sábado, octubre 04, 2008

Tlatelolco por Ismael Serrano

Se cumple el cuarenta aniversario de la masacre de Tlatelolco. Entre doscientas y trescientas personas fueron asesinadas en la Plaza de Las Tres Culturas. La mayoría eran jóvenes. Y siguen sin ser depuradas las responsabilidades.
Ahora que se celebran los aniversarios de aquellos años intensos y muy a menudo dramáticos se revisa el protagonismo de los jóvenes de aquella época. Aquellos jóvenes de los que habla la canción Papá cuéntame otra vez, aquellos que buscaban los adoquines bajo la playa, que, siendo realistas, pedían lo imposible.
Cuando hoy en día se habla de la juventud actual la definen como una generación acomodaticia e indiferente ante lo que ocurre a su alrededor. Pero la realidad es otra. Esa generación padece las peores consecuencias de una globalización despiadada, del desamparo que imponen los tiempos, de la precariedad que, como una espada de Damocles, pende sobre sus cabezas en todos los ámbitos de la vida.
La precariedad en lo laboral se ceba en ellos, retrasando la edad de emancipación, haciendo que disminuya la calidad de sus condiciones laborales, desincronizándolos de todo, corroyendo su carácter. Las universidades especializan cada vez más la formación y se ponen al servicio del mercado y no de la sociedad civil dejando de ser foro de debate. Se enseñan las respuestas precisas pero no se ejercita la capacidad para interrogarse.
Habla Joe Bageant en sus Crónicas de la América profunda de los jóvenes americanos sin alternativas ni futuro como aquella soldado de las fotos de Abu Ghraib, Lynndie England, como tantos otros que huyendo de lugares deprimidos económicamente se enrolan en el ejercito, condenados a ser carne de cañón desde muy pronto. Jóvenes a los que el futuro les dio la espalda, a los que la vida tuvo el mal gusto de enseñarles el dedo corazón desde adolescentes. Difícil explicarle a Lynndie que significa buscar la arena de playa bajo los adoquines.

Sin embargo, más allá del desánimo, muy a menudo los que están en primera línea de fuego son los jóvenes.
Cuando uno visita a las Madres de la Plaza de mayo siempre encuentra a hijos de desaparecidos acompañando en su batalla a estas venerables luchadoras. A gente muy joven tratando de contagiarse de la juventud arrebatadora de mujeres que ejemplifican la dignidad latinoamericana. Eran muy jóvenes los voluntarios que conocimos en Buenos Aires colaborando con la fundación Pelota de Trapo, trabajando en programas de formación e integración con niños y jóvenes viviendo en la pobreza y el abandono más absoluto. Gente muy joven era la que aquí en Costa Rica cuestionaba la necesidad de un Tratado de Libre Comercio que liberalizaba los mercados desamparando la economía local ante el mastodonte norteamericano. Gente que trabaja en radios universitarias como las que hoy compartieron conmigo diálogo y reflexiones.

Quizá debiéramos cuestionar qué sociedad estamos construyendo que le niega el protagonismo a tanta gente joven capaz de trabajar desinteresadamente por el bien común, capaz de tener una mirada de futuro a largo plazo, de ejercer su responsabilidad a la hora de transformar la realidad.
Como tantos jóvenes que hace cuarenta años taparon la Plaza de Tlatelolco en México, que fueron masacrados con la complicidad del gobierno mexicano de entonces.
Ayer por la tarde llegamos a San José de Costa Rica. No paraba de llover. Lágrimas para Tlatelolco. Y justicia. Que el crimen no quede impune.

Ismael Serrano

PS: Gracias a toda la gente que nos visitó en la primera entrada del blog y en especial a Martín por su cabecera regalada y recién estrenada.

www.iserrano.blogspot.com

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