domingo, abril 05, 2009

TIENEN POESÍA… LO QUE OTRA


Lídice Fernández Espino
Fotos: Nelson Juan Martín Alonso

Cuando en 1918 Robert Flaherty comenzó a filmar Nanook, el esquimal, no imaginó que iniciaba así un género de observación que luego conoceríamos como documental. Se fue hasta la bahía del Hudson, estuvo allí dos años y cuando finalmente en 1922 la película llegó al público se comprobó por primera vez que un documento filmado puede retratar acontecimientos de la vida cotidiana y, al mismo tiempo, comunicar angustias y alegrías. Así trascendieron los esfuerzos del realizador norteamericano al filmar las imágenes del cazador, Nanook, que marcha fatigosamente a través del Ártico con una férrea voluntad de sobrevivir, su vida diaria, su familia, sus días sin poesía, como afirmarían muchos.

Esta no es una historia fría, aunque el tema lo parezca, porque pienso que la poesía de los esquimales está ciertamente ahí, en el vínculo familiar que les une donde no hay nada más que frío. Entonces, acercándonos la poesía de los esquimales llega un iglú a La Habana, de cuatro metros de altura y siete de diámetro, construido con bloques de poliespuma. Su autor: Douglas Argüelles.

No es únicamente la utilización de la poliespuma y la idea de traer un iglú lo que hace sugerente esta propuesta de Douglas, sino que dentro de la pieza, ubicada en la Galería La Casona se exhiben video-proyecciones entorno a la situación mediática, política, cultural y científica de los países de América Latina. Ante las condiciones de la era actual, la compañía ha quedado a un lado, el placer de no sentirse solo, de tener a otro, se hace obligado en este iglú que Douglas Argüelles se ha encargado de situarnos en el paralelo 23, justo en el centro de La Habana.

La interacción necesaria con el más cercano --conozcámoslo o no--, reconocernos para no ser globalizados, parece ser una temática mejor conocida por los niños que por los adultos. Por eso para el cubano que nunca ha tocado la nieve, esto es una novedad, todos se comportaban como si fuese cierto, hasta frío se sentía y no faltó el que sabiendo que hubo nevada en la Casona fue vestido para la ocasión: era la única posibilidad de tomarse una foto en un iglú sin moverse de un país que no se avergüenza de ser tropical.

Los esquimales no tienen poesía es el título de la pieza, pero la razón es mostrar la cierta poesía de los esquimales: la adoración a la compañía, que no suena igual, pero es su poesía y nuestra poesía otra.







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