lunes, marzo 23, 2009

Acerca de un trovador anarquista La mala reputación de Brassens


Letralia ….
Por:Wilson García Mérida

Georges Brassens fue un poeta y músico francés que marcó la vía europea hacia efervescencias sociales cuestionando la corrupción burguesa y el horror estalinista como expresiones de una misma perversión del poder. Vivió 60 años (1921-1981) en una existencia solitaria e introvertida (rechazó premios y se cagó en la fama), en paradójico contraste a sus composiciones inspiradas en la cotidiana multitud y escritas con la poderosa elocuencia del sarcasmo. La obra de Brassens explica el sentido del humor con que estallaron revueltas como la del Mayo Francés en el 68.

Grabó, como producción propia, 12 discos en toda su carrera; pero consultando discografías alternativas, recopilaciones, etcétera, podríamos hablar de más de 60 LP’s o CD’s que llevan su nombre. Sus versos musicalizados, afirma Alejandro Filio, planteaban al más puro estilo anarquista luchar contra cualquier modelo de orden establecido, contra cualquier órgano de poder, contra cualquier partidocracia. Verbigracia: “Al ver que los pobres gendarmes estaban a punto de sucumbir me alegré, pues los adoro en forma de fiambre”. Esa mordiente ironía caracterizó a casi todas sus letras.

Como todo libre pensador (a quienes el estalinismo y su izquierda siniestra consideran “enemigos del cambio”) Brassens fue “ninguneado” por los poderosos de turno. Frente a ese clima de marginación con que pagó su libre pensar, escribió su famosa canción “La mala reputación”, misma que fue traducida y cantada en español por Paco Ibáñez, en una versión que conocimos por gentileza de la señora Anné Courreges, libertaria gala que radica en Cochabamba, y que a la letra dice:

“En mi pueblo sin pretensión tengo mala reputación. Haga lo que haga es igual todo lo consideran mal. Yo no pienso pues hacer ningún daño queriendo vivir fuera del rebaño. No, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe, todos, todos me miran mal salvo los ciegos, es natural. Cuando la fiesta nacional yo me quedo en la cama igual que la música militar nunca me supo levantar. En el mundo pues no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado. No, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe, todos me muestran con el dedo salvo los mancos, quiero y no puedo. Si en la calle corre un ladrón y a la zaga va un ricachón, zancadilla pongo al señor y aplastado el perseguidor. Eso si que sí que será una lata siempre tengo yo que meter la pata. No, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe, todos tras de mi a correr salvo los cojos es de creer”.

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