miércoles, julio 08, 2009

Discurso de Gradución de un compañero del patrón Mejía


Gabriel Suarez Almeida
Presidente del Consejo Supremo del Colegio Nacional Mejia sección Nocturna
Militante de DiablUma

"Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro."
Ernesto Guevara de la Serna

Alli Tuta

Embargados por las emociones que van desde la más profunda tristeza por ser este el último día de nuestra ardua travesía de educación secundaria, llenos por la nostalgia al recordar los momentos irrepetibles que nos brindó la institución; nos despedimos, pero no sin antes expresarles que más allá de los sentimientos de pesadumbre, lo que inunda nuestros corazones es la satisfacción de haber subido cada uno de los peldaños, de haber superado cada uno de las dificultades y de haber vencido cada una de las batallas que hemos tenido que librar a lo largo de nuestro transcurso por las aulas de la institución; batallas que han sido más duras para muchos de nosotros que aparte de tener el incesante anhelo de adquirir conocimientos, hemos tenido que defender nuestras posiciones personales, nuestra identidad, nuestra libertad de pensamiento, para nosotros los objetores de conciencia, ha sido mucho más difícil enfrentarnos a los prejuicios de un reducido número de educadores que aún mantienen en su mente la idea de que las relaciones entre los estudiantes y profesores, debe ser una vil reproducción de las relaciones de producción del sistema capitalista entre patronos y obreros, es decir, unas relaciones basadas en el sometimiento, la represión, la imposición y el irrespeto.

Para todos aquellos sólo les dejo un último mensaje, para que reconsideren su proceder; “Si en realidad deseamos que nuestro pueblo responda a las ofensivas de los que le oprimen, si deseamos que el pueblo no se doblegue ante el tirano, los estudiantes no deben ser obedientes, los estudiantes deben ser deliberantes”.

El amor que hoy estamos expresando por la institución que nos ha formado no enceguece nuestros ojos, y reconocemos que hay muchas cosas por superar he ir mejorando, pero confiamos que ese es un proceso que se está dando gracias a la sensatez mostrada por la mayoría de nuestros maestros y más aún, por la nueva estirpe de guerreros del Mejía que al igual que lo hice yo hasta el final de mi paso por el colegio, están defiendo sus derechos, cada vez con una impregnación de conciencia más grande, que al igual que el fundador de nuestra institución, siguen luchando a pesar de que a momentos les ha tocado perder algunas batallas, todas estas son las cosas que provocan expresar con grata alegría que ¡El Mejía sigue formando y acoge en su seno a un baluarte de la sociedad, a aquellos estudiantes que aún conservan la fortaleza para seguir los pasos de José Mejía Lequerica y de Eloy Alfaro!.

Pero así como damos la cara y afrontamos errores, mucho más grande es nuestro sentimiento de eterna gratitud hacia tan noble institución y sobre todo hacia los maestros, nuestros maestros que han guiado nuestro sendero y que han marcado nuestra conciencia permanentemente. Reconocer la tan maravillosa vocación que representa ser maestro, es ser honesto con uno mismo, pues una de las enseñanzas más preciadas que nos pudo haber dado nuestro paso por la institución, es que, alumnos y profesores somos un mismo Mejía. Y reconocer la grande labor de los docentes es un acto de honor a la verdad, acto que nosotros, la gran mayoría de los estudiantes del Instituto Nacional Mejía hemos sabido reconocer, haciendo caso omiso y repudiando las acciones de determinados seudo dirigentes estudiantiles que en un acto de total desconsideración e ingratitud quisieron desmerecer la labor de los maestros que los formaron; De seguro así como yo los recodaré, habrán muchos para los cuales mi paso por la institución no habrá sido algo que haya pasado por desapercibido, muchos han de tener gratos recuerdos de mi paso por las aulas, y para otros será todo lo contrario, pero me voy demasiado contento porque eso me demuestra que hice las cosas bien, pues si de agachar la cabeza y dejar pisotear nuestras convicciones fuera necesario para llevar una “prestigiosa vida estudiantil”, sinceramente les digo que no me interesa que se me recuerde con dichos calificativos.

