sábado, octubre 06, 2007

La novia del anciano

La novia del anciano



Todas las noches el anciano les contaba cuentos a los nietos. El cuento que más les gustaba era el de la novia del abuelo, cuando el abuelo tenía doce años y paseaba en bicicleta con su novia. Comenzaba así: "Ella era suave y hermosa. La cabellera larga y los ojos redondos y luminosos como los mirasoles. Andaba siempre en bicicleta."

Una noche lo interrumpió Luis, el menor de los nietos:

—Abuelo, no cuente cómo murió esa tarde porque hoy vino a buscarme en bicicleta cuando salía de la escuela.

—Abuelo —dijo Irene—, esta mañana dejó la bicicleta apoyada en un árbol y jugó con nosotros en el patio. Me escondí detrás de sus cabellos y nadie me vio.

—Abuelo —dijo Esteban—, tiene los ojos tan grandes que aprendí a nadar en sus ojos.

—Abuelo —dijo Claudia—, ella lo está esperando.

Y con una tijera le cortó la barba, la quemó con la llama de un fósforo y en el humo apareció una bicicleta. El abuelo bajó las escaleras pedaleando y cuando llegó a la calle se encontró con su novia.

Los nietos los vieron irse en bicicleta.

JAVIER VILLAFAÑE

Un cuento de amor y amistad

Un cuento de amor y amistad

(se advierte que en este cuento hay una mala palabra: "caca").




Pablo, el que hacía caca en un establo, le dijo a Inés, la de la caca al revés, que si quería jugar con él y con Rubén, el que hacía caca en un tren. Inés estaba con Sofía, la que hacía caca todo el día, y le contestó que no. Pablo, el de la caca para el diablo, se enojó. Justo pasaba por ahí, la maestra Teresa, que hacía caca con frambuesa, y le dijo:

- Pablo, el que hace caca cuando le hablo, no le digas así a Inés, la de la caca de pez. Mejor andate a jugar con Luis, el de la caca y el pis, o con Gustavo, el de la caca por centavo.

Pablo le contestó:

- Señorita Teresa, que hace caca con destreza, lo que pasa es que ellas, que hacen la caca tan bella, nunca quieren jugar con nosotros, que hacemos caca con otros.

La maestra Teresa, que hacía caca en una mesa, lo miró con mucho cariño a Pablo, el que hacía caca en un vocablo, y le dijo:

- ¡Ay tesoro, el que hace caca de loro! ¿no será que estás enamorado de ellas, que hacen caca con estrellas?

Justo llegaba Tomás, el que la caca das, y cuando oyó eso le dijo a la señorita, que hacía caca tan finita:

- Es verdad maestra, la que la caca le cuesta, él está muy enamorado de Sofía, la que hace caca en las vías.
Pablo se puso colorado de enojo y les contestó:
- ¡No es cierto! Y vos, Tomás tomalosa, que hacés la caca en Formosa, vos gustás de Inés, que hace una caca por vez.
- ¡Mentiroso! mirá, Pablo pableta, que hace la caca en bicicleta, mejor te callás.
La maestra Teresa, que tenía caca en la cabeza, los miró y les dijo:
- Pablo Pablito, caca de pajarito, y Tomás Tomasito, caca de perrito, ustedes son amigos y no tienen que pelearse ni por la caca enojarse. Por ahora vayan a jugar entre ustedes, que ya va a llegar el día en que esas niñas, con la caca en trensiñas, los buscarán para jugar.
Pablo y Tomás, salieron corriendo abrazados, haciendo caca de parados, y se olvidaron de preguntar si trensiñas quiere decir algo o nada más lo inventó la señorita haciendo caca con palabritas.

Luis Maria Pescetti

LATINOAMÉRICA...




He nacido en la Argentina; no es un secreto para nadie. Soy cubano y también soy argentino y, si no se ofenden las ilustrísimas señorías de Latinoamérica, me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie.

Declaracion universal de los derechos del niño a escuchar cuentos

Declaracion universal de los derechos del niño a escuchar cuentos

(Francisco Garzón Céspedes)



1. - Todo niño sin distinción de raza, idioma o religión, tiene el derecho a escuchar los más hermosos cuentos de la tradición oral, especialmente aquellos que estimulen su imaginación y su capacidad crítica.

2. - Todo niño tiene derecho a exigir que sus padres les cuenten cuentos a cualquier hora del día. Aquellos padres que sean sorprendidos negándose a contar un cuento a un niño, no sólo incurren en un grave delito de omisión culposa, sino que se están autocondenando a que su hijo jamás le vuelva a pedir otro cuento.

3. - Todo niño que por una u otra razón no tenga a nadie que le cuente cuentos, tiene absoluto derecho a pedirle al adulto de su preferencia que se los cuente, siempre y cuando éste demuestre que lo hace con amor y ternura, que es como se cuentan los cuentos.

4. - Todo niño tiene derecho a escuchar cuentos sentado en las rodillas de sus abuelos. Aquellos niños que tengan vivos a sus cuatro abuelos podrán cederlos a otros niños que por diversas razones no tengan abuelos que les cuenten del mismo modo, aquellos abuelos que carezcan de nietos están en libertad de acudir a escuelas, parques y otros lugares de concentración infantil en donde, con entera libertad, podrán contar cuantos cuentos quieran.

5. - Todo niño está en el derecho de saber quienes fueron José Martí, Hans Christian Andersen. Las personas adultas están en la obligación de poner al alcance de los niños todos los libros, cuentos y poesías de estos autores.

6. - Todo niño goza del derecho a conocer las fábulas, mitos y leyendas de la tradición oral de su país, así como de toda aquella literatura creada por los pueblos latinoamericanos y del resto del mundo.

7. - El niño también tiene derecho a inventar y contar sus propios cuentos, así a modificar los ya existentes, creando su propia versión. En aquellos casos de niños muy influenciados por la televisión, sus padres están en la obligación de descontaminarlos conduciéndolos por los caminos de la imaginación, de la mano de un buen libro de cuentos infantiles.

8. - El niño tiene derecho a exigir cuentos nuevos. Los adultos están en la obligación de nutrirse permanentemente de nuevos e imaginativos relatos, propios o no, con o sin reyes, largos o cortos; lo único obligatorio es que estos sean hermosos e interesantes.

9. - El niño siempre tiene derecho a pedir otro cuento y a pedir que le cuenten un millón de veces el mismo cuento.

10. - Todo niño, por último, tiene derecho a crecer acompañado de las aventuras de " Tío tigre y tío conejo ", de aquel caballo que era bien bonito, de la barra del viejo lucho, del colorín colorado de los cuentos y del inmortal "Había una vez...", palabras mágicas que abren las puertas de la imaginación en la ruta hacia los sueños más hermosos de la niñez.

miércoles, octubre 03, 2007

LOS AMANTES DE SUMPA


SUMPA
Provincia: Guayas
Cantón: Santa Elena
Parroquia: Santa Elena
Altitud: 33 m
Temperatura Media: 24 ªC


Amantes de Sumpa
El sitio esta localizado al sureste de la ciudad de Santa Elena, en la península del mismo nombre y su ingreso se hace desde la ciudad de Guayaquil. Sumpa es el nombre nativo de la Península de Santa Elena y el sitio arqueológico se lo conoce como Las Vegas. La zona arqueológica corresponde a un asentamiento precerámico en donde existen contextos de habitabilidad, un basural y un cementerio.

Las primeras investigaciones se realizaron en 1964, luego el Museo del Banco Central de Guayaquil realizó un proyecto en 1971 y posteriormente otros estudios en 1977. La evidencia conocida es un enterramiento formado por un hombre y una mujer, depositados en posición horizontal y con los brazos entrelazados. Sobre los esqueletos se encontraron siete piedras ubicadas en los diferentes lugares de los cuerpos, como una escena de lapidamiento o rito funerario y por ello se los conoce como Los Amantes de Sumpa.

Hasta la presente, las Vegas es el único sitio paleoindio de la Costa del Ecuador, con evidencia de una transición hacia el sedentarismo y la agricultura. Se ubica en el año 7.00 a. .c.

(Fuente: Almeida Reyes, Eduardo, Monumentos Arqueológicos del Ecuador, Primera Edición, Quito, 1977)

EL AMOR DESENTERRADO

Para hablar del alma despierto temprano. No es fácil dormir en Verano.
Peter Levi

...monumento más de América que la fortaleza de Machu Picchu o las
pirámides del Sol y de la Luna.
Eduardo Galeano




"La Dra. Karen E. Stothert, profesora de la Universidad de Fordham, en Bronx, Nueva York, acompañada de Paula Rogasner, de la Universidad de Guayaquil, y de Eugenia Rodríguez, Marcelo Villalba e Iván Cruz, de la Universidad Católica de Quito, con los auspicios del Museo Arqueológico del Banco Central del Ecuador, descubrió en la península de Santa Elena, provincia del Guayas, un cementerio paleoindio -el más antiguo del Ecuador y uno de los primeros de
América (8.000 a. C.)- con varias clases de entierros y de ofrendas.

Un excepcional hallazgo fue el de los llamados "amantes de Sumpa": dos esqueletos ligados en actitud amorosa sobre los cuales se han colocado algunas piedras, al parecer después de su muerte." -(De los periódicos)


...porque en el paleolítico debo haber sido muy niño todavía, preguntón, curioso y lleno de presagios del ser tercero que forman dos personas mayores cuando se encierran con llave o con la noche y la tierra hubiera esperado diez mil años hasta que yo crezca y comprenda
para mostrarme ahora a la intemperie esto:

la primera pareja como dos palabras juntas
con un breve vacío donde estuvo un día el guión varonil
(hembra la conjunción copulativa),
anudados hasta hoy, amor fosilizado, estatua viva encajonada,
mientras nosotros, voyeurs del siglo xx, viejos a cualquier edad, con
nuestro
muerto amor a cuestas,
removiendo tablones, telas de nylon, piedras que las sostienen,
y acostándonos junto a ellos para atisbar la inmodesta y duradera
amarra
que no acaba jamás en estallido,
nos hundimos el corazón para que no se avergüence
frente a ese amor que existe todavía
en estos esqueletos de anteayer en los que yace
igual que la ternura que cayó de la caricia al hueso.

*
Como si corriera hacia atrás, cayendo y tropezando, o también hacia
abajo,
en busca del primer gesto con que empezó la interminable sucesión de
cuerpos
que arracima el delirio
y me encontrara con esta lección de barroca arquitectura ósea que echó
a
perder la historia
o, psicoanalista de la tierra, indagando en qué capa, a qué
profundidad del
tiempo
vinieron a incrustarse estas conchas llenas de arena
como la oreja de una bañista acostada en la playa.
Quizás la mar (ya sólo olor distante de mujer la mar),
ahora penetrada por una lengua de arenoso territorio,
alargaba entonces sus brazos para tocar esta axila de ceniza
(hace siglos tal vez bajo estas dunas de espinas y petróleo
hubo una tierra verde donde llovió como iba a llover en el Antiguo
Testamento
y no volvió a llover jamás vaciado para siempre el cielo)
y aquí se lavaba la mujer apegada al varón antes del gozo y después
del
sueño.

*
Huesos de recién nacido o de recién muerto hace tiempo:
con esto puedo imaginar qué poco basta
para formar dos cuerpos y hacer visible su sentido,
qué poco también para dos muertes juntas.
Yo he sufrido semanas de diez días y años de catorce meses
pero estos siglos fueron cortos:
aún nos quedan pétalos de las costillas, juncos los de las piernas,
-lo que nos resta de la tempestad corpórea
cuando el viento junta lo que dispersó el viento-,
reprochándonos nuestra culpabilidad de seguir vivos
estos amorosos caídos juntos en la refriega contra el deseo,
como si el frotamiento de la piel con la piel les hubiera desnudado,
pedazos de una luna creciente y otra menguante
ensamblados por una complicidad secreta de su movimiento,
radiografía de lo que fuimos y debimos seguir siendo.
Por esa perennidad del cuerpo, perennidad del acto,
¿era ya el amor que desaprendimos con el tiempo y que hoy ya no es o
no es
todavía?
¿qué pasó entre el amor y nosotros, qué río agrio o fuego frío?
¿se era entonces hombre y mujer para ser ser completo
cuando aun no era cacería la pareja?
¿se escogía ("quiero morir contigo") a la persona
con la que uno iba a vivir toda la muerte,
náufragos intrusos en el subsuelo para ver desde abajo
cómo anda el pobrecito amor fugaz en el país de arriba,
y quedarse así embisagrados,
oyéndose para siempre el último parpadeo,
viéndose para siempre el último latido,
condenados a morir a amor lento
sin los tristes despueses del desacoplamiento?

*
Echado a perder por los siglos de mi época y los años de mi culpa
¿debo imaginar encuentros de una inocencia clandestina
contra propietarios de mujeres antes que de ganado,
o una conspiración de ángeles jóvenes contra hechiceros, caciques,
policías?
o en la geometría de la pasión ¿sólo una lujuria marginal y loca
(porque antes de nosotros la cópula era secreta)
y en lugar de la lenta y torpe carpintería conyugal de apuntalamiento
(cuando uno se desviste y por vez primera se observa
cada noche en la piel la vejez que envejece
para amanecer a la decrepitud del día),
caricias borrascosas para ganarle tiempo al orden?
(y la venganza de esa unión viene durando
más que el orden que los mató y que este otro orden
que nos mata todavía)
¿o era ya subversiva la ternura? ¿era ya ahora,
desde siempre como siempre,
siempre contra el amor la tribu
(y nosotros formando parte de la tribu)
porque siempre la pareja es minoría?

