sábado, junio 28, 2008

Comenzó construcción de base estadounidense en Colombia

a ver què encontramos de sospechoso en esto.. seguro que sobre esto nadie pensarà que es un invento de uribe para aumentar su popularidad..y que el pueblo lo aclamarà o cosas por el estilo...

estoy hablando en voz alta no màs... lo que pasa es que por aquì no se nota...

abrazos laborales supuestos,
vanesa

From: Alfredo VILORIA
VIRTIN RED INFORMATIVA

LA SOGA
José Vicente Rangel denuncia:
Comenzó construcción de base estadounidense en Colombia


VTV/ Aporrea/ inSurGente.- José Vicente Rancel, ex vicepresidente de Venezuela, recordó que semanas atrás el embajador estadounidense en Colombia, William Brownfield -aun cuando el ministro de defensa Juan Manuel Santos lo negó-, anunció que será instalada una base militar en la guajira colombiana, cerca de la frontera con Venezuela. Esa instalación deberá sustituir a la base militar de Manta, Ecuador, luego de que el gobierno de ese país adelantó que no prorrogará el permiso para su operación. Asimismo, reveló que el gobierno de Holanda rechazó una solicitud de Estados Unidos para reforzar con tropas especiales su base militar en Curazao. Puntualizó que Curazao sólo acepta participar en la actividad contra el narcotráfico y considera inaceptable acciones que impliquen amenaza para Venezuela.




Caracas, 16 de junio de 2008 / Una base de Estados Unidos en Colombia comenzará a funcionar próximamente y ya empezó la construcción de pistas de aterrizaje cerca de la frontera con Venezuela, denunció hoy el ex vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel.

En su programa televisivo José Vicente Hoy, el veterano político precisó que hacia esa zona se desplazarán dos batallones del ejército y se trasladará un escuadrón de helicópteros, así como aviones espías.

Esa instalación deberá sustituir a la base militar de Manta, Ecuador, luego de que el gobierno de ese país adelantó que no prorrogará el permiso para su operación.

Asimismo, reveló que el gobierno de Holanda rechazó una solicitud de Estados Unidos para reforzar con tropas especiales su base militar en Curazao.

Puntualizó que Curazao sólo acepta participar en la actividad contra el narcotráfico y considera inaceptable acciones que impliquen amenaza para Venezuela.

Las autoridades venezolanas han denunciado que Estados Unidos pretende utilizar su base en Curazao, a 30 minutos de vuelo de Caracas, en sus planes desestabilizadores contra Venezuela con el fin de apropiarse de sus reservas petroleras.

El pasado mayo un avión militar estadounidense violó el espacio territorial venezolano sobre la isla de La Orchila en el Caribe, que motivó una nota de protesta del gobierno del presidente Hugo Chávez.

Chávez ha denunciado que una variante de las acciones de Washington contra Venezuela es la de provocar un enfrentamiento armado con un país vecino para permitir el ingreso de sus tropas ubicadas en la región.

no somos ilegales...

Estimadas y estimados colegas:

Esta madrugada nos llega la noticia de la aprobación en el Europarlamento, con 367 votos a favor frente a 206 votos en contra, de la Directiva de la Verguenza, que criminaliza a los inmigrantes "sin papeles".

A pesar de las acciones y pronunciamientos de las organizaciones sociales, de derechos humanos, de movimientos y partidos políticos progresistas, de líderes religiosos, de intelectuales, de artistas, de dirigentes de organismos internacionales y de pocos gobernantes; la Europa de las luces se ha convertido en una Europa de las tinieblas.

El texto aprobado permite que la duración de la detención para los inmigrantes indocumentados sea de hasta 18 meses, convirtiendo una falta administrativa en un crimen. Esta privación de libertad se cumple en lugares inhumanos y degradantes que han sido calificados como "Guantánamos europeos".

También permite retener y expulsar a menores de edad no acompañados, realizar retornos forzosos de inmigrantes a países de tránsito y prohibición de volver a Europa durante cinco años.

Desaparecen muchas garantías de procedimiento y legales a las que las personas inmigrantes podían recurrir para detener su expulsión.

Esta Directiva, que incumple con las normas mínimas internacionales de derechos humanos, impone una noción de legalidad e ilegalidad a conveniencia de los intereses económicos europeos y nos confirma que no somos iguales ante la ley.

Desde la legitimidad, que siempre es más ética que la legalidad, nos oponemos a esta limitación de los derechos fundamentales de las personas y rechazamos esta "ley" xenofóbica y discriminatoria que nos convierte en no-ciudadanos en razón de nuestra situación migratoria.

Agradecemos la solidaridad de miles de europeas y europeos que junto a nosotros levantan la consigna: Ninguna persona es ilegal.

un abrazo criminal
Luis Sánchez
ASOCIACIÓN DE MIGRANTES RUMIÑAHUI HISPANO-ECUATORIANA
DELEGACIÓN ECUADOR

Charly García mejora lentamente.


Charly García mejora lentamente.

Es "muy peligroso que el personaje se coma a la persona…Hay que estar en guardia", afirmó Aznar.



El músico argentino Charly García permanece sedado, luego de haber sido ingresado a una clínica neuropsiquiátrica, en la que deberá iniciar un tratamiento para el cuadro de excitación psicomotriz que presenta, aunque su salud ha mejorado, según el reporte médico. El rockero fue trasladado desde el hospital Argerich de esta ciudad hacia el centro médico, donde ya es atendido, por indicación judicial y con el consentimiento de sus allegados.
Luego de ser trasladado, Donato Spaccavento, director de dicho hospital, informó a la prensa que la salud del artista había mejorado en las últimas horas y que se encontraba repuesto de una neumonía. "(Charly) pasó bien la noche", agregó al respecto Néstor Hernández, subdirector del centro, quien destacó además que el artista no se encuentra en condiciones de tomar cualquier decisión. Las dificultades para Charly comenzaron desde una semana antes, cuando debido a una crisis fue internado en el Policlínico de Cuyo, para posteriormente ser llevado en un avión sanitario de regreso a Buenos Aires.

El músico Pedro Aznar afirmó sentir "mucha tristeza" por la situación que afecta a su colega y amigo Charly García, y advirtió que es "muy peligroso que el personaje se coma a la persona". "Hay que estar en guardia", afirmó Aznar al vespertino La Segunda y reconoció que la fama puede desencadenar en un destino trágico. "Es peligroso perderse de uno mismo, perder la noción de quién uno es. Que el personaje se coma a la persona. Hay que estar en guardia", afirmó el cantautor. "Tampoco me parece ni muy posible ni demasiado saludable separar tanto una cosa de la otra. Uno es persona y a la vez músico. Dialogan, pero ninguno debe convertirse en rehén del otro", añadió.

Aznar reconoció que en los últimos meses no ha tenido comunicación con García, pero dijo que lo visitará en Buenos Aires. "Ahora es cuando se ven los amigos", agregó. Finalmente, Aznar reconoció que "las vidas bien vividas siempre tienen errores". "El que no se equivoca no ha vivido. Para probar cosas y desafiarse uno tiene que darse el permiso a equivocarse. De eso se aprende, son vidas bien vividas", concluyó.

Benedetti, Galeano y Gelman piden a Ortega que no cierre espacios políticos

Benedetti, Galeano y Gelman piden a Ortega que no cierre espacios políticos

Los escritores Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Juan Gelman y Salman Rushdie pidieron hoy al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que no cierre espacios políticos en su país y acepte un diálogo para resolver la crisis alimentaria y el alto coste de la vida.

En un pronunciamiento publicado hoy en el matutino 'El Nuevo Diario' de Managua, una decena de intelectuales se solidarizan también con la ex guerrillera y ex ministra sandinista Dora María Téllez, que se mantuvo 13 días en huelga de hambre en protesta por las políticas del Gobierno de Ortega y la carestía de la vida.

En el texto, los escritores afirman que han compartido de una u otra forma la historia de Nicaragua durante la lucha sandinista contra la dictadura de Anastasio Somoza y posteriormente en los años 80, frente a la 'política interventora' de la administración estadounidense de Ronald Reagan.

Los intelectuales piden al Gobierno de Nicaragua 'que medite muy bien sobre las consecuencias de no atender las demandas' de Téllez, y 'que no se cierren los espacios políticos y que haya un diálogo nacional para resolver la crisis alimentaria y el alto costo de la vida que, como muchos países, enfrenta Nicaragua'.

Además, consideran que 'la representación política es un derecho.


Es un derecho protestar contra los mecanismos que cierran espacios.

Dora María ejerce su derecho. Ella representa a un amplio sector de la sociedad nicaragüense que debe ser escuchado'.

Téllez, que milita en el opositor Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y fue ministra de Salud durante el primer Gobierno sandinista (1979-1990), suspendió el lunes una huelga de hambre, que mantuvo por 13 días, tras sufrir problemas de salud.

La ex guerrillera inició su ayuno ante la amenaza del Poder Electoral, ya consumada, de cancelar la personalidad jurídica de su movimiento político y para que el Ejecutivo convoque un diálogo nacional para afrontar la carestía de la vida y el desempleo galopante.

Téllez participó el 22 de agosto de 1978 en un grupo sandinista que asaltó el Palacio Nacional e hizo rehenes a los legisladores presentes afines a la dictadura de Anastasio Somoza Debayle.

Además, de por Gelman, Galeano, Benedetti y Rushdie, el documento también lo suscriben el estadounidense Noam Chomsky, el chileno Ariel Dorfman y el alemán Hermann Schulz.

Esos intelectuales y personalidades formaron parte de un amplio movimiento de solidaridad a favor de Nicaragua durante la década de los ochenta.



Terra Actualidad - EFE

Pionera de Santa Clara evoca al Che con la poesía




Pionera de Santa Clara evoca al Che con la poesía
Por: Francisnet Díaz Rondón
16 de Junio de 2008




Hay miles de manera de evocar a alguien grande de la historia, de dimensiones interminables, a pesar del paso del tiempo. Una de ellas es a través del arte, quizás las más hermosa de las opciones y la más sincera.

Y así lo hizo Saraí Isern Machado, una adolescente de 14 años, estudiante de octavo grado de la escuela secundaria básica urbana (ESBU) Capitán Roberto Rodríguez, de Santa Clara, quien recientemente ganó el concurso De Ernesto al Che, convocado por el Conjunto Escultórico, de Santa Clara.

Decenas de niños y jóvenes de todo el país liberaron su imaginación para, a través de la escritura, la plástica y la informática, homenajear a uno de los hombres más admirados en el mundo.

Saraí no había escrito antes acerca del Guerrillero Heroico; solo se dejó llevar por la inspiración, apoyada en la información adquirida durante su breve existencia, y poniendo el corazón en cada palabra emergida del lápiz.
«No había tratado antes la figura del Che de manera artística. Aunque, sí conozco de él a través de la lectura, la televisión, documentales. Me gusta mucho acercarme a su vida e historia. Tengo en mi casa algunos libros sobre él, y cada vez que leo descubro algo nuevo. Es sorprendente.»

—¿Desde cuándo te dedicas a la literatura?

—Desde el tercer grado escribo tanto prosa como poemas. Formé parte de un taller literario en la Casa de Cultura de aquí de Santa Clara, en el cual profundicé en el arte de escribir. Luego la profesora enfermó y no pude continuar. Desde entonces, todo lo hago sola.

—¿Qué autores y obras te atraen más?

—La escritora Excilia Sardaña, José Martí; los libros de historia, de héroes; la obra Corazón, de Edmundo de Amicis y El Principito, de Antoine de Saint-Exupèry, entre otros.

