sábado, julio 14, 2012

Gerardo Alfonso: Pedirse el último a uno mismo y empezar de cero

Por Susana Méndez
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Los artistas que trabajan mucho, bien, y además son capaces de plasmar en sus canciones lo que muchos sentimos y no sabemos decir, no necesitan pretextos para ser entrevistados, siempre hay motivos.

Confieso que tengo un poco mutilado el sentido crítico con Gerardo Alfonso, porque es uno de los pocos amigos que conservo de la primaria, y nacimos con la Revolución; son muchos años juntos.
El primer libro de Baudelaire que leyó, Las flores del mal, yo se lo presté y me lo devolvió; cuando se cansó de sus cactus -debe haber sido por las espinas-, yo los heredé; él me llevó al Yara, para consolarme de un desamor, a ver Nuestros años felices, de Sydney Pollack.

El recuerdo de aquel niño de rodillas flacas que me esperaba en los bajos de mi casa para ir al 6º grado, no me abandona; y tampoco el de aquel joven que se sentaba en un muro de la entonces gasolinera de 21 y D a cantar-cantarle a los amigos que pasaran.

Gerardo es un orgullo de mi generación, o al menos de la parte de mi generación que pensamos igual, o más o menos, como él. Cuando compuso Amigos, del disco A orillas del mar, algunos pensamos que una vez más escribía la canción que nosotros sentíamos.

El trovador es un hombre de pensamiento profundo, con ideas a tener en cuenta acerca de la realidad que lo rodea; ideas que vuelca en sus canciones y conversaciones, como lo hizo con el Periódico Cubarte.

¿Quisiera comentar acerca de sus experiencias con la discografía en Cuba?
En realidad hacer discos en Cuba es un riesgo que se corre, porque después del triunfo de la Revolución cortamos el cordón umbilical con la industria discográfica y ahí se perdió el oficio de producir los discos. Cuando se trató de retomar se formó un libre albedrío, a pesar de la voluntad de las instituciones; nadie asesoraba porque nadie sabía, cada cual hacía los discos como pensaba que debía.
Años después me di cuenta de que si hubiera tenido desde mi primer disco un opositor que me cuestionara todo el acople, el arreglo, para que no salieran mis canciones como las siento, hubieran quedado mejor los discos. Así le pasó a mucha gente en la canción de autor, la música de concierto y la popular también; tenemos un cúmulo enorme de discos hechos en Cuba que no compiten en el mercado internacional. Puedes mandar al demonio al mercado, pero la música es un producto también para ser vendido y ¿quiénes son los que logran vender? Los que copian los patrones establecidos por el mercado ya sea de la música ligera, de entretenimiento sin cabeza, o de la música pensante.
Hay artistas en Cuba que tienen un discurso alto poética, artística y socialmente, pero su gran éxito ha sido copiar miméticamente el patrón comercial establecido dejando en un rincón las tradiciones y sonidos cubanos y acomodarse a lo que ya se comercializa, por lo que han tenido gran venta, además de la calidad.

¿Hacemos la historia de su propia discografía?
Volando hacia la luna
Mi primer disco Volando hacia la luna lo hice en Italia, en 1990; a los dos meses me encontré que era un disco super frío; había sido producido por mí y grabado en un estudio que alquilé con el dinero que me pagaban por los conciertos y lo grabé como yo pensaba que debía ser, instrumento por instrumento. Fue una producción espantosa y el mejor tema fue en el que dejé a los músicos que tocaran solos, por su voluntad, se llama Volando hacia la luna, está en Sábanas blancas y es un tema trascendente.

Los lobos se reúnen-Sábanas blancas
El segundo disco fue una solicitud que le hice al Instituto Cubano de la Música, que a su vez le pidió a la EGREM, fue en el 1993- 94. Acopié un grupo de canciones que yo sabía que funcionaban, más dos o tres nuevas y preparé un disco para poder seguir “echando la pelea” y resultó Los lobos se reúnen, que después se llamó Sábanas blancas.

