viernes, diciembre 02, 2011

Agroquímico DBCP: un fantasma en las bananeras del sur

02.12.11 - América Latina

Vicent Boix Bornay
Escritor catalán
Adital
El caso del Dibromo Cloropropano (DBCP) es un ejemplo –un triste, a la vez que nítido, ejemplo– del poco valor que adquiere la salud pública cuando los intereses económicos aparecen en escena. Este menosprecio por la vida se incrementa en los países empobrecidos, a la vez que se ignora y se frena cualquier intento de la justicia por indemnizar el daño causado. Pocos casos reúnen tantas pruebas, documentación y testimonios como el que a continuación se relata.
El inicio
El DBCP fue un producto químico aplicado en numerosos cultivos de varias naciones de mundo como Estados Unidos (EEUU), Israel o España, aunque destacó su uso en las grandes plantaciones bananeras de varios países del sur (Costa Rica, Filipinas, Honduras, Nicaragua, Burkina Faso, Guatemala, Costa de Marfil y Panamá, entre otros).
Se sintetizó por primera vez a mediados del siglo pasado, gracias al trabajo realizado por el Dr. Karl T. Schmidt, miembro en aquellos años del Instituto de Investigaciones de la Piña en Hawaii. Sin embargo, sería otro científico de esta institución, el Dr. Earl J. Anderson, quién casualmente descubriría en 1953 el poder esterilizante del producto en ciertas plagas de las piñas.
Dos años después empezó a utilizarse como nematicida en EEUU, combatiendo a una especie de gusanos parásitos que se alimentan generalmente de las raíces de las plantas. Se denominan nemátodos y dentro del mundo de la agricultura industrial se hizo urgente la fabricación de un compuesto que pudiera frenarlos, ya que ocasionaban innumerables mermas en la producción. El DBCP no eliminaba la plaga, sino que esterilizaba a sus miembros y evitaba así su reproducción y propagación.
En aquellas épocas, este tipo de productos no necesitaron registros especiales en EEUU y, por tanto, durante los primeros años el DBCP se comercializó sin valorar, estudiar y determinar su posible toxicidad. Conforme explica Susanna Bohme, historiadora y editora adjunta de la International Journal of Occupational and Environmental Health «Los nematicidas como el DBCP no fueron incluidos en la legislación para el control de plaguicidas cuando se aprobó en 1947. Entonces era legal venderlo sin registro alguno. En 1959 la cosa cambió y una nueva ley obligó a dicho registro».2
Los efectos tóxicos y la aprobación del DBCP
Ya en 1955, Shell Oil Company había iniciado su fabricación y lo vendía con el nombre de Nemagon. Meses después lo hizo Dow Chemical que lo bautizó como Fumazone. En los primeros años ambas empresas produjeron y vendieron DBCP sin la obligación de tenerlo registrado y sólo proporcionando una ligera información sobre su uso. Pero con los cambios legislativos que se avecinaron, tuvieron que enfrentar conjuntamente el registro y el estudio de los impactos en la salud humana.
Fue así como sus efectos negativos empezaron a vislumbrarse en las primeras pruebas en animales de laboratorio. El Dr. Charles Hine –científico de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, contratado por Shell para realizar los estudios sobre este producto– en una carta fechada en marzo de 1957 y dirigida al científico de Dow, el Dr. Ted Torkelson, ya advertía de «…lecturas incidentales de daño y atrofia testicular…».3
Un escrito interno de Shell redactado un año después incidía en los efectos tóxicos del DBCP, ratificaba el contacto entre las dos multinacionales y desvelaba que ambas conocían las primeras conclusiones. Esta carta decía: «Le adjunto copia del informe confidencial del Dr. Hine y otros, de la Universidad de California, sobre la toxicidad del vapor de Nemagon. Me he enterado por conversaciones con el doctor Hine que información de este tipo es conocida también por Dow Chemical Company. Dow ha estado particularmente afligida por los efectos causados en los testículos».4
Durante los siguientes años los dos científicos mantendrían correspondencia sobre sus avances. De hecho, en marzo de 1961, un equipo de especialistas encabezado por ambos publicaría en la revista Toxicology and Applied Pharmacology lo que sería el primer estudio científico con información abundante sobre los efectos del DBCP. Dicho trabajo fue parcialmente financiado por Shell Development Company como se especificaba en la misma publicación. El estudio desveló diversos efectos adversos a concentraciones elevadas y confirmaba al DBCP como un tóxico capaz de inducir infertilidad masculina a concentraciones bajas. También se proponían medidas de diversa índole para frenar sus efectos, y finalmente, se sugería una concentración en el aire menor a una parte por millón (ppm).
