lo contaba en el hotel de Hanoi, mezclados con el presente, de entonces, y con el porvenir. Porque allí habló sobre el fascismo y dijo que la semilla podía germinar donde menos lo pudiéramos pensar. Preguntaba «¿Qué otra cosa se puede suponer cuando yo vi a niños quemado con azufre en aquella escuela, otros con NAPALM, bombardeos indiscriminados a aldeas y a la selva misma, buscando el camino Ho Chi Minh que las copas de los árboles nunca han dejado ver..., en otros lugares puede suceder, repetirse la historia, en cualquier parte del mundo, incluso quisieran hacerlo con Cuba»

Hablaba de cosas tangibles, pero en aquellas conversaciones también novelaba, a partir de la realidad, usaba palabras y frases propias de la mejor literatura. Y todo ello acompañado con la dramaturgia del lenguaje oral. Si se ven lo documentales grabados por el Instituto Cubano de Cine, en los que él habla de La Habana, todos estaremos de acuerdo en su excepcional dramaturgia en la expresión oral.

Del Tribunal Russell pasamos a París donde él, ya el novelista, ensayista y periodista de tan vasta y diversa obra era, además, Ministro Consejero de la Embajada de Cuba. Pocos escritores contemporáneos han sido trabajadores cotidianos con la marca de Alejo Carpentier, para quien, por ejemplo, la publicidad tenía normas éticas que no chocaban con el propósito de atraer y por eso trabajó tan intensamente en la publicidad Arts, de Caracas, durante años.

Ya en París, en esa oportunidad y en ocasiones durante las conversaciones de Paz de Viet Nam, conocí al diplomático y al hombre del hogar. Al novelista que dedicaba las mañanas a escribir, como un sacerdocio, y al escritor al que no se le escapa nada. De tal forma que una vez me invitaba a ir con él a la carnicería porque había combinado con Lilia hacer alguna comida especial por la noche: «Carne de res mechada», o de tal o más cual forma. Cuál no sería mi asombro cuando Carpentier le indicaba al experto carnicero cómo cortar y qué cortar en la banda de la res que estaba colgada en un gancho. O cómo filetear una pescado. Lo sabía al dedillo y además, los condimentos apropiados., para qué utilizarlo en la cocina. .

«Todo le hace falta saber al que escribe», además lo disfruto, así con su arrastre de la rra bien pronunciado. Cómo si no, en caso que el personaje tenga que hacerlo podría desenvolverse, más rápido y cómodamente". Una noche, por primera vez en París, fui la «pinche de cocina» de Carpentier. Lilia desde la sala nos veía hacer, mezclar, probar, mientras atendía a las visitas. A ella aún le gusta recordar esta anécdota porque Alejo Carpentier era un gran cocinero, un gran mezclador. No sólo condimentaba su prosa inigualable de rango universal, sino las más sofisticadas o las más sencillas comidas:

Recordemos El recurso del método: «Varias bandejas y platos presentaban ahí, como dispuestos en suntuoso bodegón tropical, los verdores del aguacamole, los rojos del ají, los ocres achocolatados de salsas de donde emergen pechugas y encuentros de pavo, encarchados de cebolla rallada. Alineadas sobre una tabla de trinchar, había chalupi­tas y enchiladas, junto al amarillo de los tamales envueltos en hojas calientes y húmedas que despedían vapores de regocijo aldeano. Y las frituras de batata, y las barquillas de coco doradas al horno y aquella ponchera donde, en mezcla de tequila y sidra española, de la de allá, se tomaba en bodas campesinas».

Todavía me pregunto dónde había más fuerza, si en su escritura o en su conversación. Al cabo me decido: eran sus dos canales de expre­sión inigualables. Uno nutría y retaba al otro. Pero, además, qué manera de vivir desde dentro de los hechos, además de cultura abarcadora. Lo recuerdo, en París, revisando de una hojeada o de una mirada los múltiples títulos de revistas y periódicos e interesarse por alguno, al parecer, baladí, además de los noticiosos, pues por necesidad y afición estaba al día de lo que ocurriera en cualquier parte. Así fuera en el cosmos.

Hasta aquí algunos de mis recuerdos de Carpentier.

26 de diciembre de.2007. Homenaje de Letras Cubanas, Instituto del Libro.
tomado de la jiribilla.

