miércoles, mayo 28, 2008

Amores semejantes detrás de las guitarras

Amores semejantes detrás de las guitarras
Antonio López Sánchez * La Habana



Una situación que la canción trovadoresca ha abordado de modo profundo y serio ha sido la de las relaciones homosexuales. Al comenzar esta investigación teníamos la percepción de que, en un país tan machista como el nuestro, eran precisamente los hombres quienes en mayoría habían abordado en sus canciones este tema. Incluso, con canciones referidas en más abundante número a la homosexualidad masculina.

Podemos, en líneas generales, mencionar entre otros autores masculinos a Pablo Milanés, con su tema "El pecado original"; a Gerardo Alfonso, con "Puestos inversos"; a Erick Sánchez, con el tema "Niurka y Salima", esta en referencia a las relaciones homosexuales femeninas; a Pedro Luis Ferrer, con "Él tiene delirio de amar varones"; a Carlos Varela, con "Hombre de silicona" y con "Delicadeza", dedicadas a protagonistas o relaciones homosexuales en uno y otro sexo, respectivamente.

En suma, parecían ser solamente los hombres quienes habían abordado el tema de las relaciones homosexuales en sus canciones. En la investigación de la periodista Yaiset Rodríguez, El amor y sus trabas en tiempos de trova, en una entrevista con el trovador Frank Delgado, aparece esta opinión, que citamos a propósito de este tópico que analizamos: "En la Nueva Trova existe una homosexualidad latente, en el caso femenino, y no veo que hay una defensa de ese estado, un orgullo de ser así, una manifestación clara sobre eso, es muy ambigua. No hay una defensa directa de esa posición, y defenderla ayudaría a mucha gente a salir del escaparate, como se dice por ahí. Esto crearía un espacio, una solidaridad. Muchos que tienen tendencias sexuales distintas se sienten solos. (...) Quizá quienes no lo tratan lo hacen por miedo a perder cierto estatus. Muchos artistas a nivel mundial lo han perdido todo cuando se declaran homosexuales, los han botado de su compañía disquera y al año siguiente han vendido la cuarta o la quinta parte de los discos que vendían antes. Yo digo que soy heterosexual y tampoco es ningún mérito el serlo, pero que si me viera en el caso de tener otra tendencia sexual, la reivindicaría; sería una lucha constante. Hay quienes prefieren ser como son y cargar con su sexualidad antes que ganar mucha plata, y eso es algo que he respetado mucho. Conozco a quienes prefirieron ventilar sus asuntos al público antes de andar en muchas hipocresías. Pero bueno cada cual decide el camino. Pienso que el tema apenas se trata pero tampoco puedo criticar a quienes no lo hacen porque sus razones tendrán. Tendría que preguntarles a ellos por qué no lo hacen. Doy la opinión de que no ha sido tratado lo suficiente, y me gustaría escuchar sus razones para poder ser más objetivo al respecto."[1]

Como bien apunta el trovador, la elección sexual es una cuestión no solo de absoluta índole privada, individual, sino además está permeada de toda la libertad que cada persona asuma para sí y para sus comportamientos. Por eso se hace endeble el cuestionársela a cualquiera o presionar hacia la toma de posiciones públicas para asumir sus orientaciones, se trate de un artista o de una persona en cualquier otra labor o profesión. Sin embargo, la duda específica del trovador acerca de la existencia o no de canciones hechas desde la autoría de las mujeres sobre el tópico de la homosexualidad, que de alguna manera teníamos como hipótesis en este acápite, nos llevó a indagar entre algunas de nuestras trovadoras acerca de sus opiniones sobre el tema y en la búsqueda de canciones desde la perspectiva femenina.

Aunque los objetivos investigativos de este trabajo apuntaban más a la creación hecha por trovadores y a la imagen de la mujer en estas, sin duda, resultó mucho más interesante, y provechoso, desandar por estas sendas escritas con voz de mujer, por sus propias imágenes y criterios, y que podrían aportar visiones y resultados hasta ahora no tratados según nuestro nivel de información.