A pesar del riesgo evidente fruto de investigaciones científicas, el producto siguió expandiéndose. En EEUU, una tercera compañía, Occidental Chemical Company, lo empezó a distribuir al adquirirlo primero de Shell y luego de Dow. Por su parte, éstas iniciaron los trámites legales para registrar el DBCP. En aquella época era el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) quien estaba encargado de registrar y ponderar la seguridad de un determinado producto. Inicialmente, dicho organismo se comunicó con Shell para solicitarle información médica de los operarios que trabajaban en la elaboración del DBCP en varias factorías diseminadas por Estados Unidos. También indicaron algunos comentarios que debían estar incluidos en las futuras etiquetas del producto.
Ante estas peticiones los responsables de la compañía se quejaron por la posición tomada por la USDA, alegando textualmente que «La División de Control de Pesticidas del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos se mostró preocupada por los peligros asociados con los usos del fumigante de tierra Nemagon y han propuesto etiquetados para las diversas fórmulas ahora en venta. Existe consenso entre nosotros de que las autoridades son demasiado cautas y que la advertencia de las etiquetas que propugnan tendría un efecto adverso en la venta de este producto».5
Las presiones de Shell surgieron efecto y la USDA suavizó su postura inicial a cambio de la realización de nuevas pruebas médicas a operarios que manipulaban el DBCP. Los controles se realizaron en la planta de Shell en Denver (Colorado), con la salvedad, según la documentación recabada, de que el médico encargado de las mismas no fue informado de que se buscaban probables daños en los testículos.
Paralelamente el Dr. Hine fue designado por ambas empresas para apoyar la aprobación del DBCP. Para ello elaboró un informe similar al publicado en la revista Toxicology and Applied Pharmacology. En él aconsejaba concentraciones menores a un ppm y advertía sobre la utilización de equipos de protección individual para evitar la inhalación y el contacto cutáneo con la sustancia. Pero en marzo de 1962 un encargado de Shell devolvió dicho informe con una serie de anotaciones, entre ellas la de eliminar cierta información comprometida.
Con este documento retocado y con unos exámenes médicos de los operarios de Denver que, como era de esperar, mostraron resultados positivos, los fabricantes informaron que el Nemagon y el Fumazone podían ser utilizados sin «riesgo excesivo». El gobierno rebajó su posición inicial registrando el producto y permitiendo unas etiquetas con advertencias suaves. Era ya 1964.
Los campos bañados
En EEUU el DBCP fue utilizado mayoritariamente por agricultores autónomos desde la década de los cincuenta. En las Islas Canarias (España) también fue aplicado por campesinos locales y en 1963 el Nemagon y el Fumazone eran publicitados ampliamente en periódicos canarios. Una Orden del gobierno español fechada en 1962 autorizaba a una empresa barcelonesa a importar el ingrediente activo para la fabricación del DBCP. Además, la información encontrada abre la posibilidad de que ambas marcas pudieron ser comercializadas en Canarias en 1960, es decir, cuatro años antes de su aprobación en EEUU.
En los países empobrecidos de Asia, África y, fundamentalmente, Centroamérica, el DBCP no fue utilizado, al menos de forma notoria, por agricultores locales independientes. En estas naciones el nematicida empezó a diseminarse entre finales de los años sesenta e inicios de los setenta, mayoritariamente en plantaciones bananeras pertenecientes o que vendían su producción, a compañías englobadas en las multinacionales agroexportadoras Chiquita Brands, Del Monte y, sobre todo, Dole Food Company.
En estas grandes fincas laboraron decenas de miles de peones realizando funciones variadas. Diversos testimonios de ex trabajadores bananeros de diferentes países han coincidido al afirmar que no fueron informados sobre los riesgos del DBCP, ni tampoco recibieron formación, ni equipos adecuados de protección y algunos han declarado que las etiquetas no se entendían porque venían en inglés.
En las bananeras fueron tres las posibles vías de exposición con el ser humano. Primero, por contacto dérmico cuando se aplicaba el agroquímico. Segundo, vía oral, ya que el DBCP, tras sus aplicaciones, pudo filtrarse hasta alcanzar los pozos de agua y los acuíferos y en aquellos años los obreros bananeros vivían dentro de las fincas y bebían, cocinaban y se lavaban con las aguas de dichos pozos. La tercera vía pudo ser la respiratoria mediante la inhalación en los campos. Sobre este aspecto las transnacionales se han defendido aduciendo que el DBCP se aplicaba entre una y tres veces al año. Sin embargo, el éxito del producto una vez dispersado dependía de su transformación en un vapor que actuaba sobre los nemátodos y que podía alargarse por días y semanas, periodos en los que también pudo ser aspirado por las personas que realizaban sus labores en las fincas.
