martes, diciembre 02, 2008

EL CAMINO DE ESTOS AÑOS DE AMOR




(Prólogo DEL libro Memorias a guitarra limpia)

Este libro es, en su conjunto, una fiesta de la memoria.

La frase, que me salva de ese momento inicial y terrible frente a la pantalla en blanco en la que deberá aparecer, párrafo a párrafo, este prólogo, surgió, casi textual, en uno de los cuadernos Memoria que el Centro Pablo ha publicado para documentar, preservar y difundir la obra que las trovadoras y los trovadores de la Isla han construido alrededor de A guitarra limpia, el pequeño espacio físico de la Calle Muralla que celebra por estos días su décimo año de vida intensa y peleadora, como debe ser.

Año tras año, desde la aparición de este espacio dedicado a todas las generaciones y tendencias de la nueva trova, los cuadernos reunieron efectivamente la memoria de los sueños y las realizaciones que ocurrieron en ese patio. Por su sistematicidad y su dedicación merecen nuestro agradecimiento. Ahora, además, han servido de punto de partida para este libro, memoria mayor de ese empeño conjunto en el que trovadoras y trovadores, junto a la gente del Centro Pablo y sus colaboradores y amigos, construyeron, con su sensibilidad y su talento, a guitarra limpia, ese espacio de todas y de todos.

Este libro es, pues, heredero de ese sueño –y su continuador por otras vías: las de la letra impresa y la imagen fotográfica, las del resumen y el recuento, las de la información y el balance. Aquí podremos encontrar los trovadictos que en el mundo somos una antología mayor, viva y cambiante, de la nueva trova cubana: desde casi todas las figuras mayores de ese género hasta las voces jóvenes que han ido ganando en estos años –en estos diez años precisamente– el espacio que va mereciendo su talento y su laboriosidad. La pequeña/gran historia que cuenta este libro es también la del nacimiento y desarrollo de una generación trovadoresca: al tesón y la energía generosa de María Santucho, que lleva con amor y dedicación las riendas de este espacio, habrá que agradecer siempre los resultados culturales –y humanos– de esta aventura en la que hemos compartido los riesgos y las maravillas.

Las páginas que siguen son, por otra parte, una crónica de esta aventura vivida a guitarra limpia y a corazón abierto. Leyendo sus páginas, observando la memoria fotográfica que acompaña cada capítulo, percibiremos las señales que el tiempo nos envía: podremos completar aquel recuerdo de una canción de hace diez años o redibujar en el espacio el rostro de un trovador querido: para eso también fue hecho este libro.

Esa crónica estaría incompleta si a los textos, letras de canciones, fichas biográficas, comentarios y notas de prensa no se les unieran las imágenes fotográficas que acompañaron, mes tras mes, sueño tras sueño, los conciertos de A guitarra limpia. Como este espacio ha sido espejo de la propuesta ética y comprometida del Centro Pablo, preferimos recordar en este punto el trabajo fiel y creador del fotorreportero Alain Gutiérrez, a quien debe la nueva trova también las imágenes sensibles y cómplices de sus exposiciones sobre ese tema que siente y vive como suyo, y que ahora, muy recientemente, está continuando en el patio de Muralla y en otros ámbitos afines, con calidad y dedicación, un joven fotógrafo y comunicador, Kaloián Santos.

La imagen fotográfica –junto a las grabaciones de sonido y de video– ha sido ciertamente uno de los soportes fundamentales para esa tarea incesante de preservar la memoria que el Centro Pablo convirtió, desde siempre, en objetivo esencial de su proyecto cultural. El diseño gráfico de Héctor Villaverde, por su parte, creó y mantuvo la imagen identitaria que ha caracterizado a A guitarra limpia desde su fundación: no es casual que esa identidad haya tomado la guitarra –y las manos de Silvio sobre ella– para construir el símbolo-ícono de ese espacio cultural.

La utilización de la imagen para dar rostro y pertenencia a los distintos momentos de este proyecto (publicaciones, materiales para web, filmaciones, spot televisivo) fue aplicada consecuentemente también por los artistas que han laborado después, en distintos momentos, en esos terrenos, como Jehovagni Daniel Santana o Enrique Smith, y constituye hoy la base del trabajo creativo de la actual diseñadora del Centro Pablo, Katia Hernández.

