miércoles, agosto 04, 2010

“Haydée era traviesa, divertida, bailadora, y muy decidida”

Lolita Pérez • Villa Clara

Fotos: Archivo Casa de las Américas


La niña Haydée

Tanto Haydée como Abel eran muy humanos, se destacaron por su grado de familiaridad con los vecinos, ayudaban a cualquier persona que se encontrara en situaciones difíciles. Recuerdo que Joaquina, su madre, peleaba porque ella tomaba la primera lata que encontraba en la alacena y se la llevaba a quien estuviera pidiendo limosna. Sobresalían en la familia por su principio de humanidad y comprensión sobre los seres humanos.

Abel era muy alegre, jaranero, firme y más serio que Haydée. Eran hermanos muy bien llevados aunque con sus amistades y sus actividades independientes, cada uno en su mundo. Fue así hasta que comenzó la lucha contra la dictadura de Batista y ambos enfocaron el mismo mundo político.

En el Central

Haydée era traviesa, divertida, bailadora, y muy decidida. Nos íbamos de un pueblo a otro a los bailes; y así mantuvo su alegría hasta que llegó el Moncada. Siempre inventaba qué hacer, se relacionaba mucho con las personas del Central, allí dio un curso de primeros auxilios.




De pié Haydée y su hermano Abel

Clandestinos

Abel vino a trabajar a La Habana y puso un apartamento, después vino Haydée y sus padres no se opusieron. Si no se hubiera efectuado el golpe de Estado de Batista, ella hubiese tenido una vida normal, hubiese estudiado —porque eso era interés de Abel—, pero no dio tiempo, todo sucedió muy rápido. Antes del año de estar en La Habana se centró en la lucha, no había más proyectos que ese.

Un día me comentó que Abel estaba encantado, pues había encontrado al fin a la persona que iba a derrocar a Batista: Fidel. Lo conoció en el cementerio, en un aniversario de la muerte de Chibás.

Todas sus pertenencias fueron a parar a mi casa cuando allanaron el apartamento. Yo iba a visitarla a Guanajay donde se encontraba recluida.

El amor

Recuerdo que su boda se hizo en el edificio Bacardí; fue muy sencilla porque ya estaba en la clandestinidad. Después de esto cayó en una clandestinidad total, sabíamos de ella por otras personas o sencillamente se aparecía en casa.

La felicidad

Le gustaban mucho las sorpresas, en ocasiones cuando llegábamos nos encontrábamos la mesa servida, porque había ido hasta la plaza a buscar comida, la preparaba y nos sorprendía.

Cuando salieron las primeras fotos en Bohemia de las mujeres en la Sierra, tocó a mi puerta en la madrugada. Yo estaba asustada y me dijo que abriera, que era ella. Hacía meses que no sabía de Haydée, entraba y desaparecía de diversas formas.

El Moncada marcó mucho su carácter, pero improvisaba momentos alegres. Decía que la felicidad no era solo los momentos que uno se pudiera proporcionar. Lo más sencillo, el grupo, era quizá lo que más disfrutaba. Sin embargo, ya no era tan espontánea como antes, reflejaba su malestar haciéndose más inquieta, más activa.

Le encantaba cocinar, a las 11 de la noche decía: “vamos a hacer algo” y se ponía a cocinar. Hacía muy rico el dulce de calabacita china. Era noctámbula, leía mucho, conversaba.

Tenía mucho gusto para colocar adornos. Apreciaba los objetos por su valor cultural, por su antigüedad, por su estilo. Amaba las artes plásticas: llegó a comprender mucho el mundo de la pintura sin haberlo estudiado.

Casa de las Américas

Ese fue su proyecto más querido. Lo concibió y preparó tan bien que Casa todavía funciona perfectamente. Cuando el perfeccionamiento empresarial, no hizo falta retirar a nadie porque nunca nadie sobró.

Tenía una amistad muy grande con Mariano e increíblemente se entendía muy bien con los artistas, a pesar de que nunca había estudiado pintura. Leía los artículos, la crítica especializada y polemizaba con ellos como una experta en la materia.

En Casa les pasaba la mano a los muebles y enseguida venía el personal a limpiarlo, pero no era por mal. Era asmática crónica. Allí trabajaba un viejito que ella quería muchísimo. Él le decía “mi nieta” y cuando estaba muy viejito era quien repartía café, alguna bebida, refrescos.

Su oficina era sencilla, con una mesita muy bonita. Lo que usaba para entrevistar era el salón de reuniones. Cuando se enteró que una empleada se iba a casar, le preparó la despedida y le regaló la ropa de la boda. Era una persona de muchos detalles, y era sobre todas las cosas una persona muy querida por todos.

*Lolita Pérez fue amiga de la infancia de Haydée. Trabajó junto con ella y Armando Hart en el Ministerio de Educación y luego en Casa de las Américas. Este testimonio forma parte de la investigación para un libro inédito sobre la vida y obra de la heroína del Moncada Haydée Santamaría.

un beso / Silvio Rodríguez a Haydee Santamaría

28 Julio 2010 14

Hace hoy 30 años que se nos fue Haydee Santamaría Cuadrado, un ser humano excepcional. Tuve la suerte de conocerla a los pocos meses de terminar mi servicio militar, cuando me estaba estrenando como trovador. A ella debo la comprensión de la Revolución que todavía me acompaña y, aún más, la de los grandes acontecimientos. Ella me hizo ver que la Historia, con mayúsculas, la escribían personas. Y que todo el mundo, por humilde que fuera, tenía la oportunidad de asaltar un Moncada en su vida.

Gracias a Haydee, escribí varios temas. Canción del elegido tiene hasta imágenes que me robé de su conversación poética y vehemente. Otras las extraje de lo que me enseñó, más allá de lo que me quería decir, aunque estoy seguro de que esas tampoco la defraudarían. Todavía tengo ese vínculo con ella, o ella conmigo, porque me sirve de estrella de navegación, de Ángel Guardián certero.

Esto es un beso a esa Yeyé que me acompaña.

tomado de http://segundacita.blogspot.com

Juventud en Latinoamérica: De “promesa de futuro” a “sospechosa”


lunes 19 de julio de 2010
Marcelo Colussi (especial para ARGENPRESS.info)

En el que ahora parece muy lejano año 1972 -lejano no tanto por la distancia cronológica sino por otro tipo de lejanía- decía el en ese entonces presidente de Chile socialista, Salvador Allende, que “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.

Hoy, casi cuatro décadas después y habiendo corrido mucha -¿quizá demasiada?- agua bajo el puente, esa afirmación parece fuera de contexto. ¿Se equivocaba Allende en aquel momento? ¿Cambiaron mucho las cosas en general? ¿Cambió la juventud en particular? Y si cambió, ¿por qué se dio ese fenómeno?

Por lo pronto, hablar de “la” juventud es un imposible. De hecho, “juventud” es una construcción socio-cultural, por tanto sujeta a los vaivenes de los juegos de fuerza de la historia, de los entrecruzamientos de poderes, cambiante, dinámica. Como mínimo, habría que hablar de distintos modelos de juventud, situándolos explícitamente: ¿juventud urbana, rural, de clase alta, pobre, marginalizada, varones, mujeres, estudiante, trabajadora, desocupada? ¿Juventud que emigra a los Estados Unidos? ¿Juventud rural emigrada a la ciudad viviendo en zonas precarias y marginales? ¿Juventud que practica golf y piensa en su doctorado en Harvard? El rompecabezas en cuestión es complejo. ¿De qué “juventud” hablamos? Para muchos -en las áreas rurales fundamentalmente- a los 30 años ya se es un adulto consumado, con hijos, quizá con nietos, mientras que en ciertas capas urbanas -minoritarias por cierto- a esa edad, siguiendo patrones del Norte del mundo, aún se vive lo que podríamos llamar “adolescencia tardía”, sin trabajar, disfrutando aún la condición de estudiante y el dulce pasar que trae la falta de carga familiar. En toda Latinoamérica este rompecabezas adquiere mayor complejidad aún si consideramos el tema étnico: ¿juventud indígena?, ¿juventud no-indígena? Más allá de la edad, no hay muchos elementos en común entre tantas y tan diversas realidades.

