miércoles, septiembre 24, 2008

Julio López: Sus ojos se cerraron

Privilegios y ferocidades
15/09/08
Por Oscar Taffetani

(APe).- Con el título "Proyecto de Reasentamiento Humano en Condiciones de Emergencia", un ex intendente de Santa Cruz de la Sierra publicó en los '80 una Memoria sobre el origen del Plan Tres Mil, ciudad satélite que ya tiene casi 250 mil habitantes y que junto a Villa Primero de Mayo (180 mil), constituye la más seria preocupación que tienen hoy las élites que por décadas monopolizaron el gobierno y la política en el Oriente boliviano.
Aquel proyecto se llamó "Plan Tres Mil" porque fue diseñado para reasentar a 3.200 familias que en 1983 se habían quedado sin casa debido a las ríadas (desbordes e inundaciones) del río Piraí.
Más allá de las consideraciones urbanísticas, sociológicas y/o antropológicas que puedan hacerse sobre el Plan Tres Mil, lo concreto es que -como reconoce en su Memoria el ex intendente- "un año después del inicio, las 400 viviendas construidas no alcanzaban a cubrir ni la mitad de la población asentada. Algunas familias vivían en las viejas carpas, convertidas en viviendas permanentes…"
Cumpliendo una triste regla latinoamericana (políticas intermitentes, negación de derechos a la población más vulnerable, improvisación), la emergencia del Plan Tres Mil se convirtió en permanencia. La excepción (que no era tal) se hizo norma.
Por eso, en dos décadas y media de existencia, el Plan Tres Mil se convirtió en receptor de las familias expulsadas por el latifundio y la desocupación rural en el Oriente y otras regiones de Bolivia. Por eso llegó en apenas un cuarto de siglo a tener un cuarto de millón de habitantes.
Cabecitas negras, etc.
En la Argentina del primer peronismo (1946-1951), la clase media "blanca", de origen inmigratorio, acuñó la expresión "cabecita negra", para referirse no a los pajaritos que llevan ese nombre, sino a los criollos de tez oscura llegados del campo, varones que conseguían empleo en las ciudades y que debían usar cuello blanco y corbata cuando accedían a la función pública.
Los "doctores" que descendían de un padre o un abuelo inmigrante se distanciaban así de los recién llegados. Los rechazaban. Los discriminaban. Los hacían sentirse extranjeros en su propia tierra.
Algo semejante está ocurriendo en Santa Cruz de la Sierra.
Los "cambas" (así se identifican los nativos del Oriente, sean blancos o mestizos, con una veta de sangre guaraní), que se sienten invadidos por los "coyas" provenientes del Norte y el Occidente, los rechazan, los discriminan y, sobre todo, no soportan que esa cultura ancestral y originaria de los quechuas, los kollas y los aymaras haya llegado -vía Evo Morales- al gobierno del país.
Entonces, igual que aquellos hijos de los obreros petroleros de los '70 que se hicieron doctores e ingenieros en la Venezuela de los '90; o como los estudiantes fubistas (pertenecientes a la FUBA) en los primeros tiempos de Perón; o como esos cubanos acomodados en Miami cuando vieron llegar a los "marielitos" en los '80; o como los mulatos portorriqueños que desprecian a los que no tienen ¡al menos una gota! de sangre blanca, los discriminan, los rechazan, los expulsan de sus ciudadelas.
Claro que en la Ciudadela Andres Ibáñez (también llamada Plan Tres Mil) eso no es posible. Allí hay pobres de todas las etnias. Ellos hablan en guaraní, en aymara, en quechua, en mocoví. Y están obligados, porque así lo ha querido la historia, a CONVIVIR.
En el Plan Tres Mil, ciudad satélite de Santa Cruz de la Sierra, lo mismo que en la Villa Primero de Mayo y otras barriadas populosas, que crecen con el ritmo y la fuerza de la vida, está surgiendo, imparable, otra Bolivia.
Podrán golpear y asesinar. Podrán defender con ferocidad (y cinismo) sus privilegios. Pero no podrán detener la marea incesante de los pobres, la sal de la tierra, los herederos legítimos de toda esa dicha escamoteada y acumulada en siglos -no importa cuántos- de injusticia.

