viernes, abril 17, 2009

LA FELICIDAD NO SIEMPRE ESTÁ ALLENDE EL MAR



Lídice Fernández Espino
Fotos: Nelson Juan Martín Alonso
Hay quienes le temen al mar; hay quienes no, y se arriesgan. Piensan que la mejor vía para la felicidad pasa a través del riesgo, poniendo al mar por medio. Así llegan, en barcos de pescadores, siempre sobrecargados. Llegan en cayucos, unos vivos, otros muertos, África los ve irse siguiendo la ruta hacia las Islas Canarias. Ángel Marcos les hace fotografías.

Con un prestigio internacional bien ganado, este artista español presenta en el Morro la instalación Mar Negra, que atiende al flujo migratorio buscando la felicidad y la bonanza del primer mundo. Consecuente con su postura frente al arte, Ángel Marcos acude a la reflexión sobre la esclavitud social para alcanzar la felicidad. Se unen memoria e identidad, se mezclan fotos y etiquetas de felicitaciones. Rostros alegres que parten de Senegal con la esperanza de alcanzar esa felicidad que anuncian las pegatinas comerciales.

Este proyecto, mostrado dos años atrás en la Bienal de Canarias, Tenerife, ocupa el túnel de la entrada al Morro. En las veinticinco troneras de este sitio --previstas para defender La Habana en la época colonial-- aparecen rostros, fotografías de habitantes de Senegal impresas en un material transparente, emplazadas en malla de alambre. Al fondo de las fotos, también el mar, pero ahora el nuestro. Entre las fotos y la pared del túnel el pasillo, visto entonces como un espacio más que cruzar, porque la pared, pintada de rosado completa la imagen del "bienestar" con etiquetas donde se reitera impresa la propia palabra "felicidad". También, en la obra de arte, los emigrantes solo ven la felicidad, siempre de lejos.

Marcos declaró a la prensa que La mar negra trata sobre el "mundo de los excluidos, del llamado cuarto mundo", al que mostramos el bienestar del que disfrutan los habitantes de los países desarrollados "a través de Internet y de las parabólicas". Pero el artista afirma que no pretende abordar, "si son lícitos o ilícitos los movimientos migratorios que siempre se están dando en la vida", únicamente busca alertar sobre este particular.

La emigración, imparable movimiento que surgió junto con el hombre, es diariamente alimentada desde ese llamado y ansiado primer mundo, donde se tiene lo que se debe, y se vive como se debe, m ás allá de si estos bienestares pueden ser para todos, si arriesgar la vida ante la mar lo merece.

Ángel Marcos llama a reflexionar. Observó el hecho desde las dos orillas, estuvo en el puerto de los Cristianos de Santa Cruz de Tenerife, y en Sant Luis, Senegal: allí vio sus rostros anhelando la felicidad posible luego de cruzar el mar. Y también vio las barcas vacías donde estuvieron los que --a pesar de seguir la dirección única del discurso globalizante-- no alcanzaron la Felicidad.

El arte tiene, entonces, mayor responsabilidad. Para Marcos: “el arte está operando en esta sociedad globalizada como un cuerpo de acción y de importancia notable y esto creo que es lo realmente interesante”. Mientras, quizás otros estén precisamente hoy “a merced de una mar negra y furiosa como el alma de los pescadores”.












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