viernes, agosto 05, 2011

Marco Tulio Restrepo:Ecuador y la profundización de la democracia



M. M. López • La Habana
Foto: R. A. Hdez. (La Jiribilla)

En días en que se discute con fuerza el papel de los media en Ecuador, Marco Tulio Restrepo, subsecretario de la región Centro Oriente-Tena, del Ministerio de Cultura de Ecuador, presente en el Encuentro-Taller de la Red de Redes en Defensa de la Humanidad, ofreció sus consideraciones a La Jiribilla sobre el rol de la comunicación en la construcción democrática de la nación. Restrepo, además, señaló los principales retos del gobierno y de la intelectualidad de izquierda en un país que busca el Buen Vivir como punto de partida para proponer nuevos modelos de desarrollo en el contexto latinoamericano.
Hace solo unos días, la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) efectuó una visita al Ecuador para “verificar la situación de los medios” a propósito de que el presidente Correa se mostrara rotundo ante los ataques de la prensa burguesa a su gestión de gobierno. ¿Cómo valora la postura del mandatario respecto a este asunto?
Existen nuevos vientos para América Latina. Antes la propuesta ideológica y cultural de la derecha imperaba en toda la región, pero en la actualidad han surgido diferentes gobiernos patrióticos, de izquierda, que creen en la integración. Uno de ellos es el del presidente Rafael Correa, con un programa popular, que realmente rescata la función que debe tener el estado en la planificación, en la economía, en la salud. Esto representa un salto desde el modelo neoliberal impuesto por los otros gobiernos que habían provocado prácticamente la bancarrota del estado ecuatoriano, convirtiéndolo en un estado fallido, inviable. Lo que se está haciendo hoy es recuperar el espacio que tiene la sociedad en defensa de los intereses más caros del pueblo.
En esa perspectiva, se ha dado un retroceso de los partidos tradicionales de la derecha; el espacio que han dejado los socialcristianos, la izquierda democrática, el Partido Liberal, el Partido Renovador Institucional Acción Nacional del exportador bananero Álvaro Novoa, ha sido llenado por ciertos medios de comunicación, especialmente los nacionales. La prensa, la radio o la televisión ya no fungen como informadores o conductores de la opinión, sino como actores políticos. Jugando ese papel, son los medios lo que hacen la oposición al presidente Correa.
Si bien no es la totalidad de la prensa, los medios más importantes dentro del país han iniciado una campaña para bloquear, para deslegitimar, para desprestigiar el trabajo del gobierno, hasta el punto de efectuar ataques de manera personal, como ocurrió en el periódico El Universo contra el propio Presidente. El articulista que cuestionó a Rafael Correa estaba en contubernio con los dueños del periódico, miembros de la oligarquía más rancia de Guayaquil. A partir de este hecho, el Presidente ha asumido una posición frontal en contra de lo que significa que los medios se conviertan en actores políticos, distorsionando totalmente el papel que deben jugar en la sociedad.
Como alternativas, en el Ecuador y otros países de América Latina se impone la propuesta de la radio, la televisión y los periódicos públicos, que actúan como contrapeso ante la desinformación provocada intencionalmente por  aquellos sectores. La lucha ideológica que tiene que darse pasa, sin duda alguna, también por los medios de comunicación, los cuales pueden vehiculizar las nuevas ideas sobre la integración latinoamericana, para recoger el legado  de nuestros próceres, de la patria Grande, de Nuestra América, de la posibilidad de construir un espacio donde los latinoamericanos no seamos subordinados a las políticas imperiales de los EE.UU.
Los medios de comunicación de la derecha en nuestro país se encuentran en el centro de una cruzada en contra de una ley que fue sometida a consulta popular con toda la ciudadanía por parte del Presidente, para la aprobación, entre otras medidas, de aquella que plantea que los dueños de los medios no deben tener intereses en los sectores financiero, económico o productivo, como sucedía antes. Por otro lado, hay una Ley de Comunicación en la Asamblea Nacional impulsada por el partido de gobierno y por el Partido Socialista de Frente Amplio para definir incluso los contenidos de los medios, que hasta hoy tienen carácter sexista, violento, de una creación de antivalores relacionadas con el narcotráfico, con el dinero fácil, con el asesinato. Alrededor de la Ley de Comunicación se ha aglutinado toda la derecha para tratar de bloquear su aprobación e incumplir con el mandato dado por el pueblo ecuatoriano en las urnas a través de la consulta popular.
En el Encuentro de la Red de Redes se ha debatido acerca de la relación estado-gobierno-ciudadanía. ¿Cómo se maneja en Ecuador el asunto de ciudadanizar la política y politizar la ciudadanía?