LA PARADOJA ANDANTE /EDUARDO GALEANO


La paradoja andante

Por Eduardo Galeano

Cada día, leyendo los diarios, asisto a una clase de historia.
Los diarios me enseñan por lo que dicen y por lo que callan.
La historia es una paradoja andante. La contradicción le mueve las piernas. Quizá por eso sus silencios dicen más que sus palabras y con frecuencia sus palabras revelan, mintiendo, la verdad.
De aquí a poco se publicará un libro mío que se llama Espejos. Es algo así como una historia universal, y perdón por el atrevimiento. "Yo puedo resistir todo, menos la tentación", decía Oscar Wilde, y confieso que he sucumbido a la tentación de contar algunos episodios de la aventura humana en el mundo, desde el punto de vista de los que no han salido en la foto.
Por decirlo de alguna manera, se trata de hechos no muy conocidos.
Aquí resumo algunos, algunitos nomás.
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Cuando fueron desalojados del Paraíso, Adán y Eva se mudaron al Africa, no a París.
Algún tiempo después, cuando ya sus hijos se habían lanzado a los caminos del mundo, se inventó la escritura. En Irak, no en Texas.
También el álgebra se inventó en Irak. La fundó Mohamed al Jwarizmi, hace mil doscientos años, y las palabras algoritmo y guarismo derivan de su nombre.
Los nombres suelen no coincidir con lo que nombran. En el British Museum, pongamos por caso, las esculturas del Partenón se llaman "mármoles de Elgin", pero son mármoles de Fidias. Elgin se llamaba el inglés que las vendió al museo.
Las tres novedades que hicieron posible el Renacimiento europeo, la brújula, la pólvora y la imprenta, habían sido inventadas por los chinos, que también inventaron casi todo lo que Europa reinventó.
Los hindúes habían sabido antes que nadie que la Tierra era redonda y los mayas habían creado el calendario más exacto de todos los tiempos.
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En 1493, el Vaticano regaló América a España y obsequió el Africa negra a Portugal, "para que las naciones bárbaras sean reducidas a la fe católica". Por entonces, América tenía quince veces más habitantes que España y el Africa negra cien veces más que Portugal.
Tal como había mandado el Papa, las naciones bárbaras fueron reducidas. Y muy.
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Tenochtitlán, el centro del imperio azteca, era de agua. Hernán Cortés demolió la ciudad, piedra por piedra, y con los escombros tapó los canales por donde navegaban doscientas mil canoas. Esta fue la primera guerra del agua en América. Ahora Tenochtitlán se llama México DF. Por donde corría el agua, corren los autos.
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El monumento más alto de la Argentina se ha erigido en homenaje al general Roca, que en el siglo diecinueve exterminó a los indios de la Patagonia.
La avenida más larga del Uruguay lleva el nombre del general Rivera, que en el siglo diecinueve exterminó a los últimos indios charrúas.
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John Locke, el filósofo de la libertad, era accionista de la Royal Africa Company, que compraba y vendía esclavos.
Mientras nacía el siglo dieciocho, el primero de los borbones, Felipe V, estrenó su trono firmando un contrato con su primo, el rey de Francia, para que la Compagnie de Guinée vendiera negros en América. Cada monarca llevaba un 25 por ciento de las ganancias.
Nombres de algunos navíos negreros: Voltaire, Rousseau, Jesús, Esperanza, Igualdad, Amistad.
Dos de los Padres Fundadores de los Estados Unidos se desvanecieron en la niebla de la historia oficial. Nadie recuerda a Robert Carter ni a Gouverner Morris. La amnesia recompensó sus actos. Carter fue el único prócer de la independencia que liberó a sus esclavos. Morris, redactor de la Constitución, se opuso a la cláusula que estableció que un esclavo equivalía a las tres quintas partes de una persona.
"El nacimiento de una nación", la primera superproducción de Hollywood, se estrenó en 1915, en la Casa Blanca. El presidente, Woodrow Wilson, la aplaudió de pie. El era el autor de los textos de la película, un himno racista de alabanza al Ku Klux Klan.
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Algunas fechas:
Desde el año 1234, y durante los siete siglos siguientes, la Iglesia Católica prohibió que las mujeres cantaran en los templos. Eran impuras sus voces, por aquel asunto de Eva y el pecado original.
En el año 1783, el rey de España decretó que no eran deshonrosos los trabajos manuales, los llamados "oficios viles", que hasta entonces implicaban la pérdida de la hidalguía.
Hasta el año 1986, fue legal el castigo de los niños en las escuelas de Inglaterra, con correas, varas y cachiporras.
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En nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad, la Revolución Francesa proclamó en 1793 la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Entonces, la militante revolucionaria Olympia de Gouges propuso la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. La guillotina le cortó la cabeza.
Medio siglo después, otro gobierno revolucionario, durante la Primera Comuna de París, proclamó el sufragio universal. Al mismo tiempo, negó el derecho de voto a las mujeres, por unanimidad menos uno: 899 votos en contra, uno a favor.
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La emperatriz cristiana Teodora nunca dijo ser revolucionaria, ni cosa por el estilo. Pero hace mil quinientos años el imperio bizantino fue, gracias a ella, el primer lugar del mundo donde el aborto y el divorcio fueron derechos de las mujeres.