En este hay un grupo de canciones que desde el punto de vista estilístico y de orquestación no tienen nada que ver. Están Quisiera, Giovanna, Yo te quería María, Paranoico, Sábanas blancas, Los lobos se reúnen; es decir, está casi la esencia de todo lo que yo he sido después, aunque no lo creo, pero así ha ido pasando. Los arreglos son como los concebí, el sonido como pensaba que debía ser, y es mi disco más reconocido; un disco lleno de defectos técnicos es el que me identifica y eso es un boomerang, porque a la vez que están esas canciones tremendas, tiene un sonido que no complace a las exigencias del mercado.

Diviértete un poco
Al año siguiente hice en Alemania un disco mejor desde el punto de vista del sonido, pero la disquera con la que lo grabé estaba intentando abrirse paso en el mercado y quebraron, por lo que me quedé con ese máster y nunca lo pude negociar en Cuba.
Era la época de la salsa y el disco tenía temas de salsa, de Worldmusic ,de Avangar; es decir, una mezcolanza. Recuerdo que un director de programas de televisión no me quiso presentar porque yo no era salsero y su espacio era para la salsa; no obstante salí en un programa de Raquelita Mayedo con la banda de salsa que me inventé (risas) porque sobre todo era un salvavidas, cogía la música para salvarme. Era el Período Especial, o me comía una hoja de plátano o me buscaba con la música unos kilos; por eso hice ese disco que se llamó Diviértete un poco y que es un máster que todavía tengo.

Recuento
Después hubo una celebración en la Casa de las Américas por el 25 aniversario de la Nueva Trova. De los 25, yo tenía 17 a mi favor y en la conmemoración yo no oía hablar de mí por ninguna parte, por lo que pensé que tenía que defenderme. Cuando me propusieron hacer un concierto, decidí hacer un recuento de mis 17 años. El concierto se grabó en una casettera y como fue tan emotivo, los de la Casa resolvieron llevarse el casette para los estudios Abdala y masterizarlo. Lo convirtieron en un CD que se llamó Recuento y lo presentaron en Cubadisco ese año en la categoría testimonio; como era el único disco que concursaba, ganó el primer lugar (risas).
Con ese disco también inauguré el sello discográfico Casa; pero no tenía número de serie y por tanto hay mil discos de este álbum que tienen el número cero, pues tampoco tienen número de serie. Pero el mío fue el primero, lo cual para mí es un gran privilegio.

A guitarra Limpia
A los pocos días se inauguró el Centro Pablo de la Torriente Brau. Yo fui, creo, el tercero de los trovadores en cantar allí. Un poco para legitimar el espacio, hice un concierto bonito y se grabó también de manera precaria, pero quedó ese disco -y todos los que se grabaron en ese tiempo- como patrimonio. Ya tienen hechos como 80, pero el mío fue de los primeros.

El ilustrado Caballero de París
Después entré en el siglo XXI con El ilustrado Caballero de París, que hice con la EGREM y que contiene canciones medulares en mi carrera, porque me gustan a mí; pero la selección que hace la vida después es otra.

Momentos
Momentos, lo hice con Abdala, que iba a ser el de la Luna, pero allí me dijeron que ya estaban pasados en cuanto a música sinfónica, que para el mío no tenían presupuesto y que me inventara otro proyecto. Acopié rápidamente otro grupo de canciones y Juan Manuel Ceruto me hizo la producción y los arreglos.

Las Cosas que yo te cuento
El tercero lo hice en Ecuador, a donde me fui con un pianista que yo había tenido y que vivía allí. En ese disco casi todas las canciones son de amor, no hay cuestionamientos sociales, salvo la última, Luces, que habla de mí; porque en esa época -2003 o 2004-, yo estaba rebelde ante la excesiva rebeldía de todos los artistas que estaban cantando. Era una época en la que el rap era muy masivo y había muchos raperos cuestionando la realidad y a mí me parecía que faltaba un oasis en medio de todo aquello.
Por eso lo hice con canciones que no tenían nada que ver con lo que se estaba haciendo en ese momento. A nadie le importa “el amor en los tiempos del cólera”, y no pasó nada con el disco; ni siquiera pude hacer un video clip. Pero eran canciones muy hermosas y cuando pasó la euforia de la “contestatariedad” el disco resurgió con canciones que sobreviven, como Alguien me habló de amor, del 89, e Inusitada flor del desierto que yo hago con la guitarra y encanta siempre. Y está también Claudia, dedicada a mi esposa. Es un disco muy bonito.

