miércoles, septiembre 24, 2008

septiembre en bolivia

Septiembre en Bolivia
Kintto Lucas



La historia camina lento decía uno por ahí. El que no conoce su historia está condenado a repetirla decía otro. Y tal vez sea verdad… Septiembre es un mes que siempre me trae un montón de recuerdos, Recuerdos que son parte de la historia pero están ahí, y de cuando en vez aparecen para golpear o acariciar, según sea el ánimo de la memoria o de la soledad que anima la memoria.
Hace treinta y dos años, el 17 de septiembre de 1976, cuando el general Hugo
Banzer era dictador no electo de Bolivia y el Plan Cóndor unía a la
represión de los países del Conosur, Enrique, mi hermano, caía muerto junto
a Pedro Silvetti (secretario del ex presidente boliviano Juan José Torres),
en Cochabamba.
Un tiroteo de dos horas hasta dejar la última bala antes de caer herido,
antes de que lo lleven a morir en la tortura.
Después, la mentira de los comunicados oficiales se encargaría de decir que
había muerto en el enfrentamiento. Después el ministro del interior
boliviano, general Pereda Azbún, se fue a reunir con sus pares uruguayos en
Montevideo para darles cuenta que la red del Cóndor cumplió su cometido.
Había llegado a Bolivia dos años antes tras una ilusión: la posibilidad de
tumbar la dictadura de Banzer mediante la alianza del ELN (Ejército de
Liberación Nacional) con el ex presidente Juan José Torres (el general
proletario lo había denominado Rodolfo Walsh) y su gente.
A pesar de su juventud, en pocos años Enrique había caminado demasiado. Era
uno de los tantos jóvenes tupamaros que creían en la política como un
manifiesto de la ética. Entonces primero llegó la cárcel, luego fue el
destierro en Chile, después el viaje a Cuba, más tarde la construcción de la
Junta de Coordinación Revolucionaria en Buenos Aires, y finalmente la
instalación en Bolivia para reconstruir el ELN.
Ahora, treinta y dos septiembres después, el recuerdo se mezcla con este
presente en el que el gobierno de Evo Morales es acosado por los sectores de
poder económico de Bolivia, los amigos de Banzer y sus continuadores.
Los sectores de poder no aceptan perder sus privilegios. Tampoco cambian sus
métodos para defender sus intereses.
Ayer fue acosado el gobierno de Juan José Torres mediante la emboscada, el
asesinato selectivo, con el apoyo del gobierno de Estados Unidos y su
embajada en Bolivia.
Hoy, la matanza de Pando es solo un ejemplo de que la oligarquía boliviana,
con ayuda de la misma embajada, utilizará todas las armas para que no se
consolide un gobierno popular. Esa matanza, y el intento de golpe de Estado
contra el gobierno de Evo, es también una parte de la historia que Bolivia
quiere dejar atrás, y que los mismos grupos de poder se empeñan en repetir.
La historia de América Latina, y particularmente la de este país andino, es
la historia de la explotación, de la matanza de indígenas, de campesinas y
de obreras. Pero es también la historia de la rebelión.
La historia camina lento, y algunos quieren repetirla, pero el gobierno y el
pueblo bolivianos están firmes en la construcción de otra historia.
En América del Sur se ha evidenciado una solidaridad colectiva con el
gobierno y pueblo bolivianos, pero es necesario que toda esa solidaridad
social se vea reflejada en Bolivia, confluyendo en La Paz. Hoy más que nunca
el destino de una América distinta se juega en Bolivia. Hoy todos somos
Bolivia.

Kintto Lucas
Corresponsal de la Agencia de Noticias Inter Press Service (IPS)

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