lunes, enero 26, 2009

El axolotl de Julio Cortázar: el otro y uno mismo


Lic. Marlén González González
marlenggez@gmail.com

Resumen: El presente análisis constituye un acercamiento desde el punto de vista narratológico a algunas claves para la interpretación de un cuento tan estudiado y emblemático como Axolotl de la narrativa de Julio Cortázar. A partir de la aplicación del modelo de Genette se analizan las relaciones entre binomios espacio-tiempo, uno-diverso centrales en este relato.
Palabras clave: Cortázar, narrativa argentina contemporánea, otredad, narratología

Uno de las “temáticas” frecuentes en la literatura narrativa es la mezcla (pero no suma), o reorganización de elementos de la realidad extraliteraria, que devenga realidad otra, literaria, autónoma, con sus propios códigos y modos de ser, con sus posibles e imposibles, o sin los últimos. Que de ello resulte una exégesis que influya en el análisis de motivos de eterna preocupación humana como el tiempo (su linealidad o no), el espacio (continuo o no), la muerte, la vida, la diversidad y otros muchos otros, puede ser en ocasiones un camino secundario, paralelo al fin en sí mismo del relato dado por esa propia creación de un nuevo “mundo”, el mundo literario, de las transgresiones, digresiones, de lo extra-ordinario. El Axolotl, de Julio Cortázar [1] bien pudiera inscribirse en cuanto a su tema dentro de estas recurrencias literarias.

Estructura del relato:

Textualmente el cuento se organiza a través de párrafos cuya oración primera suele ser si bien no la oración temática, el indicio del cambio, ampliación semántica o nuevo rumbo coherente y progresivo del relato. Así esquemática y en consecuencia reduccionistamente, se tiene la siguiente caracterización por párrafos:

1) El cuento comienza con una analepsis que pareciera -sólo se re-decodifica en la linealidad del texto y en su final- el fin de la trama [2], mediante la cual el protagonista-narrador [3] declara que antes no era un axolotl y ahora lo es. Primera llamada de alerta.

2) Se presentan las circunstancias en que se produce el encuentro y una primera causa aparente de él: los leones estaban feos y la pantera dormía por eso decide ir a los acuarios.

3) El personaje decide establecer un contacto, intermediado por la letra escrita, la tradición cultural y académica, con los axolotl: va a una biblioteca, en la cual obtiene informaciones sobre algunas características morfológicas y de hábitat de los axolotl.

4) Rechaza la información de un texto especializado y vuelve a por su propia percepción, se interesa por su aspecto externo. Comienza a establecer semejanzas con los humanos.

5) Se detiene en las causas de la atracción que siente por los axolotl. Comienza a colocar en algunos aspectos externos (lo hacía también en el párrafo anterior pero sólo como símiles, o analogías) rasgos humanos, o al menos cultural y socialmente asumidos como tales: tener la voluntad de algo, ser capaces de evadirse del medio. Estos datos unidos a los del párrafo cuatro y los que siguen van revelando cómo parte del cambio que el personaje refiere en sí mismo está estrechamente vinculado con su forma de mirar diferente, de metamorfosear los objetos, (tal vez no debería extrapolarse esta conducta a otros niveles, porque no es pertinente y excede los límites del texto).

6) Comienza con una frase -Y sin embargo estaban cerca-, cuyos nexos introductores revelan relación semántica con algo precedente “El uso de la conjunción al comienzo de la cláusula significa enlace lógico o afectivo con lo anteriormente dicho o pensado” [4]. El contexto en que aparece esta frase, en el cual nada se ha dicho del distanciamiento entre ellos, revela que esta idea manifiesta como otras del relato, la relación afectiva más que intelectiva del personaje con el objeto y cómo la cercanía o lejanía entre ellos sólo puede ser subjetiva, mental pues nunca deja de existir una barrera muy objetiva: un cristal y una reja, a través de los cuales sólo se podía interactuar mediante la vista y el pensamiento. Acentúa esta apreciación la presencia de la conjunción adversativa sin embargo, que en tanto está ausente la primera sentencia con la cual contrastaría la oración por ella introducida, crea una laguna, una elipsis semántica de la cual puede inferirse por ejemplo que en realidad no estaban cerca.

7) El personaje declara conciencia en sus analogías antropomórficas o antropomorfizantes, se sustenta en la mitología, utiliza la palabra metamorfosis y habla de misteriosa humanidad en los axolotl; lo que antes eran simples rasgos semejantes, ahora se traduce en comportamientos humanos y en atributos de ellos.

