sábado, agosto 11, 2012

Facebook nos hace olvidar qué es un amigo


Marina Sélina (RIA NOVOSTI. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

El pasado lunes 30 de julio, por iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas, el mundo volvió a celebrar por segunda vez el Día Internacional de la Amistad.

Las posibilidades de comunicación entre las personas aumentan a ojos vista, pero, ¿representan realmente una ventaja para la amistad?

¿Cien amigos? ¡Qué disparate!

Recuerdo que en el colegio en la pared de una de las aulas colgaba un llamativo cartel que aseguraba: “Más vale tener cien amigos que cien rublos”. Ambas cosas, tantos amigos y tantos rublos, parecían una cantidad inaccesible. Y ¿qué es lo que ocurre en la actualidad? El dinero tiende a devaluarse, de eso no cabe la menor duda. ¿Y la amistad? En las redes sociales cien amigos para un usuario socialmente activo no es sino un número mínimo de contactos.

Sin embargo, ya se ha comentado en más de una ocasión que el progreso técnico va quitando valor a la amistad. El famoso investigador ruso Igor Kon señalaba que el problema de la pérdida de la capacidad de mantener relaciones de amistad se planteó en el contexto de la industrialización, la urbanización, un ritmo más elevado de la vida e incluso, la aparición de la conexión telefónica.

Y ahora que existen las redes sociales ni siquiera el teléfono hace falta.

“Internet ofrece nuevas posibilidades de comunicación, impensables hasta su aparición, debido a las distancias geográficas y a la pertenencia a diferentes grupos sociales. En este sentido la red global sirve de vínculo para mundos que social y culturalmente eran anteriormente dispares”, señala Yulia Zubok, doctora en Sociología y directora del Departamento de Sociología Juvenil de la Academia de Ciencias de Rusia.

Pero, ¿pueden los representantes de dichos mundos tan diferentes convertirse en amigos de verdad? La diferencia entre los amigos reales y los virtuales es tan evidente que ni siquiera hace falta hablar de ella.

“Los contactos de uno en las redes sociales son, más bien, sus interlocutores”, dice la psicóloga Elena Yurkova, especializada en los estudios de la amistad. “Son una especie de compañeros con los que se mantiene un vínculo bastante estable que al mismo tiempo no supone ningún compromiso para las partes. Se añade y se elimina de la lista de contactos con suma facilidad”, explica la experta.

Al parecer, los límites de este nuevo modo de comunicación están bien definidos. Sin embargo, los psicólogos avisan de que la gente acaba perdiendo la capacidad de tener amigos de verdad por la popularización de las redes sociales. La principal razón radica en que las relaciones de amistad precisan de vida real.

“La amistad acude a todo tipo de percepción sensorial, a los abrazos y a los ademanes que expresan atención y simpatía. En el espacio virtual, al contrario, los receptores sensoriales se acaban atrofiando”, indica el psicólogo Yuri Lévchenko.

“Como resultado de la constante comunicación vía Internet se pierde el hábito de la empatía, de la participación afectiva en la vida del otro, del saber captar el estado emocional de una persona, guiándose por la comunicación no verbal”, añade Elena Yurkova.

Una necesidad natural que precisa de capacidades especiales

¿Es necesaria la amistad? Muchos suponen que no, que con compañeros es suficiente. Y en general, prosiguen, no existe amistad verdadera, al igual que no existe amor verdadero. La gente defiende esta postura por motivos muy diferentes, algunos han tenido en su infancia experiencias negativas, hay quienes sufrieron traición de amigos y se convencieron de su propia autosuficiencia.

No obstante, los psicólogos insisten en que un individuo sin amigos no es una personalidad completa, no es una persona feliz. Se debe a que por naturaleza los humanos somos seres sociales.

“Toda persona, pase lo que pase, necesita amigos”, señala Elena Yurkova. “Los amigos son una especie de ancla en la vida de la gente, que les garantizan la integración emocional y la estabilidad en situaciones de riesgo”, explica Yulia Zubok.

Los expertos destacan dos tipos principales de conceptos sociales sobre la amistad: el concepto de las relaciones emocionales y el concepto de las relaciones funcionales. En este último caso necesitamos a nuestros amigos, para tomar una taza de café y charlar durante la pausa en el trabajo, ir juntos al cine o para solucionar algún problema. Semejante tipo de relaciones se establece a menudo entre los compañeros de trabajo.

