sábado, octubre 08, 2011

Silvio feliz de que “El Mayor” haya sido la primera canción que cantó René en libertad


Silvio Rodríguez. Foto: Petí
Silvio Rodríguez. Foto: Petí
En declaraciones a la corresponsalía de Telesur en Cuba, el cantautor Silvio Rodríguez dijo estar muy feliz por la liberación de René Gonzalez, y también, porque la primera canción que él escuchó y cantó en libertad fuera “El Mayor”.
La esposa de René, Olga Salanueva, había contado a Cubadebate que esa canción de Silvio, dedicada al patriota cubano Ignacio Agramonte, la cantó el antiterrorista en el carro que lo llevó de la cárcel de Marianna (Florida) hacia el lugar donde se reuniría con su familia, después de 13 años preso.
“Cuando me llamó, se le sentía eufórico -contó Olga, a quien EEUU no le dio visa para que pudiera esperar a su esposo a la salida de la prisión-. Nuestras hijas lo filmaban para que yo pueda ver lo que me perdí. Luego me llamó nuevamente, iban en un auto hacia el lugar donde se alojará estos días hasta presentarse al oficial de probatoria y él iba cantando, a voz en cuello, una canción de Silvio, ‘El mayor’, que es su favorita. Las niñas le llevaron fotos, libros y discos con las canciones que a él le gustan.”
“Gran felicidad porque al fin René está libre, me imagino que debe estar eufórico y debe ser un sentimiento ambivalente… René debe sentir por un lado felicidad de estar libre y por otro pena de que sus 4 compañeros continúen encarcelados”, dijo Silvio a los reporteros del canal multiestatal, que divulgaron sus palabras a través de la cuenta @TeleSUR_Cuba en la red social Twitter.
El cantautor lamentó que EEUU haya impedido a René encontrarse con Olga. “Es muy duro para René González no poder reunirse con su esposa”, dijo.
En su blog Segunda Cita, Silvio había dado cuenta temprano en la mañana de la liberación de René: “Fue a las 4 de la madrugada. Lo poco que durmió, si es que lo hizo, fue en “El hueco” (celda de castigo), a donde lo llevaron anoche. Olguita, su esposa, que nunca ha tenido permiso para entrar a los Estados Unidos, habló con él. No sé lo que hablaron, pero debe haber sido indescriptible. Felicidades, René. ¡Libertad para los Cinco!”

Escuche con René, El Mayor interpretado por su autor, Silvio Rodríguez

Último momento: Fue liberado en la madrugada René González, heroe antiterrorista cubano

A la 4:30 de la madrugada fue liberado hoy René González de una cárcel de Marianna, Florida, aunque deberá permanecer en Estados Unidos bajo el régimen de libertad supervisada por tres años.
www.kaosenlared.net/noticia/ultimo-momento-fue-liberado-madrugada-rene-gonzalez-heroe-antiterroris