Raza
Después de eso, y por una conversación que tuve con una compañera de trabajo, me metí a hacer un disco que se llamó Raza, es un disco típico Worldmusic donde uso los elementos de la racialidad y de la negritud en un discurso sano, sin confrontación, porque no me interesaba; solo quería plantear la diversidad. La portada tiene una mano negra y otra blanca estrechándose; hay cosas en él que me encantan, de hecho es la primera vez que yo grabo en un disco dos ochangas La droga mía y Dime dónde estás, para mí ya eso es bastante meritorio, porque es un género nuevo.

A orillas del mar
A orillas del mar fue conscientemente pensado, enteramente temático y con un sonido específico y un género que es el guayasón. Como los cantautores no hacemos generalmente discos genéricos, me daba miedo que resultara monótono y lo llevé a un eclecticismo de estilos; hay guayasones balada, rapeados, rockeros o más latinos, para que fuera interesante.
Yo le tenía mucha fe a la canción que le da título al fonograma que habla de la década del 70, de cuando nosotros estábamos en la secundaria Guido Fuentes y, de hecho, el disco se lo dedico a esta escuela. Yo pensaba que esa iba a ser “la canción del disco”, porque resumía toda una generación y toda una época; sin embargo, la que salió a flote sola, independiente de todas las demás y me tiró el disco a una existencia real fue Amigos, que la hice porque la sentía, pero no contaba con que iba a alcanzar una dimensión universal y le hablaría no solo a la generación de nosotros. También ocurre que la amistad es desinteresada y la canción es desinteresada también, porque no conté con ella para hacer parte de mi carrera, la hice contando lo que yo sentía de mis amigos, y salió una canción genial que no me atribuyo, sino que atribuyo a la amistad. Comparándola con otras canciones a la amistad, un poco distanciado y medio maldito, digo: vale (risas).

La cima
La cima es también de guayasones, y habla de la cima a donde queremos llegar todos y que en la actualidad se ve como una pirámide donde solo cabe uno encumbrado, pero que yo la concibo como una gran meseta alta con espacio para todos. Me empecé a meter en el tema y a componer canciones con diferentes aristas del asunto y cuando el disco estaba listo para grabar me di cuenta de que era completamente elitista, ¿qué hago yo hablando de la cima con todos los problemas económicos y sociales y de “caldero” que hay hoy en Cuba? Y me vi atrapado en ese hecho artístico un poco vanidoso. De todas maneras incluye canciones que tienen una dimensión social como La era de los ciegos o Lo que Dios te dio.

¿Tienes discos pendientes de grabación?
Tengo como diez discos organizados para grabar con valor de uso social, popular, cultural y artístico, pero no los he podido hacer porque las disqueras cubanas están saturadas de mí y hay muchos otros artistas que necesitan que se hagan sus discos, porque no los tienen.

La ruta del esclavo
No creo que las disqueras estuvieran preparadas para asumir el planteamiento que yo quería proponer en el referido a La ruta del esclavo. Es un proyecto discográfico -está intacto ahí, con todas sus canciones- que surge de la idea de la UNESCO de hacer el itinerario que empezaron en los 90; a partir de esa idea compuse algunas canciones y otras que ya tenía sobre la racialidad.

A veces me preocupa que el disco resulte monotemático y pueda insultar. He procurado que no sea ofensivo. Hay entretenimiento, imaginería, canciones al güije o a diferentes tópicos; pero también está la denuncia social, no la típica de que yo soy una víctima y que aquellos señores blancos me maltratan, no, no, no, es una cuestión de conciencia, porque en ambos lados tenemos montones de problemas que resolver y tenemos que resolverlos juntos, no se pueden resolver estando separados.
Pero el argumento, la coartada para no hacer el disco es el presupuesto, y me van dando “vaselina”. 
Pasó el año de los afrodescendientes y no pude hacerlo; y estamos en el medio del año de la cultura afrocubana -en el que declararon la rumba Patrimonio de la Humanidad-, y tampoco hay presupuesto. Pero no soy pesimista, he hablado con algunos dirigentes culturales que me respaldan en esta faena y me van a ayudar a grabarlo humildemente.