Las relaciones emocionales, se refieren más bien al concepto de la verdadera amistad: solemos sentir afecto por nuestros amigos, les echamos de menos, estamos dispuestos a ayudarles y a compartir nuestros más secretos pensamientos.

“La verdadera amistad es como un don de Dios, es una capacidad especial”, asegura Yuri Lévchenko. En su opinión, hay personas con mayor capacidad que otras de mantener relaciones de amistad.

“Para evaluar la capacidad de tener amigos, a mi juicio, habría que destacar sus componentes emocional y activo. Por una parte, es un complejo fenómeno compuesto por la empatía y la comprensión y, por otra, la participación desinteresada en asuntos concretos. Si consideramos estos parámetros, veremos que, de acuerdo con los resultados de las investigaciones, aproximadamente uno de cada tres jóvenes indica poseer estas cualidades. Ello permite juzgar sobre el potencial del fenómeno de la amistad entre los jóvenes”, cuenta Yulia Zubok.

Todas las edades se rinden ante el amor, pero no ante la amistad

El ámbito juvenil es conocido por ser el más propicio para la amistad. Es más fácil establecer relaciones de amistad en la infancia y la adolescencia. Este tipo de relaciones se suele mantener a lo largo de toda la vida, incluso si las personas pierden a sus amigos de vista, confirman los psicólogos. Y muy a menudo, al volver a encontrar al amigo del colegio o de la Universidad, uno siente desaparecer el distanciamiento causado por el tiempo pasado.

Con amigos adquiridos en la edad adulta no ocurre lo mismo, con el paso de los años es cada vez más difícil encontrar amigos por el mero placer de estar juntos y conservar el vínculo con ellos.

“Las investigaciones en nuestro país y en el extranjero revelan que con la edad la amistad cede su espacio a las relaciones familiares y profesionales, la gente simplemente no dispone de tiempo para dedicarlo a su amigos”, explica Elena Yurkova.

Según Yulia Zubok, dado que la familia ha sido y sigue siendo la prioridad para la sociedad rusa pero la amistad tampoco deja de tener peso, entre estos dos valores existe una evidente relación. Es decir, el vínculo familiar puede tener rasgos amistosos. “Las familias más felices, según los encuestados, son aquellas cuyos miembros tienen el trato de amigos”, añade Yulia Zubok.

No obstante, no todos los expertos coinciden en que en edad adulta las relaciones familiares sean capaces de reemplazar la amistad. “La amistad entre familiares es posible, pero es difícil establecer este tipo de relaciones”, indica Elena Yurkova. La amistad se ve obstaculizada por la rivalidad y los celos, factores más característicos de las relaciones familiares, asegura Yuri Lévchenko.

El experto está seguro de que a medida de que pasa la vida, vamos perdiendo a nuestros amigos potenciales, porque no deja de intensificarse la percepción crítica de la gente. “Estamos acumulando clichés negativos que nos impiden ver con buenos ojos a quienes nos rodean, enamorarse y adquirir amigos”, indica.

Los psicólogos no descartan que los actuales niños pudieran ser en la edad adulta todavía más solitarios que sus padres. Y no se trataría únicamente de la influencia de Internet.

En primer lugar, las relaciones entre los individuos están determinadas cada vez en mayor grado por el beneficio propio. El proceso de comunicación, según demuestran años de estudios, tiende a racionalizarse de manera paulatina. Y aunque para la gente joven todavía sigue teniendo valor, se observa una estable tendencia hacia el aprovechamiento de la comunicación para ciertos objetivos”, explica Yulia Zubok.

Segundo, el ambiente actual no propicia en absoluto el desarrollo de la capacidad de mantener relaciones de amistad. Según Elena Yurkova, los niños tienen ante sus ojos el ejemplo de los padres que van reduciendo su círculo de amistades.

