domingo, julio 19, 2009

El bicentenario como oportunidad


América Latina ha comenzado con polémica la conmemoración del bicentenario de su independencia.
Jaime Richart

Se reivindican los alzamientos in­dígenas de 1781 como los primeros movimientos libertarios, en lu­gar de la sublevación criolla encabezada por Pedro Domingo Murillo en 1809. Esto es un botón de muestra nada más…

Y es que lo cierto es que más que el bicentenario de la independen­cia algunos países de América Latina están viviendo una se­gunda inde­pendencia. Porque no se trata ahora tanto de desanu­dar los víncu­los políticos de aquellos países de una metrópoli de re­yes y de toda su cohorte de financiadores de la conquista, sino de movi­lizarse para zafarse de las garras del yanqui y de los ladrones posi­cionados en los lobbies hispano-anglosajones. Esta es la se­gunda independen­cia a la que la población latinoamericana se debe aprestar. Se puede tener tierras y dinero propios, pero si nuestra propie­dad, su uso y dis­frute dependen de la voluntad de otros que los regulan, habremos de concluir que estamos no ante el dominio jurídi­camente hablando, sino ante una servidumbre. Esto no sólo vale para Latinoamérica y el ter­cer mundo. La tan cacareada indepen­dencia política y económica de este país destartalado lla­mado España, ahora sobrevive bajo las ga­rras de los intereses mundia­les de todos conocidos de cuyo desenvolvi­miento dependen; y ello pese a expresarse los políticos y los gobernantes siempre en términos de jacarandosa autonomía de la voluntad total.

España depende de las sumas y subvenciones que le asigna Eu­ropa de Bruselas, pero también del dinero financiero y de las decisiones geopolíticas del yanqui. Total que la libertad política y sobre todo eco­nómica no pasan de ser otra ilusión. La globalización que las gen­tes avisadas tratamos, inútilmente eso sí, de espantar, se apo­dera de todos, y son los latinoamericanos quienes, poseyendo las mate­rias primas hoy día más imprescindibles para el mundo capita­lista, tienen las mayores posibilidades de lograr la definitiva manumi­sión, la independencia total de ese mundo hispano- anglosa­jón que les ha tenido aherrojados por siglos. Y aún más, tienen la posibi­lidad de invertir exactamente al contrario la posición del domi­nado que ha sido, respecto al dominador que quiere seguir siendo.

!Adelante!, pues con la empresa. La envergadura titánica del obje­tivo debe ser lo que impulse el americano del sur. Lo único que le falta es el espíritu de la venganza controlada. La población latinoa­mericana podría aliarse a la indígena que aún queda en el imperio para decorar el altar de la magnanimidad implacable del anglosajón, y dar el tour de force, el renacimiento redentor que el mundo entero necesita. Y ello pese a que los resultados efectivos y visibles no se aprecien hasta pasado un siglo. En Latinoamericana reside la es­peranza, y, si los países de aquel contienen es esfuerzan un poco con tenacidad, la montaña terminará yendo hacia Mahoma… El daoísmo, una filosofía arcaica, pasa por el principio de que el agua es más fuerte que la piedra.

Esta, la de dar un vuelco a la historia del futuro del mundo, aprovechando además la franca decadencia en la que los primeros países del mundo están entrando, es la ocasión de Latinoamérica para probar semejante y bella filosofía.

Jaime Richart en Kaos en la Red

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