viernes, octubre 31, 2008

Alí Primera: Que tu canto no se pierda



El 31 de octubre de 1941 nace en Punto Fijo, estado Falcón un niño que fue bautizado con el nombre Alí Rafael Primera Rosell. Hijo de Antonio Primera y Carmen Adela Rossell.

El niño Alí siempre fue pobre, y desde los tres años empezó a sentir los tragos amargos de la vida, cuando quedó huérfano de padre.
El padre de Alí, quien laboraba como funcionario de la policía de Coro, murió accidentalmente durante un tiroteo que se produjo en la cárcel de esa ciudad, en un intento de fuga de unos prisioneros en el año 1945.
Luego de este fatídico accidente, el pequeño Alí acompañó a su madre y sus 2 hermanos en un peregrinaje por diferentes pueblos de la península de Paraguaná, que incluyeron San José y Caja de Agua, donde termina su educación primaria; luego se trasladarían a Las Piedras y finalmente al barrio La Vela, hoy día conocido como el sector Alí Primera del Municipio Los Taques, muy cerca de Punto Fijo.
En el barrio La Vela, Alí, junto a su familia, sentirían el amargo trago de la miseria. Esta realidad lo obligó a desempeñarse como limpiabotas a los seis años de edad, hasta boxeador.
A pesar de su triste realidad, Alí, desde muy pequeño, formó su alma de luchador y nunca se desanimaría para continuar sus estudios.
En el año 1960, Alí junto a su madre y hermanos se trasladan a la Caracas para buscar nuevas oportunidades e intentar mejorar su calidad de vida.
Pronto Alí comienza a estudiar en el 'Liceo Caracas', donde se graduaría de bachiller en el año 1964.
Al culminar el bachillerato, Alí ingresa a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para estudiar Química en la Facultad de Ciencias.
Ya dentro de la Universidad, Alí comienza a mostrar sus dotes de cantante y compositor, al convertir los pasillos y patios de la UCV en los primeros escenarios de lo que posteriormente se convertiría en su vida.
Muchos de sus compañeros destacan que entre las primeras canciones que se escucharon de la voz de Alí están: Humanidad y No basta rezar, presentada esta última en el Festival de la Canción de Protesta organizado por la Universidad de Los Andes en 1967, es así como estas dos canciones lo llevarían a convertirse en el mayor representante de la canción de la protesta sobre la luchas sociales en Venezuela y América Latina.
Alí, siendo militante de la Juventud Comunista, presenció la época cuando la Revolución cubana triunfa, y Fidel, el Che y Cienfuegos pasan a recorrer la esperanza de los partidos Comunistas en pro de la redención de la sociedad latinoamericana.
Su lucha como militante nunca se detuvo, su voz nunca pudo ser callada, muy a pesar de los intentos del gobierno de Raúl Leoni, quien lo lleva preso y lo encierra en los calabozos de la Dirección Nacional de Policía (Digepol). Ahí compone humanidad.
"Cuando yo conocí las posibilidades de la canción fue estando preso en la Digepol; allí me di cuenta de que la canción comunicaba algo que era más que la mera diversión, o el simple pasar el rato. Me di cuenta de que la canción podía influir en otro aspecto: en el carácter del hombre. Con una canción se podía expresar una respuesta a por qué estábamos presos, por qué resistíamos", dijo Alí Primera en su momento.
Para el año de 1968, Alí es becado por el Partido Comunista de Venezuela (PCV) para continuar sus estudios en Rumania, luego de más de dos años, antes de obtener el grado, cuando ya casi completa la tesis, le escribe a su madre y le indica que él no quería someterse a la explotación de las compañías petroleras.
'En Europa el mundo se me hacía chiquito aún con los latinoamericanos. Yo lavaba platos por no vender mi canto y a veces lograba cantar en sitios donde realmente se respetaba mi canción (...)' comentó alguna vez Alí.
De esta forma emprende su viaje a Suecia, donde tiene a sus dos primeros hijos con la Sueca Tarja Osenis, a quienes llamó: María Fernanda 'Shimpi' y María Ángela 'Marimba'.
Luego parte a Alemania, donde con canciones mexicanas, aprendidas de Pedro Infante, canta para conseguir su sustento.
En Alemania logra grabar sus primeras canciones con contenido social, para continuar su rumbo hacia Polonia y la Unión Soviética donde canta en la Plaza Roja de Moscú.
Alí regresa a Venezuela en 1973, en búsqueda de la unidad del pueblo. Así, acompaña a José Vicente Rangel y al Movimiento Al Socialismo.
Posteriormente, en una visita al estado Lara, en Barquisimeto, conoce a la que se convertiría en su futura esposa (Sol Musset), la cual venía de ganar el concurso de 'la voz liceísta' y se presentaba en el festival 'los Venezolanos primero', celebrado en el año 1977.
Luego de su matrimonio con Sol, nacieron cinco muchachos más: Sandino, Jorgito, Servando, Florentino y Juan Simón.
Con el correr de los años, Alí se convertiría en un blanco político detestado por muchos a los que sus letras y sus cantos hacían doler sus conciencias.
Así comienzan las persecuciones y se multiplican. Los atentados son más frecuentes; la amenaza que significaba el canto de Alí para las cúpulas del sistema se vuelven cada vez más solidarias y es así como el 16 de Febrero de 1985 ocurre un fatal accidente automovilístico que envuelve de luto a todo el pueblo de Venezuela.
Su muerte en el lamentable accidente automovilístico, ocurrió en la Autopista Valle-Coche de Caracas.
Hoy día, Ali está considerado por sus seguidores como el alma del pueblo latinoamericano y la guía perfecta para una revolución basada en canto, poesía y en acciones.
"La cosa no es que el artista se vaya sólo, y se le siga escuchando, sino llevarse al pueblo consigo (...) Siempre volará la idea, aunque se pudran mis huesos", palabras de Alí.
Entre esas tantas palabras y composiciones del cantor del pueblo, una vez Alí escribió:
Que mi canto no se pierda
Canción a canción, lucha a lucha iremos formando la canción que cante al pueblo que nos ha cantado siempre. Mientras tanto, demos nuestras manos y voces para que el corazón de los hombres que andan en su propia búsqueda no se caigan en el camino hacia la definitiva barricada.
Toma tu guitarra. Empuña tu conciencia y canta. Apunta tu compromiso contra quienes hacen que exista gente de nuestro pueblo viviendo sólo un poquito mejor que los animales (del toro de lidia no hablemos, aunque su muerte es más vistosa).
"No cantar es perdernos" escribió un poeta amigo, hacen millones de balas.
Sospechando que algunas canciones (de las 'nuevas') se pueden detener en una mera 'reflexión epidérmica'.
Habrá que 'armar' nuestras canciones con nuestra propia conducta. No con frases rebuscadas en entrevistas. Caer en poetización pretenciosa es perdernos.
Que mi canto no se pierda...

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