8) En este párrafo y en concordancia con el programa narrativo del personaje que persigue mostrar el proceso mediante el cual llegó a ser “otro”, se avanza en cuanto a connotaciones y eventos [5]. Si en momentos anteriores el narrador se mostraba subyugado, obsesionado por algo que cada vez podía o mostraba definir más, ahora ese algo deja de ser ante sus ojos un objeto que paciente y sin reacción alguna soporta las exploraciones de aquel, ahora el sujeto lo convierte en dominador, en ente superior capaz de producirle miedo.

9) Se produce la identificación con los axolotl. En este párrafo se intensifica el procedimiento de revestir a aquellos -figuras inmóviles, carentes de vida, sin resistencia-, de todo cuanto el sujeto “necesitara” tuvieran, y fueran, de todo en lo que él quisiera convertirse, pues desde muy empezado el párrafo ha estado repitiendo casi textualmente, con variaciones temporales en dependencia de su funcionalidad en el segmento en que se insertan, que no había nada de extraño en aquello, (y en cada caso el significado del pronombre alude bien a los hechos que le preceden o bien a todo lo ocurrido, y juega con la imprecisión de su significado).

10) Comienza con una ruptura con algo dicho, que sin embargo, pudiera confundirse en primer momento con una contradicción, pero que luego viene a sustentar la idea del papel de la focalización interna del narrador, de la importancia de quién ve, cuánto ve y cómo lo cuenta. Sólo una cosa era extraña; seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Si ha habido indicios hasta el momento de la naturaleza del cambio, de cómo el personaje principal en tanto va convirtiendo al objeto que mira se va convirtiendo a sí mismo en ese algo que cree observar, con esta frase y este párrafo se corrobora la idea de que todo ha ocurrido gracias a la percepción del personaje, y dentro de su mente, tan así es, que luego del cambio elíptico y sobreentendido, sigue conservando lo único que había venido manifestando desde el principio fuera cualidad suya: pensar y saber.

Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible dice. Es interesante el uso del ahora en este fragmento. En este caso particular porque aparece en un contexto temporal en que se emplea el imperfecto, tiempo cuyo valor de duración de habitualidad, de eventos no puntuales en el tiempo, crea ambigüedad en cuanto al alcance temporal de la frase era un axolotl. Esto además provoca una especie de contradicción con el uso del ahora precedido enfáticamente por el adverbio instantáneamente. ¿Desde cuándo supo que toda comprensión era imposible?

11) Manifestación total de la “fusión”. Confusión y juego con las ambigüedades de los referentes.

Es notable cómo en muchos de los fragmentos anteriores se van dando indicios de cómo la metamorfosis o identificación, o necesidad de identificación, o justificación de ella, se va produciendo mentalmente, cómo depende únicamente de la perspectiva y manera particular de ver del personaje [6].

El tiempo y la focalización en el relato:

Temporalmente, el cuento se basa fundamentalmente en alternancias entre segmentos iterativos, repetitivos y singulativos [7] insertados en una gran analepsis. Lo pertinente desde el punto de vista narralotógico, es cómo destina intencionalmente -aunque no pueda precisarse ni interese saber cuán conscientemente lo hace- estos segmentos para unos eventos de la trama y para otros.

Así, de manera general se reservan los segmentos singulativos, para los sucesos [8] del argumento que corresponden con sucesos de la trama ocurridos una vez pero que marcan virajes en el destino del personaje y ulterior desarrollo de los acontecimientos. Ocurre, por ejemplo con la primera vez que visita el parque, el inicio del proceso que devendrá metamorfosis -por llamarla de la forma menos inexacta posible.

El azar me llevó hacia ellos una mañana de primavera en que París abrió su cola de pavorreal después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port- Royal, tomé St. Marcel y L'Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en le húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver a los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos y salí incapaz de otra cosa.

Del fragmento anterior se desestima la frase subrayada, pues constituye un segmento iterativo dentro del singulativo en que se inserta.

Ejemplos como el anterior, con un alto contenido de informatividad, poca subjetividad e intervención del punto de vista del narrador se emplean en el texto para sucesos caracterizadores de las circunstancias espacio-temporales en que se producen los eventos narrados. No sólo se diferencian de otros por este propósito narrativo y por el uso del pretérito perfecto del indicativo, sino porque en estos casos se dan detalles relativos al entorno, secundarios para el argumento, verbigracia el nombre de las calles, o el de la biblioteca a la que asiste seguidamente (párrafo a continuación del citado).

