jueves, mayo 07, 2009

La nota escondida de Vitier


Por Anaisis Hidalgo Rodríguez
Foto Lino Luis Valerino Cambar
Publicado: 6 de mayo de 2009

Vitier siempre sorprende. Cada vez que retorna a la suroriental provincia cubana de Granma, ofrece a los seguidores de su género una que otra novedad musical.

Su presentación, la noche del martes en el teatro Bayamo, no fue la excepción.
Los presentes, fueron partícipes de una velada en la cual aunó a su antológico repertorio, estrenos, y la presencia de los percusionistas Adel González, Luis
Bárbaro Rodríguez y la solista Bárbara Llanes, esta última catalogada por la crítica especializada como una de las mejores sopranos de Cuba.

“Hace un año habíamos prometido regresar a esta tierra que tanto queremos y no íbamos a retornar, lógicamente a ofrecer lo mismo, sino a brindar también un producto diferente, siempre basado en mi música”, enunció el descendiente de los prestigiosos poetas cubanos Cintio Vitier y Fina García Marruz.

“Esta canción forma parte de una grabación que hice para mi disco Iré Habana, es una versión propia de una de las composiciones más conocidas en nuestro país, escrita por un joven a los 16 años, conocido por todos, así que creo que no vale la pena mencionarlo.”

Vitier desplaza los dedos por el teclado. El auditorio escucha las notas, las “saborea”, las decodifica y algunos murmuran entre sí: ¡Es la comparsa, de Lecuona!

Con tempo habanero, la soprano Bárbara Llanes hace su entrada al escenario. La mezcla de sonidos nos transporta al bullicio característico de esta región, a la diversidad de culturas provincianas que convergen en la capital cubana; el solar, las descargas y la vida agitada no por ello despojada de magnetismo y gozo.

Como estreno regaló la pieza Un ángel, texto de su esposa Silvia Rodríguez Rivero y que propone una fusión inusual entre la voz de emisión lírica, el melodismo clásico y la percusión.

La interpretación resulta subyugante. El dramatismo, el desplazamiento y la gestualidad de Bárbara Llanes acompaña cada nota, logrando una fusión armoniosa con el resto de los intérpretes.

Vitier se deja llevar. La música parece transportarlo a diferentes épocas. En ese momento solo existe la voz de Llanes para indicarle el camino de regreso.

“Esta gira tiene una característica especial. Se me ocurrió solicitarles a nueve colegas de la música, grandes figuras, que me regalaran una pequeña melodía, un fragmento, una idea. Ni siquiera un tema elaborado, en todo caso, una intención de tema que mi esposa se encargó de recolectar entre ellos.

“En cada concierto abrimos un sobre y hago una improvisación dedicada a ese amigo.
“Entre ellos están Hernán López-Nussa, Silvio Rodríguez, Ulises Hernández; Roberto Varela, Bárbara Llanes, Liuba María Hevia y Chucho Valdés.

“Lo interesante de esto es que desconozco la música, así que estamos en igualdad de condiciones ustedes y yo. Nadie sabe lo que va a suceder; lo cual tiene su riesgo y su gracia.”

Bárbara Llanes escoge un sobre y lo entrega. Vitier lo lee en silencio y exclama: “¡Felicidades Bayamo…, Chucho Valdés!

“Es un pentagramita con once notas, así que gracias Chucho, por estar, por este regalito que guardaré siempre conmigo” -y en tono jocoso y cubano, agrega- “vamos a ver qué sale de esto.”

Al cabo de unos minutos, Vitier abandona el pentagrama e innova el resto con genialidad y soltura.

Con Canción de cuna, anónimo yoruba, Vitier destierra en los presentes la concepción de que la música africana es netamente percusión y nos adentra en otra de las vertientes de su ritmo: un melodismo hermoso, olvidado, no muy reconocido pero de un valor y musicalidad inmensa.

Otro estreno lo constituyó El alba al bosque, compuesto con la ayuda de su esposa Silvia y concebido con el acompañamiento vocal de Llanes.

Al alba al bosque logra transferir una ligera tristeza, que sutilmente nos deja en el subconsciente el aroma de los cafetos, el rocío de la mañana, la humedad de la tierra y las evocaciones a la palma, la Ceiba y el ébano, como parte indisoluble de la relación hombre tierra.

Como colofón, regala Avemaría por Cuba, un intento de captar entre notas el sincretismo cubano y sus diversas maneras de expresar la espiritualidad heredada de la culta Europa y África.

Vitier, durante casi dos horas de concierto, hizo una panorámica de su música y puso a consideración del público estrenos que forman parte del programa de su gira por Cuba en este 2009, denominada Paisaje interior.

La apertura del programa, sin lugar a dudas, fue excelsa; y su consecución, coherente. Vitier logra mantener la expectativa en el público con naturalidad y expresar lo autóctono de Cuba en cada nota escondida.

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