sábado, diciembre 15, 2007

Del Ché mítico al Ché utópico


Del Ché mítico al Ché utópico


Ningún evocativo evento sobre el Ché tendría una sincera significación si es que no nos detenemos a decantar diferenciadamente entre: la digna dimensión de lo que realmente representó y representa su rebelde e indócil índole individual, frente al posterior y paradójico pedestal desde donde hoy, conservadora, comercial y contemporáneamente se lo ha colocado, convirtiendo su contestataria condición, en una fetichista filiación dentro la festiva feria de la frustrante y fruslera "felicidad".

Así que hoy mas que nunca, hay que distinguir diametralmente entre lo que se muestra al Ché como mito, y lo que principistamente se propaga y pregona -o deberá hacerse- como sus valores morales. O lo que históricamente implica la inmortalización del inanimado icono, frente a lo que inevitablemente importó e importa el intento de insubordinadamente instaurar sus indómitos ideales.

Y es eso, lo que precisa, protagónica y provocativamente el Ché se dispuso dialéctica, diáfana y dignamente a disputar y derrotar, esta vez a la muerte, para obtener homérica y honrosamente la eterna emancipación de su ser, trascendiendo mas allá del truculento trayecto de la muerte, y para que trascendental y transformadoramente, triunfe el "Hombre Nuevo".

Pero pareciera que la paradigmática y patética parafernalia por mojigatamente mostrarlo como a mártir; contradice y consiguientemente, eclipsa la enérgica entereza con la que no sólo embravecida y épicamente se enfrentó a sus enemigos; sino a la intrínseca e irrenunciable lucha por implantar sus insurgentes ideales de Igualdad. Es entonces ahí donde radica el Ché utópico, en aquel inconcluso ideal de intentar imperecedera e irrenunciablemente instaurar la Igualdad.

Entonces es hoy su levantisco legado, el que debe o debería imponerse inexcusablemente por encima de los sugestivos souvenir, esnobistamente estampados y exhibidos en míticas minucias que orondamente se ofertan en la feria de las bagatelas de Vallegrande -como simultáneamente se los simboliza en todas las ciudades- allí donde fuera alevosamente asesinado. Y es que modernamente se ha mercantilizado al mito, mostrándolo modeladamente en poleras, banderines, tatuajes y todo un alud de adornos que copiosamente confunden el contenido de las contundentes y contestarias convicciones del Che.

Ciertamente que por definición las utopías nunca se constituirán contesariamente en la consumación de los cometidos por cambiar el mundo, pero de que servirán como un antagónico aliciente para asiduamente apostar por un nuevo mundo; sin duda.

Por eso que se hace mas necesario que nunca, desmitificar los destellos mitológicos de la materialidad del mito, porque precisamente, como un contestario combatiente universal sabía de sobremanera que tenía también, que tumbarse "cuerpo a tierra" durante la refriega de los combates. O que tenía que tener los pies bien puestos sobre la tierra, para llevar la "buena nueva" de que otro mundo si era y es posible, como cuando despedidamente le dijo a Fidel: Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos". O cómo entonces entenderíamos la tenacidad y temple del estratega, que combatió en el Congo o en la Sierra Maestra?

Como errores estratégico le enrostran su venida a Bolivia? Podría ser; pero recientemente recrea Ciro Bustos, un camarada de armas del Ché en su libro "El Ché quiere verte" observado; que el objetivo estratégico era la toma del poder político en la Argentina, para conformar el Ejército Guerrillero del Pueblo. O sea que sus internacionalistas e indóciles ímpetus, comprendían esas "otras tierras del mundo reclaman mi..."

Es por eso que murió como mueren en su levantisca ley, quienes arriesgan absolutamente todo y por ese precio, pagó con su vida la homérica osadía de enfrentarse heroicamente al poder del Imperialismo.

Pero no por su proverbial prototipo de provocar al Poder; tampoco podemos desestimar deliberadamente la virtuosidad biográfica de su universal humanismo, que queda ratificado radicalmente en la carta de despedida que escribe a sus hijos, cuando les pide que "sean siempre capaces de sentir en lo mas hondo de sentir cualquier injusticia cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo".

Así que hoy, cuando nos encontramos frente al unipolar ultimátum del imperialismo que infamemente nos insta, y cómplicemente nos conmina a: estar con ellos o estar en contra de ellos; es que debemos convencidamente comprender el contestario contenido del perdurable, pertinaz y pertinente pensamiento del Che, que en otra carta de despedida a Fidel, le dice: En los nuevos campos de batalla cumpliré con el mas sagrado de mi s deberes de revolucionario: Luchar contra el imperialismo donde quiera que este.

Por tanto aquel hombre nuevo nacerá después de que derrotemos al imperialismo.

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