—¿En qué te basaste para escribir sobre el Che?

—Él era una persona integral. Se le puede tratar por cualquier aspecto; es tan profundo que no tendría fin escribir sobre él. Por lo tanto, me limité a expresarme sobre lo que sabía. No quise ir más allá. En el papel solo plasmé mis conocimientos adquiridos de manera personal y espontánea desde que tengo uso de razón.
—¿Qué sentiste al saber que habías ganado?

—Muy emocionada. En ese momento sentía al Che dentro del corazón, dentro de mí, no sé... Fue una sensación muy fuerte y extraña saber que había ganado escribiéndole a él.

Obra de Saraí, ganadora del concurso De Ernesto al Che, para estudiante de secundaria básica.

Decir Ernesto Guevara es trasladarse a las alturas, pues de otra forma no se puede encontrar tantos valores, tanta grandeza y transparencia. Grandeza de alma, de espíritu, de sentimientos, de humanismo, de hombre.
Dedicarle un pequeño espacio de nuestras vidas es lo menos que puede hacer una pionera revolucionaria que camina por los senderos que él un día inició en su andar. Seguir su ejemplo se me hace un reto a diario y creo que haciéndolo tomo el camino correcto. Es por eso que en honor a esta ilustre figura del mundo y de todos los tiempos le escribo estos versos:



Che Guevara, dónde estás
Comandante de la Sierra,
el héroe de Santa Clara
que su vida dedicara
a los pobres de la Tierra.
Cambiaste tu bata blanca
Por el fusil y la guerrilla.
Hoy estás vivo, no te han matado,
sigues peleando multiplicado
regando al mundo, fértiles semillas.
Físicamente no se te vé,
pero te escuchas por donde quiera.
Marcha tu imagen dando quehacer
a los que oprimen como placer,
donde tú formas nuevas trincheras.
En Suramérica, tu humilde cuna,
estás presente como bandera
Se te vé en Bolivia y en Venezuela,
entre los montes y en cada escuela,
en Medio Oriente y África entera.
En Villa Clara, donde alcanzaste
junto a Fidel tu nombre histórico.
En Santa Clara, tu estatura al viento,
desde tu plaza y tu destacamento.
Sigues irradiando Guerrillero Heroico.
Tienes en Cuba un pueblo entero
que te recuerda y mucho te quiere,
donde lo alumbras cual Sol brillante
no por tus grados de Comandante;
sí por tu ejemplo que nunca muere.

necrológica



Necrológica
Isaac Asimov



Mi marido, Lancelot, lee siempre el periódico durante el desayuno. Nada más aparecer, lo primero que miro es su rostro flaco y abstraído con su eterna expresión de enfado y de perpleja frustración. No me saluda; coge el periódico, que le he preparado cuidadosamente junto a su desayuno, y lo levanta delante de su rostro.

A partir de ese momento, sólo veo su brazo, que surge de detrás del periódico en busca de una segunda taza de café, a la que le pongo yo la obligada cucharadita rasa de azúcar —ni colmada ni escasa—, so pena de ganarme una mirada furibunda.

Ya no me quejo de esto. Al menos, tenemos una comida tranquila.

Sin embargo, esa mañana se rompió la calma cuando Lancelot saltó de repente:

—¡Válgame Dios! Ese chiflado de Paul Farber ha muerto. ¡Un ataque!

Me sonaba ese nombre. Lancelot lo había mencionado alguna vez, así que sin duda se trataba de un colega suyo, de otro físico teórico. A juzgar por el amargo epíteto con que le calificó mi marido, comprendí que debía ser alguien de cierto renombre, alguien que había conseguido el éxito que Lancelot no lograba.

Dejó el periódico y me miró irritado.

—¿Por qué llenarán las notas necrológicas con ese cúmulo de mentiras? —preguntó—. Le presentan como si fuera un segundo Einstein, y sólo por el hecho de haber muerto de un ataque.

Si había un tema que yo había aprendido a evitar era el de las notas necrológicas. No me atreví ni a hacer un gesto de asentimiento.

Tiró el periódico y salió de la habitación, dejando los huevos a medio terminar y sin tocar la segunda taza de café.

Suspiré. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Qué otra cosa he podido hacer jamás?

Naturalmente, el nombre de mi esposo no es Lancelot Stebbins, porque estoy cambiando, en todo lo que puedo, tanto el nombre como las circunstancias para proteger al culpable. Sin embargo, estoy convencida de que, aunque utilizara los nombres verdaderos, no reconocerían a mi esposo.

Lancelot tenía un talento especial a ese respecto... un talento para que le pasaran por alto, para pasar desapercibido. Sus descubrimientos son invariablemente anticipados o postergados por la presencia de algún descubrimiento más importante realizado simultáneamente. En los congresos científicos, es escasa la asistencia a la lectura de sus ponencias porque se está leyendo otra más importante en otra sección.

Naturalmente, esto repercutió en su manera de ser. Le cambió.

Cuando me casé con él, hace veinticinco años, tenía un chispeante atractivo. Vivía con holgura debido a su herencia y ya era un físico experto, ambicioso y lleno de promesas. Respecto a mí, creo que era bonita por entonces, pero eso no duró. Lo que duró fue mi natural retraimiento y mi fracaso en lograr la clase de éxito social que un ambicioso joven miembro del claustro de profesores espera de su esposa.

Puede que contribuyera a facilitar esa actitud de Lancelot para pasar inadvertido. Si se hubiera casado con otra clase de esposa, quizá ella hubiera logrado hacerle visible con su esplendor.

¿Lo comprendió así él, andando el tiempo? ¿Fue por eso por lo que se alejó de mí después de los dos o tres primeros años discretamente felices? A veces creo que sí, y me lo reprocho amargamente.

Pero luego me dio por pensar que eso era debido a sus ansias de destacar, las cuales aumentaron al no verse satisfechas. Dejó la cátedra que tenía en la Facultad y montó un laboratorio propio fuera de la ciudad porque, según dijo, los terrenos eran baratos y así estaba más aislado.

El dinero no era problema. En su campo, el Gobierno era generoso con sus subvenciones y él las obtenía siempre. Y, además, echaba mano de nuestro propio dinero sin limitaciones.

Intenté resistirme. Le dije:

—Pero, Lancelot, esto no es necesario. No es como si tuviéramos dificultades para subvencionar tus trabajos. No es como si se opusieran a que sigas perteneciendo al claustro de la Universidad. Además, lo único que quiero yo es tener hijos y llevar una vida normal.

Pero algo ardía en su interior que le cegaba para todo lo demás. Se volvió furioso contra mí:

—Hay algo que está antes que todo. El mundo de la ciencia debe reconocerme por lo que soy, un... un gran... un gran investigador.

Por entonces, todavía tenía reparos en aplicarse a sí mismo el apelativo de genio.

Fue inútil. La suerte siguió perpetua e invariablemente en contra suya. Su laboratorio ardía de actividad. Contrataba ayudantes con excelentes sueldos; se esclavizaba a sí mismo sin consideración ni piedad. Pero no sacó nada en limpio.

Yo seguí esperando que claudicara algún día, que volviéramos a la ciudad; que emprendiéramos una vida tranquila y normal. Yo esperaba; pero siempre, cuando podía haber admitido la derrota, emprendía alguna nueva batalla. Cada vez atacaba con la misma esperanza y retrocedía con igual desesperación.

Y siempre arremetía contra mí, porque si el mundo le pulverizaba a él, él siempre me tenía a mí para pulverizarme a su vez. No soy persona valerosa, pero estaba empezando a creer que debía abandonarle.

Y sin embargo...

Este año pasado era evidente que se estaba preparando para otra batalla. La última, pensé. Había algo en él más intenso, más inquieto que nunca. Se lo notaba por la forma de hablar consigo mismo en voz baja y de reírse brevemente por nada. Había veces en que se pasaba días enteros sin comer y noches sin dormir. Hasta le dio por guardar los cuadernos del laboratorio en la caja fuerte de la alcoba, como si desconfiara incluso de sus propios ayudantes.

Naturalmente, yo estaba fatalmente segura de que este nuevo intento suyo fracasaría también. Pero a lo mejor, si fracasaba, dada su edad, tendría que reconocer que había perdido su última oportunidad. Seguramente tendría que desistir...

Así que decidí esperar, armándome de toda la paciencia posible.

Pero el asunto de la nota necrológica en el desayuno vino a ser como el chispazo. Una vez, en una ocasión parecida, le hice observar que al menos él también podría contar con un cierto reconocimiento en su propia nota necrológica.

Supongo que no fue una observación muy inteligente, pero mis observaciones nunca lo son. Mi intención era animarle, sacarle de una creciente depresión durante la cual, como ya sabía yo por experiencia, llegaría a ponerse de lo más inaguantable.

Puede que me moviese también cierta inconsciente malevolencia. Sinceramente no lo puedo asegurar.

En cualquier caso, se volvió de lleno contra mí. Tembló su cuerpo delgado, y sus cejas oscuras descendieron sobre sus ojos hundidos, mientras me chillaba con voz de falsete:

—¡Pero yo jamás leeré mi esquela mortuoria! ¡Me veré privado incluso de eso!

Y me escupió. Me escupió deliberadamente. Corrí a mi dormitorio.

Nunca me llegó a pedir perdón, pero al cabo de unos días, durante los cuales le había evitado por completo, proseguimos como antes nuestra vida fría y distante. Ninguno de los dos mencionó jamás el incidente.

Ahora aparecía otra nota necrológica.

El caso es que, al quedarme sola en la mesa del desayuno, comprendí que esa nota había sido la gota que había hecho desbordar el vaso, la culminación de su prolongado derrumbamiento moral.

Me di cuenta de la crisis que se le avecinaba, y no sabía si temerla o desearla. Puede que después de todo la recibiera con gusto. Cualquier cambio que sobreviniera no podía empeorar las cosas.

Poco antes de comer, vino a verme al cuarto de estar, donde un intrascendente cesto de costura daba algo que hacer a mis manos y un poco de televisión distraía mis pensamientos.

—Necesitaré tu ayuda —dijo de repente.

Hacía veinte años o más que no me había dicho nada semejante, así que involuntariamente le miré con cierta dulzura. Estaba febrilmente excitado. Había un tinte rojo en sus mejillas habitualmente pálidas.

—Encantada, si hay algo que puedo hacer por ti —dije.

—Lo hay. He dado un mes de permiso a mis ayudantes. Se marcharán el sábado; a partir de entonces trabajaremos tú y yo solos en el laboratorio. Te lo digo ahora para que te abstengas de hacer cualquier otro plan para la semana que viene.

Me desilusioné un poco.

—Pero Lancelot, sabes que no te puedo ayudar en tu trabajo. No comprendo...

—Lo sé —dijo con absoluto desprecio—, pero no hace falta que comprendas mi trabajo. Sólo tienes que seguir unas pocas instrucciones, bien sencillas, y hacerlo con cuidado. La cuestión es que he descubierto, finalmente, algo que me situará donde me corresponde...

—¡Ay, Lancelot! —exclamé involuntariamente, pues le había oído eso muchas veces ya.

—Escúchame, estúpida, e intenta por una vez comportarte como una persona adulta. Esta vez lo he conseguido. Nadie se me puede adelantar en esta ocasión porque mi descubrimiento está basado en un concepto tan poco ortodoxo que ningún físico vivo, excepto yo, tiene el genio suficiente para pensar en él, al menos hasta dentro de una generación. Y cuando mi obra se conozca por ahí, me podrán reconocer como el científico más grande de todos los tiempos.

