jueves, febrero 09, 2012

La Nueva Trova y la nueva trova

domingo 29 de enero de 2012

tomado de: segundacita.blogspot.com

El Movimiento de la Nueva Trova (con mayúsculas) fue fundado por los participantes en el II Encuentro de Jóvenes Trovadores, que se celebró en la ciudad de Manzanillo, en diciembre de 1972. Por eso este año celebraremos el 40 aniversario de aquella agrupación, posible por la masividad que llegó a alcanzar la trova en nuestro país. Viendo la cantidad de muchachos con guitarras que surgía en todas partes, la Unión de Jóvenes Comunistas decidió apadrinar aquella suerte de comunidad que, si bien sus componentes eran guitarreros, también tuvo colaboración de poetas, escritores, artistas plásticos, periodistas, dirigentes, filósofos, directores de televisión y de cine.

Aquella explosión de trova juvenil no carecía de antecedentes. Uno de los más luminosos --para mi--, fue una canción que sonó mucho en la radio, a mediados de la década del 60. Su poética era un canto a la existencia (después supimos que también a Dios), marcada por los acentos de un género musical que por entonces parecía obsoleto: la guajira. Su autora era Teresita Fernández, una maestra de Santa Clara que Bola de Nieve había traído a la capital. La canción se llamaba “Cuando el sol”, y la vibrante voz de Luisa María Güell la convirtió en suceso.

Otra autora femenina, en este caso habanera, venía describiendo una órbita de gran singularidad: Marta Valdés, que antes del 59 había sido cantada por famosos intérpretes y después trascendió la intimidad del feeling con una de las canciones más importantes (y menos reconocidas) de la posrevolución: “Canción para otro mundo”.

Por entonces algunos jóvenes autores coincidían en clubes nocturnos y tertulias privadas. Sus primeros quehaceres partían del movimiento del feeling, con armonías de vanguardia y letras de corte coloquial. Entre ellos se destacaban Luis Adolfo, Martin Rojas, Eduardo Ramos, Rey Montesinos, Pablo Milanés. Los dos últimos también compusieron guajiras memorables, aunque de ellas la más trascendente fue la de Pablo (“Mis 22 años”), que marcó un hito, a pesar de ser poco divulgada.

Por aquellos tiempos Noel Nicola componía sus primeros temas en las Tropas Coheteriles Antiaéreas; el estudiante de Física del Instituto Pedagógico, Vicente Feliú, se acercaba a la guitarra de su padre; Belinda Romeu hacía sus pinitos en 17 y C, fiel al signo musical de su familia. Yo cargaba con un saco de libros y una maltrecha guitarra por las unidades del Ejército de Occidente.

Una fuerte evidencia pública del surgimiento de una joven corriente en la canción (la nueva trova con minúsculas) ocurrió en septiembre de 1967, y fue el programa de televisión “Mientras Tanto”. Desde su lanzamiento empezaron a trazarse curiosos hilos comunicantes, porque entre los primeros invitados figuraba Teresita Fernández, a quien el Caimán Barbudo le había hecho un homenaje. Poco después de empezado Mientras Tanto, me estaba haciendo acompañar por Sonorama 6, grupo que dirigía Martín Rojas, y Eduardo Ramos integraba. Para colmo, una de las razones por las que aquel programa fue “sacado de circulación” fue mi promesa de presentar a Pablo Milanés, y mi posterior disculpa por no haberlo logrado, “por razones ajenas a nuestras voluntades”.

Todo esto quiere decir que en 1967 ya nos conocíamos e interactuábamos los que, a principios del año siguiente, participaríamos en el concierto que marcó un antes y un después en la trova cubana. Me refiero al que ocurrió en Casa de las Américas, el 18 de febrero de 1968. Pablo, Noel y yo fuimos los anunciados. Pero aquella noche en el público estaban Martín, Eduardo, Belinda y Vicente, y algunos de ellos se sumaron al concierto, y lo completaron.

Por todo esto en 2012 se celebran dos fechas: Los 40 años de la organización oficial, el MNT, la Nueva Trova con mayúsculas. Y los 45 de aquellas otras fechas de los orígenes, cuando el futuro era incierto y varios trovadores con distinta madurez y procedencia empezamos a juntarnos, a simpatizar y a intercambiar canciones.

En aquel toma y daca generacional yo tenía mucho que aprender y poco que aportar. Había hecho muchas canciones, pero pocas tenían la solidez musical de las de Eduardo, Martín, Montesinos o Pablo. Ellos, a pesar de ser casi tan jóvenes como yo, acumulaban ricas experiencias profesionales y habían estado en contacto con los mejores autores e intérpretes del país. Yo había pasado aquellos años haciendo mi servicio militar, leyendo mucho en mis horas libres, pero sin la más mínima confrontación musical.

Yo empecé a crecer musicalmente cuando les conocí. Y aquí quiero dejarles, una vez más, mi gratitud.

miércoles, febrero 08, 2012

Luis Alberto Spinetta & Mercedes Sosa - Barro tal vez

un adios a spinetta..


"Conocí, de oídas, a Luis Alberto Spinetta cuando en Madrid, a fines de los 70, el adolescente Alejo Stivell me hacía un entusiasta recorrido por el rock argentino. De todo lo que oí, que fue variado y bueno, me llamaron mucho la atención las canciones de Spinetta, especialmente “El anillo del capitán Beto”. Siempre imaginé que de cierta forma él mismo era aquel capitán que, después de ser colectivero, vagaba por el espacio, como cierto vagabundo que yo conocía.

Pues sí que lo era y que lo sigue siendo." 8ilvio Rodríguez

Indignos o indignados

ALAI, América Latina en Movimiento

2012-02-07


El egoísmo, los valores basados en el sí mismo prevalecen en nuestra sociedad y se reflejan en nuestra economía.
La neutralidad es imposible, somos indignos o indignados, son declaraciones del célebre Eduardo Galeano a su arribo a Cuba hace poco.
Leí el artículo  publicado en Prensa Latina.  A través de este material periodístico, Galeano, en dos palabras, resume lo que sucede actualmente en el mundo,  somos indignos o indignados.
Como periodista entrevisté a Eduardo Galeano el año 2006 en Bolivia. Debo confesar que es el más lúcido de todos los hombres que parió este planeta.
Los indignados, manifiesto que estoy muy complacida. Finalmente se advierte una tenue luz al final del túnel. Algo empieza a moverse desde el interior del capitalismo. No obstante, existe el temor, he ahí mi preocupación, de quedarse como un movimiento de intrascendente gravitación.
Es imperativo que los indignados tengan conexión con la historia de luchas. Es importante tener memoria histórica para estructurar una teoría revolucionaria que nos conduzca a una práctica revolucionaria.
Hay que hacer hincapié en que el capitalismo globalizado ha atomizado los mecanismos tradicionales de agrupación social.
Si hay que rescatar algo determinante de este movimiento es que se ha identificado claramente al enemigo: la concentración y la centralización del capital y el creciente  aumento de la injusticia y la inequidad de clase.
La carencia de liderazgo y la falta de visión política son debilidades flagrantes del movimiento de los indignados, si bien existe fortaleza en cuanto a protesta y resistencia, hay impotencia en cuanto a la organización de una alternativa política frente a la crisis del imperio. Estas serían las razones por las que los indignados pueden ser fácilmente absorbidos por el capitalismo.
Si se analiza, esta indignación tiene las características, de la protesta de los pueblos tras siglos de humillaciones ocasionadas por las clases dominantes. De hecho ya es denigrante la existencia de ésta última.
El movimiento Ocupemos Wall Street, el 17 de septiembre del pasado año, justamente el Día de la Constitución de EEUU, instaló sus carpas en el Parque Zuccotti de Manhattan, en el corazón del centro financiero de Nueva York, protestaron contra la mezquindad y la avaricia de las corporaciones y contra la impúdica concentración de la riqueza por parte del 1 por ciento de la población.

