jueves, diciembre 27, 2007

Cambio climático: ¿la hora de la verdad?


Cambio climático: ¿la hora de la verdad?
14-12-07, Por José Santamarta *



Tras cerca de 20 años de interminables negociaciones internacionales, 4 informes del IPCC, el tortuoso desarrollo del Protocolo de Kyoto, la oposición de las presidencias estadounidenses de Bush padre e hijo, la verbosidad de los gobiernos instalados en la inacción y los signos inquietantes del cambio climático, todo parece indicar que nos acercamos al momento de la verdad.


El cambio climático se debe a las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera ocasionadas por el empleo de combustibles fósiles y la deforestación, donde no hay fronteras nacionales. Hoy las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono son las mayores de los últimos 650.000 años. Las actividades humanas (de unos más que de otros) han cambiado la composición química de la atmósfera. Durante decenas de miles de años las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono nunca superaron las 300 partes por millón, pero en 2007 llegamos a 382 partes por millón y a 430 equivalentes, si incluimos el efecto de otros gases de invernadero. Cuando se superen las 550 partes por millón, el cambio climático puede adquirir proporciones catastróficas, un límite que muchos científicos sitúan en las 450 partes por millón.
Subsisten, por supuesto, muchas incertidumbres, pero el más elemental principio de precaución nos dice que sabemos lo suficiente para actuar, reduciendo las emisiones y adaptándonos a lo inevitable. Nos quedan menos de 20 años para invertir la tendencia y reformar el modelo energético.

Frenar e invertir tal tendencia implica aumentar la eficiencia, desarrollar las energías renovables, promover el transporte público, descarbonizar paulatinamente nuestro sistema energético y frenar la deforestación, creando nuevas actividades, empresas y empleos. Habrá sectores que ganen, pero también algunos sectores y empresas perderán. El coste será de poco más del 0,1% del PIB mundial, pero sin embargo el coste de la inacción puede llegar al 20% del PIB mundial.

El cambio climático, a causa de las emisiones de gases de efecto invernadero, tras el cuarto informe del IPCC, es una realidad aceptada por toda la comunidad científica, e incluso por los responsables políticos, al menos sobre el papel. Cierto que aún quedan algunos "disidentes", siempre a sueldo de las empresas que se verán perjudicadas por las medidas que habrá que adoptar, pero la resistencia es cada vez menor y hoy no pasa de anécdotas, al menos frontalmente. La verdadera resistencia probablemente provenga de quienes quieren perpetuar el sistema actual y un modelo ambiental y socialmente insostenible, promoviendo la energía nuclear, las arenas alquitranadas, la oriemulsión, los hidratos de metano y otros hidrocarburos no convencionales, los llamados biocombustibles (que deberían denominarse agrocombustibles) y la captación y almacenamiento de dióxido de carbono, que permitirían continuar con un empleo creciente y amplificado de carbón, petróleo, gas natural y otros combustibles fósiles no convencionales. Es decir, seguir aumentando el consumo de energía y perpetuar un modelo de transporte basado en el automóvil privado, con pequeños cambios que no tocan la raíz de la insostenibilidad y de la inequidad social.

Pero este aparente consenso sobre la gravedad del cambio climático y la necesidad de actuar no siempre ha sido así, y volverá a suceder una y otra vez en el futuro. Cada vez que ha surgido la preocupación sobre algún problema ambiental, las multinacionales responsables y sus representantes políticos conservadores, jaleados por numerosos medios de comunicación, se han lanzado a una campaña de intoxicación. En 1962 el libro de Rachel Carson Primavera silenciosa dio el primer aviso de que ciertos productos químicos artificiales se habían difundido por todo el planeta, contaminando prácticamente a todos los seres vivos hasta en las tierras vírgenes más remotas. Aquel libro, que marcó un hito y contribuyó a alumbrar el movimiento ecologista, presentó pruebas del impacto que dichas sustancias sintéticas tenían sobre las aves y demás fauna silvestre, además de los seres humanos. La respuesta de la industria fue inmediata, y la multinacional Monsanto lanzó un folleto titulado Cállese, señora Carson. Aún hoy, las medidas adoptadas para poner coto a la industria química son radicalmente insuficientes, incluso en Europa (el Reach, con todas sus insuficiencias, es la clara manifestación del poder de presión de las multinacionales), aunque ya todos los países han prohibido el DDT y otros plaguicidas organoclorados, pero lo que se hace es siempre tarde, poco y mal.

La industria del tabaco durante décadas negó la relación con el cáncer, y se opuso a la adopción del Principio de Precaución, o cualquier medida encaminada a reducir el pernicioso hábito, que tantos beneficios les ha proporcionado, a costa de nuestra salud. Situación parecida se dio o se da con la industria nuclear, el amianto, el PVC, los cultivos transgénicos, la sobreexplotación pesquera, los monocultivos forestales, o el urbanismo disperso y depredador del territorio.

En 1975 se relaciona la destrucción de la capa de ozono con los CFC, y la reacción de la industria química y los gobiernos, sobre todo la administración Reagan en EE UU, es la usual: primero se niega el problema, luego se ridiculiza o se minimiza, y sólo se acaban aceptando las medidas necesarias cuando el problema es acuciante y más que evidente, el daño ya es considerable y la presión vence cualquier resistencia. Las mismas empresas multinacionales que crean el problema, primero se resisten y sólo ceden cuando otean nuevos negocios, sustituyendo los productos que han creado por otros, en teoría menos dañinos, como los sustitutos de los CFC.
Con el cambio climático el problema es infinitamente mayor que con los CFC, el DDT o los transgénicos, porque afecta al núcleo del sistema económico, a la energía que mueve toda la actividad económica y que ocasiona las emisiones que contribuyen al cambio climático, un consumo energético que en un 80% procede de combustibles fósiles, cuya comercialización controlan unas pocas multinacionales y que permiten que Estados Unidos, con el 4,7% de la población mundial, emita el 25% del CO2, el principal gas de efecto invernadero.

El negacionismo se bate en retirada

Estados Unidos, sus multinacionales, sus grupos de presión y su clase política no están dispuestos, por ahora, a adoptar medidas adecuadas a su responsabilidad histórica en las emisiones que están ocasionando el cambio climático, lo que crea un grave problema, no sólo ambiental, sino también ético y de responsabilidad hacia quienes más sufrirán el cambio climático: los pobres de la Tierra y las generaciones futuras. Un amplio conglomerado bien lubricado de "científicos", comunicadores y empresas de relaciones públicas se encarga de realizar una permanente labor de intoxicación de la ciudadanía, para proteger los intereses de las empresas responsables de la degradación ambiental, y en torno al "negacionismo" se ha creado toda una próspera industria de relaciones públicas y cabildeo ("lobby").

En España se sumó tímidamente al negacionismo el líder de la oposición, el señor Rajoy, poniendo en aprietos a su primo, y jaleado por Esperanza Aguirre, Ana Botella y Telemadrid, pero a los pocos días tuvieron que rectificar e incluso propusieron una Ley de Cambio Climático en el programa electoral aprobado pocas semanas después. Hoy el negacionismo se reduce a unos pocos medios de prensa de la ultraderecha y a algún comunicador estrambótico y bien remunerado estilo Toharia. Puro folklore.

La preocupación sobre el calentamiento global debido a las emisiones humanas de dióxido de carbono y otros gases de invernadero, como el metano y el óxido nitroso, se remonta a 1896, año en que el científico sueco Svante Arrhenius lo formuló por primera vez. Cuando Arrhenius publica su primer cálculo sobre el calentamiento global debido a las emisiones de CO2, el nivel de CO2 en la atmósfera ascendía a 290 partes por millón (ppm). La ciencia sobre el cambio climático avanzó lentamente a lo largo del siglo XX, y en 1988, año en que la Conferencia de Toronto pide una reducción del 20% de las emisiones para 2005 respecto a los niveles de 1988, era ya muy evidente la gravedad del problema. Los hitos posteriores los conocemos: en 1992 se aprueba en Río el Convenio Marco sobre el Cambio Climático, y en 1997 el Protocolo de Kyoto. Pero hasta el momento los traslados en avión de los miles de delegados, funcionarios y periodistas de un punto a otro del planeta no han justificado las emisiones y el coste de tanto viaje en la era de las videoconferencias e Internet.

¿Quién y porqué se oponen? Se oponen las multinacionales del petróleo y del automóvil, las empresas del carbón y Australia (el mayor exportador de carbón), algunos países de la OPEP como Arabia Saudí y, sobre todo, Estados Unidos, primero con Bush padre y sobre todo con Bush hijo, aunque la presidencia de Clinton (y su vicepresidente Al Gore, el de hacer lo que yo digo, no lo que yo hago) tampoco fue muy activa que digamos, logró reducir los objetivos de reducción de emisiones de los países industrializados del Protocolo de Kyoto, impuso el mercado de emisiones heredero de los implantados por la EPA para el dióxido de azufre en EE UU, aunque al menos no mantuvo la retórica ultra reaccionaria de los republicanos. El núcleo que financió las campañas de intoxicación fue la llamada Global Climate Coalition, además de otros institutos ligados al núcleo duro de multinacionales como Exxon, y con estrechas relaciones con la política estadounidense, y muy especialmente el Partido Republicano.

Pero dentro de unos meses probablemente habrá una nueva Presidenta, y tras el huracán Katrina y los signos cada vez más inquietantes, Estados Unidos deberá empezar a actuar, por la presión de su ciudadanía. En Australia la victoria de los laboristas, que promueven la ratificación del Protocolo de Kyoto, muestra el aislamiento de Estados Unidos. También asistimos al desarrollo de las energías renovables y otras tecnologías, y al surgimiento de un sector empresarial que tiene mucho que ganar con políticas más activas para descarbonizar el sistema energético.

Para hacer una tortilla hay que romper algún huevo

La clase política no quiere afrontar la impopularidad de no actuar frente al cambio climático, con la excepción de Bush en sus ya últimos meses de la peor presidencia desde la independencia de EE UU, pero prefiere instalarse en la palabrería, para ocultar la inacción. Porque lo cierto es que las políticas reales no reflejan los discursos oficiales. Al Gore es el modelo, con su política real en toda la negociación que llevó al Protocolo de Kyoto cuando realmente podía hacer algo más que dar conferencias, que es de lo que viven los ex Presidentes y ex Vicepresidentes, o con sus viajes en jet privado, hasta para visitas turísticas, mientras predica a otros que reduzcan sus emisiones. Para predicar hay que dar ejemplo, y eso es algo más que plantar unos arbolitos para intentar compensar unas emisiones injustificables.

Cuando los gobernantes introduzcan una nueva fiscalidad sobre los combustibles fósiles, o subasten los derechos de emisión en vez de otorgarlos gratuitamente, ganarán en credibilidad. Mientras, mejor juzgarles por lo que hacen, y no por lo que dicen, utilizando indicadores objetivos, como la evolución de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero. Actuar para frenar el cambio climático tiene su coste, un coste político y social, y también electoral (ahí duele) pues implica encarecer la gasolina, el gasóleo, el keroseno (y los billetes aéreos), el gas natural y las tarifas eléctricas, internalizando sus externalidades. Igualmente supone reducir drásticamente el consumo de carbón. ¿Pero qué político está dispuesto a afrontar el coste de medidas probablemente muy impopulares, o explicarlas adecuadamente y buscar el consenso para aplicarlas? ¿Qué tendrá que pasar para que pasen a la acción? ¿Cuántas alarmas tienen que sonar, cuántos Katrina?
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas ya dio todas las alarmas, con toda la precaución y el consenso necesario de más de un centenar de países, y sus predicciones dejan pocas dudas. La subida de temperatura se situará a finales de este siglo entre 1,8 y 4 grados, aunque podría llegar a ser de hasta 6,4 grados. Durante los últimos 100 años, la Tierra se ha calentado en un promedio de 0,74ºC.