—Desde luego me alegro mucho por ti, Lancelot.

—Dije me podrán. También pueden no reconocerme como tal. Existe mucha injusticia en eso de reconocerle a uno sus méritos científicos. Me lo han hecho saber con demasiada frecuencia. Así que no bastará con anunciar sólo el descubrimiento. Si lo hago, todo el mundo se lanzará sobre este campo, y al cabo de un tiempo no seré más que un nombre en los libros de historia, y la gloria se la adjudicarán una serie de advenedizos.

Creo que la razón por la que me estaba hablando entonces, tres días antes de ponerse a trabajar en lo que quiera que planeara, era que no podía contenerse por más tiempo. Estaba exultante y yo era la única persona lo bastante insignificante como para ser testigo de ello.

—Quiero que se dramatice tanto sobre mi descubrimiento, y que la humanidad lo acoja con un aplauso tan clamoroso, que no haya lugar a que se mencione jamás a nadie al mismo tiempo que a mí.

Me pareció que iba demasiado lejos, y me asusté del efecto que haría en él otra desilusión. ¿Acaso no le podría trastornar el juicio?

—Pero, Lancelot —dije—, ¿qué necesidad tenemos de preocuparnos? ¿Por qué no dejamos todo esto? ¿Por qué no nos tomamos unas largas vacaciones? Ya vienes trabajando demasiado desde hace mucho tiempo, Lancelot. Podemos hacer un viaje a Europa. Siempre he querido...

Dio una patada.

—¿Quieres acabar con tus estúpidas lamentaciones? El sábado te vendrás conmigo al laboratorio.

Dormí mal durante las tres noches siguientes. Nunca le he visto comportarse así, pensé; nunca. ¿Habrá perdido ya el juicio, tal vez?

Puede que lo que tiene ahora no sea sino locura, pensé, locura nacida de su desencanto, que ya no puede soportar, y desencadenada por esa nota necrológica. Había hecho que se fueran sus ayudantes y ahora me quería a mí en el laboratorio. Nunca me había permitido entrar allí. Seguramente pretendía hacerme algo, someterme a algún loco experimento, o matarme en el acto.

Durante aquellas insoportables noches de terror, planeé llamar a la policía, escaparme, hacer... hacer lo que fuese.

Pero luego llegaba la mañana y pensaba que tal vez no estaba loco, que no me sometería a ninguna violencia. Ni siquiera fue un acto de verdadera violencia el escupirme aquella vez, como lo hizo, ni intentó jamás herirme físicamente.

Así que, al final, esperé hasta el sábado y caminé hacia lo que podía ser mi muerte, tan dócil como un cordero.

Juntos, en silencio, bajamos por el sendero que conducía desde nuestra vivienda al laboratorio.

El laboratorio en sí imponía cierto temor, así que entré cohibida; pero Lancelot me dijo:

—Bueno, deja de mirar a tu alrededor como si fueran a atacarte. Limítate a hacer lo que yo te diga y a mirar donde yo te indique.

—Sí, Lancelot.

Me había conducido a una pequeña habitación, cuya puerta estaba provista de un candado. Estaba casi abarrotada de objetos de aspecto muy extraño y de montones de alambres.

—Para empezar, ¿ves este crisol de hierro? —me preguntó Lancelot.

—Sí, Lancelot.

Era un recipiente pequeño pero profundo, hecho de grueso metal y algo oxidado por el exterior. Estaba cubierto con una tosca red de alambre.

Me instó a que me aproximara y vi que dentro había un ratón blanco, el cual sacaba sus patitas delanteras por la tela metálica y pegaba su hocico diminuto al alambre con temblorosa curiosidad, o tal vez ansiedad. Creo que di un salto, porque ver un ratón sin esperarlo resulta sobrecogedor, al menos para mí.

—No te hará daño —gruñó Lancelot—. Ahora ponte junto a la pared y observa lo que hago.

El miedo me volvió con tremenda violencia. Estaba horriblemente convencida de que de alguna parte saltaría una chispa y me carbonizaría, o aparecería alguna monstruosa criatura de metal y me aplastaría, o... o...

Cerré los ojos.

Pero no ocurrió nada; a mí por lo menos. Sólo oí un ¡pffft! ... como si hubiera fallado un pequeño petardo.

—¿Bien? —me preguntó Lancelot.

Abrí los ojos. Me estaba mirando radiante de orgullo. Miré sin comprender.

—Aquí, ¿no lo ves, idiota? Justo aquí.

A unos treinta centímetros del crisol había aparecido otro. No le había visto ponerlo allí.

—¿Quieres decir que este segundo crisol?... —pregunté.

—No se trata exactamente de un segundo crisol, sino de un duplicado del primero. Para todos los efectos, son el mismo crisol, átomo por átomo. Compáralos. Encontrarás que las marcas de herrumbre son idénticas.

—¿Has sacado el segundo del primero?

—Sí, pero sólo en cierto modo. Crear materia requeriría generalmente una enorme cantidad de energía. Se necesitaría la completa fisión de un centenar de gramos de uranio para crear un gramo de materia duplicada, incluso garantizando una eficacia perfecta. El gran secreto con el que me he enfrentado es que la duplicación de un objeto en un punto del tiempo futuro requiere muy poca energía, si ésta se aplica correctamente. Lo esencial de la hazaña, mi... mi amor, al crear tal duplicado y hacerlo retroceder al presente, es que he logrado llevar a cabo el equivalente del viaje en el tiempo.

Daba la medida de su triunfo y felicidad el hecho de haber empleado un término afectuoso al referirse a mí.

—Es fantástico —dije, porque, a decir verdad, me sentí impresionada—. ¿Ha regresado también el ratón?

Miré dentro del segundo crisol mientras preguntaba, y recibí otra desagradable sorpresa. Había un ratón blanco... pero estaba muerto.

Lancelot se ruborizó ligeramente.

—Ese es el inconveniente. Puedo hacer que regrese la materia viva, pero no como tal materia viva. Regresa muerta.

—¡Oh, qué lástima! ¿Por qué?

—No lo sé aún. Creo que las duplicaciones son absolutamente perfectas a escala atómica. Desde luego no existe daño visible. Las disecciones así lo demuestran.

—Puedes preguntar... —me detuve inmediatamente al ver que me miraba. Comprendí que sería mejor no sugerir colaboración de ninguna clase, porque sabía por experiencia que en ese caso el colaborador se llevaría invariablemente el mérito del descubrimiento.

—Ya he preguntado —dijo Lancelot con una triste sonrisa—. Un biólogo ha realizado autopsias en varios de mis animales y no ha encontrado nada Por supuesto no sabía de dónde procedía el animaly siempre he tenido la precaución de recobrarlo antes de que ocurriera algo que lo descubriera. ¡Vaya! siquiera mis ayudantes saben lo que he estado haciendo.

—Pero ¿por qué has de mantenerlo tan en secreto?

—Justamente porque no puedo hacer regresar vivos a los animales duplicados. Debe de haber alguna anomalía molecular. Si publicara mis resultados, algún otro podría descubrir el medio de evitar esa anomalía, añadir su pequeño retoque a mi descubrimiento básico, y llevarse todo el mérito, porque podría hacer regresar vivo a un hombre, el cual proporcionaría información sobre el futuro.

Lo comprendía muy bien. No se trataba ya de una mera hipótesis. Sabía que sucedería así. Inevitablemente. La verdad es que, hiciera lo que hiciese, a él no se le reconocería el mérito. Estaba segura.

—Sin embargo —prosiguió, más para sí mismo que para mí—, no puedo esperar más. Debo dar a conocer esto, pero de tal modo que quede indeleble y permanentemente asociado conmigo. Debo rodearlo de un drama tan espectacular que en el futuro no exista modo de mencionar el viaje en el tiempo sin mencionarme a mí, sin importar lo que otros hombres puedan lograr en adelante. Voy a preparar este drama y tú representarás un papel en él.

—Pero ¿qué quieres que haga yo, Lancelot?

—Tú serás mi viuda.

Me agarré a su brazo.

—Lancelot, ¿quieres decir?... —no me es posible describir los sentimientos contradictorios que se agitaron en mi interior en ese momento.

Se soltó bruscamente.

—Sólo temporalmente. No voy a suicidarme. Sencillamente, voy a hacerme regresar desde un futuro de tres días.

—Pero entonces habrás muerto.

—Sólo el «yo» que regrese. El «yo» real estará tan vivo como siempre. Como esta rata blanca.

Sus ojos se dirigieron a un conmutador.

—¡Ah! La hora Cero va a ser dentro de pocos segundos —dijo—. Observa el segundo crisol y el ratón muerto.

Este desapareció ante mis ojos y se produjo de nuevo el . ipffft!...

—¿Adónde se fue?

—A ningún sitio —contestó Lancelot. No era más que un duplicado. En el momento en que pasamos el instante del tiempo en que se formó el duplicado, éste desaparece naturalmente. El primer ratón era el original, y sigue vivito y coleando. Lo mismo me ocurrirá a mí. El «yo» duplicado regresará muerto. El «yo» original estará vivo. Pasados tres días, llegaremos al instante en que se ha formado mi «yo» duplicado que ha llegado muerto. Una vez que pasemos este instante, el «yo» duplicado muerto desaparecerá y el «yo» vivo permanecerá. ¿Está claro?

—Me parece peligroso.

—No lo es. Una vez que aparezca mi cuerpo muerto, un médico me declarará difunto. Los periódicos informarán de mi muerte, el enterrador se dispondrá a enterrar el cadáver. Entonces regresaré a la vida y anunciaré lo que he hecho. Cuando eso suceda, seré más que el descubridor del viaje en el tiempo; seré el hombre que regresó de entre los muertos. El viaje en el tiempo y Lancelot Stebbins se darán a conocer tan ampliamente y de manera tan unida que nada podrá separar jamás mi nombre de la idea de viaje en el tiempo.

—Lancelot —dije suavemente—, ¿por qué no podemos anunciar simplemente tu descubrimiento? Ese es un plan demasiado complicado. Un sencillo anuncio te haría lo bastante famoso y entonces podríamos quizá trasladarnos a la ciudad...

—¡Silencio! Harás lo que yo diga.

No sé cuánto tiempo llevaba Lancelot pensando en todo eso, antes de que la nota necrológica sacara a relucir el asunto. Naturalmente, no subestimo su inteligencia. A pesar de su excepcional mala suerte, no se puede poner en duda su brillantez.

Antes de que se marcharan, había informado a sus ayudantes de unos experimentos que tenía intención de llevar a cabo mientras ellos estuvieran fuera. Después que testificaran, parecería completamente natural que se hubiera enfrascado en determinada serie de reactivos químicos, y que muriera por envenenamiento de cianuro según todas las apariencias.

—Así que tú te ocuparás de que la policía se ponga en contacto con mis ayudantes inmediatamente. Tú sabes dónde se les puede encontrar. No quiero ninguna sospecha de asesinato o suicidio, ni nada que no sea puro accidente; un natural y lógico accidente. Quiero un rápido certificado de defunción del doctor y una rápida notificación a los periódicos.

—Pero Lancelot, ¿qué pasará si encuentran a tu auténtico «yo»?

—¿Por qué habrían de encontrarlo? —interrumpió—. Si te encuentras un cadáver, ¿empiezas a buscar también su duplicado vivo? Nadie me buscará; me encerraré en la cámara temporal durante esos días. La tengo equipada con todas las facilidades de higiene y puedo proveerme de suficientes bocadillos para mi manutención.