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El general Ulises Grant, vencedor en la guerra del norte industrial contra el sur esclavista, fue luego presidente de los Estados Unidos.
En 1875, respondiendo a las presiones británicas, contestó:
–Dentro de doscientos años, cuando hayamos obtenido del proteccionismo todo lo que nos puede ofrecer, también nosotros adoptaremos la libertad de comercio.
Así pues, en el año 2075, la nación más proteccionista del mundo adoptará la libertad de comercio.
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Lootie, "Botincito", fue el primer perro pequinés que llegó a Europa.
Viajó a Londres en 1860. Los ingleses lo bautizaron así porque era parte del botín arrancado a China, al cabo de las dos largas guerras del opio.
Victoria, la reina narcotraficante, había impuesto el opio a cañonazos. China fue convertida en una nación de drogadictos, en nombre de la libertad, la libertad de comercio.
En nombre de la libertad, la libertad de comercio, Paraguay fue aniquilado en 1870. Al cabo de una guerra de cinco años, este país, el único país de las Américas que no debía un centavo a nadie, inauguró su deuda externa. A sus ruinas humeantes llegó, desde Londres, el primer préstamo. Fue destinado a pagar una enorme indemnización a Brasil, Argentina y Uruguay. El país asesinado pagó a los países asesinos, por el trabajo que se habían tomado asesinándolo.
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Haití también pagó una enorme indemnización. Desde que en 1804 conquistó su independencia, la nueva nación arrasada tuvo que pagar a Francia una fortuna, durante un siglo y medio, para expiar el pecado de su libertad.
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Las grandes empresas tienen derechos humanos en los Estados Unidos. En 1886, la Suprema Corte de Justicia extendió los derechos humanos a las corporaciones privadas, y así sigue siendo.
Pocos años después, en defensa de los derechos humanos de sus empresas, los Estados Unidos invadieron diez países, en diversos mares del mundo.
Entonces Mark Twain, dirigente de la Liga Antiimperialista, propuso una nueva bandera, con calaveritas en lugar de estrellas, y otro escritor, Ambrose Bierce, comprobó:
–La guerra es el camino que Dios ha elegido para enseñarnos geografía.
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Los campos de concentración nacieron en Africa. Los ingleses iniciaron el experimento, y los alemanes lo desarrollaron. Después Hermann Göring aplicó, en Alemania, el modelo que su papá había ensayado, en 1904, en Namibia. Los maestros de Joseph Mengele habían estudiado, en el campo de concentración de Namibia, la anatomía de las razas inferiores. Los cobayos eran todos negros.
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En 1936, el Comité Olímpico Internacional no toleraba insolencias. En las Olimpíadas de 1936, organizadas por Hitler, la selección de fútbol de Perú derrotó 4 a 2 a la selección de Austria, el país natal del Führer. El Comité Olímpico anuló el partido.
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A Hitler no le faltaron amigos. La Rockefeller Foundation financió investigaciones raciales y racistas de la medicina nazi. La Coca-Cola inventó la Fanta, en plena guerra, para el mercado alemán. La IBM hizo posible la identificación y clasificación de los judíos, y ésa fue la primera hazaña en gran escala del sistema de tarjetas perforadas.
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En 1953, estalló la protesta obrera en la Alemania comunista.
Los trabajadores se lanzaron a las calles y los tanques soviéticos se ocuparon de callarles la boca. Entonces Bertolt Brecht propuso: ¿No sería más fácil que el gobierno disuelva al pueblo y elija otro?
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Operaciones de marketing. La opinión pública es el target. Las guerras se venden mintiendo, como se venden los autos.
En 1964, los Estados Unidos invadieron Vietnam, porque Vietnam había atacado dos buques de los Estados Unidos en el golfo de Tonkin. Cuando ya la guerra había destripado a una multitud de vietnamitas, el ministro de Defensa, Robert McNamara, reconoció que el ataque de Tonkin no había existido.
Cuarenta años después, la historia se repitió en Irak.
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Miles de años antes de que la invasión norteamericana llevara la civilización a Irak, en esa tierra bárbara había nacido el primer poema de amor de la historia universal. En lengua sumeria, escrito en el barro, el poema narró el encuentro de una diosa y un pastor. Inanna, la diosa, amó esa noche como si fuera mortal. Dumuzi, el pastor, fue inmortal mientras duró esa noche.
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Paradojas andantes, paradojas estimulantes:
El Aleijadinho, el hombre más feo del Brasil, creó las más hermosas esculturas de la era colonial americana.
El libro de viajes de Marco Polo, aventura de la libertad, fue escrito en la cárcel de Génova.
Don Quijote de La Mancha, otra aventura de la libertad, nació en la cárcel de Sevilla.
Fueron nietos de esclavos los negros que generaron el jazz, la más libre de las músicas.
Uno de los mejores guitarristas de jazz, el gitano Django Reinhardt, tenía no más que dos dedos en su mano izquierda.
No tenía manos Grimod de la Reynière, el gran maestro de la cocina francesa. Con garfios escribía, cocinaba y comía.