*
Cuál de los dos murió primero
callando ante la verdad de los cuerpos que dialogan
en esta antigua tragedia anterior a la tragedia antigua,
porque cómo se hace -avisen, habría que decírselo a todos-
para morir juntos sin desclavarse,
interminable hazaña nupcial no repetida
porque desde entonces ya no supimos cómo.
Cuál pudo ver en el otro, espiándole por partes, la agonía,
en qué momento se truncó el arco que describe el deseo
antes de terminar con el vencedor besando agradecido la ingle en
despedida
y quedarse así con la pierna detenida para siempre en el viaje a la
entrepierna
(lentitud de quienes adueñándose del gozo se adueñaron del tiempo)
por donde pasa el viento áspero de la península con sus toallas de
arena
cada mañana después de cada noche de ese ensayo general de los actos
del
acto.
(¿O fue un acto inacabado,
palabra que la muerte detuvo en la primera sílaba,
tantas veces repetida por nosotros hasta ahora y tartamuda,
creyendo cada vez que es una muerte pequeñita,
contentos como quienes bailan esas danzas
cuyo origen ritual han olvidado?)
Amaos por favor, seguid amándoos
vorazmente insatisfechos por los siglos de los siglos de los siglos,
no desateis la inicial inmemorial amarra
porque qué nos restaría de esta amorosa e insolente estatua,
ni cómo iríamos a comprobar que álguienes se amaron
si de pronto estos huesos polvo fueran,
deshaciéndose en la tardía sacudida del espasmo
cien siglos después de haber comenzado apenas a tocarse con los dedos
los
labios
y nos quedáramos así sin pruebas
de que existió la eternidad un día.

*
Quién era, se llamaba cómo
esta pequeña embarazada de muerte y no de esperma
en la feroz ecuación alucinada: hacerle el amor = hacerla morir,
joven que amamantó al adolescente de la costa,
cuando el deseo la hacía desearse
abrazada a su sueño como en un adulterio,
sin que ninguno de los dos hubiera tenido tiempo
de amontonar rencor u olvido para otro día.
Yo nunca había amado a una paleoindia
(entonces era difícil y ahora es demasiado tarde,
siempre es demasiado tarde, porque sí o por destino,
cuando nos damos cuenta de que moriremos viejos
porque no fuimos amados por los dioses)
y, sin embargo,
hoy es como si la hubiera querido diez años antes del diluvio*
y quisiera escucharle de cuerpo entero esas palabras
que en la gramática de la anatomía se dicen desnudos y acostados,
volviendo cotidiano lo imposible, desarreglando reglas
a fin de que dos puedan morir uno dentro de otro,
haciendo angosta la cópula para que la tumba ocupe poco espacio,
y no como morimos los demás, los todos que morimos solos
como si nos acostáramos largamente a masturbarnos.

*
Y como hubo un tiempo en que no había palabras
vendrá un tiempo en que no habrá palabras:
nos quedarán sólo letras de mano, fonemas de saliva
y una lenta sintaxis para ordenar los miembros
que los demás asuntos desordenan,
por ejemplo la libertad de estar por las piernas a otro encadenado
o retener entre las piernas al que podría liberarse para ir a rodar
bocabajo en el sueño.
Pero ¿era ya la poesía?
¿Con qué palabras -separadas del objeto que designan-
encajaba la lengua del varón en sus tres quiebras
cuando la madurez del beso le condujo a otras entradas que ignoró su
inocencia?
Y en ese viaje irrenunciable, cuando se desliza o cae al bajovientre
a saludar al día,
o a preguntarle boca a boca a la otra boca como a una virgen
¿te dolió mucho? ¿te moriste?
¿pudo él haberle dicho "acostada te quiero/ horizonte te quiero/
de pie me parece que te irías"?
¿Con qué palabras ("sentí tu corazón/ único hijo/
latir abajo en el velludo territorio")
acompañaba la mujer temerosa y sabia, con lágrimas de sonido,
el gesto final a que llegó su estatuaria
tras haber ensayado todas las acomodaciones:
los muslos ya amansados, abriéndose para dejar entrar al hombre
-bibulbo en la bivalva vulva-,
sin agua entre la quilla de los vientres
o sin aire entre vientre y grupa,
o para arponeada de semen dejar salir al hijo,
como si cóncava y litúrgica se abandonara a la ola,
desdoncellada por el mar que entonces
levantaba su voz de patriarca no aplacado?
¿Con palabras de qué lengua -sirvienta despertada antes del alba-
soñaban monosílabos?
¿Y cómo se decía, si se decía, lengua en esa lengua
para significarse que ambos están atados por la lengua?
¿En qué soñaban el varón al lado de su barca junto al remero
revolcada
y en qué la mujer junto al remo del varón adormecida?
¿Sueña él acaso cuando la lame y la ama?
(Polvo de un lenguaje que vino a dejar aquí sus restos,
ceremonia ritual de la lengua en el subterráneo sonoro de la nada,
silencio que sacrílego rompo con esta palabrería.)

*
Cuando ciegos o en la sombra la caricia presiente el hueso
al pasar la mano como un pañuelo que enjugara
el movimiento de rotación del hombro,
o en el acto del amor la columna acostada de la nuca al calcañar,
es posible ir encontrando el relieve absoluto
-negación duradera de lo fugaz a que nos aferramos-,
besar las costillas que ignoramos a causa de los pechos,
buscar al fondo de la sagrada convexidad de la cadera
el hueso plano, espejo donde me reconozco,
morder el fémur en donde estuvo el muslo,
tocar al fin por dentro la maquinaria humana
que trepida y no sólo la que suda,
con la misma ternura, el mismo miedo
con que en la desesperada lujuria
uno toca a la mujer, con miedo a que se desvanezca
(mujer siempre de paso),
orgulloso de haberle añadido lentitud al instinto
y, como los descubridores, vamos nombrando regiones, miembros,
diciendo: planicies, hondonadas, colinas, afluentes,
valles, montañas, lago entre dos ramales:
términos sustantivos de una fácil geografía de retórica pereza
porque no conocemos el esqueleto de la mujer sino el paisaje.

*

Arena dije y nada dije sino las cinco letras de su nombre,
nada sino sus sílabas errantes que la brisa mueve
como peces muertos un mar seco que el mar a secas le quitara a
dentelladas,
y arrastrada por corrientes de viento o de agua, girando a veces como
un
trompo ciego,
la arena se va del mundo, se va al mundo, la llevan y la traen
y regresa concubina a acostarse bajo el polvo,
tapa siempre mal clavada del ataúd del suelo,
y la tierra la traga haciéndola rodar a su tiniebla
donde los que se aman esperan abrazados
bajo esa gris piel ajena que un soplo desharía.
Y cuando el que sabe de estas cosas ha limpiado
con un pincel más liviano que el aliento
tierra, polvo de semen y huesos confundidos
en una sola harina turbia,
nos llevamos en recuerdo del lugar donde yace el amoroso monumento
vivo,
algo tangible, por ejemplo valvas donde la arena
se acomodó a descansar anteanoche en otro siglo,
por ejemplo un puñado de esa arena.
Mejor así,
así se nos irá por entre los dedos, caerá a tierra,
volverá a irse a dónde y triste,
dejándonos nuevamente libres para perdonarnos
otra vez nuestro remordimiento.

*
El hombre dejó su palma pronta sobre la voraz tierna hendedura
como para impedir que de allí saliera el alarido
o como quien arranca un ramo de flores por el tallo,
más bien vellos que de tan acariciados
le borraron las líneas de la mano
(quiromancia superflua, infructuosa profecía al revés
porque el destino que vaticinaba -prohibido envejecer- es pasado
cumplido)
y nos quedamos viendo con espanto conmovido, más bien envidia,
esa caricia fundamental,
eternamente larga,
sin intervalos de números, lágrimas, reproches, adjetivos,
de quienes no juraron amarse hasta la llegada del buitre y después del
gusano
(era muy pronto todavía,
no se había degradado el lenguaje todavía
en la erosión de la torpe promesa teatral y embaucadora,
ni el vertiginoso amor se prolongaba en la boba mentira
como el sonido en el silencio),
ni le brindó uno al otro su suicidio sagradamente inútil,
sino que siguen muriendo hasta amarse de veras para siempre.

Qué ganas de empezar de nuevo, de volver a la inicial de la ternura,
diciéndonos que quizás de aquí a diez mil años
seremos tal vez otra vez inocentes,
otra vez humanos, capaces de inventar cada vez la caricia primera,
y hay ganas de convocar a las madres también para que aprendan aunque
sea
a deshora
(a las nuestras, las pobres, que tuvieron solamente marido,
que se confesaban, como una culpa, haberse afiebrado por la noche con
el
grito vaginal de la vecina,
aquellas a las que cónyuge y cura convencieron de que en ellas
era abertura sólo para que de allí saliera el hijo
lo que en la otra era grieta en que bebía el caminante).
Que venga pues aquí mi madre a quemar sus paños de sangre
viendo por vez primera la caricia que aun arde como zarza ritual.

*
Para hablar de la muerte me levanto temprano,
como un sordomudo al que estorba el silencio.
Para hablar, digamos, del hombre que almacena sus muertos en la
tierra,
conductor de exiliados que regresan tenaces al país vertical.
Pero esta vez quién fue -justiciero colérico o asesino envidioso-
el sepulturero alcahuete de que hablan los huesólogos
("Estimo que estas personas no recibieron la muerte en ese lugar y en
esa
posición, sino más bien que sus cuerpos fueron arreglados en esa pose
evocativa después de la muerte [...]. El brazo derecho del primer
individuo está
extendido sobre el cuerpo del otro y una pierna está alzada sobre las
del otro,
cubriéndolas."*),
insolente escultor lascivo que concibió el vendaval de dos cuerpos
(de príncipes, sacerdotes o jefes, digo,
porque nadie les regalaría -inventándola- una cópula póstuma a los
amantes
pobres).
Me levanto temprano para preguntar, por ejemplo, quién
-¿la tribu, siempre la tribu, otra vez la tribu?-
trajo las siete piedras, de dónde las hizo rodar para ponerlas
en un orden estéril, infructuoso,
puesto que no pudieron impedir que la cabeza del varón pensara en la
mujer
después de muerto,
ni que el pecho de la mujer siguiera amándolo con el corazón, como se
dice,
y sobre cada sexo piedra
(piedra junto a cada sexo),
castigo por el tabú ya sin candado o cerradura para que el mal, apenas
descubierto, no escape hacia afuera contagioso
(grave el mal, porque de sexo a sexo era entonces la ternura).
Que no venga acá el que nunca pudo anudarse por dentro a otro,
porque esto es santuario y oración del deseo,
no videocasete pornográfico ni escena de burdel
espiada a través de mirillas por los fornicadores los sábados de
noche.

*
(He aquí la vejez amargamente lúcida, tristemente impasible
al paso de las ancas que en el caderamen del verano
antes podían arrastrarte deslumbrado hasta el infierno.
He aquí la vejez que se estira la vida un día cada día,
como si el cuerpo fuera el mismo de anteayer
y se mira sin compasión ni odio las bielas ya gastadas
y la carne presa en cárceles de sueño y de camisa.
A qué querer vivir sólo para sobrevivirse,
ni como obstruir las fisuras de nuestra propia estatua
trizada al trasladarla desde el paraíso donde, desnuda, duplicada,
era su orgullo someterse a los códigos carnales.
Pero la proximidad de la última grieta acogedora,
esta conciencia de precadáver, que es lo mismo,
nos hace envidiar, porque no resucitamos a tiempo,
el amor apegado a la muerte,
condecorándose uno al otro,
y ambos mereciéndose.)

*
Entendámonos:
vivo en un mundo de viejas con sombrero en automóviles sucesivos,
mientras al que espera el autobús a la lluvia otros empujan,
vivo cerca de un ciego que va con su perro a la carnicería,
soy tributante y ciudadano, estoy gastado
y eso se ve en la fatiga con que entran mis ojos cada día en mis zapa-
tos;
vivo en una época de píldoras para dormir y adelgazar, para
tranquilizarse y
morir a domicilio,
de plásticos y de pieles, de corbatas y conservas
y de una basura mundial que vaga de ola en ola en ola errante,
época en que se puede morir del corazón sin haber amado
y en que ya nadie muere amando en la literatura,
época de maridos como policías, puntuales como cobradores.
Por eso, cuando digo amor en cualquier idioma,
es como si hablara una lengua diferente
y no saben y buscan y me indican,
en la ciudad que llevan doblada en el bolsillo, para cuando se
ofrezca,
dentro de un círculo rojo un banco donde hay un espectáculo obsceno
automático,
con crédito y cajero diferido.
Entonces vengo a la península como a un océano de lija
y aquí me resucita la ternura
("Aparentemente un individuo protegía al otro, cubriéndole la cabeza
con su
brazo. El otro individuo yace con la cara un poco hacia abajo y virada
hacia el
primer individuo."* )

la cabeza hasta hace poco besada, hueso de lo que fue labio y sonrisa,
la mano detenida en un gesto de pavor (¿intuición del cuchillo?)
o en camino a la caricia, ya con nostalgia
del dulce dolor irrepetible del despetalamiento.
Pero no hay peligro de que cambiemos:
los restos de lo que fueron nalgas sagradas y sacrílegas
están de nuevo sepultados bajo una basura traída por visitantes y
curiosos,
y donde admiramos el antiguo monumento de hueso a la carne
hay arañas y cucarachas pegajosas de hoy arrastradas por las
inundaciones,
y en torno a la tumba, en vez de sábanas,
papeles de sandwichs, botellas de cerveza, escupitajos, chicle
-es posible que pronto venga también un perro y confunda
los escombros de esta batalla de esponsales
con las restos de un festín ritual cuyos huesos
los comensales hubieran escupido al suelo-,
para que no olvidemos que esto somos y en esto nos convertiremos.
O sea que mañana volveremos a ser nosotros mismos:
otra vez ciudadanos,
contribuyentes,
pornográficos
pragmáticos,
escépticos.
Difuntos.