Similar a lo que ocurrió en los años 60 y 70, cuando los jóvenes se levantaron
contra la guerra de Vietnam y la discriminación racial, con sus pelos largos, prendas hippies, guitarras, símbolos de paz, ahora se replica nuevamente con ese  99 por ciento que dicen representar, hoy están en contra de la concentración de las riquezas y el poder en Wall Street la inequidad del capitalismo salvaje, desempleo creciente, y la carencia de programas sociales.
Al mes  de la toma de Wall Street, los indignados tuvieron  eco en mil ciudades de 83 países del planeta. Es indignante, pero desde que Ronald Reagan incorporó en los ochenta el concepto de que a los multimillonarios se les debe otorgar ventajas económicas para generar empleos, la brecha entre los que tienen más y los que tienen menos ha ido creciendo.
Las invasiones y las alargadas guerras que desató los EEUU, tuvo ahora  su gran impacto, la gente advertía cómo el gobierno disponía de miles de millones de dólares para rescatar a los bancos, mientras el dinero se desaprecia de los bolsillos de los más pobres.
La razón es sencilla, los que gobiernan y tienen más recursos tienen que atender las demandas de  los que no tienen. De esa manera no habrá indignos ni indignados.
Y yo te pregunto a vos, ¿de qué lado estas? En la vida hay que asumir posiciones, hay que tomar partido en defensa de los derechos humanos. Estamos frente a una lucha por la vida y la libertad. O vamos hacia la liberación o hacia el oscurantismo para ser esclavizados por el neoliberalismo. O sos indigno o sos indignado…
- María Eugenia Claros Bravo es directora del  Periódico Visión z, Santa Cruz-Bolivia


http://www.alainet.org/active/52622&lang=es

“La candidatura al Premio Nobel de la Paz es de los 14 millones de ecuatorianos”: Lenin Moreno

  Viernes, 03 de Febrero de 2012 18:00


El mandatario reconoció la participación de organismos del Estado, de colaboradores extranjeros, del compromiso del gobierno y de la disposición de los catorce millones de ecuatorianos, en este proceso de inclusión de las personas con discapacidad, emprendida por él.
“La candidatura al Premio Nobel de la Paz es de los 14 millones de ecuatorianos”, señaló Moreno.
“Entre las paradojas que uno tiene que resolver en el mundo, es que hay cosas que la gente cree que no pueden hacerse y por eso dejan de hacerse. Yo creo en la posibilidad de rebasar imposibles (…) nosotros creemos en mundos posibles y los tomamos y los transformamos y los llevamos a nuestras vidas, y si esto está en beneficio de los demás, pues mucho mejor”, acotó el segundo mandatario.

Confirmado.net/Confirmado Radio-Sonorama

martes, febrero 07, 2012

Qué es el Stop Online Piracy Act SOPA


SOPA BlackoutEntre ayer y hoy las noticias en la internet van y vienen alrededor del SOPA BLACKOUT, protesta de muchos sitios en internet contra la intención de cambiar mucho de lo que actualmente es internet no sólo en los Estados Unidos sino en el mundo entero.
Ambas partes pueden apuntarse victorias, pero nadie ha perdido aún la guerra en internet que se vislumbra con SOPA.
El colectivo que se hace llamar Anonymous (formado por Hacktivists) reportó ataques sobre el sitio de la Casa Blanca, después de romper el funcionamiento de los sitios del FBI, Del Departamento de Justicia de Estados Unidos, el Grupo Universal Music, y Motion Picture Association of America, sitios que en realidad sacaron de funcionamiento.
Por su parte, ayer el FBI confiscó los servidores de MegaUpload, sitio de intercambio de todo tipo de archivos en la Internet con más de 50 millones de usuarios diarios, y detuvo a parte de sus trabajadores en Nueva Zelanda bajo distintas acusaciones, entre ellas lavado de dinero.
La fuente de estas líneas las encuentras en inglés en las siguientes ligas:
Cierre de MegaUpload

Ataque de Anonymous
Una lista de los participantes confirmados del BLACKOUT de protesta contra el acta la encuentras aquí.

¿Le diremos adiós a la Internet que conocemos?

El Stop Online Piracy Act (español: Cese a la piratería en línea) también conocido como Ley SOPA o Ley H.R. 3261; es un proyecto de ley presentado en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos el 26 de octubre de 2011 por el representante Lamar S. Smith, y un grupo de copatrocinadores bipartidario formado inicialmente por 12 miembros. El proyecto de ley extiende las competencias del Departamento de Justicia de los Estados Unidos y amplía las capacidades de los propietarios de derechos intelectuales para combatir el tráfico online de contenidos y productos protegidos, ya sea por derechos de autor o de propiedad intelectual. Entre estos se pueden contar, por ejemplo, música o canciones, películas, libros, obras artísticas y productos copiados o falsificados que no tributan las correspondientes tasas a los propietarios de sus derechos de autoría o invención.1 Actualmente, y antes de ser presentada ante el Comité Judicial de la Cámara (de Representantes), presenta una estructura similar al Acta PRO-IP o por su acónimo en Inglés PIPA del año 2008 y su correspondiente proyecto de ley ante el Senado el Acta PROTECT IP (Acta de protección de propiedad intelectual).
El proyecto de ley originalmente propuesto permite que tanto el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, como los propietarios de derechos intelectuales, puedan obtener órdenes judiciales contra aquellos sitios de Internet que permitan o faciliten la violación de los derechos de autor. Dependiendo de quién sea el que solicite la orden judicial, las acciones previstas contra el sitio web podrían incluir:
  • Restricción al acceso a empresas que brindan un servicio de facilitación de pago tales como PayPal o que ofrecen dinero a cambio de colocar publicidad online.
  • Restricción en los buscadores que vinculan con tales sitios.
  • Requerimiento a los proveedores de internet, para que bloqueen el acceso a tales sitios.
El proyecto de ley convierte en un crimen al streaming no autorizado de contenidos protegidos por copyright (derecho de copia), y prevé una pena máxima de cinco años de prisión por cada diez piezas musicales o películas descargadas dentro de los seis meses desde su estreno. El proyecto además brinda inmunidad a todos aquellos proveedores de Internet que voluntariamente lleven a cabo acciones contra tales sitios haciendo además responsable al sitio web infractor de cualquier daño producido al titular de los derechos, incluso sin tener que demostrarlo.
Quienes proponen la ley afirman que protege el mercado de la propiedad intelectual y su correspondiente industria, trabajos e ingresos, y que es necesaria para reforzar la aplicación de las leyes de derechos de autor, en particular contra los sitios web extranjeros. Citan ejemplos como el del acuerdo judicial de 500 millones de dólares al que llegó Google con el Departamento de Justicia por su papel en una campaña publicitaria dirigida a los ciudadanos estadounidenses que alentaba a los consumidores a comprar drogas de prescripción ilegal en farmacias online de Canadá. Los opositores argumentan que la ley infringe los derechos de la Primera Enmienda, que es censura en Internet, que lisiará a Internet,6 y será una amenaza para la denuncia de irregularidades y otras muestras de libertad de expresión.
El Comité Judicial de la Cámara mantuvo audiencias sobre la ley SOPA el 16 de noviembre y el 25 de diciembre de 2011. El comité tiene programado continuar con el debate cuando el Congreso retorne de su receso invernal.
La fuente de este contenido está en español. Te invitamos a que leas el artículo completo aquí.

La Segunda Declaración de La Habana: Manifiesto comunista de la Revolución latinoamericana