Después de realizar dicha pesquisa, empezaron a aparecer no solo opiniones, sino también varias obras que desde la óptica de las mujeres se adentraban, a ratos bien profundamente, en los predios del tema de la homosexualidad a través de sus creaciones.

Como resulta imposible en este espacio, más periodístico, citar in extenso todas las letras de las canciones de que hablamos, aunque algunas de las letras se adjuntan en hipervínculos, para quien desconoce las obras quizá no será del todo claro y directo el percibir la defensa de las ideas por las que apuestan estas obras. Aún así, consideramos muy importante el citar sus títulos y sus autoras, y algunas de sus opiniones, para motivar a un mayor conocimiento de estas y más de las ideas de sus composiciones. Por ejemplo, una obra como Semejanzas, de Niuska Miniet, trovadora, ex cantante del grupo Teatro del Sonido y filóloga por más señas, se dirige, según palabras de su autora a tratar las relaciones homosexuales. "Quizá a otros autores no les ha llamado la atención hacer un tema sobre el homosexualismo. (...) Como es un tema humano, como es un tema de cercanías, para mí es importante hacer una canción así. No es por desafiar lo que hagan los hombres o lo que hacen las mujeres en sus canciones pero: ¿Por qué yo no le voy a hacer una canción a la homosexualidad? Es un tema humano: Compete a hombres, a mujeres, a todos (...) Creo que las canciones salen porque la realidad está ahí; y no es un problema de ser o no ser más sensible, sino de acercarse a una cuestión equis."[2]

La trovadora Yamira Díaz, asume desde una visión semejante este aspecto. Al interrogarla sobre el tema de la abundancia de canciones trovadorescas escritas por hombres y que abordaran las relaciones homosexuales, nos dejó esta opinión:

"Un poco tiene que ver con que los hombres durante mucho tiempo estuvieron a la delantera, tuvieron la oportunidad, era bien visto, era el sexo fuerte y dominante y se sentía en la libertad de decir cosas. El hecho de que la mujer haya estado discriminada, haya sido relegada a un papel puramente doméstico de criadora de hijos, preparadora de comidas y cuidadora de casas, quizá hizo que los hombres dieran el primer paso. Ahora bien, el amor es amor independientemente de quien lo sienta. Es un sentimiento humano, no es masculino ni femenino, es algo inherente al ser humano, es lo que nos hace que seamos humanos. Pero como te digo el amor, te digo la amistad, cualquiera de esos sentimientos, y eso no tiene sexo. Por eso me puedo poner en el plano que mejor me encaje para hacer determinada canción. No soy homosexual pero tampoco me enorgullezco de ser heterosexual o algo así. Hay que estar a tono con todo; hay que saber quién eres tú, qué quieres en la vida y en qué lugar estás. No en qué bando, porque cuando hablamos de bandos eso suena a guerra y yo no estoy a favor de las guerras de ningún tipo; crear no es una guerra. Hablo de mi lugar dentro de las personas que me rodean y ese es el que trato de ganarme. De ganarme, más que de defender, pues a la vez que lo ganes todo el mundo lo reconoce y no tengo que echar ninguna guerra para defenderlo."[3]

Por su parte la trovadora Liuba María Hevia, también dejó sus criterios. Acerca de la producción femenina de canciones sobre el amor homosexual, en apariencia menor que el número de canciones de autoría masculina, la trovadora responde: "Eso está en la manera de crear que tiene la gente. Quizá pueda haber prejuicios. En mi caso no soy una contadora de historias, si te fijas en mi manera de expresarme en la canción. Y a veces cuando hablo en un número, la canción puedes escribirla por dos hombres, por dos mujeres, por una mujer y un hombre. No le veo demasiada importancia a eso. No quiero que me definan de una manera o de otra, ni quiero tomar banderas en ningún sentido. Pienso que lo más importante es el amor y lo que sea uno capaz de transmitir en su canción. No creo en esas cosas. Igual, si me sale una canción sobre ese tema, pues sale; no te voy a decir que no lo haría; no me voy a cerrar una puerta para mañana (...) Quizá tengo maneras más simbólicas de expresarme en la canción. Pero doy todo mi respeto a todo lo que se diga en la canción, siempre que se diga bien."[4]