Realmente los segmentos singulativos son pocos en el cuento, y en ocasiones son pequeños insertados en pausas.

Por otra parte, el uso de los segmentos reiterativos, generalmente separados en el texto, se pone en función de mostrar la importancia de la focalización, del tamiz de subjetividad que impone la visión del personaje, así como la valoración que de los sucesos hace a posteriori aún tratando de presentarlos tan cual los veía en el momento de producirse.

Como sucede en ocasiones, y en el lenguaje literario en particular (aunque no siempre mayor) medida, cada enunciado, y estructuras de nivel superior dicen más que la mera decodificación, el texto se mueve entre constantes anáforas y catáforas que actualizan continuamente el discurso y la recepción que de él se haga.

Se cuenta más de su primera visita a los acuarios, pues dentro del argumento es muy importante el momento en que descubre a los axolotl. Estos segmentos repetitivos además de jerarquizar la información singularizan esta primera interacción, o mejor encuentro, pues de los axolotl no recibe en ningún momento muestra de comunicación, pues Era inútil golpear con el dedo el cristal, delante de sus caras; jamás se advertía la menor reacción. Ejemplos como los que siguen manifiestan la apropiación y fusión, primero visual, luego mental y al final pareciera que también morfológica (pues no hay indicios exactos de ello) del personaje narrador con los axolotl, de lo cual se sabe no sólo por la primera idea del cuento y las explicitaciones subsiguientes, sino por la propia manera en que de forma gradual, reiterada y diferente alude al hecho objetivo primero, con una ubicación fija y única en la trama, de reparar en ellos. Estos segmentos reiterativos además de añadir matices semánticos, connotaciones permiten acortar la distancia subjetiva [9] entre quien cuenta y lo que cuenta:

- al principio de la analepsis que abre el cuento dice sobre la primera vez que repara en ellos:

Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos y salí incapaz de otra cosa.

- la segunda alusión que hace a ello se produce a continuación de un segmento iterativo que resume, sin precisar, la duración temporal exacta, todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde, el aumento de la frecuencia de las visitas. En esta segunda ocasión ocurre un salto temporal y por consiguiente de punto de referencia del pasado a un presente con valor general para inmediatamente volver a un pasado anterior a aquel, un pasado de siempre, tan general y existente como el mismo presente desde cuyo alejamiento pueden hacerse estas valoraciones. Es evidente, que en esta frase se añade la idea de que la atracción que el personaje siente por los axolotl, se debe además de por razones más concretas a algunas menos precisas. Por demás en este momento el personaje empieza a explicar los motivos por los que se sintió atraído, obsesionado repetirá más tarde, y precisará más aquella decisión de soslayar peces vulgares y fijarse durante una hora en los axolotl -uno de los pocos momentos en que se da la duración exacta de un evento:

... Me apoyaba en la barra de hierro que bordeaba los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto, [10]porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos, me había bastado detenerme aquella mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua [11]

En esta segunda ocasión alude a algo (término indefinido por naturaleza) cuyas características no se precisan, se añade información nueva de la primera vez que llega a los axolotl, pues aunque no se creyera narrativamente oportuno hacerlo en aquella circunstancia [12], sí es pertinente ir dando gradual, jerarquizada y ascendentemente informaciones, o mejor, percepciones, valoraciones subjetivas (pues el grado de informatividad en cuanto a contenido referencial es mínimo) de un hecho al que se vuelve varias veces, en tanto es el momento en que se decide el destino del personaje, al cual pareciera por los indicios del relato, estar predestinado, lo cual no le resta total capacidad de elección al personaje.

La jerarquización y matización recurrente de la información sobre eventos fijos se da relacionada con el evento referido y también con las causas de la atracción que siente por los axolotl.

Ahora bien, en consonancia con la importancia en el relato de la relación estrictamente visual, desde afuera, que establece el personaje con los axolotl; ocupan una parte importante de él las pausas, fundamentalmente descriptivas, pero a veces reflexivas o que imaginan a partir de algunos rasgos de los objetos descritos [13]. Casi la totalidad de estos segmentos se da en las ocasiones en que el narrador-personaje, desde su perspectiva interna descubre y re-crea a los axolotl, los describe, y establece con ellos una relación unívoca, basada fundamentalmente en un acto visual y mental suyo previo a la conversión.

Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino [14]) piso de piedra y musgo de acuario. Había nueve ejemplares, y la mayoría apoyaba la cabeza sobre el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban.[15]

Seguidamente, como una cámara que reduce su objetivo, aísla mentalmente a uno de ellos para singularizarlo y describirlo.

Vi un cuerpecito rosado y como traslúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminada en una cola de pez, de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nosotros. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que más me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara. Un rostro inexpresivo, sin otro rasgo que dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente, carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior (...) A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral (...) y era lo único vivo en él...[16]

Muestra son los fragmentos subrayados de la interpretación más que descripción que el personaje hace de los axolotl, a los cuales ve desde los códigos de su mundo, desde sus conocimientos y concepciones, primero comparándolos con objetos artesanales, luego con otros animales, para finalmente rastrear o extrañar atributos humanos donde “debiera haberlos”. Este ejemplo y algunos que siguen evidencian cómo la primera metamorfosis se va produciendo en cómo el narrador ve a los axolotl.

En el segmento anterior aparece un motivo cambiante en el relato: la causa de la atracción, y si la descripción de los axolotl y fabricación de sus historias [17] permitía resaltar el rol de la perspectiva del personaje, los segmentos reiterativos también, pues en cada vuelta a “lo mismo” se añaden nuevas valoraciones, nuevos datos y se actualiza eso que constantemente deja de ser lo que era. Hasta ahora la atracción se había basado en: no ser peces vulgares, la certeza de algo lejano que los unía, sus patas; pero en el párrafo que sigue a este citado se comienza con una frase que abre una sustitución de la descripción medianamente objetiva por la fabulación y creación de una historia [18], una conducta y una manera de ser de los axolotl, ya que ni de esto ni se de su forma de hacer se tenía evidencias visuales:

Fue su quietud lo que me hizo inclinarme la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir espacio y tiempo con una inmovilidad indiferente. [19]

Luego el relato se mueve entre pausas descriptivas, reflexiones, y la subordinación progresiva y mental del personaje a eso que creía ver. Continúa acentuando la importancia de la interacción visual, única antes de la fusión, separación espacial previa a la unión, confluencia de espacios cuyo único punto de contacto son los ojos y un cristal separador.

El momento, la forma en que se produce el cambio o viraje parece no importar demasiado, pues es más relevante que el héroe cuente con las dislocaciones cronológicas que impone su valoración de los hechos y la influencia de unos sobre otros, el tránsito de un estado inicial -pasado en el momento de contarse- al estado o perspectiva desde los cuales se narra.

En este como en otros cuentos el programa narrativo del héroe, que parte de la simple curiosidad por seres en principio diferentes, varía en la sucesión de los eventos y aquí por ejemplo de escudriñador de un mundo al cual no pertenece, ni por naturaleza ni por “espacialidad”, al cual observa a través de un elemento que aísla y separa, pasa a identificarse con sus miembros mentalmente, para finalmente convertirse en uno de ellos, sin que por ello pierda todos sus atributos precedentes.

Hombre y axolotl parecieran pertenecer a espacios y maneras de ser diferentes, inconexos. Primero aquel se siente atraído por las semejanzas que él cree estos comparten consigo, así como por lo infinitamente perdido y distante que los unía. Luego se siente atraído por las cosas que cree descubrir en ellos: su voluntad de abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente, hasta finalmente disfrutar la diferencia, la separación:

Sus ojos [20], sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos, en los restantes acuarios diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar.

Seguidamente sustenta su cercanía con los axolotl precisamente en el distanciamiento, en la existencia de puntos divergentes, y en la interpretación de la inexpresividad de la quietud y la certeza de que No era posible que una expresión tan terrible, que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor:

Los rasgos antropomórficos [21] de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría [22], la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles.

Luego sigue viendo rasgos de misteriosa “humanidad” en ellos, hasta que finalmente se convierte en otro axolotl.

Ahora bien, el final del cuento que aunque elíptico se empata con la analepsis del comienzo en un ahora no precisado pero inferible, condensa algunas de las ideas regadas como migajas en el cuento: sólo desde la perspectiva de la distancia puede intentarse aprehender algo, la subjetividad, la percepción externa, el contacto visual pueden ser el camino para la apropiación. Sin embargo, la conversión en axolotl, lejos de lo que pudiera pensarse no significa total anulación de los contrarios, desaparición de las diferencias. El personaje narrador se convierte en un axolotl, pero no para que desaparezca el humano que mira e intenta comprender, sino para colocarse él en la perspectiva del otro y no desde sí mismo; se invierten los roles, se funden y se confunden: el axolotl convertido, nuevamente a través de un acto tan visual y mental como los del humano, interpreta, piensa y mira al hombre que a través del cristal observa:

El volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba.