Las sociedades latinoamericanas en general tienen un perfil especialmente joven. O “joven”, al menos, para los parámetros que imponen las visiones dominantes, que no son las nacidas en estas latitudes precisamente. Es algo así como la noción de belleza: se es “bello” o “bella” siguiendo esquemas eurocéntricos; el hueso que atraviesa la nariz, el poncho o los ojos color castaño no gozan de la mejor reputación en este ámbito, y la belleza va de la mano del modelo de “conquistador blanco”. Dicho de otro modo: el esclavo piensa y reproduce la cabeza del amo. ¿Por qué es atractivo para los “morenitos” del Sur teñirse el cabello de rubio? La ideología dominante es la ideología de la clase dominante, sin dudas.

A partir de esa cosmovisión hegemónica que concibe expectativas de vida superiores a, por lo menos, 60 años, puede decirse que las categorías niñez, adolescencia y juventud comprenden, sumadas, más de la mitad de la población total de la región latinoamericana. Es decir: son colectivos jóvenes, con tasas de natalidad muy altas. A diferencia, por ejemplo, de Europa -donde la población envejece sin recambio generacional- en América Latina, con índices de crecimiento demográfico elevados, la población total se viene duplicando a gran velocidad en estas últimas décadas, lo que hace que el grupo etáreo menor de 30 años crezca muy rápidamente. Y justamente ahí, en ese gran segmento, se encuentran problemas crónicos que no están recibiendo las respuestas adecuadas.

Las poblaciones jóvenes de las mega-ciudades que cada vez se expanden más en la región (donde se encuentran algunas de las urbes más grandes del mundo, con alrededor de 20 millones de habitantes, y que siguen recibiendo sin parar inmigrantes internos que huyen de la pobreza crónica del campo), por una compleja sumatoria de factores, en vez de verse como el “futuro” del país, en muy buena medida esos grupos poblaciones constituyen un “problema”. Problema, claro está, para el discurso dominante. ¿Por qué problema? Porque los modelos de desarrollo económico-social vigentes no pueden dar salida a ese enorme colectivo, y lo que debería ser una promesa hacia el porvenir, una “semilla de esperanza” -para decirlo en clave de político en campaña proselitista- en muy buena medida es una carga, un trastorno para la lógica del poder que no encuentra salida digna para tanta gente.

Por lo pronto vemos que no hay “una” juventud, sino situaciones diversas, con proyectos disímiles, antagónicos en muchos casos. Pero hay un común denominador: en ningún caso está presente esta figura que evocaba Salvador Allende. La vocación revolucionaria de la juventud parece haberse extinguido; o, al menos, está muy adormecida. ¿Qué pasó? ¿Tanto se equivocaba el presidente chileno, o tanto han cambiado las circunstancias?

Según puede leerse en un análisis de situación sobre la realidad de los países centroamericanos -extensible a otros de Sudamérica también- formulado por una de las tantas agencias de cooperación (¿son realmente “cooperación”?, ¿con quién cooperan si no es con las mismas metrópolis?) que trabajan la problemática juvenil (en este caso, la estadounidense USAID), “la falta de oportunidades de educación, capacitación y empleo limita severamente las opciones de los jóvenes y la mayoría se ven obligados a ser trabajadores no calificados antes de los 15 años. Esto es particularmente grave entre los jóvenes del área rural. Desesperados, muchos de ellos emigran a las ciudades y otros países en busca de trabajo y un número cada vez mayor cae en el “dinero fácil” provisto por el crimen organizado y las pandillas juveniles”.

Es evidente que para la visión dominante hoy día la juventud, o buena parte de ella al menos, ha pasado a ser un “problema”; de esa cuenta, rápidamente pude “caer en el dinero fácil”, en los circuitos de la criminalidad, en la marginalidad peligrosa. En ese sentido, es siempre un peligro en ciernes. Sin negar que estas conductas delincuenciales en verdad sucedan, desde esa óptica de cooperación a que nos referimos, “juventud” -al menos una parte de la juventud: la juventud pobre, la que marchó a la ciudad y habita los barrios pobres y peligrosos, la que no tiene mayores perspectivas- es intrínsecamente una bomba de tiempo. Por tanto, hay que prevenir que estalle. Y ahí están a la orden del día las sacrosantas campañas de prevención.

¿Prevención de qué? ¿Qué se está previniendo con los tan mentados programas de prevención juvenil? ¿Cuáles son los supuestos implícitos ahí?

Es evidente que cierta juventud (la que no tiene oportunidades, la excluida, la que se encuentra en los grandes asentamientos urbanos pobres -que, dicho sea de paso, alberga a una cuarte parte de la población urbana de Latinoamérica-) constituye un “peligro” para la lógica de las élites dominantes. Hoy el peligro no es, como festejaba casi cuatro décadas atrás Salvador Allende, ser “joven revolucionario”. Pareciera que la sociedad bienpensante ya se sacó de encima eso; el peligro de la revolución social y las expropiaciones salió de agenda (al menos por ahora). En estos momentos la preocupación dominante respecto a los jóvenes -a estos jóvenes de urbanizaciones pobres, claro- es que puedan “ser un marginal”, caer en las pandillas, buscar el “dinero fácil”.

La idea de prevención en ciernes pareciera que apunta a prevenir que los jóvenes delincan, ¡pero no que no sean pobres! Este último punto pareciera no tocarse; lo que al sistema le preocupa es la incomodidad, la “fealdad” que va de la mano de lo marginal: ser un pandillero, ser un asocial, no entrar en los circuitos de la buena integración. Lo que está en la base de este pensamiento es una sumatoria de valores discriminatorios: ser morenito, estar tatuado, utilizar determinada ropa o provenir de ciertas áreas de la ciudad ya tiene un valor de estigma. Como dijo sarcásticamente alguien: “la peligrosidad de los jóvenes está en relación inversamente proporcional a la blancura de su piel”. ¿Por qué tanta policía de “gatillo fácil” ensañada con cierta juventud? ¿Qué es lo que se busca prevenir entonces cuando se hace “prevención” con los jóvenes?

Las causas por las que se dan determinadas conductas -las delincuenciales para el caso- no se tocan allí; la prevención, en esa lógica, es ese mecanismo aséptico que apunta a los síntomas, a lo visible, lo superficial. Se busca cosméticamente que no se vea la punta desagradable del iceberg; pero la masa principal se desconoce. ¡Y ahí está justamente lo más importante! ¿Por qué ahora hay un imaginario que liga en muy buena medida juventud con peligro? Porque ese sector, ese enorme colectivo, el que años atrás se movilizaba y, rebelde, emprendía la crítica al sistema -tomando las armas en más de un caso, con una mística de abnegación que hoy parece haberse esfumado- hoy día está pasando cada vez más a ser un problema para el equilibrio sistémico en tanto el capitalismo se empantana cada vez más no pudiendo asimilar cantidades crecientes de población que buscan incorporarse al mercado laboral y a los beneficios de la modernidad. Ante ello, ante esa cerrazón estructural del sistema capitalista, la masa crítica de jóvenes en vez de verse como “promesa de futuro” termina siendo una carga. Al no saber qué hacer con ella, y siempre desde autoritarios criterios adultocéntricos, termina identificándola en gran medida con la violencia, con el consumo de droga, con el alcoholismo y la haraganería; en definitiva, con todo lo que pueda ser negativo, reprochable. Si años atrás la policía podía detener a un joven por “sospechoso de guerrillero subversivo”, hoy día puede hacerlo por sospechoso de ¿“violento”?, de ¿“pobre”?, simplemente de ¿“joven”?

Ahora bien: el sistema también genera antídotos, prótesis que le permiten seguir funcionando. Si bien es cierto que la juventud dejó de ser ese fermento “biológicamente revolucionario” (y molesto para la dinámica dominante) de años atrás, y en buena medida hoy es sinónimo de “sospechosa”, paralelamente aparece otro modelo, nuevo sin dudas: el joven “comprometido”. Pero no con un compromiso como puede haber sido el de aquel modelo de juventud politizada de algunas décadas atrás, sino un compromiso mucho más “light”, para decirlo con términos que ya nos marcan el ámbito cultural dominante: globalización neoliberal triunfante, individualismo, ética del sálvese quien pueda, fin de las ideologías, pragmatismo y lengua inglesa como insignia del triunfo en juego: el “number one” como aspiración, para no ser un looser.

