Buenos Aires, 14 de noviembre (Télam).- El cantautor y guitarrista uruguayo Daniel Viglietti presentará su obra "Trabajo de hormiga" el viernes 21 del mes en curso en el teatro ND Ateneo de la Capital Federal.
"Aquí estamos de nuevo, de pie, pero con el banquito del guitarrista a mano,
defendiendo la memoria, con un atril cerca.
Atravesando ya este medio siglo de afinar un "Trabajo de hormiga", frágil y tenaz, que intenta explorar desde la música y la palabra el alma y el cuerpo de una época y una geografía", reflexiona Viglietti.
"Otra vez guitarra en mano.
Mis canciones, desde la lejana "Niña Isabel" de 1957, han sido fecundadas por la historia nuestra y por mi propia historia: amores y luchas colectivas, amores y luchas personales", agregó.
"Cantos que son micromundos en que conviven los labios del yo con las manos del nosotros", explicó el cantautor.
"Ya estamos en el tramo final de este 2008, cuando mi madre pianista me hubiera sugerido de nuevo que no olvide mis canciones primeras y cuando mi padre guitarrista hubiera cumplido cien años, ambos en el mismo frente", recordó.
"El futuro me llama a pensar en las anaclaras y martinas y pablos, gurisitas y gurisitos, jóvenes que irán aportando nuevas lecturas, nuevos equilibrios sin red, nuevos riesgos en materia estética y ética, como parte de una concepción de la vida toda", dijo.
"Un recorrido por el interior -acotó- siempre nos enseña a ser mejores y nos obliga a evitar las letras mayúsculas y a cantar a ras de los otros, a ras de nuestra gente, sin festival, sin caer en la coronita del éxito, que a tantos logra hipnotizar o neutralizar".
Finalmente señaló Viglietti (claro continuador de la obra de Zitarrosa), "escribo estas líneas en un Uruguay que trata de cambiar y que ha dado pasos importantes hacia eso.
Pero hay que redoblar sin retiradas, hay que profundizar los cambios, cumplir con todo lo que queda pendiente, cuidándose de la acechanza de olvidar principios o de ponerle números a la esperanza".
(Télam).- Ld-poch
"Aquí estamos de nuevo, de pie, pero con el banquito del guitarrista a mano,
defendiendo la memoria, con un atril cerca.
Atravesando ya este medio siglo de afinar un "Trabajo de hormiga", frágil y tenaz, que intenta explorar desde la música y la palabra el alma y el cuerpo de una época y una geografía", reflexiona Viglietti.
"Otra vez guitarra en mano.
Mis canciones, desde la lejana "Niña Isabel" de 1957, han sido fecundadas por la historia nuestra y por mi propia historia: amores y luchas colectivas, amores y luchas personales", agregó.
"Cantos que son micromundos en que conviven los labios del yo con las manos del nosotros", explicó el cantautor.
"Ya estamos en el tramo final de este 2008, cuando mi madre pianista me hubiera sugerido de nuevo que no olvide mis canciones primeras y cuando mi padre guitarrista hubiera cumplido cien años, ambos en el mismo frente", recordó.
"El futuro me llama a pensar en las anaclaras y martinas y pablos, gurisitas y gurisitos, jóvenes que irán aportando nuevas lecturas, nuevos equilibrios sin red, nuevos riesgos en materia estética y ética, como parte de una concepción de la vida toda", dijo.
"Un recorrido por el interior -acotó- siempre nos enseña a ser mejores y nos obliga a evitar las letras mayúsculas y a cantar a ras de los otros, a ras de nuestra gente, sin festival, sin caer en la coronita del éxito, que a tantos logra hipnotizar o neutralizar".
Finalmente señaló Viglietti (claro continuador de la obra de Zitarrosa), "escribo estas líneas en un Uruguay que trata de cambiar y que ha dado pasos importantes hacia eso.
Pero hay que redoblar sin retiradas, hay que profundizar los cambios, cumplir con todo lo que queda pendiente, cuidándose de la acechanza de olvidar principios o de ponerle números a la esperanza".
(Télam).- Ld-poch
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