Segunda Declaración de La HabanaPor Luis Suárez Salazar
Rebelión
Imborrables momentos de la historia de las multiformes luchas de los pueblos latinoamericanos y caribeños por su verdadera y definitiva independencia. Como he señalado en otras ocasiones, sin el análisis crítico de todos esos acontecimientos, así como de sus subterráneas, telúricas o volcánicas interrelaciones mutuas, no podremos comprender, en toda su profundidad, las complejidades y dilemas de esta nueva etapa de “la dinámica entre la revolución, las reformas, el reformismo, la contrarreforma y la contrarrevolución” que está viviendo el mundo y, dentro de él, nuestra Patria Grande: América Latina y el Caribe o, si prefieren, “el continente del Abya Yala”.1
Dentro de esos “aniversarios redondos” del presente año tenemos que incluir, en primerísimo lugar, el correspondiente a la Segunda Declaración de La Habana, justamente calificada por algunos historiadores o historiógrafos como “el Manifiesto Comunista de la Revolución Latinoamericana”. Demostrando, otra vez, el carácter democrático de la proyección externa de la Revolución Cubana,2 a propuesta de la dirección de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (antecesora del actual Partido Comunista de Cuba), del llamado “segundo Gobierno Revolucionario Cubano” y de su entonces Primer Ministro, Fidel Castro, un día como hoy, hace cincuenta años, esa trascendental declaración fue aprobada mediante el voto universal, libre, público y directo de los cerca de dos millones de cubanas y cubanos asistentes a la entonces llamada Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba celebrada en la Plaza de la Revolución José Martí.
Igualmente, por las innumerables personalidades, dirigentes y activistas de las diversas organizaciones sociales y políticas que, en los días previos, habían participado en la Conferencia de los Pueblos Latinoamericanos efectuada en La Habana entre el 23 y el 31 de enero de 1962. Entre ellos, nunca podremos olvidar al ex presidente de México, Lázaro Cárdenas; al destacado dirigente campesino brasileño Francisco Julião; a Vivian Trías, Secretario General del Partido Socialista de Uruguay; al Pintor de América Osvaldo Guayasamín y al entonces Senador y posteriormente martirizado presidente de Chile, el compañero Salvador Allende.3
Quiso el llamado “topo de la Historia” que exactamente 30 años después de la aprobación de la Segunda Declaración de La Habana, el 4 de febrero de 1992, “la patria chica” de Simón Bolívar y la opinión pública internacional se estremecieran con las primeras e incompletas noticias de la transitoriamente derrotada sublevación cívico-militar (que no es lo mismo que un golpe de Estado) organizada por el Movimiento Revolucionario Bolivariano, fundado y encabezado por el ahora presidente de la República Bolivariana de Venezuela, el comandante Hugo Chávez Frías.
Según sus protagonistas, esa rebelión tuvo como objetivo inmediato derrocar al cada vez más represivo, entreguista y corrompido segundo gobierno del líder del Partido Acción Democrática, Carlos Andrés Pérez, máximo responsable de la ignominiosa matanza que, tres años antes, se había producido en Venezuela durante e inmediatamente después del llamado “Caracazo”. Y, cuando se cumpliera ese propósito, emprender las profundas transformaciones económicas, sociales y políticas que desde hacían varios años venía demandando el pueblo venezolano.
De modo que en el día de hoy, 4 de febrero del 2012, estamos celebrando al unísono el 50 Aniversario de la proclamación a los cuatro vientos de uno de los documentos más trascendentales de la Historia de las luchas de los pueblos latinoamericanos y caribeños por la que José Martí llamó “su segunda independencia” frente al “Norte Revuelto y brutal que nos desprecia” y el 30 Aniversario del que, por analogía con el proceso liberador que se desarrolló en Cuba, nuestra “patria chica”, en los años posteriores al 26 de julio de 1953, bien pudiéramos denominar “el Moncada venezolano”: catalizador de la Revolución Bolivariana iniciada a comienzos de 1999.
Y esas dos celebraciones las estamos emprendiendo en la antesala del décimo aniversario de la derrota, el 13 de abril del 2002, del criminal golpe de Estados fascista emprendido en la República Bolivariana de Venezuela por los representantes políticos, militares, mediáticos e ideológico-culturales de los sectores más reaccionarios de las clases dominantes venezolanas, descaradamente apoyados por el “gobierno permanente” y por el “gobierno temporal” de Estados Unidos encabezado por George W. Bush. También a pocas semanas del 45 Aniversario de la publicación por primera vez, el 16 de abril de 1967, del Mensaje del Che a todos los pueblos del mundo a través de la Tricontinental, en el que, con la profunda autoridad moral que le confería y le confiere su decisión de luchar, vencer o morir, en cualquier lugar del mundo donde se reclamara el concurso de sus modestos esfuerzos, dejó dicho:
En nuestro mundo en lucha, todo lo que sea discrepancia en torno a la táctica, método de acción para la consecución de objetivos limitados debe analizarse con el respeto que merecen las apreciaciones ajenas. En cuanto al gran objetivo estratégico, la destrucción del imperialismo por medio de la lucha debemos ser intransigentes.4
No tengo tiempo para referirme a la profunda y compleja interrelación que le atribuyo a esos y otros acontecimientos históricos que celebraremos o conmemoraremos, según el caso, este año, como la ya próxima celebración del 50 Aniversario del inicio del inconcluso proceso de descolonización de las mal llamadas “Indias Occidentales” y el 45 aniversario, también en los primeros días de agosto de 2012, de la realización en La Habana de la Primera (y a la postre única) Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) que había sido fundada, en enero de 1966, por los representantes de todas las organizaciones populares y revolucionarias de 28 países y territorios coloniales de América Latina y el Caribe que previamente habían asistido a la Primera Conferencia Tricontinental.5
Como se sabe, casi dos meses después de la culminación de la antes mencionada conferencia de la OLAS, el 9 de octubre de 1967, cumpliendo orientaciones del gobierno de los Estados Unidos, la dictadura militar boliviana, encabezada por el general René Barrientos, asesinó a sangre fría en la ahora célebre escuelita de La Higuera, al comandante Ernesto Che Guevara y otros de sus compañeros de lucha que, un día antes, estando heridos e inermes, habían sido hechos prisioneros en el desigual combate que se produjo en la Quebrada del Churo.
En mi consideración, todos esos luminosos y tristes acontecimientos estuvieron interrelacionados con los principales enunciados de la Segunda Declaración de La Habana a los que me referiré más adelante. Pero antes creo necesario abordar, aunque sea brevemente, el contexto político e intelectual en que se aprobó esa declaración. Esas referencias son imprescindibles para aquilatar su significado histórico, para comprender el lenguaje con el que fue redactada, para no dogmatizar ninguno de sus postulados y, por tanto, para aquilatar, en su justa dimensión y de manera dialéctica, su actualidad y su futuridad.
Como bien han indicado diversos analistas e historiadores de diferentes latitudes, la Segunda Declaración de La Habana fue “la respuesta del pueblo cubano” a la Octava Reunión de Consultas de Ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA) efectuada en Punta del Este, Uruguay, entre el 23 y el 31 de enero de 1962. A pesar de la acérrima defensa del sagrado principio de no intervención en los asuntos internos y externos cubanos y de otros Estados latinoamericanos enarbolada por el entonces presidente de Cuba, doctor Osvaldo Dorticós Torrado, y de la abstención de los entonces cancilleres de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México, el secretario de Estado estadounidense Dean Rusk, con diferentes maniobras (incluida la desfachatada compra del voto del representante del sanguinario dictador haitiano Françoise Duvalier y del gobierno uruguayo de la época), logró movilizar los dos tercios de votos imprescindibles para -sobre la base de los viciados presupuestos del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca (TIAR) de 1947- aprobar la resolución que, bajo el pretexto de la “incompatibilidad del marxismo-leninismo con los principios del Sistema Interamericano”, expulsó al Gobierno Revolucionario Cubano de los principales órganos político-militares del Sistema Interamericano: la mal llamada Junta Interamericana de Defensa y la OEA.
Esa nefanda resolución (derogada por la Asamblea General de la OEA que se celebró en Honduras en mayo de 2009, unos días antes del derrocamiento mediante un golpe de Estado de su presidente constitucional, Manuel Zelaya) fue el preámbulo de un nuevo endurecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, al igual que del acelerado diseño de la Operación Mangosta, orientada a crear todas las condiciones políticas y militares necesarias para producir una intervención militar directa contra Cuba.
Esa operación –sin cuyo conocimiento no se puede explicar la llamada Crisis de Octubre o Crisis de Misiles de octubre de 1962- fue fraguada por el presidente demócrata estadounidense John F. Kennedy; cuya administración también estaba empeñada en convertir en realidad a lo largo y ancho de América Latina y el Caribe los tremebundos propósitos “reformistas contra-insurgentes” de la mal llamada “Alianza para el Progreso”. Estos ya habían sido denunciados por el comandante Ernesto Che Guevara durante su participación, en representación del Gobierno Revolucionario Cubano, en la reunión del Consejo Interamericano Económico y Social de la OEA que también se había realizado en Punta del Este, Uruguay, en agosto de 1961.6
De modo que podemos afirmar que la Segunda Declaración de La Habana fue una de las más resonantes respuestas del pueblo cubano y de los más lúcidos y combativos representantes de otros pueblos de la América Nuestra a la criminal ofensiva contrarrevolucionaria, contrarreformadora y contrarreformista desatada, a comienzos de la década de 1960, por los círculos de poder estadounidenses y por sus aliados hemisféricos; incluidas todas las dictaduras militares entonces instauradas en la región y buena parte de los gobierno democrático-representativos o, mejor dicho, “democráticos represivos” que sobrevivían en América Latina y en los dos Estados entonces semiindependientes del Caribe: Haití y República Dominicana. El primero mal gobernado por la dictadura de Françoise Duvalier y el segundo por Joaquín Balaguer, uno de los testaferros del célebre dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien había sido asesinado unos meses antes por un comando organizado y financiado por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.
Sin embargo, desde mi punto de vista, sería un desatino historiográfico y político reducir el significado de la Segunda Declaración de La Habana a esa coyuntura política; ya que, alumbrada por la famosa carta inconclusa que, horas antes de caer en Dos Ríos, el 19 de mayo de mayo de 1895, le estaba escribiendo José Martí a su inseparable amigo Manuel Mercado,7 por las victoriosas experiencias de lucha del pueblo cubano contra la dictadura de Fulgencio Batista y contra el Estado neocolonial instaurado en ese país desde 1902, por las primeras realizaciones económicas y sociales de la Revolución Cubana, por la proclamación de su carácter socialista horas antes de la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina (la invasión mercenaria de Playa Girón), así como por las multiformes luchas por la liberación nacional y social que entonces se desarrollaban en África y en Asia, esa declaración fue, desde su primera hasta su última palabra, una convocatoria a los pueblos latinoamericanos y caribeños, así como a aquellos partidos, organizaciones y personalidades de la ahora llamada “vieja izquierda social, política e intelectual” a emprender sus luchas, con todos los medios a su alcance, desde las ideas hasta las armas cuando éstas últimas fueran imprescindibles, por su genuina liberación nacional y social. O, en el lenguaje de la Segunda Declaración de La Habana, por “su única, verdadera [e] irrenunciable independencia”.8
Ese propósito supremo, que la hermanó con el Manifiesto Comunista elaborado y difundido por Marx y Engels en los prolegómenos de la Revolución Francesa de 1848 y, por tanto, de los diversos estremecimientos políticos que vivió Europa desde ese momento hasta la Comuna de Paris de 1871, se desprende de las siguientes afirmaciones de la Declaración de La Habana que, para una mejor comprensión, cito textualmente en un orden inverso al que aparecen en la misma página de ese documento:
En muchos países de América Latina la revolución es hoy inevitable. Ese hecho no lo determina la voluntad de nadie; está determinado por las espantosas condiciones de explotación en que vive el hombre americano, el desarrollo de la conciencia revolucionaria de las masas, la crisis mundial del imperialismo y el movimiento universal de lucha de los pueblos subyugados.
Las condiciones subjetivas de cada país -es decir, el factor conciencia, organización, dirección- pueden acelerar o retrasar la revolución según su mayor o menor grado de desarrollo; pero tarde o temprano, en cada época histórica, cuando las condiciones objetivas maduran, la conciencia se adquiere, la organización se logra, la dirección surge y la revolución se produce.
Que esta tenga lugar por cauces pacíficos o nazca al mundo después de un parto doloroso, no depende de los revolucionarios; depende de las fuerzas reaccionarias de la vieja sociedad, que se resisten a dejar nacer la sociedad nueva que es engendrada por las contradicciones que lleva en su seno la vieja sociedad. La revolución es en la historia como el médico que asiste el nacimiento de una nueva vida. No usa sin necesidad los aparatos de fuerza, pero los usa sin vacilaciones cada vez que sea necesario para ayudar al parto. Parto que trae a las masas esclavizadas y explotadas la esperanza de una vida mejor.9
Esa convocatoria a emprender de manera inmediata las multiformes luchas revolucionarias, antiimperialistas, anticolonialistas, antineocolonialistas y anticapitalistas en América Latina y el Caribe no fue -como han pretendido algunos analistas- un acto de voluntarismo político. Surgió de un profundo análisis crítico de la historia de la Humanidad y en particular de la historia de los pueblos del mundo subdesarrollado y dependiente desde el mal llamado “descubrimiento de América” hasta los primeros años de la década de 1960; pasando por las frustraciones de las más nobles aspiraciones de los líderes y héroes más radicales de las contiendas por “la primera independencia” de Nuestra América frente a los colonialismos europeos y por la “re-colonización” de ese continente, a partir de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, por parte del entonces todopoderoso imperialismo estadounidense. Ese proceso fue posible gracias a la activa participación de los representantes políticos, militares, mediáticos e ideológico-culturales de diferentes sectores de las clases dominantes latinoamericanas y caribeñas. Por eso la Segunda Declaración de La Habana afirmó:
Los pueblos de América [Latina] se liberaron del coloniaje [...] a principios del siglo pasado, pero no se liberaron de la explotación. Los terratenientes feudales asumieron la autoridad de los gobernantes españoles [y portugueses], los indios continuaron en penosa servidumbre, el hombre latinoamericano en una u otra forma siguió [siendo] esclavo y las mínimas esperanzas de los pueblos sucumbieron bajo el poder de las oligarquías y la coyunda del capital extranjero.10
[...]
En las actuales condiciones históricas de América Latina, la burguesía nacional no puede encabezar la lucha anti-feudal y antiimperialista. La experiencia demuestra que, en nuestras naciones, esa clase, aun cuando sus intereses son contradictorios con los del imperialismo yanqui, ha sido incapaz de enfrentarse a este, paralizada por el miedo a la revolución social y asustada por el clamor de las masas explotadas. Situadas ante el dilema imperialismo o revolución, solo sus capas más progresistas estarán con el pueblo.11
Esta última afirmación -profundamente crítica del programa, las estrategias y las tácticas de lucha que entonces defendían ciertos “partidos nacional-populares” y la mayor parte de los partidos comunistas del continente– surgieron de una interpretación revolucionaria, así como de una síntesis creadora y anti-dogmática del legado de Marx, Engels, Lenin, al igual que de la herencia teórica y práctica de las multiformes luchas populares, democráticas y revolucionarias que se habían desarrollado en América Latina y el Caribe a lo largo del siglo XIX y lo transcurrido del siglo XX. Por tanto, esa síntesis se nutrió de los pensadores y pensamientos más radicales sobre las causas estructurales de los profundos problemas económicos, sociales y políticos, internos y externos, que padecía y sufría nuestra Patria Grande.
En particular de aquellos que -criticando el colonizado pensamiento liberal o “socialdemócrata”, así como rompiendo el reduccionismo sociológico del marxismo euro céntrico, incluido el elaborado por el trotskismo- ya vindicaban el indiscutible papel que le correspondería desempeñar a “los pobres”, a las y a los descendientes de nuestros pueblos originarios, a los afro-descendientes y sus diversos mestizajes, al igual que a otros sectores sociales diferentes a la clase obrera y a los campesinos (cuya importancia también fue revalorizada por la Segunda Declaración de La Habana) en las luchas de los pueblos latinoamericanos y caribeños contra el imperialismo, el colonialismo y el neo-colonialismo, así como contra todas las lacras económicas y sociales, al igual que contra todas exclusiones y discriminaciones que tipificaban y aún tipifican al capitalismo antidemocrático, subdesarrollado, subdesarrollante y dependiente instaurado en la mayoría de los Estados-nacionales y de los territorios colonizados ubicados al Sur del Río Bravo y de la península Florida.
A pesar de mis discrepancias teórico-conceptuales con el presunto carácter “feudal” que en los primeros años de la década de 1960 tenía la formación económico-social latinoamericana y caribeña, en particular la posesión y explotación de la tierra, creo que lo dicho en el párrafo anterior quedó demostrado en los siguientes enunciados de la Segunda Declaración de La Habana que me parecen centrales para aquilatar su significado histórico, su actualidad y su futuridad:
El imperialismo, utilizando los grandes monopolios cinematográficos, sus agencias cablegráficas, sus revistas, libros y periódicos reaccionarios, acude a las mentiras más sutiles para sembrar el divisionismo, e inculcar entre la gente más ignorantes el miedo y la superstición a las ideas revolucionarias, que sólo a los intereses de los poderosos explotadores y a sus seculares privilegios pueden y deben asustar.
El divisionismo ­­­­-producto de toda clase de prejuicios, ideas falsas y mentiras­­­­-, el sectarismo, el dogmatismo, la falta de amplitud para analizar el papel que corresponde a cada capa social, a sus partidos, organizaciones y dirigentes, dificultan la unidad de acción imprescindible entre las fuerzas democráticas y progresistas de nuestros pueblos. Son vicios de crecimiento, enfermedades de la infancia del movimiento revolucionario que deben quedar atrás. En la lucha antiimperialista y anti-feudal es posible vertebrar la inmensa mayoría del pueblo tras metas de liberación que unan el esfuerzo de la clase obrera, los campesinos, los trabajadores intelectuales, la pequeña burguesía y las capas más progresistas de la burguesía nacional. Estos sectores comprenden la inmensa mayoría de la población, y aglutinan grandes fuerzas sociales capaces de barrer el dominio imperialista y la reacción feudal. En ese amplio movimiento pueden y deben luchar juntos, por el bien de sus naciones, por el bien de sus pueblos y por el bien de América, desde el viejo militante marxista, hasta el católico [cristiano] sincero que no tenga nada que ver con los monopolios yanquis y los señores feudales de la tierra.
Ese movimiento podría arrastrar consigo a los elementos progresistas de las fuerzas armadas, humillados también por las misiones militares yanquis, la traición a los intereses nacionales de las oligarquías feudales y la inmolación de la soberanía nacional a los dictados de Washington.12
Merece acentuar que estas ideas fueron enunciadas tres años antes de que en República Dominicana apareciera un líder popular de la talla del coronel Francisco Caamaño, así como cuatro antes de que cayera en combate el sacerdote guerrillero Camilo Torres y de que comenzaran a difundirse los fundamentos del “compromiso de los cristianos con los pobres” y de la Teología de la Liberación. Igualmente, seis años antes de que irrumpieran en el escenario político los gobiernos militares nacionalistas de Panamá y Perú, encabezados por Omar Torrijos y por el general Juan Velazco Alvarado, respectivamente. Y, dos años después, la formación del amplio bloque social y político que permitió la victoria de la Unidad Popular chilena en los comicios presidenciales realizados en ese país a fines de 1970.
Sin embargo, en lo personal creo que, a pesar del tiempo transcurrido y de los profundos y contradictorios cambios que se han producido en el mundo y en nuestro continente desde entonces hasta acá, todavía conservan una dolorosa vigencia las críticas al sectarismo, al dogmatismo de viejo y nuevo tipo, a la falta de amplitud para analizar el papel que corresponde a cada capa social, al igual que el llamado a la imprescindible unidad de acción entre “las fuerzas democráticas y progresistas de nuestros pueblos” formulado por la Segunda Declaración de La Habana. También tienen plena validez sus siguientes afirmaciones:
Con lo grande que fue la epopeya de la independencia de América Latina, con lo heroica que fue aquella lucha, a la generación de latinoamericanos de hoy les ha tocado una epopeya mayor y más decisiva todavía para la humanidad [...] Hoy les toca la lucha de liberación frente a la metrópoli imperial más poderosa del mundo, frente a la fuerza más importante del sistema imperialista mundial, y para prestarle a la humanidad un servicio todavía más grande del que le prestaron nuestros antepasados.
Pero esta lucha, más que aquella, la harán las masas, la harán los pueblos; los pueblos van a jugar un papel mucho más importante que entonces; los hombres, los dirigentes importan e importarán en esta lucha menos de lo que importaron en aquella.
Esta epopeya que tenemos por delante la van a escribir las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados, la van a escribir las masas progresistas; los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América; lucha de masas e ideas; epopeya que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos de sconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño. 13
En esas luchas actuales y futuras por la liberación de Nuestra América frente a la metrópoli imperial más poderosa del mundo sigue estando vigente otra de las grandes verdades proclamadas por la Segunda Declaración de La Habana: “El deber de todo revolucionario es hacer la revolución”; ya que “no es de revolucionarios sentarse en la puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo. [...] Cada año que se acelere la liberación de América, significará millones de niños que se salven para la vida, millones de inteligencias que se salven para la cultura, infinitos caudales de dolor que se ahorrarían los pueblos. Aún cuando los imperialista yaquis preparen un drama de sangre, no lograrán aplastar la lucha de los pueblos, concitarán contra ellos el odio universal y será también el drama que marque el ocaso de su voraz y cavernícola sistema”.14
Pero, como he dicho en otras ocasiones, para evitarle esos “infinitos caudales de dolor a nuestros pueblos”, para enfrentar la contraofensiva plutocrática e imperialista que en la actualidad se está desplegando y en el futuro previsible se desplegará contra las naciones, los pueblos y algunos gobiernos de “nuestra Mayúscula América”,15 es imprescindible que todas y todos los que, desde nuestras correspondientes inserciones sociales y políticas, queremos impulsar los grandes cambios que demanda el mundo y nuestra Patria Grande aprendamos a conjugar adecuadamente cinco verbos: soñar (porque como dijo Fidel Castro no hay revolucionarios sin sueños),16 luchar (porque los sueños que no van acompañado de las acciones para lograrlos son simples quimeras), sumar multiplicar (porque restar y dividir nunca debe ser la conducta de un revolucionario) y unir a todas y a todos los que deseen sumarse a las multiformes contiendas por la emancipación, por la edificación de un mundo más bonito y mejor que el que hasta ahora hemos conocido, al igual que por la unidad y la integración económica y política de nuestra Patria Grande; ya que como dijo José Martí en su célebre ensayo Nuestra América:
Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según lo acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes.17
Así y solo así podremos convertir en irreversible realidad el estremecedor colofón de la Segunda Declaración de La Habana: “…esta gran humanidad ha dicho ¡Basta! y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia…”. 18
Notas
Conferencia pronunciada por el doctor en Ciencias Luis Suárez Salazar en la Casa del ALBA Cultural de La Habana, Cuba, el 4 de febrero de 2012.
Luis Suarez es graduado en Ciencias Políticas, postgrado en Filosofía, Doctor en Ciencias Sociológicas y Doctor en Ciencias. Actualmente, es Profesor Titular a tiempo parcial de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana. Igualmente, del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” adscripto al Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Cuba. Ha publicado más de un centenar de artículos y ensayos. También ha sido autor, coautor, compilador y editor de cerca de cinco decenas de libros. Algunas de sus obras han sido traducidas al alemán, al inglés, al italiano, al portugués y al ruso. También han recibido los siguientes reconocimientos: Mención de Honor del Jurado del Segundo Premio Internacional de Ensayo “Pensar a Contracorriente” convocado por el Instituto Cubano del Libro; Premio de la Crítica Científico-Técnica de la Academia de Ciencias de Cuba; Mención Honorífica del “Premio Libertador al Pensamiento Crítico”, otorgado por el Ministerio de la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela; y Premio Anual a la tesis presentada para obtener su grado de Doctor en Ciencias: máxima categoría académica conferida por la Comisión Nacional de Grados Científicos de la República de Cuba.
  1. Luis Suárez Salazar: “La dinámica entre la revolución, la reforma, el reformismo, la contrarreforma y la contrarrevolución en nuestra Mayúscula América: algunas hipótesis”. Ponencia presentada en el Coloquio Internacional La América Latina y el Caribe entre la independencia de las metrópolis coloniales y la integración emancipatoria / Casa de las Américas, La Habana, 22 al 24 de noviembre del 2010.
  2. La primera vez que se convocó la llamada Asamblea General Nacional del Pueblo fue el 2 de septiembre de 1960. Esta aprobó la posteriormente llamada Primera Declaración de La Habana en respuesta a las resoluciones anti-cubanas aprobadas por la Séptima Reunión de Consultas de Ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA) realizada en San José Costa Rica. Los interesados en el contenido de esa declaración pueden consultar: Luis Suárez Salazar (compilador) Fidel Castro: Latinoamericanismo vs. imperialismo, Editorial Ocean Sur, 2009.
  3. “La farsa de la Organización de Estados Americanos en Punta del Este”, Cuba Socialista, año 2, no. 6, marzo de 1962, sección “Comentarios del Mes”, pp. 91-102.
  4. Ernesto Che Guevara: Ernesto Che Guevara: “Mensaje a todos los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”, en Ernesto Che Guevara: Obras (1957-1967), Editorial Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 597.
  5. Ulises Estrada y Luis Suárez Salazar (editores): Rebelión tricontinental: Las voces de los condenados de la tierra de África, Asia y América Latina, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.
  6. Ernesto Che Guevara: “Discursos en Punta del Este, Uruguay”, en Ernesto Che Guevara: Obras (1957-1967), Editorial Casa de las Américas, La Habana, 1970, pp. 420-468
  7. En esa inconclusa carta José Martí expresó, entre otras cosas: “Ya puedo escribir [...]; ya que estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber [...] de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan con esa fuerzas más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”. El texto de esa carta encabezó la Segunda Declaración de La Habana.
  8. Segunda Declaración de La Habana, en José Bell Lara, Delia Luisa López García, Tania Caram León: Documentos de la Revolución Cubana 1962, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, p. 532.
  9. Ibídem, p. 513.
  10. Ibídem, p. 514.
  11. Ibídem, p. 528.
  12. Ibídem, pp. 528 y 529.
  13. Ibídem, p. 530.
  14. Ibídem, pp. 529 y 530
  15. Luis Suárez Salazar: “Contraofensiva plutocrática-imperialista contra nuestra Mayúscula América“, en Felipe de Jesús Pérez Cruz (coordinador): América Latina en tiempos de bicentenario, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2011, pp. 96-119.
  16. Fidel Castro: Un grano de maíz (Conversación con Tomás Borge), Oficina de publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 1992.
  17. José Martí: Nuestra América, Casa de las Américas, La Habana, 1974, pp.21 y 22.
  18. Segunda Declaración de La Habana, ed. cit., p. 532.

