Aute: un recorrido generoso por caminos de discreta creatividad

Cine Plaza. El trovador español dedicó el recital del viernes a Benedetti
ALEXANDER LALUZ

Se podría discutir largamente si la canción popular debería ser una punta de lanza en materia estética. Pero es un hecho que tal pretencioso debate, no provocaría ningún cambio en los mitos que pululan en esta expresión artística.

Imagínese el lector si a alguien se le hubiera ocurrido plantear semejante cuestión en la noche del viernes, durante el primer recital que dio en Montevideo Luis Eduardo Aute. Seguramente la salud física y mental de este osado espectador hubiera estado en serio riesgo.

El trovador español, que llegó a estas tierras para presentar la caja Memorable cuerpo, se compró al público desde la primera canción. Poco antes, el músico uruguayo Andrés Stagnaro fue el encargado de crear el clima íntimo que el estereotipo del "cantautor" requiere. Sin embargo, el público ya estaba, desde el ingreso a la sala, en actitud de "vengo a buscar esas canciones de autor que escuché en otros tiempos", con voz pequeña, susurrante, y letras con inquietud (o ínfulas, en algún caso) poética. En consecuencia, nada de euforias raras, ni inquietudes "rupturistas": "acá vamos a escuchar canciones de verdad, esas que hablan de nosotros". Y es verdad, Aute hizo gala de su probado oficio para alimentar y sostener ese ambiente íntimo propio de la imagen que todos tenemos del cantautor (aunque el término, como señaló Aute a El País es "feo", o mejor dicho, "suena feo").

"En un mundo con tantos problemas y avaricia es necesario ser generoso, yo pienso ser muygeneroso, yo pienso ser muy generoso esta noche con ustedes y presentarles un espectáculo largo", dijo después de la primera interpretación, y tras dedicar (oportunamente) el concierto a Mario Benedetti. Lo que siguió fue efectivamente un espectáculo largo, en el que recorrió una porción de su extensísimo repertorio. Pero el resultado de ese repaso sólo constató los desniveles que tiene la prolífica producción de este multifacético creador. Un problema que deriva del uso, y hasta del abuso, del tan manido esquema de la "canción simple".

En ese marco, la propuesta de Aute lució envejecida, pese a los nuevos arreglos y al brillante trío que lo apoyó (o suplió en musicalidad). Cristina Narea, Antonio Carmona e Igor Tukalo merecen, sin duda, un reconocimiento especial. Sus performances derrocharon calidad, swing, virtuosismo, sacándole un muy buen partido a arreglos ambientados en los moldes más condescendientes del pop. Sobre ellos, Aute jugó todas sus fichas al manejo de la escena. Aún así no logró "enmascarar" varias ideas musicales y poéticas que si las hubiera cantado otro músico, las tildaríamos de cursilería, o de simplismo efectista. La adhesión del público, sin embargo, borró esos problemas, y, por supuesto, nadie osó arriesgar cualquier cuestionamiento al esquematismo, la repetición, o a la falta de ideas.

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