Informaciones de Telesur, Aporrea y Agencias
A la 4:30 de la madrugada fue liberado hoy René González de una cárcel de Marianna, Florida, aunque deberá permanecer en Estados Unidos bajo el régimen de libertad supervisada por tres años.
A la salida del penal lo esperaban sus dos hijas, Irma e Ivette, su hermano, Roberto, y el padre, Cándido, además de su abogado, Philip Horowitz,  informó la enviada especial de teleSUR, Aissa García.
“El día de hoy René González se ha convertido en el primero de los cinco antiterroristas cubanos presos en cárceles de Estados Unidos en ser liberado, en poner los pies fuera de la cárcel”, reportó la periodista desde el lugar.
El cubano fue liberado a las 04H30 locales (08H00 GMT) de este viernes y se encuentra con su familia, según informó a teleSUR su abogado Phillip Horowitz.
El jurista dijo a la enviada especial que René González se encuentra en buen estado de salud luego de ser examinado tras su salida.
González pese a salir de prisión, no podrá regresar a Cuba debido a una orden judicial que lo obliga a estar tres años más en libertad supervisada.
El cubano está reunido con sus hijas Ivette e Irmita, su padre y su hermano Roberto.
Sin embargo, no puede ver a su madre, Irma Sehweret, ni a su esposa, Olga Salanueva debido a que el Gobierno de Estados Unidos no les otorgó la visa para esperar en la salida.
En Cuba la correponsal de teleSUR informó que la tarde de este viernes “todas las religiones se reunirán y harán una proclama del Comité de Solidaridad por caso de 5 héroes”.
“En la proclama que realizarán los credos esta tarde se exigirá además extradición de Posada Carriles” agregó.
René González es uno de “los cinco héroes cubanos” condenados en Estados Unidos por vigilar organizaciones terroristas de origen cubano-americano con sede en Miami.
Gerardo Hernández, Fernando González, Ramón Labañino, y Antonio Guerrero son se encuentran aún presos en Estados Unidos, desde el 12 septiembre de 1998.
Su detención ha desencadenado numerosas protestas en diversas partes del mundo donde desde intelectuales, familiares, políticos y otros sectores de la sociedad civil, han exigido su liberación.

