lunes, mayo 03, 2010

Santiago Feliú: Te doy una canción


El cantautor cubano logró dos objetivos juntos: tocar con Silvio Rodríguez y conocer la Argentina.
Por: Eduardo Slusarczuk

Cuando Santiago Feliú nació, en La Habana, su hermano Vicente ya tenía casi 15 años, y la revolución cubana estaba por cumplir sus primeros tres. Metido de lleno en el mundo de la trova parida por la utopía revolucionaria, no sorprende que Vicente entrara en contacto con Silvio Rodríguez, y que el pequeño Santiago fuera espectador privilegiado de la maravilla de la creación de una nueva expresión artística.

"Lo veía a Silvio en casa de mi padre y de mi abuela, y embobecía al verlo guitarrear y cantar. Varias de sus más famosas canciones las escuché cuando las estaba haciendo. Yo, ya por entonces, tocaba la guitarra y las canciones de Silvio eran parte de mi repertorio tanto en festivales como en eventos estudiantiles que se organizaban por toda la isla", cuenta Santiago, más de cuatro décadas después.

Casi al mismo tiempo, el cine lo ponía en contacto con un país al que pronto comenzaría a tener ganas de conocer más de cerca. Sigue el relato: "En mi infancia y adolescencia me encantaban las películas argentinas de Carlos Gardel, Luis Sandrini (tartamudo, como yo) y Hugo del Carril. Me atraían muchísimo esas historias de amor de cantantes. Me flasheaban la imágenes de Buenos Aires y del campo argentino, los gauchos, los guitarreros, las chacareras. en fin."

Cuestiones en apariencia tan lejanas entre sí, ambas comenzaron a formar parte de los deseos más profundos del músico. "Ser como Silvio, un TROVADOR, se convirtió entonces en un sueño permanente. Y, por otro lado, conocer ese país que me deslumbraba a través de la pantalla del cine comenzó a ocupar también un espacio en mi lista de sueños", explica Feliú.

En ese camino, relata el cantante que en 1978 ingresó, "después de una evaluación, en lo que fue el prestigioso Movimiento de la Nueva Trova. En el jurado estaba Pablo Milanés". Sin embargo, pasarían unos años hasta que, una tarde, sus añejados sueños comenzarían a ser desempolvados. "Apenas cumplí los 23, una tarde le canté a Silvio mis nuevas canciones, muchas de las cuales formaron parte de mi primer disco, Vida, de 1986. Al terminar, me dijo que me invitaba a compartir escenario con él en su gira por España y Sudamérica. ¡Imagínate! -exclama Feliú desde su e-mail-. Yo ni soñaba cantar con él y ya me estaba invitando a hacer juntos una gira".

El resto de la historia no precisa guía. Con prosa ágil, Santiago transmite sus sensaciones a través del correo electrónico como quien habla frente a un grabador.

"El primer país que visitamos fue la Argentina. ¡Qué alegrón conocer la tierra de Gardel y Ernesto Guevara! Dos grandes ídolos de los cubanos. De la música argentina, en realidad, sólo sabíamos del tango y el folclore a través de artistas como Gardel, Astor Piazzolla y Mercedes Sosa. Pero cuando llegamos, descubrimos que además existía un rock en castellano y que encima era buenísimo. Así conocimos a León Gieco, a Fito Páez y a Juan Carlos Baglietto, con los que luego grabé y canté varias veces."

En aquella primera visita "fueron cinco Luna Park tremendos, además de una inmensa gira. A Silvio venía acompañándolo la súper banda Afrocuba, que se quedaba sobre el escenario para tocar conmigo en dos temas. Algo increíble es que Silvio, cuando yo le preguntaba cuántas canciones debía cantar, me decía: 'Tú haz lo que entiendas que debes hacer'. Digo esto, porque a través de los años he visto que cuando una estrella tiene invitados, generalmente éstos cantan una o dos canciones, y quizás alguna a dúo."

Tiempos en los que la palabra política recibía más adhesiones que rechazos. En los que, para muchos, creer en que se podía cambiar para mejor era cuestión de todos los días. Tiempos que Feliú atesora en detalle en su memoria. "Recuerdo que, para presentarme, cantaba una canción mía, Para Bárbara. Luego, cantábamos, a dúo, Historia de las sillas. Después me quedaba tocando solo, cuatro canciones: dos con Afrocuba, tras lo cual invitaba a León para otras dos. Es decir, era un invitado que invitaba. Creo que Silvio nunca más hizo algo así. Fue bello, la verdad. Siempre le estaré agradecido. Gracias a esos conciertos pude entrar a este país para quedarme. Para siempre volver. Y cumplir un sueño doble: cantar con Silvio y conocer la Argentina."

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