lunes, enero 26, 2009

Alguien que anda por ahí: Julio Cortázar, literatura y exilio



Maria E. Twardy
University of Massachusetts - Amherst
mtwardy@spanport.umass.edu

Resumen:Este estudio analiza la función de lo fantástico en el relato “Segunda Vez” como mecanismo de denuncia ante hechos históricos acaecidos durante la dictadura argentina de los años setenta. Los elementos fantásticos, en este caso, no se presentan como recurso ficcional sino que forman parte de la realidad extraliteraria de ese momento.
Palabras clave: Cortázar, narrativa argentina contemporánea, relato fantástico

“Siempre he sabido que las grandes sorpresas nos esperan allí donde hayamos aprendido por fin a no sorprendernos de nada”
Julio Cortazar, La vuelta al día en ochenta mundos.

En esta colección de cuentos publicada por primera vez en México en 1977, Julio Cortázar incluye dos relatos que según sus palabras “provocaron la cólera de la Junta militar argentina” porque denunciaban la realidad histórico-política latinoamericana de ese momento. (En González Bermejo 1978: 144)

Estos cuentos son: “Segunda vez” y “Apocalipsis de Solentiname”. El primero de ellos describe la desaparición de personas en circunstancias misteriosas, aunque no se manifiesta una relación explícita con el contexto; y el segundo refiere las situaciones de violencia que padecieron muchos intelectuales latinoamericanos durante este régimen.

Cortazar declaró que escribió “Segunda vez” en 1974 cuando las persecuciones, la represión, el exilio en masa, y en especial la desaparición de personas todavía no formaban parte de la realidad cotidiana en Argentina. Es necesario aclarar, sin embargo, que durante esa época se formó una organización terrorista de ultraderecha conocida como La triple AAA (Alianza Anticomunista Argentina) responsable de innumerables crímenes políticos.

En 1976, dos años después de los hechos mencionados, al presentar para su publicación en Argentina el volumen Alguien que anda por ahí donde se incluyen estos relatos, los censores no dudaron en verlo como una provocación y un atentado a las autoridades.

La particularidad de estos cuentos, es que manifiestan una ruptura con la línea literaria que Cortázar mantenía desde los años cuarenta. A partir del triunfo de la revolución cubana en 1959, y de la posterior visita de este autor a ese país en 1961 hizo que su visión política dejara de ser meramente teórica: “Desde ese día traté de documentarme, traté de entender, de leer [...]”(En Prego 1985: 181)

Esa circunstancia activó una suerte de mecanismo que antes había estado inmovilizado o ignorado y por lo tanto, sus escritos fueron incorporando situaciones reales que sucedían en diferentes partes de América Latina: “Los temas donde había implicaciones de tipo político o ideológico más que político, se fueron metiendo en mi literatura”. (1985: 181)

En Argentina, por ejemplo, un golpe militar en 1976 derroca a Isabel Perón e instaura un régimen represivo. A partir de estos acontecimientos, Cortázar siente que no puede mantenerse ajeno a ellos, necesita hacer algo por los problemas de su país y de Latinoamérica. No piensa convertirse en un escritor político, pero sí mantener un contacto diferente con sus lectores: “[...] si en otro tiempo la literatura representaba de algún modo unas vacaciones que el lector se concedía en su cotidianeidad real, hoy en día en América Latina es una manera directa de explorar lo que nos ocurre e interrogarnos sobre las causas por las cuales nos ocurre [...] (1984: 114)

En consecuencia, ese compromiso que Cortázar va a asumir con la historia se verá reflejado en muchos de sus cuentos, como “Reunión” publicado en Todos los fuegos el fuego (1966), “Sobremesa” en Ultimo Round (1969), “Graffiti” publicado en Queremos tanto a Glenda (1981), “Satarsa” en Deshoras (1982).

En este espacio nos concentraremos solamente en el cuento “Segunda Vez” ya que presenta elementos muy típicos de la literatura fantástica que, paradójicamente, se ajustan a una realidad extraliteraria: la desaparición de personas y la consiguiente incertidumbre y desazón que provoca.

