jueves, abril 16, 2009

El abismo de la existencia…también se asoma en la red



Edgar Borges

Sospecho que la historia de la civilización ha sido cíclica más por intereses dirigidos que por una situación natural. Vestimos (o nos visten) cada período histórico con determinados ropajes de progreso para siempre terminar enfrentados al mismo desenlace: el abismo de la existencia.

En el fondo parece que deseamos que los factores de poder nos engañen haciéndonos creer que la vida es de una determinada manera. Y, como si fuésemos los actores de una mediocre novela, seguimos las pautas de los directores del engaño, más por miedo que por convicción. Desde el escenario masivo, la ciencia y el arte lucen distantes. Poco probable es que la clase política (que hasta ahora conocemos) permita que otras políticas (desde la ciencia o el arte, etc.) intervengan en la construcción de nuevas formas de pensamiento colectivo.

Los círculos que dirigen el guión dependen del miedo para sostener la novela. Y el origen del miedo (que padecemos) radica en lo mucho que ignoramos sobre nuestra existencia. Preferimos jugar a medio vivir (o a no dejar vivir), dejamos la política en manos (y en cerebro) de unos pocos y asumimos nuestro papel de público invisible. Podemos aplaudir la realidad pero no transformarla.

Ahora, en el siglo XXI, el público se lanza optimista (a pesar de la crisis que nos inventaron) a participar en la carrera virtual (la nueva trama de la novela). Decididos y perfumados con aroma de progreso (reciclado), ensayamos el nuevo papel. Atrás dejamos todos los recuerdos (la memoria-como la abuela que estorba-al depósito). Y nos sentamos frente al ordenador con la esperanza de que jugamos a distraernos. Mientras, en un lugar ajeno a nuestra vida, y a puertas cerradas, otros deciden el rumbo que tomará nuestra esperanza.

No obstante, en algún momento de la historia de este nuevo intento de progreso, quizá desde la pantalla del ordenador (o del móvil) se asomará ese abismo que (desde tiempos remotos) nos convoca a replantearnos la existencia. Y nos dirá que otra vez (desde la esencia) todo comienza.

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