El calentamiento de la última mitad del siglo es inusual por lo menos en comparación con los últimos 1.300 años. Para las próximas dos décadas se espera que la tasa de calentamiento sea de 0,2ºC por década. Once de los últimos doce años (1995-2006) están entre los doce más cálidos desde que existen registros de la superficie terrestre (desde 1850). La temperatura ha subido más en el hemisferio norte, más en invierno que en verano, más de noche que de día y especialmente en el Ártico, que se calienta a una velocidad que dobla la del resto del planeta.

El mar aumenta de volumen por la expansión térmica, su nivel ha subido 3,1 milímetros al año desde 1993 y subirá entre 18 y 59 centímetros a lo largo de este siglo. El hielo ártico en verano se ha reducido un 10% cada década desde que en 1978 comenzaron los registros por satélite. Los glaciares de los Alpes, Pirineos, África, Himalaya y Suramérica se reducen por momentos, amenazando el suministro de agua, por no hablar de los elitistas deportes de invierno. Los glaciares de los Alpes han perdido ya un tercio de su superficie y la mitad de su volumen, y las famosas nieves del Kilimanjaro, al ritmo actual, desaparecerán en 2025. La posible contribución del deshielo de Groenlandia podría ser de varios metros, y en la Península Antártica se han perdido 20.000 kilómetros cuadrados de hielo.

Las plantas florecen antes, las aves no necesitan emigrar en invierno a latitudes más cálidas, cada año las nieves tardan más en llegar, cubren menos superficie y se funden antes, aumentan las olas de calor, en muchas zonas aumentan las precipitaciones mientras en otras, como el Sahel, Australia y la zona mediterránea sucede lo contrario y las sequías se acentúan, los corales se blanquean y mueren a causa del aumento de las temperaturas, y por doquier se suceden los signos de que algo sucede, y el 90% de los cambios observados en más de 29.000 series de datos de todo el mundo de 75 estudios son consistentes con el cambio climático. El 30% de las especies podrían extinguirse, aumentarán las sequías y las inundaciones, y las consecuencias podrían ser severas en la agricultura, el turismo, la salud, la industria de seguros y en el litoral, donde se concentran muchas de las mayores ciudades.
El Cuarto Informe de Evaluación (AR4, en sus siglas en inglés) consta de tres bloques más el Informe de Síntesis. La Parte I es la contribución del Grupo de Trabajo I, se refiere a las bases científicas del cambio climático y fue aprobada en febrero de 2007 en París. La Parte II, contribución del Grupo de Trabajo II, trata de los impactos y la adaptación, y se aprobó en abril de 2007 en Bruselas. La Parte III, del Grupo de Trabajo III, sobre la mitigación, se aprobó en mayo en Bangkok. El Informe de Síntesis, aprobado en Valencia en noviembre, se presentó en la Conferencia de las Partes nº 13, que se celebró en Bali del 3 al 17 de diciembre de 2007.

Desde que entró en vigor el Convenio Marco sobre Cambio Climático (CMCC), el IPCC es la institución científica y técnica que colabora y apoya a los Órganos Subsidiarios del Convenio. El IPCC desarrolla sus actividades a través de sus Grupos de Trabajo, que están dedicados cada uno de ellos a tratar diferentes aspectos del cambio climático. El Grupo de Trabajo I se encarga de los aspectos científicos, el Grupo de Trabajo II analiza la vulnerabilidad de los sistemas naturales y sociales ante el cambio climático y sus posibles estrategias de adaptación, y el Grupo de Trabajo III aborda la mitigación del cambio climático, como las opciones de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, hay un grupo dedicado a los Inventarios de Gases de Efecto Invernadero. Desde su creación, el IPCC ha preparado cuatro grandes informes de evaluación.

El efecto invernadero

La Tierra recibe radiación solar de onda corta, una parte de la cual es reflejada y otra alcanza la superficie, donde se convierte en calor (radiación de onda larga), que calienta la superficie y evapora el agua, manteniendo el ciclo hidrológico. La radiación de onda larga escapa a la atmósfera, donde una parte es absorbida por los gases de efecto invernadero, que la reemiten a la Tierra. Sin el efecto invernadero, la vida sería imposible tal y como la conocemos, pues la temperatura media sería de 18ºC bajo cero, en lugar de los 15ºC. Pero demasiado de algo bueno acaba por ser malo.

El aumento de la concentración de los gases de efecto invernadero aumenta la temperatura y provoca cambios en el clima. Las concentraciones de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero en la atmósfera tras el vapor de agua, han aumentado desde 280 partes por millón hacia 1750, al inicio de la revolución industrial, a 382 partes por millón en 2007. El dióxido de carbono aporta un 53% del forzamiento radiactivo desde la Revolución Industrial, y su vida atmosférica media, en función del complejo ciclo del carbono, puede ir de 5 a 200 años, es decir, que parte del CO2 que emitimos cuando se genera electricidad con carbón o el automóvil consume gasolina, seguirá en la atmósfera hasta 2 siglos, atrapando y reenviando la radiación solar de onda larga y contribuyendo al cambio climático.

El segundo gas en importancia es el metano (CH4), que representa el 17% del forzamiento radiativo, y cuyas concentraciones han aumentado de 730 ppb (partes por millardo o mil millones) hacia 1750 a 1.852 ppb en la actualidad, aunque su vida media es de sólo 12 años. Las emisiones se deben a la fermentación entérica del ganado, la gestión del estiércol, los vertederos, las emisiones de la minería del carbón, el petróleo y el gas natural, las aguas residuales y los cultivos de arroz. Una molécula de metano equivale a 23 de CO2.

El tercer gas en importancia es el óxido nitroso (N2O), que aporta el 5% del forzamiento radiativo, y cuyas concentraciones han aumentado de 270 ppb (partes por millardo o mil millones) hacia 1750 a 319 ppb en la actualidad, cuya vida media es de 114 años. Las emisiones se deben a los fertilizantes aplicados a los suelos agrícolas, al sector energético, la industria química, el estiércol y las aguas residuales. Una molécula de óxido nitroso equivale a 296 de CO2.

Otros gases de invernadero son los CFC que destruyen la capa de ozono (ya prohibidos en los países industrializados), sus sustitutos como los carburos hidrofluorados (HFC), los carburos perfluorados (PFC), el hexafluoruro de azufre (SF6), y un contaminante como el ozono troposférico. Las emisiones de gases invernadero deberían reducirse en el 2050 entre un 50% y un 80% con relación a 1990 para que la temperatura no suba más de 2,4 grados y evitar así que se agrave el cambio climático, según el IPCC.

A los factores anteriores hay que añadir los cambios en el albedo, y sobre todo el efecto de los aerosoles, muchos de ellos contaminantes, pero de vida corta, y que provocan el efecto contrario a los gases de invernadero, enmascarando el calentamiento, por lo que la reducción de ciertos contaminantes puede agravar el calentamiento. Igualmente debemos citar el importante papel del vapor del agua, las estelas de los aviones y el llamado oscurecimiento global o reducción de la cantidad de luz solar que alcanza la superficie terrestre, a causa de la emisión de partículas como el negro de carbón (o carbonilla), emitido por centrales térmicas, industrias y vehículos. La reducción ha sido del orden de un 4%, pero se ha frenado durante la pasada década. El oscurecimiento global crea un efecto de enfriamiento que ha podido llevar a subestimar los efectos de los gases de efecto invernadero, enmascarando parcialmente el calentamiento global. Igualmente destacable son las múltiples realimentaciones en una u otra dirección, como los cambios en el albedo por la reducción de las nevadas, el aumento de la cantidad de vapor de agua o la emisión del metano contenido en el permafrost, la capa de hielo permanentemente congelada en los niveles superficiales del suelo de las regiones muy frías como la tundra.

La circulación atmosférica y las corrientes oceánicas distribuyen el calor, y podrían verse alteradas por el cambio climático. En un futuro aún más preocupante es lo que pueda suceder con la cinta transportadora oceánica, o circulación termohalina, el flujo de agua que transporta calor desde el Pacífico y el Índico hasta el Atlántico, donde sigue recibiendo calor en las latitudes tropicales, para acabar hundiéndose en el Atlántico Norte, retornando en niveles más profundos. Algunas corrientes oceánicas se deben a los vientos y a las mareas, pero otras se deben a las diferencias de temperaturas y a las concentraciones de sal. El cambio de las temperaturas y de la salinidad, por la fusión de los glaciares, podrían frenar o incluso eliminar esas corrientes tal y como las conocemos, algo todavía improbable en este siglo, pero que si llega a producirse tendría graves implicaciones sobre el clima, el ciclo del carbono (las aguas frías al hundirse arrastran grandes cantidades de dióxido de carbono), los nutrientes y la pesca. Las temperaturas de Europa, a igual latitud, son de 5ºC a 7ºC más cálidas que las mismas latitudes en el Pacífico.

Causas del cambio climático

Las causas son las emisiones de gases de invernadero ocasionadas por la extracción, producción, transformación, transporte y consumo de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), el transporte que emplea productos petrolíferos, la deforestación, la agricultura y la ganadería, y determinadas actividades industriales, como la fabricación de cemento.

Tras las emisiones, subyace un problema de equidad social y generacional. Los pobres apenas emiten, pero serán los que más sufran el cambio climático, al igual que las generaciones futuras, que no participan del consumo, pero padecerán las consecuencias, tanto de las emisiones como del agotamiento de recursos. En poco más de un siglo hemos consumido una parte considerable de los combustibles fósiles que la naturaleza tardó millones de años en formar, como hemos destruido los bosques, con la consiguiente pérdida irreversible de miles de especies y la funcionalidad de ecosistemas enteros.

La revolución industrial y el motor de combustión interna mejoraron hasta cotas insospechadas el bienestar material y la movilidad de una parte de la población (de unos más que de otros), pero a costa de alterar la composición química de la atmósfera y de iniciar un cambio en el clima, que sólo se podrá frenar con una profunda revolución en la forma de producir y consumir la energía que mueve la máquina económica.

La sostenibilidad es el único futuro posible, pero para enderezar el rumbo y frenar las emisiones habrá que sustituir sin prisa, pero sin pausa, los combustibles fósiles por energías renovables, a la vez que se mejora la eficiencia energética y, lo más difícil, las pautas de consumo de una parte de la población acostumbrada al despilfarro.
La sostenibilidad es también una ecuación con tres variables: población, consumo por habitante y tecnología. La trampa es hacer sólo hincapié en las tecnologías milagrosas que permitirán mantener y aumentar los insostenibles consumos de los privilegiados, la verdad incómoda de Al Gore y tantos otros, ese factor que se obvia porque los privilegiados no quieren renunciar a viviendas cada vez más grandes, automóviles cada más potentes y vacaciones en las cuatro esquinas del mundo. Consejos dan, que para sí no los tienen.
Tampoco se puede obviar la necesidad de acelerar la transición demográfica hacia la estabilización de la población, lo que requiere ineludiblemente repartir de forma más equitativa los recursos y las emisiones.

