jueves, septiembre 23, 2010

«Apenas hago vida social, paso el tiempo encerrado, creando»

«Apenas hago vida social, paso el tiempo encerrado, creando»

Luis Eduardo Aute, ayer en el encuentro que tuvo con LA VOZ DE AVILÉS en el Jardín Francés del parque de Ferrera. :: MARIETA


Reservado, suave al hablar y buscando en cada respuesta la palabra justa para resolver la pregunta, Luis Eduardo Aute (Manila, 1948), es la antítesis de lo que habitualmente se entiende como 'un famoso'. Sin embargo, tras su imagen bohemia de vaqueros, cazadora de cuero y cigarrillo encendido, está uno de los músicos que más hondo han llegado al público español y latinoamericano en los últimos 40 años. Aute protagoniza esta semana en Avilés un programa cultural que incluye concierto, poesía, pintura y cine, todo ello organizado por el Centro Niemeyer.

-¿Cómo surge esta propuesta cuádruple que recoge todas sus facetas artísticas?

-Comenzó hace seis o siete años. Cuando Salamanca tuvo su capitalidad europea de la cultura, me propusieron hacer una retrospectiva de mi pintura. Yo sugerí completarlo con un concierto, un recital poético y emitir mi película 'Un perro llamado dolor'. Así hemos ido haciendo desde entonces por toda España y también por fuera.

-¿Y cómo surgió venir a Avilés?

-Natalio Grueso se puso en contacto conmigo hace cosa de un año. Fue proponérmelo y aceptar, el proyecto Niemeyer es muy atractivo, no me lo pensé dos veces.

-La fama le llegó como músico, pero la pintura es una pasión suya muy anterior a la guitarra.

-Sí, en cierto modo es así. Tardé mucho en subirme al escenario, no me encontraba allí. A componer canciones y grabar discos empecé mucho antes, pero mi actividad más inequívoca, desde siempre, es la pintura. Lo demás vino casi por accidente.

-¿Se siente a gusto siendo menos mediático que otros compañeros y amigos como Sabina, Víctor Manuel o Serrat?

-Sí, para mí es más cómodo. La fama o la popularidad no me interesan. Sólo hacer mi trabajo y que el resultado me satisfaga. Si luego tiene éxito, bien. Y si no, también.

-¿Y qué opina de la retirada de Miguel Ríos? ¿Cree que será un adiós definitivo?

-Supongo que sí, pero una cosa es retirarse de hacer música y otra hacerlo de la farándula. Yo estoy igual: vivo aislado, apenas hago vida social, paso el tiempo encerrado en casa, creando. Y no creo que Miguel renuncie a grabar más discos.

-¿Qué supuso el hecho de que sus primeras canciones triunfasen en la voz de Massiel?

-Yo no quería actuar, como ya he dicho. Temas como 'Rosas en el mar' ya estaban compuestos, y no tenía intención ni de grabarlos siquiera. Massiel, en aquella época, era un terremoto en la música española. Me pidió canciones y yo se las cedí, simplemente.

-¿Cómo surge una canción como 'Aleluya nº1', su primer éxito propio?

-Como todas. Es decir, vienen cuando ellas quieren. En este caso, la intención era hacer una canción diferente a lo que entonces imperaba, usando la teoría del contraste. Por eso los versos son inconexos, quise que fuese algo surrealista.

-Es precisamente eso, el contraste, lo que hay entre esa canción y su mayor éxito, 'Al alba'.

-'Al alba' surgió como una canción de amor de alguien que se despide de la persona que ama. Fue una coincidencia que surgiese al tiempo que aquellos terribles fusilamientos. Al final, acabó siendo una canción de amor y contra la pena de muerte. Rosa León la popularizó en ese contexto, porque yo empecé a actuar en 1978, y estos acontecimientos fueron en el 75.

-¿Por qué considera a 'Templo' (1987) su disco perdido?

-Es algo extraño. La compañía decidió dejar de pagar para su grabación y se editó incompleto, sin terminar. El proyecto era sacar un estuche con un libro de fotos, un cuaderno con poesías y el elepé doble. Se debieron publicar unos 7.000 ejemplares, y luego los demás en formato estándar. Ahora es habitual ese concepto, entonces las discográficas no tenían ni idea de cómo manejar un producto así. Por cierto, parte de la exposición de Avilés contiene las láminas que ilustraban ese disco.

Todo el arte

-¿Es un homenaje a Buñuel su película 'Un perro llamado dolor'?

-Yo más bien diría que lo es al cine mudo. Esas secuencias con unos pocos rótulos. El concepto era hacer cine de animación a base de dibujos a lápiz, de los que hice unos 4.000. Partió de recrear un diálogo entre Goya y 'la maja', y acabó teniendo siete partes sobre otros tantos pintores y sus modelos. Sí, algo de Buñuel tiene.

-¿Qué repertorio va a incluir en el concierto del sábado?

-Va a ser una selección larga de las canciones grabadas en toda mi carrera. Saldré yo al escenario con un trío de músicos, y el de Avilés será el último concierto de la gira del disco anterior, porque acabo de grabar uno nuevo.

-¿En qué va a consistir el recital de poesía con que despedirá su visita a Avilés?

-Más que poemas, son textos breves. Pertenecen a una serie de bloques que conforman el libro 'Animalhada'. Se inspiran en juegos de palabras, como los haikus o las greguerías.

-¿Qué puede adelantar de este nuevo álbum al que antes se refería? ¿Será tan Aute como de costumbre?

-(Sonríe). A estas alturas, no creo que se salga mucho de la órbita trazada, pero yo no pretendo que suene especialmente «a Aute». Se titulará 'Intemperie' y tendrá catorce temas y medio, porque al final hay una pieza cortita, anecdótica.

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