Cultura “light”, actitud “light”… ideología “light” por lo tanto. Eso pareciera que es lo que está en juego, y buena parte de la juventud, la que no es sospechosa de peligrosidad, la que no remeda la pandilla, ahora presenta este perfil. Hablamos de una juventud comprometida, pero no como lo era en otro momento histórico, lo cual la llevó en muchos países latinoamericanos a tomar actitudes radicales -que, no olvidar, se pagó con la propia vida-. Pareciera que esta juventud actual que se “compromete” con su entorno no pasa de participar en actividades de voluntariado social, ayudando a sus congéneres en servicios que, si bien no son llamadas “caritativos”, no están muy lejos de ello. ¿Qué son, si no, todos estos voluntariados que surgen cada vez más con más fuerza? El compromiso llega hasta ir a atender niños pobres en un orfelinato un fin de semana, o viejitos en un geriátrico. Loable, claro… pero ¿qué significa eso? ¿No es eso lo que siempre han hecho los Boys Scouts o las Damas de Caridad? ¿Eso es el “compromiso” social?

Aunque dicho demasiado esquemáticamente quizá, hoy pareciera que la juventud en América Latina básicamente discurre entre estos modelos: o se es sospechoso (por ser pobre, por estar excluido, por portar los emblemas de la disfuncionalidad -tatuajes, cierta ropa, provenir de una barriada pobre y marginal, el color de la piel, etc.-) o se es un joven “comprometido” desde estos nuevos esquemas de participación: compromiso light, despolitizado, en sintonía con la idea de responsabilidad social empresarial. Aunque, claro está, la realidad es infinitamente más compleja que eso: la juventud, retomando lo dicho por Allende, no puede dejar de ser rebelde. Y eso, guste o no guste, es un eterno fermento de cambio, aunque se la disfrace de lo que se quiera.

Entrevista a Chomsky: “La participación directa en la creatividad”



Eric French Monge (REVISTA AMAUTA)

Amauta: Quería empezar la conversación con tu reciente viaje a América Latina. Escuché que estuviste en América Latina, y en México este fin de semana y lunes. ¿Cómo estuvo? Sólo una noción general.

Chomsky: Estuve en Ciudad de México. Es una ciudad muy placentera en muchos aspectos. Es vibrante, enérgica y con una sociedad muy emocionante. De la misma manera, es depresiva en otros aspectos y a veces casi desesperante, tú sabes. Es decir, es una combinación de vitalidad y, no diría desesperación, sino desesperanza, tú sabes. Eso no tiene que ser, pero así es. O sea, casi no hay economía.

Amauta: Y fuiste exclusivamente por el aniversario de “La Jornada”?

Chomsky: La Jornada es, en mi opinión, el único periódico independiente en todo el hemisferio.

Amauta: Sí.

Chomsky: Y sorprendentemente exitoso. Es el segundo periódico más grande en México, y está muy cerca del primero. Es completamente boicoteado por los anunciantes, así que cuando lo lees, tengo una copia acá, pero si tú solo pasas las hojas, no hay anuncios. No porque ellos se nieguen, sino porque los negocios no pagan por ello. Aunque ellos tienen anuncios, son anuncios de alguna reunión o del gobierno, es porque la constitución así lo demanda. Pero a pesar de ser boicoteados, sobreviven y florecen.

Amauta: ¿Por qué cree usted que hay éxito?, ¿Por qué cree que es exitoso?

Chomsky: Yo no podría descifrar eso, no estoy seguro, ellos saben como hacerlo (se ríe). Pero es increíblemente sorprendente, y, por supuesto, muy inusual ya que todos los medios de comunicación dependen de publicidad para sobrevivir. Y además es independiente. Me refiero a que sólo estuve ahí 4 días, y aún así debí haber recogido seis noticias que son importantes y que no aparecen en la prensa internacional.

Amauta: Voy a hacer un resumen general de lo que ha dicho. Usted dice que al ser los medios un negocio, el cuál tiene que obtener ganancias, responde a la demanda del mercado y sus inversionistas en vez de la integridad de las noticias. Se limita su contenido a lo que es aceptable dentro de los límites de la ideología capitalista, promoviendo la agenda y valores capitalistas en toda la sociedad. Mantiene el orden social, la conformidad y el consumismo indiscutible como nuestro papel en la vida. Y como las corporaciones que controlan los medios reúnen y tiene mayor acceso al mercado, limitan aún más la información y debaten de lo que está adentro de los intereses de unos pocos. ¿Ves a los medios de comunicación participando en algún tipo de control de la mente, o esto sería demasiado fuerte para una declaración?

Chomsky: bueno, primero que todo, creo que es una relación muy estrecha, ya que se ajustan estupendamente a los intereses del Estado. El sistema estatal y el sistema de la empresa son cercanos, pero no son idénticos. También tenemos que reconocer que hay una serie de intereses. Es decir, no hay un único interés de las empresas ni un único interés del estado. Además de esto, se encuentra la integridad profesional. Mucha gente involucrada en los medios es honesta y seria. Ellos te dirían, y creo que tienen razón, que nadie los obliga a escribir nada.

Amauta: que son ¿objetivos?

Chomsky: ….. No, ellos creen que lo son. Lo que no te dicen, y de lo cual son talvez ignorantes, es que se les permite escribir libremente porque sus creencias se ajustan generalmente a la doctrina del sistema. Por consiguiente, sí escriben libremente sin ser obligados. La gente que no acepta la doctrina del sistema puede tratar de sobrevivir en los medios, pero es poco probable. Así que hay un rango. Sin embargo, hay un tipo de conformidad fundamental que es un requisito para entrar en los medios de comunicación. Ahora, ya sabes, no es una sociedad totalitaria, de modo que hay excepciones, puedes encontrarlas. Por otra parte, los medios de comunicación no son muy diferentes de las universidades en este sentido. Es decir, hay un efecto real por parte de la publicidad, de la propiedad de las empresas y del Estado. Estos son en gran medida los acontecimientos que responden a una cultura intelectual.

Amauta: ¿Así que piensas que son los valores que mantiene la gente lo que influye en eso?

Chomsky: Toda la cultura intelectual posee un sistema de filtrado que empieza desde la escuela. Se espera que aceptes ciertas creencias, estilos, patrones de comportamiento, y así por el estilo. Si no los aceptas, te dicen que padeces de problemas de conducta o algo y eres descartado. Algo así pasa también a lo largo del camino en las universidades y en las escuelas de postgrado. Hay un sistema de filtrado implícito que tiene, que crea una fuerte tendencia a imponer el conformismo. Ahora bien, es una tendencia, por lo que tiene excepciones, y a veces las excepciones son muy notables. Tomemos como ejemplo la Universidad MIT (Massachussets Intitute of Technology) en los 60’s. En el periodo de activismo de los 60’s, estaba casi al cien por ciento financiada por el Pentágono. Y era a la vez, de manera muy probable, el mayor centro académico de resistencia “anti-guerra”.

Amauta: Sí, vi una oficina de la Lockheed Martin en el piso de abajo (de la MIT).

Chomsky: sí, ahora hay una oficina de la Lockheed Martin. No había en ese momento, se ha vuelto más empresarial desde entonces. Así es la industria militar, pero en aquel momento era directamente financiada por el Pentágono. De hecho, yo estaba en un laboratorio que era cien por ciento financiado por el Pentágono, y fue uno de los centros del movimiento organizado de resistencia contra la guerra.

Amauta: Así que usted dice que hay una ventana de oportunidad para la resistencia?

Chomsky: Hay un conjunto de posibilidades. Tiene límites, ya sabes. Las tendencias son un poco fuertes, las recompensas para la conformidad son bastante altas y los castigos para la inconformidad pueden ser significativos. Aunque no es que les enviamos a una cámara de tortura.

Amauta: (Risa) Más como forma de vida y cómo las cosas te limitan…?

Chomsky: Puede ser, puede afectar el progreso, puede afectar incluso el empleo. Puede afectar la forma en que eres tratada, ya sabes: menosprecio, despido, difamación, denuncias. Hay una serie de aspectos que podría afectar, y es una verdad de cada sociedad.

Amauta: entonces piensas que está arraigado en nuestra cultura? Algo así?