Y añadió con tristeza:

—Sin embargo, tendré que prescindir del café hasta que pase todo. No puedo arriesgarme a que alguien huela aquí un inexplicable olor a café cuando se supone que estoy muerto. Bueno, agua tengo de sobra, y sólo son tres días.

Crucé las manos nerviosa.

—Aunque te encuentren, ¿no sería lo mismo de todos modos? —dije—. Verían que había un «tú» muerto y un «tú» vivo.

Intentaba consolarme a mí misma y trataba de prepararme para la inevitable desilusión.

Pero él se volvió hacia mí, gritando:

—No, no sería lo mismo en absoluto. Se convertiría en una broma fracasada. Cobraría fama, pero sólo de estúpido.

—Pero Lancelot —dije con cautela—, siempre sale algo mal.

—Esta vez, no.

—Tú siempre dices «esta vez no», pero siempre hay algo...

Estaba blanco de rabia y los ojos se le saltaban de sus órbitas. Me cogió por el codo y me hizo un daño horrible, pero no me atreví a gritar.

—Sólo una cosa puede salir mal —dijo—, y es lo que hagas tú. Si lo descubren, si no representas perfectamente tu papel, si no sigues mis instrucciones punto por punto, soy capaz... soy capaz... —pareció buscar un castigo—, soy capaz de matarte.

Volví la cabeza aterrada e intenté soltarme, pero me sujetaba inflexiblemente. Era asombrosa la fuerza que tenía cuando se excitaba.

—¡Escúchame! —dijo—. Me has hecho mucho daño con tu existencia; me lo he reprochado a mí mismo, en primer lugar por haberme casado contigo, y en segundo lugar por no encontrar nunca tiempo para divorciarme. Pero ahora tengo mi oportunidad, a pesar tuyo, de convertir mi vida en un triunfo resonante. Si me echas a perder esta oportunidad te mataré. Hablo completamente en serio.

Estaba segura de que era verdad.

—Haré todo lo que tú digas —murmuré, y me soltó.

Pasó el día enfrascado en su aparato.

—Nunca he hecho la prueba de transportar más de cien gramos —dijo absorto, con el ánimo sosegado.

Pensé: «No resultará. Es imposible que salga bien.»

Al día siguiente dispuso el aparato de modo que yo no tuviera más que apretar un botón. Me hizo repetir esa operación durante lo que a mí me pareció un número interminable de veces.

—¿Comprendes ahora? ¿Ves exactamente cómo se hace?

—Sí.

—Pero hazlo en el momento en que se encienda esta luz, ni un segundo antes.

«No resultará», pensé.

—Sí —dije.

Ocupó su puesto y guardó un silencio impasible. Llevaba puesto un delantal de goma sobre su bata de laboratorio.

Centelló la luz, y el haber practicado antes me fue de utilidad, porque apreté automáticamente el botón, antes de que el pensamiento pudiera detenerme o hacermetitubear.

Un instante después me encontré con que tenía dos Lancelots ante mí, uno junto a otro; el nuevo estaba vestido igual que el primero, aunque se le veía más arrugado. Y luego, el nuevo se derrumbó y se quedó inmóvil.

—Bien —exclamó el Lancelot vivo, abandonando el lugar cuidadosamente señalado—. Ayúdame. Cógele de las piernas.

Me dejó maravillada. ¿Cómo podía transportar su propio cuerpo muerto, su propio cadáver venido de un futuro de tres días, sin un gesto de aprensión? Muy al contrario, lo cogió por debajo de los brazos con la misma indiferencia con que habría cogido un saco de trigo.

Lo agarré por los tobillos y sentí que el estómago se me revolvía al contacto suyo. Aún estaba caliente; acababa de morir. Juntos lo transportamos por un pasillo y subimos un tramo de escaleras, recorrimos otro pasillo y entramos en una habitación. Lancelot ya la tenía preparada. Una solución burbujeaba en un extraño aparato, todo de cristal, en el interior de una sección aislada, con una puerta corredera de cristal que hacía de tabique deseparación.

Por la habitación había esparcidos otros aparatos para dar a entender que se estaba realizando un experimento. Sobre la mesa de despacho, destacando de entre los demás,había un frasco con una etiqueta en la que se leía perfectamente: «Cianuro potásico». Junto a él había unos cuantos granos derramados; supongo que serían de cianuro. Lancelot colocó cuidadosamente el cuerpo muerto como si se hubiera caído del taburete. Le pegó algunos granos a su mano izquierda, le espació unos cuantos más por el delantal de goma, y finalmente le adhirió unos pocos por la barbilla.

—Así deducirán lo que ha debido pasar —murmuró.

Echó una última mirada alrededor.

—Ya está todo —dijo—. Vuelve a la casa y llama al doctor. Le dirás que has venido a traerme un bocadillo porque era la hora de comer y yo estaba trabajando todavía. Aquí está —y me enseñó un plato roto y un bocadillo tirado donde se suponía que se me había caído de las manos—. Grita un poco, pero no exageres.


No me fue difícil gritar y llorar cuando llegó el momento. Hacía días que tenía ganas de hacer las dos cosas, y ahora era un alivio para mí dar rienda suelta al histerismo.

El doctor se comportó exactamente como Lancelot había previsto. Lo primero que vio, efectivamente, fue el frasco de cianuro.

—¡Válgame Dios!, señora Stebblins —dijo arrugando el ceño—. Era un químico bastante descuidado.

—Supongo que sí —dije llorando—. No debía haber estado trabajando, pero sus dos ayudantes están de vacaciones.

—Cuando un hombre maneja el cianuro como si fuese sal, malo —el doctor movió la cabeza con la gravedad de un moralista—. Ahora, señora Stebblins, tendré que llamar a la policía. Ha sido un envenenamiento accidental por cianuro, pero es una muerte violenta y la policía...

—¡Oh, sí, sí; llámela! —luego casi me habría pegado a mí misma por parecer sospechosamente ansiosa.

Vino la policía, y con ella un forense que gruñó con disgusto al ver los cristales de cianuro de la mano, el delantal y la barbilla; sólo hicieron preguntas referentes a nombres y edades. Preguntaron si yo podía arreglar la cuestión del entierro. Dije que sí y se marcharon.

Entonces llamé a los periódicos y a dos de las agencias de noticias. Dije que pensaba que ellos recogerían la noticia de la muerte a través del informe de la policía, y que esperaba que no hicieran hincapié en el hecho de que mi esposo era un químico descuidado, con el tono de quien espera que no se diga nada malo del muerto. Después de todo, seguí diciendo, él era físico nuclear más que químico y yo tenía últimamente la impresión de que parecía tener ciertas dificultades.

Seguí exactamente las instrucciones de Lancelot en esto, y también salió como él quería. ¿Un físico nuclear en dificultades? ¿Espías? ¿Agentes del enemigo?

Los periodistas empezaron a venir ansiosamente a preguntar. Les di un retrato de Lancelot joven, y un reportero sacó fotografías de los edificios del laboratorio. Les hice recorrer unas cuantas salas del laboratorio principal para que hicieran más fotografías. Nadie, ni la policía ni los reporteros, hizo preguntas acerca de la habitación cerrada, ni parecieron fijarse en ella siquiera.

Les entregué un montón de material profesional y biográfico que Lancelot me había preparado y les conté varias anécdotas destinadas a mostrar la combinación de humanidad e inteligencia que había en él. Intenté comportarme en todo al pie de la letra, y, sin embargo, no podía sentir confianza. Algo saldría mal; habría algo que fallaría.

Y cuando así fuera, sabía que él me echaría la culpa a mí. Y esta vez había prometido matarme.

Al día siguiente le llevé los periódicos. Los leyó una y otra vez con los ojos brillantes. Había logrado un recuadro completo, en el ángulo inferior de la izquierda, en la primera página del New York Times. El Times no daba mucha importancia al enigma de su muerte, lo mismo que la A. P., pero un periódico sensacionalista presentó un alarmante titular en primera página: «UN SABIO ATÓMICO MUERE MISTERIOSAMENTE.»

Se rió sonoramente mientras lo leía, y después de echarles a todos una ojeada, volvió a cogerlo.

—No te vayas —dijo alzando la vista hacia mí bruscamente—. Escucha lo que dicen.

—Ya los he leído, Lancelot.

—Escucha, te digo.

Me los leyó todos en voz alta, deteniéndose en las alabanzas que le dirigían al difunto; luego me dijo, radiante de puro satisfecho de sí mismo.

—¿Aún crees que saldrá algo mal?

—Si la policía vuelve para preguntarme por qué creo que estabas en dificultades... —dije dudosa.

—Tú procura ser vaga en tus explicaciones. Diles que habías tenido malos sueños. Para cuando se decidan a llevar más lejos las investigaciones, si es que se deciden, será demasiado tarde.

Desde luego, todo estaba resultando bien, pero no podía esperar que siguieran las cosas así. Y, sin embargo, la mente humana es extraña: persiste en sus esperanzas aun cuando no las haya.

—Lancelot —dije—, cuando pase todo esto y te hagas famoso, verdaderamente famoso, podremos retirarnos, ¿verdad? Podremos regresar a la ciudad y llevar una vida tranquila.

—No seas idiota. ¿No comprendes que, una vez que se me reconozca, tendré que continuar? Acudirán a mí muchos jóvenes. Este laboratorio se convertirá en un gran Instituto de Investigación del Tiempo. Me convertiré en una leyenda. Elevaré mi grandeza a tal altura que después no habrá más que pigmeos intelectuales, al lado mío —se puso de puntillas, con los ojos brillantes, como si estuviera ya sobre el pedestal que le pondrían.

Así terminó mi última esperanza de alcanzar un trocito de felicidad personal. Dejé escapar un suspiro.

Le rogué al empresario de pompas fúnebres que dejaran el cuerpo con su ataúd en el laboratorio, antes de enterrarlo en el panteón que la familia Stebblins tenía en Long Island. Pedí que no lo embalsamaran, y me ofrecí a mantenerlo en la gran sala refrigerada a la temperatura de cuatro grados. Pedí que no lo trasladaran al establecimiento funerario.

Los empleados de pompas fúnebres llevaron el ataúd al laboratorio con fría desaprobación. Evidentemente, tal petición se reflejaría en la consiguiente factura. La explicación que le di de que quería tenerle cerca durante ese último período de tiempo y que quería que sus ayudantes tuvieran oportunidad de verle, era un pretexto y sonó como tal.

Sin embargo, Lancelot había sido muy preciso en lo que yo tenía que decir.

En cuanto dejaron el cadáver donde yo había dicho, con la tapa del ataúd abierta aún, fui a ver a Lancelot.

—Lancelot —dije—, el empresario de pompas fúnebres se ha mostrado bastante molesto. Creo que sospecha que pasa algo raro.

—Bien —dijo Lancelot con satisfacción.

—Pero...

—Sólo tenemos que esperar un día más. No pasará nada por una simple sospecha, hasta que llegue el momento. Mañana por la mañana desaparecerá el cuerpo; al menos eso es lo que yo espero.

—¿Quieres decir que puede no desaparecer? Lo sabía, lo sabía.

—Puede que haya algún retraso, o algún adelanto. No he transportado nunca nada tan pesado y no estoy seguro de si se mantendrán inalterables mis ecuaciones. Una razón por la que quiero que el cuerpo esté aquí y no en el establecimiento funerario es la de poder hacer las observaciones necesarias.