La prohibición
Con el uso en los países empobrecidos el DBCP alcanzó su mayor volumen de venta en la década de los setenta. En ese mismo periodo, las investigaciones científicas siguieron avanzando. Nuevos estudios certificaron los riesgos de infertilidad masculina y uno del National Cancer Institute determinó que el agrotóxico era cancerígeno en animales de laboratorio. Se cree que este estudio vio luz en 1978, pero pudo ser conocido por Dow dos años antes.
A pesar de todas las nuevas evidencias en los laboratorios y a pesar del opaco proceso de aprobación y registro, el DBCP siguió vendiéndose sin que aparentemente se tomaran medidas para limitar sus posibles daños en los humanos. Sólo una triste casualidad encendió definitivamente las alarmas.
En 1976, Wesley Jones, trabajador de la planta de Occidental en Lathrop (California), acudió a un hospital aquejado de problemas en los testículos. Le realizaron pruebas, detectaron anomalías en el esperma y le aconsejaron que abandonara su puesto de trabajo. Jones accedió y reclamó una compensación por los daños, pero Occidental examinó el caso y lo transfirió a un médico: el Dr. Charles Hine.
En una entrevista el trabajador reconoció al especialista que los problemas testiculares evitaron que pudiera tener hijos y que sospechaba de los compuestos que se elaboraban en la empresa, por eso el operario facilitó un listado de productos con los que tenía contacto. No obstante, Hine descartó la relación entre la infertilidad de Jones y su puesto en Occidental. Añadió que no estaba incapacitado para seguir trabajando en la planta y omitió cualquier comentario acerca del DBCP, a pesar de sus claros conocimientos. Finalmente el médico manifestó que no había encontrado nada en la literatura científica y en sus archivos, que permitiera concluir que los problemas de Jones tenían como origen algún producto químico.
Ante los hechos, un segundo obrero con síntomas idénticos a los de Jones, contactó con el sindicato Oil, Chemical & Atomic Workers Union (OCAW), que logró convencer a un grupo de siete trabajadores para que se realizaran pruebas médicas. OCAW solicitó a Occidental información toxicológica sobre ciertas sustancias y también que financiara los siete exámenes. Pero la compañía se negó a todo y sólo la casualidad dio esperanzas a los trabajadores cuando unos cineastas que estaban trabajando en un documental sobre salud laboral decidieron financiar dichas pruebas médicas.
Los análisis estuvieron listos en julio de 1977 y las conclusiones resultaron conmovedoras: los siete trabajadores sufrían diversos grados de esterilidad. La noticia se hizo pública rápidamente y los problemas testiculares se detectaron también en varias factorías de Shell y Dow, que en agosto anunciaron que interrumpirían la elaboración de DBCP.
Semanas después, la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), expresó su intención de suspender este producto químico. De esta forma se iniciaba un procedimiento que duraría dos años, que arrancó con la prohibición temporal del DBCP para ciertos usos. Para justificar dicha decisión, la propia EPA reconoció los efectos adversos en el aparato reproductor masculino y la posibilidad de que el DBCP fuera cancerígeno. Sin embargo, determinó que el riesgo lo corrían los operarios de las factorías que lo fabricaban, y no los trabajadores del campo que lo aplicaban. De esta forma, en octubre de 1977, en EEUU se prohibió el uso del DBCP en la mitad de los cultivos en los que se utilizaba, de tal manera que continuó aplicándose en otros sembríos aunque de una forma supuestamente más controlada, restringida y segura.
Que la suspensión sólo fuera parcial y sobre todo la segmentación entre operarios de factorías y de campos, dio alas a varias empresas para seguir utilizando el agrotóxico en los países empobrecidos. Occidental dio muestras de querer seguir fabricándolo. Una cuarta empresa, AMVAC Chemical, lo continuó vendiendo pero adquiriéndolo de dos factorías situadas en México. El DBCP se siguió empleando en las fincas propiedad o que vendían su producción a Dole, en al menos Nicaragua y Honduras. A principios de 1978, Dow y Standard Fruit Company (Dole) firmaron un contrato por el cual la primera le vendía a la segunda parte del inventario existente de DBCP, pero para ser utilizado fuera de EEUU. Documentación encontrada sitúan al Nemagon y al Fumazone en Nicaragua hasta por lo menos finales de 1978.