Diosas y dioses
Diosas y dioses es de ochanga nada más, es cantautoral, pero también tiene un concepto de baile popular; es una conquista enorme llevar un disco asimétrico de compases 5 por 4 a una danza estable, eso es como tratar de mantener una silla parada en dos patas.

¿El Guayasón y el Ochanga son invenciones suyas?

Sí, son los dos géneros que compuse entre el 80 y el 85, los cinco primeros años de mi carrera. El guayasón es una combinación de música campesina con el palo afrocubano, pero llevado con acentos diferentes, en compases de 6 por 4. La primera canción que escribí con ese ritmo se llamaba La ilusión. Mi pretensión era renovar la música campesina con una canción de autor que tuviera esos elementos, pero que no fuera exactamente de música tradicional. Así intenté en un inicio, hasta que la música brasileña atravesó por mi camino en el momento en que yo estaba en ese proceso y me transformó. La ilusión, tenía influencia de la música campesina y de Milton Nascimento; a partir de ahí traté de ir dando un carácter cubano en su esencia, pero cada vez iba contaminándolo más de pop.

El ochanga es más complejo porque es asimétrico y más original, pero en ese momento la canción de la Nueva Trova no era una canción de entretenimiento si no de reflexión; y cuando yo trataba de presentarme con mi música movida, siendo como era un cantautor, era un poco anacrónico con lo que hacía casi todo el movimiento, aunque los grupos como Moncada o Mayohuacán sí hacían música popular, bailable incluso, pero los cantautores no, adaptarme fue muy compulsivo.

Luego de la década del 80 ¿no volvió a componer guayasones y ochangas?

Yo fui muy “bombardeado” luego de hacer algunos guayasones y algunos ochangas en los 80, y como que me recogí a los cánones convencionales; no obstante seguí haciendo reggae, calipso, todas las formas rítmicas que se me ocurrían, pero los géneros los escondí, los guardé.

Ahora en el XXI, después de más de 30 años, decidí sacar todo el arsenal que enterré en los 80 y salieron estos géneros con los que pretendo reinventarme, renovarme, darme una opción y abrirme en el espectro. Lo que voy perdiendo en frescura por la edad, lo voy recuperando en creatividad y eso es en lo que estoy, en el guayasón y el ochanga, también.

¿Por qué enterró durante tantos años el piano?

El piano fue el primer instrumento con el que me expresé, pero cuando entré en la Nueva Trova tuve que guardarlo porque no podía pertenecer al movimiento con un piano, ya que no lo podía trasladar, para dar una razón práctica.
Ya yo había tenido una experiencia, que fue la presencia de Elton John. Tú sabes que a mí me gusta el piano de Elton John desde siempre. Recuerdo que en séptimo grado Ángel Marqués -hoy periodista de Radio Habana Cuba-, llevó a una fiesta del aula el primer disco de Elton John que vi en mi vida. Nunca se me olvida eso, se llamaba Tumbleweed connection y tenía una canción, Love song, que me encantó (curiosamente era con guitarra). Era la primera vez que yo oía a Elton John; este músico me perfiló el rumbo con el piano. Después vinieron otros.

Yo tenía el deseo de expresarme con el piano como enquistado, guardado, hasta que vino Fito Páez a Cuba y explotó todo y me dije ¿por qué yo no hago algo con el piano? Tímidamente empecé a sentarme en el piano de mi casa y a finales del 89 hice Quisiera y Volando hacia la luna; pero la compulsión de la canción de autor, del trovador con la guitarra, era mucho más poderosa. No había una estructura institucional que respaldara a un individuo como yo que quería cantar géneros extraños con el piano y pertenecer a un movimiento de vanguardia. Ahora hay más diversidad y apertura, en aquella época las cosas se conquistaban con el filo del machete de manera colectiva, que fue lo que ocurrió con la salsa; pero en los 80, los salseros estaban disueltos y se morían de hambre.
Entonces, como te decía, entré en los 90 con mi piano, sin mucho relieve pero con la conciencia de que yo estaba ensanchando el espectro de posibilidades expresivas de la trova y que la trova más que una actitud de tocar con la guitarra, es una posibilidad de expresarse a la que había que introducirle no solo el piano, sino todos los instrumentos que pudieran enriquecerla.