miércoles, octubre 05, 2011

Silvio Rodríguez: La noche unánime

El Canal, en El Cerro. Foto: Silvio Rodríguez
El Canal, en El Cerro, durante el concierto de este domingo. Foto: Silvio Rodríguez
Un obrero me ve, me llama artista. Noblemente, me suma su estatura.
Silvio Rodríguez.
Hay personas en todos los balcones. De los árboles cuelgan muchachos, también de cada muro, de cada andamio de bafles o de luz. Entre la gente corre una brisa agradable, no muy fuerte. Poca para ser frío pero mucha para ser octubre.
En la intersección de Recreo y Salvador, dos calles cualquiera, se alza el escenario: cierta escenografía (en este caso bien modesta), público alrededor, músicos encima.
Silvio Rodríguez hace lo suyo. Y el Canal, antológico barrio del Cerro (aquí ensayaba la comparsa los Alacranes), se estremece. Un estremecimiento leve, una momentánea hiperestesia. Nada que parezca de otro mundo, ni siquiera de otro hemisferio, y por lo tanto nada que se aparte de lo real.
Aquí confluyen varias calles, o callejones, o, si se prefiere, entresijos de la ciudad. El atuendo de Silvio es el único posible: el de un marginal. Pantalón claro de mezclilla, camisa negra, ancha o muy azul, espejuelos de profesor, gorra de custodio. Al que porte esa ropa, sea lo que sea, uno debiera escucharlo de antemano.
Pongamos por caso: si se escucha a Silvio de noche, o en solitario, aunque sea una vez, y se rinde la prueba, ya uno puede pensar en la prosperidad. Una prosperidad, eso sí, con revestimiento de miseria, que tira con fervor hacia lo indefinible y en ocasiones hacia lo inconmensurable, pero al fin y al cabo prosperidad.
Se puede estar de acuerdo o no con su carácter, o con sus ideas políticas, o con sus posturas ecológicas, pero con lo que no se puede estar en desacuerdo es con sus canciones. O se escucha a Silvio, o se toca una rumba, o nos hundimos todos en el caos. Eso es lo que hace asiduamente la gente del Canal y eso es lo que harán después del concierto. Tocar rumba y sobrevivir. Llevar en sus espaldas, en sus angostos solares, en sus balcones derruidos, el peso irremediable de la música.
Parece que algo grande está a punto de ocurrir, pero es solo eso, una impresión. Que fluye por detrás de cada gesto y que se acumula en el aire. Como el tiempo, que también se acumula en el aire y que puede ser capaz, entre los focos dispersos de la escena, de inmortalizar a un artista carismático, conversador, a un Silvio inusitado, abiertamente locuaz.
Lo que por otra parte también se entiende. No es algo que se pueda explicar pero sí algo que se pueda entender. Como el hecho de que hace algunos años, Silvio -o lo que en Cuba entendemos por tal- apareciera en una película danesa, proyectada una tarde de diciembre en la modesta sala del cine Riviera.
La historia es bastante breve.
Una muchacha de cierta secta religiosa marcha hacia Copenhague. No conoce el amor. No conoce a los hombres. No conoce nada de la vida. A los días se encuentra un muchacho. Un muchacho que conoce a los hombres, que en cierto modo, como todo muchacho de las grandes ciudades, también conoce la vida, pero que no conoce el amor sino de oídas.
El muchacho, pues, corteja a la chica, que obviamente es rubia, y que lleva en la cara, superpuesto como una máscara, el inexorable signo del temor y del desafío.
De manera previsible ambos caen en una habitación. Tras varios minutos de rodeos -minutos bastante densos y de una insoportable lentitud-, el muchacho invita a la chica, quien para ese momento ya era la mujer de sus sueños, o algo parecido, a que escuche una canción, mi canción preferida, le dice, y la muchacha, a la que lo mismo le hubiese dado una canción que un libro que un retrato, diligentemente acepta.
El muchacho enciende el Ipod o el tocadiscos o tal vez el gramófono (la película es una película sin edad, fuera de época) y luego explica, a grandes trazos, lo que la rubia nórdica no entiende. A primera vista parece que le está explicando el mundo, cómo funciona, de qué van las cosas entre los hombres, o que le está definiendo, si tal cosa fuera posible, o viable, o sensata, algunas posturas o algunos perfiles del mismísimo semblante o del mismísimo torso del (des)amor.
Pero el muchacho -quien quizás hizo todo eso y algo mucho más inquietante que nunca llegaremos a saber- solo se limita a traducir la letra, a llevar al danés, mientras acaricia el cuello o mientras desliza su mano por los lacios cabellos de la muchacha, las estrofas azules de Unicornio. Pasa que, en primera instancia, el muchacho no entiende el castellano. Detalle que a la larga no cuenta, pues igual termina traduciendo lo que tenía que traducir.
El Riviera, de más está decirlo, estalló con la escena, se descompuso. Los cinéfilos del Vedado saltaron sobre sus butacas, y celebraron, al límite, la sabiduría de los daneses. La misma sabiduría (la de los daneses) y la misma euforia (la de los cinéfilos del Vedado) que la de la gente del Cerro, y más específicamente que la de la gente aglomerada entre Recreo y Salvador.
Ahora, al filo de las ocho y veinte, sobre la tabla rasa de los años, algo impreciso acaba de transcurrir. Tal vez sea el vestigio de un día, tal vez no.
Es algo que no podrá saberse hasta la tarde siguiente. Justo cuando las calles del Cerro se adentren en la noche, y algún infeliz se abrigue de los vientos de octubre, y el norte unánime de Europa se dedique a invernar.

domingo, octubre 02, 2011

Arquetipo del cambio planetario: Camila Vallejo, la bella líder del movimiento estudiantil chileno

Líder de la primavera chilena y flamante ícono popular, a sus 23 años Camila Vallejo, hermosa e inteligente, es un estimulante ejemplo de transformación social que impulsa el despertar colectivo hacia un nuevo paradigma, libre de las estructuras opresivas del sistema socioeconómico imperante.