Veremos cómo Cortázar escribe “del lado de allá” o desde el exilio una nueva ficción donde lo fantástico y el mundo real, cognoscible para el lector, convergen a nivel del texto como resultado del condicionamiento del contexto histórico. Al respecto, Irene Bessiere opina:

El relato fantástico no define una cualidad de objetos o seres existentes pero supone una lógica narrativa a la vez formal y temática que, sorprendente o arbitraria para el lector, refleja, bajo el aparente juego de la invención pura, las metamorfosis culturales de la razón y del imaginario colectivo. (2001: 184)

Conforme a esta nueva literatura que nace del compromiso del autor con la historia, los personajes de “Segunda Vez” ya no serán meros cronopios surgidos de la vigilia o los sueños, sino personas reales que viven el horror como algo cotidiano.

Para Cortázar el cuento se mueve en ese plano del hombre donde la vida y la expresión escrita de esa vida confrontan y de esa batalla surge el cuento: “[...] una vida sintetizada, una fugacidad en una permanencia [...]”. Antes que nada está el autor con todas sus vivencias y su capacidad para darle un sentido literario, y después está la manera que utilizará para volcar todo ese cúmulo de experiencias en algo que será un cuento y que pretenderá llegar mucho más lejos, (1994: 370, 376); en el sentido que quedará sellado en nuestras memorias del mismo modo que una fotografía.

“Segunda vez” describe eficazmente lo que sucedía durante los años de la dictadura mediante un narrador que representa un organismo subalterno que cumplía órdenes de un superior desconocido: “[...] y entonces dejábamos de trabajar y comentábamos las novedades, la visita del jefe, los cambios de arriba [...]”. (Cortázar 1977: 48)

Es a partir de estas injusticias cuando Cortázar dice: “Yo tuve la necesidad de sentarme a la máquina y escribir un artículo protestando por esa injusticia, me sentí obligado a no quedarme callado [...] y eso en el fondo es lo que termina por llamarse compromiso” (En Prego 1985: 131).

Segunda vez

Bastaría el primer párrafo del cuento para sospechar que su posterior argumento se centrará en un relato político. Pero como no se observa de forma explícita relación alguna con el contexto histórico, podría interpretarse como un relato fantástico donde el estado de extrañeza se manifiesta desde el comienzo. Tal vez así se lo consideró cuando la revista Crisis pudo publicarlo (1973-1976) en abril de 1976, poco tiempo después del golpe militar de Jorge R. Videla.

Heinrich Hudde y Gabriela Hofmann La Torre consideran un tema de la literatura fantástica el hecho de que una persona desaparezca dentro de un espacio cerrado. Sin embargo, en un seminario sobre Cortázar en 1984 en Erlangen Alemania, al realizar una encuesta a 24 estudiantes que habían leído “Segunda vez”, resultó que la mayoría lo identificó como un texto político, aunque no lo relacionó con la problemática de los desaparecidos, y sólo una minoría se refirió concretamente al caso argentino. (1985: 183)

“Segunda Vez” es un relato muy corto que resume en seis páginas todo el horror del régimen militar imperante en Argentina desde 1976 hasta 1983. La voz narrativa inicial y final es un “nosotros” que representa a los que saben, en oposición a “ellos” los citados o sospechosos: “No más que los esperábamos, cada uno tenía su fecha y su hora [...] Ellos, claro, no podían saber que los estábamos esperando, lo que se dice esperando [...]”. (1977: 47)

Hay además una segunda voz que no participa de la historia que cuenta (Pons 1992: 191), sino que relata lo que les pasa “a ellos” los que no saben, centrándose en el pensamiento de la protagonista María Elena y experimentando en su discurso las mismas dudas que ella: “La citaban a una oficina de la calle Maza, era raro que ahí hubiera un ministerio [...]”. (1977: 48) Aquí comienza la historia.