Las emisiones y el cambio climático son responsabilidad histórica del 15% de la población mundial, de esa parte de la población que en gran parte habita en Estados Unidos, Europa, Japón y Australia, y de las élites de los países del sur. Las emisiones de China e India crecen rápidamente, pero su responsabilidad histórica es mínima, porque hay que relacionar las emisiones con la población, y tener en cuenta las emisiones históricas del último siglo.

Entre 1950 y 2000 Estados Unidos emitió el 27% (con una población que sólo representa el 4,6% del total mundial), Canadá el 2%, Europa Occidental el 24%, la antigua Unión Soviética el 15%, Japón el 5% y Australia y Nueva Zelanda el 1%. Latinoamérica sólo emitió el 4% y África el 2,5%. El resto del mundo, incluidas China e India, emitieron algo menos del 20%. Las emisiones históricas son el factor básico a la hora de repartir responsabilidades y asumir obligaciones, como en parte se tuvo en cuenta en el llamado mandato de Berlín y en el Protocolo de Kyoto, al establecer sólo obligaciones de reducción de emisiones en los países industrializados. Cualquier acuerdo post Kyoto deberá considerar las emisiones históricas, aunque Estados Unidos pretende dejarlas de lado, como quedó reflejado en una resolución del Senado donde literalmente se dice que no harán nada mientras los países pobres no asuman igualmente obligaciones de reducción de emisiones, se supone que en porcentajes parecidos. La disculpa es evitar la fuga de industrias y empleos a los países que, como China, no tienen obligación de reducir sus emisiones en una primera etapa, una especie de dumping del carbono, aunque Estados Unidos emite por habitante seis veces más que China, 10 veces más que Brasil y 20 veces más que India.
El análisis regional es clave, pero cualquier estrategia de reducción debe analizar los sectores que las ocasionan. La producción de electricidad causa el 25%, el transporte por carretera el 12%, la industria el 10%, la agricultura y ganadería el 13%, la deforestación el 18%, los residuos el 4%, los procesos industriales distintos de la combustión como la fabricación de cemento el 3%, el transporte aéreo el 2%, las emisiones fugitivas el 4% y el resto corresponde al consumo doméstico y terciario de energía.

Es relativamente fácil reducir las emisiones de la generación de electricidad (sustituyendo centrales térmicas de carbón por centrales de ciclo combinado de gas natural que emiten la tercera parte por Kwh. producido, o aún mejor, parques eólicos que no emiten nada), pero es mucho más difícil actuar sobre el transporte. Lo único sensato es reducir la demanda, promover la ciudad densa y con mezcla de actividades, y el cambio modal (desplazamientos en transporte público o ferrocarril en lugar de automóviles o aviones).
Ciertas alternativas, como los biocombustibles de primera y segunda generación (agrocombustibles realmente) crean muchos más problemas de los que resuelven, y el hidrógeno tardará mucho antes de que pueda producirse a costes razonables y a partir de las energías renovables. Claro que los biocombustibles permiten mantener un modelo insostenible de transporte en base al automóvil privado, y por eso se promueven, aunque sea a costa de poner en riesgo la seguridad alimentaria, esquilmar los ecosistemas, destruir la biodiversidad y ocupar las tierras necesarias para producir alimentos o destinarlas a otros usos no menos esenciales.

El transporte aéreo en términos porcentuales apenas llega al 2%, pero sus emisiones han crecido un 205% entre 1975 y 2003, y el crecimiento se acelerará en los próximos años, debido en buena parte a las compañías de bajo coste y al abaratamiento de las tarifas, que no reflejan el coste ambiental de sus emisiones de dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno y las estelas que dejan, además del ruido y el enorme impacto de los aeropuertos sobre las poblaciones vecinas. De hecho, el keroseno de los vuelos internacionales está exento de impuestos. Las medidas voluntarias de "donar" pequeñas cantidades para plantar árboles que compensen las emisiones sirven de poco, excepto para tranquilizar la mala conciencia de algunos, y lo único razonable es penalizar fiscalmente los desplazamientos en avión y renunciar a todos los trayectos no necesarios en la era de Internet y las videoconferencias.

Consecuencias del cambio climático

En el pasado los cambios del clima se debieron a los ciclos del sol, a los cambios en la órbita de la Tierra o a erupciones volcánicas, factores que siguen presentes, pero por primera vez en la historia de la Tierra las actividades humanas (consumo de combustibles fósiles y deforestación, nuevos productos químicos que destruyen la capa de ozono como los CFC o que son potentes gases de efecto invernadero) son capaces de alterar el clima y de variar la composición química de la atmósfera.

Los signos del cambio climático apenas se han hecho notar, debido al efecto de enfriamiento de otros contaminantes como los aerosoles, pero ya asistimos a los primeros signos, como las olas de calor, la desaparición de numerosos glaciares de montaña y la subida del nivel del mar.

Los ecosistemas, al igual que la agricultura y múltiples actividades, están adaptados a unas determinadas condiciones, fruto de una larga adaptación evolutiva. La subida de las temperaturas, el aumento del nivel mar, la alteración del régimen de lluvias, de humedad y de vientos, en un plazo de tiempo relativamente corto, tendrá graves implicaciones, que apenas estamos empezando a entender. Para intentarlo, los modelos climáticos cada vez son más sofisticados y reconstruyen con mayor precisión lo que pueda suceder, a partir del análisis de los climas del pasado.

En general, lloverá más, pero dónde, es otra cuestión: en ciertas zonas lloverá mucho más y en otras mucho menos. La región mediterránea, incluida España, muy probablemente sufrirá aún mayores sequías, sobre todo en verano. Pero con toda seguridad aumentarán las temperaturas y es probable que se agraven las olas de calor, tan perjudiciales para la salud, como la que afectó a Europa en el verano de 2003. Es probable, aunque hay menos certidumbres, que aumenten los ciclones y huracanes. Las poblaciones pobres, que no tienen ninguna responsabilidad en las emisiones, serán las más afectadas. Bangladesh, donde los ciclones han matado a medio millón de personas desde 1970, y el Sahel, con sus lacerantes hambrunas y una pobreza extrema, son los paradigmas de esta nueva realidad.


El último informe del Grupo Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) vaticina que hay una gran probabilidad de que el calentamiento provoque que hacia 2020 entre 75 y 250 millones de africanos sufran escasez de agua y, en varios países, las cosechas se reducirán un 50%, agravando la crisis alimentaria. En 2080, las tierras áridas y semiáridas en África aumentarán entre un 5 y un 8%.
En Asia en 2050 se reducirá la disponibilidad de agua dulce, especialmente en las cuencas de los grandes ríos. Las pobladas regiones de los deltas de los ríos en el sur, este y sureste asiático, peligrarán por la subida del nivel del mar. Aumentarán las enfermedades asociadas con las inundaciones.

Australia y Nueva Zelanda sufrirán una pérdida significativa de biodiversidad en la Gran Barrera de Coral. Los problemas hídricos empeorarán en el sur y este de Australia y en Nueva Zelanda, afectando a la producción agrícola, ganadera y forestal. Los incendios forestales aumentarán de virulencia, al igual que las sequías cíclicas.

En Europa el cambio climático acentuará las diferencias regionales en el acceso a los recursos naturales. Aumentará el riesgo de inundaciones en numerosas zonas y crecerá la erosión y la desertificación en el sur de Europa. Igualmente retrocederán los glaciares de los Alpes y los Pirineos. El sur de Europa (España, Italia y Grecia) será la zona más afectada, a causa del aumento de las temperaturas y la sequía, la disminución de los recursos hídricos y los incendios forestales, reduciendo la producción hidráulica y la producción agrícola, afectando negativamente al turismo. Las olas de calor estivales afectarán a la salud de la población más desfavorecida, sobre todo los ancianos y los enfermos crónicos.
En Suramérica hacia mediados de siglo se producirá una gradual sustitución del bosque tropical húmedo por sabanas en la Amazonia oriental, con una gran pérdida de biodiversidad e importantes alteraciones en el ciclo hidrológico del que depende el importante sector agrícola y ganadero. La desaparición de los glaciares andinos afectará al suministro de agua y a la producción hidráulica.
En Norteamérica el calentamiento de las montañas Rocosas provocará inundaciones en invierno y descenso del caudal de los ríos en verano. En las primeras décadas del siglo, un moderado calentamiento será positivo para la agricultura, con aumentos de las cosechas del 5 al 20%, pero con importantes variaciones regionales. Las olas de calor empeorarán los problemas sanitarios, al igual que en el sur de Europa.

Las regiones polares serán de las más afectadas, a causa de la reducción del espesor del hielo, el aumento del nivel del mar y cambios en los ecosistemas, con graves efectos en las aves migratorias, mamíferos y grandes depredadores, y en las poblaciones indígenas que dependen de la pesca y la caza. Los pequeños estados isleños sufrirán el aumento del nivel del mar, la escasez de agua, las inundaciones y los fenómenos meteorológicos extremos.
El cambio climático acelerará la pérdida de biodiversidad en todo el mundo. Pequeñas variaciones en las temperaturas y en las precipitaciones pueden alterar complejos ecosistemas, sustentados sobre la interdependencia de miles de especies. La subida del nivel del mar afectará a manglares, arrecifes de coral, estuarios y sistemas dunares costeros.

Para afrontar el cambio climático se necesitaría una migración sin precedentes de plantas y animales, tanto en altitud como en latitud, una migración hoy imposibilitada por carreteras, campos de cultivo y todo tipo de barreras. La creación de corredores biológicos que conecten los ecosistemas, es una de las medidas de adaptación más apremiantes. Muchas especies podrán emigrar, pero otras muchas, como las situadas en las cumbres de las montañas o en las zonas árticas, no podrán hacerlo. La destrucción o la alteración de ecosistemas tendrán efectos realimentadores, al liberar el carbono acumulado en el suelo o en la vegetación, o el metano del permafrost de la tundra. La pérdida de especies a su vez reducirá las opciones de adaptación a nuevas situaciones. Igualmente proliferarán la invasión de especies alóctonas y oportunistas, así como las plagas. De hecho, el invierno y las bajas temperaturas son el mejor plaguicida y la forma óptima de mantener a raya a multitud de insectos y roedores, que ahora sobrevivirán en mayor número y extenderán su rango de acción a nuevas zonas.

El cambio climático supone una gran amenaza para el abastecimiento del agua, al cambiar el régimen de precipitaciones, acentuar los fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones, al aumentar la evapotranspiración y fundir los glaciares y las nieves que regulan los caudales de los ríos en épocas estivales. Una pequeña reducción de las precipitaciones, junto con el aumento de las temperaturas y la necesidad de mayor dotación hídrica de los regadíos, por el aumento de la evapotranspiración, reduciría de manera drástica la escorrentía y el caudal de los ríos. Los países más afectados serán los más pobres y localizados en las regiones secas.

Los efectos en la agricultura son complejos, y de hecho ésta siempre se ha adaptado a las demandas o a las circunstancias cambiantes. En algunos casos supondrá un aumento de la producción, al permitir cultivar zonas hoy muy frías de Rusia y Canadá, prolongar la época de crecimiento y reducirse las heladas, además del efecto fertilizador en algunas especies de plantas del aumento de las concentraciones de dióxido de carbono. Pero en otras zonas los efectos pueden ser graves, por el estrés térmico, la falta de agua, la erosión al abundar los fenómenos extremos y la extensión de plagas y enfermedades, que sobrevivirán a los fríos del invierno. Los peores efectos se darán en algunas zonas tropicales y subtropicales, donde vive la mayor parte de la población del Tercer Mundo.