El movimiento estudiantil de Chile ha congregado a cientos de miles de personas en ese país, ganándose también el apoyo de una juventud ávida de vivir una transformación social en distintos lugares de América Latina. A diferencia de lo sucedido en las llamadas “primaveras árabes”, lo que está sucediendo en Chile, hasta el momento, no tiene ningún indicio de haber sido cooptado y trastornado por la clase política en el poder y las élites financieras que en ocasiones ejercen su influencia desde el extranjero; por el contrario, mantiene una vibrante legitimidad y se despliega con un vigoroso potencial de orquestar un cambio sustancial, real y posiblemente capaz de estremecer las estructuras que históricamente reprimen el desarrollo de la juventud y de las clases sociales mariginadas por el capitalismo.
La figura descollante que lidera este movimiento masivo es Camila Vallejo Dowling, una joven de 23 años, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) —la segunda mujer en toda la historia de esta universidad en ocupar esta dirigencia—, hija de padres comunistas (su padre es también actor)  e insoslayablemente atractiva e inteligente. Camila se ha convertido en una celebridad, llevando, a veces por razones ajenas a la esencia del conflicto, esta protesta estudiantil más allá de las fronteras de Chile y en general aumentando su difusión mediática.
 

Vivimos, sin duda, en una sociedad que se deja llevar por el poder de la imagen y que consume los modelos de vida que las celebridades, consciente o inconscientemente, promueven dentro del aparato propagandístico cuya función es mantener  el statu quo. Pero si bien las celebridades sirven, casi inescapablemente, al modelo socioeconómico (y psicosocial) que enaltece los valores del consumo —y por añadidura de la enajenación, al intercambiar la individuación por el deseo aspiracional—, el caso de Camila —figura mediática y también in-mediata generatrix de la movilización callejera— por un momento parece hackear este paradigma para usarlo a su favor, como en un movimiento de judo (el objetivo de este arte marcial es “derribar al oponente usando la fuerza del mismo”) y exponenciar la fuerza de las voces silenciadas —por amenazantes al sistema pero también por ser inefectivas para la propagación de un mensaje dentro de la estructura particular de estos difusores de realidades programadas. Quizás sea un poco el furor del sueño que despierta (simbólicamente enarbolado por la mujer), pero Camila parece ser una celebridad que, excepcionalmente, se merece su notoriedad —más allá de su belleza, que galvaniza— ya que promueve una serie de valores que estimulan los principios básicos del humanismo, la libertad y la conciencia, y su misma imagen iterada se rebela frente a la cultura de las celebridades como un seductor virus que inyecta, en Helena, un Caballo de Troya.

“Desde los días del Subcomandante Marcos de los Zapatistas no ha habido un líder rebelde que haya fascinado tanto a América Latina. Esta vez no hay pasamontañas, no hay pipa ni pistola, solo un anillo de plata en la nariz”, dice el diario británico The Guardian sobre Camila. Pero más allá de la estética de la rebeldía y su profundo encantamiento, lo que sostiene y propulsa a la figura de Camila Vallejo es la fuerza de su movimiento (que genera marchas multitudinarias de una magnitud que no se había visto por décadas en Chile) y la claridad de su discurso. La directiz de la protesta estudiantil pacífica es la exigencia básica de eliminar la concepción usurera de la educación que, en la práctica, permea Chile, país donde los estudiantes muchas veces tienen que endeudarse para completar una educación que luego difícilmente les significará oportunidades de trabajo para poder pagar dichas deudas —en una versión moderna y sofisticada de esclavitud. Esta petición de educación superior gratuita va más allá de la mera retórica política y representa una amenaza para el sistema hegemónico porque significa en el fondo un empoderamiento de la juventud alejada de la élite a la que históricamente han mermado no solo económica sino también intelectualmente. Una juventud que de alzarse no tendrá contemplaciones en dar al traste el viejo sistema —y a sus sacerdotes— de manera radical. La misma Camila de algunas claves:
“Siempre es la juventud la que se mueve primero… no tenemos compromisos familiares, esto nos permite ser más libres. Tomamos el primer paso, pero ya no estamos solos, las viejas generaciones se han unido a la lucha”.
Más allá de la “utopía” de la educación gratuita:
 



En Chile,  el 60% del país vive con menos de 165,000 pesos mensuales per cápita (cerca de 180 euros) y prácticamente el 80% de la población vive endeudada. Camila aclara que desde la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990) “el Estado trasladó al mercado la responsabilidad de educar” a los jóvenes chilenos, implentando un régimen de capitalismo educativo, o un esquema que hace negocio de la formación del pueblo chileno.
“En Chile se instauró el modelo neoliberal en la educación y el Estado redujo sus aportes. Hoy el costo de la educación superior descansa en las familias, que tienen que endeudarse para educar a sus hijos. Lo que buscamos es recuperar la educación pública”, indicó.
La lucha de Camila y de millones de chilenos es fundamentada por Noam Chomsky, quien recalca en que la privatización de la universidad pública «significa la privatización para los ricos [y] un nivel más bajo de formación más bien técnica para el resto».
 

Por otro lado, Camila, musa querida indudablemente por los medios alternativos (posible bandera de un Chile que toma conciencia de lo que hizo la CIA en su valiente país) e inevitablemente difundida por los medios mainstream ante  su magnética personalidad, no suaviza ni compromete su discurso para ganar tiempo aire:
“Los periódicos pertenecen en un 98% a dos grandes conglomerados que prácticamente poseen una misma línea editorial, muy ligada a los sectores conservadores, por lo que son un gran obstáculo para buscar el apoyo ciudadano. Los diarios suelen desinformar al descontextualizar las declaraciones de los estudiantes, tergiversar nuestras demandas o simplemente evadir hechos sociales importantes. Los canales de televisión abierta tampoco son muy distintos. Suelen dar mensajes tendenciosos y parcelados, sin cumplir con su labor de informar objetivamente ni de ser pluralistas. De hecho, en muchas ocasiones, cuando los noticieros hablan sobre educación o del movimiento estudiantil, muestran imágenes de encapuchados o de destrozos, promoviendo una imagen errónea de nuestro movimiento”. 
Actualmente Camila supera al presidente Sebastián Piñera con un 68 por ciento de aprobación, a diferencia del 40% (algunas encuestas lo dan más bajo) que tiene el mandatario amigo de David Rockefeller. Tal vez por eso funcionarios del gobierno de Piñera han llamado, a través de Twitter, ”a matar la perra para que se acabe la leva” (haciendo eco de la sentencia de muerte que recibió Allende). También se han ventilado en Internet sus datos personales, para fomentar un asfixiante acoso. Pero por otro lado, y doblemente esperanzador ante la lamentable situación de la izquierda en muchos países del continente, Camila —y  no hay que olvidar a sus compañeros como Giorgo Jackson de la Católica— parece estar agrupando e inspirando a los líderes de la izquierda en la zona. Los diarios cubanos comunistas se desviven elogiando a la líder estudiantil (Granma, la llama “una luz en el camino”); el vicepresidente de Bolivia ha dicho (en un sentir que compartimos): “Todos estamos enamorados de ella”; e incluso ha sido mimada por el grupo de alta conciencia social Calle 13.





Pero nada de esto, en apariencia, parece desubicar a esta templada joven comunista que a los 14 años ya había leído al anarquista Mikhail Bakunin y que confiesa que su película favorita es El Club de la Pelea (el mismo film que inspira al interesantísimo movimiento hacktivista Project Mayhem 2012). Ante la crítica y en los momentos de euforia colectiva, Camila exhibe un sutil control de sí misma, un dominio y una mesura que sorprende e hipnotiza, una especie de reposo que le permite analizar  y recanalizar situaciones desde un secreto atalaya interior —como si fuera la niña índigo de una nueva generación política capaz de amansar los ataques de los lobos y liberar los atavismos de la vieja guardia empotrada en la cima de la pirámide. Así se levanta brillante la aguerrida poética de la nueva revolución social.

