viernes, febrero 29, 2008

Nacer y convivir vienen juntos.


Nacer y convivir vienen juntos.


Uno llega al mundo sin siquiera saber hablar y ya tiene que negociar
con la madre si tiene hambre, si te ensuciaste, si tu hermanito te
sacude mientras te mira con amor.

La familia, la pareja: cualquiera sean su conformación y creencia, son
terrenos de convivencia. Compartir un mismo espacio a la misma hora,
termina convirtiéndolo en un territorio.
Uno pide una cosa, ofrece otra; obtiene algo, renuncia a algo.

A ese sutil o desaforado equilibrio lo llamamos amor filial,
fraternal, paternal.

Y una cosa que no ayuda nada es que cada vez que se habla de familia,
hermanos, pareja... se lo hace con una idealización, un tono rosado,
edulcorado, almibarado, lleno de angelitos que vuelan como moscas.
Sería como llevar el auto al mecánico: "Mirá, me hace un ruidito como
un cuic cuic", y que el tipo te abrazara emocionado, y te dijera que
viajar es gozar de espléndidos paisajes, que el auto es una máquina
maravillosa y compleja. "Lo que pasa que cuando hace cuic sale
humito" (insiste uno); pero el tipo nada: te explica que ese auto
representa el trabajo de generaciones y generaciones.

Con la familia, la pareja y los niños ocurre algo similar. En una
palabra: nos falta manual.

Y que no nos vengan con que no hay reglas, que no hay fórmulas, que no
hay manual para esto.
¿Cómo que no los hay? Si nos pasamos reviendo y negociando cada
cláusula día a día.
Que no lo volquemos en papel es otra cosa.

En nuestro afán de ayudar sin mirar a quién (lo cual es altruista,
pero también peligroso, hay que reconocerlo), decidimos poner en un
vale o un bono... esas promesas cotidianas.

Señoras y señores, niños y niñas, cuando ustedes están felices,
exultantes de alegría y todo da lo mismo... no nos necesitan; pero
cuando las papas pelan: ¡ahí estaremos! con esta invalorable colección
de vales para toda ocasión.

Ejemplo: un niño quiere tomar un helado, los padres se lo niegan, el
niño (ya preparado para la ocasión) llevaba en su bolsillo nuestros
"vales" y ofrece:

- Esperen, si me dan un helado les doy un vale por "ordenar el
cuarto".

Y ahí los padres evalúan, tomados de la mano, contentos, sorprendidos,
y le compran el helado a la criatura (y se guardan prolijamente el
vale en un bolsillo, porque tampoco es cuestión).

Puede dar lugar a una constructiva transacción:

- Padres míos, quiero un helado.
- No, hijo, hoy estuviste exasperante.
- Es verdad, padres míos. No sólo lo admito sino que les ofrezco un
vale por portarme bien 15'.
- Disculpa, hijo, pero tu oferta es insuficiente (objeta la madre,
serenamente).
- De acuerdo, ¿le agrego un segundo vale de 15'?
- No, hijo, tu madre y yo preferimos el vale de portarte bien 15', más
un vale de "No, porque no." (interviene el padre).
- Entonces que sea un helado doble, padres.
- De acuerdo, hijo.

Y-lis-to. Ahí se va la familia todos tomados de la mano, lo más
felices,
sin largas peleas, sin interminables argumentaciones,
libres de esas viejas y pesadas deudas morales del tipo: "¡Con todo lo
que hacemos por vos!"
"¡Con todo lo que me sacrifico!".

No, qué pesadez, ésas son impagables.
Mucho más sano convertirlas en deudas tangibles que se puedan saldar
claramente.

Atención, lo que hay que tratar de evitar es una cadena de trueques:

- Hijo, si vas al almacén te doy un "ratito más en la tele."
- Uy, mami, ahora estoy en la compu, ¿te lo cambio por un vale de "...
levantar la ropa / toallas del piso"?

Más claramente, en la pareja:

- Bichi, si sacás la basura, te doy un vale de "levantar la
mesa" (ella).
- Ay, gordi, estoy viendo tele, ¿te doy un vale de "sacar a pasear al
perro"?
- Bichi, prefiero un "vale por un masaje / mimo / rascar la espalda"
que es más, y te agrego uno de "ordenar el cuarto".
- Gordi, te acepto el de ordenar el cuarto, pero no me da para hacerte
masajes, ¿Te lo cambio por uno de "almorzar con tu familia el
domingo"?
- Listo, bichi, te quiero (ella).
- Yo también, gordi, un besito (él, mirando la tele).

Porque si observan bien: fue un ir y venir de papeles en el aire y
nadie sacó la basura.

Pero a esta altura, sin duda que ustedes captaron perfectamente el
espíritu de este asunto. Sirven para ser usados entre padres e hijos,
entre hermanos, en la pareja.

Básicamente:
- cada miembro de la pareja o la familia debe saber qué espera el otro
de él.
- a eso lo convierte en un vale que queda en su poder.
Luego:
- Si nosotros pedimos algo: ofrecemos uno de nuestros vales.
- Si alguien nos pide algo: pedimos uno de sus vales.

Les brindamos una lista como para que se inspiren y arranquen.
Escriban en tarjetas estos vales, agreguen otros que los representen
más fielmente, repártanselos, ¡y a usarlos, gente!

Que los disfruten.

Luis



vale por...

... acostarme más tarde.
... no bañarme.
... bañarme, pero no lavarme la cabeza.
... bañarme, lavarme la cabeza, pero no pasarme el peine fino.
... un ratito más en la tele.
... un ratito más en la compu.
... un "¡Quiero eso!"
... volver / que pasen a buscar: un poco más tarde
... tener uno de los privilegios que goza el hermano mayor o menor u
otro de la familia o la pareja
... una llamada sin límites.
... una salida a comer pizzas, hamburguesas.
... portarse bien 15 minutos.
... disponer del baño sin límite.
... portarse bien media hora.
... portarse bien una hora.
... ordenar el cuarto.
... levantar la ropa / toallas del piso.
... pasear el perro (darle de comer al gato, mascota).
... poner la mesa.
... levantar la mesa.
... por un "Sí, de acuerdo" (sin discutir).
... un "No, porque no" (sin más argumentos).
... sacar la basura.
... que la pobre madre pueda hablar por teléfono tranquila una vez.
... 15 minutos sin ser interrumpido.
... media hora sin ser interrumpido.
... media hora de silencio.
... guardar lo que se usó / cerrar lo que se abrió / dejar las cosas en
su lugar.
... llevar el desayuno a la cama
... comer con la tele.
... masaje / mimo / rascar la espalda

No hay comentarios.: