viernes, febrero 06, 2009

Parece pajarito, Coqui Ortiz


Una tarde, hace bastante tiempo, quizás ocho años, estaba tocando la guitarra en el patio de casa. Al rato, la oscuridad se había llevado todo y quede solo entre el murmullo del barrio y una nostalgia y una nostalgia tan grande que cuando me di cuenta, ese sentimiento ya era un cielo en mis ojos.
Escuche venir, entonces, desde la casa de algún vecino, aquel chamame a paso lento y me entregue una vez más, sin saberlo aun, al interminable recuerdo.
Alguien me enseño a recordar siempre, y siento nostalgia hasta del futuro.
Anhele y soñé con tanta intensidad que, incluso, aquella cosas que no llegue a vivir realmente se me adentraron tanto que ahora las extraño y las espero.
Aquí, en estos sonidos, esta mi viejo fumando temprano, pegado a la radio o silbando entre el humo del asado dominguero. También, mi abuela y Doña CECI, que me daban el mate "cocido con bananas" y una palmadita antes de que saliera corriendo para la canchita. La guitarra, los muchachos del barrio, los acordes que me pasaron Martillo y Carlota, la magia de aquellas noches en busca de una guitarreada el ir llegando y alguien que dice "che parece que en esa casa esta el cabezón Caye tocando" yo también quise ser como el.

El buen modo con que Ricardo, el extraño pájaro de las costas de Uruguay, me enseño a escuchar la música, a ser músico de oficio y disfrutar del camino.
Los largos mates con German, aprendiendo y viendo a través de sus ojos otros colores. José y el amor que espera, y que lo llevo volando un día. El compadre Juan Quintero, que apareció de repente y me disparo con guitarra en el pecho, a un metro de distancia. Y el loco jorgito, mi hermano, que desapareció para siempre un día, sin que termináramos de tomar el vino. Mis
compañeros de ronda, con quienes aprendí a valorar la grandeza de las pequeñas cosas a defender la belleza y construirle un templo. Don Aledo y su generosidad de siempre y la alegría de combatir un nuevo fruto. El Negro Aguirre, como siempre, revoloteando para cuidar mi sueño.

Parece pajarito nació una tarde que llevaba a mi hija en bicicleta. De repente, entre preguntas y respuestas ella dijo:

Y el abuelo Alfredo donde esta?
Se fue respondí. Pero ella insistió.
Si pero ¿adonde se fue?
Al cielo dije.
EEhhhhhh!!! Grito. Parece pajarito ¿eh?
Cuenta una leyenda sobre el picaflor que toda vez que un abuelo muere, en el lugar donde son enterrados sus huesos nacen flores. El picaflor, entonces, es el pájaro encargado de venir a beber de esas flores para llevarse el alma a un lugar bendito. Cuando se canta la canción del picaflor es para pedir que el espíritu del abuelo nos siga iluminando el camino.

Este es un disco lleno de nostalgia, alegría y, sobre todo, de profundo agradecimiento.

Pero los aromas nos envuelven y el horizonte nos llama siempre. De pronto, Paloma entra y me dice:

No cantes Garzas viajeras, que me hace lagrimitas.

Coqui Ortiz

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