"El amor desenterrado" - Jorge Enrique Adoum

LA MEMORIA SABE ELEGIR

http://www.pagina12.com.ar/ ContratapaLunes, 01 de Octubre de 07

La memoria sabe elegir
Por Osvaldo Bayer



Ocurrió hace pocas horas en Concepción del Uruguay, en tierras entrerrianas. En tierras del legendario Facón Grande, aquel que salió a defender a las peonadas patagónicas y por eso fue fusilado por el Ejército Argentino. En Concepción del Uruguay, sí, justo allí donde fui concebido. Mis padres eligieron bien el lugar para el amor. Pues allí tuve la enorme satisfacción plena de alegría de inaugurar con la palabra –en la tarde del sábado pasado– el monumento al querido Rodolfo Walsh. Asesinado también por los fusiles oficiales. Rodolfo Walsh, el mejor de nuestra generación. Un verdadero Hijo del Pueblo.

El primer monumento a él en una ciudad argentina. Debieron pasar treinta años para ello. En una plazoleta que lleva ahora también su nombre. Estuvimos rodeados de jóvenes y viejos que aplaudieron cuando con el intendente quitamos la tela que lo abrigaba y así pudimos ver el símbolo de su voluntad y de su dimensión.

Fuerza y coraje civil tuvo el intendente de Concepción del Uruguay, don Marcelo Fabián Bisogni, que aceptó la iniciativa de don Carlos Martínez Paiva y Carlos A. Fagnoni y la llevó adelante. En el acto estuvieron todos, representantes de la ciudad y pueblo. Cantamos primero el Himno y pusimos más fuerza que nunca en el corajudo y noble verso “Ved en trono a la noble igualdad”. Después el intendente nos hizo saber por qué Walsh merece estar allí, enfrente de la estación de ferrocarril de Concepción del Uruguay, monumento al progreso, saqueada por un período de codicia y venalidad. Es que las ideas de Rodolfo eran ésas: una sociedad justa, generosa y limpia. Contra todas las mentiras de la sumisión, la obediencia y el ponerse de rodillas.

Cuando me tocó hablar dije que la preguntaría al uniformado Astiz qué piensa ahora de su vileza y de su cara de traidor por excelencia. Su víctima, el valiente y modesto defensor del pueblo, está allí, homenajeado por el agradecimiento del pueblo, mientras que quien decía defender los altos valores de la sociedad con la picana eléctrica pasará hasta el final de los siglos como una inmundicia, esa que no merece ni siquiera ser arrojada al tacho de la basura de la historia.

Rodolfo Walsh. Su carta a su hija que lo precedió en la muerte contra los defensores del privilegio. Rodolfo Walsh, el autor de la carta a los comandantes en jefe, el mejor documento para definir en cuatro carillas el tiempo del horror y la cobardía armada. Rodolfo Walsh y su Operación Masacre, el mejor documento de la iniquidad argentina, de la desvalorización de los ideales de Mayo. De los uniformados cristianos sin Cristo.

Relaté mi última conversación con él en un café de la avenida Corrientes, ya en abril del primer año de la dictadura. Hubo lágrimas y abrazos. Abracé a los jóvenes como si fueran Rodolfo, como si les estuviera trasmitiendo su legado. Su inextinguible talento de luchar y plantar árboles y flores en el largo sendero hacia la paz eterna de los pueblos.

Alfonsín nos mandó a casa diciéndonos que todo estaba en orden y nos deseó felices pascuas y perdonó a los asesinos. Rodolfo Walsh, en cambio, nos abrió la puerta para salir a la calle y decir que no a la miseria de los niños en el país de las espigas de oro. La Historia nos mostró que a los represores sólo les queda la cárcel y el desprecio de los pueblos. El verdadero Mártir de la Dignidad ya está en el bronce de nuestras calles. Sus verdugos fueron a parar a la letrina de los despreciables.

Después del acto, bajo un sol más que sonriente y brillante como nunca, marchamos al edificio del arte y la cultura. Entré con un regocijo que me hacía caminar muy rápido. Porque en ese viejo edificio trabajó mi padre, en los años 20, y me lo imaginé entrando todos los días por esa ancha puerta y recorrer el sombreado patio. Lo vi asomarse a una ventana y saludarme con la mano, igual que cuando partía todos los días y se daba vuelta en la esquina para despedirse otra vez. Allí en ese patio dialogamos no ya de Rodolfo Walsh –porque él no hubiera permitido que se hablara tanto de él–, sino de los problemas del mundo y las esperanzas. Cómo ejercitar la verdadera democracia y la sagrada palabra: solidaridad. Hubo antiguos presos de la dictadura que hicieron oír sus experiencias, hombres del trabajo de la tierra que labraron la tarde con sus biografías, mujeres con esas frases típicas de los seres que quieren sembrar semillas que fructifiquen y no sufrir diariamente la desigualdad en las calles.

Me voy alejando ya de Concepción del Uruguay. A la vista, las extensas tierras verdes, las aguas conformando un verdadero paraíso. Me voy repitiendo los nombres de los asesinos de Rodolfo: todos de uniforme. Jorge Acosta, Alfredo Astiz (“Cuervo”), Pablo García Velazco, Jorge Radice, Juan Carlos Rolón, Antonio Pernías, Héctor Febres, Julio César Coronel, Ernesto Weber y Carlos Generoso. A todos ellos y a todo el poder de las fuerzas armadas, Rodolfo Walsh los enfrentó con un revolvito 22. Pero venció finalmente. La Memoria lo tendrá siempre como uno de sus hijos predilectos.

LOS SÍMBOLOS DEL CARNAVAL EN TLAXCALA

LOS SÍMBOLOS DEL CARNAVAL EN TLAXCALA

Dra. María Elizabeth Alejandrina Domínguez Ángel


El Carnaval es una de las tradiciones más importantes en el estado de Tlaxcala donde se expresan rasgos esenciales de múltiples movimientos de lucha contra opresiones de carácter religioso, económico, político y social, infringidas históricamente a los pueblos más indefensos. A través de su celebración, se trasmiten como parte de culturas heredadas, diversas formas de organización social que resisten a la dominación colonial. Esta es una de las razones que nos motiva a estudiar hoy las manifestaciones simbólicas del fenómeno, pues creemos que mediante ellas podemos aproximarnos a las demandas actuales del pueblo tlaxcalteca.

Efectuar un análisis de los símbolos que se expresan en el Carnaval significa adentrarnos en la memoria colectiva de muchos pueblos. Significa asimismo sumergirnos en las historias de varios siglos en las que la humanidad ha impreso distintas verdades para explicarse a sí misma y al mundo que le rodea.

En este sentido, nos encontramos con un fenómeno en el que diversas religiones convergen intentando responder a las interrogantes sobre el principio y el sentido de la vida, preocupación que ha movido a la humanidad para mantener vivas diversas mitologías recurriendo a los ritos. En la preocupación de conocer su esencia, el hombre ha recurrido a la violencia para imponer distintas verdades; aparejada a la coerción, la guerra ha sido inevitable, y tras ella, el sometimiento de muchos pueblos. La Conquista de América, de la India, de África, son algunos ejemplos que ofrecen muestras transparentes del carácter arrogante de las naciones más violentas, aunque no las más inteligentes.

Es durante la celebración del Carnaval cuando tenemos la oportunidad de viajar en el tiempo, y sentir la resistencia a la muerte de las historias culturales de los pueblos que han sido vejados en el curso de la historia. Nos encontramos así con ritualidades que nos recuerdan a los dioses griegos; signos que nos remiten a festividades grecorromanas, o símbolos que nos hablan de la grandeza de Mesoamérica. Con el Carnaval, las realidades se desdoblan y se hace posible percibirlas en distintos niveles; la linealidad del tiempo también se trastoca y todo es realizable. Aquello que mueva a deseo cobra sentido durante la fiesta, y como los deseos son infinitos, infinitas son también sus manifestaciones, por lo tanto, únicamente nos aproximamos a algunas de ellas, sin pretender mostrar con ello la esencia del fenómeno, sino más bien, algunos rasgos existenciales que en los niveles de su caracterización nos permitan aproximarnos a ella.

Por lo anterior, precisamos decir que el trabajo es sólo un intento que nos permitirá abrir nuevas vetas de análisis que nos faculten en la especialización de los símbolos aquí esbozados. Además, constituye un impulso para profundizar en el estudio de las religiones antiguas, ya que en ellas se encuentran muchos de los sentidos de la vida que hoy pretendemos comprender.

EL CARNAVAL Y LA CONQUISTA

Comenzaremos con la aclaración de que el Carnaval en Tlaxcala se expresa como un gran mosaico en el que pueden leerse fragmentos de la historia de la humanidad. Diremos también que se trata de una tradición que sintetiza todos los tiempos, entremezclando rasgos de culturas antiguas como la tlaxcalteca, mexica, huejotzinca, cholulteca, griega, romana, egipcia, turca, por mencionar algunas.

Ubicándonos en las primeras, queremos proponer en este trabajo la revisión de dos conceptos de origen náhuatl: maceualiztli y netotiliztli, cuyos significados son “merecimiento” y “baile de regocijo”, respectivamente, ya que éstos dan cuenta de las danzas prehispánicas, cuyo objetivo estaba dirigido a la veneración de los dioses Camaxtli, Tláloc y Matlalcuéyetl, entre otros. Recordemos lo que Mitolinia escribía al respecto.

En esta lengua de Anáuac la danza o baile tiene dos nombres: el uno es maceualiztli, y el otro netotiliztli. Este postrero quiere decir propiamente baile de regocijo con que se solazan y toman placer los indios en sus propias fiestas, ansí como los señores y principales en sus casas y en sus casamientos, y cuando ansí bailan y danzan, dicen 'netotilo', bailan o danzan; 'netotiliztli', baile o danza. El segundo y principal nombre de la danza se llama maceualiztli; que quiere propiamente decir merecimiento: maceualo quiere decir merecer; tenían este baile por obra meritoria... De este verbo 'maceualo' viene su compuesto 'tlamaceualo', por hacer penitencia o confesión, y estos bailes más solemnes eran hechos en las fiestas generales y también particulares de sus dioses, y hacíanlas en las plazas... 1

Con esta referencia podríamos aproximarnos a los diversos significados que las danzas antiguas tenían para los tlaxcaltecas. El primer significado estaría vinculado con el goce, con el regocijo, con el placer que danzantes y espectadores experimentaban a través de las danzas. Otro significado nos llevaría a concebir a las danzas como un regalo para quien danzaba y veía danzar, como algo que merecían los participantes del ritual. Finalmente, la danza sería concebida como penitencia o confesión. En este último significado, la danza guardaría un sentido más solemne. Así, el placer y el dolor se encontrarían durante la celebración.

Tanto Motolinia, como Bernal Díaz del Castillo y Sahagún desarrollan en sus respectivas obras el carácter de estas danzas. Asimismo, Le clézio y Bonfil Batalla, trabajaron ya en las características que las danzas de los maceuales tenían no sólo para los antiguos tlaxcaltecas, sino para el resto de los pueblos mesoamericanos. Enseguida abundamos sobre cada uno de ellos.

Una de las obras más reveladoras que da cuenta de los rasgos religiosos hallados en Tlaxcala en el siglo XVI es la de Motolinia.2 Autor, que de manera detallada, hizo una descripción de las diversas formas en que los dioses de Tlaxcala eran venerados. Las danzas, máscaras, disfraces, música y cantos, entre otras, serían las características predominantes de los rituales tlaxcaltecas. Al igual que en los cultos clásicos antiguos de Egipto, Grecia y Roma, encontramos a través de Motolinia que en Tlaxcala las danzas también se celebraban como un culto a la fertilidad. Así leemos que

... hacían fiestas al demonio con muchos y diversos ritos que tenían antiguos, en especial cuando sembraban sus maizales y cuando los cogían, y de veinte en veinte días que tenían sus meses, y el postrer día de estos veinte era fiesta general en toda la tierra, cada día de éstos dedicado a uno de los principales de sus dioses...3

Además de considerar la frecuencia de las celebraciones por la gran cantidad de dioses venerados, conviene resaltar la noción de “prestigio” con la cual se identificaba al danzante, ya que guerra, danza y valentía formaban parte de un mismo proceso. En uno de los capítulos de su trabajo, Motolinia detalla una de las ceremonias ofrecidas a Camaxtli, dios de la guerra, como una adoración en la que el danzante alcanzaba el mayor prestigio. El copalli, las hermosas plumas, el papel y las codornices complementaban el ofrecimiento.4 El fraile escribe:

...En estos bailes sacan muchas divisas y señales en que se conocen los que han sido valientes hombres de guerra.5

Otro de los autores que llama la atención sobre el término maceualiztli es J.M. Le Clézio, remitiéndose a la obra de Fray Bernardino de Sahagún.6 Lo que impresionaba a los españoles, según Le Clézio, era la cohesión entre el hombre y los mitos. Estos bailes, como lo vimos antes, no eran privilegio de los sacerdotes y de los príncipes. El fraile informa que durante el maceualiztli, la danza del pueblo:

Juntábanse muchos de dos en dos, o de tres en tres, en un gran corro según la cantidad de los que eran, llevando flores en las manos, y ataviados con plumajes; hacían todos a una un mismo meneo con el cuerpo y con los pies y con las manos, cosa bien de ver y bien artificiosa; todos los meneos iban según el son que tañían los tañedores del atambor y del teponaztli. Con esto iban cantando con gran concierto todos y con voces muy sonoras los loores de aquel dios a quien festejaban, y lo mismo usan ahora, aunque enderezado de otra manera: enderezan los meneos con tenencias y atavíos conforme a lo que cantan, porque usan diversísimos meneos y diversísimos tonos en el cantar; pero todo muy agraciado, y aún muy místico. Es el bosque de la idolatría que no está talado. 7