El cambio climático puede afectar negativamente a la salud de la población, tanto por las olas de calor, como por ciertas enfermedades, que verán ampliado su radio de acción. El régimen de precipitaciones, la humedad y la temperatura, tienen una influencia determinante en la distribución de los agentes patógenos y transmisores que extienden ciertas enfermedades.

La subida prevista del nivel del mar puede afectar a millones de personas: cerca de cien millones viven a menos de un metro sobre el nivel del mar, y el 40% de la población mundial vive a menos de 100 km de la costa, en el área de influencia de temporales costeros, como la gota fría que afecta muchos años a las regiones mediterráneas, o el huracán Katrina que inundó Nueva Orleáns. La intrusión salina afectará a los ya sobreexplotados acuíferos costeros, reduciendo el abastecimiento de agua. También habrá que realizar enormes inversiones para mantener los puertos y otras costosas infraestructuras. Por cada centímetro que aumente el nivel del mar, desaparecerá un metro de playa, afectando de esta manera a una de las principales atracciones turísticas en países como España o Grecia. Muchas de las mayores ciudades del mundo están en la costa, ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Buenos Aires, Río de Janeiro, Barcelona, Valencia, Venecia, Londres, Lisboa, Lagos, Mumbai, Tokio o Shangai.

Cambiar de políticas para evitar el cambio climático

Los desafíos de mitigar (reducir las emisiones) y adaptarse al cambio climático no tienen precedentes en la historia, y no podrá hacerse sin la cooperación y el acuerdo de la mayoría de los países, al ser la atmósfera un recurso común a donde van a parar las emisiones, cualquiera que sea el lugar en donde se hayan producido, afectando a todos.

Ya se ha transitado un buen trecho, desde la Conferencia de Toronto en 1988, el Convenio Marco de Cambio Climático en 1992 en Río, el Protocolo de Kyoto de 1997 y las negociaciones actuales, pero queda un camino aún más largo, hasta lograr reducir las emisiones actuales de un 60% a un 80%, que es lo necesario para evitar las repercusiones más graves del posible cambio climático.
Las diversas administraciones deben establecer planes claros para reducir las emisiones, incluyendo instrumentos fiscales (impuestos sobre las energías no renovables, incentivos a las renovables y a la eficiencia), supresión de las subvenciones a los combustibles fósiles y los presupuestos para llevarlos a cabo. Entre otras medidas se deben reducir los incendios forestales y la emisión de gases de invernadero, como el metano y el óxido nitroso, así como la producción y consumo de cemento, una de las principales fuentes de emisión de CO2, agravada por la construcción de autovías, carreteras y otras infraestructuras.

Una política de repoblaciones forestales con especies autóctonas de árboles y arbustos, en las zonas adecuadas, retiraría de la atmósfera grandes cantidades de CO2, frenaría la erosión, las inundaciones y las sequías, dado el efecto esponja de los bosques. Pero los bosques y los mares, aún actuando como sumideros, son incapaces de retirar la cantidad actual de CO2 emitida anualmente.
La reducción del consumo de carne, del empleo de fertilizantes, de las fugas de metano en la minería de carbón y en la red de gasoductos, o de la cantidad de residuos, es fácil de realizar. La fabricación de nailon y la de ácido nítrico son responsables de parte de las emisiones antropogénicas de óxido nitroso. La eliminación de los HFC no plantea ningún problema, pues hay alternativas viables y baratas, como el butano y propano (tecnología greenfreeze).
Los residuos generan importantes emisiones de metano. La reducción de la producción de residuos, el reciclaje, la prohibición de la incineración, el aprovechamiento de la materia orgánica para producir compost y el aprovechamiento del metano en los vertederos, son algunas de las medidas de una política de residuos adaptada al cambio climático.

El aumento de la eficiencia en los nuevos vehículos, y algunos programas para emplear gas natural y biocombustibles, sólo reducirán en un pequeño porcentaje el aumento previsto de las emisiones en el transporte. La reducción de los consumos unitarios de los vehículos, actuando sobre ellos o sobre la forma de utilizarlos, es necesaria pero insuficiente. Tanto o más importante es la reorientación hacia los modos más eficientes, como el ferrocarril, el transporte público y los modos no motorizados, y las actuaciones encaminadas a la gestión de la demanda y la moderación de la movilidad.

La política municipal debe ir encaminada a reducir la demanda, promoviendo la ciudad mediterránea densa, compacta y con mezcla de actividades, con barrios donde viviendas, trabajo y servicios estén próximos en el espacio, aminorando la segregación espacial y social de las ciudades, y limitando el crecimiento de las grandes áreas metropolitanas. El planeamiento urbanístico y territorial debe ir encaminado a promover la mezcla de actividades, y no la segregación, y a posibilitar la movilidad en transporte público, evitando los crecimientos urbanos y turísticos que consumen gran cantidad de espacio. El ferrocarril debería elevar su participación, pero para ello se requiere una clara voluntad política, materializada en las inversiones necesarias para mejorar el conjunto de la red, la seguridad, la gestión y los servicios, elevando las tarifas en una proporción inferior al del Índice de Precios al Consumo. Una política decidida, clara y bien estructurada, para reducir la necesidad de desplazarse, que no su posibilidad, y para orientar la demanda hacia los modos más eficientes de transporte, significaría una sensible reducción del consumo de energía, de la contaminación atmosférica y del ruido, menor ocupación de espacio, reducción del tiempo empleado en desplazarse, menor número de accidentes, inversiones más reducidas en la infraestructura viaria y una mejora general de la habitabilidad de las ciudades.

La eficiencia energética es la obtención de los mismos bienes y servicios energéticos, pero con mucha menos energía, con la misma o mayor calidad de vida, con menos contaminación, a un precio inferior al actual, alargando la vida de los recursos y con menos conflictos. Al requerirse menos inversiones en nuevas centrales y en aumento de la oferta, la eficiencia ayuda a reducir la deuda externa, el déficit público, los tipos de interés y el déficit comercial. La eficiencia energética debería incrementarse en un 2,5% anual. Las tecnologías eficientes, desde ventanas aislantes o lámparas fluorescentes compactas a vehículos capaces de recorrer 100 kilómetros con tres o menos litros de gasolina, o la cogeneración, permiten ya hoy proporcionar los mismos servicios con la mitad del consumo energético, a un coste menor. La cogeneración (producción simultánea de calor y electricidad), la mejora de los procesos y de los productos, el reciclaje y la reorientación de la producción hacia productos menos intensivos en energía, con mayor valor añadido, menos contaminantes, generadores de empleo y socialmente útiles, deben ser desarrollados. Las tecnologías hoy ya disponibles permitirán a la industria ahorrar entre el 10% y el 27% de su consumo actual de energía, según sectores, con una media del 16%. Los ahorros posibles en los usos domésticos y en los servicios podrían reducir a la mitad los consumos, con medidas como el aislamiento térmico, electrodomésticos más eficientes y las lámparas fluorescentes compactas.

Para aumentar la eficiencia es necesario que los precios energéticos reflejen todos sus costes, lo que no sucede en la actualidad. La reforma ecológica de la fiscalidad es uno de los instrumentos económicos clave para avanza hacia la sostenibilidad y frenar el cambio climático. La implantación de ecotasas, cuya recaudación se destine a mejorar la eficiencia y el empleo de energías renovables, es una necesidad acuciante, pero las ecotasas son sólo un primer paso de lo que debería ser una ambiciosa reforma ecológica de la fiscalidad, finalista o recaudatoria. La imposición de un etiquetado energético obligatorio de los aparatos eléctricos, y la reforma de las normas de edificación para mejorar el aislamiento térmico, pueden reducir el consuno de energía en el sector residencial. Se deben promover los programas de Gestión de la Demanda, encaminados a aumentar la eficiencia y a prestar los mismos servicios con un consumo menor, más megavatios y menos megavatios. La Planificación Integrada de Recursos, o Planificación al Menor Coste, tienen como fin evitar el crecimiento del consumo energético al tiempo que se satisfacen los servicios que precisa la sociedad, y se debe implantar de forma real, especialmente en el sector eléctrico.
Las energías renovables podrían solucionar muchos de los problemas ambientales, como el cambio climático, los residuos radiactivos, las lluvias ácidas y la contaminación atmosférica. Las energías renovables podrían cubrir algo más de un tercio del consumo de electricidad en pocos años, y a largo plazo permitirán reducir las emisiones de dióxido de carbono, avanzando hacia un modelo energético "descarbonizado".

La producción de hidrógeno es un proceso aún inmaduro tecnológicamente y cuya viabilidad económica es necesario demostrar, lo que requerirá enormes inversiones en investigación; cuando se logre producir hidrógeno comercialmente, a precios competitivos, y a partir de dos factores tan abundantes como son el agua y la energía solar, los problemas energéticos y ambientales quedarían resueltos, pues el hidrógeno, a diferencia de otros combustibles, no es contaminante. En cualquier caso una economía basada en el hidrógeno como combustible secundario es un objetivo aún muy lejano e incierto. El hidrógeno servirá para almacenar la energía solar y eólica cuando no haya sol o no sople el viento, y alimentará a las pilas de combustible hoy en desarrollo, y que en un futuro no muy lejano puede llegar a ser una importante fuente de producción descentralizada de electricidad a pequeña escala, sin apenas impactos ambientales. Las pilas de combustible también sustituirán a los motores de combustión interna de los automóviles.
Pero también existen soluciones duras, y que nos conducen a perpetuar la insostenibilidad ambiental y social, y son quizás las que van a ser promovidas con mayor entusiasmo por los que quieren que el cambio climático no suponga ningún cambio sustancial. Los agrocombustibles, la energía nuclear de fisión y de fusión y la captación y almacenamiento de carbono, para explotar las grandes reservas de carbón y otros hidrocarburos no convencionales, son las opciones preferidas por quienes crearon y alimentaron la insostenibilidad, cuyo mejor ejemplo es el propio cambio climático.

www.ecoportal.net

Artículo publicado en la revista World Watch Nº 28
http://www.nodo50.org/worldwatch/

LOS ANIMALES, MIS HERMANOS.....


Los animales, mis hermanos
por Edgar Kupfer-Koberwitz


Las siguientes páginas fueron escritas en el Campo de Concentración de Dachau, en medio de toda clase de crueldades. Fueron garabateadas furtivamente en un hospital cuartel donde permanecí durante mi enfermedad, en un tiempo en que la Muerte nos acechaba día tras día, cuando perdimos a doce mil en cuatro meses y medio.

Querido amigo:

Querías saber por qué no como carne y te preguntas por las razones de mi comportamiento. Tal vez pienses que hice una promesa - alguna clase de penitencia - negándome los gloriosos placeres de comer carne. Recuerdas los jugosos filetes, los pescados suculentos, las maravillosas salsas, el jamón exquisitamente ahumado y mil maravillas preparadas con carne, deleitando a millares de paladares humanos; ciertamente, recordarás la exquisitez del pollo asado. Ahora que yo rechazo todo esos placeres, tú piensas que sólo la penitencia, o un voto solemne, un gran sacrificio, podría negarme esa manera de disfrutar de la vida, e inducirme a soportar tan gran renuncia.

Con aspecto asombrado, me preguntas: "Pero, ¿por qué y para qué?" Y crees que casi adivinas el auténtico motivo. Pero si ahora trato de explicarte las verdaderas razones en una breve frase, te asombrarás, una vez más, de lo lejos que se hallaba tu conjetura de mis motivos reales. Escucha lo que tengo que decirte:

- Me niego a comer animales porque no puedo alimentarme del sufrimiento y la muerte de otras criaturas. Me niego a hacerlo, porque yo mismo sufrí de una forma tan dolorosa que puedo sentir el dolor de otros al recordar mis propios sufrimientos.

