lunes, octubre 19, 2009

Pobre Diego



Por Carlos María Reymundo Roberts
De la Redacción de LA NACION
15 de Octubre de 2009 - 23:56

Pobre Maradona, no me da bronca que se le haya soltado la cadena y haya dicho lo que dijo: me da lástima.

Siento una profunda pena. Miremos: hoy nadie habla de la clasificación argentina. Hoy el tema, aquí y en el mundo, es ese pobre hombre sin control, ese técnico que arruina lo único bueno que había conseguido su equipo desde que él está al frente, ese muchacho ya grande que con sus pestilentes ataques al periodismo no hizo más que ratificar lo que ese periodismo dice: que no está preparado para el cargo, que le baila el buzo de DT.

Pobre. Que digan los médicos: ¿cómo explicar la conducta de alguien que dice barbaridades al borde de una cancha, en caliente, y que una hora después, bañado y más calmo, dice peores barbaridades en una conferencia de prensa?

Pobre, qué pena da verlo así, impotente ante sí mismo, orgulloso de su incontinencia, perseverante en el error, obcecado en sus desvaríos.

Pobre, ¿tendrá alguien que le hable? Y si alguien le habla al oído, en confianza, con cariño, ¿lo escuchará, lo entenderá, lo aceptará? Ha trepado tanto en su vida, ha llegado tan alto, que me pregunto si él cree que hay una persona en condiciones de ponerse a su altura y hablarle de igual a igual. ¿No es desgarrador verlo consumirse y degradarse en la cruel soledad de la cima de su monumento?

Pobre Diego. Para atacar a la prensa hay que ser un general duro como Kirchner, que sabe cómo hacerlo. El es un poco víctima del periodismo servil, de esos cronistas que después de entrevistarlo le piden una foto y un autógrafo. Hay que comprenderlo. El, en la Argentina, ha vivido entre mieles porque pocos se le han animado. El mito le ganaba a la realidad y le daba a él absoluta impunidad. Ahora, cuando la realidad de su fracaso como DT empezó a empañar el mito, no estaba preparado para soportarlo.

Pobre Diego: se la agarra con el periodismo crítico. ¿Sabrá que las principales críticas, las más crueles, no están en las páginas de los diarios sino en el cotilleo de sus propios jugadores? ¿Sabrá que la gente (a la que reverenció en su patíbulo de Montevideo) está pidiendo a gritos que se vaya? ¿Sabrá que sus colegas no lo toman en serio? ¿Sabrá que un conocido técnico que lo defiende en público lo destroza en privado?

Pobre Diego, su peor noche no ha llegado después de un traspié, sino de una victoria importante. Podríamos entender sus exabruptos bajo la conmoción de un fracaso. Pero qué pena es verlo derrotado después de un triunfo. Pobre Diego. Que le tiren una soga. Que no le hagan el aguante. Que Julio Grondona se apiade de él. Que la Historia borre esa mala noche. Que todos le tengamos más pena que bronca. Que todos lo esperemos, comprensivos, al pie del monumento.

croberts@lanacion.com.ar

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Maradona y las palabras



Por Marcelo Gantman
Especial para canchallena.com
16 de Octubre de 2009 - 00:53
· Sebastián Domenech

Diego Maradona se paró antes los movileros y cronistas apostados en el Congreso de la Nación y dejó su mensaje en el velatorio de Mercedes Sosa: "Se murió la Diosa de la Libertad...". Era la noche del domingo 4 de octubre y con esas palabras Maradona sintetizaba como pocos el significado artístico y popular de la cantante tucumana. Diez días mas tarde, en Montevideo y ante un acontecimiento deportivo portador de felicidad, el mismo Maradona soltaba su exabrupto de proporciones planetarias . Se trataba de otra síntesis, pero esta vez desde la cima del rencor y en guerra declarada contra todos y cada uno.

Una calentura del momento que no fue tal, puesto que menos de 24 horas más tarde ratificaba sus palabras , no deja de formar parte de una decisión tomada por Diego Maradona. En lo que tal vez sea su mayor éxito dentro del fútbol desde que no es futbolista, el técnico de la selección prefirió que la revancha ocupara un espacio de privilegio frente a la alegría por el objetivo conseguido con las dificultades del caso: la selección bajo su conducción ganó 4 partidos en las Eliminatorias y perdió otros cuatro. Efectivamente las cosas son blanco ó negro en su visión de la realidad como teclas de piano. El empate es el gris del fútbol.

Diego Maradona hizo esfuerzos para ser cuidadoso con el uso de las palabras en la conferencia de prensa internacional en Montevideo, en la noche en la que exhibió su masculinidad de reggeaton. Cuando ante una amable pregunta acerca de cuales cosas le gustaron y cuales no sobre su proceso al frente del equipo, el técnico de la selección se quejó por la utilización del término: "No hablemos de proceso, esto no es un proceso...", comentó. La alusión sin dudas remitía al nombre de fantasía que tuvo la dictadura militar como Proceso de Reorganización Nacional. Segundos después de un forzado recurso del idioma para referirse a los detractores, Maradona cuidaba el valor simbólico de las palabras. Paradojas del discurso, los centros de detención del gobierno militar eran conocidos como "chupaderos". Las palabras a veces juegan solas y patean para el arco contrario.

No es tan interesante posarse en el uso antojadizo y arbitrario de las palabras sino la intención que llevan en su carga. Diego Maradona eligió la agresión verbal en su nuevo instante de gloria ,aunque la selección no haya hecho del triunfo 1 a 0 contra Uruguay un espectáculo que hubiera valido la pena recomendar. La identificación de Maradona con el modo de ser argentino ha merecido anàlisis de todo calibre. Pensamientos profundos y berretas. Ideas complejas y expresiones simples y abarcadoras como la que alguna vez usó el escritor Osvaldo Soriano: "Maradona es la Patria en pantalones cortos...".Por eso es que Diego Maradona entiende que cualquier comentario en su contra deriva en un comportamiento antiargentino aunque sean argentinos los que opinen. Producida la crítica (esa sobrevalorada manera de creer que se hace algo cuando en realidad solamente se opina sobre lo que otros hacen) Maradona entra en estado de beligerancia y empieza a pelear su propia guerra. No se permite un segundo de paz.

Maradona ha dicho a lo largo de su carrera futbolística cosas peores y cosas mejores. No importa. El asunto es que en esta oportunidad sus declaraciones no corrieron por su cuenta y orden sino que tienen un marco institucional como técnico de la selección argentina. Diego Maradona ocupa un lugar en una estructura que si en poco tiempo no sale a enmendar el error no estará más que avalando esa manera de decir y hacer. No se ven señales sobre que la AFA quiera corregir el exabupto porque algunos dirigentes ni siquiera ven un exabrupto en esas palabras.

"En esta selección, al que tira un caño, le tienen que regalar un auto...", dijo Diego Maradona en 1998 sobre el estilo de juego de la selección de Daniel Passarella. No es desacertado utilizar una opinión de Maradona para describir como juega la selección de Maradona.

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Recuperen el decodificador
Por Juan Pablo Varsky
Para LA NACION
16 de Octubre de 2009 - 00:53

Recuperen el decodificador. Ahora el fútbol tiene su canal porno. Maradona ha invitado a los periodistas a una práctica bastante frecuente en la relación con el ídolo. El seleccionador puede sentirse sexualmente satisfecho. Siempre hubo y habrá periodistas dispuestos a cumplir con su pedido, expresado cuatro veces en la noche montevideana. No haber abandonado masivamente esa conferencia de prensa ante semejante falta de respeto, no haberlo dejado solo con su resentimiento es una muestra más de esa sumisión. Razones como el temor a perder el trabajo, el morbo ante la frase matadora o la falta de conciencia colectiva convalidaron el vuelco del DT. Que ningún colega haya salido inmediatamente a respaldar a Juan Carlos Pasman habla mucho más de nosotros que de Diego. Minutos más tarde, Pasman tergiversó las sensatas declaraciones de Verón para ponerle pimienta a su pregunta. Así funciona la máquina. Con la injusticia que conlleva cualquier generalización, el periodismo deportivo en la Argentina está mal conceptuado.

Déficit de formación, un multimedio dominante que unificó estilo y, sobre todo, la obsecuencia con los protagonistas son los laureles que supimos conseguir. A hacernos cargo. Para futbolistas, dirigentes e hinchas, es mucho más fácil hablar de "los periodistas" que dar sus nombres propios. Sería bueno que empezáramos a identificarnos y resolver los asuntos entre las personas aludidas. La corporativa reacción de los jugadores en el festejo es entendible como desahogo. Demichelis lo planteó: "No me banco que digan que Messi no quiere jugar porque no canta el Himno". La mayoría reaccionó con clase. Están más acostumbrados a la crítica profesional y no la confunden con un agravio personal.

Por primera vez, Maradona recibe cuestionamientos sobre su trabajo. La angustiosa clasificación al Mundial no tapa sus problemas de liderazgo, su numeroso e incompetente cuerpo técnico, la interna con Bilardo, las convocatorias compulsivas, la confusión de los futbolistas y la falta de funcionamiento. Anteanoche, nobleza obliga, el equipo ejecutó correctamente su plan. Se defendió con orden y con la pelota. La inevitable consecuencia de su proyecto (mantener el cero a cero) fue atacar poco y mal. A mí no me gusta que la selección juegue así, pero es subjetivo. El fútbol es tan maravilloso que un cambio conservador (Bolatti por Higuaín) termina dando la victoria. "Hay que estar ahí adentro", dicen los jugadores. Tienen razón. No podemos sentirlo desde nuestro lugar. Maradona les dio el mejor reconocimiento: "Me consagraron como técnico". Para entender semejante frase, no hace falta el decodificador.

jpvarsky@lanacion.com.ar

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