sábado, abril 26, 2008

Juan Carlos Pérez: Trovador contra viento y marea

Juan Carlos Pérez: Trovador contra viento y marea

Por Joaquín Borges-Triana

Decido este camino porque sí
porque prefiero el agua natural
y creo en el amor universal
con que me abrí.



El texto reproducido anteriormente es un fragmento de "Cantata", sin duda una de las piezas del trovador Juan Carlos Pérez que más lo identifica.
Dicha melodía fue premiada allá por la segunda mitad del decenio de los años 80, en una de las emisiones del concurso Adolfo Guzmán. En aquella ocasión, los responsables de interpretar el tema en dicho evento fueron los cardenenses del grupo Nuestra América, y para ello, contaron con un formidable arreglo vocal instrumental, escrito por Frank Fernández.
Lamentablemente, otras excelentes creaciones de este morador de Santiago de las Vegas no han corrido idéntica suerte y puede asegurarse que todavía su obra resulta desconocida por el gran público cubano; a pesar de que algunas de sus composiciones han sido versionadas por artistas internacionales de suma valía y hasta por figuras de un ámbito tan comercial como el de Operación Triunfo.

A Juanca, como solemos decirle sus socios y amigos, lo conocí hacia los finales de los 70, cuando yo era apenas un adolescente y él se presentaba una que otra vez en aquella maravilla de peña que Teresita Fernández llevaba adelante cada domingo en el Parque Lenin. Ya entrados los 80, tuve la fortuna de compartir largas conversaciones con el trovador en unas descargas que se realizaban en casa de Ella Rataishack, una hermana polaca que me deparó la vida y que por entonces estudiaba en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Su acogedor apartamento de un edificio
ubicado en G y 5ta, en El Vedado, funcionaba como lugar de obligatoria cita para que poetas, cuentistas, trovadictos y trovadores -en compañía del hijo alegre de la caña de azúcar- compartiéramos textos, canciones y sueños en espera del amanecer.

Nacido en la ciudad de La Habana el 25 de septiembre de 1953, Juan Carlos Pérez es de esos contados trovadores que posee una determinada formación académica como músico. Graduado de nivel medio en guitarra y percusión, inicia su carrera como baterista hasta 1974, fecha en la que ingresa en el entonces Movimiento de la Nueva Trova. Sus intereses por profundizar en las técnicas acústicas y de experimentación sonora, lo llevan a cursar estudios de música electroacústica con el maestro Juan Blanco. Es por todo ello que no sorprende el hecho de que en etapas específicas de su quehacer, Juanca se haya asociado a diferentes instrumentistas para encontrar respaldo a sus canciones o que, incluso, en un período figurase como un miembro más de la desaparecida banda de pop-rock denominada Paisaje con Río, popular agrupación durante la primera parte de los años 90 y que llegó a interpretar algunas composiciones de este cantautor.

Desde la lejana fecha en que descubrí sus primeras canciones, me cautivó el trabajo de Juan Carlos Pérez, en particular por el notable dominio que evidenciaba de la guitarra, que al tocarla no se limitaba al manido rasgueo de sus cuerdas sino que ideaba muy complejos acompañamientos, los cuales de por sí resultaban piezas guitarrísticas. También me atrapaba la fuerza de su lírica, con letras que hablaban de los problemas de nuestro entorno desde una postura rebelde, sin que ello fuera óbice para que al propio tiempo nos brindara otras creaciones en las que lo predominante era el sentimiento de la ternura.

Por eso, recuerdo que cuando salió escogido como finalista del concurso Adolfo Guzmán en 1986 y luego estuvo entre los galardonados por su aludido tema "Cantata", que a la postre resultó el tercer premio de aquel certamen, sentí una profunda alegría porque se empezaba a reconocer de manera pública al tremendo artista que siempre él ha sido, a pesar de que en algunos momentos haya habido quienes han querido menospreciarlo. Y es que no pocas veces al pensar en el quehacer artístico de Juanca durante una buena cantidad de años, he tenido que llegar a la conclusión de que él ha sido un "trovador sin suerte". Con el estigma de ser comparado por algunos -en mi criterio, de manera injusta- con Santiago Feliú, en virtud de la coloratura de su voz y del modo en que arma los acordes y en general ejecuta la
guitarra.

