jueves, julio 23, 2009

Prostíbulos, obispos y partidos


martes 21 de julio de 2009
Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info)

Explicar y detallar cómo se comportan en cada cama de un prostíbulo las prostitutas y los prostitutos con sus clientes, es tan extenuante como prolijo. De la misma manera, a no ser que uno se quiera excitar fatiga imaginar qué hacen quienes se prostituyen y cómo actúan los ladrones entre sí, pues sus prácticas siempre son las mismas. Pormenorizar la trama Gürtel y si se me apura el enredo del partido político relacionado con ella, es describir qué hace un monipodio de mangantes.

Cuando estamos ante los herederos del nacionalcatolicismo y del fascismo: desde la FAES hasta el último diputado y el último senador del partido propietario de semejante institución, ya se sabe que estamos ante un nido de víboras. El espíritu de todas ellas, así como el de los que prevalecen en la tenebrosa Conferencia Episcopal, es propiamente el de la mafia, el del gángster, el de los Borgia... Todo lo que han hecho y hacen, dijeron y dicen los que están envueltos y los que esperan ser descubiertos en las tramas que no cesan, no son más que putadas para conseguir el máximo provecho de la política, propio y del grupo, y la máxima superioridad robada al sistema democrático.

A mí me produce náuseas la lectura detallada de todo lo que tiene que ver con esas tramas. Como me asquea leer las barbaridades de Guantánamo o qué hacen los torturadores en el país vasco, y por eso me limito a leer los titulares. Pero tanta o más repugnancia me produce que el gobierno sufrague a unos de sus principales enemigos: los obispos, y curse el 9 de julio a esa fábrica de ideas nazi, la FAES, una subvención de 19.800 euros para sufragar publicaciones que van desde la negación del cambio climático hasta la justificación del golpe de Estado en Honduras…

Uno de los problemas notables de este país en su conjunto siempre fue el abismo moral entre los menos que mandan bajo uno u otro régimen político, y los más que se dejan sodomizar. La dureza con quienes menos la merecen se yuxtapone a la permisividad, la condescendencia y el baboseo con quienes debiera la sociedad global ser implacables, para evitar que esas cada vez más inmensas islas podridas acaben descomponiéndola del todo. Sin embargo, aquellos se limitan a esperar que los jueces y tribunales hagan lo que al final de los procesos judiciales no hacen, y aguardar que la corrupción que se desparrama por todo el país cause unos estragos en los resultados electorales que luego no se dan...

No hay ética ni hay religión que valgan. Ni falta que hacen, dicen los amos de la trapisonda, del desvalijamiento y de la prostitución social. Pues los autores de la irreligiosidad sin retorno son los obispos que sobresalen, y los promotores y los ejecutores de una progresiva vida sin reglas morales ni de ninguna especie son los políticos. Pero de entre estos unos son filibusteros y canallas de oficio, pero los otros, el poder ejecutivo, el judicial y el mediático, acaban convirtiéndose en sus cómplices unos presionando a los jueces, otros facilitando las maniobras leguleyas, y los otros tomando café con ellos como si aquí no pasa nada. Y es que en el fondo todos son de la misma ralea, de la misma calaña; ramas del mismo tronco podrido de la política y de la religión.

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