martes, diciembre 02, 2008

IMÁGENES DE SILVIO Y NOSOTROS




De uno en fondo pasábamos por la misma canción: ahora sucederá lo mismo en este patio y la memoria encontrará su sitio en la palabra, en la música y en las imágenes. Todo ello para celebrar el paso de decenas de trovadores y trovadoras bajo estas yagrumas en los sábados candentes o lluviosos de estos diez últimos años, mientras construían, sin saberlo –o sabiéndolo que es mucho mejor–, este espacio de todas y de todos donde la guitarra limpia nace, vive y renace todos los días del mundo.

Aquí esta el trovador con nosotros, los poetas y los trovadictos y los silviófilos, para recordar juntos que no hay fronteras para la poesía ni para la amistad y que la canción puede unirlas siempre y encontrar, como hoy, las afinidades de sus palabras cantadas o dichas.

Desde su título, que es juego de la imaginación y de la memoria, podríamos comenzar por recordar juntos un momento similar, treinta años atrás. Y por ahí llegarían, llegan, llegarán aquellas imágenes del primer recital público del trovador, en la salita de Bellas Artes, titulado Teresita y nosotros por sus organizadores, los (entonces) jóvenes poetas de El Caimán Barbudo, muchos de los cuales compartirán sus textos hoy con nosotros –en la voz de un amigo / de un gran actor– en este revival emocionado que (re)confirma las verdades salvadas, la diversidad que nos hizo y los valores de aquellos años provocadores en los que crecimos en más de un sentido, como nos anunciaba el trovador a la altura del año 70 en la canción dedicada a su soñadora, contradictoria y entrañable generación.

La voz del trovador que escucharemos ahora entretejiendo canciones con los poemas de estos otros hermanos de oficio, ha estado aquí durante estos años también para recordarnos que, como en "los tiempos del Coppelia recién inaugurado", en sus "tertulias con poetas que, además, me convidaban a cantar entre ellos", siguen teniendo vigencia ciertas verdades construidas entonces a varias manos "posiblemente una noche ebria de chocolate bizcochado". Una de aquellas verdades arriesgaba que "el mejor (el más revolucionario) no es el que más se calla sino el que más participa". La obra de Silvio ha defendido con su palabra y con su música esa verdad compartida, que ahora muestra sus raíces y sus ramas en esta fiesta de A guitarra limpia.

A las celebraciones por los diez primeros años de este espacio donde han tenido y tendrán cabida siempre todas las generaciones y tendencias de la nueva trova, se ha sumado la imagen –maravilla y a veces razón de nuestra época– para (re)construir desde la imaginación el misterio de la guitarra y la pasión de las manos que la acarician. Ahí están las exposiciones fotográficas y de diseño gráfico que contribuyen a revitalizar desde los territorios queridos de la canción el imaginario visual que nos rodea.

Y aquí mismo están ahora, alrededor de este concierto que ya comienza, las Imágenes de una expedición.

Se trata de un testimonio traspasado por la poesía, obtenido con la ayuda de otro lenguaje artístico –el de la fotografía– a través de la misma sensibilidad humana que hizo posibles la épica de "Fusil contra fusil" y la ética de "Playa Girón", en la que aquel trovador de 23 años se preguntaba, en medio del océano (de la vida):


Compañeros de Historia,
tomando en cuenta lo implacable
que debe ser la verdad,
quisiera preguntar –me urge tanto–
qué debiera decir, qué fronteras debo respetar.
Si alguien roba comida y después da la vida,
¿qué hacer?
¿Hasta dónde debemos practicar las verdades?
¿Hasta dónde sabemos?


Sabemos, por lo pronto, ante estas fotos tomadas por Silvio en los establecimientos penitenciarios en los que trabajó junto al grupo de artistas que había convocado, que la cultura puede ser fuente de energías, riachuelo de asombros y ternuras en el camino hacia aquel mejoramiento humano del que nos hablara el hombrecito mayor, entre sueños, incertidumbres, desesperanzas y nuevos sueños que pueden hacernos, a veces, un tilín mejores.

Eso me parece ver en muchas de las imágenes de esta expedición: en los rostros y detalles y miradas y músicas que desatan (y disfrutan) fuerzas liberadoras que estas fotos ahora nos comunican: un acto de (re)creación de la vida humana, sus experiencias (incluso las terribles) a través de ese instante en que una voz –que canta "El necio" en tiempo de guaguancó– es dueña del espacio y su destino, incluso en un ámbito tan especial como son las prisiones, y se integra al nosotros abarcador y humano de nuestro título.

A esas liberaciones también han ayudado, sin dudas, las canciones de Silvio. Y también ahora sus fotos al servicio de los protagonistas que las pueblan, a quienes aquella expedición llevó alientos, afectos y confianzas.

No puede haber mejor regalo para las trovadoras y los trovadores de A guitarra limpia y la gente del Centro Pablo en este décimo año que esta tarde de poesía, música e imágenes que nos trae Silvio, hoy otra vez entre nosotros, como cuando de uno en fondo pasábamos por la misma canción.

Víctor Casaus

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