Chomsky: No, es de cada sociedad. No sé de ninguna sociedad que se haya diferenciado en ese sentido. Volvamos a la época clásica, por ejemplo a la Grecia antigua. ¿Quién bebía la cicuta (1)? ¿Era alguien que estaba conforme, obedeciendo a los dioses? ¿O era alguien que estaba perturbando a la juventud y cuestionando la fe y la creencia? En otras palabras, era Sócrates. O volvamos a la Biblia, al viejo testamento. Quiero decir que hay gente que podríamos llamar intelectuales. Ahí fueron llamados profetas, pero fueron básicamente intelectuales: eran personas que estaban haciendo análisis crítico y geopolítico, hablaban de las decisiones del rey que llevarían a la destrucción, condenaban la inmoralidad, y pedían justicia para las viudas y los huérfanos. Lo que podríamos llamar intelectuales disidentes. ¿Los trataban bien? No, fueron llevados al desierto, fueron encarcelados y fueron juzgados. Fueron intelectuales que se conformaron. Siglos más tarde, digamos que en los Evangelios, fueron llamados los falsos profetas, pero no en el momento. Ellos fueron los únicos bienvenidos y bien tratados en aquel entonces: los abanderados de la corte. Y yo no sé, no conozco de ninguna sociedad que se diferencie en eso. Hay una variación, por supuesto, pero ese modelo básico persiste; y es completamente comprensible. Quiero decir, los sectores de poder no van a favorecer el florecimiento de la disidencia; es la misma razón por la cuál las empresas no se anuncian en La Jornada. (1 La cicuta, planta tóxica, cuyo nombre científico es Conium maculatum, del que se extrae un veneno que recibe el mismo nombre y que era usada por los antiguos griegos para quitarse la vida.)

Amauta: ¿Crees que podemos romper este modelo?

Chomsky: Se ha quebrado en cierta medida. Es decir, no vivimos en tiranías, ya sabes, el rey no decide lo que es legítimo, y hay mucha más libertad de la que había antes. Así que, sí, estos modelos pueden ser modificados. Mientras haya concentración de poder en una forma u otra, ya sea de armas o de capital o cualquier otra cosa, estas consecuencias se esperan casi automáticamente. Como digo, hay excepciones. Es interesante ver las excepciones. Por ejemplo la suya (La Jornada), o Occidente por completo. Sólo sé de un país, por lo menos a mi conocimiento, que tiene una cultura disidente. En la cuál las figuras principales, es decir, los más famosos escritores, periodistas, académicos y otros, no son sólo críticos de la política estatal. Sino también hacen surgir una desobediencia civil, toman el riesgo de encarcelamiento y a menudo son encarcelados. Ese país es Turquía.
En Europa occidental, Turquía es considerada como incivilizada, por lo que no puede entrar en la Unión Europea hasta que sea civilizada. Creo que es al revés, si se pudiera alcanzar el nivel de civilización de los intelectuales turcos, sería todo un logro.

Amauta: Usted ha escrito que si el público tiene sus “propias fuentes de información independientes, la línea oficial del gobierno y la clase empresarial serían cuestionados”. Según un estudio de Pew Research Center, sólo “el 29% de los estadounidenses dicen que las organizaciones de noticias en general obtienen los hechos reales”. Sin embargo, “el doble decía que la prensa era más liberal que conservadora” que ha dado lugar a más divisiones entre las personas y la desconfianza de unos a otros…

Chomsky: Sí, yo diría lo mismo. Creo que la prensa, a lo largo y ancho, es lo que llamamos “liberal”. Pero, por supuesto lo que llamamos “liberal” significa bueno para la derecha. Liberal significa los “guardianes de las puertas”. Así, el New York Times es “liberal” por, lo que se llama, los estándares del discurso político. El New York Times es liberal, CBS es liberal, no discrepo. Creo que son moderadamente críticos en los márgenes. No están totalmente subordinados al poder, pero son muy estrictos en que tan lejos puedes ir. Y de hecho, su liberalismo cumple una función muy importante de apoyo en el poder. Es decir: “Soy el guardián de las puertas, puedes llegar hasta aquí pero no mas allá”.
Tomemos un hecho más relevante: la invasión a Vietnam. Bueno, ningún periódico liberal jamás habló de la invasión de Vietnam; se habló de la defensa de Vietnam. Y poco después decían: “Bueno, no está marchando bien”. OK, eso los hace liberales. Es como, si dijéramos, si volviéramos a la Alemania Nazi, y que el personal general de Hitler fuera liberal después del Stalingrado porque estaban criticando sus tácticas: “Fue un error luchar en dos frentes, tuvimos que haber derrotado a Inglaterra en primer lugar,” o algo así. OK, a eso llamamos liberalismo, decir: “no está marchando bien”, o: “talvez no está costando demasiado”. Quizá, algunos puedan decir siquiera: “talvez estemos matando demasiada gente”. Pero eso sigue siendo “liberal”. Toma como ejemplo a Obama. Es llamado liberal y elogiado por sus “principios de oposición a la guerra de Irak”. ¿Cuál fue su principio de oposición? Él dice que fue un “error estratégico”, igual que los generales nazis después de Stalingrado. OK, bueno…

Amauta: no la guerra misma, sino…

Chomsky: No es que había algo necesariamente malo con ello, sino que fue un “error estratégico”: “no debimos haberlo hecho, debimos haber hecho otra cosa” como “no debimos haber peleado en 2 frentes” como si estuviera en el personal alemán. O como, Pravda en los 80’s, es decir, pudiste haber leído cosas en Pravda diciendo que era una estupidez invadir Afganistán: “es una tontería, tenemos que salir, nos está costando demasiado”. Quiero decir que allí el equivalente estadounidense sería “liberalismo extremo”, y ha sido muy bien estudiado. Digamos que la guerra de Vietnam se prolongó durante mucho tiempo, tenemos gran cantidad de material. Lo que se llamó “la crítica extrema de la guerra”. Digamos justo al final de la guerra, yendo demasiado lejos, lo que se llama la “extrema izquierda” de los medios de comunicación, quizá Anthony Lewis y el New York Times: abiertos, liberales, la “extrema”. Lewis resumió la guerra en 1975 diciendo que los Estados Unidos entró a Vietnam del Sur con, creo que la frase fue: “esfuerzos fallidos para hacer el bien”. “Para hacer el bien” es redundante. Nuestro gobierno dio una definición de lo que es “hacer el bien” y trata de darle evidencia, no lo hace porque es una redundancia, es como decir: “dos más dos son cuatro”. Así que entramos, de una manera torpe, sí, no resultó. Así que entramos con “esfuerzos fallidos por hacer el bien”, pero en 1969, fue evidente que era un desastre demasiado costoso para nosotros. No pudimos llevar democracia y libertad a Vietnam a un costo aceptable para nosotros mismos. La idea de que eso era lo que tratábamos de hacer es, de nuevo, una redundancia. Es verdad por definición, ya que lo estábamos haciendo; y el Estado es noble por definición. Eso se llama “liberalismo extremo”.

Amauta: estás diciendo que periódicos como el New York Times son…

Chomsky: Son liberales.

Amauta: …el lado liberal para el público en general.

Chomsky: Son liberales por nuestras normas, por las normas convencionales del liberalismo.

Amauta: Esto significa que si el doble de las personas dicen esto, son también liberales…

Chomsky: Tienen razón, tienen razón. Pero no es lo que quieren dar a entender. Veamos, eso no es lo que quieren decir quienes responden a la pregunta. Es por eso que estaría de acuerdo con ellos, pero con una interpretación diferente. Lo que estoy diciendo es que, lo que se llama “liberal” en la cultura intelectual significa: muy conformista con el poder, pero levemente crítico. Como, por ejemplo, Pravda en los años 1980, o el personal alemán después de Stalingrado. Altamente conformista con el poder, pero crítico, quizás muy crítico. Porque es cometer un error, o nos está costando mucho, o no es el mejor accionar, o algo. Sí, eso es liberal, es lo que llamamos liberal. Sin embargo, cuando la gente responde esa pregunta, se refieren a algo más. A lo que probablemente se refieran, ya sabes, las encuestas no lo muestran realmente, pero adivinando, mi suposición sería que ellos se refieren a los estilos de vida. Así como aceptan el aborto, no son religiosos, viven un estilo de vida más o menos libre, no como las familias tradicionales, creen en los derechos de los gays, y cosas así por el estilo. Lo que las encuestas no te dicen, aunque algunas sí, es que si usted realiza un estudio de los directores ejecutivos, los altos ejecutivos en las empresas, son liberales. Sus opiniones en estas cuestiones son casi las mismas que las de la prensa.