Este segmento es relevante en el relato no sólo porque refuerce la idea de los mundos aparentemente fundidos, sino porque al contrastarla con el principio en que el personaje hace ver que no siempre fue un axolotl y que antes de serlo pensaba mucho en ellos y ahora no, desliza la idea de la circularidad de lo ocurrido, de la posible repetición de todo desde una nueva perspectiva, y a la vez la misma, el mismo rol revestido de un personaje diferente: el del sujeto u objeto pensante que se interesa por lo otro, por lo diferente. El humano antes pensaba en los axoltl, el axolotl convertido piensa en el humano. Con ello se cuestiona no sólo la relación que se establece mediante la diferencia, la distancia y la focalización interna para ver lo externo, sino la resultante de estos procesos, así como lo que se entiende por comunicación.

Sin embargo, previas a estas frases ha habido otras desconcertantes que se cuestionan la naturaleza, “veracidad” o confiabilidad de toda perspectiva desde afuera, limitada y de los mismos acontecimientos y valoraciones del relato y de la trama:

El estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en ese momento- de creerme prisionero de un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente.

La total fusión que excede los límites del edificio de los acuarios, y que apunta a la posible recursividad de los acontecimientos, se manifiesta con la frase final, total interpenetración en el otro, y a su vez fusión de aquellas dos realidades con la literaria:

Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.

NOTAS:

[1] Cortázar, Julio (1994) Final del juego; Ceremonias, Seix Barral, Barcelona.

[2] Se trabaja con la clasificación de trama y argumento, entendiendo a la primera como la sucesión cronológica de los acontecimientos tal cual se dan y por la segunda su orden de aparición en la obra.

[3] Genette, Gerard (1989). Figuras III. Editorial Lumen. Pág. 307.

[4] Gili y Gaya, S. (1974) Curso Superior de Sintaxis española. ICL, La Habana, Pág. 177.

[5] No puede hacerse, porque excedería los límites de este trabajo y de lo estrictamente narratológico pero sería interesante estudiar las formas verbales más frecuentes del texto, porque el uso privilegiado de formas verbales que signifiquen subjetividad, valoración, percepción, pensamiento con respecto al poco empleo de otras que impliquen acción, movimiento, cambio de estado. Sustenta la idea de la importancia en el relato de la focalización interna, de la subjetividad de la percepción como eje y desencadenamiento del conflicto. Tan así es que las frases en las cuales se refiere la transformación el verbo más frecuente es ver: Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez más de penetrar el misterio de esos ojos sin iris y sin pupila. Veía muy de cerca la cara de un axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y comprendí. En este fragmento además es notorio el uso de la frase verbal tratar de penetrar, cuya idea de estado no alcanzable, o propósito no logrado se intensifica con la frase una vez más. Este segmento es emblemático del tema del cuento, de sus ideas fundamentales, del juego con espacios y mundos aparentemente alejados, de la convergencia de lo diverso, la identificación con el otro y su otredad, pues en realidad las frases son ambiguas en tanto los referentes no quedan claros, quién es quién, dónde está cada uno, desde dónde se mira y qué, y cómo. Por demás no es casual que todo se produzca a través de un vidrio que además de ser un material traslúcido refleja, nuevamente dualidad, juego dialéctico, confluencia de contrarios (agua-tierra, hombre-animal, ver-ser...).

[6] Aunque haya un personaje referido que actúe como testigo pasajero, y sutilmente represente de la visión de los de la clase a la que pertenece el narrador (al menos antes de convertirse), y estén también los axolotl, generalmente cuando se dice el personaje (con artículo definido y valor retrospectivo) se alude al personaje narrador, a quien narra lo sucedido.

[7] Singulativo: contar x veces (en el relato) lo que ha ocurrido x veces (en la trama), donde x puede tomar cualquier valor a partir de 1.

Iterativo: contar una vez lo que ha ocurrido x veces, donde x tiene que ser mayor que 1.

Reiterativo: contar x veces lo que ha ocurrido una vez, donde x tiene que ser mayor que 1.

Genette, G 1989: 172-175.

[8] La naturaleza de este relato hace que se tomen por sucesos no sólo las acciones en su sentido más corriente, sino las decisiones o movimientos mentales del personaje: decidir aislar un axolotl para estudiarlo mentalmente, imaginar algo sobre ellos.

