Koldo Campos Sagaseta
Rebelión
Posiblemente, una de las características más notables de estos tiempos que nos han tocado en suerte sea su capacidad para devaluar todo lo que toca y lo que nombra. Los medios de comunicación se ocupan de que así sea.
Si los grandes conceptos cotizaran en bolsa, hoy lo harían a la baja. El problema, en cualquier caso, viene de lejos. Ya Enrique Santos Discépolo lo cantaba el pasado siglo en un inolvidable cambalache: "cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón".
Hoy, cualquiera es un artista. De tanto aupar a tantos botarates sin alma y desalmados con botas, de tanto homologarlos como extraordinarios, de complacerlos como excepcionales, de titularlos como artistas, acaban sus escribanos , finalmente, quedándose sin palabras, sin adjetivos… además de sin vergüenza, cuando la página en blanco demanda, por ejemplo, la presencia de Aute.
Luis Eduardo Aute, músico, pintor, escritor, director de cine, es uno de los más versátiles creadores del siglo que se fue y del que camina y, para su suerte, no depende del esmero que demuestren los cronistas urdiendo parabienes y lisonjas a la hora de celebrar su obra, sino de una hoja de servicios al arte tan documentada, coherente y hermosa, que ningún mezquino silencio escondería.
A Aute, discreto hasta de sombra, del arte sólo le ha interesado el arte como expresión de vida. Ni el escenario le ha robado el juicio, ni las portadas le han quitado el sueño.
El próximo 8 de noviembre, en el Palacio de Congresos de Madrid, nos entrega sus últimos trabajos, la presentación de "Autorretratos Vol. III" y de "Memorable Cuerpo".
El estuche incluye los tres volúmenes de los "Autorretratos", el CD "Invisible" (canciones en inglés), dos DVDs de conciertos, un libro con las letras de 115 canciones, además de dibujos, fotografías y pinturas.
Aute, una buena ocasión para quitarse el sombrero.
Rebelión
Posiblemente, una de las características más notables de estos tiempos que nos han tocado en suerte sea su capacidad para devaluar todo lo que toca y lo que nombra. Los medios de comunicación se ocupan de que así sea.
Si los grandes conceptos cotizaran en bolsa, hoy lo harían a la baja. El problema, en cualquier caso, viene de lejos. Ya Enrique Santos Discépolo lo cantaba el pasado siglo en un inolvidable cambalache: "cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón".
Hoy, cualquiera es un artista. De tanto aupar a tantos botarates sin alma y desalmados con botas, de tanto homologarlos como extraordinarios, de complacerlos como excepcionales, de titularlos como artistas, acaban sus escribanos , finalmente, quedándose sin palabras, sin adjetivos… además de sin vergüenza, cuando la página en blanco demanda, por ejemplo, la presencia de Aute.
Luis Eduardo Aute, músico, pintor, escritor, director de cine, es uno de los más versátiles creadores del siglo que se fue y del que camina y, para su suerte, no depende del esmero que demuestren los cronistas urdiendo parabienes y lisonjas a la hora de celebrar su obra, sino de una hoja de servicios al arte tan documentada, coherente y hermosa, que ningún mezquino silencio escondería.
A Aute, discreto hasta de sombra, del arte sólo le ha interesado el arte como expresión de vida. Ni el escenario le ha robado el juicio, ni las portadas le han quitado el sueño.
El próximo 8 de noviembre, en el Palacio de Congresos de Madrid, nos entrega sus últimos trabajos, la presentación de "Autorretratos Vol. III" y de "Memorable Cuerpo".
El estuche incluye los tres volúmenes de los "Autorretratos", el CD "Invisible" (canciones en inglés), dos DVDs de conciertos, un libro con las letras de 115 canciones, además de dibujos, fotografías y pinturas.
Aute, una buena ocasión para quitarse el sombrero.
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