A todos nos esperan nuevos retos, una nueva faceta se está abriendo, y una nueva página en el libro de nuestra vida se está escribiendo, muchos de nosotros saldremos a dar continuidad a nuestra carrera estudiantil, otros no tendremos ese privilegio y nos veremos en la necesidad de salir a laborar para sobrevivir, y otros quizá haremos las 2 cosas. En cualquiera de los casos lo importante es que no olvidemos la lección más importante que nos deja el Mejía, la de adquirir conciencia de clase, es decir, no olvidar que pueblo somos y al pueblo nos debemos. El objetivo hacia el que debemos apuntar en esta nueva etapa, es el de cada día seguir creciendo como persona, el de desarrollar nuestro pensamiento, por encima de salir a buscar el lucro económico, pues como alguna vez me dijo un amigo profesor de la institución, “Existen varias formas de llevar una vida digna, sin tener que explotar a otro ser humano”. Y como dije en aquella intervención anterior que la realicé ante todas mis compañeras y compañeros estudiantes, debemos eliminar de nuestras mentes términos como: competencia, empresa, dinero, acumulación, mercado, ganancia, sometimiento, explotación, entre otros que sirven para justificar la explotación del hombre por el hombre y debemos reemplazarlos por términos como: solidaridad, igualdad, justicia y colectividad. Así que mi pedido más sincero para ustedes estimados compañeros, es que jamás prioricemos al dinero por encima de cualquier cosa, y más bien les invito a rescatar la historia de compromiso social y resistencia del Instituto Nacional Mejía. Así cuando salgamos a nuevas aulas o a laborar, no olvidaremos como forjar nuestro pensamiento y nuestro espíritu, así como tampoco olvidaremos como empuñar una piedra cuando el pueblo se vea amenazado y oprimido.

Cada uno de nosotros tenemos en estos momentos inmensas ganas de expresar nuestra gratitud hacia las personas que han contribuido para que nosotros pudiéramos alcanzar este punto, por ello de mi parte quisiera tomarme el nombre de todos mis compañeros para hacer llegar a sus familias nuestro afectuoso saludo e inmensa gratitud por no desfallecer en el camino y por creer en nosotros, gracias a ellos, y de manera muy especial a mi padre, que a pesar de no responder al arquetipo de buen hijo o hijo normal que esperaba, me ha apoyado y ha sido él quien me ha transmitido la fortaleza y el valor para no abandonar la institución en los momentos más críticos de mi carrera estudiantil, pues orgullosamente él como muchos, es un paisano que hace mucho tiempo tuvo que dejar su querida provincia de Bolívar para venir a la capital a buscar mejores días, y en su paso también cruzó por las aulas de esta insigne institución.

Gracias al personal administrativo del plantel que muchas veces son invisibilizados pero que son parte importante de la institución, para quienes hemos tenido la suerte de ser parte del Mejía tanto en la sección diurna como nocturna, jamás olvidaremos nombres como: Preciadito, Don Castrito, Soldadito, entre otros que constituyen todo ese grupo humano que a veces pasa desapercibido.

Gracias a nuestros compañeros de clase, a nuestros panas, a nuestros amigos, y a todas las personas que han estado junto a nosotros brindándonos su respaldo, su cariño, su comprensión, su amistad, su consejo, su alegría y su conocimiento.

Gracias a nuestros maestros por soportar al igual que lo hacemos nosotros, la
segregación, los ataques y el menosprecio de un sistema que ve a la educación, sobre todo a la educación fiscal, como un sector sin mayor relevancia y al cual se ha tenido descuidado por décadas y que ahora pretenden supuestamente rescatar un grupo de oportunistas, a los cuales les decimos, que el Mejía es uno solo, sabremos responder juntos profesores y alumnos a los atropellos, y no claudicaremos en exigir condiciones más justas y sensatas para el mejoramiento de la educación pública. Gracias a mi autoeducación y a la guía de mis maestros es que ahora puedo expresarme de esta manera, pues tengo la capacidad de ver los problemas en su fondo y no solo en su forma, por mis maestros es que he podido mantenerme firme y ratificar cada vez más mi posición de marxista.

Para culminar mi intervención solamente quiero entregar al rector de nuestro colegio, de quien me llevo una grata impresión y a quien auguro muchos años de éxito y que se mantenga tan abierto a acoger las opiniones de sus estudiantes, a él quiero entregarle unas cuantas líneas que son el reflejo de los pedidos más sentidos de mis compañeros, en aspiración de que el día de mañana el Mejía siga avanzando e impulsando una educación incluyente, respetuosa, una educación que no se muestre indiferente a los dilemas que aquejan al pueblo, una educación libre de prejuicios, libre de clasismos, libre de sexismo, pero sobre todo libre de influjos religiosos, para que así podamos gozar de una verdadera educación laica. Esperamos que esto sea verdaderamente considerado y acogido para lograr nuevos tiempos y dejar de temerle al cambio, pues existen cosas que deben ser sustentadas más allá de la tradición.

Sin más nos despedimos pero con la profunda promesa de salir a servir a nuestro pueblo.

Instituto Nacional Mejía, nosotros tus hijos te damos las gracias por forjar nuestro espíritu, y con más gozo que tristeza abandonamos tus aulas, pues sabemos que donde quiera que vayamos te llevaremos con nosotros.

“Caminaremos sin detenernos por ese camino áspero hasta llegar a las estrellas”.
¡Estudiantes de todos los países uníos!
¡Revolución o Muerte!
Compañeras, compañeros muchas gracias.
Yupaichany Mashikuna

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