Ciertamente, a propósito de ese criterio sobre una canción que pueda ser escrita reflejando igual una pareja heterosexual o una pareja homosexual de uno u otro sexo, hay que añadir que es posible que la ambigüedad que presentan algunos temas de amor de la producción femenina de canciones troveras, sea una defensa implícita a la elección homosexual o al menos la aceptación tácita de esta. En una buena parte de las obras analizadas, de las escritas por mujeres, hay un abundante número de temas de amor donde nunca se menciona el sexo del sujeto destinatario, acto muy recurrente en la producción de temas por parte de los trovadores. En el caso de no pocas creaciones de autoría femenina, por lo general, se sustituye el nombre o sexo del sujeto destinatario por expresiones neutrales (como esa segunda persona del singular en aire conversacional a quien se le dirige, se le dice el texto; o se le nombra como "querer", "amo" u otras expresiones o metáforas semejantes) sin dejar claro si se le destina a un hombre o una mujer. Muchas de estas creaciones, si las cantara un hombre dirigidas a una mujer, no sería necesario cambiarles ni una coma; e igual sería si lo hiciera entre sí una pareja homosexual de uno o de otro sexo.

Este detalle, la no mención de a quién se destina la canción, es más escaso entre las canciones de los trovadores. "Hay también una mía que, aunque no la inspiró una experiencia homosexual, la escribí con la suficiente ambigüedad como para que lo sugiriese, por aquello de los amores difíciles: El sol no da de beber."[5], dice Silvio Rodríguez, en entrevista concedida a Yaiset Rodríguez.

El uso del arte para apoyar o describir diversas manifestaciones, con plurales significados dentro de un espectro de explicaciones posibles y en dependencia de las mediaciones, credos e ideologías que profese, defienda y posea quien las interpreta y quien las escribe, sigue siendo un elemento por completo válido y vigente. Y bajo esta idea, dentro de límites racionales claro está, es absolutamente pertinente la existencia de esa multiplicidad de significados en una obra. Y la multiplicidad de interpretaciones, de asunciones por parte del público que las recibe.

Sin embargo, acicateados por esta suma de hechos, al examinar profundamente en la producción femenina encontramos otras canciones donde quizá no siempre se alude de manera directa a experiencias o amores homosexuales, pero hay una mayor libertad, desde las mujeres autoras y en ocasiones más que sus colegas trovadores, en el tratamiento de zonas afines o fronterizas. En ellas se evidencia el uso de argumentos, temas y maneras de enfocar la canción, que bajo la diversidad de interpretaciones inherente a cualquier manifestación artística, pudieran también ser reflejo de, o usarse para, cantar amores de igual sexo entre sí, además de otros posibles significados.

Así encontramos canciones amparadas a veces en esa dualidad de usos desde uno u otro sexo que ya mencionábamos (hay muchas de varias autoras trovadorescas, de fácil comprobación). Hay algunas composiciones que acuden desde su poética al recurso de inventar personificaciones femeninas de situaciones o lugares o estados temporales a los que se les canta (por solo citar dos bien concebidas obras de arte en este terreno, mencionaría a Liuba María Hevia con esa bellísima Mi vieja Habana, o Canción de tarde, de Lázara Ribadavia).

En un tema (Canto para ti) que pudiera insertarse en esta cuerda, dedicado a la actriz y escritora pinareña Aurora Martínez, amiga de la autora, la trovadora Yamira Díaz hace un muy hermoso juego entre el motivo de la espera y la llegada de la aurora (que es al fin y al cabo otra mujer), en relación con el nombre de la destinataria, para desarrollar su historia. Con una música de absoluta influencia trovadoresca tradicional y reforzada además por el motivo de que la voz que canta la historia se declara deudora de ciertos hábitos típicos: el nombre de mujer en las canciones, las flores a la amada, la serenata, la bohemia nocturna, el reclamo de la salida al balcón o la ventana canción mediante; la autora casi asume el papel de antigua trovadora y desde este imaginario despliega las posibilidades poéticas de su texto. Vale decir de este recurso de colocarse como personaje y desde allí elaborar el tema, que es utilizado en otras ocasiones en la producción de esta trovadora (recordar su Nana del bufón, por solo citar un ejemplo).