[9] Todo el momento, antes y después de convertirse en axolotl la relación que se establece entre el humano y los axolotl se produce a través del cristal que los separa. Nunca hay contacto físico.

[10] De este fragmento sólo se tiene en cuenta la frase subrayada que alude a ese primer momento.

[11] Convergen en estos usos los desplazamientos de persona, que van de la primera persona del singular para referirse a los hechos y valoraciones del personaje, la impersonalización de una tercera del singular a la primera del plural para aludir por vez primera la unión, relación entre los axolotl y él. Sin embargo aunque utilice: estábamos vinculados, esta forma verbal está regida por una en primera persona del singular de una forma verbal que significa penetración intelectual, acción del pensamiento, por tanto visión personal y única. Esta idea es coherente con otros indicios o manejos de los desplazamientos modales que ponen de manifiesto cómo la simbiosis es unívoca y transita por varias etapas.

[12] Por supuesto se está hablando a nivel del relato, donde se organizan los acontecimientos de acuerdo a propósitos más o menos precisos, más o menos conscientes por parte del sujeto narrador.

[13] Aunque los axolotl sean formas vivas, se les llama en varias ocasiones en el trabajo como objetos porque funcionan como tales, como el motivo que le permite al personaje el tránsito hacia otro estado.

[14] Luego al final frases como esta cobrarán sentido, no sólo porque revelen, aún dentro del pretérito imperfecto de la narración, su movimiento constante entre el antes y el después de la conversión y su habilidad para moverse sin transición entre uno y otro nivel, sino porque se sabe que sólo él, un axolotl que piensa como los humanos, puede tener tales sensaciones.

[15] También al final del relato, cuando sin transición comprende, es relevante el papel del cristal.

[16] Muchos de los fragmentos que se citan son susceptibles de análisis más minuciosos, sin embargo, un estudio de ese tipo no sólo sería demasiado extenso, sino que correría el riesgo de constituirse en un glosario de ejemplos, convergentes por demás en cuanto a fines y procedimientos con otros análogos. Este trabajo sólo ha tratado de ilustrar con fragmentos, en algunos casos más representativos que otros, los mecanismos y procedimientos de este cuento más relevantes desde el punto de vista narrativo.

En este mismo fragmento que se ha citado se deja de lado la inserción de un segmento singulativo, marcado por el uso del pretérito perfecto, dentro de la pausa descriptiva. Se han dejado de lado las sutilezas estilísticas que concurren para mostrar la subjetividad de la percepción y en alguna medida la obstinación por validar la manera en que se da, v.gr. rostro inexpresivo, ojos carentes de toda vida pero mirando, diáfano misterio interior. Este solo último sintagma es revelador de cuanto se ha dicho con respecto a la focalización y de la importancia de la mirada del narrador para el mundo que crea, inventa y al cual después pertenece, manteniendo los mismos atributos que él le había colocado. A través de su mirada que parecía traspasar (no traspasaba) descubre un enigma oculto, interior, no visto pero claro, nítido.

[17] En este caso se asume el término historia en una de sus acepciones más corrientes: “Conjunto de los acontecimientos ocurridos a una persona a lo largo de su vida o en un período de ella”. (quinta acepción del DRAE versión electrónica)

[18] Ídem.

[19] En el cuento son importantes también los contrastes que surgen de la comparación de realidades o elementos revestidos de significaciones o interpretaciones diferentes. Así por ejemplo es tanto más relevante que se sienta atraído por la quietud e inmovilidad de los axolotl cuanto antes gustaba de ver a los leones y panteras y el día en que por primera vez va a donde los peces fue porque el león estaba feo y la pantera dormía.

[20] Antes caracterizados como dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente, carentes de toda vida pero mirando.

[21] No debe olvidarse que en las fases de la relación del personaje con los axolotl había transitado por la identificación forzosa de aquellos con rasgos de los humanos.

[22] El personaje en su conversión deja de identificarse en alguna medida con los de su clase, primero era observado por el guardia como un demente, y ahora indirectamente revela su no pertenencia a la mayoría que cree.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Cortázar, Julio (1994) Final del juego; Ceremonias, Seix Barral, Barcelona.

Diccionario de la lengua española.

Genette, Gerard (1989). Figuras III. Editorial Lumen.

Gili y Gaya, S. (1974) Curso Superior de Sintaxis española. ICL, La Habana.


© Marlén González González 2008

Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

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