lunes, diciembre 15, 2008

Camilo y Che: Reencuentros en Las Villas



Pastor Guzmán Castro
Los lazos forjados en la Sierra Maestra entre estos inolvidables comandantes alcanzan su cenit en los días de la Invasión y la lucha en la antigua provincia de Las Villas
Cuentan que allá en la Sierra Maestra el argentino fogoso, tan estricto y circunspecto con todos en la tropa, capaz de mantener a distancia hasta al más glutinoso del contingente guerrillero, no podía, sin embargo, permanecer serio mucho tiempo en presencia de aquel habanero simpático y huesudo que lo hacía víctima de sus constantes bromas.
Cuando por alguna causa alguien veía serio o de mal humor al Che Guevara, un hombre obsesivo con la disciplina, no faltaba quien comentase: "Aquí el que hace falta es Camilo", porque era el único, incluso entre los jefes, capaz de sacarlo de sus instantes de melancolía o de aquellos en que su espíritu se soliviantaba ante lo mal hecho.
Juntos en la épica empresa de la Invasión, al mando de las Columnas Guerrilleras No. 2 Antonio Maceo y No. 8
Ciro Redondo, Camilo y Che vivieron el doble martirio del acoso mortal, el hambre y el cansancio de la travesía, unido a la preocupación del uno por la suerte del otro y de sus soldados.
Por eso, no es de extrañar que en su primer informe a Fidel desde Las Villas, hecho el 9 de octubre de 1958, apenas llegados Camilo y sus hombres al campamento del Destacamento Máximo Gómez, en Jobo Rosado, el Comandante del sombrero alón le hable profusamente del Che y le exprese su desasosiego por no tener noticias de él y su Columna desde hacía 22 días.
DOS HÉROES CONTRA UNA CONJURA
No es ocioso señalar que en la carta de respuesta del Comandante en Jefe, cálida y encomiástica, se precise: "Me apresuro a escribirte por la misma vía para darte las siguientes instrucciones: No prosigas el avance hasta nueva orden. Espera al Che en Las Villas y reúnete con él. La situación político-revolucionaria allí está complicada y se hace indispensable tu permanencia durante el tiempo necesario en la provincia para ayudarlo a establecerse sólidamente".
En otra carta a Fidel fechada el 19 de noviembre, Camilo le cuenta de la llegada a su campamento de un individuo procedente del Escambray que se hacía pasar como miembro del Directorio Revolucionario 13 de Marzo. Ese elemento, del cual el fino olfato de Camilo le hizo suponer que era de la Organización Auténtica (OA), le preguntó qué debía hacerse con la gente de Prío (el ex Presidente), a lo que el aludido, sin morder el anzuelo, le dijo que era el Che, como jefe de la provincia, quien tenía que decidirlo.
"Este tipo -le escribió Cienfuegos a Fidel- quiere ver mi modo de pensar para calibrar el del Che, lo tratamos muy bien. No lo dejé preso para no causarle al Che una situación difícil".
PRIMER ENCUENTRO EN LAS VILLAS
El 25 de noviembre, Camilo recibió en Juan Francisco el tan esperado mensaje del Che en el cual este le pedía que fuese a verlo a El Pedrero, en el Escambray. El reencuentro entre los dos comandantes resultó profundamente emotivo después de tantas vicisitudes. Ahora se veían en otro escenario, con nuevas metas y misiones, contentos de estar juntos. Y aunque se abordaron asuntos muy serios, no faltaron el tono jocoso y las bromas que Camilo solía hacer a su jefe y compañero.
El 30 de noviembre, el Che comunicó a Camilo que por el camino de Fomento a El Pedrero venían subiendo tanques de guerra y soldados enemigos. Era la última ofensiva del Ejército de la tiranía contra el Frente guerrillero del Escambray. El Señor de la Vanguardia asumió el mando del personal que estaba emboscado en El Pedrero y reforzó las tropas del Che, lo cual resultó de gran valor en aquellas jornadas por contribuir a la derrota de las huestes adversarias.
EN YAGUAJAY, DÍAS DECISIVOS
Para fines de año los acontecimientos se precipitaban a ojos vista.
El 23 de diciembre, mientras Camilo impartía instrucciones en Yaguajay, en pleno combate contra las posiciones del Ejército y los policías en la población, recibió la visita del Che, quien llegó en un jeep que le habían enviado con un guía. De allí se dirigieron a los montes de La Caridad para ponerse de acuerdo sobre las acciones inmediatas a desarrollar.
El 25 de diciembre arriba de nuevo el Che a esa localidad. Allí cambió impresiones con Camilo acerca de la marcha de las acciones y la táctica a seguir. El argentino recomendó a su subordinado no desesperarse y lanzar un ataque frontal contra el reducto enemigo, pues eso originaría la pérdida de un gran número de hombres.
El 28 de diciembre, Camilo devuelve al Che sus dos visitas anteriores y va a Santa Clara, donde empezaban los combates, a contactar con su jefe y amigo. Dos días después, en plena batalla de
Santa Clara recibe otra vez al Che en Yaguajay y este le entrega una bazuca y le reitera la necesidad de obrar con inteligencia y cautela.
Antes de finalizar el breve encuentro, el Che le promete enviarle un mortero y su operador, los que llegan sin falta a mediodía del último día del año, precipitando con su fuego parabólico, la rendición incondicional del cuartel con sus casi 400 defensores.
En medio de la recolección de las armas, la atención al problema de los prisioneros y otros asuntos urgentes de última hora, Camilo recibe la orden cursada por Fidel desde Palma Soriano, ya el 1 de enero de 1959, en la cual les ordena a él y al Che marchar de inmediato hacia la capital y tomar, respectivamente, el Campamento Militar de Columbia y la fortaleza de La Cabaña.
Lo demás, es historia sabida. Camilo ocupa Columbia en la tarde-noche del día 2 de enero de 1959 y unas horas después el Che entraba en La Cabaña. El enorme trabajo emanado de las nuevas responsabilidades, hace que solo puedan compartir de pasada, pues el tiempo no les alcanza en medio del ritmo febril de aquellos días.
Pero sí queda para la posteridad la simpatía inmensa que se profesaban y el dolor profundo que embargó al Che cuando el 28 de octubre de ese primer año del triunfo, el Señor de la Vanguardia despareció con su avión en medio de una aciaga noche de tormenta.

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