miércoles, noviembre 26, 2008

Entre nosotros, Silvio y sus imágenes


Día con lluvia, tenebroso para la trova, para la canción hecha al descampado, arropada solo en el amor y la denuncia. Alguien llamó al trovador, preguntó por una posible suspensión, y desde el otro lado del teléfono surgió la salvadora respuesta para tantos trovadictos que desde semanas antes ya soñaban con el encuentro a guitarra limpia: "la palabra suspendido no está en mi diccionario".
Con tal certeza, llegaba Silvio Rodríguez, guitarra en mano y acompañado de poemas, para celebrar los diez años del cómplice espacio A guitarra limpia. Del mismo modo regresaba el bardo treinta años en el tiempo, a su primer concierto público en la salita de Bellas Artes, titulado Teresita y nosotros, y acompañado por los entonces jóvenes poetas de El Caimán Barbudo.
Ahora, tres décadas después, en la tarde del 22 de noviembre, cantaría bajo las letras de Silvio y nosotros, cobijado por las yagrumas de un patio de la calle Muralla en La Habana Vieja, y con el actor Jorge Perugoría dando vida a antológicos poemas; palabras y acordes enlazados para celebrar diez años de persistencia por la trova y muchos más de aquella generación soñadora, contradictoria, entrañable.
Trovadictos, hacedores y no de la canción, se dieron cita. Y aunque el concierto estaba programado para las 5 de la tarde, dos horas antes no quedaba espacio en el patio. Miradas insistentes hacia las puertas descubrían los anhelos de cada uno.
Allí también estaban para escuchar delirantes al cantor de Ojalá y al Diego de Fresa y Chocolate, el ministro de Cultura Abel Prieto, los cantautores Sara González, Augusto Blanca, Carlos Varela, Eduardo Sosa, Frank Delgado, Polito Ibáñez, Kelvis Ochoa… el premio Nacional de Literatura Reynaldo González, el pianista Hernán López - Nussa, los artistas plásticos Diana Balboa y Alberto Lescay…
Y otros tantos rostros muy jóvenes que colmaron cada rincón, hasta el más alto balcón del Centro o el más perdido espacio de suelo, con el fin de compartir el embrujo de la trova.
Para reverencia del lugar, del público fiel y los protagonistas del concierto estaba el legendario Adriano Rodríguez, trovador de tantas épocas, y quien fuera distinguido allí con el premio Pablo de la Torriente Brau de manos del musicólogo Lino Betancourt.
Este último, al entregar el galardón, dijo que en esta tarde cuando se honra a la trova hacemos justicia al honrar también a Adriano, que ha cantado junto a Sindo, Corona, Hilda Santana, Pablo Milanés o Silvio Rodríguez.
"Gracias Adriano por tu sabiduría, por tu ejemplo, por tu voz. La trova es sinónimo de hidalguía, cubanidad, patriotismo…gracias por ello patriarca de la trova cubana".
Adriano, con la humildad por vestidura, correspondió al halago: "Agradezco no solo el premio, agradezco también el trato hacia mi de los amantes de la trova, si ustedes están agradecidos por mi aporte, yo agradezco aún más su deferencia conmigo durante tantos años". Era solo el preámbulo de un sábado memorable entre trovadictos, silviófilos, un divino patio, guitarras y poemas.
CANCIONES, POEMAS E IMÁGENES
Con El ángel militante, de Orlando Alomá, comenzó el concierto Silvio y nosotros. Tras los versos "y como el ángel era colérico/ y la policía le intoxicaba (igual que los mariscos)/ rompió en mil pedazos el espejo del emperador/ y pidió su ingreso en un partido de izquierda", irrumpió la Segunda Cita, de Silvio:
"El dolor que no curen los ángeles, /ojalá que no pueda volver. /La canción que no canten los ángeles, /sólo el viento la puede saber".
Con ángeles comenzaron excelentes interpretaciones y declamaciones; encantadora resultó también la selección de canciones y poemas. Tras los versos recitados por Perugoría muchos en el público nos descubrimos buscando cuál sería la próxima canción del trovador; varias veces acertamos.
Pasaron tomados de la mano por el escenario del espacio A guitarra limpia, Poema de Sigifredo Álvarez Conesa y En mi calle; Las cosas de la vida de Iván Gerardo Campanioni y ¿A dónde van?; Elogio de la locura, de Víctor Casaus y Locuras; Que se quede tranquila esa mujer, de Félix Contreras y el Día en que voy a partir; Algunos prefieren quemarse, de Jorge Fuentes y Cuántas veces al día; Halt! de Luis Rogelio Nogueras y Sinhuhé; La Bienvenida, de José Yanes y Oda a mi generación; El huracán y la palma, de Helio Orovio y La canción de la trova; Canta, de Guillermo Rodríguez Rivera y Te doy una canción; Che, de Miguel Barnet y Tonada del albedrío. Canciones que han desafiado al tiempo y que esta vez rescataron poemas desconocidos para muchos de las jóvenes reunidos allí.
Con La gota de rocío, público y trovador se volvieron cómplices. Un coro tímido pero seguro seguía la letra del estribillo mientras el cantor sacaba acordes de su guitarra, para al final aplaudirles complacido.
Al terminar el concierto se escuchó la clásica petición del público: "¡otra!, ¡otra!, ¡otra!". Y regresaron entonces Silvio y Perugoría, para volver a declamar y cantar Algunos prefieren quemarse y Cuántas veces al día, pues a decir de bardo era la que prefería.
Así terminaba el concierto por los diez años de A guitarra limpia. Pero contrario a otras presentaciones donde todos regresan a sus casas de inmediato y tarareando, esta vez aún quedaban facetas de Silvio por disfrutar. Si hace treinta años se presentó por vez primera en público, ahora se mostraba, también en primicia, como fotógrafo.
Imágenes de una expedición, es el testimonio gráfico de la travesía comanda por Silvio y secundada por un grupo de artistas a través de varios establecimientos penitenciarios del país. Las instantáneas descubren felices y contrariados rostros, miradas, sonrisas… detalles todos atrapados por el lente del trovador.
La muestra la conforman una treintena de fotos expuestas en dos salas del Centro, en cada una de ellas sorprende la fuerza de la cultura en el mejoramiento humano. Pues como escribiera Silvio "estar privado de la libertad es lo más terrible que le puede pasar a un ser humano, pero yo creo que la cultura puede ayudar.
Puede ayudar porque en mi mismo lo he notado, porque me ha hecho mejor, me ha hecho mejor persona, me ha hecho entenderme con los demás, me ha hecho querer a los demás y por supuesto que me quieran, cosa que es muy importante para cada uno de nosotros, y en la medida en que todo eso se consiga en un ámbito tan especial como son las prisiones me parece que vamos a ser un tilín mejores".
Mucho menos egoístas como sigue su Cita con ángeles dejamos el patio de Muralla 63. Porque no pudo haber mejor regalo en este décimo año de A guitarra limpia, como escribiera Víctor Casaus en el catálogo de la exposición, "que esta tarde de poesía, música e imágenes que nos trajo Silvio, hoy otra vez entre nosotros como cuando de uno en fondo pasábamos por la misma canción".
Leticia Martinez Hernandez

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