El acontecimiento más importante en el que se expresa la danza como parte de un ritual religioso y del que es testigo Bernal Díaz del Castillo, es durante el asalto de los españoles a México-Tenochtitlán. El ataque comienza el 13 de mayo de 1521. “Cortés ha podido reunir alrededor de su tropa a unos veinticinco mil indios aliados. Ahora ya no se trata de magia ni de audacia. Es el número el que vencerá a los mexicanos.”8 La música de los sacrificios resuena de manera terrible para los españoles, que saben que sus compañeros están a punto de morir, y Bernal Díaz, al escribirlo, revive el estremecimiento de horror de esos instantes.9

...tornó a sonar el atambor muy doloroso del Uichilobos, y otros muchos caracoles y cornetas, y otras como trompetas, y todo el sonido de ellos espantable, y mirábamos al alto cu en donde los tañían, vimos que llevaban por fuerza las gradas arriba a nuestros compañeros que habían tomado en la derrota que dieron a Cortés, que los llevaban a sacrificar; y desde que ya los tuvieron arriba en una placeta que se hacía en el adoratorio donde estaban sus malditos ídolos, vimos que a muchos de ellos les ponían plumajes en las cabezas y con unos como aventadores les hacían bailar delante del Uichilobos, y después que habían bailado, luego les ponían de espaldas encima de unas piedras, algo delgadas, que tenían hechas para sacrificar, y con unos navajones de pedernal les aserraban por los pechos y les sacaban los corazones bullendo y se los ofrecían, a los ídolos que allí presentes tenían, y los cuerpos dábanles con los pies por las gradas abajo, y estaban aguardando abajo otros indios carniceros, que les cortaban brazos y pies, y las caras desollaban, y las adobaron después como cuero de guantes, y con sus barbas las guardaban para hacer fiestas con ellas cuando hacían borracheras, y se comían las carnes con chilmole, y de esta manera sacrificaron a todos los demás, y les comieron las piernas y brazos, y los corazones y sangre ofrecían a sus ídolos, como dicho tengo, y los cuerpos, que eran las barrigas y tripas, echaban a los tigres y leones y sierpes y culebras que tenían en la casa de las alimañas... 10

Si bien es cierto que la narración corresponde al fenómeno de conquista ocurrido en México-Tenochtitlán, es importante exponerlo. Recordemos que el gran imperio mexica ejercía gran influencia en los pueblos que tenía sometidos. Tlaxcala no era uno de ellos, sin embargo, las semejanzas en sus rituales eran muy grandes. Así, podemos encontrar en las obras de los cronistas del siglo XVI, destacadas coincidencias en las descripciones que éstos hacen de la religiosidad mesoamericana. Para empezar, en los ritos. Le Clézio nos dice que en ellos se funda la historia de los pobladores mesoamericanos de la Nueva España, ya que son los que determinan la naturaleza de estos pueblos. Los ritos cotidianos y los extraordinarios constituyen los lazos que unen a los hombres y los ligan al poder secreto de los dioses. “Para estos pueblos mágicos, los dioses lo son todo y el mundo real no cuenta mucho. Para ellos, los ritos valen por las leyes, las artes, la moral, la historia y hasta el lenguaje.” 11

Podemos ver que para Le Clézio el cruel y sangriento ritual del pueblo azteca se expresa como una escenografía: la suntuosidad y brillantez de sus máscaras, sus trajes y la belleza de sus plumas, el oro y las turquesas forman parte importante de ella. Así, el ritual es la vida y la muerte al mismo tiempo. Al darse bruscamente el choque de la Conquista, el hombre sombrío y puritano del cristianismo de la Inquisición encuentra en esta naturaleza violenta y turbadora, pueblos cuyos rituales los identifican con los dioses.

De este ritual azteca, Bernardino de Sahagún destaca la precisión de cada detalle, de cada vestidura, de cada pintura corporal, de cada uno de los instrumentos que usan los danzantes. Transcribe al español las normas dictadas oralmente por los calmécac y los colegios militares y religiosos de los pobladores americanos. “Los danzantes, los guerreros, los sacerdotes y también los hombres llevados al sacrificio dejan de ser meros mortales: se transforman en dioses, pues el rito los hace entrar a otro mundo que eleva y transforma su existencia”. 12

En el apéndice del Libro Segundo, a propósito de la fiesta ixnentiua, que significa “buscar ventura”, Sahagún escribe:

...en esta fiesta decían que bailaban todos los dioses, y así todos los que bailaban se ataviaban con diversos personajes, unos tomaban personajes de aves, otros de animales y así unos se transfiguraban como tzintzones (colibríes), otros como mariposas, otros como abejones, otros como moscas, otros como escarabajos; otros tañían a cuestas un hombre durmiendo, que decían era el sueño...13

Estas danzas sagradas que se preparaban con detalle para las fiestas, son para Le Clézio la representación misma del otro mundo y de sus dioses. Afirman, nos dice, la preexistecia de la magia y del mito sobre toda la vida real. Podríamos preguntarnos hasta cuándo lograron los conquistadores desaparecer este tipo de danzas rituales. A tal cuestionamiento responde Sahagún que “veinte años después de la terrible matanza de la Conquista, cuando todo ha desaparecido, resulta que gracias al hechizo de la palabra de los últimos testigos surgen en este desierto las figuras fantásticas de los danzantes, de los sacerdotes, de los músicos, de esos dioses que parecen descender entre su pueblo para arrastrarlo de nuevo hacia sus ritos misteriosos.”14 Las celebraciones de culto al sol y al fuego, las fiestas dedicadas a la guerra y al agua, las danzas de las mujeres y de los mercaderes, arrastran a los pueblos mesoamericanos a otro espacio en el que la derrota no tuvo consecuencias. Sahagún ve surgir de nuevo a estas figuras, estas danzas, los rostros pintados, los tocados de plumas, los pendientes cuajados de esmeraldas; escucha de nuevo el ritmo obsesivo de los tambores, las caracolas, los encantamientos; además aspira el perfume del incienso y el acre olor a sangre de los sacrificios. En otro nivel de realidad, se expresa ya la resistencia a la Conquista europea.

EL CARNAVAL DURANTE LA COLONIA

Tras la Conquista, llegaron a Tlaxcala en 1524 los primeros evangelizadores franciscanos, quienes aprovecharon muchas de las fiestas prehispánicas para honrar a santos y a vírgenes utilizando un método de sustitución del que da cuenta Cristian Duverger. Así, los pobladores mesoamericanos fueron inducidos a venerar a los santos del calendario cristiano, como reemplazantes de los dioses locales prehispánicos. Una de las acusaciones más directas sobre la aplicación de este método de sustitución de dioses, la hizo fray Bernardino de Sahagún con el célebre ejemplo de la virgen de Guadalupe. Así, escribe:

...El uno de estos es aquí en México, en donde está un montecillo que se llama Tepeacac, y los españoles llaman Tepeaquilla, y ahora se llama Nuestra Señora de Guadalupe: en ese lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses que llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre, allí muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ella de muy lejanas tierras, de más de veinte leguas y traían muchas ofrendas...cosa que se debía remediar porque el propio nombre de la Madre de Dios Señora Nuestra no es Tonantzin, sino Dios y Nantzin; parece esta invención satánica, para paliar la idolatría debajo de la equivocación de este nombre Tonantzin, y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora. 15

Otros autores que también insisten en las fiestas y celebraciones de las civilizaciones prehispánicas son Diego Muñoz Camargo y el padre Joseph de Acosta, quienes veían en las festividades un culto a las antiguas deidades mesoamericanas, así como el carácter social de las mismas. Éstas eran amenizadas con diversos instrumentos musicales, tales como las claves de cuaxtecomate o coco que producen un sonido al chocar dos mitades de este fruto; el ayaaxtli o sonaja, que es un cuaxtecomate al que se le introducen piedrecillas; el chictli o palo de lluvia, por su sonido similar al de una cascada, y la tlapizatli o flauta, entre otros instrumentos.

Por lo que toca a Tlaxcala, Muñoz Camargo apunta que para la celebración de asuntos religiosos, de guerra y sociales, los principales instrumentos fueron el huehuetl y el teponaxtli, acompañados de flautas de barro, caracoles y silbatos con agua.

...las fiestas tlaxcaltecas se celebraban acompañadas de tambores, trompas de palo y otros instrumentos a manera de flautas y fabebas que hacen un extraño y admirable ruido al compás de sus cantares, danzas y bailes, de tal forma que es una cosa muy de ver y que en estos bailes y cantares sacaban las diversas, insignias y libreas con mucha plumería y ropa elaborada con diferentes y extraños atavíos y composturas, joyas de oro y piedras preciosas que colocaban en las muñecas de los brazos y en los cuellos, además de cascabeles de oro en forma de gargantilla y brazaletes de oro fino que se ponían en brazos y pantorrillas. 16

Refiriéndose al Perú, Joseph de Acosta escribe:

... vi también mil diferencias de danzas, en que imitaban diversos oficios, como ovejeros, labradores, de pescadores, de monteros; ordinariamente eran todos con sonido, paso y compás muy espacioso y flemático. Otras danzas había de enmascarados, que llaman Guacones; y las máscaras y su gesto eran del puro demonio. También danzaban unos hombres sobre los hombros de los otros, al modo que en Portugal llevan Pelas, que ellos llaman. De estas danzas la mayor parte era superstición y genero de idolatría, porque así veneraban sus ídolos y guascas por lo cual han procurado los prelados evitarles lo más que pueden semejantes danzas, aunque por ser mucha parte de ella creación pura, les dejan que todavía dancen y bailen a su modo. Tañen diversos instrumentos para estas danzas: unas como flautillas o canutillos; otros como tambores; otros como caracoles: lo mas ordinarios es en voz de cantar todos, yendo unos odos diciendo sus poesías, y acudiendo los demás a responder con el pie de la copla. 17

Joseph de Acosta escribe además que la danza arriba referida recibía el nombre de taqui y areytos. Durante su visita a México, nos informa que a estas fiestas se les denominaba Mitotes, bailes autorizados donde en ocasiones participaba el rey.

El baile de Mitote se realizaba en los patios de los templos y en las casas reales, pues eran los únicos lugares con suficiente espacio. Describe Acosta que en este baile colocaban al centro del patio dos instrumentos, "uno de hechura de atambor y otro en forma de barril hecho de una pieza, los cuales hacían buena consonancia para la ejecución de sones y cantares, mientras los participantes se entonaban y bailaban formando dos grandes ruedas con gran sincronización" y en medio estaban los instrumentos junto con los ancianos, que también cantaban y bailaban.

Por las características que guarda el Mitote, sugerimos su recuperación historico-simbólica, además del macehualiztli y netotiliztli prehispánicos, pues suponemos que a través de su análisis podamos desentrañar las significaciones no sólo de regocijo, sino también religiosas del fenómeno que hoy estudiamos. Como símbolos están los instrumentos musicales, la danza misma y los ancianos, es decir, los huehues, elementos que hoy podemos observar con sus respectivas variaciones en la celebración del Carnaval en Tlaxcala, y que más adelante detallamos.

Ahora bien, a propósito de la conquista militar, aparejada con la conquista espiritual, España impone otro tiempo, otra manera de ver, sentir, pensar y percibir el mundo. Dispone por cédula real para la América conquistada, la celebración de los tres jueves: el jueves de Habeas, el jueves Santo y el jueves de Ascensión. Asimismo, por la verdadera cédula también impone la fiesta de Carnaval. Con este importante dato se revela, que tras la pretensión evangelizadora de España, el Carnaval comenzó a representarse en Tlaxcala con un tinte religioso sustentado en el Cristianismo occidental, incorporándole al fenómeno símbolos que dan cuenta de la lucha sostenida entre éste y otras religiones del mundo. Como ejemplos tenemos las imágenes de la virgen de Guadalupe, en sustitución de Tonantzin; y al apóstol Santiago, defensor aguerrido de los preceptos de Jesús, ambos reproducidos en gran cantidad de representaciones tlaxcaltecas durante la fiesta de Carnaval.

Otro ejemplo lo constituye la escenificación de la lucha entre Moros y Cristianos celebrada en Tlaxcala desde 1539, de la que nos habla Motolinia recurriendo a la descripción hecha por fray Antonio de Ciudad Rodrigo:

Como vuestra caridad sabe, las nuevas vinieron a esta tierra antes de Cuaresma pocos días y los tlaxcaltecas quisieron primero ver lo que españoles y mexicanos hacían, y visto que hicieron y representaron la conquista de Rodas, ellos determinaron representar la conquista de Jerusalén el cual pronostico cumpla Dios en nuestros días y por hacer más solemne acordaron de la dejar para el día de Corpus Christi, la cual fiesta regocijaron con tanto regocijo como aquí diré.

En Tlaxcallan, en la ciudad que de nuevo han comenzado a edificar abajo en lo llano dejaron en el medio una grande y gentil plaza, en la que tenían hecha a Jerusalén encima de unas casas que hacen para el cabildo.

Legando el Santísimo Sacramento a la dicha plaza, con la cual iban el Papa, cardenales y obispos contrahechos, asentáronse en el cadalso que para esto estaba aparejado y muy adornado cerca de Jerusalén para que adelante del Santísimo Sacramento pasasen todas las fiestas. Luego comenzó a entrar el ejército de España a poner cerco a Jerusalén...

Iba en la Vanguardia con la bandera de las armas reales, la gente del reino de Castilla y León...En la batalla iban la gente de Castilla y León...iban Toledo, Aragón, Galicia, Granada, Vizcaya y Navarra. En la retaguardia iban Alemania, Roma e Italianos. Había entre todos poca diferencia de trajes, porque como los indios no lo han visto ni lo saben, no lo usan hacer, y por esto entraron todos como españoles soldados, con sus trompetas contrahaciendo las de España, y con sus atambores y pífanos muy ordenados; iban de cinco en hilera, a su paso de los atambores.