—Pero si estuviera en una capilla ardiente desaparecería en presencia de testigos.

—Y aquí, ¿crees que sospecharían que se trata de un truco?

—Por supuesto.

Parecía divertirse.

—Dirán: ¿por qué mandó fuera a sus ayudantes? ¿Por qué se puso a hacer experimentos que puede hacer cualquier niño, y sin embargo se las arregla para matarse en el intento? ¿Por qué desapareció el cadáver sin testigos? Dirán: No es cierta esa historia absurda del viaje en el tiempo. Tomó drogas para provocarse un trance cataléptico y engañó a los médicos.

—Sí —dije débilmente. ¿Cómo habría llegado a comprender, todo eso?

—Y cuando yo continúe insistiendo —prosiguió— en que he resuelto el viaje en el tiempo, y que fui declarado indiscutiblemente muerto y no indiscutiblemente vivo, los científicos ortodoxos me denunciarán apasionadamente por farsante. Así, en una semana, mi nombre se habrá hecho familiar para todos los habitantes de la Tierra. No hablarán de otra cosa. Me ofreceré a hacer una demostración de viaje en el tiempo ante cualquier grupo de científicos que quiera presenciarla. Me ofreceré a hacer la demostración esa en circuito de TV intercontinental. La presión del público forzará a los científicos a asistir, y a que accedan a programarla las cadenas de televisión. No importa si el público mira esperando ver un milagro o un linchamiento. ¡Mirarán! Y entonces triunfaré; y ¿quién podrá alcanzar en la ciencia una cota tan trascendental en toda su vida?

Me sentí deslumbrada durante un momento, pero había algo dentro de mí que me decía: demasiado largo, demasiado complicado; algo saldrá mal.

Esa tarde, llegaron sus ayudantes y trataron de estar respetuosamente apesadumbrados en presencia del cadáver. Serían dos testigos más que podrían jurar haber visto a Lancelot muerto; dos testigos más que contribuirían a aumentar la confusión y a elevar los acontecimientos a su cúspide estratosférica.

A las cuatro de la mañana siguiente, estábamos en la sala frigorífica, envueltos en abrigos y esperando el momento cero.

Lancelot, preso de gran excitación, comprobaba sus instrumentos y hacía no sé qué con ellos. Su computador de mesa funcionaba constantemente, pero no soy capaz de explicarme cómo podía hacer que sus fríos dedos manejaran las llaves con tanta agilidad.

Yo, por mi parte, me sentía muy desdichada. Era el frío, el cuerpo muerto en el ataúd, y la incertidumbre del futuro.

Me parecía una eternidad el tiempo que llevábamos allí; finalmente, dijo Lancelot:

—Funcionará. Funcionará tal como lo tengo previsto. Todo lo más, la desaparición tendrá cinco minutos de retraso debido a que intervienen setenta kilos de masa. Mi análisis de las fuerzas cronológicas es realmente magistral.

Me sonrió, pero también le sonrió a su propio cadáver con igual calor.

Noté que su bata de laboratorio (que llevaba constantemente desde hacía tres días y no se la quitaba ni para dormir, estoy segura) se le había puesto arrugada y andrajosa. Estaba casi como la que llevaba el segundo Lancelot, el muerto, cuando apareció.

Lancelot pareció darse cuenta de lo que yo estaba pensando, o tal vez se limitó a seguir la trayectoria de mis ojos, porque se miró la bata y dijo:

—¡Ah, sí, será mejor que me ponga el delantal de goma! Mi segundo «yo» lo llevaba puesto en el momento de aparecer.

—¿Qué pasaría si no te lo pusieras? —pregunté con voz neutra.

—Tengo que ponérmelo. Es necesario. Algo me lo hubiera recordado. Si no, no hubiera aparecido en el otro —sus ojos se estrecharon—. ¿Sigues pensando en que algo fallará?

—No sé —murmuré.

—¿Crees que el cuerpo no desaparecerá, o que seré yo quien desaparezca en su lugar?

Al ver que no contestaba, dijo casi gritando:

—¿No ves que mi suerte ha cambiado al fin? ¿No ves con cuánta facilidad está saliendo todo según había previsto yo? Seré el hombre más grande que ha existido jamás. Ven, calienta el agua para el café —de pronto había recobrado la calma otra vez—. Lo celebraremos cuando mi doble nos abandone y yo vuelva a la vida. No he probado el café desde hace tres días.

Era sólo el café instantáneo lo que le empujaba hacia mí, pero después de tres días, eso también serviría. Manipulé desmañadamente el infiernillo de gas del laboratorio con los dedos tiesos de frío, hasta que Lancelot me apartó bruscamente a un lado y colocó sobre él un cacharro con agua.

—Tardará un rato —dijo, mientras giraba el control a la posición de «caliente». Miró el reloj, luego consultó los diversos indicadores de la pared—. Mi doble desaparecerá antes de que hierva el agua. Ven aquí y observa —se acercó al ataúd; yo dudé un momento.

—Ven —dijo en tono perentorio.

Fui.

Se miró a sí mismo con infinito placer y esperó. Ambos esperamos, contemplando el cadáver.

Entonces hubo un ¡pffft!... y Lancelot exclamó:

—¡Menos de dos minutos!

Sin experimentar el menor cambio, sin un solo parpadeo, el cuerpo muerto había desaparecido.

El ataúd abierto no contenía más que un conjunto de ropas vacías. La ropa, por supuesto, no era la misma con la que había venido el cuerpo muerto. Era ropa auténtica, y siguió conservando su realidad. Allí estaba, pues: la ropa interior dentro de la camisa y del pantalón; la corbata pasada alrededor de la camisa y la camisa dentro de la chaqueta. Los zapatos se habían dado la vuelta, con los calcetines colgando dentro de ellos. El cuerpo había desaparecido.

—El café —dijo Lancelot—. Primero el café. Luego llamaremos a la policía y a los periódicos.

Preparé café para él y para mí. Le puse la acostumbrada cucharilla llena de azúcar, rasa, ni colmada ni escasa. Aun bajo aquellas circunstancias, cuando por una vez estaba segura de que no le importaría, la costumbre era fuerte.

Empecé a darle sorbos a mi café, y me lo tomé sin crema ni azúcar, según era mi costumbre. Resultaba agradable tomarlo caliente.

Él removió su café.

—Por todo —dijo suavemente como un brindis—, por todo lo que he esperado.

Se llevó la taza a sus labios sonrientes y triunfales y bebió.

Aquellas fueron sus últimas palabras.


Ahora que había terminado, una especie de frenesí se apoderó de mí. Me las arreglé para desnudarle y vestirle con la ropa del ataúd. No sé cómo, pero fui capaz de levantarle y colocarle en el ataúd. Le crucé los brazos sobre el pecho en la misma postura de antes.

A continuación lavé todo rastro de café en el fregadero de la habitación de afuera, y el azucarero también. Lo aclaré una y otra vez, hasta que desapareció todo el cianuro que había sustituido por el azúcar.

Llevé su bata de laboratorio y las otras ropas al cesto donde había guardado las que había traído el doble. Las ropas del segundo Lancelot habían desaparecido, por supuesto; así que puse allí las del primero.

Luego esperé.

Por la tarde, me cercioré de que el cuerpo estaba lo bastante frío, y llamé a los empleados de pompas fúnebres. ¿Por qué habían de sospechar nada? Esperaban encontrar un cuerpo muerto y allí había un cuerpo muerto. El mismo cadáver. Exactamente el mismo. Incluso tenía dentro cianuro como se suponía que tenía el primero.

Supongo que serían capaces de notar la diferencia entre un cuerpo que llevaba muerto sólo doce horas y uno que llevaba tres días y medio, incluso bajo refrigeración, pero ¿por qué se les iba a ocurrir mirar?

No lo hicieron. Clavaron el ataúd, se lo llevaron y lo enterraron. Era el asesinato perfecto.

De hecho, puesto que Lancelot estaba legalmente muerto en el momento en que lo maté, me pregunto si, estrictamente hablando, fue de veras un asesinato.

Por supuesto, no tengo intención de preguntárselo a un abogado.

La vida es tranquila para mí; es pacífica y placentera. Tengo dinero suficiente. Voy al teatro. He hecho amigos. Y vivo sin remordimientos. Desde luego, Lancelot jamás logrará el mérito de haber descubierto el viaje en el tiempo. Algún día, cuando se descubra otra vez la manera de viajar en el tiempo, el nombre de Lancelot Stebblins, desconocido, descansará en las tinieblas del Hades. Pero ya le dije que cualquiera que fuesen sus planes, terminarían sin alcanzar la fama. Si no le hubiera matado yo, habrían salido mal las cosas por alguna otra razón, y entonces me habría matado él a mí.

No; vivo sin remordimientos.

De hecho, se lo he perdonado todo a Lancelot; todo, menos aquella vez que me escupió. Y resulta bastante irónico que tuviera unos instantes de felicidad antes de morir, porque le fue concedido un regalo que pocos pueden lograr, y él por encima de todos los hombres, lo saboreó.

A pesar de su grito, cuando me escupió, Lancelot supo arreglárselas para leer su propia nota necrológica.

La geografía (otra) de la trova cubana

La geografía (otra) de la trova cubana

Por Alfonso del Rosario Durán



Un joven cantautor holguinero con apellido de pila y nombre por demás poético, Rubén Darío Pérez, motivó que reflexionáramos sobre los aspectos geográficos que sostienen los preceptos actuales de la trova cubana. En Moa nos reuníamos bajo la sombra del encuentro nacional Trova Viva, y decía el bardo que no era ni de aquí ni de allá.

Precisamente, más allá de la desidia o el cuestionamiento, los participantes en la octava edición del encuentro trovadoresco coincidieron en que lo inefable de la actual canción comprometida cubana, como la ha dado en llamar Silvio Rodríguez, está dado por la dispersión (que no anarquía) con que encontramos por toda la Isla representantes dignos de tener en cuenta y que subrayan el concepto de que no existen tantos adjetivos posibles para lo que es una unidad en sí misma.

Entonces el evento Trova Viva ha asumido como lema Porque la trova es una sola, y de ese modo evita también aquello de "tradicional+nueva+novísima+novisísima." porque en la esencia de las pasiones de los cantautores y en sus desamores radica su armonía.

Por ello coincido con los argumentos esgrimidos por los organizadores del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, quienes se sumaron a los moenses en el encuentro de trovadores, en aras de aunar a quienes desarman las utopías y le cantan a la vida nuestra.

Ellos han propiciado que en los espacios Puntal Alto y A Guitarra Limpia se vayan sumando, incorporando, insertando, fusionándose, trovadores que van desde aquellos "fundadores" como podrían ser Augusto Blanca, Silvio Rodríguez, Sara González, Vicente Feliú; los "intermedios" Carlos Varela, Polito Ibáñez, Frank Delgado, Santiago Feliú; y "los últimos" Pavel Poveda, Fernando Bécquer, Samuel Águila.

Pero también han sabido demostrar que no existen tales segmentos, sino que también la mirada aglutinadora y totalizadora predomina por encima de las tan falsas generaciones y sus exclusiones. Si tan solo un hecho sirviera para ilustrar cómo se entremezclan nuestros cantautores bastaría con mencionar aquel memorable concierto homenaje que más de cuarenta trovadores cubanos brindaran a Silvio Rodríguez bajo el pretexto de A Guitarra Limpia en noviembre de 2006.

Pero también lo son las intensiones de los trovadores de hacerse acompañar de aquellos otros que han llegado más tarde, o antes quizás, pero que coinciden en poéticas y perspectivas.