Por razones como las antes apuntadas, el también trovador Fernando Bécquer, en la nota de presentación a un concierto de Juan Carlos en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, escribe: "A finales de la década de los 80, en una incesante búsqueda de todo lo que tuviese que ver con trovadores, poetas, pelos largos, sandalias y acentos argentinos, conocí a este humilde hacedor de canciones que a golpe de guitarra y voz, desafiaba el desinterés de los medios de difusión respecto a su obra y enfrentaba una absurda prohibición debido a ciertas difamaciones que a estas alturas no vale la pena nombrar. Juan Carlos Pérez es uno de los ejemplos más dignos y más claros a la hora de afirmar que el trovador es una actitud ante la vida.
Poeta sin discusión, tronco de músico, ha cautivado a sus seguidores por más de veinte años, sus textos son un llamado a la unidad y a la sinceridad entre los seres humanos. Sus melodías vuelan en un rock and roll haciendo escala en un lírico guaguancó, respirando los aires del bossa nova para aterrizar definitivamente en la canción trovadoresca. (.) Juan Carlos Pérez es un hombre de siempre y su trova es de todos los tiempos".

La cancionística de Juan Carlos Pérez es en extremo variada en cuanto a motivos melódicos y armónicos. A veces nos entrega canciones tiernas, en otras ocasiones sus composiciones resultan desgarradas, así como afirmativas y, sobre todo en sus primeros años como creador, rebeldes. Algo que le distingue son los riffs guitarrísticos que suele armar, exponentes de una manera rítmica de tocar el instrumento de las seis cuerdas. Igualmente, una peculiaridad que le ha acompañado a lo largo de estos más de treinta años como trovador es su afición por ser hacedor o partícipe de numerosas peñas. Así, lo recuerdo en tertulias como la de la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), junto a Nicolás Guillén; en una que desarrollase por mucho tiempo en la sede de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), en 23 esquina a I, en el Vedado habanero; o en una llevada a cabo en su terruño de Santiago de las Vegas. Es justo resaltar ese costado de promotor cultural que ha acompañado a Juan Carlos Pérez y que lo ha animado a buscar espacios donde presentarse e interactuar con el público, no sólo para él sino también para otros muchos compañeros suyos del gremio trovadoresco. Esto ha demandado una especial
tenacidad y una voluntad de servir, que no resultan características todo lo abundante que se quisiera, pues implican de uno u otro modo afectar la propia obra personal y en no pocos casos, recibir como pago por tanto y tanto esfuerzo la ingratitud de quienes un día fueron beneficiados, pero que con pasmosa facilidad se olvidan de ello.

No es hasta el primer quinquenio de los 90 cuando por fin, una de las disqueras cubanas, la EGREM, se anima a editar un fonograma de Juan Carlos Pérez, en el que justo es decirlo, la discográfica no tuvo que hacer casi inversión alguna porque el propio artista se encargó de grabar la matriz del material, que sólo circuló entre nosotros en formato de casete. La ópera prima de este trovador, denominada Participo, fue un trabajo que de cierta forma pasó por el circuito cubano sin penas ni glorias, pues apenas cuando entró en circulación en su momento se hizo mención, pese a poseer un nivel de realización al menos aceptable.
Aunque unos cuantos años después de que el casete circulase entre nosotros, recibí del propio Juan Carlos un CD contentivo de aquellas grabaciones, pero remasterizadas y con la ventaja indudable de escucharlas en el soporte digital. Una audición de dicho material permite apreciar que el álbum como tal no ha perdido vigencia, al margen de que haya transcurrido el tiempo. Participo es una propuesta en lo fundamental de carácter filosófico, con temas escritos a partir de una mirada intimista y diríase que muy humana. Aquí el creador pone de manifiesto su vocación poética y lírica, lo cual produce un acabado literario nada común en los textos de las canciones de los días en que las mismas fueron compuestas.

Musicalmente, la primera producción de Juan Carlos Pérez asumió los aires del rock, el folk y el pop, a tono con la experiencia que por entonces había vivido junto a Paisaje con Río, la tropa encabezada por Ernesto Romero y quien fuera el responsable de las orquestaciones en la ópera prima de Juanca, trabajo en el que una vez más Ernesto demostró sus potencialidades como arreglista, con enfoques bien contemporáneos. En el fonograma, sobresale en el trabajo de acompañamiento la guitarra de Julio César López (Pací), que con sus riffs y solos da un timbre muy fresco a toda la propuesta.

Por cierto, a propósito de la intervención del guitarrista eléctrico Julio César López y de otros músicos invitados, hoy lamento de nuevo que sus nombres no se registraron en los créditos del casete, bastante limitado en los datos que ofrece al que lo comprase, cosa en particular dañina para aquellos que como yo, al pasar de los años, volvemos a consultar el soporte en busca de la mínima información necesaria para periodistas e investigadores. De los ocho cortes que contiene la grabación, me resultan los de mayor impacto por la conjunción de música y texto "Canción del futuro", "Participo 1" y "Tema del ángel", esta última una auténtica joya y que se me antoja lo mejor del fonograma y una de las composiciones más significativas en la obra del cantautor habanero.