María Elena recibe una citación en papel amarillo con un sello verde y una firma ilegible indicando fecha y lugar. Al llegar a la dirección indicada experimenta cierto desasosiego por la ubicación de una oficina pública en un barrio poco común. Pregunta al vendedor del quiosco de diarios para cerciorarse que está en el lugar correcto. Al dirigirse al edificio, un narrador indirecto observa que hay varios autos estacionados con alguien al volante leyendo el diario o fumando, a quienes podríamos identificar como vigilantes civiles. Al entrar al recinto, le causa más extrañeza aún el pasillo largo y angosto, la escalera al final, la chapa sucia con un papel pegado para “tapar” alguna inscripción, la falta de una bandera, un tercer piso sin ascensor, sin timbre ni chapa en la puerta: “después de ese papel tan serio con el sello verde y la firma y todo”. (1977: 49)

Al abrir la puerta, una nube de tabaco le da la bienvenida antes de poder distinguir a un grupo de personas de diferentes edades sentadas en un pasillo largo con una puerta al fondo. Mientras espera su turno traba conversación con Carlos, un joven que venía por segunda vez y a quien nunca verá salir de la oficina. Luego se irá pensando con la incertidumbre de saber que pasó con Carlos, y qué le pasará a ella tres días después cuando tenga que venir … por segunda vez.

El cuestionamiento de la historia oficial es una preocupación social, y en “Segunda Vez” se advierte claramente el intento de hallar un lector cómplice, mediante la exploración de un terreno nuevo que acorta la distancia entre lo fantástico y lo real.

Rosalba Campra explica al respecto:

Existe una verosimilitud de lo verdadero que no necesita ser demostrada y la realidad siendo un hecho incontrovertible, puede permitirse el lujo de la inverosimilitud; lo imposible, en cuanto ha sucedido, puede prescindir de demostraciones. El texto fantástico, intrínsecamente débil por lo que se refiere a la realidad representada, tiene la necesidad de probarla y de probarse. […]. Lo real de lo fantástico, considerado como género, responde a ciertas reglas de verosimilitud, diferentes de las que subyacen a un texto realista. Cuando se lee un relato fantástico se sigue una estrategia de lectura que prevé la aceptación del acontecimiento fantástico. La ley del género es la infracción […] no es la infracción la que tiene que someterse a la verosimilitud, sino más bien las condiciones generales de su realización”. (2001: 174-175)

Para esta autora, no es la trasgresión lo que debe ser creíble, sino el resto, que deberá responder a un orden natural, es decir a un territorio conocido por el lector. En este sentido, lo fantástico pasa a formar parte de lo cotidiano; se configura como una de las posibilidades de lo real. Por lo tanto, para reflexionar sobre lo fantástico, primero debemos preguntarnos qué o cuál es la realidad.

Martha Nandorfy señala que nos resulta difícil aceptar que la realidad representada, o lo que percibimos como real, esté sujeto a convenciones. (2001: 244) Por eso, cuando aparece algo sobrenatural dentro de esa realidad en la cual confiamos, se produce un quiebre entre esas diferencias. Allí, descubrimos que nos hallamos inevitablemente integrados a ese contexto problemático cuyas irregularidades deberemos resolver.

En “Segunda Vez” identificamos algunos elementos propios del género fantástico que provocan incertidumbre, como narraciones con datos ambiguos y personas que desaparecen. Estas estrategias le sirven al escritor para denunciar un hecho histórico-político concreto. En primer lugar un “nosotros” anuncia lo que les va a suceder a “ellos”, al mismo tiempo asoma un yo que ordena al nosotros: “Lo único que les pido es que no se me vayan a equivocar de sujeto, primero la averiguación para no meter la pata y después pueden proceder nomás”. (1977: 48) Inmediatamente después, una tercera voz relata el desarrollo de los hechos a partir de la citación de María Elena.

