Por: Karen Méndez
Fecha de publicación: 29/09/08
El domingo 28 de septiembre de 2008 quedará en la historia ecuatoriana como el día en que el pueblo unido enterró, a través del voto popular, el modelo neoliberal que les hizo vivir las más agudas crisis económicas, políticas y sociales durante la década de los noventa y los primeros años del siglo XXI.
De los 9, 7 millones de ecuatorianos convocados para votar, un 70% aprobó el proyecto de Constitución que se elaboró en la ciudad de Montecristi, provincia de Manabí, durante noviembre de 2007 y julio de este año. La oposición, con todas las grandes empresas de comunicación a su servicio, apenas logró 25% de apoyo nacional.
La determinación del pueblo ecuatoriano superó las expectativas del mundo entero.
En una sola jornada electoral lograron derrotar a sus tres principales enemigos: a los empresarios neoliberales que habían saqueado el país, a las grandes empresas de comunicación que les declararon una guerra mediática por apostar por el cambio y a la oligarquía guayaquileña en su propio territorio. La propuesta del SI ganó con más del 50% en la ciudad de Guayaquil, bastión de la oposición.
A partir de ahora, los ecuatorianos tienen en sus manos una Constitución que coloca al ser humano por encima del mercado, reivindica las lenguas y las culturas indígenas, reconoce el agua como un derecho humano y por lo tanto prohíbe su privatización y que más nunca permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras en su territorio. Entre otras conquistas constitucionales está la democratización del espacio radioeléctrico, la definición del sistema económico como social y solidario, la extensión de la educación pública y gratuita hasta el tercer nivel de educación superior, la inclusión en el seguro social de todos aquellos ecuatorianos que no tengan trabajo remunerado o que estén en situación de desempleo; y el compromiso por lograr la integración latinoamericana.
Los 444 artículos que componen este nuevo texto constitucional fueron debatidos y escritos en una Asamblea Constituyente integrada por 130 asambleístas, elegidos por los propios ecuatorianos el pasado 30 de septiembre a través de un referéndum consultivo. En la mayor parte de sus sesiones participaron diversos sectores sociales del país, en especial los más excluidos, como los indígenas, campesinos, afrodescendientes, mujeres, jóvenes, etc.
La nueva derrota electoral debe hacer reflexionar a la oposición, hacerles entender que de nada valen los ataques mediáticos, las mentiras y la confusión, que ya no sirve que la Iglesia Católica, también al servicio de las oligarquías, utilice sus misas para que sus fieles acepten las injusticias, la exclusión y el maltrato de unos cuantos poderosos. Es hora de que estos actores entiendan que ninguna de estas estrategias funciona cuando un pueblo tomó las riendas de su país y decidió ser protagonista de su nueva historia.
Este nuevo triunfo electoral, como lo dijo el Presidente Correa, no es el punto de llegada para los ecuatorianos, sino el punto de partida. "Con esta victoria empezamos un nuevo rumbo, dejamos atrás el neoliberalismo y empezamos la construcción de la patria nueva: más justa, más equitativa y más digna", sostuvo Correa.
Fecha de publicación: 29/09/08
El domingo 28 de septiembre de 2008 quedará en la historia ecuatoriana como el día en que el pueblo unido enterró, a través del voto popular, el modelo neoliberal que les hizo vivir las más agudas crisis económicas, políticas y sociales durante la década de los noventa y los primeros años del siglo XXI.
De los 9, 7 millones de ecuatorianos convocados para votar, un 70% aprobó el proyecto de Constitución que se elaboró en la ciudad de Montecristi, provincia de Manabí, durante noviembre de 2007 y julio de este año. La oposición, con todas las grandes empresas de comunicación a su servicio, apenas logró 25% de apoyo nacional.
La determinación del pueblo ecuatoriano superó las expectativas del mundo entero.
En una sola jornada electoral lograron derrotar a sus tres principales enemigos: a los empresarios neoliberales que habían saqueado el país, a las grandes empresas de comunicación que les declararon una guerra mediática por apostar por el cambio y a la oligarquía guayaquileña en su propio territorio. La propuesta del SI ganó con más del 50% en la ciudad de Guayaquil, bastión de la oposición.
A partir de ahora, los ecuatorianos tienen en sus manos una Constitución que coloca al ser humano por encima del mercado, reivindica las lenguas y las culturas indígenas, reconoce el agua como un derecho humano y por lo tanto prohíbe su privatización y que más nunca permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras en su territorio. Entre otras conquistas constitucionales está la democratización del espacio radioeléctrico, la definición del sistema económico como social y solidario, la extensión de la educación pública y gratuita hasta el tercer nivel de educación superior, la inclusión en el seguro social de todos aquellos ecuatorianos que no tengan trabajo remunerado o que estén en situación de desempleo; y el compromiso por lograr la integración latinoamericana.
Los 444 artículos que componen este nuevo texto constitucional fueron debatidos y escritos en una Asamblea Constituyente integrada por 130 asambleístas, elegidos por los propios ecuatorianos el pasado 30 de septiembre a través de un referéndum consultivo. En la mayor parte de sus sesiones participaron diversos sectores sociales del país, en especial los más excluidos, como los indígenas, campesinos, afrodescendientes, mujeres, jóvenes, etc.
La nueva derrota electoral debe hacer reflexionar a la oposición, hacerles entender que de nada valen los ataques mediáticos, las mentiras y la confusión, que ya no sirve que la Iglesia Católica, también al servicio de las oligarquías, utilice sus misas para que sus fieles acepten las injusticias, la exclusión y el maltrato de unos cuantos poderosos. Es hora de que estos actores entiendan que ninguna de estas estrategias funciona cuando un pueblo tomó las riendas de su país y decidió ser protagonista de su nueva historia.
Este nuevo triunfo electoral, como lo dijo el Presidente Correa, no es el punto de llegada para los ecuatorianos, sino el punto de partida. "Con esta victoria empezamos un nuevo rumbo, dejamos atrás el neoliberalismo y empezamos la construcción de la patria nueva: más justa, más equitativa y más digna", sostuvo Correa.
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