Amauta: ¿Cree usted que…

Chomsky: A propósito, si escuchas los programas de entrevistas, que son rabiosos de derecha, y muy interesante, un dato importante sobre los Estados Unidos, es que logran una audiencia enorme. Y son muy iguales. Así la derecha, no creo que incluso usted pueda encontrar un equivalente, pero ellos llegan a un público masivo, y su punto de vista es que las corporaciones son liberales. El llamado a la población es: “El país es gobernado por los liberales, ellos poseen las empresas, manejan el gobierno, son dueños de los medios de comunicación, y no se preocupan por nosotros, la gente común”. Y hay un equivalente a esto: los finales de la República de Weimar, es muy semejante a los finales de la República de Weimar. Y a su vez, este llamado masivo tiene sus similitudes con la propaganda Nazi. Y… importante…muchas diferencias, pero hay un sentido muy importante en el que es similar: ellos están llegando a una población de personas con verdaderas quejas. Las quejas no son inventadas. En los Estados Unidos, en Weimar…

Amauta: Esa era mi pregunta, ¿si estas gentes desconfían, podrían llegar a tener una sana desconfianza de los medios; pero pueden, tú crees, ser manipulados por otros intereses extremos?

Chomsky: Bueno, yo realmente sugiero escuchar los programas de radio. Me refiero a que, si sólo escuchas lo que los presentadores dicen, suenan como si estuvieran locos.

Amauta: Y también tienen tanta cobertura en los medios de comunicación.

Chomsky: Pero, pon de lado tu incredulidad y sólo escúchalo. Ponte en la situación de una persona, un estadounidense promedio, “soy una persona trabajadora, un cristiano temeroso de Dios, me ocupo de mi familia, hago todo ‘bien’. Y estoy siendo follado. Durante los últimos treinta años, mi ingreso se ha estancado, mis horas de trabajo están aumentando, mis beneficios están disminuyendo. Mi esposa tiene que trabajar en 2 empleos para, ya sabes, poner comida en la mesa. Los niños, Dios, no hay cuidado para los niños, las escuelas están podridas, etc. ¿Qué hice mal? Hice todo lo que se supone debes haces, pero algo malo me está pasando“.Ahora, los presentadores de programas tienen una respuesta, nadie tiene una respuesta, quiero decir, hay una respuesta.

Amauta: Cierto, ellos dirigen sus quejas.

Chomsky: Bueno, la respuesta es, ya sabes, la refundación neoliberal de la economía, entre otras cosas. Pero nadie les da esa respuesta. No los medios exactamente porque ellos no lo ven de esa manera, lo hacen muy bien. Como, por ejemplo, Anthony Lewis, en el extremo izquierdo, describe los últimos treinta años como la edad de oro de, la edad de oro del capitalismo estadounidense. Bueno, lo fue para él y sus amigos. Y para mí. Ya sabes, las personas con nuestro nivel de ingresos les va bien. Al igual, hay quejas sobre los servicios de salud, sí. Yo consigo asistencia médica excelente.

Amauta: Tú trabajas en la universidad.

[Pequeña interrupción haciéndome saber que la entrevista se estaba acabando]

Chomsky: Nuestro sistema de salud está condicionado por la riqueza. Y la gente con la que Anthony Lewis va a cenar a un restaurante, y sus amigos, sí, para ellos está bien. Pero no para la gente que está escuchando el programa, que es la mayor parte de la población. De hecho, para la mayoría de la población, los salarios e ingresos se han estancado y las condiciones han empeorado. Entonces, ellos se preguntan: ¿Qué hice mal? Y la repuesta que el presentador del programa les está dando es convincente, en su lógica interna. Está diciendo, “los que está mal es que los liberales son dueños de todo, manejan todo, no se preocupan por usted; por lo tanto, desconfía de ellos”. ¿Qué dijo Hitler? Dijo lo mismo. Él dijo “son los judíos, son los bolcheviques”, eso es…

Amauta: Estaba culpando a otros.

Chomsky: …Eso es una respuesta. Está bien, eso es una respuesta. Y tiene una lógica interna, quizá loca, pero tiene una lógica interna.

Amauta: Una última pregunta. Partiendo de allí, y para contrarrestar estas, supongo que, la derecha…

Chomsky: Populismo, eso es lo que es.

Amauta: …Sí, populismo. Dijiste que para construir un movimiento, los medios de comunicación deben de participar en la construcción de los mismos. Esto es lo mío [parafraseando]. Pero, para construir un movimiento, se necesita un llamado de base amplia, una “cultura radical genuina sólo puede crearse mediante la transformación espiritual de las grandes masas de personas, la característica esencial de toda revolución social consiste en ampliar las posibilidades para la creatividad humana y la libertad”. ¿Cómo pueden los medios de comunicación alternativa, como Amauta, impulsarse a sí mismos en la construcción de este “llamado de base amplia” e ir más allá de “convencer al convencido”? Porque yo siento que muchos de los medios alternativos son leídos por gente con “X” afinidad política. Por ejemplo, yo leo ciertas cosas, yo leo La Jornada, pero, ¿sólo personas como yo lee La Jornada? ¿Otras gentes leen La Jornada? A la gente no le gusta ser desafiada.

Chomsky: La Jornada es ampliamente leída. Por ejemplo, tú puedes ir por las calles, y ver a alguien de pie, o sentado en un bar leyéndolo. Pero, los medios por sí solos no son suficientes. Tienes que tener una organización. Toma a México como ejemplo. Digo, no pretendo saber mucho sobre México, pero hablé con un buen número de intelectuales mexicanos de izquierda, y todos dijeron lo mismo. Que hay una gran preocupación popular y un poco de activismo, pero todo está muy fragmentado. Que los grupos tienen agendas estrechas muy específicas y ellos no interactúan ni cooperan entre ellos. Ok, eso es algo que hay que superar para construir un movimiento popular de masas. Es ahí donde los medios pueden ayudar, pero se benefician de ello. Pero tienes razón, si eso no ocurre, si no obtenemos el tipo de integración de las preocupaciones y mecanismos de los activistas, cada movimiento seguirá “convenciendo al convencido”.

Amauta: Entonces, ¿crees que tenemos que involucrar a la gente, pero instándolas con una participación activa…?

Chomsky: Se requiere una organización. Organización y educación, cuando interactúan entre sí, se refuerzan, se apoyan mutuamente.

Amauta: ¿Cómo te imaginas la existencia de una red de personas de todas las partes de la sociedad, pero sobre todo la mayoría que necesita para tener su voz de vuelta, convirtiéndose ellos mismos en expertos como periodistas-ciudadanos, o en artistas, mientras se hacen mutuamente responsables en el proceso crear la noticia?

Chomsky: De un montón de maneras. Debo irme, pero te daré un ejemplo práctica entre muchos otros. Hace aproximadamente 15 años, estuve en Brasil, viajé mucho por allí con Lula en aquel tiempo. Él todavía no era el presidente. Me llevó una vez a un gran suburbio en las fueras de Rió de Janeiro, con un par de millones de personas, un barrio pobre. Y tenía un gran espacio abierto, una especie de plaza al aire libre. Es un país semi-tropical, todo mundo estaba afuera, era de noche. Un pequeño grupo de periodistas y profesionales, de Río, salían por la noche en un camión, y lo estacionaban en el medio de la plaza. El camión tenía una pantalla encima y un equipo de transmisión. Y lo que ellos transmitían eran parodias escritas, actuadas y dirigidas por gente de la comunidad. Así, la población local presentaba sus parodias. Una de las actrices, una chica de unos 17 años talvez, caminaba entre la multitud con un micrófono invitando a la gente a comentar –un montón de gente estaba allí, estaban interesados, estaban viendo, tú sabes, gente sentada en barras de metal, o dando vueltas por el lugar-, y así comentaban sobre lo que vieron, y lo que decían era transmitido, ya sabes, había una pantalla detrás que mostraba lo que la persona decía, y después otra gente comentaba. Y las parodias eran significativas. Ya sabes, yo no sé portugués, pero podía entender más o menos.

