miércoles, julio 15, 2009

Elogio del enano


martes 14 de julio de 2009
Alfredo Grande (APE)


“todo cambia, si pensamos el pasaje de la triple A a la gripe A”
(aforismo implicado)

Uno de cada tres niños salteños está desnutrido La jefa del sector de Recuperación los bautizó “enanos nutricionales”. Pero para las autoridades son “enanos raciales”. Historia de madres y nenes internados. El peligro de la privatización. Comparación. La médica explica el caso de dos mellizas. Una fue entregada en adopción y no tiene signos de desnutrición. La otra sí. Gladys Pernas, la jefa del Servicio de Recuperación Nutricional del Hospital de Niños Jesús de Praga de la ciudad de Salta. Junto a su equipo, relevó 2.000 casos durante los últimos 24 meses y comprobó que el 33% tenía peso y talla inferiores a los parámetros que les corresponden de acuerdo con la edad. "Son enanos nutricionales”, asegura la especialista. En el trabajo titulado “Valoración del estado nutricional (VEN) al ingreso hospitalario”, Pernas, junto a sus colegas Miguel Benegas, Cinthia Bastianelli y Adriana Spiess, plasmaron las conclusiones de un relevamiento realizado durante dos años en el servicio que dirige sobre 2.000 pacientes asistidos. Entre las conclusiones a las que arribaron, se destaca: “La desnutrición sufrida durante el embarazo y los primeros meses de vida produce daños irreparables como el retraso mental y físico, bajo peso y talla, y dificultades en el aprendizaje”. “No son enanos nutricionales, son enanos raciales”, explicó Patricia García, jefa del programa materno infantil de la provincia de Salta. En una singular interpretación científica de la denuncia formulada por la doctora Pernas, la funcionaria aseguró a Crítica de la Argentina que “el tamaño de los chicos guarda relación con las características genéticas de los aborígenes que vivían en esta región y se origina en la hipoxia relativa que sufren los habitantes del noroeste argentino que los hace antropométricamente más pequeños”. (Critica de la Argentina 07/07/09)

Si la fuerza es el derecho de las bestias, la mediocridad es el destino de los funcionarios. Creo que se trata de una forma de demencia por fuera del alzheimer, pero por dentro del despacho. Me lo han confirmado algunos amigos que lograron salir del placard de la burocracia estatal. El concepto de raza, tan cara a las diferentes formas de la represión, ha sido nuevamente utilizado. Como los sombreros de la abuela, o los ventiladores de techo, sólo esperan su oportunidad para tener la sombría notoriedad de canjear verdad por falsedad. La raza (supremacía, inferioridad, rasgos, tendencias, hábitos de consumo) es una forma neutral de dar cuenta de toda injusticia, de toda arbitrariedad, de todo crimen de lesa gobernabilidad. ¿Por qué hay una absurda proporción de población negra en las cárceles de la burbuja financiera del norte, que decuplica la proporción en la sociedad? La causalidad racial es el huevo de una serpiente que mata por estrangulación: el determinismo histórico político. Algo así como la inversión de la profecía del mayo francés, donde para ser realistas se pedía lo imposible. En la actualidad de nuestra cultura represora, para no ser idealistas se pide lo posible. Y con la descarnada lógica del mercado, se consigue apenas lo probable.

Más allá de los delirios sobre la hipoxia relativa y lo antropométricamente más pequeño (recordar que la derecha es un delirio eterno), lo que cabe preguntarle a cualquiera, menos a la funcionaria a la cual la pregunta no le cabe, es por qué está aliada a la miserable propuesta que salamanca no preste lo que natura no da. El Jefe Espiritual del Menemato podría decir: “siempre habrá enanos entre ustedes”. Esta forma de pensar al enano como racial es mucho más destituyente (para seguir la nomenclatura de Carta Abierta) que todos los discursos del fascio torito de angelis. La activa producción de enanismo es un crimen que lesiona varias humanidades porque tiene un alcance transgeneracional. La cultura represora, que no es solamente cultura de la represión, aunque también, elige mecanismos que están más acá de los medios masivos de comunicación, radio 10 o las 20 diferentes formas de ser tinelli. Denominamos a este mecanismo represión orgánica. No se trata de imponer un pensamiento único, como en los marrones 90.
Más drásticamente: se trata que no haya pensamiento. Que el mecanismo del pensamiento esté definitivamente clausurado no por censura política sino por insuficiencia neuronal. Si las lobotomías más cruentas fueron escindidas del campo de la psiquiatría, estamos en presencia de lo que bien podemos denominar lobotomía social. Por sucesivos decretos de necesidad y pestilencia, funcionarios de varias degeneraciones, establecen quiénes se desarrollan y viven, y quiénes se atrofian y mueren. Por supuesto, como enseñó el ministro actual de salud pública, si manejamos estadísticas bajamos la mortalidad infantil en poco tiempo. Siguiendo las predicciones de George Orwell, el programa de salud materno infantil termina siendo un plan sistemático de enfermedad biopsicosocial. La cultura represora nos regala sin beneficio de inventario otra perla opaca construida por ostras mutantes: no es hambre, es hipoxia. O sea: ha hecho, seguro sin decidirlo concientemente, lo que es más grave, un elogio del enano. Eleva la condición de hipoxia (supongamos que exista porque es difícil medirla en estos tiempos de gripe A) a una causa primigenia y omniexplicativa. La historia, la política, la economía, retroceden espantadas frente a la determinación molecular del oxígeno. Propongo designar a esta funcionaria funcional a las políticas represivas como patrimonio cultural de la inmunidad. Inmune a toda elemental sensibilidad para entender, cuidar, comprender, contener, a los más pobres de toda pobreza. ¿Alguien está en condiciones de pedirle la renuncia, sin precipitar un efecto dominó que sepulte a todas las planas, mayores y menores, de la provincia de Salta, que no salta pero aplasta a los que debería proteger? Esta funcionaria inventa una macabra historia de principitos en desgracia, de mendiguitos que deberían sentirse culpables de los genes que los re mil parió, y acomodarse a las supuestas determinaciones de los ancestros aborígenes que los mandaron a estas tierras con defectos insalvables de fábrica. Es tan brutal la intervención de la funcionaria, tan opuesta a toda aspiración democrática aun la más light, que sólo necesitamos que la Chiquita Legrand, la entreviste en sus almuerzos culturales para preguntarle algo así como: “y no será doctora que por eso fueron conquistados, porque no podían pensar?” Vana respuesta porque la funcionaria tampoco puede pensar. En su caso, con toda seguridad, ni enana nutricional, ni enana racial. La peor de todas las enanas: enana mental. Otro crimen de lesa gobernabilidad.

Autor imagen: APE

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