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-96843-2007-12-30.html

martes, enero 01, 2008

Mensaje de Fidel al pueblo de Cuba



Mensaje de Fidel al pueblo de Cuba
QUERIDOS COMPATRIOTAS:

Dentro de unas horas se cumplirá un aniversario más de aquel bello amanecer, hace 49 años, en que triunfó nuestra Revolución.

Sobre los restos de la tiranía proyanqui seguimos el largo y empinado camino. Gracias al pueblo noble y abnegado de Cuba, a sus obreros y demás trabajadores manuales e intelectuales, sus campesinos y estudiantes, hombres y mujeres, niños, ancianos y ciudadanos de todas las edades, alfabetizados o analfabetos, Cuba fue entonces por primera vez dueña de su destino.

Si tengo el raro privilegio de dirigirme de nuevo a ustedes es porque vieron en este compatriota una persona que siempre les dijo la verdad.

No es mérito ser honrado sino deber sagrado.

En el transcurso de la madrugada habrá quedado atrás el Año 49 de la Revolución y entraremos de lleno en el año 50, que simbolizará el medio siglo de resistencia heroica.

Proclamemos al mundo con orgullo este récord que nos hace acreedores al más justo de los reclamos: que se respete el derecho a la vida y a la sana alegría de nuestra Patria.

Por ese derecho lucharemos hasta la muerte. Para los cubanos, hace más de un siglo, Martí lo proclamó: "¡Patria es humanidad!"




Fidel Castro Ruz

Diciembre 31 de 2007

6 y 10 p.m.

Hoy se cumplen 49 años del triunfo de la Revolución cubana


Hoy se cumplen 49 años del triunfo de la Revolución cubana
inSurGente.-






Hoy comienza el 50º año de la Revolución cubana. El presidente en funciones Raúl Castro dejó clara el pasado viernes en la clausura de la última sesión parlamentaria la consigna para que la Revolución siga avanzando: "Hay que trabajar duro". inSurGente saluda al pueblo cubano en esta fecha tan señalada y ofrece a sus lectores y lectoras una síntesis de lo sucedido en Cuba en este tiempo. Hagan clic en "Leer más" para acceder también al mensaje hecho público hoy por Fidel.


La Revolución Cubana es el término con el que se designa al derrocamiento en Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista el 1 de enero de 1959, por varias fuerzas militares del general Gonzalo Urbina entre las que se destacó el llamado Ejército Rebelde del Movimiento 26 de Julio comandado por Fidel Castro y su hermano Raúl. La caída de Batista condujo a la formación de un gobierno revolucionario liderado inicialmente por Manuel Urrutia Lleó como presidente y José Miró Cardona como primer ministro.

Antecedentes

El antecedente más inmediato de la Revolución Cubana se encuentra en lo que se denomina los Diez años de primavera (1944-1954) de Guatemala.

En 1944, un movimiento estudiantil encuadrado en el amplio movimiento de la Reforma Universitaria latinoamericana, derrocó al dictador Ubico e impuso un sistema democrático por primera vez en la historia guatemalteca, resultando electo presidente Juan José Arévalo.

Arévalo, un educador formado en la Argentina que se adhería a una ideología que él denominaba "socialismo espiritual", inició una serie de reformas políticas y sociales. Su sucesor (elegido en 1951), el coronel Jacobo Arbenz, profundizó tales medidas y en 1952 inició un importante proceso de reforma agraria, que afectó seriamente los intereses de la empresa estadounidense United Fruit, que tenía sólidos lazos con la administración del presidente Eisenhower.