Merece la pena señalar que los actuales adultos, incluso aquellos que se criaron en los últimos años de la existencia de la Unión Soviética, solían recibir mucha información sobre la amistad de las películas infantiles. En la actualidad hay muy pocos productos cinematográficos destinados a niños y jóvenes que se dediquen a educar los sentimientos sociales. En cambio, tenemos numerosos programas televisivos, en los cuales problemas personales se someten a discusiones públicas, cuenta Elena Yurkova. En opinión de la psicóloga, tarde o temprano la humanidad habrá de enfrentarse a una nueva evaluación del sistema de relaciones interpersonales.

“La necesidad de establecer vínculos con otras personas y sentir emociones al respecto persistirá sin lugar a dudas, pero cambiarán las maneras de satisfacerla. Hoy en día muchos son capaces de suplir esta carencia mediante juegos de ordenador. Creo que el sistema de relaciones interpersonales sufrirá cambios, tras lo cual tendrán que modificarse los existentes conceptos de la amistad, el amor y la familia”, emite su pronóstico la experta.

No merece la pena enfrentarse a los estereotipos

¿Es posible la amistad entre el hombre y la mujer? ¿Es la amistad femenina un concepto diferente de la amistad masculina?

Los psicólogos aseguran que a menudo, al intentar dar una respuesta a estas preguntas, nos dejamos llevar por los estereotipos, sobre todo en relación a la amistad entre personas de diferente sexo.

“Nuestros estereotipos sobre las relaciones entre hombres y mujeres se construyen por la sociedad en la que vivimos. Aquellas personas que creen posible la amistad entre personas de diferente sexo sucumben menos a los estereotipos de género, sus juicios son más neutros. Así, los papeles del hombre y la mujer no se polarizan, al hombre no se adjudica posición dominante ni a la mujer pasividad, de modo que las características psicológicas tienen más que ver con el carácter individual de la gente y no con su sexo”, opina Elena Yurkova.

Yuri Lévchenko también sostiene que la amistad entre hombres y mujeres es posible. Sin embargo, los expertos precisan que este tipo de amistad puede estar teñido de ciertos matices propios de las relaciones entre sexos.

En cuanto a la amistad femenina, es producto incuestionable de los estereotipos, aunque sí que existe una determinada diferencia entre la amistad entre los hombres y entre las mujeres, indican los expertos.

Sin embargo, intentar destacar en el fenómeno de la amistad cualquier tipo de categorías y tipos sería también sucumbir a los estereotipos, señala Yuri Lévchenko. “Por ejemplo, unos voluntarios se dedican a socorrer a los necesitados, no son sus amigos, pero actúan como tales. Por otra parte, una persona clasificada como amigo en teoría puede abandonar a uno en un apuro y otro, considerado un simple compañero, posiblemente arriesgará su vida para prestar ayuda”, indica el psicólogo, insistiendo en la necesidad de percibir nuestro entorno de una manera imparcial y no a través del prisma de las creencias sociales.

Un amigo no es un psicoterapeuta

Afortunadamente, en la sociedad actual uno no necesita poner en peligro la vida de uno para salvar a los amigos pero sí puede servirles de consuelo, cosa que ocurre muy a menudo. Al menos en Rusia, pues, según demuestra un reciente estudio, los estadounidenses tienen cada vez menos amigos, pero sienten confianza hacia los psicoanalistas.

Los habitantes de nuestro país suelen tener un mayor número de amigos y los aprecian más, mientras que una visita a un especialista sigue siendo algo bastante exótico. “En nuestra sociedad el papel de consejeros sobre todos los problemas personales recae precisamente sobre los amigos”, señala Yulia Zubok.

No obstante, en ambos países falta algo: en Estados Unidos, empatía y ayuda desinteresada; y en Rusia, consejo profesional. “Siempre se puede acudir a un amigo con un problema y recibir ayuda, el amigo nos distraerá y nos ofrecerá un consejo, pero partirá de su propias experiencias”, indica Yuri Lévchenko, precisando que ni un amigo ni un psicólogo son capaces de solucionar los problemas de uno.

“El psicólogo es un observador, mientras que el amigo es una persona que muestra sincero interés”, asiente Elena Yurkova.

“Si apreciamos a los amigos, seguramente no siempre es buena idea cargarles con nuestros problemas”, añade Yuri Lévchenko, “sino que podemos alegrarles con alguna buena noticia e interesarnos por sus propios problemas”, prosigue.

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