Amauta: Entonces, ¿ves esta actividad como una participación activa?

Chomsky: Por supuesto, había parodias serias, algunas otras eran comedia, Pero algunas eran, ya sabes, sobre la crisis de la deuda, o sobre el SIDA…

Amauta: Pero permite un espacio para la creatividad, para la gente…

Chomsky: Es la participación directa en la creatividad. Y era una cosa muy imaginativa a realizar, creo. No sé si aún se lleva a cabo, pero es uno de los muchos modelos posibles.

Original: http://revista-amauta.org/2010/01/entrevista-con-chomsky Compartida gentilmente a ARGENPRESS CULTURAL

Traducción: Alejandro Sánchez

Sobre “preocupados” y “resignación canaria” (De José Saramago y demás) (Parte III - Final)



Víctor Ramírez (Desde Canarias. Colaboración para ARGENPRESS CULTURAL)

- VI -

Sí, amigos: el amor se acabará –inexorablemente- convirtiendo en odio hacia quien abusa del ser amado, indefenso ante el maltrato y envilecido. Ves, por ejemplo, a tu hermana prostituida por un chulo prepotente e insaciable de codicia.

Ese chulo no sólo abusa de tu hermana con maltrato muy evidente, explotándola comercial hasta la extenuación. No, sino que también (y debido al pánico que le tiene la infeliz y a la obnubilación moral e intelectual producida por situación tan denigrante) ha logrado que piense -¡la pobrecilla!- y sienta que todo se lo debe al maldito chulo explotador y que sin él se encontraría peor, ¡que sin él no podría ella, la infeliz, vivir!

Pugnarás tú, entonces y si no has perdido el decoro ni la mínima capacidad de compadecerte, por arrancarla de esa existencia ignominiosa. Lo harás -lleno de amargura, por supuesto- intentando hacerle comprender que la vida que lleva es nefasta, sin posibilidades de futuro digno.

Inclusive le dices que está inexorablemente abocada -la pobrecilla- a una pudrición física y moral absoluta si no se quita de arriba al maldito chulo, si no se emancipa de él para poder emprender decidida un camino saludable en libertad y responsabilidad.

Pero, por desgracia, esa tan querida hermana prostituida, temerosa y obnubilada, seguramente ni te hará caso. Seguramente te dará largas con más o menos afectuosas excusas, debido -quizás- a que en el fondo aún te respete un poco o te ame vagamente fraternal.

El chulo explotador -cuando perciba que tu insistencia puede dar resultado- será capaz, por supuesto, de denunciarte 'legalmente' -¡sí!- o de amenazarte, molestarte o de inclusive castigarte a través de algún sicario.

Sí: quieras o no quieras, te guste o te disguste, concluirás deseando obsesivo terminar con el chulo. Concluirás deseando obsesivo que desaparezca él, que desaparezca por completo.

Concluirás deseando que sean otros los que le aniquilen si tú -por frágil o por impotente- no puedes hacerlo desaparecer de la vida de tu hermana. Concluirás odiándolo a muerte.

Eso es, amigos míos, cuanto acaban sintiendo los patriotas hacia el poderío que tiene colonizada inclementemente a su Patria indefensa y amedrentada: odio, deseo de que se desmigaje en mil pedazos, con la esperanza de que -destruido ese poderío- pueda tu pobre prostituida Patria recuperar su ultrajada decencia, su libertad arrebatada, la capaz posibilidad de un futuro digno en responsabilidad solidaria. En fin... (¿Han leído ustedes el poema CANTONALISMO, del ninguneado magnífico poeta aruquense DOMINGO RIVERO?).

Volvamos a las periodísticas manifestaciones del tan publicitariamente preocupado por nosotros escritor José Saramago, afincado tan regiamente borbonista en Lanzarote. Escuchen (y volvió el viejo Armiche a leer con voz pausada, tras afirmarse los espejuelos):

"Demandó esa conciencia colectiva que está siendo suplantada por la insensibilidad y apostó por la reflexión sobre lo que se desea para la Isla. ¿Funcionamos con la conciencia que cada uno lleva dentro? No me parece que está ocurriendo".

Insistamos en el tratamiento de gurú o, poco menos, taumaturgo que el prenserío y el oficialismo cultural papanatas canarios -salvo esas excepciones silenciosas que siempre hay y habrá, y que solemos desconocer- acostumbran dispensar al galardonado portugués cuando hace demandar o exigir (cual si fuera ‘mamá de los pollitos’, según dicen los mexicanos del 'tipo farolillo presuntuoso') que el lanzaroteño ponga en práctica algo –la conciencia colectiva- de lo que, por imperativo colonial, carece (con las salvedades honestas y, por ende, independentistas: salvedades que, por el contrario, parecen disgustar sobremodo al señor Saramago, quien no se ha dignado a plantearse -ni mucho menos ponerse a admitir- que todavía existen guanches alzados, cada vez en mayor número -por fortuna).

Recalquemos, además, la tremenda dificultad, casi imposibilidad, de que el lanzaroteño o el canario -con la excepción de los rebeldes, de los insumisos alzados- ponga a funcionar ese algo que se le ha negado poseer: conciencia colectiva de pueblo dueño de su destino social.

Pues lo que Saramago llama 'conciencia que uno lleva dentro' se reduce -en nosotros- a puritita espectativa temerosa y desanimada frente a las órdenes y disposiciones de los inclementes poderes que en ese momento tocan, sean poderes económicos o policiales, poderes ejercidos por fuereños o por compatriotas al servicio esbirril de la metrópoli.

- VII -

Esa insensibilidad -ya se ha dicho aquí otras veces y debemos ahondar en ello- es producto del miedo y de la desmoralización: miedo y desmoralización tan propios de un pueblo como el nuestro, colonizado hasta la ignominia por ser un pueblo completamente indefenso, pueblo al que se le ha impedido y se le continúa impidiendo tener alma, tener personalidad propia, borrándosele la memoria con el objetivo de que se desconozca y se incapacite para tener entendimiento y ejercer su libre voluntad.

Pienso -con honda tristeza- que al señor José Saramago, por lógicos prioritarios intereses profesionales o dinerarios, le costará admitir que existe un exclusivo y patente responsable de que el canario en general y el lanzaroteño en particular se muestren insensibles, un único máximo responsable de que se comporte irreflexivo, de que continúe desconscienciado.

Ese único responsable, pleno de culpa e inmisericorde, es el poderío colonial español en todas sus facetas. A tal poderío –consciente o inconscientemente, le guste o le disguste o le dé lo mismo oír- sirve por dinero y vanidad (eso es lo que, tras leerlas, moral e intelectualmente deduzco de sus manifestaciones) el escritor portugués.

Pienso ¡con honda tristeza! que al señor José Saramago le costará admitir que casualmente los únicos canarios sensibles, reflexivos, conscienciados, somos los independentistas, somos los antiimperialistas -aquí antiespañolistas, al ser España ('nación mala', según la calificó hace poco más de un siglo esa buena persona que fue el dominicano Máximo Gómez) el poderío colonizador.

Le costará, y acaso le repugnará al –admirado justamente por bastante gente- escritor portugués admitirlo. Le costará porque parece ser que, según él, somos los independentistas poco menos que unos extravagantes, por no decir extraterrestres.

Sí: da él la impresión, en sus manifestaciones publicadas, de que los actuales guanches alzados somos gentes que vivimos fuera del momento histórico, de que somos insolidarios, unos nacionalistas excluyentes.

Para ello emplea inclusive el escritor portugués Saramago desprecios tan 'progres', esos manidos desprecios a los que suelen recurrir quienes 'izquierdosamente luchan' para que no haya fronteras -'en otros sitios', claro. Pero sin atreverse mínimamente a luchar para que aquí desaparezca la peor de todas las fronteras: la alta muralla carcelaria colonial.