Sosteniendo que se trataba de un gobierno comunista, Estados Unidos comenzó a operar entonces para desestabilizar Guatemala y derrocar al gobierno de Arbenz. El golpe de Estado se inició el 18 de junio de 1954, con el bombardeo de la ciudad por aviones militares y la invasión desde Honduras de un ejército golpista al mando de Carlos Castillo Armas y el apoyo desembozado de la CIA. La lucha duró hasta el 3 de julio cuando Castillo Armas tomó la capital y dio inicio a un largo período de dictaduras militares.



La caída del gobierno democrático de Jacobo Arbenz y su reemplazo por una dictadura militar que desconoció masivamente los derechos humanos con el apoyo abierto de los Estados Unidos, situación que comenzó a repetirse en muchos otros países latinoamericanos, llevó a amplios sectores nacionalistas y de izquierda de América Latina a descreer de la «vía democrática» para realizar reformas sociales y exacerbar los sentimientos contrarios al llamado imperialismo norteamericano. El antiimperialismo, una ideología con antiguas raíces en América, se convirtió entonces en una posición política generalizada en la mayor parte de las fuerzas políticas latinoamericanas.

Origen

El 10 de marzo de 1952 un golpe de Estado dirigido por el general Fulgencio Batista derrocó al presidente Carlos Prío Socarrás, del Partido Auténtico, en un marco internacional que transitaba los primeros momentos de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Durante dos años, Batista instaló una cruel dictadura. En el año 1954, se celebraron unas elecciones para la presidencia. Se instaló con el argumento de luchar contra la corrupción y el gansterismo, pero que en realidad fue para tomar el poder y enriquecerse particularmente él y sus allegados. Sin embargo, la continuación del escandaloso nivel de corrupción que caracterizó el periodo republicano y la violación de derechos humanos llevó a la conformación de una oposición generalizada partidaria de la insurrección para desalojar del poder a Batista, del que participaron los partidos políticos de oposición, los sindicatos, el movimiento estudiantil, e incluso sectores del empresariado, los terratenientes, las fuerzas armadas y el propio gobierno de los Estados Unidos, que llegó incluso a cortarle el suministro de armas. El mismo presidente depuesto, Carlos Prío Socarrás, expresaba ese clima revolucionario diciendo: «triunfaré por cualquier medio, incluso el más extremo».

En esas condiciones un grupo de jóvenes en su mayoría pertenecientes al popular Partido Ortodoxo (al que se consideraba seguro ganador en las elecciones impedidas por el golpe de Batista), liderados por Fidel Castro, el 26 de julio de 1953 intentaron tomar el Cuartel Moncada ubicado en Santiago de Cuba, fracasando en el intento. El gobierno militar respondió con una severa acción represiva que llevó a la detención y enjuiciamiento público de Fidel Castro y otros atacantes. Castro, por entonces un abogado de ideas nacionalistas, admirador de José Martí y moderadamente adversario de las organizaciones comunistas, aprovechó el juicio público para denunciar la dictadura de Batista. Sus duros alegatos públicos, que obligaron a los jueces a excluirlo del juicio, han sido conocidos como La historia me absolverá, transformándolo en una figura nacional y símbolo de la resistencia contra Batista.

Tras 22 meses de prisión en la Isla de Pinos, Castro y sus compañeros fueron amnistiados por Batista, debido a la presión popular e internacional. Pocos días después fundó en la clandestinidad el Movimiento 26 de Julio (M-26-7) una organización cuyo fin era derrocar a Batista y que tenía una ideología antiimperialista-democrática fundada en las ideas de José Martí y mayoritariamente anticapitalistas.


Por aquel entonces, a poco de iniciada la Guerra Fría y como herencia del macartismo se generalizó en América Latina la acusación de «comunismo» como táctica para desprestigiar y reprimir los movimientos democráticos y sociales. Juan José Arévalo alertaría sobre este mecanismo en su libro AntiKomunismo en América Latina (1959).



El 7 de julio Fidel Castro se dirigió a México para preparar un grupo guerrillero con el cual volver a Cuba y comenzar la lucha armada.


En el exilio, Castro estableció contactos y acuerdos con otras fuerzas favorables a la lucha armada para derrocar al dictador, de las más variadas ideologías como el Directorio Revolucionario de José Antonio Echevarría, integrado por estudiantes de la Universidad de La Habana, el ex presidente Carlos Prío Socarrás del Partido Auténtico, y Acción Nacional Revolucionaria (ANR), liderado por Frank País.

La lucha armada

El 2 de diciembre de 1956 el yate Granma, con 82 guerrilleros del Movimiento 26 de Julio, entre los que se encontraban Fidel Castro, Ernesto Che Guevara y Raúl Castro, encalló luego de llegar dos días tarde, en la Playa Las Coloradas ubicada en las costas orientales de Cuba. El retraso impidió que un alzamiento popular organizado por Frank País, en Santiago de Cuba dos días antes, cumpliera su objetivo de distraer a las tropas de Batista para facilitar el desembarco de los guerrilleros.