- Yo me siento feliz, nadie me persigue; ¿por qué iba yo a perseguir a otros seres o a hacer que fueran perseguidos?

- Yo me siento feliz, no soy un prisionero, soy libre; ¿por qué iba yo a hacer que otras criaturas fueran apresadas y metidas en la cárcel?

- Yo me siento feliz, nadie me lastima; ¿por qué iba yo a lastimar a otras criaturas o a hacer que las lastimaran?

- Yo me siento feliz, nadie me mata; ¿por qué iba yo a herir o a matar a otras criaturas o hacer que las hiriesen o las matasen por mi placer y conveniencia?

- ¿No es sencillamente algo natural, el que yo no inflija en otras criaturas aquello que, espero y temo, nunca será infligido en mí? ¿No sería muy injusto hacer tales cosas sin otro propósito que el de gozar de un frívolo placer físico a costa del sufrimiento de otros, de la muerte de otros?

Estas criaturas son más pequeñas y más indefensas que yo, pero ¿puedes imaginar a un hombre razonable, de nobles sentimientos, que quisiera basar en tal diferencia su exigencia o derecho a abusar de la debilidad y la pequeñez de otros? ¿No crees que la obligación del más grande, el más fuerte, el superior, es la de proteger a las criaturas más débiles en vez de perseguirlas, en vez de la matarlas? "Noblesse oblige." Yo quiero actuar de una manera noble.

Recuerdo la horrible época de la inquisición, y me entristece advertir que el tiempo de los tribunales para herejes todavía no ha terminado, que día tras días, los hombres cocinan en agua hirviendo a otras criaturas que son irremediablemente entregadas a las manos de sus torturadores. Me horroriza la idea de que tales hombres son personas civilizadas, no toscos bárbaros ni nativos. Pero a pesar de todo, sólo están primitivamente civilizados, primitivamente adaptados a su entorno cultural. El europeo medio, rebosante de sabias ideas y discursos hermosos, comete, sonriente, toda clase de crueldades, no porque esté obligado a hacerlo, sino porque quiere hacerlo. No porque carezca de la facultad para rechazar y para darse cuenta de las cosas espantosas que está llevando a cabo. ¡Ah, no! Sólo porque no quieren ver los hechos. De otro modo, sus placeres les inquietarían y preocuparían.

Es muy natural lo que la gente te dice. ¿Cómo podrían hacer otra cosa? Les oigo hablar acerca de experiencias, de utilidades, y sé que consideran ciertos actos relacionados con la matanza como algo inevitable. Tal vez hayan conseguido convencerte. Lo adivino por tu carta.

Considerando sólo las necesidades, uno incluso puede, quizás, estar de acuerdo con tales personas. ¿Pero, existe realmente tal necesidad? La tesis puede ser refutada. Quizás exista todavía alguna clase de necesidad para esas personas que todavía no se han desarrollado como personalidades plenamente conscientes. Yo no les predico a ellos. Te escribo esta carta a ti, a un individuo ya despierto que controla racionalmente sus impulsos, que se siente responsable — interna y externamente — de sus actos, que sabe que nuestro tribunal supremo descansa en la conciencia. No hay jurisdicción de apelación en su contra.

¿Existe alguna necesidad por la que un hombre completamente autoconsciente pueda ser inducido a matar? Si la respuesta fuese afirmativa, cada individuo tendría el valor para hacerlo con sus propias manos. Evidentemente, es una forma miserable de cobardía pagar a otras personas por realizar el trabajo de mancharse de sangre, del que el hombre normal se abstiene lleno horror y consternación. A tales sirvientes se les da algunas monedas por su sangriento trabajo, y se les compra las partes deseadas del animal asesinado — si es posible, dispuesto de tal manera que ya no nos recuerde a las incómodas circunstancias, ni al animal, ni a que ha sido matado, ni al derramamiento de sangre.

Pienso que los hombres serán asesinados y serán torturados mientras los animales sean asesinados y torturados. También seguirá habiendo guerras. Porque el asesinato se debe entrenar y perfeccionar en objetos más pequeños, moral y técnicamente. No veo ninguna razón para sentirse ultrajado por lo que otros hacen, ni tampoco por sus grandes ni por sus pequeños actos de violencia y de crueldad. Pero creo que es el momento de sentirnos ultrajados por todos los grandes y pequeños actos de la violencia y de crueldad que nosotros realizamos. Y dado que es mucho más fácil ganar las batallas pequeñas que las grandes, opino que primero deberíamos tratar de superar nuestra propia tendencia a la violencia y la crueldad más pequeña, para evitarlas, o mejor, para vencerlas de una vez para siempre. Entonces llegará el día en que nos resultará sencillo luchar y vencer incluso las grandes crueldades.

Pero seguimos durmiendo, todos nosotros, en hábitos y actitudes heredadas. Son como una grasienta y jugosa salsa que nos ayuda a tragar nuestras propias crueldades sin saborear su amargura.

No tengo la intención de señalar con el dedo a éste y a aquél, a personas concretas y situaciones concretas. Creo que mi deber es más bien remover mi propia conciencia en asuntos más pequeños, tratar de entender mejor a otras personas, para hacerme mejor y menos egoísta. ¿Por qué razón debería ser imposible, entonces, actuar del mismo modo con respecto a asuntos más importantes?

Ésa es la cuestión: quiero crecer en un mundo mejor, en el que una ley más elevada garantice más felicidad, en un mundo nuevo donde reine el mandamiento de Dios: Amaos los unos a los otros.

Edgar Kupfer fue encarcelado en el campo de concentración de Dachau en 1940. En sus últimos 3 años en Dachau obtuvo un trabajo administrativo en el almacén del campo de concentración. Esto le permitió mantener un diario secreto en pedacitos robados de papel y trozos de lápiz. Enterró sus escritos y cuando Dachau fue liberado el 29 de abril de 1945 los reunió de nuevo. Los "Diarios de Dachau" se publicaron en 1956. De entre sus notas de Dachau, Kupfer escribió un ensayo sobre vegetarianismo que se tradujo al inglés. Todavía se conserva una copia al carbón de este ensayo de 38 páginas con los Diarios originales de Dachau en la Colección Especial de la Biblioteca de la Universidad de Chicago

Libertad de prensa y medios alternativos


Libertad de prensa y medios alternativos

La verdad se impone porque la mentira tiene piernas cortas

Tomado de <> www.farcep.org

Un concepto sobre libertad



La libertad de prensa es quizás uno de los temas trajinados en alta
intensidad por todos los medios de comunicación y puede significar diversas
situaciones ocurridas o por suceder en determinado tiempo y espacio o lugar
del mundo, de tal manera que es una especie de prenda que le sirve a todos y
puede dársele la connotación que se quiera, según el propósito a que esté
destinada.

Esta libertad, como cualquiera otra, es relativa, porque el principio
universal del comportamiento humano, en este terreno, nos está indicando que
el derecho de uno llega hasta donde comienza el derecho del otro. En
consecuencia, toda conducta que se derive de ella, se encuentra enmarcada en
el principio mencionado.

La libertad de expresión

La libertad de expresión, es un concepto más amplio, independientemente del
medio que se emplee para ello y tiene que ver con la responsabilidad
individual del ente emisor frente a las personas naturales o jurídicas,
frente al Estado, las costumbres, la ética y la moral imperantes en la
sociedad dada, desde donde se produce.

En consecuencia, tanto la libertad de expresión como la de prensa,
necesariamente llevan el sello ideológico, según la posición de clase social
expresada en su contenido. Hacen parte pues de las contradicciones objetivas
y subjetivas presentes en el contexto social donde aparecen, siendo
imposible verlas en un marco de pureza ideal o neutral inexistentes.

Importancia de los medios

Los medios de comunicación modernos han adquirido importancia cardinal por
la diversidad de posibilidades que ofrece la tecnología y a través de ellos
se expresan con fuerza inusitada la posición del emisor, según los intereses
que defienda y los fines perseguidos a través de la difusión de las ideas y
los acontecimientos que se narren.

Estos medios, vistos simplemente como herramientas del trabajo social, a
pesar de los avances científicos para hacerlos poderosos y eficaces en la
trasmisión del pensamiento, son independientes y existen objetivamente fuera
de la voluntad del hombre que los utiliza.

Es, en consecuencia, la apropiación de esos medios, la utilización de ellos
por determinadas clases sociales, por la sociedad dada en su conjunto y por
la orientación ideológica y política que impere en dicha sociedad, lo que al
fin y al cabo determina la naturaleza y el resultado de su uso, en beneficio
de unas clases y en perjuicio de otras.

El análisis de estos dos elementos

Si queremos hacer un análisis certero sobre la libertad de prensa y la
libertad de expresión, se nos impone la necesidad de examinar todos los
elementos que se mueven en torno a estos conceptos, los medios, mecanismos,
tecnología, propiedad, dependencia y relaciones de las personas que actúan
en ellos, los fines e intereses que se defienden por las empresas dueñas de
las herramientas.

Si es verdad que el hombre piensa como vive, las relaciones de clase
presentes en los medios de comunicación, tienen necesariamente que ser
contradictorias y es allí, en el desarrollo de esa confrontación, donde
podemos encontrar y analizar la conducta de cada uno de sus componentes:
propietarios, posición económica, trabajadores directos e indirectos, los
efectos de esas conductas en el contexto de la sociedad dada y las matrices
de opinión que producen.

Siguiendo estas premisas, veamos algunos ejemplos:

"De nada nos sirve que tengamos un comité (gubernamental) de protección a
periodistas, si el presidente de la república, a través de sus
declaraciones, los pone en riesgo" Carlos Cortés, Fundación para la Libertad
de Prensa, Colombia. (BBC Mundo).

En estos días, han salido de Colombia, por amenazas de muerte, los
periodistas William Parra, Corresponsal de Telesur, Gonzalo Guillén del
Nuevo Herald y Hollman Morris, director de un programa de televisión.

"Me parece que hay una gran confabulación de sectores económicos y fuerzas
gubernamentales para impedir que las dos caras del conflicto puedan ser
escuchadas por la opinión pública" Jorge Enrique Botero, corresponsal en
Colombia de La Jornada.

Los medios y la guerra

En la actualidad, para el desarrollo de cualquier conflicto bélico, al
interior de un país o a nivel internacional, es absolutamente indispensable
el uso de los medios de comunicación como elemento de guerra que se encarga
de crear opiniones públicas a favor de los contendientes, antes de que
estalle la guerra, durante ella y aún después.

Por ello en Colombia existen los departamentos CINCO, en la estructura de
las Fuerzas Armadas oficiales, para el desarrollo de las tareas de
propaganda que cubran las atrocidades cometidas por el Estado en la
aplicación de la Doctrina de la Seguridad Nacional (Terrorismo de Estado)

Los medios alternativos

Aquí es donde entran a jugar importante papel los medios alternativos, que
surgen como expresión de la legítima defensa colectiva de la sociedad ante
las arbitrariedades del Estado, los monopolios, las trasnacionales y el
imperialismo.

Estos medios expresan también su posición de clase y definen claramente los
intereses que defienden y la sociedad que reclaman legítimamente. En casi
todos los países del mundo, han surgido de diversa forma, desde
publicaciones y emisoras clandestinas hasta las páginas de internet.