Es por ello que Ireno García canta junto a Heidi Igualada, Erick Sánchez junto a Frank Delgado, y Samuel Águila se uniera a Ihosvany Bernal, y así tantos otros en los conciertos de A Guitarra Limpia.

En Moa lo constatamos con los trovadores que participaron en el Trova Viva. Allí Alito Abad se mezcló con Yaima Orozco y con Ormán Cala y con Michel Portela y con Oscar Eduardo Sánchez y con Fernando Cabreja y con Edelis Loyola y con Saidel Madrazo.

Los participantes excluyeron en todos los sentidos términos generacionales o estéticos: todos fueron más allá, en busca de la autenticidad del arte. Por lo que la verdadera fiesta que devino el encuentro celebrado en una de las ciudades más importantes de la economía cubana y más distantes en nuestros afectos, lo fue en la medida en que compartieran los moenses con Augusto Blanca y Corina Mestre con su proyecto A golpe de canción, y que desde Cruces, en Cienfuegos, hasta Banes, en Holguín, existieran representantes en la cita de Trova Viva.

Es por ello que considero un motivo de espléndida alegría el homenaje que los organizadores del Trova Viva brindaran al décimo aniversario del espacio A Guitarra Limpia, que el próximo noviembre festejará el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.

Allí, junto a los trovadores invitados, estaban Víctor Casaus y María Santucho para escuchar aquello de que veo la primavera que viene ya, de Oscar Sánchez; o al trío banense Sueños de Trova musicalizando poemas de Paco Mir; o a la gran apoteosis que constituyó la interpretación de Raspadura con ajonjolí, de Michel Portela y con todos los participantes allí.

Si una virtud tiene el movimiento trovadoresco en Cuba en estos momentos es que agrupa y vindica a los verdaderos expositores del género, no importan los adjetivos que alguien quiera acuñarles.

La sabiduría está, y los dejo en manos de Pedro Luís Ferrer en aquel encuentro en A Guitarra Limpia: "La intención de crear y hacer desde la guitarra, por lo visto, es una constante en nuestro quehacer musical nacional".

Radio Angulo Digital/Lunes 23/06/08

FUENTE:

http://www.radioangulo.cu/diario/2008/06-junio/230608/geografia.htm

«Ganar las elecciones no es ganar el poder»


http://www.radiolaprimerisima.com/articulos/2107
«Ganar las elecciones no es ganar el poder»
Fecha: junio 22, 2008 Por Mario Wainfeld



El palacio Carondelet, la casa de gobierno, está enclavado en la Plaza Grande, arquetípica plaza colonial. Los patios interiores son hispánicos y bellos, rebosan de flores. La sala en la que se realiza la entrevista es, como todo el entorno, señorial. La madera labrada le da su tono. Retratos de Simón Bolívar y del mariscal Sucre. Rosas blancas, carnosas y aromáticas ornan la mesa en que se colocan los grabadores. La entrevista, experiencia nueva para el cronista, es filmada por equipos de comunicación del gobierno. Una vez publicada en PáginaI12 podrá ser usada para la difusión interna. Rafael Correa es un entrevistado amable y concentrado. Su seducción finca en la energía, en la palabra. Es cortés, cálido al saludar, para nada zalamero. Mira fijo al reportero (y a la cámara), sus ojos reflejan más sus sensaciones y sus énfasis que sus manos.

- ¿Cuántos idiomas habla usted, presidente?

- Hablo más o menos el español, todavía no totalmente bien. Estropeo un poco el francés. Y algo, principiante, en quechua, entiendo el quechua.

- Inglés habla bien.

- Hablo.

- Usted estudió en Europa y en Estados Unidos, tendrá algún contacto con sus ex compañeros...

- Sí.

- Si uno de ellos lo encuentra (los europeos, que son más conceptuales, o los gringos, que son más empiristas) y le pregunta: '¿Qué clase de presidente eres tú? Estás cambiando la Constitución, discutes con los productores de arroz y les dices que no pueden exportar libremente si no garantizan abastecimiento y precios para el mercado local, disputas la renta petrolera, tienes conflictos con la gran prensa', ¿qué le contestaría?

- Que soy un idealista con los pies bien puestos sobre la tierra. Apuntamos muy alto, sabemos dónde queremos ir, pero también somos muy pragmáticos. Sabemos negociar, sabemos tomar medidas pero sin perder el norte. Ese norte: nosotros somos socialistas, queremos una sociedad con más equidad, queremos un país desarrollado, desarrollo medido por la cantidad de pobres.

- Usted ganó la presidencial, fue por la Constituyente. La ganó con amplitud. En septiembre habrá referéndum para aprobar o desechar la Constitución. ¿Es necesaria para la gobernabilidad y no es demasiado riesgosa para su legitimidad la seguidilla de elecciones y consultas?

- La Constitución del '98 fue la institucionalización del neoliberalismo. Su economicismo era ridículo. Dio autonomía al Banco Central. La Constitución es el hito de nuestra revolución ciudadana. Somos tremendamente democráticos. Se preguntó al pueblo si quería la Constituyente: el Sí fue rotundo, 82 por ciento, contra el 11 por ciento del No. Fueron las elecciones más democráticas de la historia ecuatoriana. Se garantizó equidad en el acceso a los medios. Se garantizó equidad de género. Antes había "alternabilidad", pero los tres primeros candidatos eran hombres, las tres últimas mujeres aunque nunca salían. Hoy hay uno y uno, tenemos una Constituyente con 45 por ciento de mujeres. Los migrantes pueden votar y ser elegidos. Ahora nos exponemos al referéndum. La Constitución del '98 que aceptaron tan alegremente no fue sometida al pueblo, la nuestra sí.

- Se lo ha visto hablando en lenguaje muy llano en los actos, llegando a actos a caballo, poniéndose ponchos. ¿Eso es personalismo, caudillismo?

- Hago esas cosas porque la gente las busca, es lo que se tiene que hacer. No soy caudillista ni populista. Muchas veces se confunde en América latina ser popular con ser populista. Así se me adoctrinó: ser técnico, no ser populista, es (en verdad) ser sadomasoquista. Mientras más cruel con la gente era uno, más técnico era con los paquetazos. Pero no es así: se puede ser muy técnico, muy responsable y ser popular al mismo tiempo porque la gente reconoce la autenticidad y la entrega. Somos un gobierno muy popular, no populista.

- Le escuché decir esta semana que si las empresas petroleras están muy enojadas eso es una buena noticia...

- ... decían, a modo de reclamo, "las empresas petroleras están molestas". Claro, muy simple: porque estamos haciendo bien las cosas. Si estuvieran contentas, significaría que se la están llevando en peso.

- ¿Es tan importante el peso de los poderes fácticos como para obligar a un conflicto permanente con ellos?

- Tal vez mi manera de ser exacerbe el conflicto: soy irascible y frontal. Pero seamos realistas: ganar las elecciones aquí no es ganar el poder. Los poderes fácticos continúan ahí, muchos de ellos intactos. Y la lucha es por cambiar esa relación de poder. La Constitución va a prohibir que las empresas financieras posean otra clase de empresas fuera del sistema financiero. Hoy, de los siete canales nacionales de televisión, cinco son de la banca. Usted habla de regular la tasa de interés o disminuir los costos de los servicios bancarios... y verá qué campaña tiene en contra. Ese es un gran paso para cambiar la correlación de fuerzas. La fuerza debe tenerla la ciudadanía, las grandes masas, la gran población, no los grupos de élite de siempre. Los poderes fácticos no van a renunciar tan sumisos a sus poderes de siempre. ¿Usted cree que si yo fuera un presidente funcional al statu quo, la prensa me trataría tan mal? ¿Sería chief líder de mi gobierno si fuera funcional?

- ¿Podría describir para un lector argentino cómo es el arco de su oposición?

- La partidocracia, los partidos tradicionales, han sido destrozados. Se cree que no hay oposición pero es un gran error. Por el contrario, tenemos una oposición muy fuerte que viene de los medios de comunicación. Como dice Ignacio Ramonet, ellos son los perros guardianes del sistema económico vigente. En América latina son los mayores defensores del statu quo... empresas que, bajo el pretexto de la libertad de expresión, defienden sus intereses particulares. Claro que hay excepciones, honrosas excepciones. Tenemos poderes económicos, la banca que sabe que le estamos quitando sus privilegios y están conectados con los medios de comunicación. Tenemos ciertas cámaras de la producción que son sucursales de partidos políticos, pero se hacen llamar gremios empresariales. El gran capital. Lamentablemente, hay ciertos grupos de izquierda radical, intransigente, que han sido siempre aliados de la derecha y el statu quo. Con posturas infantiles, ridículas: no pago de la deuda externa, expulsión de las petroleras... todo o nada. Que el último apague la luz. Todo eso crea un importante arco de oposición. Uno de los problemas de este país es que ha habido muchos grupos con capacidad de veto y ningún grupo con capacidad de llevar adelante una gesta. Ya lo hay, con el 70 por de los votos en todos los rincones de la patria en las últimas elecciones. Pero esos grupos siguen ahí, con poder.

- ¿Podría mencionar una meta general y un objetivo expresado en números para el fin de su mandato?

- Tenemos algunos índices, están en el Plan Nacional de Desarrollo. Resolver el problema energético... vamos por buen camino, iniciamos ya cuatro megaproyectos, vamos por tres más. Hasta ahora sólo se había construido uno, ésa es la revolución ciudadana. Tenemos metas claras en nutrición, educación... El próximo año esperamos declarar a Ecuador país libre de analfabetismo. Tal vez podamos lograrlo un poco antes.

La región, Colombia, las FARC, Estados Unidos

- La integración regional, ¿es posible hoy, con la marca de los enfrentamientos históricos, la balcanización?

- Muy probable, muy viable. Lamentablemente se dio este conflicto Colombia-Ecuador, por culpa de Colombia, pero comparativamente éste es el período con menor cantidad de conflictos que ha habido en América latina, sobre todo en Sudamérica. Hay más voluntad integracionista. El desafío es que esa integración se concrete en hechos de beneficio para la población.

- La bandera es tradicional y grata. Pero ha sido de difícil traslación a la cooperación y a la integración económica. Se advierten sintonías similares en distintas figuras políticas...

- Ha habido un cambio de época. Gobiernos progresistas, empatía entre presidentes y decisión política, con vocación integracionista de nuevo cuño. No lo que se vio en los noventa, donde querían convertirnos en un gran mercado. Queremos convertirnos en una gran nación.

- ¿Cuál es la situación actual con Colombia, tras la agresión internacional de meses atrás?

- Somos los agredidos, nosotros tenemos que fijar los tiempos. Hemos dado un paso, fijar las relaciones a nivel de encargados de negocios. Tenemos una frontera muy caliente, es bueno tener comunicación fluida. Pero, para establecer relaciones plenas, vamos a exigir que se aclare plenamente ese ataque. Las bombas eran norteamericanas y, de acuerdo con los informes de nuestra fuerzas armadas, no pueden haber sido arrojadas por aviones colombianos. Tres de los heridos, según informes forenses, con mucha probabilidad fueron rematados en vida. El ciudadano ecuatoriano que murió ahí fue por culatazos en el cuello y no por tiros ni bombas.

- ¿Cuál es la relación del gobierno de Ecuador y de su presidente con las FARC?

- En mi vida conocí a alguien de la FARC. Eso indigna: nos agreden, levantan una calumnia y tenemos que justificarnos.