Por eso no es casualidad, refrendando cuanto les digo, que el diputado del nacionalfilípico Partido borbonista Español mal llamado Socialista y Obrero -tan contundente y profesionamente dependentista en nuestra Patria-, Emilio Fresco, agradeció las muestras de solidaridad del portugués cuando éste "tildó de estrafalario al nacionalismo radical que se ha activado recientemente en Canarias, a través de a sedes de partidos políticos en Santa Cruz de Tenerife, entre ellas la, y de en el paisaje natural de El Golfo, en Lanzarote".

Si no me engaño, muchachos, no ha quedado mínimamente claro –periodísticamente, al menos- el asunto de las agresiones, tan condenadas éstas por quienes se niegan tozudos -y por dinero- a condenar las sí tremendísimas agresiones que día a día, acaso segundo a segundo, sufre nuestra Patria geográfica y humanamente.

Si no me engaño, las aludidas pintadas –estemos de acuerdo o en desacuerdo con ellas- no son xenófobas sino anticolonialistas, son odiadoras de la opresión abusiva y del expolio incesante. Y -que yo sepa- el paisaje de El Golfo no ejerce de natural ni de lanzaroteño sino de artificio turístico depredador colonial -y por ende anticanario.

Pero lo acaso más lindo del señor Saramago, creyéndose 'mamá de los pollitos', estuvo en lo que aquí tengo subrayado. Pongan oreja, muchachos:

"Numerosas fueron las preguntas planteadas por el escritor a los lanzaroteños. Estoy aquí no sé por cuánto tiempo. Me temo que un día tenga que preguntarme si merece la pena seguir viviendo en Lanzarote".

¿Pero en verdad estas palabras han sido pronunciadas por el tan solidario y progresista comunista escritor nobeleado portugués? (Y guatdó súbito silencio el viejo Armiche: para tomar del porrón una poca de agua dulce mentolada).

Entonces aprovecharía el joven Pancho, procurando hablar con la misma suavecita entonación melosa que el anciano:

¿Acaso en verdad no busque él (tan dizque de izquierda marxista, tan dizque preocupado por el chusmerío que -oprimido y explotado- sufre a lo largo y ancho del planeta) y sólo quiera él de isla Lanzarote que le sirva ésta de burbuja paradisíaca en la que disfrutar de la necesaria tranquilidad para el trabajo literario y de su clima para los ratitos de ocio?

¿A eso, en verdad, se reduce para Jaramago la entrañable Lanzarote: una burbuja paradisíaca en la que disfrutar de pleno al mismo tiempo que el pueblerío lanzaroteño continúa indefenso y desconscienciado, no pudiendo mínimamente encararse e influir sobre el devenir del territorio sobre el que desde siglos vive (pues, amigos, uno también es sus ascendientes y es sus descendientes)?

¿A eso se reduce, al mismo tiempo que el pueblerío lanzaroteño continúe no pudiendo nada más que permanecer silencioso de impotencia al servicio de voluntades e intereses fuereños siempre depredadores -un servicio mucho o poco remunerado, y remunerado siempre con dinero pudridor?

¿A eso se reduce la entrañable Lanzarote para don Jaramago, al mismo tiempo que el pueblerío lanzaroteño asiste tan resignado de impotencia a una invasión irremediablemente letal? ¿A eso se reduce?

- VIII -

Nos sorprendió mucho que Pancho mantuviera la dulce entonación durante el largo de su perorata tan bronca. Miranda inclusive le aplaudiría brevemente antes de decir, intentando imitar las modulaciones orales del joven Pancho:

¿por qué el ínclito don José Jajajaramago, en lugar de amenazar con que se larga de Lanzarote, no se pone, por una vez aunque sea, a reflexionar sobre la verdadera situación de ella en particular y de Canarias en general, a reflexionar principalmente sobre la situación de sus habitantes nativos, de los guanches de hoy con una lengua y unas manifestaciones culturales distintas a las de hace cinco siglos, pero guanches en mayoría?

¿Por qué, tras la sincera reflexión, no se pone a luchar por lo único que en verdad puede salvar a eso que tan teatral dice él amar, Lanzarote, luchar para que seamos los canarios -sin dar la espalda al mundo, sin autoenclaustrarnos insolidarios- los que gobernemos Canarias?

¿Saben lo que les digo, señores? Que ojalá se largue si va a seguir él ejerciendo de vulgar invasor: pues extranjero que no pugne por la emancipación justiciera de nuestra Patria es inexorablemente un invasor; lo es por simple lógica política e histórica.

Que ojalá se vaya a Portugal y se ponga a luchar para que ésta vuelva al redil de la madre Patria tan amada por él, a Borbonia. Siga con su lectura, señor Armiche.

No hace falta que sean ustedes tan descorteses, muchachos. El asunto no se arregla con descortesías ni exabruptos. Terminemos con las preocupaciones del señor José Saramago, quien ojalá se quede entre nosotros; pero que se quede al menos con neutralidad, al menos no ejerciendo de español borbonista en forma tan descarada. Terminaré de leerles esto.

(Pero quien intervino habría de ser el llamado Amaranto Froilán de Todos los Santos:)

Leí en prensa que ese eximio escritor portugués tan capitalista imperialista en la práctica, "se planta y no se irá de Lanzarote". E insisto en lo de "tan borbonista" porque él –ya se dijo aquí, y hay que repetirlo- ha apoyado intransigente y con la tapadera del altisonante y espúreo ¡BASTA YA! la Constitución y el Estatuto de Autonomía borbonistas -Constitución no jurada por el Borbón, pero al entero servicio policial y lucrativo de éste- frente a quienes, por simples deberes ético e histórico, propugnan -tímidamente, por cierto- algún mínimo cambio o mejora. (Lean el poema CANTONALISMO, ¡es chiquitito!)

Y se planta él y no se irá de Lanzarote porque ésta ¡lo nombró "hijo adoptivo"! y, agradecido, ¡no puede abandonar a una madre!

Un momentito, por favor -interrumpió de nuevo el últimamente demasiado enconado joven Pancho: ¿Cómo, en verdad, puede una isla nombrar esto o lo otro a alguien, si una isla no puede hablar?
¿Por qué no se dice simple y llanamente que el grupúsculo de personas que conforman el poder –esa capacidad represora para disponer e imponer su voluntad al pueblerío- de ayuntamiento o cabildo o gobierno "autonómico" (grupúsculo que aquí, por imperativo colonial, difícilmente podrá realizar algo verdaderamente beneficioso para esta sociedad desmigajada o etérea o burbújica que el colonialismo ha hecho de nosotros) premia o galardona a éste o a aquél según sus conveniencias mercantiles publicitarias, éste o aquél -asimismo por imperativo colonial- siempre enemigo de nuestra emancipación? Sí: enemigo; pues, si no lo fuera, jamás se le premiaría o galardonaría.

¿Tanto cuesta citar las cosas y los hechos por su nombre más sencillo? ¿Aquí, para ser premiado o galardonado o reconocido, solamente se puede vivir servilmente de rodillas o arrastrado y además jediendo permanentemente a mentiras?

¿Aquí no hay opción, por minúscula que sea, para vivir con dignidad abiertamente y no en poco menos que la clandestinidad cotidiana? Continúe usted, amigo Amaranto Froilán de Todos los Santos Que Vos Queráis.

- IX -

Dice, más valientemente que el carajo, Saramago (ahora publicitando a troche y moche su última novela comunistamente polanquista) que se quedará en Lanzarote. Se queda pese a los ataques xenófobos -¡sic!

Así -de modo tan vilmente doblado- esas gentes tan letradas y tan letradoras utilizan el palabrerío. Así lo usan acá por la colonia: con tanta democrática intolerancia frente a quienes pugnan por lo más hermosamente humano en una colonia -la soberanía de su Patria, la descolonización de su País para poder comenzar a ejercer como pueblo en verdad responsable ante su destino.

Repitamos: ¿Por qué no va él a, por ejemplo, Malta o Andorra -tan chiquititas y poquito pobladas ellas- y en público preconiza muy premionobelescamente la dependencia y sumisión de los malteses o andorranos a un Estado mucho mayor? ¿Por qué no va y lo preconiza?

Señores: Xenofobia es visceral miedo (miedo convertido natural o artificialmente en aversión pura y dura) a lo Extranjero como Extraño, como posible peligro -por desconocido, por imprevisible o por dañinas experiencias anteriores- para tu subsistencia alimentaria, reproductiva o cobijadora.

