miércoles, octubre 22, 2008

Gema y Pável

Por Humberto Manduley López
Para Marta Valdés

El dúo estable, como fórmula interpretativa, no tiene mucha presencia dentro de lo que ya se conoce como Canción Cubana Contemporánea (término quizás un tanto difuso, pero que establece una distinción respecto a otras formas cantables de la producción nacional). A pesar de contar con una larga e influyente historia dentro de la trova, en la actualidad son pocos los binomios que han mantenido el paso, afianzando un lugar en ese devenir. Sin ebargo, desde inicios de los años 90, la asociación de la cantante Gema Corredera y el guitarrista, cantante y compositor Pável Urquiza, destacó por la singularidad de su propuesta, reflejada no solo en sus discos, sino
también (y sobre todo) en la renovación de un concepto estético, cuyos frutos marcaron un punto de giro en las formas creativas de la música finisecular cubana.

Con un título en Economía, Pável era un cantautor insertado en el panorama de los años 80 en la capital. Gema, graduada de Musicología, y con experiencias formales de canto junto a Sergio Vitier y Afrocuba, se relacionaba más con los ambientes académicos, aunque lo popular le brillaba en los ojos y la voz. Ambos habían cursado estudios de guitarra. Cuando decidieron hacer frente común, alboreando la década final del siglo XX, el Movimiento de la Nueva Trova ya era agua pasada, la cultura nacional vivía aires de renovación y despiste a la vez, y estaba a punto de empezar el Período Especial. Justo el momento para tender sus propios puentes sobre
aguas turbulentas.

De los comienzos interpretativos, a puras voces y guitarra limpia, hasta la sofisticación de sus últimos trabajos, va un trecho que el dúo ha transitado con coherencia. Pável trabaja la guitarra de muy diversas maneras, ya sea con un rayado rítmico, acordes que remiten al jazz y bossa nova, o arpegios que le otorgan una dimensión orquestal. Los "tumbaos", los esquemas armónicos heredados del filin, y ciertos efectos percutidos, establecen una riqueza de respaldo que toma como referentes tanto la guitarra de concierto como la popular. Justamente es la guitarra, muchas veces, la que identifica el nexo con las más notorias influencias que muestra el dúo. No obstante, también han acudido al acompañamiento grupal (la presencia del colectivo Estado de Ánimo, en la pieza "La carretera, fuera de tiempo", es un hito), los secuenciadores, y sugerentes combinaciones instrumentales, donde los puntos cardinales, lo acústico y lo eléctrico, pasado, presente y futuro, se conjugan. Se afianzan en la combinación vocal, sobre todo aprovechando la
ductilidad y el amplio registro de Gema, así como en las capacidades histriónicas que incorpora en su canto, y en el empaste que permite trabajar a dos voces.