La gravedad del caso no sólo estriba en que el agroquímico se siguió utilizando en aquellas naciones donde no había sido prohibido o limitado. Lo más preocupante de todo es que, a pesar del aviso de Lathrop, no se tiene constancia de que los obreros en los países del sur fueran informados y provistos de equipos de protección.
En 1978 se estableció la concentración definitiva en 0,001 ppm (mil veces menor a la aconsejada por el Dr. Hine años atrás). Y en octubre de 1979, la EPA prohibió prácticamente todos los usos de DBCP en EEUU. Al parecer, nuevas investigaciones realizadas en los dos años anteriores situaron al DBCP como un importante riesgo para la salud pública. Los nuevos estudios determinaron que el DBCP ocasiona cáncer en animales y es posible que en humanos; que es capaz de afectar adversamente la función testicular en hombres y que es mutagénico6 en animales y humanos. Además la EPA se desdecía respecto a 1977 al concluir que la exposición y el riesgo también podía tener lugar en el campo de cultivo, incluso días después de la aplicación, y en zonas aledañas a la finca tratada.
¿Prohibido?
En 1979 también se suspendió el DBCP en Costa Rica al descubrirse sus riesgos y Dole trasladó el remanente a Honduras ya que allí no existían restricciones. Testimonios de un ejecutivo de AMVAC en el libro Circle of poison, desvelarían que la frutera, para evitar problemas legales, inició la adquisición de forma indirecta a través de importadores locales.7 Informes internos de Standard presentados en juicios probarían que en 1980 lo regaba en Nicaragua, y en 1986 lo empleaba en Filipinas según datos citados por el Toxics Use Reduction Institute de la Universidad de Massachusetts.8
En EEUU dejó de fabricarse supuestamente en 1977, pero dos plantas mexicanas siguieron suministrando DBCP a AMVAC. En ambas existieron damnificados, pero en 1978 se aplicaron estrictas medidas de seguridad. El encargado de recomendarlas fue el Dr. Enrique Márquez –en esos años director de Higiene y Saneamiento Ocupacional de la Subsecretaría del Mejoramiento del Ambiente en México– que manifestó: «De hecho toda la planta se reacondicionó de modo que el trabajador llegaba a una sala donde se quitaba toda su ropa y entraba a otra donde tenía su equipo de protección que constaba de traje tipo astronauta con escafandra conectada a una manguera que del exterior les proporcionaba aire filtrado. Se les restringía el tiempo de exposición en la sala cerrada donde se producía el DBCP. Al terminar su turno, pasaban a otra sala donde se quitaban todo el equipo y luego entraban al cuarto de baño a ducharse profusamente y salían a la sala donde habían dejado sus ropas. Además todos eran sujetos a examen clínico periódico…».9
Es interesante esta descripción porque permite vislumbrar la peligrosidad del DBCP y las rigurosas medidas que se implantaron, con lo cual surge un interrogante sumamente importante: ¿Informaría y aplicaría Dole protocolos de seguridad similares en las bananeras? Decenas de testimonios de bananeros dicen que no. Además documentos internos de la empresa corroboran que se eludieron ciertas pautas y nunca en un juicio presentaron evidencias sobre normas de protección adecuadas. El documental Bananeras, producido en 1982 por los cineastas nicaragüenses Ramiro Lacayo y Frank Pineda, es un estremecedor documento gráfico sobre las infrahumanas condiciones en las que vivían y trabajaban los bananeros de la Standard Fruit de Nicaragua. En la película se pueden ver grandes aspersores rociando agua y químicos sobre las matas de banano a los peones desprotegidos caminando descalzos sobre el barro formado y a estas personas y a sus familias viviendo en chabolas dentro de las fincas.10
Ya en los años ochenta y sobre todo en los noventa, el DBCP se fue prohibiendo y su uso se extinguió, aunque noticias periodísticas lo han ubicado en Filipinas y Panamá en 1991 y 2000 respectivamente.
Las noticias del caso que acaecieron en los campos hasta mediados de los ochenta, se han trasladado en la actualidad a juzgados de varios países del mundo, donde miles de ex trabajadores bananeros infértiles por el DBCP, provenientes de
naciones empobrecidas, siguen buscando hoy en día una gota de justicia. La actual lucha legal de los obreros afectados es más interesante, enrevesada y esperanzadora. Se resumiría en la siguiente idea: el entramado que dio vida al DBCP y que lo toleró permitiendo el enriquecimiento de ciertas transnacionales en detrimento de la salud, es el mismo que ahora elude responsabilidades y obstaculiza cualquier conato de justicia. Las multinacionales, lógicamente, han evitado y torpedeado los procesos legales, gracias a unos sistemas jurídicos que las protegen. Por motivos de espacio no se ha mencionado en el presente artículo este interesante capítulo en la vida del DBCP.
