viernes, junio 27, 2008

¿Y él por qué?

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¿Y él por qué?
Javier Cadena Cárdenas

Mi corazón está mejor sitiado que mi casa.
Mi casa, más cercada que mi barrio.
Mi barrio cercado por mi pueblo.
En mi barrio vive el Presidente,
cercado por un muro casi derrumbado".


Esta es una de esas notas que si de algo puede presumir es de haberme dado la oportunidad de empezarla de diversas maneras, de darme la opción para en su inicio poder utilizar una variedad de letras, palabras, frases, oraciones, disímbolas unas de otras pero complementarias entre sí, y es que el tema así lo permitía, y es que en serio… ¡si le contara!, y es que al escuchar al licenciado Felipe Calderón decir que es un fanático de Alfredo Zitarrosa lo primero que se me vino a la mente fue: ¿y él por qué


"Stéfanie, yo tampoco te quiero, mas tu amor por el dinero, ha olvidado al obrero y al señor.
Esta canción que pregunta por ti, no ha dormido, es puro olvido… Stéfanie…!".

Y, a decir verdad, no sólo es él, y con él me refiero, vale aclarar, a Zitarrosa, no, también hace tiempo, tanto ya, en aquellos días de la campaña de odio en búsqueda de la presidencia de este nuestro país, el entonces candidato Felipe Calderón declaró que su música predilecta era la trova, y no se vaya a creer que la trova yucateca, la de Guti Cárdenas o la de "Peregrina", o la vieja trova cubana, la del "Trío Matamoros" o de Compay Segundo, no, el aficionado intérprete del corrido "El hijo desobediente" se refería a la nueva trova cubana, la de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, la de aquellos canta autores que cuando eran jóvenes y sin perder calidad le hacían caravana a la revolución cubana y al comandante Fidel Castro.

"En mi país, qué tristeza,
la pobreza y el rencor".



Una noche del segundo semestre del ya lejano 1977, cuando el actual presidente de la República tenía 15 años de edad, la recientemente inaugurada Sala Nezahualcóyotl de la UNAM, al sur de la ciudad de México, se vio engalanada con un programa de lujo: Alfredo Zitarrosa, Camerata Punta del Este, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Daniel Viglietti, todos juntos en una jornada a favor de América Latina, y ahí ondearon las banderas y los gritos de la izquierda nacional, de los estudiantes y académicos universitarios que iban saliendo de un movimiento de huelga, y todos vibraron con las voces y los cantos y esas muestras de solidaridad con todo lo que oliera a anti dictaduras, y de entre todos sobresalía Zitarrosa, su voz, su canto y su indumentaria: siempre de traje, pulcro, bien peinado, adusto el gesto.

"Mire doña Soledad,
yo le converso de más,
doña Soledad,
y usted para conversar
hubiera querido estudiar.
Cierto que quiso querer,
pero no pudo poder,
doña Soledad,
porque antes de ser mujer
ya tuvo que ir a trabajar".


Y el presidente de México frente al presidente de Uruguay compartió que cuando era estudiante seguía las presentaciones "grandes o pequeñas" de Zitarrosa, y de seguro se refería a aquellos años –finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado- cuando el compositor residió en el Distrito Federal y, según palabras del actual habitante de Los Pinos, se vivían tiempos de solidaridad internacional y, al interior del país, de búsqueda de alternativas democráticas, y si el joven Felipe de Jesús Calderón Hinojosa andaba escuchando a Zitarrosa y a la nueva trova cubana y acudía a sus presentaciones, entonces vale preguntar: ¿qué le pasó?

, ¿por qué salió de derecha?



, o será que en él se confirma aquello de que es doblemente pecador quien a los 30 sigue siendo de izquierda, pero –y aquí el pero es muy grande-, ¿algún día fue de izquierda

"Yo había tomado un ómnibus al cerro
e iba sentado junto a la vida".


Y el segundo presidente de la República mexicana emanado de las filas del partido emblemático del conservadurismo nacional, no se quedó en la mera referencia a Zitarrosa, no, también en su discurso apareció otro uruguayo que desde siempre ha combatido a la reacción, Mario Benedetti, y como si fuera un discurso escrito por o para Beatriz Paredes –presente en el acto- o Pablo Gómez o Alejandro Encinas, trajo a colación aquello de "Compañera, / usted sabe / que puede contar conmigo, / no hasta dos ni hasta diez / sino contar conmigo".

"Hoy dejaré las puertas y las ventanas
de mi casa abiertas. Y la noche
entrará por todas las ventanas de mi casa,
por todas las ventanas de todo el barrio,
por todas las ventanas de todos los
cuarteles y de todas las cárceles,
por todas las ventanas de los hospitales.
La noche entrará, cabeceando, saltará
para adentro, sombra a sombra
a la luz del farol. Y se echará en el piso
como un perro. Y aguardará hasta la madrugada.
hoy dejaré las puertas y las ventanas
de mi casa, abiertas para siempre".


Benedetti escribió que se podía contar con él, y Zitarrosa cantó que abriría las puertas y ventanas de su casa, y los dos ofrecimientos tuvieron aceptación, incluso hoy en día un político conservador que se ufana de no haber sido un joven desbalagado –siempre salía con suéter, reconoció y sólo le faltó decir que nunca fue a lugares como la tristemente célebre discoteca News Divine- los trae a colación y públicamente les declara su admiración.


¿Y yo por qué?



, con certeza Alfredo Zitarrosa clama desde su tumba.

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