Acabados de pasar éstos y aposentados en su real, luego entró por la parte contraria el ejército de Nueva España repartido en diez capitanías, cada una vestida según el traje que ellos usan en la guerra... Sacaron sobre sí lo mejor que todos tenían de plumajes ricos, divisas y rodelas, porque todos cuantos en este auto entraron, todos eran señores y principales, que entre ellos se nombran teuhpiltin. Iban en la vanguardia Tlaxcallan y México: estos iban muy unidos, y fueron muy mirados; llevaban el estandarte de las armas reales y el de su capitán general que era don Antonio de Mendoza, visorrey de Nueva España. En la batalla iban los huaxtecas, zempoaltecas, mistecas, colhuaques y unas capitanías que se decían del Perú e islas de Santo Domingo y Cuba. En la retaguardia iban los tarascos y los cuauhtemalcas.

En aposentándose éstos, luego salieron al campo a dar batalla el ejército de los españoles, los cuales en buena orden se fueron derecho a Jerusalén y como el Soldán los vio venir que era el marqués del Valle don Hernando Cortés, mandó a salir a su gente al campo para dar la batalla; y salida, era gente bien unida y diferenciada de toda la otra, que traían unos bonetes como usan los Moros; y tocada el arma de ambas partes se juntaron y pelearon con mucha grita y estruendo de trompetas, tambores y pífanos comenzó a mostrarse la victoria por los españoles, retrayendo a los moros y prendiendo a algunos de ellos y quedando otros caídos, aunque ninguno herido... 18
Sevilla, Rodríguez y Cámara nos sugieren buscar la fuente temática de la actuación entre las canciones de gesta, la Primera Crónica General, el Romancero General y Las Guerras Civiles de España.19 Por otra parte, Warman señala que la representación de Moros y Cristianos es producto de las cruzadas y que su origen se sitúa alrededor del siglo XII, posiblemente en Aragón "cuando en ocasión de la boda de Ramón Berenguer IV, conde de Cataluña, con Petronila, reina de Aragón, celebrada en la catedral de Lérida en el año de 1150, se fingió un combate entre moros y cristianos". 20


La fiesta de moros y cristianos se liga, según los especialistas antes citados, con el culto a la cruz, las danzas de conquista y otros acontecimientos, como las fiestas de Carnaval de Huejotzingo, Puebla y Nativitas, Tlaxcala, en las que también se representan luchas contra invasores extranjeros.

A pesar de la pretensión española de catequizar a través del Carnaval utilizando la danza, el teatro y el canto, logran infiltrarse rasgos de cultos antiguos, a los que se suman elementos de veneración prehispánica, dando lugar al complejo mestizaje cultural del que hemos venido hablando.

La reproducción en Tlaxcala de los cultos, no sólo de la Antigüedad occidental, sino también de las culturas mesoamericanas, así como la burla dirigida a los conquistadores, provocó que en el territorio sometido, los sacerdotes y representantes del rey reprobaran la celebración del Carnaval durante la Colonia.

Así tenemos, que hacia 1699, el conde de San Román, gobernador de la ciudad y provincia de Tlaxcala, también prohibiera la celebración de la fiesta. Sin embargo, el Carnaval continuó festejándose durante todo el siglo XVIII, hasta el momento en que se da la Independencia de México, período de ruptura que bien se aprovecha para denunciar los actos de injusticia cometidos durante tres siglos por los conquistadores.

EL CARNAVAL, LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO Y LA BATALLA DEL 5 DE MAYO

Podemos ver en distintas representaciones carnavalescas el maltrato que los esclavos americanos sufrieron en las haciendas, donde el uso frecuente del látigo dejó huellas no sólo corporales sino también espirituales, recrudeciéndose con ello el resentimiento contra todo invasor. Después de la Independencia, otro evento que influyó de manera decisiva en el cambio del fenómeno que hoy estudiamos fue la Intervención Francesa, pues hizo suyos muchos de los signos de protesta contra tal irrupción. Durante la Intervención, dos compañías de franceses ocuparon Tlaxcala. Antes de la batalla del 5 de mayo en Puebla, los invasores libraron una en San Pablo del Monte y el 3 de septiembre tomaron Huamantla. 21

Una de las transformaciones del Carnaval se operó en una región colindante con el estado de Puebla aproximadamente en 1869, tras la idea de revivir la aventura de Agustín Lorenzo, uno de los bandidos de Río Frío de quienes escribe Manuel Payno, y que simboliza las grandes desigualdades sociales vividas durante la Colonia, y aún después de la Independencia.

Tras el movimiento de Independencia y durante la primera mitad del siglo XIX, la vida en México se fue transformando al dejar de ser una colonia española y convertirse en una nación libre. Aunque los grupos sociales cambiaron, muchos aspectos de la vida cotidiana siguieron siendo muy parecidos a como habían sido durante la Colonia.

La población era muy heterogénea y se ubicaba en distintas clases sociales que iban desde los grupos que tenían todo el poder económico y político, hasta los más desposeídos de privilegios. La clase dominante estaba formada por los grandes hacendados, los ricos comerciantes, los mineros y los altos miembros del ejército y de la jerarquía eclesiástica, quienes controlaban la economía del país y se disputaban constantemente el poder político.

El comercio estaba acaparado por extranjeros ingleses, franceses y españoles en su mayoría, quienes se concentraban en las ciudades principales, sobre todo en la ciudad de México, y en puertos como el de Veracruz. A través del intercambio comercial imponían nuevas modas y costumbres entre los miembros de su propia clase, siendo los franceses los que marcaron mayor influencia.

El alto clero gozaba de los beneficios del poder económico de la iglesia, que era la principal acaparadora de fincas urbanas y de una gran cantidad de tierras en el campo. Los cuadros superiores del ejército se convirtieron en participantes del juego político y buscaban a toda costa ascensos y poder, olvidándose de las necesidades del país.

La clase media urbana estaba formada por pequeños comerciantes, oficiales del ejército y una naciente capa de burócratas. Este último grupo era muy inestable políticamente, ya que servía a cualquier gobierno. La clase popular estaba conformada por la mayor parte de la población: indios, rancheros, vendedores ambulantes, mendigos, léperos y toda la diversidad de mezclas étnicas. Dentro de este grupo encontramos a los bandoleros, que en su mayoría eran desertores del ejército, desempleados o simples criminales organizados en bandas que imponían el terror en los caminos, asaltando a los viajeros y comerciantes o robando las haciendas desprotegidas. Llegaron a ser considerados como una verdadera plaga, difícil de exterminar por la mala organización del gobierno, y el estado desastroso en que se encontraban las vías de comunicación.

EL CARNAVAL, EL PORFIRIATO Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Porfirio Díaz amplía la comunicación postal, telefónica y telegráfica, además de realizar obras portuarias y crear una serie de bancos para el ensanchamiento de la agricultura, comercio e industria. Con este impulso de la economía nacional, las desigualdades sociales se hicieron más hondas, haciendo más ricos a los que ya lo eran, y empobreciendo más a los que poco tenían. Siguieron los despojos de tierras, minas, petróleo por nacionales y extranjeros, la represión, el terror y la corrupción.

En Tlaxcala, como en otras entidades de la República, se levantaron las protestas contra las injusticias del régimen porfiriano y, hacia 1900, en Xaltocan y Xicohtzingo, Andrés García e Isidro Ortiz, respectivamente, se rebelaron contra el impuesto sobre la propiedad rural, constituyéndose el partido antirreeleccionista. Los integrantes de este partido fueron Juan Cuamatzi, de Contla; Marcos Hernández, de Amaxac de Guerrero; Antonio Hidalgo, de San Manuel; y Felipe Villegas, de Zacatelco, algunos de los cuales se adelantaron al movimiento revolucionario atacando a los "rurales" en Mayo de 1910. 22

El símbolo de este período es el industrial inglés, a quien los tlaxcaltecas imitan en las danzas de Carnaval en Contla, Amaxac de Guerrero, Santa Cruz Tlaxcala, antes San Manuel, a propósito del nombre de la hacienda ubicada en esa región y que posteriormente funcionara como fábrica de hilados y tejidos. Municipios que coinciden con el origen de los integrantes del partido antirreeleccionista.

Apegado al período histórico referido, también se registra en el Carnaval el de la Revolución Mexicana. Al caer el régimen constitucional de Madero, en Tlaxcala se levantaron en armas Máximo Rojas, Pedro Morales, Felipe Villegas y Domingo Arenas, quien es considerado el más apasionado defensor agrarista del estado de Tlaxcala, creador de la primera Comisión Local Agraria.

A través de los trajes que los danzantes usan en Nativitas, San Miguel del Milagro, Capula, Huejotzingo, San Pablo del Monte, Papalotla, etc., se nos recuerda el respaldo de las clases populares en la revuelta política contra Porfirio Díaz. Las demandas de carácter socio-económico, la restitución de las tierras y el reparto de las mismas, así como el cambio en la estructura económica de las poblaciones campesinas y la lucha por reivindicaciones populares, vuelven a sentirse durante el Carnaval. Los trajes de "Zapata", "Villa", adelitas, revolucionarios, etc. revitalizan la lucha de los pueblos por lograr una mejora social.

LA GUERRA ZAPATISTA Y EL AHORCADO EN CARNAVAL

Otro movimiento de lucha social contra la pobreza, desigualdad, injusticia, hambre, maltrato, insalubridad, etc., que el Carnaval ha hecho suyo, es el de miles de indígenas chiapanecos agrupados en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN. Este movimiento representa la resistencia al avasallamiento del estado contra una de las clases sociales más pobres: las etnias indígenas.

El símbolo de la lucha étnica en el Carnaval es el Subcomandante Marcos, el héroe de los siglos XX y XXI de los mexicanos pobres y de los grandes luchadores sociales. Contrapuesto a él, también aparece Salinas de Gortari, a quien el pueblo enjuicia y encuentra culpable, por lo que es simbólicamente ahorcado. Entre las causas imputables al acusado se encuentran las de robo, autoritarismo, violación de los procesos electorales, desviación de recursos, ocultamiento, corrupción y demagogia, por mencionar algunas.

Estos "ahorcamientos" se representan en diversos lugares de Tlaxcala como Chiautempan, Tetla, Terrenate, Toluca de Guadalupe, Santa Úrsula Zimatepec, Lázaro Cárdenas, Totolac, Huiloac, Cuapiaxtla, etc., donde también aparece la figura del Subcomandante Marcos como redentor de los oprimidos. La denotación del ahorcado ha ido cambiando conforme se transforman los procesos de explotación. Uno de sus significados es análogo al Carnaval mismo. Es decir, se le da muerte al Carnaval, se le ahorca, por la proximidad de la Semana Santa. En este sentido, el ahorcamiento significa la despedida del Carnaval.

Antes de la ejecución, el Carnaval, representado en algunas localidades por un viejo, otorga a cada uno de sus hijos una herencia específica, dependiendo de la actuación que éstos hayan tenido dentro de la comunidad. Otro de los significados de la representación del ahorcado remite al enjuiciamiento de figuras públicas, generalmente de la clase política acomodada, de la jerarquía eclesiástica, industriales o comerciantes del lugar donde se escenifica tal acto. O bien, de personajes que por su presencia nacional afectan directamente los intereses de la población.

Así tenemos entonces que el símbolo del ahorcado responde a dos significados: despedida del Carnaval y enjuiciamiento de la clase opresora en general. En ambos casos, la ejecución se lleva a cabo el martes de Carnaval, día precedente al Miércoles de Ceniza, donde al cristiano se le recuerda la finitud de su existencia. Al igual que en España, los festejantes se cubren el rostro con ceniza, tras las risas explosivas de la celebración. Así, se expresa durante el Carnaval un cambio de sentido al uso que la ceniza tiene en la Cuaresma. Pareciera que hubiera detrás de las risas un miedo a tomar conciencia de la proximidad de la muerte. O bien, por la conciencia de su proximidad, gozar mientras ésta llega. De esta manera, la risa se convierte en un símbolo del Carnaval, en el que se expresa la inconsciencia de la mortalidad.

Pero la risa está vinculada también a la burla que los habitantes hacen de los grupos o individuos que los someten y explotan. Por ello, los ridiculizan a través del teatro popular, en el que denuncian con toda apertura las arbitrariedades cometidas contra ellos. La risa como negación a un orden existente se expresa asimismo durante el Carnaval. Hay en esa no aceptación un resquicio de esperanza para promover un cambio en la estructura social que oprime al pueblo.

INVERSIÓN

Otro símbolo del Carnaval lo constituye la inversión. Esta se expresa en gran parte de las comunidades que se suman al festejo carnavalesco. El hombre que se transforma en mujer durante la fiesta, la mujer que se disfraza de hombre mientras baila, el pobre que se convierte en rey por un día y después es condenado a muerte, son rasgos específicos de lo que diversos autores han visto como inversión de un orden durante el Carnaval en Tlaxcala.

Con la fiesta, la inversión del orden de las cosas se efectúa en la efervescencia colectiva. Es el desbarajuste gracias al cual aparece, como en un paréntesis en medio de la cotidianeidad, un mundo completamente diferente. En la Edad Media europea, al ser la iglesia el lugar privilegiado donde todo se valida y se expresa, es allí donde se localiza la dramatización festiva. La fiesta de los locos, celebrada en las ciudades con catedral, que culmina en la elección de un obispo, papa o rey de los locos, subvierte totalmente el universo de lo sagrado. En esa circunstancia todo se invierte. El alto clero es despojado de sus funciones a beneficio del clero de pacotilla que ocupa la sillería del coro de la catedral. El oficio se desarrolla de manera burlesca, es intercalado con episodios sacrílegos u orgíasticos; las máscaras con caras grotescas, disfrazadas de mujeres, bufones o animales, cantan, danzan y se entregan a pantomimas obscenas en el coro; no se perdona nada: el altar se convierte en una mesa donde se apilan "abundantes alimentos", el humo de residuos reemplaza al del incienso, la gente corre y salta por todos lados.