Conclusión: Irresponsabilidad por triplicado
Durante la aprobación del producto las autoridades norteamericanas fueron muy permisivas, hasta el extremo de aceptar las sugerencias interesadas de unas multinacionales que ansiaban un registro rápido y un etiquetado débil que no dificultara unas prometedoras ventas.
Cuando estalló el escándalo en la factoría de Lathrop no se aplicó el principio de precaución y por dos años más se siguió utilizando parcialmente en EEUU. La segmentación inicial entre los obreros de las factorías que lo fabricaban y los del campo que lo aplicaban significó el recoveco por donde se colaron las transnacionales que quisieron seguir elaborándolo y aplicándolo en las naciones empobrecidas.
En 1989, el Congreso de EEUU determinó que la EPA no tenía ningún procedimiento normalizado que permitiera dar a conocer y avisar a otros países, sobre las características y riesgos de un determinado químico. Esto, junto a las débiles legislaciones y los casi inexistentes sistemas de control en los estados del sur, facilitó que el DBCP se siguiera empleando en estas naciones después de 1977.
Por otra parte dos compañías fabricantes conocían desde finales de los años cincuenta la toxicología del agroquímico y por eso han sido acusadas de ocultar información. Socorro Toruño, juez nicaragüense encargada de dirimir uno de los pleitos emprendidos por los afectados del DBCP, declaró en una sentencia que «la empresa Shell no dijo la verdad al Gobierno de EEUU omitiendo comunicarle la información que éste requería y que la empresa Shell claramente poseía. Esto hubiera demostrado la peligrosidad del Nemagon, puesto que las advertencias sugeridas por las autoridades estadounidenses finalmente no fueron impuestas (…). Queda claro que la empresa Shell pasó de la retención pasiva de información (…) a la distorsión activa de los hechos, lo que es peor».11
Algunas empresas siguieron interesadas en vender y aplicar el producto tras la primera suspensión en 1977 y otras incluso tras la definitiva en 1979. Los testimonios existentes permiten concluir que en las bananeras no se aplicaron las medidas de protección recomendadas, que ya existían desde hacía años pero que en EEUU se endurecieron a partir de 1977. Para defenderse de estas graves acusaciones, Dole siempre alegó que desconocía los efectos del DBCP porque no había sido informada por las empresas fabricantes. Sin embargo, hoy en día existen pruebas que demostrarían que esta frutera debió conocer los efectos adversos del DBCP incluso en el año 1963, fecha en la cual el Dr. Earl J. Anderson resumía los riesgos de este producto en una publicación del Instituto de Investigaciones de la Piña en Hawaii al cual pertenecía Dole.
Notas:
(1) Vicent Boix es autor de El parque de las hamacas, libro que narra la historia completa del agroquímico DBCP.
(2) Correo electrónico de Susanna Bohme, 4 de octubre de 2011.
(3) Sentencia del caso «Miguel Sánchez Osorio y Otros v. Standard Fruit Company y Otros», Juzgado Segundo Civil y Laboral del Distrito, Chinandega, Nicaragua, 8 de agosto de 2005.
(4) Íbid.
(5) Sentencia del caso «Miguel Sánchez Osorio y Otros v. Standard Fruit Company y Otros», op. cit.
(6) Propiedad de algunos agentes físicos o químicos para inducir mutaciones. Una mutación es un cambio heredable en el material genético de una célula. En la naturaleza las mutaciones se originan al azar y, aunque las causas siguen siendo inciertas, se conocen bastantes agentes externos mutágenos que pueden producir mutaciones como las radiaciones ambientales y sustancias químicas.
(7) D. Weir; M. Schapiro, Circle of poison, Institute for Food and Development Policy, San Franciso (EE UU), 1981, pp. 20 y 21.
(8) Ver B. Rosengerg y C. Lovenstein, Unintended Consequences: Impacts of Pesticide Bans on Industry, Workers, The Public, and The Environment, The Massachusetts Toxic Use Reduction Institute, University of Massachusetts Lowell, Methods and Policy Report nº 13, Lowell (Mass., EEUU), 1995.
Disponible en: http://www.p2pays.org/ref/23/22115.pdf y The Legacy. Disponible en: http://www.elparquedelashamacas.org/PDF/The_Legacy.pdf .
http://www.p2pays.org/ref/23/22115.pdf y http://www.elparquedelashamacas.org/PDF/The_Legacy.pdf
(9) Correo electrónico de Enrique Márquez,l 26 de mayo de 2009.
(10) http://www.cinelatinoamericano.org/ficha.aspx?cod=205
(11) V. Imhof, "Nemagón usado con mentalidad genocida”, Nuevo Diario, Managua (Nicaragua), 14 de agosto de 2005. De la sentencia del caso «Miguel Sánchez Osorio y Otros v. Standard Fruit Company y Otros».
[Fuente: "Boletín ECOS nº 17, CIP-Ecosocial (FUHEM), diciembre 2011-febrero 2012”]"