Separados, perdidos y perseguidos, los expedicionarios sufrieron una seria derrota inicial en Alegría de Pío debido a la cual poco más de 20 hombres pudieron llegar a la Sierra Maestra, una zona de difícil acceso en el Oriente cubano, donde logran instalarse.

En 1957:


16 de enero: la guerrilla castrista realiza su primera acción militar, atacando y tomando el destacamento militar de La Plata, con considerable éxito.
17 de febrero: aparece en el New York Times, el periódico más leído de los Estados Unidos, una entrevista a Fidel Castro realizada por Herbert Matthews en Sierra Maestra. El impacto es enorme y comienza a generar una gran simpatía hacia los guerrilleros en la opinión pública nacional e internacional.
13 de marzo: el Directorio Revolucionario ataca el Palacio Presidencial, muriendo en la acción su líder José Antonio Echevarría.
28 de mayo: Combate de El Uvero, primera acción abierta de la guerrilla del M-26-7.
17 de julio: se crea la segunda columna del Ejército Rebelde, llamada Nº 4, comandada por Ernesto Che Guevara.
30 de julio: se produce el alevoso asesinato de Frank País en Santiago de Cuba que desencadena un estallido popular y vuelca a la opinión pública contra el régimen de Batista.
5 de septiembre: se subleva la base naval de Cienfuegos, bajo el liderazgo del Alférez Dionisio San Román, con apoyo de milicianos del Partido Auténtico y del Movimiento 26 de Julio. El gobierno responde con una cruenta represión que incluye el bombardeo de la base con aviones norteamericanos B-26. Mueren 300 de los 400 sublevados y San Román es torturado durante meses.
En 1958:


27 de febrero: Fidel Castro decide ampliar las operaciones de la guerrilla creando tres nuevas columnas al mando de Juan Almeida, Raúl Castro y Camilo Cienfuegos. Almeida debe actuar en la zona oriental de Sierra Maestra y Raúl Castro abrir un Segundo Frente e instalarse en la Sierra Cristal, al norte de Santiago.
9 de abril: huelga general revolucionaria convocada por el Movimiento 26 de Julio. Mal planificada, es sofocada rápidamente por el gobierno.
6 de mayo: las tropas de Batista inician una ofensiva general en la Sierra Maestra para destruir la guerrilla castrista. Se producen importantes batallas como El Jigue y Santo Domingo.
7 de agosto: Batista ordena la de retirada en masa de la Sierra Maestra y la debilidad del régimen se hace evidente. Fidel Castro decide entonces expandir la guerra al resto de Cuba. El Che Guevara y Camilo Cienfuegos deben marchar al norte para dividir la isla en dos y preparar el ataque a la estratégica ciudad de Santa Clara, llave del camino a La Habana, mientras que Fidel y Raúl Castro permanecerán en el Oriente para controlar la región y atacar finalmente Santiago de Cuba.
31 de agosto: las columnas del Che Guevara y Camilo Cienfuegos partien a pie hacia el Occidente cubano. Tardan seis semanas en llegar a la zona montañosa del Escambray, en la antigua provincia de Las Villas.
Septiembre y octubre: una vez establecidos en el centro de la isla, el Movimiento 26 de Julio coordina sus acciones con otras fuerzas guerrilleras actuantes en la región, como el Directorio Revolucionario, el Segundo Frente Nacional del Escambray y el Partido Socialista Popular y organizan el apoyo logístico. En el oriente, entretanto, las fuerzas rebeldes cercan las principales ciudades.
3 de noviembre: se realizan elecciones presidenciales, pero ninguna fuerza política les concede legitimidad.
Fines de noviembre: el gobierno intentó una ofensiva sobre las posiciones guerrilleras instaladas en Escambray.
4 de diciembre: las tropas comandadas por el Che Guevara y Camilo Cienfuegos pasan a la ofensiva. Atacar los regimientos de la zona central de la isla, con el fin de aislar a las tropas gubernamentales.
Para fines de diciembre de 1958 la debacle de la dictadura de Batista aparecía como inevitable. El 28 de diciembre las milicias comandadas por el Che Guevara iniciaron el decisivo ataque contra la ciudad de Santa Clara, llave del centro de la isla y último reducto antes de La Habana. El 31 de diciembre, cuando las tropas rebeldes tomaron el tren blindado que el gobierno había enviado para fortificar la ciudad, Batista decidió huir hacia Santo Domingo junto con el presidente electo Andrés Rivero Agüero, quedando el país virtualmente acéfalo y a cargo del General Eulogio Cantillo.