La convocatoria en papel amarillo, con el sello verde y la firma ilegible pero con un contenido que no explica la naturaleza del trámite, palabra ambigua e indefinible, resultan contradictorios para la protagonista, y para el lector que ya empieza a preguntarse con cierta preocupación cual será el destino de la joven. Tanto es así que Maria Elena: “la había mirado muchas veces en su casa [...] y en el ómnibus volvió a sacarla de la cartera [...]”. (1977: 48)

La ubicación de un organismo público en una calle donde no suele haber oficinas públicas resulta sorprendente aun cuando el narrador nos aclara: “su hermana había dicho que estaban instalando oficinas en cualquier parte porque los ministerios ya resultaban chicos...” (1977:48)

La puerta principal angosta, la escalera al fondo, la entrada a la oficina del tercer piso, y el pasillo también angosto unido a una segunda puerta, presentan un ambiente sórdido y sofocante que se asemeja más a un sitio clandestino que a una oficina legal. El pasillo nos hace pensar en un pasaje al infierno, donde la gente está a la espera de un juicio, tal vez por eso después del interrogatorio: “las personas tenían un aire más joven y más ágil al salir, como un peso que les hubieran quitado de encima [...]”. (1977: 54)

Dentro del despacho, María Elena es testigo de lo más inexplicable, la ausencia de Carlos, que había entrado minutos antes y a quien no vio salir. El empleado “de cara enfermiza” le hace llenar una planilla: “con las pavadas de siempre” y María Elena: “sintió que algo le molestaba, algo que no estaba del todo claro. No en la planilla, donde era fácil ir llenando los huecos; algo afuera, algo que faltaba o que no estaba en su sitio. La única puerta de la oficina, pero Carlos no estaba ahí. Antigüedad en el empleo. Con mayúsculas, bien clarito”. (1977: 55) Nótese en este pasaje la estrategia narrativa para contrastar lo que está claro y lo que no lo está. (mi énfasis)

Esta escena es muy significativa, nos sugiere que el elemento fantástico subyace en esas interrogaciones no dichas de Maria Elena, y lo fantástico cumple la función de responder estos interrogantes. Este es el clímax del relato, porque la Maria Elena ingenua del comienzo deja de escribir para ponerse a pensar en lo que verdaderamente le ha ocurrido a Carlos. Al respecto, Maria Cristina Pons piensa que la protagonista en este momento deja de ser una posible sospechosa para convertirse en una cómplice, razón por la cual tendrá que venir por segunda vez. (1992: 189)

El relato alcanza así, siguiendo a Campra, el encuentro de dos verosimilitudes: La de lo verdadero, sin necesidad de demostrarse, y la de lo fantástico sujeta a prueba. (Por ser intrínsecamente débil con respecto a la realidad representada)

En palabras de Irene Bessiere, lo fantástico: “Se constituye sobre el reconocimiento de la alteridad absoluta, a la cual presupone una racionalidad original, “otra” justamente. Más que de la derrota de la razón, extrae su argumento de la alianza de la razón con lo que ésta habitualmente rechaza ”. (2001: 98, 99)

Lo fantástico representa en la ficción una zona al margen de la Historia, pero a la vez la Historia, que como en este caso, se inscribe en la ficción. La cuestión de los desaparecidos es en verdad, siguiendo a Cortázar, un manejo diabólico. Esa ausencia se concibe como presencia a la vez. Si bien el desaparecido se identifica con un sentimiento negativo ocasionado por la falta de un cuerpo; sin embargo, al mismo tiempo nos hace pensar que no está muerto, y abriga la esperanza de que en algún momento va a aparecer con vida.

En el relato, todo lo descrito desde que María Elena recibe la convocatoria no aporta ninguna explicación, en realidad añade más dudas; la convocatoria y el trámite resultan más insólitos que la desaparición propiamente dicha. En relatos anteriores como “Casa Tomada” o “El otro cielo”, lo extraño se relacionaba con lo fantástico más que con algún tipo de denuncia. En “Segunda Vez” lo extraño alude a una situación histórica específica que todos conocíamos pero que no se informaba públicamente, razón por la cual, el texto no puede resolver el misterio, sigue siendo tanto o más absurdo que al principio.