Hay una diferencia entre estado y gobierno, y el estado es una instancia de mediación social amplia, mientras el gobierno es lo que el Ecuador logró a través de una alianza entre el Movimiento País y el Partido Socialista de Frente Amplio. El gobierno está lanzando propuestas, apoyando un programa a favor de la ciudadanía que habrá que profundizar y radicalizar. El estado, en tanto instancia mayor, tiene reductos como la Corte de Justicia, que antes había sido un espacio para la derecha, para la oligarquía, para los privilegiados. Ahora el presidente Correa, con una comisión tripartita, ha podido hacer las reformas que el pueblo ecuatoriano necesita para que exista realmente justicia en el país.
La relación entre partidos, movimientos y gobierno está, como todas las construcciones, no exenta de conflicto. Sin duda, habrá problemas hasta que no se entienda que los cambios deben ser sintonizados en función de objetivos y de programas concretos. Muchas veces ciertos sectores que exigen una mayor radicalización terminan haciéndole el juego a la derecha y no entienden que los cambios tienen sus propios ritmos y que el corporativismo, la defensa de espacios pequeños al interior de la sociedad, no tiene cabida como agenda dentro del presente gobierno.
El gobierno tiene que profundizar el sentido de la democracia, debe existir un estado que permita el debate de todo lo que se está haciendo a todos los niveles, como garantía para poder avanzar.
Hay, en efecto, algunos temas pendientes dentro del nuevo gobierno. Con respecto a la reforma agraria, los socialistas hemos estado impulsando un proceso de discusión que permita la realización de la misma en el Ecuador, porque una de las deudas que tiene el gobierno de revolución ciudadana es la estructura de la tenencia de la tierra, totalmente injusta para miles de campesinos, indígenas, cholos, negros y montubios. La constitución de estos sujetos como actores políticos es otra de las tareas que debemos emprender para dotar al proceso de cambio de ciudadanía, de quienes en definitiva serán los garantes de la transformación que buscamos.
¿Hasta qué punto los intelectuales de una izquierda que parece sufrir un proceso de fragmentación y de invisibilidad en la región, tiene, en el Ecuador, la oportunidad de acompañar críticamente las transformaciones y de convertirse en una voz escuchada, nuevamente visible?
Todo proceso de este tipo es un camino difícil, lleno de discrepancias, conflictos, visiones diferentes al interior de la sociedad. Los procesos políticos deben estar necesariamente cruzados por ciertas discrepancias sobre cómo llevar adelante los cambios. En Ecuador ha sido muy favorable la alianza entre el PS y el Movimiento País del presidente Correa. El PS, con décadas de existencia, ha mantenido una ideología clara respecto al cambio. Otros sectores de la izquierda han tomado distancia por diferentes razones: unos defienden el corporativismo y la gremialización dejando de lado los intereses más altos del pueblo; otros sectores más radicales miran el proceso de la revolución ciudadana como el sostén de una política extractivista, sin tener en cuenta, por ejemplo, que el Presidente ha definido el rol de las compañías petroleras sin concesiones ni imposiciones de precios y manteniendo la soberanía con participación.
Los diferentes puntos de vista han hecho que algunos sectores se separen del proceso de cambios. En la actualidad, lo más importante es medir el momento histórico en que se vive, apuntalar las transformaciones y entrar en un proceso de discusión y de democratización de la política mucho más amplio. Donde no hay democracia, no existe la posibilidad de generar ese hombre nuevo del que habló el Che, un hombre que no olvide a las masas empobrecidas de la ciudad y del campo.
En la pasada Feria del Libro de La Habana, la Ministra de Cultura de Ecuador se pronunció sobre las perspectivas del proyecto integracionista ALBA-TCP en torno a la cultura en la región. ¿Qué esperanzas depositan los intelectuales del área, y de su país específicamente, en esta iniciativa?
Dentro de su administración y sobre una discusión colectiva, Érika Silva ha definido los ejes programáticos del Ministerio de Cultura en Ecuador, en torno a la descolonización, la reivindicación de los derechos culturales, la nueva identidad contemporánea y los emprendimientos culturales. El asunto de la integración pasa por la descolonización de los saberes y de los poderes, es decir, de la mente y de las formas en que el colonialismo pervive obviando las diferencias y atacando a los procesos de unidad latinoamericana.
En el Ecuador, el gobierno del presidente Correa es el primero que ha dado pasos hacia políticas efectivas de integración. El estar dentro del ALBA es ya una respuesta a lo que significa ceder a la imposición, a la dominación, a las políticas neoliberales que tanto daño han hecho al país. Estamos liderando la nueva arquitectura financiera de la región con el Banco del Sur, y promoviendo el Sucre para dejar de lado al patrón dólar. Creemos que los países bolivarianos, los países latinoamericanos, deben tener propuestas distintas desde el punto de vista financiero, sacar los recursos y reservas de los EE.UU., en contra de las formas impuestas por el FMI y el BM. Desde nuestro punto de vista es el camino señalado desde Bolívar y Martí, para quienes tenemos una historia y un destino común.

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