"Todo lo que escribo es una experiencia personal. Pero es una experiencia que puede ser que me la inspire otra persona o que yo haga mía la experiencia, la vivencia, la historia de otras personas. Aurora es una persona maravillosa y una artista genial, talentosísima; alguien a quien admiro, respeto y quiero mucho. Y ella me inspiró, me motivó, me generó los deseos de cantarle. No es más que eso: tomo la posición de un personaje, con el cual además me siento muy bien, me siento como un trovador, y así asumo esa creación. Porque a veces el concepto de decir te amo, se entiende de hombre a mujer, o en cualquier otra combinación de sexos, pero solo en la vertiente amorosa, de pareja, y para nada esa es la intención en esa canción. En este caso siento que amo a esta mujer desde esta manera que te digo. Por eso me puse en el papel en que mejor me posibilitaba expresar qué quería. Y me veo, me hace feliz sentirme debajo de su ventana, en la reja de su ventana dando una serenata y diciéndole estas cosas. Para nada tengo ningún prejuicio por ninguna razón. Soy una mujer como muchas, con una orientación sexual definida como heterosexual, pero para nada me escandaliza o me acompleja esa postura. En ese momento ese era el personaje que mejor me permitía a mí, o que más feliz me hacía, para cantarle a ella lo que le quería decir. Creo que es la mejor manera en que podía hacerlo."[6]

Felicito doblemente a su autora. Primero, por la muy hermosa obra que ha regalado desde su creación. Y en segundo término porque me atrevo a asegurar, y aquí se asomará nuestro común machismo criollo pues me incluyo en esta idea, que casi ningún hombre cubano escribiría a un amigo una canción de esas características y con esas palabras. Así, pues, nos llevan las damas una canción y un cuerpo de ventaja en la mutua carrera contra los prejuicios; pues ellas sí se han atrevido a hacerlo, sin menoscabo de sus posturas, ni temores de qué dirán.

Cabría preguntarse en medio de tantas canciones, si una pareja homosexual usara un tema de esos, lleno de amores fraternales o uno de aquellos donde no se defina de modo directo un sujeto destino, o uno en fin que se ajustara a sus deseos, que fuera útil arma en el cortejo amoroso y de seducción, qué pensarían sus creadores. Interrogada Yamira Díaz, acerca de la posibilidad de que una mujer enamorara a otra usando, por ejemplo, su tema "Alicia, pequeña", la autora dio esta respuesta:

"Esa canción me salió así, de principio a fin. "Alicia..." es una canción muy querida para mí, pero es un símbolo; "Alicia... es un tema simbólico; hay quien me pregunta quién es esa Alicia y no es nada, no es nadie en específico. Claro, tiene mucho de la referencia de la Alicia que todos conocemos, porque ese es un personaje para mí increíble y que tiene además que ver mucho conmigo (...) A veces hablo de cosas que nunca voy a hacer porque no forman parte de mis decisiones, pero las hago mías. Y "Alicia..." es un poco eso: Es un estado, es un símbolo que me remite a un estado emocional que tiene mucho que ver con muchas cosas de la vida de cualquier persona. Me sentiría muy bien si mi canción sirvió para que alguien le declarara su amor a otra persona, puede que eso no quede en los anales de la historia, pero significa que algún valor tiene esa obra. Para mí es importante, significa que esa manera de decir le sirvió a alguien para expresar sus sentimientos por otro ser humano (...) Las canciones trovadorescas tienen un encanto que es el hecho de que la escuchas y dices, caramba, ¿por qué eso a mí no se me ocurrió?, cuánto hubiera yo querido decir eso de esa manera. Pues para eso está la canción ahí. A veces basta ponerle a alguien una canción para decir lo que deseas, si encontraste la canción precisa. Me sentiría muy halagada si eso ocurre."[7]