trovada de amistad

Trovada de amistad
Fotos: Jorge Villa, R. A. Hdez. (La Jiribilla) y Estrella Díaz

Augusto Blanca
No podré hablar de Sara como pasado, ella sigue siendo presente. La conocí hace 40 años allá en Manzanillo cuando se inauguró en el Movimiento de la Nueva Trova. Era una rubia de ojos azules penetrantes. La misma noche que la conocimos la tiramos en la piscina sin saber que era asmática. Desde entonces somos amigos, hemos compartido muchos dolores y alegrías, ha estado ahí para mí tanto en las buenas, como en las malas.
Sara es una artista fuerte y delicada a la vez. Es capaz de demostrar una fuerza terrible o una enorme ternura. Así se comportaba con sus amigos y con los trovadores más jóvenes, podía dar un “cocotazo” o una caricia, pero decía las cosas de frente. Ha llevado una vida muy vertical, es muy justa, sin dobleces con todo el que se le acercaba. Es capaz de compartir con cualquiera un chiste, un cuento, un consejo. Nunca se creyó una diva, a pesar de que se había convertido en una leyenda.
Puedo decir que he tenido muchos amigos y amigas en la vida, pero mi amiga Sara es una de las amigas-hermanas de siempre, inigualable. Compartimos muchos escenarios juntos. Hicimos muchas veces “La Trovada”, y ahora en esta despedida, mientras yo estaba cantando, le veía los ojitos haciendo muecas para sacarme la risa delante del público.
Su muerte no se cree. Es muy fuerte, para todos los que la conocen con profundidad, pensar que no la vamos a ver más cantando “Girón: La victoria” o “Amor mío no te vayas”, o en El jardín haciendo cuentos.
Lo que nos corresponde ahora es no dejar morir el recuerdo, aunque es algo que sabemos de sobra, nunca va a ocurrir. Los que quedamos del lado de acá tenemos que seguir haciendo por su canto y por su pensamiento.

Lucía Huergo
Conozco a Sara desde que éramos niñas. Estudiamos juntas en el Conservatorio Amadeo Roldán. Ella no era de las mejores alumnas y yo la ayudaba como podía. Luego crecimos y ella fue siempre mi mejor amiga.