- ¿Hasta qué punto puede Ecuador controlar en términos militares esa frontera?

- Imposible. Es una frontera muy porosa. Ni Estados Unidos puede controlar el paso de inmigrantes a su territorio y está construyendo un muro. Y ahí no hay selva. Acá hay 400, 500 kilómetros de selva amazónica. El mundo tiene que entender que el problema no es Ecuador, que el problema es Colombia, Y que cada vez que se infiltra una patrulla de la FARC en Ecuador, significa que se exfiltró de Colombia. Nosotros tenemos 13 puestos militares en la frontera, cuando necesitaríamos (en tiempos de paz) la cuarta parte. Colombia tiene dos. La estrategia de Colombia es resolver el problema desguarneciendo su frontera sur, nos quiere involucrar.

- La hipótesis es que Ecuador fuera una suerte de pared...

- Es la estrategia del yunque: ellos atacan de norte a sur, dejan desguarnecida su frontera sur para que nosotros hagamos el gasto. Eso también indigna. ¿Sabe cuántos colombianos tenemos refugiados en el país? Cuatrocientos mil colombianos, diecisiete mil con status de refugiados, hay muchas solicitudes más. El problema no es con el pueblo colombiano, el problema es con Uribe.

- En Ecuador hay una base militar norteamericana. Usted anunció que el año que viene no renovará el tratado. No soy experto en geopolítica, pero me animaría a apostar algo que esa base se desplazará a un país limítrofe. ¿Su gobierno analiza esa perspectiva?

- No nos interesa. En el 2009 se acaba ese infame tratado que firmó el gobierno entreguista de (el ex presidente Jamil) Mahuad sin recibir nada a cambio. Soberanía es no tener soldados extranjeros en suelo patrio. Que se vayan a un país limítrofe. Es problema de ellos.

- Una de las ventajas actuales de la región, como dice usted, es la relativa paz. Tengo la impresión de que hubo otra, a partir del 11 de septiembre de 2001: una menor atención de Estados Unidos sobre la región, por su mayor interés en Medio Oriente. Esa falta de centralidad, tal vez, nos vino bien.

- Yo comparto eso. Es más: la política de (George) Bush ha sido tan torpe en la región que nos ha favorecido. Tenemos mucho que agradecerle los gobiernos progresistas, nos ha ayudado bastante.

- ¿Piensa que el nuevo gobierno será distinto? ¿Puede haber diferencias según si el nuevo presidente es McCain u Obama?

- Imagino que un presidente demócrata podría ser distinto. Pero América debe contar con su propia fuerza. Es hasta cierto punto de vista intrascendente cuánto cambiará Estados Unidos. Que no será mucho.

- Alguna vez un funcionario argentino actual, que lo conoce bien, me dijo "Rafael Correa es un hijo de clase media, católico practicante, de formación universitaria que se lanzó a la política. Acá, en los '70, habría sido de la Juventud Peronista". ¿Le dijeron algo así?

- (Rie) Nunca me han dicho eso. Yo admiro mucho a Perón y al movimiento peronista.... Ahora, sí soy más de izquierda que los peronistas.

- Peronistas usted puede encontrar en cualquier lugar del espectro...

- Pero hubo y hay unos cuantos peronistas de derecha.

- Doy fe. Le agradezco y le dejo abierta la última palabra por si quiere comunicarle algo más al lector argentino.

- Solamente que la próxima vez acaben los partidos a los 45 minutos, no a los 49 (risas).

- Pero el tiempo de descuento está dentro de lo legal, presidente.

- Pero no cuatro minutos... (risas).

Fuente: Diario Página/12, Argentina. Desde Quito.
asterisco: lo pongo al final pa quien llegue hasta aquí.. ya sé que la entrevista es en serio pero lo que voy a decir también... yo pienso de la forma más justa en mi vida que rafael correa es el presidente más regio del mundo mundial!

el ché: mi paso po costa rica


Germinal
Año 2 No. 71
Alfonso Chase



Los textos que editamos ahora pertenecen, primera y segunda parte, al Diario de Ernesto Guevara escrito en su segundo viaje por tierras de nuestra América, en lo que toca al área centroamericana, y que durante muchos años han guardado sigilo sobre su etapa de formación más importante, y contacto con la realidad centroamericana en dos vertientes: la Revolución de 1948, en nuestro país y los sucesos que culminaron con la defenestración de Jacobo Árbenz, en 1954, vivida por Guevara como observador y protagonista, por sus vínculos con los revolucionarios de ese país, algunos de los cuales fueron sus amigos por largo tiempo, incluida su etapa en Cuba y su posterior salida. Muchos son los apuntes del médico y combatiente que han sido considerados como Diarios, o ayuda memoria, que nos permiten tener un detallado conjunto de sucesos que han servido, al menos es mi caso, para interpretar la formación constante de Guevara en sus diferentes etapas, las variaciones de su pensamiento y detalles, casi inéditos, de su vida personal y proyección social y política.
En ese itinerario fascinante podemos recabar, por fuentes axiales, su relación en la Costa Rica de diciembre de 1953, y su encuentro, en la antigua Soda Palace, con algunos exilados cubanos, dominicanos o guatemaltecos, rescoldos de la Legión Caribe, que le informaron de los asuntos que estaban ocurriendo, según los testimonios y apuntes de Juan Bosch, así como su interés, y opiniones sardónicas, sobre el proceso de 1948, que se debatía ya entre una revolución, una guerra civil y la pérdida paulatina de poder de transformación de las propuestas iniciales, cuando se dio el proceso llamado de Restauración Oligárquica, durante el Gobierno de Otilio Ulate.
Ya para esa fecha el pensamiento radical de Guevara le había asentado bien en el sentido de que los sucesos de 1948, se estaban diluyendo en el vacío. Pero es muy interesante que, en junio de 1954, luego de los sucesos de Guatemala, el audaz viajero se plantea dos opciones: regresarse a Costa Rica para participar en "los de Figueres", elíptica y enigmática razón, o seguir hacia México, para completar su viaje. Asume esta segunda opción e ingresa a la historia contemporánea, al vincularse al grupo de los exilados cubanos, y luego expedicionarios del Gramma, para darse en México un proceso final de formación, más profundo, en lecturas de pensadores latinoamericanos o marxistas. Los detalles de su paso por Costa Rica están estructurados como relato a partir de apuntes o diarios, y son de los más vertebrados de esa época, en su diálogo con Manuel Mora Valverde, y sus precisiones sobre la personalidad de otros exilados. Son un testimonio muy vívido de lo que sintió y vivió en Costa Rica.




• Ernesto Guevara de la Serna
Mi paso por Costa Rica
II parte, final
Texto: Archivo Personal del Che
Aleida March de Guevara
Fotografía: Chino López
Fotografías: Oficina de Asuntos Históricos
Consejo de Estado de Cuba

La entrevista con Juan Bosch fue muy interesante. Es un literato de ideas claras y de tendencia izquierdista. No hablamos de literatura, simplemente de política. Calificó a Batista de hampón rodeado de hampones. Es amigo personal de Rómulo Betancourt y lo defendió calurosamente, lo mismo que a Prío Socarrás y a Pepe Figueres. Dice que Perón no tiene arraigo popular en los países americanos y que en el año 45 escribió un artículo en que lo denunciaba como el más peligroso demagogo de América. La discusión se llevó en términos generales muy amables.
Por la tarde nos entrevistamos con Manuel Mora Valverde, es un hombre tranquilo, más que eso pausado, pues tiene una serie de movimientos de tipo de "tics" que indican una gran intranquilidad interior, un dinamismo frenado por el método. Nos dio una cabal explicación de la política de Costa Rica en estos últimos tiempos:
"Calderón Guardia era un hombre rico que subió al poder apoyado por la United Fruit y las fuerzas de terratenientes locales. Así gobernó dos años hasta que vino la Guerra Mundial y Costa Rica se puso de parte de las potencias aliadas. La primera medida del Departamento de Estado fue exigir que fueran confiscadas las tierras de los terratenientes alemanes dedicadas con preferencia al cultivo de café. Así se hizo, vendiéndose posteriormente las tierras, lo que condujo a oscuros negocios en que se vio envuelto parte del equipo ministerial de Calderón Guardia y le restaron el apoyo de todos los terratenientes del país, salvo la United Fruit. El personal de esta compañía, por reacción frente a la explotación, es antiyanqui. Lo cierto es que Calderón Guardia quedó absolutamente sin apoyo de ninguna índole y hasta le era imposible salir a la calle por las rechiflas de que era objeto. En ese momento, el partido comunista le ofreció su apoyo a costa de crear leyes obreras fundamentales y renovar su gabinete. En este ínterin, Otilio Ulate, hombre de izquierda por ese entonces y amigo personal de Mora, le avisó y demostró un plan para engañarlo y que Calderón Guardia había previsto. Mora siguió adelante con la alianza y el gobierno de Calderón se rodeó de popularidad al iniciarse las conquistas obreras fundamentales.
"Se planteaba el problema de la sucesión del poder pues terminaba el período de Calderón y los comunistas propusieron un frente único de conciliación nacional para seguir la política obrera del Gobierno y propusieron a Ulate; el candidato rival, León Cortés, se opuso terminantemente presentando su propia candidatura. Por esta época, Ulate comenzó desde su periódico, El Diario de Costa Rica, una fuerte campaña contra las leyes obreras y se produjo el rompimiento de las izquierdas y el viraje de don Otilio.
"Las elecciones dieron el triunfo a Teodoro Picado, intelectual pusilánime y estropeado por el whisky, aunque hombre de relativa tendencia izquierdista y que inició su gobierno apoyado por los comunistas. Continuó su tendencia durante todo su gobierno, aunque el jefe de policía era un coronel cubano, agente del FBI que Estados Unidos había impuesto.
"En las postrimerías, los capitalistas descontentos organizaron una gran huelga de la banca y la industria que el Gobierno no quiso romper. Los estudiantes salieron a la calle, se tiró contra ellos y hubo heridos. Teodoro Picado fue presa del pánico, las elecciones se avecinaban y había dos candidatos: Calderón Guardia nuevamente y Otilio Ulate. Teodoro Picado, contra la opinión de los comunistas, entregó la máquina electoral a Ulate y él se reservó la policía. Las elecciones fueron fraudulentas, triunfando las fuerzas de Ulate. Se planteó recurso de nulidad ante el tribunal electoral y se pidió una decisión cualquiera sobre las denuncias presentadas, advirtiendo que se acataría cualquier decisión pero pidiendo una, el tribunal no accedió a considerar la denuncia, con el voto salvado de uno de los tres jueces, por lo que se presentaron a la cámara, se aprobaron y se anuló la elección. En este momento se creó el gran pleito y la gente estaba en ebullición". Aquí un paréntesis. En Guatemala, con la presidencia de Arévalo se había formado lo que dio en llamarse las Repúblicas Socialistas del Caribe. Apoyado el presidente guatemalteco por Prío Socarrás, Rómulo Betancourt, Juan Rodríguez, un millonario dominicano, Chamorro y otros. El plan revolucionario primitivo era desembarcar en Nicaragua y desalojar a Somoza del poder, ya que Salvador y Honduras caerían sin mayor lucha, pero Argüello, un amigo de Figueres, planteó el problema de Costa Rica, su convulsionada situación interior y Figueres voló a Guatemala. La alianza se llevó a cabo y Figueres se alzó en Cartago tomando rápidamente el aeródromo de las armas, punto necesario para recibir ayuda por aire. "La resistencia se organizó rápidamente y el pueblo asaltó los cuarteles para conseguir armas, pues el Gobierno no se las quería dar. La revolución sin apoyo popular, ya que Ulate no se había adherido a ella, estaba condenada al fracaso, pero el triunfo lo lograrían las fuerzas populares acaudilladas por los comunistas, la burguesía, y con ellos Teodoro Picado, se sintieron sumamente inquietos con esto. Picado voló a Nicaragua a conferenciar con Somoza para obtener armas, pero allí se encontró con que también estaba en la conferencia uno de los altos funcionarios norteamericanos y se le exigió a Picado, como precio de la ayuda, el aniquilamiento del comunismo, garantizando la caída de Manuel Mora y que cada arma iría con su hombre, lo que significaba la invasión de Costa Rica.
"Picado en el momento no aceptó puesto que significaba la traición a los comunistas que lo habían apoyado todo el tiempo, pero la revolución estaba agonizante y el poder de los comunistas asustó tanto a la gente reaccionaria del Gobierno que éste boicoteó la defensa hasta que los invasores llegaron a las puertas de San José y entonces abandonaron la capital estableciéndose en Liberia cerca de Nicaragua. Al mismo tiempo, el resto del ejército tomaba todo el parque disponible y se entregaba con él a los nicaragüenses. Se hizo entonces un pacto con Figueres, siendo garante de él la embajada mexicana se vio imposibilitada de hacerlo sentir porque su enemigo era el Departamento de Estado Americano. Mora fue deportado y el avión aterrizó en la zona norteamericana de Panamá y, preso por la policía yanqui, fue entregado al jefe de policía de Panamá, en esa época el coronel Remón. Los periodistas yanquis fueron expulsados cuando pretendieron interrogarlo y entonces tuvo un altercado con Remón que lo mandó al calabozo. De allí fue a Cuba donde Grau San Martín también lo afueró hasta que se trasladó a México y pudo volver al país con el tiempo de Ulate.
Figueres se vio abocado al problema de que sus huestes estaban constituidas por solo 100 ticos y unos seiscientos hombres que constituirían la Legión del Caribe y aunque al principio notificó a Mora que su programa era 12 años y no pensaba entregar el poder a la burguesía corrompida representada por Ulate, debió entregar en componendas con éste y comprometerse a entregar el poder luego de un año y medio de gobierno, pacto que cumplió luego de componer la maquinaria electoral a su antojo y hacer una represión organizada y cruel. Pasado ese lapso, Ulate tomó el poder y lo conservó los cuatro años que le correspondían. Su gobierno no se caracterizó por la garantía de las libertades instituidas y el respeto a las leyes progresistas conseguidas en los gobiernos anteriores; salvo la derogación de la ley de represión de los terratenientes, llamada ley de los parásitos.