Joaquín Borges Triana, importante crítico musical, también se refiere al tratamiento de los temas homosexuales en las canciones de las trovadoras y afirma: "Lo que tiene que tiene que ver en la creación con el discurso lésbico, que fue tan raro para el mundo trovadoresco cubano, ya se ha ido desinhibiendo. Y ya hay algunas que se asumen como tal sin ningún problema. Además hay una fuerte presencia lésbica en el ámbito trovero nacional cubano. Sí es notable que hay cierto acercamiento más desprejuiciado, más abierto sobre el tema. Si miras canciones como "Cuestión de ángulo", como "Flash" las dos de Yusa; o la obra de la propia Niuska Miniet, puedes notar esto que te digo. Y hay otros casos que lo manejan desde una situación más ambigua."[8]

Como bien apunta Borges Triana, entre las compositoras femeninas que se han acercado a tratar en sus composiciones el tema de la homosexualidad podemos contar a Yusa. Esta prolífera instrumentista, jazzista, creadora en mayúsculas, no puede considerarse exactamente una trovadora, porque aunque se identifica en determinados momentos con este modo creativo, lo rebasa con creces en sus desempeños y se le quedan cortas todas las denominaciones. No obstante, su inclusión en estas páginas, además de sus obras citadas, reposa esencialmente en la calidad y validez de su propuesta.

En la primera obra que menciona Borges Triana, "Cuestión de ángulo", se aborda el tema de modo más metafórico y hasta simbólico. En el caso de la segunda, "Flash", hay un mayor desplazamiento hacia el detalle; es casi cinematográfica la descripción, apelando a la existencia de ese antes y después de que ocurre la canción misma, usado en esta ocasión en un tono algo más explícito. El tratamiento del hecho de la homosexualidad, se manifiesta en esa obra sin aquella carga de misterio, de cosa oculta que se pudiera esperar ante la visión de estas dos mujeres cómplices. Tal como dice la autora en uno de los versos de "Flash", en este barrio algo está cambiando, y también las creadoras apuestan, ayudan, por hacerlo posible.

A manera de temporal conclusión, pues de seguro se puede esperar más de las trovadoras y trovadores respecto a sus creaciones y sus aportes en estos y otros temas, valdría el uso de esta opinión de la profesora Margarita Mateo. "En las trovadoras, ahora hay una conciencia de que hay un punto de vista femenino para acercarse al problema del amor. Parten de su femenidad, de su marca de género que incluso va más allá de la orientación sexual, pero que es una marca de género femenina y que se expresa en el modo de asumir la relación, de hablar de ella. Hay otra conciencia. La mujer va a ser un sujeto que desea a un hombre; que desea incluso hasta a otra mujer, como sea; la cuestión es que es activa. Abandona esa pasividad que le había sido asignada o que de hecho había aceptado, para pasar a ser más activa, para pasar a delimitar sus puntos de vista como mujer."[9]

* Este trabajo está basado en algunas de las ideas del Ensayo sonoro para mujer, guitarra y verso, aún inédito, en el cual se analiza, dentro de diversos contextos temáticos, la imagen de la mujer en las canciones de la Nueva Trova. Como a este tipo de creación musical prácticamente ningún tema humano le es ajeno, en estas líneas se abordan, de manera breve, algunas de las visiones que trovadoras y trovadores han aportado desde su arte sobre el amor entre personas del mismo sexo.


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BIBLIOGRAFÍA
[1] Yaiset Rodríguez. Del amor y sus trabas en tiempos de trova. Trabajo de Diploma, Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana, 2005.
[2] Niuska Miniet. Entrevista personal.
[3] Yamira Díaz. Entrevista personal.
[4] Liuba María Hevia. Entrevista personal.
[5] Yaiset Rodríguez. Op. cit.
[6] Yamira Díaz. Entrevista personal.
[7] Yamira Díaz. Entrevista personal.
[8] Joaquín Borges Triana. Entrevista personal.
[9] Margarita Mateo. Entrevista personal

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