La guerra civil que vive Colombia desde hace más de cincuenta años, cuya
expresión de clase más genuina radica en la existencia de la guerrilla de
las FARC-EP, que defiende los intereses populares se apoya en la "guerra de
guerrillas" que se da también en el ciberespacio, en las publicaciones
impresas, en el uso de emisoras y en el ejercicio del periodismo y los
diferentes medios de comunicación.

Gracias al avance de la tecnología, las noticias vuelan de un lado al otro
del mundo y los actos criminales de oscuros personajes como el presidente
actual de Colombia, salen a la luz pública y son condenados
internacionalmente, como las masacres de Mapiripan en el Departamento del
Meta o la de Cajamarca en el Tolima.

La verdad se impone, porque la mentira tiene piernas cortas

Finalmente hay que decir que en la vida moderna, aumenta la posibilidad de
conocer la verdad real de los acontecimientos, como por ejemplo lo sucedido
en Venezuela en abril de 2002 pues los asesinatos cometidos por la derecha
fascista en el golpe de Estado, quedaron plenamente al descubierto.

En este descubrimiento jugaron papel importante, los medios y herramientas
en manos populares, como cámaras de video, fotografías, testimonios, libros,
periódicos, publicaciones alternativas y páginas de internet.

Diciembre 12 de 2007

El "patio trasero" se emancipa ¿Washington perdió a América Latina?


El "patio trasero" se emancipa ¿Washington perdió a América Latina?


Janette Habel
Le Monde Diplomatique (Edición francesa)

Traducción del francés para Rebelión de Rocio Gajardo F., revisada por Gloria Verges



¿Por qué abrió la embajada estadounidense una serie de "consulados satélites" en cinco estados de Venezuela productores de hidrocarburos? ¿Por qué intenta el Pentágono reactivar el aeropuerto militar Mariscal Estigarribia, en el Chaco paraguayo, a unas decenas de minutos de vuelo de Bolivia? Desde fines de los años 90, viene siendo puesto en apuros en América Latina. El proyecto del gran mercado que va desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, la Zona de Libre intercambio de las Américas, no tuvo éxito. En su lugar aparecieron gobiernos de izquierda, moderados y radicales, una alianza energética Venezuela-Bolivia-Argentina, el Banco del Sur que pone en jaque al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, la Alternativa Bolivarina de las Américas (Bolivia, Cuba, Nicaragua, Venezuela), el esbozo de un socialismo del siglo XXI en Caracas, La Paz y Quito… Washington intenta encauzar esta iniciativa promoviendo numerosos tratados de libre comercio, legitimando un "derecho de ingerencia democrático" y reforzando la cooperación militar en nombre de la guerra contra el terrorismo y el narcotráfico, en defensa de… la democracia de mercado.

"América Latina es un continente perdido". La afirmación pertenece a Moises Naim, director de la revista Foreign Policy. Menos categórico, el presidente del Inter-American Dialogue, Peter Hakim, no formula en menor grado la misma inquietud cuando se pregunta : ¿Washington está perdiendo a América Latina?[i]. Desde hace un decenio los Estados Unidos tuvieron que soportar varios reveses en este rincón del mundo. El rechazo de las políticas neoliberales llevó al poder a coaliciones de izquierda, radicales o moderadas, marcando en diferentes grados su independencia. En abril 2002, fracasó el golpe de Estado contra el presidente venezolano Hugo Chávez. Luego, a pesar de las presiones del departamento de Estado, la fuerza del movimiento indígena llevó a Evo Morales al poder en Bolivia. A pesar de haber ejercido presiones de todo tipo, Estados Unidos no pudo impedir la elección de Daniel Ortega en Nicaragua o en Ecuador la de Rafael Correa[ii].

¿Entonces será necesario intervenir de forma más enérgica? El fracaso de la expedición en Irak hace poco probable, al menos por un tiempo, una envestida militar directa en otro frente.

Sin embargo, a pesar del rechazo generalizado que sufre, lo esencial del marco neoliberal permanece instalado. No es menos cierto que, lanzada con gran pompa por William Clinton durante una cumbre de las Américas realizada en Miami a fines del año 1994, la zona de libre comercio de las Américas (ALCA), el gran mercado americano, no ha podido ver el día. No obstante, según Carlos Gutiérrez, secretario estadounidense de comercio, las empresas estadounidenses invirtieron 353 mil millones de dólares en América Latina y el Caribe en el año 2005. Sus filiales emplean a 600 mil personas. En el 2006, las exportaciones estadounidenses aumentaron un 12,7% y las importaciones un 10,5%.

El fracaso del ALCA no debe ocultar los avances en acuerdos bilaterales o multilaterales, el particular a través de los tratados de libre comercio (TLC). Puesto que la atracción del mercado estadounidense constituye una poderosa ventaja "nuestro país debe encontrar en las relaciones con todos los países del mundo, y particularmente con los EE.UU., la fuerza que su tamaño no le otorga" afirma el ministro uruguayo de economía, seducido por un TLC con los EE.UU., del cual una de las consecuencias sería un conflicto con el MERCOSUR, lo que no dejaría de agradar a los EE.UU. Aun clasificadas de centro izquierda, las élites latinoamericanas están dispuestas a capitular frente a la ofensiva neoliberal.

Con el tiempo el campo político de los TLC se amplió. Una nueva etapa en la integración continental – versión norteamericana- fue superada el 23 de marzo del 2005 en Waco, Texas. La Asociación para la Seguridad y la Prosperidad norteamericana consagra la creación de una comunidad económica de seguridad entre los EE.UU., Canadá y México. Para el jurista Guy Mazet, "la novedad de este acuerdo radica en la introducción de la noción de seguridad en la lógica de los procesos económicos y comerciales, y en la institucionalización del poder de las empresas y del sector privado que se imponen a las políticas públicas"[iii].

Podemos preguntarnos cuál legitimidad jurídica tiene este acuerdo negociado al margen de los parlamentos nacionales. "El sector privado utiliza el marco internacional para obtener una influencia más importante sobre las políticas nacionales" constata Mazet.

El investigador estadounidense Craig Van Grasstek ha establecido que todos los países que integraron la coalición de voluntarios (coalition of the willing) en Irak benefician de un TLC con los EE.UU. También es el caso de países de América latina que, como Colombia, Ecuador antes de la elección de Rafael Correa, Perú, Costa Rica o Guatemala se retiraron del grupo de los 20 (G20)[iv]. La publicación por el periódico El País del proceso verbal de las conversaciones entre George W. Bush y José Maria Aznar[v], en febrero del 2005, reveló la brutalidad del chantaje del presidente estadounidense hacia los países reticentes a apoyar una intervención militar en Irak. "Lo que está en juego es la seguridad de los Estados Unidos, declaraba entonces Bush. Lagos (el presidente chileno) debe saber que el TLC con Chile espera su confirmación en el senado. Un actitud negativa podría poner en peligro su ratificación"

Una dominación más consensual

También Michelle Bachelet, a pesar de ser favorable a una alianza estratégica con Washington, está expuesta a sanciones, debido a que el Congreso chileno ratificó el tratado que crea la corte penal internacional y no quiere garantizar la inmunidad de los soldados estadounidenses ante esta jurisdicción. La ayuda militar podría ser suspendida. Chile tendría entonces que pagar una suma importante al Pentágono por el entrenamiento de sus militares para el pilotaje de los aviones F16 que acaba de adquirir. Brasil, Perú, Costa Rica, Ecuador, Bolivia y Uruguay vieron la suspensión de sus entrenamientos militares y sus programas de ayuda por las mismas razones.

El desplome soviético contribuyó a dar a la retórica democrática de Washington una gran autoridad. Parece que quedó atrás aquella época cuando, siguiendo los pasos de Ronald Reagan, Jeane Kirkpatrick polemizaba contra James Carter acusándolo de haber, al hablar de "derechos humanos" adiestra y siniestra, socavado las bases de regímenes autoritarios no comunistas que eran sin embargo "más compatibles con los interés estadounidenses"; con el auge del liberalismo, la convicción de que la disciplina impuesta por la mundialización y el mercado limita el riesgo de desvío "populista" se impuso. Así como lo constata el investigador William I. Robinson, esgrimiendo la bandera de la democracia, se puede "penetrar la sociedad civil con el fin de garantizar el control social" a través de formas de dominación más consensuales. "Los estrategas estadounidenses se convirtieron en buenos gramscianos al comprender que el lugar real del poder es la sociedad civil"[vi], siempre y cuando, no obstante, se fragmenta en grupos y comunidades con intereses divergentes.

Un consenso se fue estableciendo en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA) luego de los atentados del 11 de septiembre : la defensa del orden democrático va a la par con el derecho de intervención contra toda "alteración" de ese orden. La adopción (por aclamación) de la carta democrática de la OEA, en el 2001, resumió esta ambición bajo la vigilancia estrecha del secretario estadounidense de la defensa Donald Rumsfeld. La preservación de la democracia, inclusive por la fuerza, no es idea nueva. Lo que sí lo es, es que desde ahora esa idea la comparten algunos sectores de la izquierda en nombre del "derecho a injerencia humanitario".

El papel de la OEA, sin embargo, es cada vez más complejo debido a las nuevas relaciones de fuerza en el continente.

El que todas las amenazas hacia la democracia no sean tratadas de la misma forma provoca tensiones. Luego de la trigésima séptima asamblea general de la organización, reunida en Panamá en el mes de junio 2007, la secretaria de Estado de los EEUU Condoleeza Rice, pidió el envío a Venezuela de una comisión de investigación con la finalidad de analizar la no renovación por parte del gobierno de Chávez de la concesión (que había llegado a término) de Radio Caracas Televisión (RCTV). La proposición fue rechazada y la secretaria de Estado, aislada, tuvo que abandonar la reunión.

Frente a las dificultades de las relaciones multilaterales, la administración estadounidense cuenta con sus propios relevos: las organizaciones no gubernamentales (ONG) y las fundaciones. La Agencia Estadounidense para el desarrollo internacional (United States Agency for Internacional Development, USAID) es el eje articulador, especialmente en cuanto a ayudas financieras. Esta es "el instrumento más apropiado cuando la diplomacia es insuficiente o cuando la utilización de la fuerza militar presenta riesgos", declaraba su administrador Andrew Natsios, el 8 de mayo 2001. Dicha constatación se aplica perfectamente a Venezuela, donde la USAID financia numerosas iniciativas y donde los democracy builders (constructores de democracia) trabajan a tiempo completo. El Instituto Republicano Internacional (IRI) dirigido por John McCain, candidato a la Casa Blanca, forma parte de las cinco ONG que otorgan los fondos del USAID a las organizaciones y programas políticos de la oposición venezolana.

Así, después del fracasado golpe de Estado del 2000 contra Chávez, que George W. Bush había aprobado, el departamento de Estado creó en Caracas una "oficina de la transición", la cual declara que uno de sus objetivos es "fomentar la participación de los ciudadanos en el proceso democrático". La "resistencia no violenta" se presenta como el método más eficaz para desestabilizar a los gobiernos, preludio a su derrocamiento.

Podemos preguntarnos cuál es el objetivo real de la campaña de "defensa de la libertad de expresión" en Venezuela y también a propósito de la instrumentalización política de las reivindicaciones separatistas de la oposición de derecha que en Bolivia controla cuatro departamentos (Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija) e impide el trabajo de la Asamblea Constituyente. "Una derecha racista, separatista, violenta y antidemocrática", comenta el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera. Que los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador hayan recuperado el control de sus recursos estratégicos, petróleo y gas, los dos primeros a través de nacionalizaciones parciales, no es nada ajeno a la actitud de Washington.