“SOY LA DESTRUCTORA DE MUNDOS”.
El usuario  rnunezb hace decir a Camila Vallejo, en un video de YouTube, “Soy la destructora de mundos”. Esto es especialmente simbólico, ya que parafrasea y feminiza una frase ligada a Shiva, el dios hinduista de la destrucción (que en su reverso revela la creación). Shiva simboliza la potencia masculina, el kundalini desde el culto fálico, pero también la necesidad de destruir para poder manifestar una transformación verdadera. Aunque quizás sea un exceso hiperbólico asociar estos conceptos con Camila Vallejo, estimulados por “la estética de la rebeldía” y lo que llamamos la “posesión arquetípica”, vislumbrando con voluntad —también onírica— una nueva época de liberación y de despertar, en la cual la mujer posiblemente asuma un rol protagónico —al menos con el mismo poder de guíar y servir de ejemplo para el colectivo que el que ha detentado en los últimos siglos —para detrimento del ecosistema— el hombre.

El escritor Antonio Velasco Piña, autor de Regina, uno de los libros más emblemáticos del movimiento estudiantil del 68 en México, sugirió de manera criptomística, junto a su maestro Ayocuán, que “la mujer dormida debe de dar a luz”: heraldo blanco de un cambio de conciencia en el planeta.
 

Tal vez el nuevo papel de la mujer no solo es dar a luz, también es destruir el viejo mundo para que pueda nacer el nuevo. Sin recurrir a mesianismos y demás síntomas de una conciencia pueril no individuada, la figura de Camila podría ser simplemente simbólica e inspiradora para las mujeres en el mundo y también para los hombres, estimulando la necesidad de elevar la conciencia a un nuevo entendimiento de género.
“Elegí Geografia después de leer la malla curricular (plan de estudios). Vinculaba dos áreas, físicas y humanas, que me parecían interesantes. El territorio es un libro abierto a través del cual se puede hacer una lectura de los acontecimientos”, explica Camila, egresada de Geografía, la ciencia humana de la Tierra. Para aquellos de nosotros que gustamos de los símbolos y de los vuelos sintéticos de la imaginación quizás no sea menor que esta joven muse politik haya elegido estudiar esta disciplina que la conecta en cierta forma con la Madre Tierra. Según la milenaria tradición esotérica de distintas culturas, la mujer es esencialmente la encarnación (o la transpersonalización) de la Madre Tierra (Gaia, Pachamama, María, Isis; y Kali-Coatlicue, en su acepción destructora). Uno de los paradigmas que a todas luces deben de modificarse para la evolución de nuestra especie es nuestra relación con el planeta y la naturaleza —una entidad que para las culturas indígenas está viva y está siendo herida por nuestro sistema económico capitalista y nuestra visión atomista. Camila, la joven comunista (anti-consumista) en este sentido es representante natural de este profundo pleito ecológico que es sobre todo un dilema de conciencia, posiblemente de tener conciencia de que la Tierra está viva y de que somos parte de ella. Así, un líder de un movimiento colectivo que busca aumentar la conciencia colectiva a través de la educación, pero también de tomar cuenta del poder de la unión del pueblo, sirve como vocera de la Tierra, al igual que de las voces oprimidas de su país.
Cuestionada en repetidas ocasiones por los efectos que tiene su belleza física en el interés que ha generado el movimiento estudiantil chileno, Camila ha dicho que, más allá de desear que esto no desvirtúe el mensaje de fondo y baje el nivel de discusión, ella no desdeña la utilización de este mecanismo, bajo las condiciones que rigen la realidad consensual, para el beneficio de su lucha. Y es que más allá de la lucha por la iguladad de género, yace la importancia de la diferencia, de que cada quien pueda manifestarse en su totalidad como individuo —es decir, no tendría porque no ser ella misma en toda su extensión con todo lo que esto implica.
Otra vertiente interesante del caso de Camila entronca con lo que es originalmente, en su sentido más amplio, la belleza, la cual trasciende el cuerpo pero tampoco lo desdeña. Platón encontró una relación prístina de identidad entre belleza, bondad y verdad, arquetipos celestes que debían reflejarse en este mundo como portales para alcanzar las más altas virtudes. El poeta John Keats, como continuación platónica dijo: “Truth is beauty; beauty is truth”. La belleza que puede intercambiarse con la verdad es aquella que emana de la profundidad del ser y toca las fibras profundas —ideas— sobre las que se construye el mundo: la estética necesariamente involucra una ética y la seducción cierta inteligencia.
La belleza de Camila es integral, no puede dividirse (es su elocuencia, su cara y su cuerpo, su inteligencia, su valentía y lo que se transparenta de su espíritu) y en este sentido nos enseña, de manera holística, que el ser humano debe considerarse como un todo, alejándonos del atomismo. Nos enseña también a percibir a las personas integralmente. En cierta forma nos avasalla motivándonos, ya que al escucharla y verla sabemos que el burdo deseo se aniquila —sabemos que todos aquellos que objetifican su cuerpo (y el de todas la mujeres) y que surfean buscando sus “fotos sexies” en la red o que no esuchan lo que dice y solo se huelgan lascivamente en su superficie imaginal, no podrán tener un intercambio real con una persona verdaderamente bella, la radical otredad que nos lleva al descubrimiento del propio ser y de la cual, en este caso mediatizado, Camila es un símbolo.