El lugar santo parece abandonado a la agresión de la fiesta popular, a una locura que da libre curso a la trasgresión, a la obscenidad, a la orgía: a los excesos extremos por los cuales todos los signos se invierten. Pero esta inversión, aunque no excluye la violencia, no degenera en subversión. Se realiza en el interior del sistema simbólico y ritual que define el orden social medieval, dándole vuelta; hace del mundo al revés un mundo loco, manifestando la necesidad de otorgar un espacio y un tiempo de juego al desorden. La autoridad eclesial tiene además un juicio ambiguo: por una parte, sus informes condenan esas "abominaciones y acciones vergonzosas"; por la otra, algunos de los doctos admiten que el vino de la sabiduría no puede trabajar sin descanso en el servicio divino y que es necesario concederle por lo menos una explosión liberadora.

El tiempo carnavalesco es para Balandier 23 aquel durante el cual una colectividad entera se muestra en una especie de exhibición lúdica, se libera por la imitación y los juegos de roles, se abre a las críticas y a los ataques por medio de excesos tolerables, se entrega paródicamente a las turbulencias a fin de alimentar su orden. Todo se dice bajo el disfraz, todo se valida por la unión de los contrarios, lo sagrado y el bufón.

La inversión sigue siendo el principal operador, permite quebrar las obligaciones temporales, metamorfosear la escasez en abundancia, el consumo en consumación, romper las censuras y las conveniencias al invertir las jerarquías a favor de la máscara, hacer lugar a la oposición disolviéndola en el entretenimiento colectivo y la burla.

Por su parte, Da Matta 24 comprueba que el Carnaval "habla" de una misma estructura social. Pero lo hace transformándola por la inversión, transfigurándola por lo imaginario. La fiesta carnavalesca reemplaza el día por la noche, el recinto privado por la calle abierta a las miradas y propiciar al azar, la mediocre condición real por el rol desempeñado por identificación con personajes prestigiosos, la indigencia cotidiana por el lujo artificial.

La inversión más notable para Balandier es la de los roles femeninos y masculinos, pues se caracteriza por ridiculizar o borrar la sociedad masculina mientras dura su realización. Las mujeres ocupan el escenario social, todas se conducen a contrapelo de las reglas que rigen su comportamiento ordinario, algunas de ellas desempeñan los roles de los hombres adueñándose de los signos y los símbolos de la masculinidad, de la virilidad.

DISFRAZ

El uso del disfraz es otro símbolo del Carnaval. A través de él es posible el intercambio de insultos y la expresión sin represión de todos los resentimientos. Es la ocasión de dirigir públicamente reprimendas al jefe o expulsar un deseo simbólico contra él. Pero además, la oportunidad de enmascarar la palabra; el disfraz revive momentos de resistencia política, en la que pueden leerse rasgos de otras culturas que han sido sometidas por el conquistador. De tal manera que podemos encontrar durante la celebración del Carnaval, indumentaria de culturas mesoamericanas que resisten a la Conquista europea. Asimismo, disfraces de moros, que se oponen a la expansión del cristianismo; también, vestidos de zacapoaxtlas que se levantan contra los suavos del ejército francés y ropajes que imitan al industrial inglés. Los disfraces son entonces los símbolos a través de los cuales los pueblos oprimidos guardan memoria. Sólo basta saber leerlos para aproximarse al conocimiento de su historia.

En Tlaxcala encontramos durante el Carnaval disfraces de "chivarrudos", "cuadrillas", "charros", "catrines", "cintas", "cuchillos", "suavos", "turcos", "zacapoaxtlas", "revolucionarios", "moros", "cristianos", "diablos", "lobos", "osos", "lloronas", "viudas", "brujas", "mascaritas", etc.

El traje o disfraz de los "cuchillos" consta de botines negros, medias de color carne o calcetas de tonos brillantes, falda y chaleco de raso o satín, con listones de colores vivos que circundan la falda. Una máscara generalmente de baqueta, un sombrero de palma, adornado con flores de papel de china y tiras del mismo material que penden del sombrero hacia la espalda, y dos cuchillos que portan en los tobillos.

Las "cintas" utilizan un traje normalmente blanco; los hombres visten camisa y pantalón largo con grecas tlaxcaltecas en los puños y tobillos, ceñidor rojo, huaraches y medias color carne. En la cabeza portan un sombrero de palma; una de las alas va pegada a la copa del sombrero con plumas de avestruz de colores brillantes. También portan una máscara de madera de rasgos finos y ojos claros. Las mujeres portan un vestido blanco completo tipo campana a la rodilla, sin mangas y el filo de la falda se decora con grecas tlaxcaltecas. Usan huaraches y el cabello lo llevan peinado con dos trenzas, a las que les entretejen listones de colores. Como complemento llevan en las manos dos pares de castañuelas.

El traje de los hombres de las "cuadrillas" se compone de botines negros, medias color carne o de tonos vivos, pantalón corto y chaleco de terciopelo de colores intercalados en líneas verticales con una gran cantidad de aplicaciones y bordados de chaquira y lentejuela de colores brillantes, así como cascabeles. Portan una máscara de madera de ayacahuite con rasgos finos y ojos claros, así como barba tallada de la misma madera; el tocado es uno de los más impresionantes por la gran cantidad de plumas de avestruz de diferentes colores con el símbolo de una garza principalmente. Las mujeres portan el mismo traje pero sin tocado, llevando el cabello normalmente suelto. En algunos pueblos como Tizatlán, se utiliza un vestido completo de terciopelo negro, a la rodilla, tipo campana sin mangas, cuajado de bordados de chaquira o lentejuela, el peinado es recogido en la parte alta de la cabeza y una diadema con reflejantes.

Las "cuadrillas de Tocatlán" visten con botines negros, calcetas de colores vivos, un pantalón corto y camisa de manga larga de tela brillante, adornada con petatillos de listones en el pecho y espalda. La máscara es de madera o cartón con ojos claros y fijos; en la cabeza portan un sombrero de forma cónica adornado con papel de china de diferentes colores.

El traje de los "charros" o "paragüeros" es uno de los más representativos; consta de botines, pantalón, chaleco y corbata negros, además de una camisa blanca. Lo más vistoso del traje es el manto que va bordado con diferentes motivos con hilos de colores brillantes y cuajado de chaquira y lentejuela; las puntas de este manto son tejidas a mano. En las pantorrillas llevan unos protectores (polainas o chaparreras) de carnaza de cuero sobre el pantalón, que los protegen de los latigazos que se propinan mientras danzan. También usan un paliacate o mascada y guantes de piel. La máscara es de madera de ayacahuite con rasgos finos, ojos claros, sin barba ni patilla, y en la frente, un fleco dorado. El tocado es un sombrero forrado de terciopelo negro con plumas, al que va sostenido un macetón o base de madera donde se ensartan alrededor de 70 plumas de avestruz, de un solo color o de diferentes a manera de sombrilla. En la parte posterior, el sombrero tiene un espejo pequeño de donde penden listones de colores. Como complemento, el danzante lleva un chicote de ixtle llamado cuarta.

El disfraz o traje de los "chivarrudos" se integra de botines negros, pantalón obscuro sobre el cual llevan unas chaparreras de piel de chivo con pelo, camisa blanca, saco negro, un paliacate anudado al cuello generalmente de color rojo. La máscara es de madera o baqueta con cejas y bigote. El traje lo complementa un pequeño caballito de madera.

Los "catrines" hombres visten con botines, pantalón, levita y sorbete negros; portan un gasnet muy largo blanco con bordados de hilos de colores brillantes y pequeñas aplicaciones de lentejuela y chaquira, que cuelga de la espalda. La máscara también es de madera de ayacahuite con rasgos finos, ojos claros y barba tallada en la misma madera. El sombrero o sorbete de copa va adornado con listones de colores que penden sobre la espalda. Como complemento se utiliza un paraguas de color negro y dos pares de castañuelas. En el caso de las mujeres, el traje original es de raso en colores pastel, largo y amplio como lo usaba la burguesía europea en los siglos XVII y XVIII. El cabello va recogido en la parte superior de la cabeza, con adornos brillantes y en ocasiones un pequeño sombrero con plumas. Actualmente las mujeres escogen el vestido a su gusto y no se apega exactamente a las características descritas.

MÁSCARA

Acompañada del disfraz, la máscara también representa al Carnaval. Mediante ella, la humanidad ha expresado peticiones, homenajes a diferentes deidades, o bien, manifestaciones culturales como la del fenómeno en cuestión. El uso de las máscaras corresponde también a formas de expresión relacionadas con la fertilidad a nivel humano, animal, o de la gran sustentadora que es la tierra.

En distintos pueblos de Mesoamérica la máscara le permitía a su portador comunicarse con los dioses o interactuar con ellos en sus distintos ritos. Ma. Teresa Pomar escribe que a la llegada de los conquistadores, éstos se encontraron con un uso generalizado de ella. "Se usaba de varios materiales y formas: máscaras funerarias de granito, jadeita, alabastro, obsidiana, cristal de roca, mosaico de piedras semipreciosas, de oro, plata o barro" que se usaban con la finalidad de identificar a su portador como rey, sacerdote o devoto de algún culto.25 Además de Mesoamérica , grandes culturas de Egipto, Grecia, Italia, China; Japón, Ceilán, el Tibet, la India y pueblos europeos como Alemania, España y Portugal, han usado la máscara en distintas expresiones culturales. Al respecto, dice Miguel de Covarrubias:

El uso de la máscara es uno de los aspectos más interesantes de la cultura humana, y el concepto de la máscara -la cara de un hombre o de un animal como una unidad completa, independiente- es una de las manifestaciones más características y frecuentes en el arte de los pueblos del mundo. Ya sea como un instrumento mágico para establecer el contacto entre los espíritus y los hombres, para glorificar a un rey muerto o para personificar demonios, deidades o héroes mitológicos en ceremonias o representaciones teatrales, la máscara posee un extraño poder de sugestión sobre la imaginación. Así, la máscara es la síntesis, la esencia de la deidad, del demonio, muerto o héroe que se trata de representar... 26

En Tlaxcala, además del uso religioso que le daban sus habitantes antes del arribo español, también fue utilizada para imitar a las naciones enemigas; de este aspecto da cuenta Motolinia.27 Recordemos también la descripción que hace Bernal de la matanza de Conquista, en la que los mexicas desollan los rostros de algunos prisioneros españoles y utilizan luego la piel y las barbas como máscaras para rendir culto a sus dioses. En festividades posteriores a la guerra, vuelven a utilizarse estas "máscaras". Podemos suponer entonces que tras la disposición de la corona de celebrar el Carnaval en la Nueva España, este acto simbólico se trasladó al festejo en cuestión, reproduciéndose con ello los rasgos españoles impresos en las máscaras que hoy observamos en la celebración.

Los ojos claros, la barba, el lunar y el diente de oro, conformarán los rasgos más sobresalientes de la máscara alusiva a los españoles. Así, "los Charros" de Papalotla, Mazatecochco, Acuitlapilco, San Pablo del Monte y Tepeyanco, se caracterizan por usar este tipo de máscaras. Además, "las Cintas" de Totolac y Chiautempan, también emplean máscaras con estas propiedades.

Pero no son únicamente esas facciones las que caracterizan a las máscaras de Tlaxcala, ya que "las Cuadrillas" de Huiloac, Coaxomulco, Atihuetzía, Yahuquemecan y Tzompantepec, presentan tonalidades diversas en la piel, desde la negra y morena, hasta la más blanca, lo que nos lleva a suponer que los grupos extranjeros que se establecieron en esa región tuvieron una fuerte influencia árabe.

Los "Chivarrudos" de Zacatelco, Xicohtzingo, Acuamanala y la Concordia, usan máscaras con una tonalidad rojiza, sin barba, pero sí con bigote, y en lugar de ojos, dos pequeños orificios que les permiten ubicar el lugar donde danzan.

Los "Cuchillos" de Toluca de Guadalupe emplean máscaras muy similares a las de los "Chivarrudos”, distinguiéndose por el color y el material, ya que muchas de ellas son de baqueta o cartón.

Los "Catrines" de San Bernardino y San Miguel Contla, Amaxac de Guerrero, Panotla y Santa Cruz Tlaxcala, utilizan máscaras relativas a franceses e ingleses. Los rasgos peculiares son el lunar, los ojos claros y las mejillas sonrosadas. En Nativitas, San Miguel del Milagro, Capula y Huejotzingo, Puebla, podemos encontrar gran variedad de máscaras, ya que son diversas guerras las que se representan durante el Carnaval. Encontramos así máscaras de turcos, suavos y zacapoaxtlas. Asimismo, máscaras alusivas a Hidalgo, Morelos, Josefa Ortiz de Domínguez, Cuahutémoc Cárdenas, Ernesto Zedillo, Carlos Salinas de Gortari, Subcomandante Marcos y Vicente Fox.

CONCLUSIONES

Este intento de análisis del Carnaval en Tlaxcala nos ha conducido al autoexamen y autognosis de la naturaleza humana; no en térmicos de la vida individual de la mujer y el hombre, sino en su vida política y social. Pensar al hombre en estos términos, significa entonces pensar la tradición como el origen fundamental de la historia; significa pensarla como la base fundamental de la posibilidad de constitución de nuestra vida histórica. Sin embargo, por no ser la vida política y social suficiente para comprender la naturaleza humana, nos propusimos descifrarla a través del pensamiento filosófico de las distintas formas simbólicas como el lenguaje, el mito, la religión y el arte, entre otras, pues si el origen del Carnaval está en el mito, y el mito es una representación espiritual, la tradición del Carnaval es por consecuencia, una forma simbólica. Pensar la tradición en estos términos nos exige pensarla como una creación del espíritu.

