lunes, diciembre 15, 2008

Korda más allá de la sombra del Che




MANUEL DE LA FUENTE MADRID
Aquella imagen ha valido mucho más que mil palabras, mucho más que mil discursos de Fidel, que ya es mucho decir y, sobre todo, es mucho hablar. Una imagen impresa en tazas, muñequeras, camisetas, sudaderas, banderas, juegos de cocina, relojes, mecheros, camisas, gorros, impresa incluso en muchos corazones a lo largo y ancho del mundo desde 1967 en que el editor italiano Feltrinelli la popularizó mediante un cartel que vendió por millones. Sí, claro, no se equivocan, es la foto que el cubano Alberto Korda tomó del Che Guevara («El guerrillero heroico» la tituló) el 5 de marzo de 1960, aquel día en que Castro pronunció su célebre «Patria o muerte, venceremos», tras un sabotaje de la CIA contra un barco francés, el «La Coubre».
Pero la vida y la obra de Alberto Korda es más, mucho más que la continua presencia de la foto de Ernesto Guevara. Un Korda no tan difundido que se muestra en la exposición «Conocido, desconocido», compuesta por 200 fotografías, que hoy se inaugura en la Casa de América. La muestra recoge el trabajo del fotógrafo entre 1956 y 1968 y se basa en un exhaustivo libro de igual título editado por La Fábrica. La mayoría de las imágenes no habían sido nunca publicadas, e incluso se desconocía su existencia en muchos de los casos, puesto que en 1968 las autoridades cubanas intervinieron el estudio de Korda y se perdió la fotográfica pista de muchos de sus archivos.
Pero, sobre todo, la exposición quiere trazar un perfil de Alberto Korda que escape a la alargadísima sombra de la fotografía del guerrillero heroico. «No hay duda de que Korda supo desde el primer momento que había hecho una buena foto, estaba en el estudio entre sus favoritas», recuerda Alberto Figueroa, también fotógrafo y ayudante y amigo de Korda. Lo que pasó después, la reproducción de esa imagen hasta el infinito, hasta los calendarios, hasta los calzoncillos y los juegos de café es otro cantar, otra historia que Figueroa vivió de cerca, pues no en vano, cuando en 1967 se hicieron las dos copias para Feltrinelli él fue, precisamente, quien las procesó: «Para cualquier fotógrafo, que una imagen tuya empiece a ocupar un espacio cada vez más público es un motivo de orgullo. Pero después empezó la explotación económica, de la que Korda no percibió un centavo». Alberto Korda llevó la situación con la mayor paciencia posible, como rememora Figueroa: «Al principio, le parecía bien, pues servía a los ideales del Che que él también compartía. Pero cuando vio la imagen en una marca de vodka, tomó cartas en el asunto y buscó un abogado» .
La exposición se articula en cinco secciones temáticas que quieren abarcar toda la obra del fotógrafo cubano: Studios Korda, los líderes, el pueblo, la mujer y el mar. Los cinco ases que Alberto Korda se sacaba de la manga de su talento, de una manera peculiar, sencilla y exacta como explica Figueroa. «Él no era ese típico fotógrafo yendo y viniendo por la calle con la cámara al hombro, él no andaba buscando instantáneas. Más que andar a la caza de la foto él siempre estaba buscando esencias. No hay que olvidar que su formación era de publicista, no de reportero».
Más allá (o más acá) de la Revolución Cubana (Fidel arengando, Fidel de buceo, Fidel en la zafra, Fidel en la nieve, Fidel a Dios rogando y con el mazo dando) Korda fue un artista polifacético, que igual se movió en las aguas del glamur de las revistas de moda, como entre los campesinos y la caña de azúcar, entre los barbudos como en los fondos submarinos de coral cercanos a La Habana y Varadero, una actividad, la fotografía subacuática, a la que dedicó buena parte de su vida. Vida que acabó en París, el 25 de mayo de 2001, en su salsa, como recuerda, finalmente, Figueroa «tomándose un trago, con su cigarrillo y con una mujer». Que no sólo del Che vive el fotógrafo.

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