Apenas cuatro discos representan el legado (hasta hoy) de Gema y Pável. Ilustrativos de las diferentes etapas por las cuales ha pasado el dúo: Trampas del tiempo (1994), Cosa de broma (1996), Síntomas de fe (1999) y el (innecesariamente) doble Art bembé (2004), clasifican entre los títulos vitales para entender las coordenadas de una canción que se reconoce distinta, entre finales de un siglo y el comienzo de otro. Su repertorio abarca líneas complementarias, construidas con obras de autores, latitudes, estilos y épocas diferentes. Deudores del filin, la rumba y una larga
tradición trovadoresca cubana, así como de los aires folclóricos latinoamericanos, incorporan también préstamos del rock anglosajón, el arte flamenco, el hip hop, y reminiscencias multiculturales. Se escuchan canciones de María Grever, Mike Porcell, Teresita Fernández, Lennon y McCartney, Pablo Milanés, Néstor Milí, Marta Valdés y anónimos como "El colibrí", y "Mamá perfecta", junto a temas de Pável, o la poesía
musicalizada de Bertolt Brecht y Nancy Morejón, entre otros. Los textos, trabajados concienzudamente, y firmados casi siempre por el propio Pável (o en reciente binomio con Descemer Bueno), profundizan en tópicos populares, mientras las reflexiones intimistas se codean con el sarcasmo, la parodia o la recontextualización de iconos diversos. En muchos casos se percibe un inequívoco aliento de nostalgia, enunciado a través del discurso textual, el empleo de tonos menores, y la misma manera de vocalizar. Una suerte de sentimiento de pérdida late en temas como "Helado sobre ruedas" y "Siempre hay algún aguacero". En contraste, otros donde lo lúdrico lleva el peso, y la poética callejera pone una nota colorida. Si bien la mayoría del material destaca por la singularidad de su interpretación, a veces he sentido que no
consiguen los mismos resultados, o que mis expectativas son muy elevadas. En específico, me sucede con la versión de "El bufón y el trágico", de David Torrens, pieza de un tremendo lirismo en la voz de su autor, y que por el dúo no alcanza la misma expresividad. Juntos o por separado, sus contribuciones se localizan en álbumes de Pedro Guerra, Javier Ruibal, Ciudad Jardín, Uxía, y Ketama (el afamado Konfusión, con el éxito "Espíritu kañí", donde Pável metió las manos como coautor).
Yusa y Rochy, entre otras, han cantado también los temas de Pável, quien además ha compuesto música para cine y teatro. Por otra parte, el dúo ha funcionado como responsable, más o menos directo, de discos tributos a María Teresa Vera y el inefable Marcelino Guerra, "Rapindey", logrando convocar a figuras del calibre de Omara Portuondo, Pablo Guerrero, Caridad y Reynaldo Hierrezuelo, Martirio, Argelia Fragoso y Jacqueline Castellanos. Habría que agregar, por supuesto, el fructífero vínculo a la experiencia Habana Abierta, que merece un comentario aparte. Lo cierto es que cada una de estas producciones evidencia su peculiar apuesta por el rescate de la cultura musical cubana, sin falsas distinciones.

En 1995, y a partir del nexo con la disquera independiente española Nubenegra, Gema y Pável reunieron a un grupo de creadores para producir el recopilatorio Habana oculta. El álbum pondría sobre el tapete las obras de estos compositores, y funcionó, de paso, como punto de partida para el proyecto Habana Abierta, cuyos dos primeros títulos también contaron con la colaboración destacada del dúo. De hecho, desde mucho antes ellos habían incorporado canciones de algunos de estos jóvenes músicos en su set habitual. Basta recordar "La capital", de Pepe del Valle, que devino un tema muy efectivo en los días previos a sus primeras grabaciones. El modo en que Gema y Pável asumían estas canciones, desde la perspectiva dual, posibilitaba lecturas que se movían entre lo convencional y lo trasgresor.

Con "El bolsillito" (José Luis Medina), la tríada de Vanito ("Parar de fumar", "Aixa", "Patico feo" y "Cenicienta") o la versión tal vez más antigua que aparece registrada del ahora clásico "Tú me amas" (Andy Villalón), estaban llamando la atención sobre estas y otras canciones, y sus autores. Fue un reto, pero funcionó. Hoy nadie en su sano juicio puede ignorar el impacto que estos compositores han tenido en la definición de un tipo de canción diferente, con la irreverencia por bandera, y que bebe por igual tanto de lo tradicional como de lo contemporáneo. El tránsito de tocar en un patio colonial del Vedado, o de la Avenida del Puerto habanero, hasta teatros de España, Puerto Rico y Estados Unidos, no ha alterado la canción del dúo. La informalidad de sus primeros recitales, incluso cierta ingenuidad tentativa, no han cedido el paso al endiosamiento o la desidia. Ni siquiera la desilusión (reflejada en algunas de sus piezas) ha comprometido un camino que se desbroza continuamente. Desconozco si ellos se plantean una continuidad a corto o largo plazo. Varios años han transcurrido desde la publicación de su último disco, y el mundo de la música se mueve a velocidades vertiginosas. Pero, por lo menos, siempre queda la certeza de una obra perdurable, entronizada entre lo más significativo de la producción musical cubana, aunque sus discos no estén en las tiendas. Si algo nunca le ha faltado a las canciones de Gema y Pável han
sido alas para volar en libertad.

http://www.caimanbarbudo.cu/html_total/simpresas/cuerdafloja/index_cuerdafloja.htm

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