A través de estas formas simbólicas pudimos descubrir que mediante la celebración del Carnaval, distintos lenguajes, así como diversos mitos, artes y religiones cobran sentido durante la celebración. El lenguaje del cuerpo traducido en la danza, el lenguaje emblemático observado en las imágenes impresas en los trajes y disfraces de los danzantes, así como los textos orales y musicales percibidos en el ritual, recuerdan la añoranza de libertad, fraternidad e igualdad que en algún momento de la historia condujo a mujeres y hombres a agruparse en sociedad. Así, desde tiempos pretéritos, muchos pueblos sometidos por el imperio romano, recordaban en sus fiestas los momentos de la vida de la humanidad en la que el hombre no había sido todavía sometido por su análogo. Entonces, pensar en el origen del Carnaval, sería tanto como pensar en el origen de la esclavitud, pues mediante él, los pueblos han expresado su resistencia a la dominación.

De esta manera, las formas simbólicas a las que nos hemos referido, han sido utilizadas tanto para dominar como para resistir. Así, podemos escuchar a través del Carnaval múltiples historias culturales que nos hablan de esa naturaleza humana tendiente a la dominación mediante la imposición de un lenguaje, o bien mediante la obligatoriedad de aprender una religión, un mito o un arte.

Por lo anterior, consideramos que hay en el Carnaval una propuesta para que la vida sea de otra manera, aquélla donde el ejercicio de la libertad sea posible, y a través suyo las grandes desigualdades sociales desaparezcan. Asimismo, donde podamos respetar las distintas verdades para explicar la esencia del hombre, sin que esto se traduzca en guerras. Creemos así, que más que un tiempo de desorden e inversión, el Carnaval propone un nuevo orden donde no sea la violencia irracional la que prive para establecerlo, sino más bien, el respeto a la diferencia, y a través de la comprensión de nuestra finitud como humanos, tomar conciencia de que nada ni nadie posee el derecho de apropiarse de la vida de otro. Escuchemos la denuncia de explotación y sometimiento que históricamente han sufrido ciertos pueblos, y las mujeres como género. Observemos que hay en la manifestación del fenómeno una necesidad real de apelar a la pretendida inteligencia de la humanidad para que estas diferencias sociales se diluyan.

Para comprender las formas simbólicas del Carnaval en Tlaxcala, ratificamos nuestro acuerdo en observar las raíces occidentales de las historias culturales de los pueblos donde se impuso el cristianismo, pues a través de esta religión se trasladaron a Nueva España las características esenciales del Carnaval. Sin embargo, no son únicamente las historias de los pueblos de occidente las que leemos en el Carnaval, sino también las de las civilizaciones de Mesoamérica, pues tras la Conquista, la corona española dispuso su celebración para catequizar a los pueblos conquistados. Así como Roma le brindó en algún momento a sus esclavos la oportunidad de recrear los sueños de libertad perdida, España también lo hizo con los de Nueva España, expresándose así durante el festejo no sólo la resistencia a la dominación, sino también la pervivencia de antiguas fiestas religiosas prehispánicas expuesta en las danzas, música, trajes y máscaras de Carnaval.

Si la tradición del Carnaval es una creación para integrar el ser, si no es una simple copia de la realidad presente, la auténtica y más profunda tarea de la filosofía de la cultura, de una filosofía del lenguaje, o del conocimiento del mito, deberá consistir en penetrar en la esfera originaria de la visión intuitiva, retrotrayéndonos desde la esfera mediadora del mero significar y designar.

Si toda cultura aparece activa en la creación de determinadas formas simbólicas, la meta de la filosofía no consiste en ir a la zaga de todas estas creaciones, sino en comprenderlas y en tomar conciencia de su principio formativo fundamental.

NOTAS
Motolinia, Fray Toribio. El libro perdido, ED. Edmundo O'Gorman, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1989, p. 622.
Motolinia, Fray Toribio, Op Cit.
El subrayado es nuestro. Motolinia, Op Cit, p.68.
Motolinia, Op Cit, Cap. XXVII, pp. 122-126.
Motolinia, Op Cit, p. 620.
Sahagún, Fray Bernardino, Historia general de las cosas de Nueva España, Hauser y Menet, Madrid, 1907.
El subrayado es nuestro. Sahagún, Op Cit, p. 43.
Le Clézio, J.M. Op Cit, pp. 49-50
Le Clézio, J.M. Op Cit, pp. 52-53.
El subrayado es nuestro. Díaz del Castillo, Bernal. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Nuevo Mundo, México, 1943, pp. 371-372.
Le Clézio, J. M. Op Cit, p. 65.
Le Clézio, Op Cit, p. 67.
Sahagún, Op Cit, p. 157.
Lé Clézio, Op Cit, p. 67.
Sahagún, Op Cit
Muñoz, Camargo Diego, Historia de Tlaxcala, Gobierno del Estado de Tlaxcala, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Universidad Autónoma de Tlaxcala, México, 1998.
De Acosta, Joseph, Historia natural y moral de las indias, Sevilla, 1590.
Motolinia, (Benavente, fray Toribio de) Historia de los indios de la Nueva España, Porrúa, México, 1973.
Sevilla, Villalobos Amparo, et al, Danzas y bailes tradicionales del estado de Tlaxcala, Premia editora, México, 1983.
Cita tomada de Sevilla, Villalobos Amparo, Op Cit.
Lira, Andrés y Muro, Luis, "El siglo de la integración" en Historia de México, El Colegio de México, México, 1977.
Cuéllar, Bernal R. Tlaxcala a través de los siglos, Costa Amic editor, México, 1968.
Balandier, Georges. El desorden, Gedisa, España, 1990.
Da Matta, Roberto, Carnivols, Rogues and Heroes. An Interpretation of the Brazilion Dilemma, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1991.
Pomar, Ma. Teresa. Danza, máscara y rito ceremonia, SEP/FONART, México, 1996.
Cita tomada de Pomar, Ma. Teresa, Op Cit, p. 12.
Motolinia, Op Cit
BIBLIOGRAFÍA

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África: escenario de la colonización, esclavitud e imperialismo

África: escenario de la colonización, esclavitud e imperialismo

Lizbeth Jesika Cruz Martínez




No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil millones De habitantes, es decir, quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas... La élite europea se dedicó a fabricar una élite indígena; se seleccionaron adolescentes; se les marcó en la frente, con hierro candente,
los principios de la cultura occidental... Tras una breve estancia en la
metrópoli los devolvían a su país falsificados. Esas mentiras vivientes no tenían nada que decir a sus hermanos; eran un eco... Aquello se acabó: las bocas se abrieron solas; las voces amarillas y negras seguían hablando de nuestro humanismo, pero fue para reprocharnos nuestra inhumanidad.
Jean Paul Sartre


Conviene comenzar el presente ensayo señalando que al abordar el estudio de África en muchas ocasiones se tiene una visión estereotipada del continente, lo cual se debe en gran medida a la falta de interés que se a puesto en esta región, en este sentido se puede considerar que el estudio sobre África es poco conocido. Por eso al preguntarnos sobre ¿qué es África?, las primeras imágenes que se vienen a la mente es de un lugar lejano, pobre, desértico, con gente de distinta raza y distintas costumbres; y aunque muchos de estos calificativos pueden ser ciertos, la verdad es que otros continentes no están exentos de las mismas calamidades.

Pareciera ser que África no posee aspectos positivos y que incluso tiene futuro muy gris; a la vez parece que África no tiene un pasado y que su ingreso a la historia comienza en la década de los sesenta con las distintas luchas independentistas. Sin embargo, esto no es cierto, ya que África posee un pasado como el de cualquier otra sociedad, de hecho “... la sociedad africana de ayer era una sociedad solidaria, de participación, que había alcanzado un determinado humanismo: la jerarquía según la edad, o según la situación sociopolítica... Se trataba de la aplicación de un principio de estabilidad. Solidaridad en el trabajo, gracias a la propiedad común y a las asociaciones de trabajo, en las que quedaba excluido todo parasitismo”.1

África es diferente al resto del sistema internacional, lo cual es un detonador para la intolerancia y la incomprensión, en este contexto es importante recordar que el estudio de África ha estado marcado por la falta de sensibilidad a una cultura y modo de vivir distintos, es decir, ha sido de carácter eminentemente etnocentrista dirigido por la visión occidental. Por otro lado, no debemos olvidar que fue precisamente el mundo occidental quien decidió sobre el futuro de África, mediante la repartición del territorio en la Conferencia de Berlín (1884- 1885), quien se apropió de riquezas naturales que no le correspondían y fue quien relegó a los habitante a la supeditación, que actualmente aún tiene consecuencias.

Es así que siendo África un continente rico en culturas y en historia, su estudio se ha visto postergado a un segundo nivel, dando a otras regiones mayor importancia. Asimismo, se ha despreciado el estudio de este continente por no contar con la suficiente historia escrita, siendo que en África la tradición oral 2 es una fuente primordial en el estudio de las raíces de los pueblos. En este sentido, se puede decir, que no se han alcanzado a comprender las peculiaridades del continente.

Por otra parte, no se debe responsabilizar del todo al mundo occidental, de hecho África tiene gran parte de compromiso en el desarrollo de las distintas sociedades y formas de organización. Si bien el mundo occidental tiene mucho que ver en el atraso que vive la región, los africanos deben tomar conciencia de su rol en el sistema mundial, es decir, deben asumir su papel, dejando de lado lo que Immanuel Wallerstein ha calificado como afropesimismo.

Por otra parte, debe recalcarse el hecho de que aunque África parezca estar alejada del resto de los continentes, en la realidad actual no es así, la interdependencia haalcanzado todos los estratos de la vida, por lo que África no debe ser considerado como un ente aparte; más bien se debe tomarse como parte del sistema mundial y por lo tanto como problemática que atañe a todos. A la vez es tiempo de plantearse nuevas alternativas y posibles soluciones que incluyan a dicho continente. En este sentido, “Nuestros horizontes temporales tienen que ser más largos que hasta ahora, en términos del uso de nuestros recursos, tanto naturales como humanos. Y África está bien ubicada para tomar la delantera en este tipo de reconstrucción”.3

Ahora bien, una vez que hemos dado una visión general de África en el contexto internacional, es menester señalar que el continente africano ha sido de las regiones más explotadas y devastadas del orbe, principalmente si tomamos en cuenta el saqueo del que fue objeto durante mucho tiempo. Es importante mencionar que dicho saqueo no sólo correspondió a los recursos naturales, sino a los recursos humanos del continente. Por otro lado, el saqueo fue acompañado por formas de explotación que llevaron a los africanos a enfrascarse en una contradicción de su propio ser, la cual encuentra su fundamento en las ideas de superioridad impuestas por los colonizadores europeos.

Siguiendo este orden de ideas, se puede decir que las formas de explotación difirieron según la potencia colonizadora, así podemos identificar dos tipos de colonización, a saber: la directa y la indirecta, siendo los casos más representativos el francés y el inglés, respectivamente. En la colonización directa, se terminó con todo vestigio de la antigua administración; mientras que en la indirecta, el grado de dominación fue más tenue, lo cual no quiere decir que haya sido menos profundo, simplemente se recurrió a la permanencia de las estructuras originales africanas, acompañando este método de la occidentalización de la clase administrativa, la cual era oriunda de África.

Si bien es cierto que para los africanos, la etapa colonial fue tan sólo un paréntesis, no cabe duda que la colonia fue una época que dejo marcado al continente africano, ya que fungió como una organización política, económica e incluso social. Así, “La colonización forma parte de África y no es una simple superposición que habría dejado intacta la base cultural africana. Nadie sale indemne de una relación de frontera y menos aún de una relación jerárquica de dominación en la que las fronteras pierden los contornos”.4

En lo referente a la esclavitud, cabe señalar que si bien antes de la intromisión de los europeos en el continente africano, el esclavismo era un sistema establecido por los propios habitantes africanos, sus características se diferenciaron del régimen impuesto por los colonizadores, principalmente por el elemento de la explotación, es decir, mientras que en el sistema africano, el esclavismo era más un tipo de servidumbre y el esclavo era concebido como parte de la comunidad e incluso llegaron a ocupar puestos importantes dentro de la jerarquización africana; con la llegada de los europeos la esclavitud dio ungiro de 180° para convertirse en un sistema de explotación, dicho en otros términos, la colonización impuso nuevas estructuras a las sociedades africanas.

Ahora bien, a partir de los siglos XVII y XVIII y una vez establecido el poderío europeo sobre el africano, comenzó la trata de esclavos, la cual puede ser considerada como el negocio más lucrativo de la época. En este sentido, “África era un mercado ideal para las nacientes industrias textil, metalúrgica y licorera; a cambio de manufacturas europeas de malísima calidad, se arrancaban del África los brazos que hacían falta allende el Atlántico para cerrar el triángulo del oro, dejando a los tratantes inmensas ganancias”.5

El denominado triángulo del oro fue un proceso mediante el cual los negros eran arrebatados de África y conducidos a América para iniciar un proceso productivo de materias primas, las cuales serían enviadas a los países europeos para culminar en la industrialización de las mismas, donde a su vez se comenzaría otro proceso de explotación, es decir, el de los obreros europeos. En esta línea, se puede ver que el proceso productivo de la trata de esclavos derrochó enormes ganancias, pero sólo para un pequeño grupo: la clase dirigente capitalista. En contrapartida, el continente Africano quedó desangrándose dentro del total caos económico, político y social.