En el siglo XXI saqué afuera todo lo que puedo hacer. Pienso que todavía puedo aprender más, pero el piano fue el complemento y me parecía también que detrás de la guitarra de la trova había un poco de tiranía. Ese es el instrumento con el que yo me he expresado la mayor parte de mi carrera, pero verme obligado a cantar única y exclusivamente con ella me parece un acto tiránico y he oído a personas que dicen que un disco sin guitarra no es de trovador.
(Tomado de Cubarte)

Gerardo Alfonso, compositor y guitarrista, canta ante las cenizas de la cantautora y fundadora de la nueva trova Sara González, expuestas en el Instituto Cubano de la Música, en La Habana, Cuba, el 2 de febrero de 2012. Foto: AIN FOTO/Tony Hernández Mena.
Gerardo Alfonso, compositor y guitarrista, canta ante las cenizas de la cantautora y fundadora de la nueva trova Sara González, expuestas en el Instituto Cubano de la Música, en La Habana, Cuba, el 2 de febrero de 2012. Foto: AIN FOTO/Tony Hernández Mena.
Gerardo Alfonso, Concierto por la Patria
Gerardo Alfonso, Concierto por la Patria
Gerardo Alfonso en concierto
Gerardo Alfonso en concierto

Eduardo Galeano: “Lo que pasó en Paraguay fue un golpe de Estado mal maquillado”

De La Garganta Poderosa para Cubadebate

Tapa y contratapa del número de julio de la revista La Garganta Poderosa.
Tapa y contratapa del número de julio de la revista La Garganta Poderosa.

En una extensa entrevista brindada a La Garganta Poderosa, la revista de cultura villera escrita, fotografiada, dirigida y financiada por vecinos de distintos barrios marginados de la Argentina, el reconocido y comprometido escritor Eduardo Galeano se refirió a la reciente destitución de Fernando Lugo como presidente de Paraguay: “Claramente, fue un golpe de Estado, que además estuvo mal maquillado. Se cayó la mascarita a los pocos minutos, y son vanas las pretensiones de disfrazar eso cuando dicen “bueno, se trata de un acto legal”. Hasta la propia sentencia que declara culpable a Fernando Lugo, termina aclarando que no hay pruebas, pero que no son necesarias porque se tratan de acontecimientos de público conocimiento, o sea que ellos mismos confiesan que esto es un perfecto mamarracho, y es un mamarracho al servicio de los intereses opuestos a la independencia del Paraguay”.
El autor del libro Las venas abiertas de América Latina explicó por qué se sucedió el golpe contra Lugo: “Hubo un gobierno que quiso recuperar esa tradición de dignidad, que no estaba muerta. Entonces Lugo intentó, muy tímidamente, iniciar algunos cambios destinados a que el Paraguay volviera a ser el país más independiente de todos, el más justo, y eso fue un pecado imperdonable, desde el punto de vista de los dueños del poder. Siempre ocurre algo similar cada vez que hay tentativas de cambiar las cosas, porque eso se vive como una amenaza desde el enfoque de los dueños del orden establecido, que no quieren que nada cambie. Ellos lo viven como un peligro, una amenaza, aunque no sea en realidad un peligro grave, porque ni en Honduras ni en Paraguay había presidentes embarcados en revoluciones muy profundas, ni nada que se les parezca. Apenas anunciaron que empezaban a hacer, o que tenían la intención de hacer, alguna reforma. Si eso bastó para voltearlos, lo que quiere decir es que hay un veto, que yo supongo que viene de más arriba, que está más allá de los gobiernos que nos gobiernan, o que hay quienes gobiernan a esos gobiernos, gobernados desde afuera y desde arriba”.
En la íntima charla llevada a cabo en Uruguay, Galeano, quien en la producción fotográfica posa con una remera de la selección de fútbol paraguaya, que al dorso refleja el lema “LUGO 10″,  opinó sobre el rol que tuvieron los medios de comunicación en el golpe de Estado: “Siempre se crea un ambiente favorable a los golpes, que nunca vienen solos. Vienen acompañados, en todos los casos. No hay golpes aislados. Se van incubando de a poco y con el apoyo de los medios dominantes de comunicación, que tienen que convencer a la población de que hay una amenaza, de que hay riesgos de inseguridad grave, porque el fantasma de la inseguridad es el mejor abono para los golpes de Estado. En un mundo muy dominado por el miedo, el miedo manda, entonces se multiplica el miedo, y después aparecen los salvadores de la patria que vienen a sacarle jugo al poder”.