5 de diciembre: manda tu apoyo a los Cinco de Cuba

02.12.11 - Cuba
Adital
Próximo lunes (5) marca más un día importante en la permanente campaña por los Cinco de Cuba. Todo día cinco de cada mes organizaciones cubanas y de Latinoamérica invitan a la población del continente e del mundo a contactar el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en protesta por la prisión criminosa de los cubanos.
Antonio Rodríguez, Fernando González, Gerardo Hernández, René González y Ramón Salazar están presos hace 13 años acusados de conspiración, falsa identidad y de terrorismo. René fue liberto pero aún no puede salir de EE.UU.
Para enviar su apoyo para la campaña, comunicase con la Casa Blanca:
Por teléfono: 202-456-1111
Si llama desde fuera de los EEUU, marque el Código Internacional del respectivo país + 1 (Código de EEUU) 202.456.1111
Por fax: 202 456-2461
Si envía un fax desde fuera de los EEUU, marque el Código Internacional del respectivo país + 1 (Código de EEUU) 202-456.2461
Por correo electrónico: escriba al presidente Obama

martes, noviembre 29, 2011

Hoy es mi cumpleaños

lunes 28 de noviembre de 2011


...Y miren lo que me manda Tony Guerrero: un óleo con algunas fotos de los conciertos por los barrios que ustedes escogieron.