¿Quién -sanamente, pues lo insano es la Endofobia- no tiene miedo a quedarse sin alimento, a no poder disponer de su hembra o macho, a quedarse sin un cachito de protectora tierra?

Apoyado en mis experiencias vitales y lectoras, pienso que lo más que hemos sido los canarios es Miedosos, casi Paralizados de Pánico, ante lo Fuereño, principalmente lo fuereño español.

Razones históricas para ese Pánico ha habido y hay a montones. De él ha surgido y continúa tan viva la autodefensiva negación de lo verdaderamente Nuestro, esa insistente autodefensa de airearnos más españoles que los mismos españoles (llenando de banderas rojigualdas todas las fiestas populares, por ejemplo, o no atreviéndonos a siquiera cambiar el nomenclátor callejero repleto de nombres viles muy dañinos para nuestra dignidad) y más católicos que nadie (¿oyó, cristianito?): nos iba, nos va, la pura subsistencia animal en ello.

Ese tremendo Miedo en nuestra gente culta, principalmente en la universitariada que gana dinero cómodamente (pues el objetivo de toda universidad colonial es el de pudrir por la cabeza al paisanaje colonizado), toma la forma de Papanatismo Despectivo hacia Todo lo Propio que Pueda Ayudar a Conscienciar -incluyendo entre ese paisanaje leído y universitariado a bastantes de los pregonados independentistas viejos o jóvenes.

Cuando ese Miedo tan Colonial se vuelve, entre algunos colonizados ya conscientes e impacientados por emancipar a su Patria, en Lacerante Aversión, entonces los afamados voceros de turno -invasores o colaboracionistas- aparecen, escandalizadillos, para que no se desmande el chusmerío con esos tales malos ejemplos.

Van y aparecen ellos (casi siempre varones, pues las hembras, principalmente las izquierdozuelas tienen otra misión más sutil y muchísimo más eficaz en el aherroja-miento colonial) con el preciso palabrerío denostador tan culto y cautivador.

Van y surgen amparados -como ya se ha dicho bastante aquí, en la tertulia A la Sombra de Alcorac, con las apariencias hipócritas tan manidas de tolerancia, universalismo, solidaridad y otras usuales mentiras hermoseadas por el prenserío y restantes medios de comunicación coloniales: prenserío y medios de comunicación tan intransigentemente intolerantes y cosmopolitamente ultralocalistas españoles; prenserío y demás medios de comunicación tan democráticamente insolidarios y agresivos con nosotros, los canarios que queremos practicar la única humanización posible, la de la libre responsabilidad para procurar planificarnos el futuro –puesto que, a fin de cuentas, esto es política democrática: la planificación del futuro colectivo de una sociedad a través de individualidades elegidas por ésta y no al servicio policial de la casta dominante.

¡Lógica y salutífera acaba siendo esa Aversión que usted ha calificado de Lacerante, amigo Amaranto Froilán de Ahora Mismo Ningún Santo! -volvería a interrumpir el joven Pancho.

Pues, como ya dijo aquí el señor Armiche, el amor al ser amado se convierte en odio insoportable al abusador que tiene oprimido y vejado al ser que amas. Y cuanto más fuerte e impotente de ayuda sea ese amor, mucho más fuerte e insoportable será inexorablemente el consecuente odio.

¿Ya no se ha dicho aquí que cierto psiquiatra irlandés afincado en Chicago -¿o en Boston?-, cierto psiquiatra apellidado O’Connor, recomendaba a sus compatriotas -¡ya independientes políticamente!-, y como terapia ineludible, el odio a todo lo inglés?

Lo recomendaba hasta que no se arrancaren del alma individual y colectiva la tan denigrante alienación psicológica que hubieron dejado los muchos años de cruel colonización, alienación que ha llamado Ve-güenza Maligna, algo parecido a la Endofobia mezclada con el Miedo Rastrero que se acaba sintiendo por el verdugo tras haberte dejado éste el alma hecha trizas después de haberte violado infinidad de veces. Siga usted.

- X -

Retomó la palabra el bautizado con todas las de la ley Amaranto Froilán de Todos los Santos:

Volviendo al asunto, recuerden que los esos tales 'Personajes Preocupados por los pobrecitos canarios' como el señor José Saramago suelen presumir, por ahí afuera y con justiciera razón ("¡Pero casi siempre lejos del terreno de lucha y según el escenario publicitario!" -exclamó Pancho iracundo), de que es lícito e incluso licitador el acto rebelde reivindicativo contra cualquier opresión que sea deshumanizante.

("El durísimo camino hacia lo poquitísimo de bondad social, y por ende individual, que actual y tan contingentemente hay en el mundo está anegado de sangres resecada y fresca, sangres casi exclusiva de gente biófila, de gente indefensa, nada poderosa -poderosa es a la que, en el fondo y en la superficie, sirven aquí esos Personajes Preocupados" -leyó Miranda de un papel, diciendo que son palabras escritas por mí y que, por supuesto, ni recuerdo cuándo las escribí).

En efecto, amigos míos: toda historia oficial o extraoficial es casi exclusivamente criminal -o sin el casi. Están ellas empedradas de ingente cantidad de crímenes con algunos muy exparcidos y pequeñitos rebrotes de verdes bondades -crímenes que suelen terminar siendo además bendecidos comercialmente por la iglesia oficial de turno.

En el caso concreto de nosotros los canarios -paralizados por la ignorantación y la incapacidad para la lucha reivincativa eficaz en pro de nuestra emancipación- la xenofobia (sentimiento que acaba convirtiéndose inexorablemente en tan esterilizante y torturador) se ha vuelto, por naturalísima cobardía colonial, hacia adentro.

Se ha vuelto castradora endofobia que nos convierte en tan amabilitos, tan servicialitos, tan resignaditos, tan nobilitos –como parece ser que por acá nos quieren las gentes saramaguianas fuereñas y los compatriotas colaboracionistas con el poderío español.

Esa misma prensa, que tanto bombo y platillo da al palabrerío, más o menos sincero, del justa -o injustamente- alabado escritor portugués, publicó que aquí, en la Patria Inclementemente Prostituida (y que esa prensa denomina 'Comunidad Autónoma'), ¡deberían haber cien Saramagos!

Estoy de acuerdo, acaso por vez primera, con esa petición. Sí: debería haber cien, doscientos, hasta mil Saramagos. Pues si hubiera cien o doscientos, incluso mil, entonces sería no sólo posible, sino irremediable, la inmediata y tan necesaria independencia de nuestra Sufrida Patria.

Pero lo triste es que aquí hay muchos más de cien, muchísimos más de mil saramagos al vil servicio del colonialismo español. Lo lacerante, lo triste, es que sobran, es que abundan asfixiantes los que en medios de comunicación y centros docentes -o tribunas de notoriedad pública- son saramagos defendiendo sin tregua ni consideración la sumisión colonial de Canarias –defendiéndola con verborreas disfrazadas de progresismos (cuando la realidad enseña que el prioritario e ineludible progreso en una colonia siempre es y será la descolonización), de cosmopolitismos (cuando la realidad enseña que un pueblerío bestializado por el miedo y la ignorantación jamás podrá entender el mundo, ya que ni siquiera se conoce a sí mismo, ya que se limita a repetir cotorramente lo que el amo cruel le ordena que repita), de universalismos (cuando la realidad enseña que lo honestamente universal tan sólo puede ser lo local sin barreras aherrojadoras), de solidaridades (cuando la realidad enseña que está incapacitado para ayudar con eficacia al vecino quien ha sido desposeído a la fuerza de la capacidad para ayudarse a sí mismo).

¿¡Qué le vamos a hacer!? (y suspiró afligido Amaranto Froilán de Todos los Santos). Siga usted leyendo eso que tiene sub-rayado ahí, señor Armiche; y perdone la interrupción.

A lo que respondió el anciano: se acabó lo que quedaba. Escuchemos a los amigos Ramírez y Pepe Pérez en una rancherita mexicana de las suyas. Y les cantamos Seis años -de José Ángel Espinosa Aragón Ferrusquilla y a petición de Amaranto Froilán de Todos los Santos-, ¡Qué manera de perder! -de Cuco Sánchez y a petición de un cliente asiduo del cafetín- y La araña –de José Alfredo Jiménez, a petición de Miranda.