La Garganta es una cooperativa de trabajo de La Poderosa (www.lapoderosa.org.ar), una fuerza social de militantes anónimos y voluntarios, complementaria a las propuestas partidarias populares, que se construye desde las villas, buscando transformar la realidad a través de la organización y la unión vecinal con asambleas barriales, trabajo colectivo, actividades de educación popular y generación de cooperativas de trabajo, para actuar sobre las problemáticas de los barrios y caminar hacia una sociedad justa e igualitaria.

El encuentro con Eduardo Galeano se publica en el decimoctavo número de La Garganta Poderosa que ya está en las calles argentinas, y que llega a todos los kioscos del país. Además, podés escuchar el grito de La Garganta en twitter @gargantapodero y también en Facebook: “La Garganta Poderosa“.
La edición de julio también tiene en sus páginas, entre otras notas, una entrevista con el escritor y locutor Alejandro Dolina quien se explayó acerca de la actualidad de los medios de comunicación: “Hoy no existen restricciones a la libertad de prensa, sino a la libertad de empresa. Decir que es una limitación a la libertad de expresión es confundir el juego”; además, un íntimo reportaje con la actriz Dolores Fonzi sobre el aborto y la identidad de género: “No importa con qué genitales nacés”. Por si fuera poco, una superproducción con la presencia de varios actores exclamando que no se cierre otro cine nacional: Norman Briski, Laura Azcurra, Gastón Pauls, Carolina Papaleo, Esteban Prol y Arturo Bonín gritan: “Salvemos al Gaumont”.

Eduardo Galeano en el número de julio de la revista La Garganta Poderosa.
Eduardo Galeano en el número de julio de la revista La Garganta Poderosa.

Eduardo Galeano en el número de julio de la revista La Garganta Poderosa.
Eduardo Galeano en el número de julio de la revista La Garganta Poderosa.

Eduardo Galeano en el número de julio de la revista La Garganta Poderosa.
Eduardo Galeano en el número de julio de la revista La Garganta Poderosa.

A los 93 años: Murió la poeta y cantora Leda Valladares

AGENCIAS el 14/07/2012 

La poeta, cantora, compositora y musicóloga argentina Leda Valladares, que padecía desde hace años el Mal de Alzheimer y que realizó una de los máximos rescates de la música andina del Norte argentino dejando un legado que permanecía casi impenetrable, murió ayer a los 93 años.

Leda Valladares © Antonio Ferroni
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Télam - Leda Valladares, que en la década del 50 conformó dúo con María Elena Walsh y que trajo a las ciudades el ancestral canto con caja, la baguala y la vidala como un tesoro propio aunque desconocido, será despedida con un responso íntimo mañana a las 11 en el Panteón de Sadaic del Cementerio de La Chacarita.

Formada en la cultura letrada y criada entre las sonoridades de tradición europea, la tucumana Leda Valladares abrazó el legado oral y muchas veces anónimo de la música andina y, a partir de ese compromiso y más allá de otros méritos, dejó un enorme trabajo como recopiladora en el que abrevan los artistas de este tiempo.

Sus investigaciones, más próximas a la antropología que al perfil del músico profesional, le permitieron rescatar un paisaje musical amenazado por el crecimiento de la industria, tantas veces despiadada con los matices y las expresiones locales.