Gerardo Alfonso
Me faltan las palabras. Uno siente una fragilidad tan grande al ver que nos deja una mujer tan vital, tan fuerte, con tanto para dar y tanto que se esperaba de ella todavía. Su peña El jardín de la Gorda estaba teniendo un florecimiento tremendo, y de pronto viene esta enfermedad terrible y descontrolada y se la lleva. Me pone en un estado de confusión, me siento prestado en este planeta, sin garantías de nada.
Su obra va a perdurar para nosotros y las generaciones venideras por lo importante y atemporal. Hay cosas en ella que son medulares, esenciales de la cultura y los seres humanos.
No podemos, sin embargo —y como ella misma lo cantara— recordar a Sara con llanto. Ella es una heroína y debemos pensarla con alegría, porque fue lo que más nos entregó siempre. Eso y la fuerza, la firmeza de principios. Sara fue una revolucionaria medular, muy cabal, ese es el legado que nos deja y que vamos a abrazar por el resto de nuestras vidas. Es un honor haber sido parte de una generación de artistas donde hay figuras como ella. Fue bueno vivir estos años de la epopeya cubana con compañeros de lucha y de trabajo como Sara González.
Esa doble cualidad de cantarle al amor y a la gesta, es algo tremendo. Se puede ser un grande sin tener que relacionarse directamente con la parte épica de la vida en una sociedad. Se puede ser grande con la canción de amor y también cuando se abraza todo el sentimiento de un pueblo, abordando desde sus avatares íntimos hasta sus compromisos con una nación, un credo o una ideología. Hacer todo eso bien y con corazón fue una virtud de Sara. No era algo que ella tenía que construir, así sentía y lo expresaba.
Con ella no se podría tener medias tintas. Había que estar al ciento por ciento. Era muy clara, directa, transparente. Una relación de amistad, ideológica o musical con Sara terminaba siendo visceral. En El Jardín, donde cantó por última vez, era normal que terminara la presentación musical y  que continuara la relación de amistad en su casa. El trabajo compartido con ella se convertía en convivencia, mezclaba la responsabilidad con el disfrute, con la alegría y con el intercambio.

Martha Campos
Sara era un ser extraordinario: humana, amiga hermana, gran compositora. La conozco desde que estudiábamos en el conservatorio y luego hicimos carrera juntas en la música. Ella siempre tenía un proyecto, una idea, siempre estaba planificando conciertos, buscando cosas que hacer.
Como ser humano me apoyó siempre, dándome ánimo, incitándome a trabajar, “echar pa´lante”. Esa era Sara  y así va a quedarse entre nosotros y en el pueblo, que la amaba y la seguía, que visitaba su peña. Su obra está llena de cubanía y por eso también nosotras nos identificamos tanto. Defendía muchísimo la Revolución y la respetaba aunque no se callaba nunca, porque siempre fue un ser de pueblo.

Eduardo Sosa
A Sara le hubiera gustado que nos tomáramos un trago de ron y nos sentáramos a conversar. Quién quita que su espíritu ande por ahí como un bichito haciendo travesuras, porque así era ella: una persona alegre. Por eso sus colegas hemos decidido dedicarle canciones.
Su fallecimiento nos sorprende en medio de la realización de un disco homenaje, en el que varias personas han escrito canciones para dedicárselas, y otros, como Silvio Rodríguez y Amaury Pérez, interpretan algunas de las que ella compuso.
La canción que hice para el disco recoge más o menos lo que ocurrió en el momento en que nos conocimos, con aquella historia de que yo vivía por allá, lejísimo, y quise conocerla y ser su amigo. Después logré ser amigo de Sara, entré en una empresa de música profesional gracias a ella, que me había visto cantando, haciendo bulla por todos lados, y medió para que consiguiéramos trabajo:
“Yo andaba tan lejos /pero tan cerca de ti/que al vernos bastaron dos miradas/ una cómplice y calmada/ otra para el mes de abril. /Y tus puertas se abrieron/y tus pasos ya fueron más sinceros. /y hoy somos un verso/ que sigue aprendiendo a vivir/ entre espanto y maravilla/ entre el hoy y el porvenir.”

Augusto Enrique
Sara es una gran amiga, como una hermana para mí. Y los grandes amigos nunca se van. Nos conocimos en los años 80 y desde ese momento tuvimos una maravillosa relación, primero como compañeros del mismo gremio. Ella me había aceptado en su círculo, a pesar de que soy algo más joven que ella y para mí representó un gran orgullo conocerla.
Después se convirtió en la consejera de los momentos importantes. No solo era una gran cantante y una gran revolucionaria, sino una persona llena de conocimientos y ávida por compartirlos con los demás. Ella organizaba lo que sabía de una manera que cuando se acercaba a los músicos más jóvenes, puede decirse que casi asumía un rol tutelar. No preguntaba qué habíamos logrado, si nos habían servido sus observaciones. Estaba muy presente en los problemas de cada uno de nosotros, al punto de crear nexos casi filiales. Con Sara no se podía tener una relación que no fuera familiar.
Es una gran pérdida, no solo porque muere una cantora de gran estatura, sino porque nos deja una bellísima persona. No hay palabras con qué describir la tristeza y el vacío espiritual y material que nos embarga. Aunque estuvimos cerca de ella durante su enfermedad, siempre miramos a la lucecita de esperanza pensando en su recuperación, y depositamos nuestra fe en la ciencia y en todo lo que nos rodea y no podemos ver. No fue posible. Basta entonces que la recordemos, que sigamos su ejemplo de revolucionaria, de cantora, de persona coherente con lo que pensó, de palabra grande y de vida austera.

María Dolores Ortiz
Nos ha tomado de sorpresa la muerte de Sara. Sabíamos que estaba enferma, pero ella era una persona tan fuerte, de un temperamento tan sólido que pensábamos que sería capaz de derrotar a la muerte, aunque lamentablemente eso es imposible. Hoy la perdemos físicamente, pero su música, sus canciones, su pasión y su ejemplo permanecerán para siempre en el alma del pueblo cubano. Desde que supe de la noticia, me he estado recordando, reiteradamente, de aquella memorable concentración de jóvenes que se efectuó en el Parque Central donde ella cantó, a capella, su canción "Girón, la victoria" delante de Fidel. Aquella multitud de jóvenes entonando ese tema al mismo tiempo que ella fue un momento de emoción irrepetible. Creo que esa emoción también la sintió el Comandante, esa es la imagen que quiero conservar de Sara. Esa Sara fuerte, vibrante, cantando sus canciones a la Revolución, al amor y a la vida.

Ángel Quintero
Desde los años iniciales de la década de los 70 tuve mis primeros encuentros con Sara, porque fui de los trovadores jóvenes que nos vinculamos al Movimiento. De los pioneros, Sara ha sido una de las figuras que yo he tenido más cercanas. La relación con ella trascendió el vínculo normal entre compañeros o con artistas que uno admira y respeta. Fue una amiga y siguió siéndolo. La consideraba una maestra, como muchos de mi generación, pero me cautivaba su capacidad espiritual, y la manera en que se mantuvo siempre pendiente de todos nuestros problemas y logros artísticos y humanos.
Tuve una suerte que no tuvieron muchos trovadores. En esta última etapa, antes de su enfermedad, estuve muy cercano a ella, participando en la gira nacional Formato roto, de la artista Diana Balboa. La protagonista fue la obra de Diana, y nosotros apoyábamos con canciones.
La enfermedad de Sara nos ha sensibilizado particularmente a quienes hemos atravesado por situaciones similares, y por eso sentimos que su muerte es algo muy triste. Ahora mismo no creo que esté expresándome desde la lógica, sino desde el desorden del corazón.
La cultura cubana ha perdido a una de sus grandes defensoras. Los que la hacemos todos los días hemos perdido también una gran amiga, pero habrá que seguir. Que la estemos despidiendo todos reunidos, demuestra que la existencia de Sara fue fructífera.

Entrevista con Sara González: La guitarra protege

entrevista con Sara González
La guitarra protege
Antonio López Sánchez • La Habana
Foto: Alain Gutiérrez, Jorge Villa y cortesía de Sara