Así que este regalo es, al mismo tiempo, para Tony, Los Cinco, ustedes, yo. No olvidemos argentinos y uruguayos. No olvidemos chilenos, paraguayos, bolivianos, peruanos y brasileiros. No olvidemos venezolanos, colombianos, ecuatorianos, surinameses y guyaneses (arahuacos como los cubanos). No olvidemos el vasto archipiélago antillano, sobre todo las menores, porque de las mayores todos se acuerdan... Y... ¿qué hay con los del norte, que también viven y padecen?...


Mejor, no olvidemos el mundo.

Felicidades, mundo.
Te queremos.
Libertad para Los Cinco.


Mensaje de Tony recibido después:

Silvio, querido hermano:
Decido felicitarte un tilín por adelantado en tu cumple, y en mis deseos de felicidad, salud y nuevos éxitos para ti va el sentir de los cinco y de nuestras familias.
Hoy te han enviado desde California, los amigos Alicia y Bill, una foto con la primera obra al pastel, de la cual te di detalles y espero puedas reconocer tus fotos en ella. Esperamos te llegue la imagen por este correo electrónico y sea un simple presente.
Llevo varios días trabajando intensamente en la tercera obra. Ya termine todo lo que es el fondo, el cual tiene a un grupo de personas en la azotea de un local del Cerro. Ahora estoy metido de a lleno en el retrato de Tanmy, me restan, básicamente, sus manos. Esta semana quedara lista esa otra obra. Y automáticamente empiezo la cuarta con el ultimo pedazo de papel que me queda, que es negro (el mismo que use para los retratos de ustedes en la gira por acá).
Bueno, no me extiendo mas, aunque se que te dará una alegría saber que el proyecto sigue avanzando.
En diciembre estaré enviando todas estas obras.
!FELICIDADES!
Cinco abrazos.
!Venceremos!
Tony
28 de noviembre de 2011

domingo, noviembre 27, 2011

Silvio Rodríguez: Por la luz de ese instante (+ Fotos y Video)

26 Noviembre 2011  
Del blog Segunda Cita

La primera segundaciter@ de todo el cono sur que conocí, fue a Catalina. Ella, sabiendo que yo era “el señor de las lluvias”, se escabullía por aquí y por allá, buscando mundos, supongo secos, pero quién sabe si mojados…
Después posé los ojos en su mamá, la querida amiga querida Paloma, que me pareció, como se suele decir en Cuba: “mujer y amiga”.