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Eduardo Galeano es declarado Ciudadano Ilustre del Mercosur

Eduardo Galeano es declarado Ciudadano Ilustre del Mercosur

Lunes 23 de Junio de 2008

Fuente :DPA



El acuerdo regional acordó distinguir al escritor uruguayo, quien esta semana además podría ser anunciado como nuevo ganador del Premio Príncipe de Asturias.

MONTEVIDEO.- El escritor uruguayo Eduardo Galeano recibirá "un diploma y un regalo" del Comité de Representantes Permanentes del Mercosur "en homenaje a su producción y trayectoria".

Según se informó hoy, la distinción, cuyos detalles se mantienen en reserva, será el miércoles 3 de julio en el edificio sede del bloque regional, a orillas del Río de la Plata, en Montevideo.

El anuncio de este reconocimiento del bloque que integran Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, además de otros países asociados, se produce en momentos EN que Galeano aparece como candidato al Premio Príncipe de Asturias de las Letras, que se anunciará el miércoles.

Este premio español se otorga desde 1981 y ya lo han ganado escritores de España, México, Perú, Venezuela, Puerto Rico, Colombia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Marruecos, Italia, Brasil e Israel.

Eduardo Galeano es autor de quince libros, siendo "Las venas abiertas de América Latina" una de sus obras más conocidas y más traducidas a diversos idiomas. Su última publicación es "Espejos - Una historia casi universal", que une historias del pasado, desde Adán y Eva, hasta el presente.

Hallan precisiones astronómicas en la poesía de Homero


Hallan precisiones astronómicas en la poesía de Homero
La Odisea, a la luz de la ciencia
Martes 24 de junio de 2008 Publicado en la Edición impresa


La Ilíada y la Odisea llevan cientos de años cautivando a los lectores... y otro tanto inspirando hipótesis que intentan develar sus fascinantes misterios.

En un trabajo que hoy se publica en los Anales de la Academia Nacional de Ciencia de los Estados Unidos ( PNAS , según sus siglas en inglés), dos científicos argentinos pueden haber encontrado pistas que ayuden a saldar una de las discusiones que apasionan a los estudiosos de esos poemas fundacionales de la literatura occidental: ¿es o no un eclipse total de Sol lo que describe un célebre pasaje del Canto XX de la Odisea (La profecía de Teoclímeno) ? "Vuestras cabezas, vuestros rostros y vuestras rodillas están envueltas en la noche [...]. Lleno está el vestíbulo y lleno el patio de espectros que descienden hacia las tinieblas del Erebo. El Sol ha desaparecido del cielo y una oscuridad nefasta lo cubre todo."

Marcelo Magnasco, profesor vitalicio de física matemática de la Universidad Rockefeller, en Nueva York, y Constantino Baikouzis, diseñador de mapas celestes del Observatorio de La Plata, analizaron en detalle el texto homérico que describe los últimos 34 días del viaje de diez años que Ulises emprende para retornar a su casa en la isla de Itaca, después de la Guerra de Troya.

"Tuvimos que calcular dónde se encontraban las constelaciones en esa época -cuenta Magnasco, a punto de abordar un avión que lo lleva a dar conferencias en Kuala Lumpur-. Pero Homero fue muy meticuloso en precisar cuándo comienza cada nuevo día. Eso facilitó mucho los cómputos."

A partir de la reconstrucción de los mapas del cielo correspondientes a 50.000 noches de los 135 años que van del 1250 al 1115 a.C., Magnasco y Baikouzis encontraron una serie de coincidencias que no sólo apoyan la hipótesis del eclipse, sino que revelan un conocimiento astronómico notable por su precisión.

"Verificamos las constelaciones, las fechas en que se menciona que hay luna nueva, las posiciones de Venus y Mercurio... En los 135 años que rodean la fecha estimada de la caída de Troya, sólo un período que culmina en el eclipse total de Sol del 16 de abril de 1178 a.C. coincide con los datos astronómicos", dice Magnasco.

La controversia sobre el citado pasaje de la Odisea viene de lejos. Aunque no tiene ninguna mención explícita, de que ocurre en el interior de un cuarto, y de que la oscuridad coincide con la imaginería del Hades; ya Plutarco y Heráclito creían que se trataba de la descripción poética de un acontecimiento astronómico.

"El 16 de abril de 1178 a.C., cerca del mediodía, un eclipse total de Sol ocurrió sobre el mar Jónico [...]. Fue espectacular", escriben los investigadores. Según sus cálculos, se pudieron observar simultáneamente los cinco planetas visibles "a ojo desnudo", la Luna y la corona solar.

"La exactitud de las descripciones de Homero es impresionante -dice Baikouzis, él mismo descendiente de griegos, proveedor oficial de mapas celestes del Año Internacional de la Astronomía 2009 de la Unión Astronómica Internacional e inspirador, hace 17 años, de esta investigación-. Gracias a él tenemos la primera alusión a la navegación por estrellas, que es la que orienta a los marinos hasta hoy."

Los eclipses totales de Sol son hechos infrecuentes, que ocurren aproximadamente una vez cada 370 años en una ubicación dada del planeta. "Nuestro sistema visual se adapta al lento cambio en la iluminación, de tal modo que al principio no lo percibimos -detallan los científicos-. Unos segundos antes de que el disco solar se cubra por completo, el Sol todavía es un millón de veces más brillante que la luna llena. Pero en la «totalidad», parece extinguirse súbitamente y aparecen las estrellas. La temperatura cae varios grados; los vientos cambian; los animales se inquietan y los rostros humanos pueden tener una extraña palidez."

Si bien las palabras de la Odisea parecen aludir muy exactamente a este modus operandi , tanto Baikouzis como Magnasco se apresuran a subrayar que las coincidencias no bastan para probar que la historia relatada en la Odisea sea verdad.

"Tal vez se entienda lo que planteamos con el ejemplo del Ulises , de James Joyce -dice el segundo-: no hay duda de que la obra está ambientada en Dublín, aunque esa palabra no es mencionada en todo el libro. Se lo puede asegurar, sin afirmar que los eventos que en ella se relatan son verdaderos. Nuestro método, intrínsecamente matemático, no puede decidir si la historia que cuenta la Odisea es verdadera. Pero las referencias son tan exactas, que la probabilidad de que hayan sido inventadas es muy baja."

Claro que lo más intrigante del caso es que estos acontecimientos habrían ocurrido hasta 500 años antes de la presunta existencia de Homero...

Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION

Poesía náhuatl


Poesía náhuatl
Publicado por Verónica Gudiña

La palabra náhuatl deriva de nāhua-tl ("sonido claro o agradable") y tlahtōl-li ("lengua", "lenguaje"). Se trata de una lengua uto-azteca que se habla en Centroamérica y en México, donde constituye la lengua nativa con mayor número de hablantes (aproximadamente un millón y medio).

El náhuatl tiene una gran importancia histórica, ya que se utilizó como lingua franca en el Imperio Azteca desde el siglo XIII hasta su caída (1521). Incluso tiempo después fue aprovechado por los europeos con fines de conquista.

La actividad poética en náhuatl era conocida como in xóchitl, in cuícatl ("flor y canto"). De esta forma, la poesía náhuatl se presentaba con un diálogo con lo divino, con el mundo y con el pueblo. Los principales referentes poéticos de dicha sociedad eran los monarcas y los sacerdotes.
Aunque las historias y los cantos solían ser aprendidos de memoria por los pobladores, se utilizaban grandes carteles con diseños y signos fonéticos que permitían al sacerdote señalar cómo debía entonarse cada poema en los rituales.


La poesía náhuatl contaba con composiciones de distintos géneros: los Teotlatolli, que se centraban en el origen del mundo y el universo divino; los Teocuícatl, que eran himnos dedicados a los dioses; los Xopancuícatl, cantos a la alegría y la belleza; los Xochicuícatl, que exaltaban la amistad y la nobleza; los Yaocuícatl, con referencias heroicas y guerreras; y los Icnocuícatl, que expresaban angustia, tristeza y reflexiones sobre la muerte.

Nezahualcóyotl (1402-1472), monarca de la ciudad-estado de Tetzcuco, fue uno de los autores más reconocidos de la poesía náhuatl.

Estos son algunos ejemplos de la poesía náhuatl:


Me siento fuera de sentido,
lloro, me aflijo y pienso,
digo y recuerdo:
¡Oh, si nunca yo muriera,
si nunca desapareciera!…
¡Vaya yo donde no hay muerte,
donde se alcanza victoria!
Oh, si nunca yo muriera,
si nunca desapareciera.
("Sed de inmortalidad", de Nezahualcóyotl)

Amo el canto de zenzontle
pájaro de cuatrocientas voces,
amo el color del jade
y el enervante perfume de las flores,

pero más amo a mi hermano: el hombre.

("Mi hermano, el hombre", de Nezahualcóyotl)