Mientras diciembre va llegando a su final y el año termina en las calles y en los rostros como una de esas canciones de repetido estribillo, ocurre esta entrevista. Con el tímido sol de las tardes del poco duradero y desacostumbrado invierno cubano, llegamos fotógrafo y periodista a nuestro destino.
Un apartamento alto, que aleja un poco el bullicio de la céntrica avenida que se agita viva unos pisos más abajo, es el refugio de nuestra entrevistada. Después de los saludos de rigor y un “déjame cambiarme para las fotos que este suéter no me gusta”, pasamos al estudio. Nuevamente siento esa grata sensación, que me ha acompañado a veces en algunos empeños de trabajo como este, de que la música puede pasearse tranquilamente por algunos lugares; hacerse sentir, estar palpable, aunque no se escuche el menor sonido.
Sin embargo todo es música alrededor: Los cuadros de Diana Balboa que adornan todo el estudio, con la presencia de Sindo, del Bola, de más música; las guitarras que desde sus atriles parecen dormir alguna siesta o soñar quién sabe qué melodías; los muchos discos y casetes que nos rodean en sus estantes o recién escuchados junto al equipo de música; los colores y fechas de los afiches que anuncian conciertos de la Nueva Trova; las varias caricaturas de esta cantante, compositora y ahora casi entrevistada; o la excelente foto donde mira a la cámara y sus ojos y los dedos de una mano perpetúan sobre su brazo algún acorde, en ese típico gesto trovadoresco cuando desean hacer sonar su cuerpo y lo tornan guitarra. Todo suena, todo sabe a música a pesar de lo callado de esta hora vespertina: the sound of silence, recuerdo la vieja tonada de Simon y Garfunkel.
Desde lo alto de la pared, en un enorme póster, Janis Joplin sonríe para siempre y parece a punto de echarse a volar, sentada sobre el techo de un automóvil deportivo, ¿un porsche, un jaguar?, de agresivo, sicodélico rosado lleno de mariposas y dibujos. Así de seguro sería el retrato de su portentosa garganta. Aquí en la tierra y ya lista ante mis preguntas otra voz me devuelve a la realidad. La misma voz que ha sido capaz de celebrar victorias y apaciguar dolores con su canto; de enardecer multitudes al conjuro único de su emoción hecha sonido; o de transmitir la más grata alegría, la invitación al baile o al amor desde las muchas canciones que ha entonado, ahora me pregunta si será muy larga la entrevista.
Sara González, fundadora del Movimiento de la Nueva Trova, imprescindible intérprete de la obra trovadoresca y de la canción cubana en general, compositora, productora de discos, actriz humorística, espera pacientemente por mis preguntas. Y cuando responde, habla con los ojos, con el gesto inevitable y casi perenne de las manos y convierte sus respuestas en otra especie de canto. Sara practica la conversación con esa amplitud habitual del que disfruta hacerlo; con el gozo de los que aman cultivar el diálogo. Se muestra seria, apasionada, sonriente, modulando con su voz entre las alturas y la fuerza o navegando desde el tono más bajo y quedo de ciertas confesiones, pero siempre cubanísima en su modo de expresarse con todo lo posible además de las palabras. Si los cubanos fuéramos dioses, al conversar en el cielo se estremecería el mundo.
Prefiero entonces recorrer los muchos caminos habituales que trae el hablar libremente y no ponerle a mi interlocutora las absolutas riendas del cuestionario. Así, más de una vez desbordamos los límites de mis preguntas para viajar por el amplio terreno de la historia, los comentarios o simplemente el más personal criterio sobre alguno de los temas que deshojamos.  
Artista aficionada, instructora de arte, intérprete y compositora dentro del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC... ¿Cuándo Sara González se sintió trovadora?
Realmente fue cuando empecé a identificarme personalmente con los trovadores. Y eso fue estando en la Escuela Nacional de Instructores de Arte. Conocí a Pedro Luis Ferrer, a Mike Pourcell... que estaban en ese momento recibiendo clases allí. Empecé por ellos a saber de la gente de la trova; eso, además de que había ido a los conciertos allá en la Casa de las Américas, hasta conocerlos personalmente.
Ahora, conocerlos personalmente fue a través de ellos y de las descargas. Ya sabes, que si va a estar Silvio o Noel o Vicente... Y así empecé a cantar y ahí empecé a sentir verdaderamente la necesidad de cantar. Porque, hasta ese momento, mi idea fundamental era la de ser una maestra. Yo estaba estudiando allí en la ENIA muy seriamente para ser profesora.
Es ahí donde me doy cuenta de que canto. Yo no tenía la menor idea de que tenía voz para cantar ni de que podía hacerlo ni nada. Había cantado y tenía cierta técnica gracias al coro y a las clases en la Escuela; incluso daba clases de Dirección coral, clases de Bajo, de Batería; allí estaba aprendiendo a tocar de todo...
¿Eso es como en qué año, 66 más o menos?
No, ya eso es en el 69, el año antes de entrar en el Grupo de Experimentación. Entonces, saliendo de unas vacaciones en la Escuela me encuentro con Silvio y con Pablo. Y el uno me propone cantar la canción de Los comandos del silencio y el otro me dice acerca de hacer un programa sobre la poesía de Martí; y si yo tenía algo musicalizado, que si yo me atrevía, en fin. Ahí mismo me dio unos versos...

Es justamente estando en el Grupo de Experimentación donde yo empiezo a componer. Lo primero que hago ya más seriamente fue ese trabajo de hacer música sobre los versos de José Martí. Y surge entonces la propuesta de la Casa de las Américas de hacer también un disco sobre los versos de Martí. Por supuesto les dije que sí. En ese momento lo que tenía hecho eran tres o cuatro versos y yo dije que tenía de todo. En un mes y medio tuve que hacerle música a todo aquello para grabar. Y fueron 14 piezas.
¿Ya Pablo había hecho su disco sobre los versos de Martí?
Sí, el primero fue Pablo, recuerdo que su disco no era de los grandes. Era una cajita con discos pequeños de 45 revoluciones por minuto. Esos discos eran para que la Casa los obsequiara; esos discos no se vendían, no eran para eso.
¿En aquel momento tú crees tener ya alguna influencia de trovadoras específicamente o era simplemente más amplia?
En aquel momento venía de todas partes. Vine a tener un conocimiento de la trayectoria de la música y demás, a partir del Grupo de Experimentación, honestamente. Hasta ese momento yo estudiaba música, oía lo que oía todo el mundo en este país, pero no conocía profundamente la música. Había oído de Marta Valdés pero no conocía profundamente su obra; es en la Escuela, a través de la profesora de Guitarra Leopoldina Núñez, donde conozco un poco más de la obra de Marta... Imagínate que yo fui alumna de Nené Enrizo cuando tenía 11 años y no sabía nada de lo que era la trova tradicional. ¡Si yo llego a saber... ¿tú te imaginas teniendo ese maestro, lo que hubiera aprendido de la Trova Tradicional?!
A partir de entonces, la Escuela Nacional de Instructores de Arte y el Grupo de Experimentación Sonora, es que empiezas a acercarte a toda la historia anterior.
En mi casa se oía mucha música popular, la misma que se escuchaba en el país. Sobre todo Beny Moré, los boleros... la música cubana popular; la buena por suerte. Después empiezo a conocer del filin. Pero es desde el Grupo y desde la Escuela donde se dan las condiciones para que a mí se me abran todos los campos de interés y de conocimiento.
Vamos a la relación entre mujer y canción. Siempre ha sido la mujer una de las destinatarias habituales de la canción, es algo inseparable. ¿Cómo te sientes como mujer en el trance de pasar de destinataria de canciones a creadora de canciones?
Mi fuerte no ha sido componer. Hay mucha gente que me ha dicho que he perdido mucho el tiempo en eso, pues les gusta lo que compongo y se pasan la vida peleándome por eso. Y me dicen: ¿Por qué no compones más? Que si haces una canción al año; que si una cada dos años, pero cada vez que la haces es una canción buena, es una canción que queda, una canción que sirve, me dicen. De veras no lo he hecho porque no me toca la musa a la puerta así como a muchos otros.
Me ha gustado, por ejemplo, mucho más ese trabajo, cuya palabra es muy fea, feísima, que parece otra cosa cuando lo nombras: Y es trabajar por encargo. Me ha motivado mucho trabajar por encargo. La gran mayoría de mi obra ha sido escrita por encargo: por encargo hice el trabajo con los versos de Martí; por encargo hice “La victoria”; muchas de las cosas que hice para el cine, las hice por encargo sobre imagen cinematográfica. Creo que he hecho bien poco cosas que no sean por encargo...
¿Y no sientes que te lastra eso a la hora de trabajar?
No, no, en realidad yo quisiera hacer más pero me tengo que obligar. Ahora mismo, compuse una canción pero era por el disco; para hacer una cosa nueva. Es que me tengo que buscar el motivo; eso, el motivo o la imagen. Quizá sea el temor a no hacerlo bien. Tengo inseguridad por ese lado, qué le vamos a hacer; pero a estas horas del asunto ya no me puedo poner a buscar las razones o los motivos; solo me pasa y es así...
Pero... ¿inseguridad? ¿¡A estas alturas!?
¡Cómo no! ¡Tú no sabes nada! Lo único que uno aprende con los años de profesionalismo es a disimular el miedo. No es que se te quita. El día que no me emocione, ni me ponga nerviosa para subir a un escenario... ¡entonces ese día estoy muerta para que lo sepas!
Además, en ese caso de la creación me pasa que muchas veces me digo: ya lo que dijo Fulano o Fulana era lo que yo quería decir ¿para qué voy a hablar más? Entonces me he preocupado mucho más a veces en el trabajo de la interpretación. Me he esforzado más; me he dedicado más. Mira, no vengo a sacarle lo que quiero a una canción como al año o dos de cantarla. ¿A sacarle lo que yo quiero? Mucho después. Empiezo y le voy cambiando y cambiando. Por eso no grabo más discos. Me gusta cuando voy a grabar un disco llevar un material que he preparado, que he saboreado y está ya hecho. Pero creo que voy más en la línea de intérprete.
Y a propósito de componer y de obras de otros, ¿te parece que hay alguna diferencia entre el modo de componer de las trovadoras con los trovadores? ¿Habrá un modo femenino de componer?
No, no creo que haya un modo femenino de componer. Creo que hay épocas. Ahora mismo, te digo honestamente, las compositoras están mejor que los compositores. En términos generales están haciendo una obra mejor; una obra más terminada, con más calidad. Conste que es mi gusto personal y jamás he discriminado ni por mujer ni por hombre. Además, me formé en un mundo de músicos y creadores. Pero me pasa eso y no quiere decir que sean malos los que están ahora; lo que veo mayor calidad en lo que están haciendo las compositoras. Hay más peso, más obra, más madurez.
¿Me dices en música, en poesía o en general?
En todo, en general. En las dos cosas hay mayor madurez. Pero te repito: eso no quiere decir que no haya muy buenos trovadores. No voy a nombrar a nadie de ningún sexo ni nada por el estilo. En esta etapa, en este momento, en esta generación, creo que es más atrevido, más interesante el trabajo de las trovadoras.
¿Y anteriormente?
Increíblemente, lo que ocurre con la historia anterior es un problema de cantidad y no de calidad. ¿Quién duda de la calidad de Marta Valdés? Ella está entre las mejores. Al mismo nivel de José Antonio Méndez, de César Portillo de la Luz... ¡A ese nivel! Lo que pasa es que solo estaba ella, o una Isolina Carrillo. Desde un punto de vista de cantidad las mujeres siempre fueron menos pero eran tan buenas como cualquiera. Tania Castellanos era formidable también; tenía unas canciones maravillosas. Lo que pasa es que ellas eran menos. En lo que había diez hombres había una mujer.
¿La clásica dominación masculina?
Por eso y porque la formación en las casas era diferente. Era la niña con el piano, para que sea pianista y para que toque música clásica. ¡¡Ya lo otro era ser puta o ser lo que fuera!! Hubo mucha marginación con la mujer en ese sentido. Entonces fueron pocas. Pero, fíjate que te lo repito: Las pocas eran muy buenas. Piensa que las orquestas de mujeres que hubo en este país en el siglo pasado eran maravillosas. No tenían nada que envidiarle a ninguna orquesta de hombres.
De hecho, para competir en ese medio tenían que ser buenas.
Imagínate. Las mujeres tienen el mismo problema de los homosexuales y de los discapacitados: cuando vas a ser algo tienes que ser el mejor para que te respeten. Si no, no te respetan; tienes que ser superior. Eso es una verdad como un templo.
Eso es una verdad y falta mucho; aunque ya hemos pasado bastantes cosas y hay mucha mejora. Ahora tú te encuentras en todas las escuelas de música que hay muchachas que tocan trompeta, trombón, batería, bajo. Cuando yo estudiaba había una muchacha nada más que se le ocurrió y estudiaba el trombón. Y eso es porque era hija de un músico famoso y entonces era como que estaba justificada. Todavía en los años 60, las mujeres no tocaban saxofón ni trompeta ni nada de eso. Me acuerdo de un momento que teníamos un combo y no teníamos una bajista y hubo que poner a una fagotista a hacer los sonidos del bajo, porque no había mujeres que tocaran el bajo.
  