Características como ambivalencia, contradicción, ambigüedad, y paradoja, en palabras de Bessiere, son propias de los cuentos fantásticos que vacíos de datos precisos, esconden sin embargo, una realidad cruel y siniestra sin ninguna posibilidad de salida (2001: 98, 100), y “Segunda Vez” se ajusta a esta descripción. Lo fantástico y lo real se subvierten, lo que se muestra como una situación normal son infracciones o transgresiones éticas y morales, el orden es desorden y lo imposible es realizable. La ambigüedad del texto existe porque es el fiel reflejo de una realidad inexplicable.

“Segunda Vez” se presenta como un discurso colectivo que concentra todo lo que no se puede decir en la literatura oficial porque incluye la intención del escritor comprometido y la de sus lectores cómplices a quienes va dirigido.

Conclusiones

Cortázar afirma que el alejamiento de su país no significó un alejamiento de sus problemas. Al contrario, le permitió seguir más de cerca los terribles acontecimientos que se desarrollaron en Latinoamérica durante esos años. Opina que deberíamos ver el exilio como algo positivo, como algo que nos obligue a reaccionar y a hacer más cosas, en lugar de retraernos. Para el escritor exilado, dice Cortázar, el exilio es un arma que tiene para reaccionar ante la censura, para convertir su negatividad en una nueva toma de realidad y la literatura es el mejor camino: “Esa visión extrema del exilio como pura infamia y puro desprecio, me ha llevado paradójicamente a invertir totalmente su signo, a asumirlo como positividad, como un valor y no como una privación [...] una praxis positiva del exilio tiene un doble valor; si por un lado pueden modificar estereotipos negativos y disminuir nostalgias comprensibles pero esterilizantes, por otro lado representan una estrategia y un arma de combate, en la medida en que no aceptan la negatividad con la cual tanto cuentan las dictaduras”. (1984: 40)

Ante el exilio y las prohibiciones, Cortázar encuentra en la literatura, especialmente la fantástica, un modo de responder frente a situaciones de violencia, como en el caso de las desapariciones, pero su objetivo es también reclamar una toma de conciencia del lector colectivo que se identifica con la realidad literaria y con la del sistema opresor establecido.

Bibliografía

Bessière, Irene (2001) “El relato fantástico: Forma mixta de caso y adivinanza”. En David Roas, comp. Teorías de lo fantástico. Arco. Madrid.

Campra, Rosalba (2001) “Lo fantástico: Una isotopía de la transgresión”. En David Roas, Comp. Teorías de lo fantástico. Arco. Madrid.

Cortázar, Julio (1994) “Algunos aspectos del cuento”. Obra crítica/2. Edición de Jaime Alazraki. Alfaguara. Buenos Aires - México.

Cortázar, Julio (1984) Argentina: Años de alambradas culturales. Muchnik. Barcelona.

——. ( 1977) “Segunda Vez”. En Alguien que anda por ahí y otros relatos. Alfaguara. Madrid.

González Bermejo, Ernesto (1978) Conversaciones con Cortázar. Edhasa. Barcelona.

Nandorfy, Martha (2001) “La literatura fantástica y la representación de la realidad”. En David Roas, Comp. Teorías de lo fantástico. Arco. Madrid.

Pons, María Cristina (1992) “Compromiso político y ficción en ‘Segunda vez’ y ‘Apocalipsis de Solentiname’ de Julio Cortázar”. Revista mexicana de sociología, (Oct-Dic), ( 54) 4, pp. 183-203.

Prego, Omar (1985) La fascinación de las palabras. Conversaciones con Julio Cortázar. Muchnik. Barcelona

Terramorsi, Bernard. “Acotaciones sobre lo fantástico y lo político: a propósito de ‘Segunda Vez’ de Julio Cortázar”. INTI 1985-1986, 22-23. pp. 231-237.

Torre, Gabriela. “El destino de los desaparecidos y lo kafkiano: La narración de Cortázar, ‘Segunda vez’ y su repercusión en lectores alemanes”. INTI 1985, 22-23. pp. 177-188.

© Maria E. Twardy 2008

Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

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