Cata y Paloma. Foto: Silvio Rodríguez
Cata y Paloma. Foto: Silvio Rodríguez
Otro dicho que se dice en la isla es: “a la tercera va la vencida”… pero esta vez no fue el caso, porque la tercera persona que conocí fue a Samanta, de quien dudo que haya conocido la derrota.
A Pablo lo hallé en el parqueo del hotel y nos hicimos una foto, pero hasta que no la publicó no caí en que… ¡era Pablo!
Unas pocas horas antes de tomar el avión,  entre ensayos y preparativos, me enteré del honor que me haría la Universidad Nacional de Córdoba. Así que las palabras de gratitud las terminé llegando a esa ciudad. En el hotel no hubo manera de imprimirlas y en los alrededores parecía que tampoco. Al fin hice una colita en una papelería y pude tener en mano los tres folios. Por eso llegué tarde al acto en que nos esperaba tanto pero tanto amor.
Teatro de la Universidad Nacional de Córdoba. Foto: Silvio Rodríguez
Teatro de la Universidad Nacional de Córdoba. Foto: Silvio Rodríguez
Concierto en Córdoba. Foto: Silvio Rodríguez
Concierto en Córdoba. Foto: Silvio Rodríguez
La tarde que llegué al hipódromo de Rosario, para la prueba de sonido, había varias personas en el portón de entrada: un señor corpulento, una linda familia y unos chicos con guitarra. Me di cuenta de que uno de ellos era Diego y saqué la cabeza para saludarlo. Con él estaba su amigo Pablo Poletto, integrante también de “Compañeros poetas”. A la salida de la prueba tuvimos un intercambio de disparos fotográficos y dejo testimonio.
Familia. Silvia Rodríguez
Familia. Silvio Rodríguez
Señor corpulento, Pablo Poletto y Diego al fondo. Foto: Silvio Rodríguez
Señor corpulento, Pablo Poletto y Diego al fondo. Foto: Silvio Rodríguez
Minutos después, en el lobby del hotel, caí en la emboscada afectuosa de Adriana, Patricia y Graciela. Me senté unos minutos en los que, gracias a los preámbulos segundaciter@s, sobraron explicaciones. Tres señoras sonrientes, en extremo gentiles, incluso filosóficas, que en la memoria se me grabaron como las Damas de Pergamino.
Rosario. Foto: Silvio Rodríguez
Rosario. Foto: Silvio Rodríguez
Después del concierto de Rosario, que duró tres horas, a la puerta del hotel me esperaban muchachos. Varios gritaron y uno sostuvo en alto una guitarra de colores. No respondí por agotamiento. Cuando partíamos temprano, la mañana siguiente, alguien dijo que había sido una madrugada de serenata. Sana envidia.
En el buquebus que abordamos para ir al Uruguay había Internet, no muy buena, pero pude entrar al blog y subir mensajes.  Misterio de los misterios, a la puerta del hotel nos esperaban el chileno Rodrigo Riquelme y algunas chicas. Entre ellas la nieta pelirroja del cholo César Vallejo, la que me regaló un libro de su abuelo, que casi es mi padre. Les prometí llamarles, pero en Montevideo tenía amigos que hacía mucho tiempo no veía, como ese ser María Gravina.
María. Foto: Silvio Rodríguez
María. Foto: Silvio Rodríguez
Stella, con su redonda cara sonriente, me saludó a la salida del ensayo, en Charrúa. Intenté bajar del carro para hacernos la foto, pero las piedrecitas del camino, las hojas en el aire y otras partículas se materializaron de pronto en multitud, por lo que apenas rocé el suelo.
Stella. Foto: Silvio Rodríguez
Stella. Foto: Silvio Rodríguez
Charrúa. Foto: Silvio Rodríguez
Charrúa. Foto: Silvio Rodríguez
Cada concierto se fue haciendo más largo. El de Montevideo había llegado a las 3 horas. Al día siguiente hicimos la travesía de regreso a Buenos Aires. Al ratito de llegar sonó un teléfono y era Tucú viajera, que estaba abajo con Violeta Gitana, Vivian Mariana y Christian. Fui hacia ellos y tuvimos una conversa animosa, pero debía descansar. Desde la noche siguiente nos miraba el estadio Ferrocarril Oeste.
Cuba y Los Cinco en el barrio de Caballito. Foto: Silvio Rodríguez
Cuba y Los Cinco en el barrio de Caballito. Foto: Silvio Rodríguez
Hacer este viaje después de 6 años fue especial. Sabía que nos estaban esperando. No alcancé a todos, pero ponerle pieles, miradas y voces a algunas incógnitas del éter fueron grandes regalos. Desde antes, la producción también mandaba datos, así que sabíamos que habría público. Pero los cuatro conciertos, en los que compartimos con algo más de 50 mil personas, burlaron lo numérico con la sustancia receptiva. En todos los caminos,  ciudades y escenarios nos dieron y dimos abrazos.
Estadio Ferrocarril Oeste. Foto: Silvio Rodríguez
Estadio Ferrocarril Oeste. Foto: Silvio Rodríguez
En los últimos minutos de la última función, que parecía interminable, no sé por qué miré hacia arriba y vi descender una lluvia de papeles brillantes. Afinando los ojos  alcancé a ver que los balcones de los edificios que rodean el estadio estaban repletos de personas que nos saludaban con los brazos en alto, como los que estaban en la cancha. Por un momento no supe si estaba en Caballito o en algún barrio de La Habana. Entonces recordé que allá, aquí, dondequiera somos lo mismo.
Por la luz de ese instante hubiera valido la pena empezar de nuevo.
Foto: Silvio Rodríguez
Foto: Silvio Rodríguez

Silvio canta “El Necio” en el Estadio Ferro, de Buenos Aires

 

cartas de mujeres

“Cartas de Mujeres” es una campaña que recopila y nos acerca a los testimonios, historias y experiencias de las mujeres del Ecuador.
Frente a la violencia contra las mujeres, las adolescentes y las niñas no cabe ya la indiferencia.


escribe la tuya!!

http://cartasdemujeres.org/

En la violencia de género no hay una sola víctima....