¿Y en tu caso, Sara, cómo te fue en un medio también mayoritariamente masculino?
Siempre me sentí bien. Siempre tuve la suerte de estar en este medio y de rodearme de amigos. Tengo muy buenos amigos. En el Grupo de Experimentación, por ponerte un ejemplo, yo ni bebía ni nada de eso. Pero cuando vi a todo el mundo con un trago en la mano, ah, pues, yo lo tengo también. Yo no me quedo atrás aquí. Y si hay que estar hasta la cuatro de la mañana, estoy hasta las cuatro de la mañana. Yo me dije que tenía que estar a la par de todo el mundo allí.
Mi vida cambió totalmente. Me adapté a todo eso. Y lo primero que hice fue unirme a ellos, pero sin prejuicios. Y ellos se unieron. Además, por suerte, di con un medio de gente, coño, pensante e inteligente que siempre también hizo lo mismo. Nunca me vieron a mí como un ser aparte ni un caso extraño, ni mujer ni hombre: me vieron como una compañera más.
Y también tenías cierta diferencia de edad.
Exacto. En aquel momento yo era más joven, y eso un poco te hace que aparezcan los padrinos. A esa hora te quieren proteger más que nadie.
Sara, hay gente que casi no sabe, o no sabe en lo absoluto, que tú trabajaste mucho con el Conjunto Nacional de Espectáculos como actriz y cantante, haciendo humor.
Es increíble. Hace unos días Virulo y yo comentábamos qué pasó que muchas de esas cosas nunca se filmaron. Me acuerdo de que nunca la televisión fue a filmar ninguno de aquellos espectáculos.
¿Cómo influyó esa experiencia del teatro y el humor en tu obra?

Me influyó mucho; me ayudó muchísimo. Dar clases de Actuación con Carlos Ruiz de la Tejera, con José Antonio Rodríguez que en aquel momento asesoraba el grupo, fue de gran ayuda para tomar conciencia del escenario y del tiempo. Sobre todo del tiempo a la hora de interpretar, de hacer. Me fue muy grato pasar por allí y me gustaba mucho ese trabajo. Luego no lo continué, pues llegó un momento en que pesaba un poco más el chiste y ya no se cantaba tanto. Y yo tenía más relación con esa idea que hizo Virulo maravillosamente al crear la ópera-son.
Siempre me ha gustado el trabajo humorístico y de vez en cuando lo he seguido haciendo, sin ningún prejuicio y me divierto mucho. Me siento muy cómoda. Además tiene que ver con mi carácter también.
Lo que ocurre es que la Trova la han querido asociar con lo solemne, y nada más.
Sí, a las cosas muy serias. Pero respecto a ese trabajo del humor, la gente siempre lo recibió muy bien. Y eso era lo más importante. Aunque de primera intención fuera como un rompimiento ¿no? Pero después se acostumbraron. A lo mejor me lo aguantaron y no se lo hubieran aguantado a otro; pero nada, me lo aguantaron.
Ahora, eso no te restó seriedad, desde el público quiero decir, a la hora de cantar “La victoria”, digamos.
Para nada. De hecho, haciendo algunos de estos trabajos hubo ocasiones de hacer espectáculos realmente solemnes. Y era el mismo público que iba a ver al Conjunto Nacional. Totalmente aceptado y en serio y respetado por las mismas personas serias que ayer te vieron hacer todos los monos del mundo.
Sé que lo has dicho otras veces pero quisiera escucharlo de ti ahora, no solemne, pero sí bien pensado. ¿Qué es para ti la guitarra?
La guitarra es la vía de comunicación desde mi adentro. De lo más profundo, de ese sentimiento que uno tiene por dentro. Lo blandito ese que a uno le sale, la guitarra es la que me ayuda a sacarlo. Y me protege. La guitarra protege.
¿Te protege?
Sí, la guitarra protege, cómo no. Ella te cuida. Porque en su sonoridad está también el rectificarte a ti misma. Entonces ella te enmarca por dónde ir. Es como decirte sin querer: Esto es un trovador y así lo tienes que hacer.
Hablemos de trovadoras. Me gustarían tus definiciones, las que se te ocurran al oír estos nombres. Primero: María Teresa Vera...
Ella es la madre. María Teresa es el pensamiento de la creación. Es esa señora que uno respeta cada vez que conoce algo de su vida. Y todavía son pocos los que hablan de ella. Es una mujer extraordinaria en su mundo, en la época que le tocó vivir. Una mujer muy valiente y arriesgada. Y también tuvo muy buenos compañeros. Fue alguien con muchos amigos, y muy querida. Eso de seguro la ayudó a enfrentar su realidad; era una época donde había que comer y llevar dinero a casa; no solo se hacían cosas por amor al arte.
¿Marta Valdés?
Marta es una escuela. Marta es una mujer con una personalidad admirable y una compositora única. Es increíble cómo Marta es capaz de enseñar. Te digo que Marta es una escuela: para el que quiera aprender la guitarra; para el que quiera saber de armonía; para el que quiera oír una buena letra y una buena canción.
¿Teresita Fernández?
Esa es otra que bien baila. Con Teresita hay algo que yo quisiera que antes de... no voy a decir morirse, esa no es la historia, porque ella no se va a morir nunca. El problema es que no se olviden sus canciones de amor, sus canciones para adultos. Porque si mucho valor tiene la obra de Teresita en la canción infantil, algo que es innegable; tanto o más valor tienen las canciones adultas de esa señora. Quisiera saber cuándo una disquera de este país le propondrá algo así.
¿Miriam Ramos?
Una compositora de un talento tremendo. Y me paso la vida fajándome con ella porque no canta más sus canciones. Cosa que debía hacer. Miriam hizo el disco con sus canciones porque ya la íbamos a matar. Es una excelente intérprete, sin duda, unas de las voces más lindas de este país, pero tiene unas canciones que tú no te imaginas. Canta a otros autores y ella tiene maravillosas canciones. Bueno, yo soy la que le está grabando sus canciones. Y son canciones de todas las épocas.
Vamos al presente. Hay en este momento más trovadoras que nunca en la historia de la trova. ¿Cómo ves el presente de la trova femenina?
Eso ha ido pasando porque los resultados de la mujer incorporándose a todo más que antes, tienen que verse en algún momento. Tampoco han surgido de un año para otro; fue poco a poco. Pero sí en este momento hay muchas más que antes no había. Y responde a todo eso. A las escuelas de arte... No solo hablemos de trovadoras. Hay más mujeres haciendo música en este momento. En el jazz, por ejemplo, hay muchas. Y las hay que son genios, realmente, con un talento tremendo.
Entonces veo muy bien, muy saludable, ese presente de la trova femenina. Creo que la mujer, no solo en la trova, en la cultura de nuestro país, la mujer va tomando un peso bien importante.

¿Y el futuro?
¡Luminoso, mi hermano, aquí todo va pa´lante!
Esta entrevista forma parte del libro Trovadoras, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2008.