Luego de una reunión entre Fidel Castro y el general Eulogio Cantillo, este intentó organizar una junta militar con sede en el regimiento de Campo Columbia, encabezada por el coronel Ramón Barquín, con apoyo de Estados Unidos. La maniobra fue denunciada por Fidel Castro que llamó a la huelga general y ordenó a sus comandantes Che Guevara y Camilo Cienfuegos avanzar hacia La Habana y tomar las posiciones claves de la capital.

En la madrugada del 1 de enero de 1959, las tropas del Segundo Frente Nacional del Escambray comandadas por Eloy Gutiérrez Menoyo entraron a La Habana. Al día siguiente llegaron las tropas del Movimiento 26 de Julio comandadas por Camilo Cienfuegos y el Che Guevara, tomando sin resistencia el regimiento de Campo Columbia y la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, respectivamente. Al entrar a Campo Columbia, Cienfuegos excluyó del mando al Coronel Barquín y detuvo al General Casillas. Poco después las tropas del Directorio Revolucionario, al mando de Faure Chomón, ocuparon el Palacio Presidencial.

Simultáneamente, el mismo 1 de enero, Fidel Castro entró triunfante a Santiago de Cuba, declarándola capital provisional de Cuba y proclamando a Manuel Urrutia como presidente de la nación. De inmediato Estados Unidos reconoció al gobierno revolucionario.


A partir de ese momento el poder quedó definitivamente en manos de las fuerzas revolucionarias. Históricamente, se toma como fecha del triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959.

El gobierno revolucionario de Cuba

Una vez tomado el poder, la oposición formó un nuevo gobierno. El Presidente fue Manuel Urrutia Lleó y el Primer Ministro José Miró Cardona. Los ministros fueron Regino Boti (Economía), Rufo López Fresquet (Hacienda), Roberto Agramonte (Relaciones Exteriores), Armando Hart (Educación), Enrique Oltuski (Comunicaciones), Luis Orlando Rodríguez (Interior), Osvaldo Dorticós Torrado (Leyes Revolucionarias) y Faustino Pérez (Recuperación de Propiedad Adquirida Ilegalmente). Fidel Castro permanecía como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Se trataba de un gobierno moderado y pronunciadamente anticomunista en el que coexistían diversas tendencias.


Sin embargo, desde los primeros instantes, los grupos revolucionarios conducidos por Fidel Castro y fuertemente influidos por Ernesto Che Guevara comenzaron a tomar progresivamente control del Estado. La inicial lucha antidictatorial se transformó rápidamente en revolución social con eje en la reforma agraria.



El 7 de mayo de 1959 se aprobó la ley de reforma agraria y de creación del INRA que se convertiría en el centro del poder del Estado cubano. Se abrió entonces un proceso de expropiaciones y nacionalizaciones que afectaron fuertemente a la clase alta y a las empresas estadounidenses. Simultáneamente los sectores moderados en el gobierno (Miró Cardona, Urrutia, López Fresquet) fueron siendo reemplazados, al mismo tiempo que casi toda la clase alta propietaria de las plantaciones e ingenios azucareros y un considerable sector de la clase media, abandonaban el país y se instalaban en Miami.



En agosto de 1959 el dictador de República Dominicana, Rafael Trujillo, ordenó la primera invasión a Cuba, a través de la Legión Anticomunista del Caribe, que terminó en un completo fracaso. Simultáneamente, Estados Unidos, a través de la CIA, comenzó a organizar sabotajes e impulsar la organización de grupos mercenarios anticastristas sobre la base de ex funcionarios de Batista, como La Rosa Blanca, y la creciente cantidad de exiliados cubanos opuestos al socialismo de la Revolución Cubana.



La polarización del proceso revolucionario cubano llevó a un progresivo abandono del objetivo de convocar a elecciones para establecer una democracia liberal y a orientar las relaciones internacionales hacia una alianza comercial y militar con la Unión Soviética con el fin de compensar la segura intervención de los Estados Unidos.


El 7 de noviembre de 1960 el Che Guevara viajó durante dos meses por los países comunistas: Checoslovaquia, Unión Soviética, China, Corea y Alemania Democrática. Tanto la Unión Soviética como China se comprometieron a comprar la mayor parte de la zafra cubana. Cuando finalizó la visita, Cuba tenía acuerdos comerciales financieros, además de vínculos culturales con todos los países del bloque, relaciones diplomáticas con todos menos Alemania Oriental y acuerdos de asistencia científica y técnica con todos menos Albania.

