El inolvidable 11 de septiembre
Por: Lianet Santana Milíán
cip241@cip.enet.cu
Nunca olvidaré aquella tarde. Entonces yo estudiaba en un preuniversitario y la orden fue precisa: había que estar listos para el posible traslado hacia nuestros hogares. Cuba, junto con una serie de países, formaba parte del eje del mal según el gobierno de los Estados Unidos.
En la mañana había estado leyendo: "Grandes Alamedas. El combate del presidente Allende", pues se cumplía un aniversario más del ataque al palacio de la Moneda. Sin embargo, otro genocidio volvía a estremecer al mundo, el derrumbe de las torres gemelas. "Todo sucede un mismo día gracias a un odio semejante", como diría Silvio Rodríguez.
La confusión se apoderó de nosotros. Una generación como la nuestra, educada bajo principios pacíficos, no salía del asombro de una posible guerra. Vimos una y otra vez las imágenes de dos aviones de pasajeros colapsando con cada una de las mayores elevaciones neoyorquinas, y escuchamos con atención "los planes macabros que los terroristas tenían para con el Pentágono y la Casa Blanca", según las especulaciones de la prensa.
Por último la orden de salida se canceló. Como en todas las películas de Hollywood, el Gobierno estadounidense había decidido que los culpables eran de procedencia árabe. Tiempo después han aparecido algunas versiones sobre el asunto. El cineasta Michael Moore, en su documental Farenhelt 9/11 acusa al gobierno de su país de provocar un auto atentado, con el fin de justificar una guerra en Irak.
Si revisamos la historia nos encontraremos que el presidente Roosevelt también fue acusado del auto ataque a Pearl Harbor con el que logró la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Casi 40 años antes, la explosión del Maine sirvió de pretexto para la intromisión de este país en los asuntos bélicos entre Cuba y España.
No puede descartarse entonces el hecho de que los atentados del 11 de septiembre hayan sido la excusa perfecta, para poner en marcha una serie de planes establecidos con anterioridad a nivel militar, político y económico. De Bin Laden ya nadie habla, el tema de hoy lo constituye la subida del precio del petróleo.
Mientras, mi generación, junto con todas las demás generaciones de cubanos, se encuentra luchando para sacar adelante a una islita del caribe, bloqueada por esa ave de rapiña que todo lo quiere. Sin embargo aquel 11 de septiembre de 2001, nuestro país no dudó ni un instante en ofrecerle ayuda especializada al pueblo estadounidense.
(septiembre 2008)
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