Como un nuevo arquetipo embebido en la mente colectiva,  Camila Vallejo es un ejemplo para hombres y mujeres.  Para los hombres es un ejemplo de percepción de una nueva mujer, de la necesidad de ser capaz de apreciar la belleza física, incluso celebrarla, pero no quedarse ahí, de explorar la mente y el espíritu de la mujer, de escuchar y no solo ver, de entender y no poseer, de proveer seguridad pero para estimular la libertad; para la mujer es un claro ejemplo de desarrollo, de proactividad, sin perder su esencia —igualdad que exalta también la diferencia, la feminidad en su florecimiento. Es un ejemplo especialmente valioso para las mujeres que aún viven en el paradigma detectado en el poema de W.B. Yeats, “Adams Curse”:
“To be born woman is to know—
Although they do not talk of it at school—
That we must labour to be beautiful”.
["Nacer mujer es saber
—aunque no se dice en la escuela—
que debemos laborar para ser bellas"].
Esto es, una nueva forma de responder a la presión (y al beneficio) social de ser el “sexo bello”, mostrando que una mujer no tiene que sacrificar su belleza, sino todo lo contrario, si se afirma a sí misma y deja las frivolidades de una coquetería artificial, de una seducción basada en accesorios; belleza más allá del oropel, más allá del miedo y la debilidad. Mostar a las adolescentes —muchas de las cuales idolatran a la nueva Britney Spears, quien sea que sea en este momento (pronta seguramente a caer en la decadencia), y siguen a celebridades como modelos que en realidad representan versiones adaptadas del viejo arquetipo de la princesa cuya realización no está dada en ella misma, sino en el príncipe azul al cual debe de ser capaz de conquistar con cualquier artimaña, incluyendo la ilusión de la virginidad— que la belleza femenina crece con el desarrollo personal, con la inteligencia, el valor y, sobre todo, con el nivel de conciencia que se logre, mucho más que visitiendo la última prenda de diseñador o utilizando cosméticos y aprendiendo patrones de comportamiento programados por la sociedad para crear relaciones de poder, mismos que generalmente nos separan de la comunión erótica que es el principio de género en su danza.
En suma, si la sociedad en la que vivimos está dominada por la imagen y por el carácter aspiracional, el ejemplo de Camila es capaz de jugar con estos paradigmas que llevan a la enajenación y hackearlos, de hacerlos inspiracionales, para que lleven a la individuación, de exaltar los valores de la rebedía hacia el sistema dominante y afirmar la diversidad del ser. Quizás reactivar la energía poética que tienen la rebeldía y la revolución en su origen: la política (cósmica) como eje que nos propulse al siguiente estadio en nuestra evolución: del animal político hacia el humano alumbrado que despierta al planeta.