El 3 de enero de 1961, en una de las últimas medidas de su gobierno antes de entregar el poder a John F. Kennedy, el presidente Eisenhower cortó las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. El enfrentamiento abierto era inminente.


El 17 de abril de 1961 se produjo la Invasión de Playa Girón, desde Nicaragua, organizada por la CIA, que volvió a finalizar en un estruendoso fracaso que causó el despido del director de la CIA, Allen Dulles, y su reemplazo por John McCone. En noviembre de 1961 la CIA estableció un gigantesco programa llamado "Operación Mangosta", dirigido por Edward Lansdale, con el fin de organizar actos de sabotaje, terrorismo, asesinatos de los líderes cubanos, ataques terroristas e infiltraciones que desestabilizaran al gobierno cubano y lo llevaran al colapso para octubre de 1962. La ofensiva de aislamiento contra Cuba avanzó en enero de 1962 cuando los países americanos, a petición de EEUU, tomaron la decisión de excluirla de la OEA.



A fines de junio de 1962, la Unión Soviética y Cuba tomaron la decisión de instalar misiles atómicos en Cuba, lo que entendían era el único modo de disuadir a Estados Unidos de invadir Cuba, además de suponer para las relaciones soviético-estadounidenses un paso más en la Guerra Fría (en agosto de 1961 se había construido el muro de Berlín, en febrero de 1962 se había producido el novelesco intercambio de prisioneros consecuencia del caso del avión espía U-2, y proseguía la implicación norteamericana en el conflicto de Vietnam).

El Che Guevara tuvo una participación activa en la elaboración del tratado entre Cuba y la Unión Soviética, viajando allí a fines de agosto para cerrarlo. El hecho llevaría a la llamada crisis de los misiles de Cuba que puso al mundo al borde de la guerra nuclear y finalizaría con un dificultoso acuerdo entre Kennedy y Jruschov, presionados ambos por los sectores belicistas de sus respectivos países, por el cual Estados Unidos se comprometió a no invadir Cuba y retirar los misiles que tenía instalados en Turquía apuntando a la Unión Soviética, y ésta a retirar los misiles cubanos.



Desde entonces Cuba quedó en una compleja situación, en la que por un lado evitó ser invadida por Estados Unidos, y por el otro quedó aislada del resto de los países americanos (aún hoy Cuba está fuera de la OEA) y sumamente dependiente de la Unión Soviética y el bloque comunista.


Al colapsar la Unión Soviética en 1991 era un lugar común en los análisis sobre política internacional señalar el inminente colapso del gobierno cubano. Se sostenía que, frente al triunfo mundial del capitalismo y la democracia formal, y el absoluto bloqueo económico y el subsecuente deterioro de las condiciones de vida de la población cubana, sería inevitable una sublevación popular en la isla. Sin embargo las previsiones no se cumplieron, sorprendiendo a una gran parte de los estudiosos.


En julio de 2006, Fidel Castro enfermó y delegó el mando en su hermano Raúl, por primera vez en 47 años desde la Revolución Cubana de 1959. El hecho abrió nuevamente un amplio proceso de debates y especulaciones sobre el futuro de la Revolución Cubana.

Hoy, 49 años después de su triunfo, la Revolución sigue p'alante.

Fuente: Wikipedia

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Mensaje de Fidel al pueblo de Cuba

QUERIDOS COMPATRIOTAS:

Dentro de unas horas se cumplirá un aniversario más de aquel bello amanecer, hace 49 años, en que triunfó nuestra Revolución.

Sobre los restos de la tiranía proyanqui seguimos el largo y empinado camino. Gracias al pueblo noble y abnegado de Cuba, a sus obreros y demás trabajadores manuales e intelectuales, sus campesinos y estudiantes, hombres y mujeres, niños, ancianos y ciudadanos de todas las edades, alfabetizados o analfabetos, Cuba fue entonces por primera vez dueña de su destino.

Si tengo el raro privilegio de dirigirme de nuevo a ustedes es porque vieron en este compatriota una persona que siempre les dijo la verdad.

No es mérito ser honrado sino deber sagrado.

En el transcurso de la madrugada habrá quedado atrás el Año 49 de la Revolución y entraremos de lleno en el año 50, que simbolizará el medio siglo de resistencia heroica.

Proclamemos al mundo con orgullo este récord que nos hace acreedores al más justo de los reclamos: que se respete el derecho a la vida y a la sana alegría de nuestra Patria.

Por ese derecho lucharemos hasta la muerte. Para los cubanos, hace más de un siglo, Martí lo proclamó: "¡Patria es humanidad!".


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