sábado, abril 05, 2008

Crónica urgente de una noche de besos y versos, por el periodista

Crónica urgente de una noche de besos y versos, por el periodista
Carlos Tena

inSurGente.-


La Nueva Trova cubana canta a Luis Eduardo Aute


Cuando paseo por las incomparables calles de la Habana Vieja (gracias por tu enorme e impagable trabajo, Eusebio Leal), por donde pululan decenas de turistas españolas, llenándose los ojos de arte colonial y miradas torvas de vagos, ávidos de iluminar corazones oscurecidos por
el desamor, más de una vez me han parado con cara de pasmo al grito de "Luis Eduardo, ¿eres Aute, verdad?". En esos momentos, me basta y sobre entonar las primeras notas y versos de "Al Alba" para que caigan en la cuenta de que no soy el que creen.

Me alegro de que este tipo de anécdotas me ocurran con relativa frecuencia, porque así le tengo siempre cerca. Mi amigo Aute acaba de recibir, por parte de una pléyade de músicos enmarcados en la Nueva Trova Cubana, esta pasada noche habanera, un chaparrón de versos y besos, de cariño y admiración, no sólo por una obra musical y poética, que dura ya 40 años, sino por esa coherencia ideológica sin tacha, tan insólita entre los intelectuales de la España de Rajoy y Zapatero, tanto monta, monta tanto. El creador de canciones rotundas como La belleza, jamás colocó sus posaderas en el muladar que el PSOE fabricó, para que se revolcaran en él otros colegas que no merece la pena mencionar en esta noche repleta de belleza.

Aute se lleva una Medalla de la Cultura Nacional, que el pueblo cubano le ha entregado, porque con ella se agradece la cohesión y congruencia de un artista que ejerce de persona, y no de una persona que va por la vida siendo únicamente artista. Para ser ciudadano en estos tiempos de
impostura y mentira hace falta ser mucho más que eso. Y Aute lo ha rubricado con esta visita que marcará un antes y un después de este 2008, en un teatro Karl Marx lleno hasta la bandera. Cinco mil personas alzaban las manos para decirle que allá estaban si un día las necesitaba. Y allí cantaron Silvio Rodríguez, Liuba María Hevia, Amaury Pérez, Karel García, Vicente Feliú, Santiago Feliz (quien el próximo 10 de abril actuará en la madrileña Sala Clamores), Carlos
Varela y una incontable lista de músicos, coros, acompañantes de lujo (Yusa, Elmer Ferrer, Aurora de los Andes, Pepe Ordaz, etc.) para una noche en la que la belleza se negaba a desaparecer de escena. Tras las versiones de muchos de sus éxitos y no tanto, un Aute realmente emocionado, ataviado con una camisa roja, muy roja, dijo entre aplausos constantes:

"Dicen que hoy es luna, pero luna llena y que hoy es el primer día de la primavera. Por ello he formulado un deseo: espero que alguien muy, muy generoso, me conceda la nacionalidad cubana. Estoy viviendo un sueño, por eso digo que los sueños existen y a veces se olvidan, pero
tengan la absoluta seguridad de que el que Cuba me esta regalando no lo olvidaré ni cuando llegue el fin de mis días. Me gustaría dar las gracias a todos los seres que han ayudado a vivir este sueño. A Silvio, mi hermano y poeta, a Vicente que es un ser imprescindible, a
Amaury que es inolvidable, a Liuba Maria, por hacer esas versiones, a Santiaguito,, a Carlitos, que tiene una energía especial, a Karel, que ha logrado arrancarme una lagrima, a los pintores KCho y Ernesto Rancaño que han hecho los murales que nos sirven de telón, a Pere
Camps, ideólogo de Barna Sants, a Violeta Rodríguez, a la directora y a las trabajadoras del Museo Nacional, a Borja Casani, a Abel Prieto, a Felipe Pérez Roque, a Abel Acosta... A todos gracias, y perdonadme si olvido muchos nombres. También quiero dar las gracias a mis hijos,
Laura y Miguel, que están hoy aquí y que son la alegría de mi vida, a Niurka la compañera de Silvio, que hoy cumple años, y a Marichu, la mujer con la que me casé, hoy hace 40 años. Os quiero".

Y, ni corto ni perezoso, Aute tomó una guitarra y se puso a cantar Rosas en el Mar, Las Cuatro y Diez, y a pelo, sin otro acompañamiento que sus manos, se desgarró la garganta recordando Al Alba, aquel homenaje a los últimos fusilados por el franquismo. Toda la isla pudo asistir en directo al homenaje. La televisión cubana, una vez más, demostró que sabe dónde y cuándo debe estar presente.

A las once de esta noche, una fina lluvia despedía el invierno caribeño, y yo regresaba a casa con la agradabilísima sensación de haber asistido a un más que merecido homenaje. Gracias, Luis Eduardo: quien ama a Cuba como tú, crece en belleza.

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