En cuanto a Cuba, luego de que G. W. Bush reforzara otra vez el embargo, el escenario de la "transición democrática" se prepara en una comisión encargada de elaborar propuestas -de las cuales varias son secretas "por razones de seguridad nacional"- en la perspectiva del post-castrismo.

Trasferido desde Panamá a Miami en 1998, el comando sur de la armada de los EE.UU. (Southern Command, Southcom) es el principal dispositivo militar en América Latina. Entre el Southcom y los gobiernos latinoamericanos, los contactos implican sólo a militares y excluyen a los interlocutores civiles. El Southcom define la agenda de la región de manera unilateral, sin informar directamente al departamento de Estado. Al relegar las agencias de ayuda al desarrollo o a la agricultura a un segundo plano (la ayuda bilateral ha disminuido a un tercio en relación con la época de la guerra fría), ahora es el departamento de la defensa el que se encarga de una parte importante de los programas de asistencia al subcontinente. Esta transferencia no es neutra, el presupuesto de la defensa es muchos menos controlado por el Congreso que el de la ayuda externa. Entre 1997 y el 2007, los EE.UU. habrán consagrado 7,3 mil millones de dólares en ayuda militar y policíaca a América Latina[vii].

Estados violentos replegados sobre ellos mismos

En ausencia de una definición común y universal del terrorismo, el Consejo nacional de seguridad (CNS) no se molesta en precisar, la guerra que le declararon es definida como "una empresa global de una duración incierta", "que posee una alcance global". En esta guerra asimétrica los enemigos son diversos: islamistas, contrabandistas y narcotraficantes refugiados en la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay ; "populistas radicales" que se encuentran en primer lugar en Venezuela y Bolivia ; "organizaciones terroristas" FARC, ELN y paramilitares en Colombia ; movimientos sociales. Así mismo bandas de delincuentes juveniles, refugiados, inmigrantes clandestinos y otros "potenciales" terroristas…

Para los responsables del Southcom, los intereses estadounidenses ya no son amenazados por una potencia extranjera, el subcontinente es una zona desnuclearizada exenta de armas de destrucción masiva. La amenaza central que emerge, según el general James Hill, antiguo comandante del Southcom, "es el populismo radical que socava el proceso democrático y que restringe los derechos individuales en lugar de protegerlos". Este populismo radical (encarnado por H. Chávez) se reforzaría explotando las "frustraciones profundas" provocadas por el fracaso de las "reformas democráticas" y "estimulando un sentimiento anti estadounidense" [viii] .

Por su parte, el general Bantz J. Cradock acusa a los "demagogos anti-EE.UU., antiglobalización y hostiles al libre intercambio" de ser los responsables de la inestabilidad política. Enfrentar eso requiere, según él, reforzar las fuerzas de seguridad de la región y aumentar el presupuesto militar del Southcom, ya que "no es posible dejar convertirse a América Latina y el Caribe en un hoyo perdido donde los Estados violentos, replegados sobre ellos mismos, son aislados del mundo que los rodea por gobiernos populistas autoritarios"[ix].

En paralelo a este compromiso del Pentágono, conviene señalar la presencia de consejeros militares estadounidenses y el papel creciente que juegan en Colombia operadores militares privados y actores civiles no estatales de la misma nacionalidad. Las misiones ejecutadas por estos subcontratistas no pueden ser ejecutadas por las fuerzas armadas a causa de los límites de involucramiento de las tropas estadounidenses fijadas por el Congreso. Las empresas privadas de seguridad pueden, en cambio, estar implicadas en operaciones militares sin su acuerdo.

En otro plano, notaremos que la multinacional bananera estadounidense Chiquita Brands fue condenada, en septiembre 2007, por un tribunal de Washington, a una multa de 25 millones de dólares por haber dado 1,7 millones de dólares a los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) entre 1997 y 2004 con la finalidad de asegurar la protección de sus plantaciones. Los abogados de 173 personas asesinadas en las regiones bananeras demandaron legalmente a Chiquita. Pero un acuerdo fue negociado con el gobierno estadounidense, en el cual se exime de acusaciones a los dirigentes de la empresa. "Estoy sorprendido de que por algunos millones se pueda comprar la impunidad en los Estados Unidos", no pudo dejar de afirmar el ministro colombiano de justicia.

Bajo la iniciativa de Washington, los ejércitos latinoamericanos están nuevamente implicados en tareas de policía interna. En diciembre 2006 el presidente mexicano Felipe Calderón envió a 7 mil soldados al estado de Michoacán para combatir el tráfico de drogas. El ejército interviene igualmente en las favelas de Río de Janeiro, en Brasil; contra las pandillas de jóvenes (las maras) en América central y para controlar la inmigración en la frontera mexicana. Esta militarización de la seguridad pública, que no es una novedad pero sí propiciada por una demanda de protección frente al incremento del crimen organizado, contradice la tendencia de regreso a los cuarteles que se podía observar desde el fin de las dictaduras. Las organizaciones de defensa de los derechos humanos están preocupadas, los "agitadores" a menudo son los indígenas, los jóvenes sin trabajo, los desempleados marginalizados. La intervención del ejército puede estigmatizar a estas categorías sociales, resucitar al viejo "enemigo interno" y de esta forma permitir a los militares recobrar una capacidad de presión política que recuerda un pasado siniestro.[x]

En este contexto fue cuando en octubre del 2007 G.W. Bush pidió al Congreso la aprobación del plan México de ayuda para la lucha contra el narcotráfico. Su presupuesto provisional (1400 millones de dólares) está destinado a la compra de material militar (helicópteros, medios de inteligencia) y al entrenamiento conjunto de los ejércitos de los dos países. Los peligros de la militarización de la lucha antidrogas son evidentes, en el momento preciso cuando México atraviesa graves conflictos sociales en varios estados. Por otro lado, un complemento presupuestario de 50 millones de dólares debería extender la "guerra contra el narcotráfico" hacia América Central. La reacción del Congreso estadounidense, en su mayoría demócrata, es incierta.

Los Estados Unidos preconizan desde hace mucho tiempo una reforma del rol tradicional de las fuerzas armadas latinoamericanas. El acento ha sido puesto sobre la cooperación regional y la interoperabilidad, mientras que durante el periodo de la guerra fría, la ayuda militar estaba destinada casi exclusivamente a la colaboración bilateral. El Southcom tiene por objetivo crear una fuerza de reacción rápida capaz de enfrentar los nuevos peligros. En 2007, durante la reunión de la trigésima séptima asamblea general de la OEA en Panamá, Condoleeza Rice propuso la formación de una alianza de defensa mutua contra las amenazas hacia la seguridad del continente con el fin de vigilar la política interior de los Estados y de asegurar que éstos respetaran las normas democráticas. La proposición fue rechazada, los latinoamericanos no quisieron avalar lo que juzgaron como una estratagema estadounidense para castigar a Venezuela[xi].

Washington necesita estar presente en el terreno y tener aliados para legitimar su intervención, la puesta en marcha de una fuerza de intervención regional parece incierta teniendo en cuenta los actuales equilibrios regionales. Sin embargo el caso haitiano podría servir de ejemplo. William LeoGrande ha analizado el papel de la administración Bush en la caída del presidente Jean Bertrand Aristide[xii]. Si bien LeoGrande estima que la salida forzada fue facilitada por la deriva del que otrora fuera sacerdote, no es desdeñable el hecho de que fueron antiguos miembros de una fuerza paralimitar, el Frente por el avance y el progreso en Haití (FRAPH), quienes con el apoyo de la administración Bush, llevaron a cabo el derrocamiento. Una manipulación del "derecho de ingerencia" muy bien lograda… De hecho podemos sorprendernos de que algunos ejércitos del continente participen en el Misión de las Naciones Unidas para la estabilización de Haití (Minustah)[xiii] luego de que las condiciones de la salida forzada del ex presidente están en tela de juicio: Dante Caputo, antiguo representante del secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Haití, ha cuestionado el papel de la CIA en la caída de Aristide[xiv]. Una "fuerza de estabilización" como la Minustah puede ser utilizada como modelo para el futuro.

El Southcom dispone de muchos otros instrumentos de convencimiento. Los países miembros de la OEA adoptaron la noción de "seguridad cooperativa" en el 2001, en Santiago de Chile. Esta favorece la "transferencia de los procedimientos militares"[xv]. Además los encuentros regulares de los ministros de defensa del continente (DMA) refuerzan la confianza recíproca. La internacionalización de las operaciones armadas, los ejercicios navales conjuntos, el entrenamiento por parte de Washington de 17 mil militares latinoamericanos (cifra del 2005) y las ventas de armas crean los vínculos.

Opiniones discrepantes en la izquierda

El rol directivo del Pentágono y el peso del complejo militar-industrial se confirmaron con el levantamiento oficial del embargo sobre la venta de armas hacia América Latina, teniendo en cuenta que los EE.UU. ya eran el proveedor más importante de equipos de este tipo en la región. Éste tipo de decisión puede provocar una carrera armamentista: la venta de aviones de combate F-16 a Chile puede llevar a otros ejércitos de la región a querer "modernizarse"[xvi]. El ministro de defensa brasileño anunció que en al año 2008 Brasil aumentará en más de un 50% el presupuesto de gastos e inversiones de sus fuerzas armadas, y eso que el país mantiene relaciones "consolidadas y pacificas" con todos los países de Sudamérica.

Frente a Washington las izquierdas latinoamericanas se encuentran divididas entre los partidarios de una asociación económica negociada que obligue a limitar las reformas sociales y los defensores de la integración política latinoamericana, de la cual la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA)[xvii] seria un primer paso. "El imperialismo de hoy no es el mismo que el de hace 30 años" constata Atilio Borón[xviii]. Las políticas de izquierda deben tener en cuenta estos cambios recordando al mismo tiempo que la administración estadounidense no está dispuesta a tolerar la reapropiación de los recursos nacionales, el rechazo de los tratados de libre intercambio ni la independencia política que reivindican los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela.

Janette Habel es colaboradora del "Monde Diplomatique" y Profesora universitaria, Instituto de altos estudios de América Latina (IHEAL), Paris.

Rocio Gajardo es historiadora chilena . Rocio Gajardo y Gloria Verges son miembros de "France Amérique Latine" (www.franceameriquelatine.org)



Notas



[i] Foreign Affairs, Palm Coast (Florida), enero - febrero 2006.

[ii] Bajo diversas formas y con políticas muy diferentes, la izquierda se encuentra en el poder en los siguientes países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Uruguay, Venezuela. También se consideran como social demócratas los gobiernos de Costa rica, Guatemala, Panamá y Perú (este último aplica una política muy conservadora)

[iii] Guy Mazet, Centro de investigación y de documentación sobre América Latina (Credal)-CNRS, Mimeo Coloquio, Ivry, abril 2007.

[iv] Nacido en 1999, el G20 reune al G8 (Alemania, Canadá, EE.UU., Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Rusia), a los países emergentes (Sudáfrica, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del sur, India, Indonesia, México, Turquía) más la Unión Europea.

[v] El Pais, Madrid, 27 septiembre 2007.

[vi] William I.Robinson, « Democracy or polyarchy? », NACLA Reports on the Americas, vol 40, n° 1, Nueva York, enero – febrero 2007.

[vii] Washington Office on Latin America (Wola), « US military programs with Latin America 1997-2007 », Below the Radar, Center for International Policy, Latin America Working group Education fund, marzo 2007.

[viii] General James Hill, House Armed Services Committee, Washington, 24 marzo 2004.