Sin embargo fue justamente ese apego por encontrar y reproducir el linaje de la música popular el que la condujo a la sociedad musical con María Elena Walsh, a partir de 1951.

La poetisa bonaerense, fallecida el año pasado, despuntaba una pasión por las nuevas expresiones y el mestizaje que se apropió del dúo potenció sus propuestas.

Leda, hermana de Rolando “Chivo” Valladares otra figura indispensable del folclore— nació el 21 de diciembre de 1919 y aprendió de su padre a entrenar su oído musical.

Mientras estudiaba filosofía y Ciencias de la Educación, la música clásica dominaba el contexto sonoro de su formación.

Con ideas de libertad estética, Leda formó su primer grupo antes de cumplir los 20 años acompañada por talentosos amigos y con un sentido lúdico como guía: F.I.J.O.S (Folklóricos, Intuitivos, Jazzísticos, Originales y Surrealistas), con Adolfo Ábalos, Manuel Gómez Carrillo, Enrique “Mono” Villegas, Gustavo “Cuchi” Leguizamón y Louis Blue.

Formada en lenguajes musicales ajenos a la tradición de su tierra, Leda siempre evocaba su primer contacto con la baguala, a los 21 años: “Estaba en Cafayate, una noche de Carnaval. Me desvelaron tres mujeres que se detuvieron frente a mi balcón. Yo nunca había oído hablar de la baguala y entonces me parecía que tenía que ser algo muy misterioso, muy poderoso. Después de escucharlas me prometí recuperar semejante regalo de la tierra”.

“Eran rastros de una canción que tenía muchos siglos y se estaba descolgando, estaba desapareciendo. Salí a buscar los vestigios de este milagro que hasta ese momento desconocía. Entonces tomé una especie de conciencia bastante trágica. Un país que estaba al borde de perder su historia, sus tradiciones, y nadie se daba cuenta de que todo eso se estaba muriendo o que ya estaba muerto”, recordaba.

Su etapa más difundida como intérprete y compositora fue la forjada junto a María Elena Walsh, con quien se instaló en Francia en 1952. En conjunto trabajaron un patrimonio conformado por carnavalitos, bagualas y vidalas; además de desarrollar composiciones propias, un oficio que ambas cultivaron con originalidad.

En París grabaron sus primeros álbumes, en los que incluyeron temas propios y otros populares como Dos palomitas y Huachi tori y se relacionaron con otros artistas, como la chilena Violeta Parra o la estadounidense Blossom Dearie.

De vuelta en la Argentina, en 1956, Valladares y Walsh realizaron una extensa gira por el Norte argentino, en donde reunieron varias canciones que fueron grabadas luego en sus dos primeros discos: Entre valles y quebradas I y II, ambos de 1957, celebrados en el ambiente folclórico de la época.

Un aporte medular fue condensado en Mapa musical argentino, una recopilación de obras populares editadas entre 1960 y 1974 por el sello Melopea que dirigía Litto Nebbia. Era una serie de once álbumes testimoniales y documentales de música del norte argentino.

“Con mi modesto grabadorcito a cuestas fui recogiendo el folclore desde Ecuador hasta Santiago del Estero. Y así, con mucha paciencia, fui reconstruyendo el mapa musical del país, y arrancando esos cantos de callejones, ranchos, valles, quebradas o corrales. Lugares donde la gente se reunía o pastores en su soledad, en medio del valle”, explicaba.

Esa antigua huella de canto y caja, que han recogido luego otros artistas contemporáneos como Liliana Herrero o Raúl Carnota, Valladares se la enseñó también a los artistas del rock (Fito Páez, Pedro Aznar, León Gieco, Gustavo Santaolalla).

Afectada por el Alzheimer, Leda se retiró de la vida pública en 1999. Antes había entregado otras obras tan consagradas como imposibles de conseguir hoy en las bateas: rito en el cielo (1989), Grito en el cielo II (1990) y América en Cueros (1992)

“Antes de mirar el mundo me puse a oírlo”, afirmó alguna vez. Con ese concepto vivió sus 93 años.