Gracias a lo plasmado en las composiciones de Juan Carlos Pérez, como las que aparecen en su fonograma Participo, hago mías las palabras de Vicente Feliú cuando, en referencia al quehacer de este trovador, una vez escribió: "Su música tiene la hermosa característica de ser tremendamente impura. No hay fórmulas para su musa, que puede moverse entre el rock, los ambientes sinfónicos, los ritmos cubanos, brasileros, argentinos y africanos, y sentirse todos a la vez, en una fusión natural de toda la música que ha estudiado y disfrutado. Sus versos nos llevan de la mano por toda la poesía hispanoamericana y las versionadas de otros idiomas, al mismo tiempo que sus temáticas nos sumergen en el mundo en que vivimos, sufrimos y amamos con angustia y esperanza, dominadas por el humanismo que nuestra tierra ha sembrado en todos en los últimos cuarenta años".

Es evidente que la carrera discográfica de este singular creador resulta en extremo limitada pues, además del ya comentado Participo, sólo ha editado el álbum Juan Carlos Pérez en vivo, una producción independiente. La huella principal de su quehacer la hallamos en los numerosos conciertos de los que ha sido protagonistas. En ellos, hemos asistido a los decirse de un artista que apuesta por abordar asuntos problemáticos de nuestro tiempo. Ésa es una de sus principales virtudes y con ello, recoge el legado de la trova nacional de ayer y de hoy, que a lo largo de su devenir ha funcionado como factor dialoguillo. Entre sus composiciones destacadas en dicho sentido, cabe mencionarse "La paja en el ojo ajeno" y "Cuba Artista", una vieja pieza
de los ochenta que, si bien su contenido hoy la realidad lo ha rebasado, sirve como testimonio de lo que acontecía en la época en que la canción fue escrita.

A la par de esta clase de repertorio, él posee otro que básicamente está dentro de una temática de corte más intimista o existencial. Ejemplos de semejante línea composición al se encuentran en cortes como "Clariviví", "Mundo bajo", tema que suele interpretar en un formidable dúo con Diego Cano, o "Contra señal", cuyo texto me permito reproducir a continuación:

Lo que no enciende el corazón no te engrandece
Y si no sube donde vas no te merece
Lo que no enciende el corazón es tiempo oscuro
Y sólo puede
Generar un amor inseguro
Lo que no enciende el corazón no es de verdad
Y sólo puede generar oscuridad
Un beso que se traba, un desvío, una broma
Un círculo vicioso para dioses sin corona.
Si no eres más feliz a donde estás por qué te quedas
Y si cuando te tocan, otra mano es la que llega
Te enredas en tu sombra, no te vas a desatar
Y a lo mejor mañana ya no hay tiempo
Mañana ya no hay tiempo.
Mi voz es una alerta a favor de la locura
Y va contra el amor de los amores que no curan
Mi voz es la pupila dilatada entre tus manos
Un día irrepetible, un día irrepetible
Un día irrepetible, una luz
Un hombre humano.
Si no eres más feliz a donde estás por qué te quedas
Y si cuando te tocan, otra mano es la que llega
Te enredas en tu sombra, no te vas a desatar
Y a lo mejor mañana ya no hay tiempo
Mañana ya no hay tiempo.
Mañana ya no hay tiempo
Contra señal.

En semanas recientes, una canción de Juan Carlos Pérez ha sido galardonada con el principal lauro en el concurso que nuestro Caimán Barbudo organizó para festejar el cumpleaños ochenta de la siempre vigente Elena Burke, y creo que la noticia nos llena de regocijo a todos los que hemos apostado por su obra desde hace ya años.
A lo anterior se une que en los meses pasados, nada menos que el gran Pedro Aznar (sí, el argentino que fuese miembro de Serú Girán y del Pat Metheny Group) ha incorporado a su repertorio la canción "Tema del ángel", de la que ya ha grabado una versión sencillamente fabulosa.

Estas y las razones antes expuestas son sobradas para que desde aquí transmitamos la más cálida de las felicitaciones posibles a alguien que ha sabido ser fiel contra viento y marea al arte de trovar, una de las auténticas tradiciones de eso que se define como cubanía.

FUENTE: EL CAIMAN BARBUDO
http://www.caimanbarbudo.cu/html_total/simpresas/articulos/345/index_articulo_04.htm

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