Durante la colonización, las grandes potencias se hicieron de varios medios para hacer más efectivo dicho proceso, uno de estos medios y quizás el más importante fue la occidentalización de un sector de la sociedad africana, es decir, se tomó al grupo social más culto para introducirles mediante la educación, valores, comportamientos y la lógica occidental, asimismo, se les enseñaron las lenguas colonizadoras, esto básicamente para que dicha clase administrara las colonias bajo el paradigma occidental.

Sin duda el efecto más importante del proceso de occidentalización, fue que este preparó el terreno para los procesos independentistas en África, puesto que la clase occidentalizada - principalmente los sectores radicales - no dejó de estar arraigada a las sociedades africanas y dieron inicio a los movimientos independentistas, retomando ideologías europeas de carácter nacionalista. Sin embargo, los motivos que llevaron a esta clase occidentalizada a tomar en sus manos la lucha independentista, se debió al deseo de tomar las riendas del poder para poder terminar con la llamada triple humillación: clase, raza y cultura.

En esta lógica, los movimientos independentistas tomaron como bandera de lucha dos movimientos que fungirían como variantes nacionalistas, surgidas de la diversidad colonial, a saber: el panafricanismo y la negritud 6, de los cuales el panafricanismo resulta más trascendente, pues su organización era de un carácter eminentemente político.7 Sin embargo, cuando las independencias se realizaron, el nacionalismo representado por el panafricanismo se escindió, con lo que los intentos por crear un Estado africano se vieron limitados con la creación de la Organización de la Unión Africana (OUA). En este sentido, se puede afirmar que “... el panafricanismo fue la variante política del nacionalismo, de un nacionalismo que expresaba la realidad de una nueva clase social africana, la de los occidentalizados”.8

En la formación de los Estados poscoloniales no se debe dejar de lado la importancia que tuvieron otros movimientos dentro de las sociedades africanas, talescomo campesinos, religiosos, étnicos, proletarios, entre otros. Estos grupos llegaron arepresentar una la verdadera fronda anticolonial. A este respecto, Iniesta considera que laclase occidentalizada sólo representó la punta del iceberg, principalmente porque “... su ideología era la nacionalista, la misma que constituía la columna vertebral del capitalismo occidental y sus Estados- nación”:9

Ahora bien, la entrada a la independencia de los Estados africanos, no representó su acceso al desarrollo, de hecho la lucha por mejores horizontes se volvió más cruenta, ya que a la precaria situación que se vivía en el continente se anexo la mala administración de los gobiernos que accedieron al poder. En este contexto, se puede hablar incluso de gobiernos de corte autoritario, que en su búsqueda por cierta estabilidad cayeron en los excesos de la represión en lo que respecta a la participación política, llegando incluso al establecimiento de regímenes de partido único.

En cuanto al sistema económico, se puede ver que la mayoría de los Estados africanos se inclinaron por iniciar proyectos de industrialización basados en la sustitución de importaciones, cuyo objetivo principal se definía como la autosuficiencia. Sin embargo, estos modelos no tuvieron la pujanza suficiente para levantar y dar apoyo al sector agrícola, más bien sus éxitos fueron limitados, llevando a África a entrar a una dinámica de endeudamiento con las grandes potencias y los organismos financieros internacionales. Es así que en la actualidad, “... la mayoría de las economías africanas importa productos del exterior y exporta materias primas. Junto a los gastos militares, el monto de los préstamos al exterior para financiar las necesidades internas, no sólo ha conducido a Una deuda creciente y a un flujo neto de los recursos financieros, sino también ha incrementado el desfase respecto de la economía mundial”.10

Siguiendo este orden de ideas, se puede ver que en África el abuso del poder político se ha combinado con los deficientes sistemas económicos y la falta de desarrollo, generando además ciclos de corrupción en la burocracia gubernamental que dañan aún más la integridad estatal.

Conforme fue pasando el tiempo los Estados africanos se fueron alejando cada vez más de un despegue social y acercándose inevitablemente a una depresión en los sectores económico, político y social; lo que a su vez llevó a la gestación de insuficiencias en los sistemas educativos, salubres, de bienestar social, etc. No cabe duda de que el panorama africano se presenta deprimente, basta mencionar las problemáticas de hambruna, la pandemia del SIDA11, el retroceso de la producción de alimentos, la deuda externa, los conflictos de carácter étnico y la fragilidad política de los Estados. Dicho esto, parecería que la historia de la independencia no ha llegado a su fin.

Ante este escenario, la comunidad internacional ha mostrado un afropesimismo, no obstante ni los habitantes del continente ni el propio sistema internacional, pueden permitirse este tipo de conformismo, ya que aunque las soluciones para África no estén palpables y tampoco se vislumbren a un corto plazo, deben buscarse tanto al interior de los Estados africanos como en el propio orbe. En esta línea, P. Anyang´Nyong´O propone que se debe comenzar buscando respuestas al interior del continente, de hecho plantea “Reestructurar el estado en África: democratizándolo, transformándolo, haciéndolo un estado popular, nacional y democrático. Esto es un proceso que no puede estar presidido por aquellos que ya tienen el privilegio del poder político. Debe haber fuerzas populares en la sociedad que harán presión para ello, que lo exigirán, que obligarán a que surja”. 12

En sí, África necesita de un renacimiento, ya que desde su acceso a la independencia hay en la sociedad un sentir de desilusión por la misma, principalmente porque no ha cumplido sus promesas. Dicho renacimiento no debe pensarse desde la perspectiva europea, sino más bien tiene que encontrar sus orígenes al interior del continente africano. Asimismo, el renacimiento no debe concebirse en términos limitantes, puesto que “... su victoria no se inscribe sólo en mejorar las condiciones de vida de los africanos, sino también en la extensión de las fronteras de dignidad humana”.13

Asimismo, al interior el continente africano enfrenta secuelas de la colonización y la trata de esclavos, dichas secuelas se traducen en graves problemáticas fomentadas por los propios gobiernos africanos, los cuales no han tomado las riendas de sus Estados, así como tampoco han podido proponer e implementar verdaderas soluciones que saquen a África del atolladero en el que se encuentra. Dicho en otros términos, si bien las problemáticas prevalecientes en África son consecuencia directa de la dominación europea, no se le debe restar responsabilidad a los propios africanos, quienes necesariamente tienen que continuar con la lucha para alcanzar el desarrollo y el bienestar de las sociedades africanas.

El panorama futuro para África se presenta cruel y devastador, incluso se puede llegar a creer que no hay solución pensable para el continente, sin embargo, el fin de la historia aún no está escrito y por más desolador que parezca el paisaje, África debeencontrar el camino que la saque del círculo vicioso en la que está inmersa, mediantemecanismos que permitan retomar la propia esencia del continente, con lo cual no se pretende decir que el sistema internacional no deba intervenir en este proceso, de hecho se trata de una tarea conjunta, principalmente si se toma en cuenta la deuda histórica que el mismo tiene con África.

Ahora bien se debe tomar en cuenta que el contexto internacional actual está marcado por la interdependencia y la globalización14, por lo que la comunidad internacional juega un papel importante, fungiendo como el motor principal que ayude a promover la inserción del continente en el concierto internacional. Dicho en otros términos, el mencionado caos sigue prevaleciendo en la realidad africana e incluso más profundizado, ya que “A esta tragedia histórica se suma el impacto de la globalización14 “La globalización es un proceso de dominación y apropiación del mundo. La dominación de estados y mercados, de sociedades y pueblos, se ejerce en términos político- militares, financiero- tecnológicos y socioculturales. La apropiación de los recursos naturales, la apropiación de las riquezas y la apropiación del excedente producido se realizan - desde la segunda mitad del siglo XX - de una manera especial, en que el desarrollo tecnológico y científico más avanzado se combina con formas muy antiguas, incluso de origenanimal, de depredación, reparto y parasitismo, que hoy aparecen como fenómenos de privatización, desnacionalización, desregulación, transferencias, subsidios, exenciones, concesiones, y su revés, hecho deprivaciones, marginaciones, exclusiones, depauperaciones que facilitan procesos macro sociales deexplotación de trabajadores y artesanos, hombres y mujeres, niños y niñas. La globalización se entiende deuna manera superficial, es decir, engañosa, si no se le vincula a los procesos de dominación y de apropiación.neoliberal, que aumenta la brecha entre países desarrollados y subdesarrollados e intensifica los niveles de desigualdad y , por consiguiente, de discriminación por razones de raza, género, creencias religiosas u orientación sexual”.15

Finalmente cabe señalar que si bien es cierto que la situación que actualmente prevalece en África es consecuencia de su pasado histórico no se debe soslayar el papel que ha jugado a partir de los procesos de independencia la propia élite africana. Ambos elementos los podemos inscribir en la lógica del sistema capitalista, el cual fundamenta suaccionar en mecanismos de violencia y apropiación.

En esta lógica, debemos mencionar que “La dominación de los pueblos de la periferia por las oligarquías del capitalismo hegemónico del centro es un hecho de violencia. La organización planetaria del mercado, el sistema mundial de significados que impone, designa a sus muertos... En el estadio último de desarrollo del modo deproducción capitalista, en el momento histórico de apogeo del imperialismo, la dominación del hombre por el hombre reviste formas nuevas, todavía más violentas en sus efectos que en el pasado. Lo que está en juego en la guerra civil planetaria entre una minoría de ricos y la multitud de pobres es actualmente el control de los procesos de orientación, de regulación y de decisión de la evolución del mundo a partir del monopolio del capital, del conocimiento científico y de la creatividad intelectual.”16

En última instancia y paradójicamente la estructura del sistema capitalista y el imperialismo en sí, acaba por dañar a todos: ya se hable de africanos o europeos, pobres y ricos, dominados y dirigentes, centro y periferia. Pues si bien en Occidente se lleva una vida con mayores desahogos y se suponen sociedades más libres, “somos destruidos ennuestra humanidad por el simple hecho de que a través de nuestro trabajo cotidiano,reproducimos, realizamos, concretamos la funcionalidad del capital. Ningún hombre es una isla”.17

NOTAS

1 Joseph Ki- Zerbo. Historia del África negra. Pág. 927.
2 Las tradiciones en África se transmiten d e generación en generación y de boca a oído. La tradición oral es la gran escuela de la vida, que recubre y abarca todos los aspectos. A. Hampaté Ba. “La tradición viviente” en Historia General de África. Pág. 186.
3 Immanuel Wallerstein. Después del liberalismo. Pág. 71.
4 Iniesta, Kuma, “Formación y crisis del Estado colonial”, Historia del África negra. Pág. 190.
5 Luz María Martínez Montiel, “Esclavitud y capitalismo en América”, Pardos, mulatos y libertos. Pág. 232.
6 Ambos movimientos se generaron fuera del continente africano, pasando de las Antillas a Europa. Cabe destacar que el primero conserva un carácter político, ya que proclamaba la unidad africana para llegar a la creación de un Estado africano; mientras que la negritud se puede considerar como un movimiento de tipo cultural, que básicamente proponía la asimilación de los negros por ellos mismos.
7 Que incluso comenzó como un movimiento que buscaba la igualdad al interior de Estados Unidos, siendo su principal exponente y organizador Du Bois.
8 Ibídem. Pág. 195.
9 Ibídem. Pág. 196.
10 P. Anyang´Nyong´O, “La participación popular y el desafío de la autosuficiencia en África”, África. Inventando el futuro. Pág. 128
11 2.3 millones de africanos murieron de SIDA en 2001, otros 28 millones están sentenciados a muerte. Tan sólo en Sudáfrica 100 000 bebes nacen con el virus cada año. El país que más índices de VIH tiene es Burkina Faso, donde 1 de cada 10 habitantes está infectado.
12 P. Anyang´Nyong´O. Op. Cit. Pág. 134.
13 Thabo Mbeki, “The african renaissance”, South Africa and the world.
14 John Saxe- Fernández. “Globalización e imperialismo”, Globalización: crítica a un paradigma. Pág. 12.
15 Contribución de las ONG cubanas e internacionales radicadas en Cuba al Forum de las ONG y a la Conferencia Mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas conexas de intolerancia. Apuntes sobre el debate, 21 agosto 2001.
16 Jean Ziegler. Saqueo en África. Pág. 23.
17 Ibídem. Pág. 24.


Bibliografía

· A. Hampaté Ba. “La tradición viviente” en Historia General de África. Tomo 1, Pág. 187- 222.

· Contribución de las ONG cubanas e internacionales radicadas en Cuba al Forum de las ONG y a la Conferencia Mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas conexas de intolerancia. Apuntes sobre el debate, 21 agosto 2001.

· Iniesta, Kuma, “Formación y crisis del Estado colonial”, Historia del África negra. Pág. 189- 197.

· KI- ZERBO Joseph. Historia del África negra (Del siglo XIX a la época actual). Alianza Universidad, Madrid, 1980. Pág. 923- 941.

· LAMINE, Dia Amadou, “Estrategias para la integración en la economía mundial”, Globalprogress.com

· MARTÍNEZ, Montiel Luz María, “Esclavitud y capitalismo en América”, Pardos, mulatos y libertos. Pág. 231- 249.

· P. Anyang´Nyong´O, “La participación popular y el desafío de la autosuficiencia en África”, África. Inventando el futuro. Colegio de México, México, 1992. Pág. 121- 135.

· Saxe- Fernández, John (coordinador). Globalización: crítica a un paradigma. Plaza Janés, México, 2002, pp. 365.

· Thabo Mbeki, “The african renaissance”, South Africa and the world. April, 1998.

· WALLERSTAIN, Immanuel. Después del liberalismo. Editorial Siglo XXI, México, 1996. Pág. 48- 71.

· ZIEGLER, Jean. Saqueo en África. Siglo XXI, México, 1979, pp. 281
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