[ix] « Posture statement of general Bantz J. Cradock befor the house armed service committee", Washington, 9 marzo 2004.

[x] Lucia Dammert y John Bailey, « ¿Militarización de la seguridad pública en América latina? », Foreign Affairs en español, Palm Coast, abril – junio 2007.

[xi] William LeoGrande, "A poverty of imagination: George W. Bush's policy in Latin American", Journal of Latin American Studies, Cambridge University Press, Reino Unido, 2007.

[xii] Ibid.

[xiii] Ejercito de las Naciones Unidas, la Minustah se encuentra bajo el mando brasileño y el delegado del secretario general es un chileno. La Minustah está integrada por militares brasileños, uruguayos, chilenos, argentinos, peruanos y ecuatorinos.

[xiv] Le Monde, 18 noviembre 2004.

[xv] Cf Richard Narich, « Tendances en matière de sécurité en Amérique latine », y Cristina López, « La politique extérieure des Etats Unis envers l'Amérique latine », Défense nationale et sécurité collective, Paris, Noviembre 2007.

[xvi] Si por una parte los EEUU venden aviones F-16 a Chile, en cambio niegan la venta a Caracas de repuestos para estos mismos aparatos, que utiliza la aviación venezolana.

[xvii] Bolivia, Cuba, Nicaragua, Venezuela.

[xviii] Atilio Borón, Empire et impérialisme, L'Harmattan, Paris, 2003.

JUAN PANADERO EN AMÉRICA


juan panadero en américa
rafael alberti

Jua Panadero de España
tuvo cuando la perdió
que pasar la mar salada,
pero aunque la mar pasó,
Juan Panadero de España
ni se fue ni se perdió,
porque es de Juan Panadero
no dar nada por perdido,
aunque la mar ande en medio.
Y así se puso a cantar
Juan Panadero de España
del otro lado del mar.
Soy el viento de la playa,
soy un molino harinero
por donde quiera que vaya.
Me llamo Juan Panadero,
aire y siempre con más gana,
ayer por tierra española,
hoy por tierra americana.
Todavía frente al mar
estoy pensando en las olas
antes de ponerme a andar,
que aunque nací campesino
muelen aire marinero
las velas de mi molino.
Pobre y con el alma llena de mis mares
pescador fui por las mares chilenas
con gallegos y asturianos,
vascos y santanderinos,
pescador en talcahuano.
Chile: ¿Quién podrá olvidarte?
Juan Panadero de España
te cantará en todas partes,
siempre tendrá una canción
para ti Juan Panadero
dentro de su corazón,
como los conquistadores,
a pie por la Cordillera
con otros trabajadores,
porque yo, Juan Panadero,
con otros trabajadores
de España, fui chacarero,
chacarero pampeano,
una charca en la Argentina
y la fortuna en la mano.
Pero que nadie se engañe,
Juan Panadero con plata
gana peso y pierde aire.
Como mi sino es volar
la plata se voló a España
y yo volé a otro lugar.
Hay un español errante
y hay otro que no camina...

Yo soy de los caminantes.

Discurso de agradecimiento del ganador del Premio Juan Rulfo de Radio Francia


Discurso de agradecimiento del ganador del Premio Juan Rulfo de Radio Francia
Internacional Juan Rulfo, la dignidad de la literatura

René Vázquez Díaz * Malmö




Hay quien dice que la cualidad más destacada de la literatura es que no sirve para nada. Como para mí la literatura no es un pasatiempo sino un asunto que pertenece a lo más importante de mi vida, quiero expresar mi gratitud por este Premio Juan Rulfo, en París, explicando brevemente para qué creo que sirve la literatura --la narrativa, la poesía-- y qué han significado para mí la obra y el ejemplo de Juan Rulfo.

En este mundo plagado de violencia y de injusticias, las obras de ficción nos obligan a compararnos con "el otro", con "la otra" y con "lo otro", y a respetar o cuestionar sus actitudes. Ya sea por rechazo o identificación, la literatura desarrolla "la empatía", una cualidad en vías de extinción. No todo el mundo es blanco y tiene una cuenta bancaria en este planeta. No todos sufrimos ni soñamos de igual manera ni por las mismas causas. La buena literatura desafía a quienes se niegan a pensar otros destinos humanos, y otros mundos posibles. Las imágenes visuales que nos abruman a través de la televisión, la publicidad, el cine manipulativo, etc., comunican una noción de realidad que es más directa que la de la palabra. Pero también más limitada. En su condición de signo abstracto, la palabra escrita establece vínculos profundos, fuertemente individualizados, entre los fenómenos más disímiles generando procesos mentales de una complejidad que no se limita a lo meramente visual. Solo la palabra "leída" es capaz de crear una visión "interior" en el hombre. Las palabras-imágenes confluyen, chocan, colaboran y se transforman mutuamente en lo profundo de cada individuo, creando representaciones mentales únicas: reflejos de realidades que se transfiguran en combinaciones infinitas, y que sirven de orientación en la vida. Hay libros que, casi en contra de nuestra voluntad, llegan a erigirse en verdaderos guías ante situaciones existenciales concretas y complejas. Leyéndolos, ampliamos la noción intuitiva que tenemos de la Historia y nos capacitamos para adoptar una actitud crítica e independiente ante la realidad. Las palabras concatenadas que forman una historia bien contada, nos ayudan a entender los secretos de las relaciones humanas y entre los pueblos, las ideas y las creencias de una época y las tentaciones acomodaticias a las que estamos sometidos. Así aprendemos a juzgar, con ojo crítico, las acciones propias y las ajenas. Para José Martí, un grano de poesía sazona todo un siglo.

Creo en el papel de la literatura como contrapeso al flujo tremendo de lo que por comodidad llamamos "información", pero que en gran parte se compone de mensajes anodinos o adoctrinadores, violencia gratuita, erotismo deshumanizado, vulgaridad embrutecedora y, en el fondo, "desinformación". Para que los mensajes sean eficaces y se destaquen en el torrente de "información", es preciso simplificarlos, aplanarlos y hacerlos llamativos a cualquier precio. La sobreabundancia de mensajes "imaginarios" (de imagen, como diría Lezama Lima) con que nos ametrallan, comunica una visión fragmentaria del ser humano y del mundo, invita al adocenamiento y genera falta de atención, embotamiento y estupidez colectiva. Es en ese caldo de cultivo donde los grandes medios globalizadores siembran la sumisión. Por el contrario, la literatura contextualiza, pone en duda, profundiza, revela y matiza. Problematizando lo que muchos consideran obvio, la buena literatura nos enseña a dudar de lo que nos "venden" --por usar un verbo prostituido-- como evidente.

Todas esas facultades se manifiestan de modo admirable en la obra de Juan Rulfo. Ya en mis lecturas tempranas, de niño buscapalabras en la Cuba profunda, me deslumbró tanto Pedro Páramo que durante años creí que los hombres indignos, los que llevan dentro un rencor vivo, terminan desmoronándose como si fueran un montón de piedras.

En Pedro Páramo y El llano en llamas comencé a entender la Historia de México --Patria Grande de los cubanos-- como cicatriz siempre a punto de rajarse. La dificultad de comunicación entre los seres humanos, los excesos de la explotación y la barbarie, el misterioso influjo del paisaje que siempre era de otros, la soledad extrema del ser... Todo eso estaba en las palabras de Juan Rulfo, que entraban en mí como murmullos que ya nunca se apagarían. Él me hablaba de México, pero en sus páginas yo veía al mundo entero. Juan Rulfo habló de hombres indignos y de hombres indignados. Para mí, él representa la mayor dignidad que un escritor puede ostentar, y en su altiva soledad vivió y murió indignado ante las injusticias del tiempo que le tocó vivir. En su última entrevista, realizada por Victoria Azurduy y reproducida en el periódico Granma el 23 de febrero de 1986, Rulfo señaló la falta de unidad política, económica y también cultural de América Latina, y dijo: "El sueño bolivariano todavía no llegó a florecer". Hoy, los latinoamericanos vivimos momentos que hubieran llenado de esperanza al autor de Diles que no me maten.

Al llevar el nombre de Juan Rulfo, este premio es para mí un honor y una exhortación a meditar sobre el mensaje que nos dejó otro grande de nuestra lengua española, mi compatriota Alejo Carpentier: "las palabras no caen en el vacío". Muchas gracias.

Elegía a Ernesto Che Guevara


Elegía a Ernesto Che Guevara
Enrique Lihn

Las condiciones de la tragedia están dadas, y no faltan los héroes;

más bien ellos forman ahora un ejército regular,

un río subterráneo que se ramifica en los lugares estratégicos,

un árbol subterráneo cuyo follaje es la tierra

—tiempo de cosechar tantos muertos oscuros—

y hay también el conducto de los héroes;

todos los héroes llevan a él como los pasos de una prueba de fuego;

una ecuación que despejaran los hechos,

y el signo de igualdad entre el que inicia la marcha y

quienes le siguen guardando esa distancia

camino de la lógica y del azar entremezclados

"por el pantano cubierto de manglares".

Hay el hombre Ernesto Che Guevara cuyo nombre

es legión pero de hombres que avanzan a favor de la historia,

contra esos monstruos que resoplan a contracorriente bajo una bandera insostenible,

impulsados por el sueño de la razón como las pirañas por el olor de la sangre.

El médico de a bordo atormentado por el asma en la noche del Granma.

El sobreviviente —este fue su primer grado militar—,

y antes de elevarse al más alto rango, el de inmortal (en el sentido rigurosamente histórico de la palabra),

el guerrillero de la alegre figura con su mulo émulo de las cabalgaduras más celebres al que no se precisa anteponerle el eh para hacerlo avanzar, entre la vida y la muerte,

por las encruchilladas de los Andes:

un gajo vivo de la sierra, y el jinete montado literalmente en el macho.

"En su tipo inconfundible, muy erguido."

El poeta de qué circunstancias mayúsculas.

Che, qué manera de izar esta palabra con sólo un pronombre personal por asta

y de multiplicarla

y de imprimirle un grito inesperado,

El Che Alegría de Pío vagando como un desastre por los acantilados

cercanos al Cabo Cruz

el Che batalla de Santa Clara penetrando a una ciudad de tanques y cañones

o desangrándose en las quebradas del Yuro.

El Che sentado a su mesa de trabajo.

Al telar como obrero voluntario,

al tractor voluntario.

Ajedrecista artista de la guerra.

Alguien que firme el acta de la irreconciliación

mientras le cortan los dedos por orden de la Paz

a ese cadáver temible dueño de las Higueras donde ha instalado

post mortem su cuartel general,

y ninguna hora es exacta, hay que ultimarlo, hay que cremarlo,

hay que volverlo a matar, que no le quede un hombre de vida,

"el alto mando militar da por terminada toda información relativa

a la muerte de Ernesto Che Guevara".

El general Barrientos: Por mi madre.

El general Ovando: Hijos de puta.

Los soldaditos: Por la gran puta.

Cómo ingeniárselas para enterrar un mito, y en un agujero de

Bolivia que cicatrice rápido:

Le está doliendo al mundo este muerto imborrable.

El Che Asamblea General de las Naciones.

En pie de rayo que ilumina la selva de Washington hasta en sus

menores detalles, y con toda la selva en su contra:

cifras de expoliación, cifras de intervención, cifras de crímenes

persuasivos o violentos,

haciéndolas hablar para que hablen por sí solas.

Y la muerte probándose su cara en los salones de palacio

pero como un bufón la máscara del rey.