De estos y otros aspectos da fe y testimonio este libro, en cuya elaboración participó, de manera acuciosa y comprometida, otra amiga cercana, la editora Xenia Reloba, quien navegó incansablemente por los pequeños océanos de información que A guitarra limpia ha generado en casi diez años de labor para organizar toda la información que este libro pone a disposición de estudiosos y trovadictos. Y para que esa información se encuentre al alcance de más personas interesadas, en cualquier claro u oscuro rincón del mundo, el libro será colocado en línea en la Red, a través de los sitios del Centro Pablo www.aguitarralimpia.cult.cu y www.centropablo.cult.cu, para su descarga gratuita y solidaria.

Fiel a su profesionalidad, la editora me ha pedido que no deje de mencionar en este prólogo los nombres de amigos y amigas que dieron su aporte significativo a este empeño editorial: a Joaquín Borges-Triana, Humberto Manduley, Ariel Díaz, Rita del Prado y Estrella Díaz, por sus contribuciones especiales para este libro; a Marihue Fong –que trabajó durante años en la producción de este espacio–, Jaime Canfux y Juan Demósthene –culpables de las excelentes grabaciones in situ–, Elizabet Rodríguez, Raúl Marchena, Katia Hernández, Jesús García, Yamil Díaz y Diana Furlani –desde la Argentina–, por la asistencia; y a la gente de la oficina habanera de la Sociedad General de Autores de España, por el apoyo en las consultas bibliográficas.

Ya puesto en el terreno de los agradecimientos, temo que aquella pantalla inicial en blanco que mencioné pudiera verse sucedida por decenas de ellas, ahora pobladas de textos y nombres interminables: así de fraternal, colectivo, solidario, imprescindible ha sido el apoyo a este espacio cultural. Medio en broma y mucho en serio hemos dicho algunas veces que el Centro Pablo es un centro pobre pero honrado. Refiriéndonos también al Centro, pero especialmente al espacio de la nueva trova, también hemos confesado que estos han sido, sobre todo, hijos de la solidaridad.

Por ello quiero comenzar este muy breve resumen de gratitudes mencionando a los hermanos boricuas –pertenecientes a distintos centros y organizaciones–, gracias a los cuales pudieron escucharse por primera vez las canciones de la nueva trova cubana en el patio de Muralla. Instituciones internacionales como HIVOS o la UNESCO apoyaron en los momentos iniciales este sueño compartido. La gente querida de Trovacub, ese amplio portal de la música latinoamericana, han acompañado desde la solidaridad y la coincidencia de criterios, el camino incesante de A guitarra limpia. La persistencia y resistencia cultural de este espacio tiene capítulos que alguna vez habrá que desclasificar totalmente. Ya en los tiempos que corren, es preciso señalar el apoyo que ofrece el Instituto Cubano de la Música y su presidente, Abel Acosta, al proyecto A guitarra limpia, que permite sistematizar sus alcances, todavía modestos, y encaminar con mayor seguridad los esfuerzos de la gente del Centro Pablo empeñada en defender la maravilla de la guitarra limpia frente a los embates del mercado y la miopía de la ignorancia y la rutina burocráticas.

Respaldando aquellos imprescindibles aportes puntuales ha estado siempre, desde el inicio, la participación activa y consciente de trovadoras y trovadores, protagonistas principales de esta aventura que continúa. Para que así sea vienen a sumarse iniciativas como la creación del Fondo Ojalá, propuesto en estos días por Silvio para apoyar este sueño colectivo de sus hermanos de oficio, que es, como se sabe, su mismo sueño.

Para terminar estas palabras que anteceden las páginas de esta memoria viva de A guitarra limpia, vuelven a saltar otras, escritas en un cuaderno anunciador cuando celebramos la mitad de los años que hoy nos llenan de alegría:

Así nos sentimos nosotros también hoy repasando el camino de estos años de amor y solidaridad, de canción y poesía que han construido, a guitarra limpia, estos artistas queridos. Por eso: aquí estamos y seguimos.


Víctor Casaus
Junio de 2008

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