viernes, marzo 13, 2009

Sara canta, ellas respiran


Pedro de la Hoz
pedro.hg@granma.cip.cu

Entre la mítica María Teresa Vera y la actual eclosión de jóvenes trovadoras, unas cuantas mujeres —más de lo que una estrecha visión de género imagina— han aportado páginas antológicas al cancionero cubano.

Dos figuras esenciales de nuestra cultura —más allá de la música lo son por su espesor intelectual— se encargan de recordárnoslo: Marta Valdés y Sara González. "La investigación previa y la sabiduría de Marta fueron decisivas para este disco", precisó Sara al presentar el segundo volumen de Cantos de mujer, álbum suyo que reúne temas de doce compositoras sin las cuales estaría incompleto el mapa de la cancionística insular.

Cinco años atrás, también con el sello Bis Music (Artex) llegó la primera entrega. Entonces interpretó canciones que se podían agrupar en dos vertientes: la zona de la trova y el bolero de una parte (María Teresa, Isolina Carrillo, Tania Castellanos, Ernestina Lecuona, la propia Marta Valdés) y de otra la cosecha de la juglaresca contemporánea (Liuba María Hevia, Heidi Igualada, Marta Campos, Miriam Ramos, Lázara Rivadavia y, como antecedente, Teresita Fernández).

El espectro de esta prolongación del proyecto es mucho más diverso y no deja de ser sorprendente por el rescate de nombres a veces eclipsados. Por ejemplo, ¿quién iba a suponer detrás de los ecos victroleros de Será tu condena una huella femenina como la de María A. Gómez? ¿Acaso no ha llegado la hora de reivindicar la extraordinaria sensibilidad "filinera" de Ela O’Farrill, autora del inefable Adiós, felicidad, representada aquí por Nada son mis brazos? ¿Cómo olvidar a Grecia Domech con su No será de mí, uno de los boleros más rotundos que en el mundo han sido? ¿O a Margarita Lecuona, leve y grávida a la vez en Eclipse? ¿No viene al caso subrayar cómo, además de sus reconocidas trayectorias como cantantes, Lourdes Torres y Beatriz Márquez también cuentan con perlas de su autoría? ¿Y qué decir de la contribución de Alina Torres a la rutilante saga de Los Van Van con Qué falta de respeto?

No podían faltar el recio perfil mestizo de la invocación espiritual de Flores para tu altar, de Julia Ana Mendoza, ni los clásicos de nuestra música de inspiración rural debidos a Radeúnda Lima (Mi tierra es así) y Celina González (Yo soy el punto cubano). Como tampoco un par de muestras de dos compositoras más jóvenes: la pinareña Yamira Díaz, muy activa en la escena trovadoresca de los últimos años, y Niuska Miniet, rara avis de la movida alternativa de los noventa.

Sólo una voz que más que potencia encierra mucho arte, como la de Sara, podía cumplir un recorrido tan amplio con tal excelencia. Sara, que aquí trae una de sus obras más conmovedoras (Por todo gracias, dedicada a Vilma), transita por cada pieza con fidelidad y altura, encaminada por las discretas e inteligentes orquestaciones de Pucho López (a excepción del tema de Lourdes Torres, orquestado por Lucía Huergo), en una atmósfera de absoluta complicidad con el oyente.

En todo caso habrá que darle gracias a Sara, a Lucía en la dirección musical, a las obras de gran impacto visual de Diana Balboa que enriquecen el fonograma, por este modo tan auténtico de cantar.

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