La sed
17/09/08
Por Miguel A. Semán
I
(APe).- Existen grandes disparidades entre los precios internacionales, pero hay una regla uniforme para todos los pueblos del mundo: A mayor pobreza más cara es el agua limpia. En el sudoeste chaqueño hay que elegir entre la comida o el agua. Mil litros cuestan $40. Una familia necesita por lo menos 5.000 litros en el mes. En ocho meses llovieron 100 milímetros y las napas se fugan hacia el centro de la tierra.
En Coronel Du Graty dos canillas municipales deben abastecer a 10.000 vecinos y hace poco más de treinta días se robaron los 20 mil litros que contenía el tanque de donde debían servirse todos.
Un año atrás el alcalde de Nairobi denunció en el Parlamento Europeo que en Kenia el agua es más cara que la Coca Cola y la mayoría de la población no tiene ni para comprarse una gaseosa. Kenia está al lado del segundo lago más grande del mundo, el Victoria, y del gran río Nilo.
II
El 80% de las enfermedades del planeta son causadas por beber agua no potable. 1.100 millones de personas carecen de ella y aún donde existe en cantidades suficientes, los pobres no pueden alcanzarla.
Aproximadamente 3.800 chicos mueren cada día por sed o por contaminación. De los 1,8 millones de niños que mueren al año por estas causas la mitad son africanos.
El Tribunal Latinoamericano del Agua denunció en Guatemala, el pasado 3 de septiembre, que 77 millones de personas en la región no tienen acceso al agua.
Los expertos afirman que el mayor problema no es la escasez sino la mala administración y distribución de los recursos hídricos. Los gobiernos de los países del mundo, desarrollados o no, han comenzado a vender la sed de sus pueblos. Con el pretexto de mejorar el suministro, delegan en las grandes corporaciones la explotación del recurso y la provisión de agua de red o envasada. Pero los servicios en vez de mejorar, empeoran y se encarecen, con el agravante de que por tratarse ahora de un bien con valor económico, las empresas se consideran con derecho a secar ciudades enteras, como intentaron hacerlo en Tucumán, Sudáfrica y Bolivia.
III
La sed como su hermana mayor, el hambre, tiene la paciencia del viento. Es un huracán silencioso que sopla ahí donde lo mandan o donde lo dejan soplar. Crecer y vivir sin agua potable convierte a los hombres en llagas ambulantes.
En Argentina, donde existen algunas de las reservas acuíferas más importantes del planeta, las imprevisiones, los olvidos, el desmonte y el mal manejo del suelo, hacen que en algunas provincias la vida sea irrespirable. En Santiago del Estero, Chaco y el norte de Santa Fe las escuelas y los pueblos enflaquecen y se secan y, al fin, desaparecen como si sólo hubiesen sido espejismos en el polvo.
Todos los que pueden escapan del infierno. Los subsaharianos suben a los botes y se lanzan al mar, ese desierto líquido que entra en ellos sólo para devorarlos antes de que lleguen a los campos de prisioneros que los esperan en Europa.
Nuestros compatriotas del norte suben a los camiones y a los trenes, ahí donde todavía pasa alguno, y vienen a asentarse en los alrededores de las grandes ciudades para disfrutar del paraíso: La mugre de los otros y una canilla de donde a veces se escapa algún suspiro.

Sus ojos se cerraron
18/09/08
Por Alfredo Grande
(APe).- Y el mundo sigue andando. El mundo del deporte, de los negocios, del turismo, del arte, del espectáculo, de las noticias, de los parlamentos, de los tribunales, de las familias. Y el mundo sigue andando. Pero sólo una parte de ese mundo, el que no hace mucho fue caracterizado como izquierda siniestra no se conforma con seguir andando, sino que marcha. Con la marcha de la bronca y de la justicia, de la memoria y de la verdad. Pero sus ojos se cerraron. Y los nuestros, arrasados de estupor, irritados de tristeza, no pueden ver. ¿Quién dijo que ojos que no ven, corazón que no siente? Nosotros, los de antes y los de ahora, seguimos sintiendo. La desaparición de Julio Jorge López primero y su no aparición después han disparado terrores con y sin nombre, pánicos que no se resuelven con psicofármacos, valentías y cobardías que parecían superadas. Para la gobernabilidad, que es un reinado que tiene que parecer gobierno, Jorge Julio López, desaparecido no aparecido, es un analizador insoportable. Porque dice que vendrán caras extrañas a decir que hay otro Estado dentro del Estado y que es difícil decidir cuál se escribe con mayúscula y cuál con minúscula. Y que el mundo, el pequeño gran mundo de las castocracias (políticas, económicas, religiosas) sigue andando, pero con una marcha zigzagueante y confusa. Que obliga, confesión de parte, a transformar a Julio en una mercancía más, cotizada en 400 mil pesos para el que lo encuentre, y tenga tiempo de avisarlo. Como la mujer del César, quizá no se trate de ser democrático, pero sí de parecerlo. Desde la desaparición del querellante testigo, cada vez parece menos. No ha sido tropezón: es una caída de un discurso que no supo o quiso destruir los muros de silencio y los muros de servicios, cuidadosamente vigilados. Y el mundo seguirá andando más preocupado por los barrabravas, aunque todavía no haya desaparecido ningún jugador o técnico. Pero todos los luchadores sabemos que hoy no está solo nuestro corazón. Y que siempre habrá una historia oficial y que algunos tendremos que contar otra historia. Algunos seguirán andando y otros solamente marcharán. ¿Tus ojos se cerraron, Julio? Los nuestros seguirán abiertos. Es otro derecho humano al que no pensamos renunciar. La mirada de nosotros para que las imágenes de este presente nunca más se pierdan en ningún futuro.
Gentileza Diario Página/12 04-12-06

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