lunes, mayo 10, 2010

Entrevista a Ismael Serrano, cantautor: «En Europa el folclore parece interesarle sólo a los arqueólogos»



Su voz nunca dejará de temblar. Ismael Serrano (Madrid, 1974) vuelve con un nuevo disco en el que, como era de esperar, sigue fiel a sí mismo.

05/05/2010

No en vano este cantautor (hijo del poeta Rodolfo Serrano) es un amante declarado de la palabra, de la pluralidad y de las causas que como mínimo merecen un toque de atención. Nunca ha estado en la vanguardia musical. Ni ha sido su objetivo. Pero Acuérdate de vivir, su último compacto, bebe del folk norteamericano y hasta del argentino (hay una chacarera que no tiene desperdicio). El autor de éxitos como Papá cuéntame otra vez y Caperucita (piezas que por cierto incluyó en su disco de debut, Atrapados en azul) se encuentra de gira promocionando el trabajo número 11 de su intensa discografía.

¿Estamos viviendo un momento en el que es especialmente importante ‘Acordarse de vivir’? Porque éste es el título que has elegido para tu nuevo disco, una frase sacada de una de las leyendas que acompañaban los viejos relojes de sol: ‘Memento vivere’.

Empleamos nuestro tiempo en actividades que poco tienen que ver con la vida que realmente quisiéramos vivir. Nos hacen creer que vivir es una renuncia constante a nuestros sueños, a nuestros ideales. Y creo que es necesario hacer una llamada al carpe diem, pero no sólo desde el punto de vista hedonista sino también desde la responsabilidad. Vivir supone asumir riesgos y ser consciente de que podemos cambiar las cosas. Ser exigente con la realidad y torcerle el brazo al destino para dejar de creer que se trata de algo inexorable, algo que ya está escrito para nosotros.

Como decía Machado, “se canta a lo que se pierde”. Y tú en este disco cantas para recuperar la memoria perdida, los amores perdidos, las batallas perdidas...

Es que estoy cansado de que siempre perdamos los mismos. La estética del fracaso está muy bien como eso, como mera estética, porque como realidad es un coñazo. En este disco hablo mucho de los sueños y los conjuro con un futuro permanente. Siempre he creído que la utopía te mantiene en perpetuo movimiento. Sirve para caminar. Pero yo creo en las utopías que incluyen un propósito de cambiar las cosas. Basta ya de esos espejismos que miramos resignados. Todo aquello que perdimos se puede recuperar si hay voluntad de lucha. No podemos delegar permanentemente en otros la responsabilidad de nuestros problemas. Tenemos cierto de grado de libertad para cambiar las cosas, para modificar el futuro.

Ya que mencionas la palabra futuro, ¿te has dado cuenta de las veces que la incluyes en tus nuevas letras? Aquí van dos ejemplos: “futuro escondido” (en la pieza El espejismo) y “futuro incierto” (en Regalo para un primer cumpleaños)

Es que en realidad fue a través de esta palabra que llegué al título del disco. Cuando hablaba de futuro pensaba en la importancia que tiene el acordarse de vivir. Muchas veces nos acordamos de que la muerte nos está esperando, pero no tanto de que hay vivir con valentía.

Volviendo al tema de las batallas perdidas, en la canción Volveremos mencionas claramente Palestina. Tengo entendido que planeas un viaje allí, en aras de fomentar el intercambio cultural y de condenar la violencia que en esas latitudes se sigue padeciendo.

Sí, estamos planeando un viaje a través de la oficina de cooperación para montar un concierto en cuatro lenguas: iremos Maria del Mar Bonet, Cristina Pato, Mikel Urdangarín y yo. Y estamos en contacto con la oficina del refugiado palestino, que está haciendo un trabajo encomiable. En tiempo de crisis, se nutre sólo de las donaciones. Y si cuando empezaron de mano de la ONU los refugiados eran menos de un millón ahora suman más de cuatro millones. Lo triste es lo poco que se habla de ellos y de sus circunstancias.

Y siguiendo el hilo de recuperar la memoria, ¿qué opinión te merece ver sentado en el banquillo de los acusados al juez Garzón por investigar los asesinatos de los que vivieron y lucharon por la libertad y la democracia en España?

Me parece indignante que el primer juicio que se abra sea aquel que siente en el banquillo a quien se atrevió a instruir una causa, a investigar. Por más que se quiera vestir de revanchismo, ya sea por la causa que intentó abrir y por todos los actos en contra de la impunidad del franquismo, debe quedar claro que a Garzón le ampara la justicia universal. Y eso es algo que debería ser superior a cualquier otro tribunal. Acusar de prevaricación a un juez te hace plantear preguntas como si realmente la transición pasó por todos los estamentos; y en qué consistió realmente esta transición… Y no sólo eso: cuando alguien revindica que se le escuche cuando reclama que le ayuden a buscar a un familiar… Y que conste que no lo hace desde una posición ideológica clara, sino desde el corazón y el sentimiento: es totalmente legítimo querer llevarle flores a tus difuntos. Volviendo a Garzón, todo se mueve en un entorno de rencillas que lo que hace es confundir a la población; si el ciudadano medio ya no creía en la justicia, imagínate cuando las dudas acechan a instancias superiores, cuando lo que se pone en duda es la verdadera independencia de los jueces…

De hecho, tú ya escribiste hace años la canción Al bando vencido. Una letra que habla de toda esa gente que padeció la tragedia de la guerra civil española y vivió en silencio su dolor. Ya entonces reivindicabas la necesidad de mantener viva la memoria histórica, ¿verdad?

Claro. Y es que hay toda una generación que se está perdiendo. Yo a mis abuelos jamás les escuché hablar de la guerra civil. Es muy fuerte que después de 40 años de dictadura no pudieran hablar del tema. Han sido cuatro décadas de humillación, de exclusión, de estigmatización. Lo curioso es que tuve un abuelo en cada bando. Y lo único que sí me contaron lo escuché en boca de mi abuela: decía que la única vez que aprendió algo de verdad en la escuela fue con un maestro republicano.

En alguna ocasión has asegurado que tus canciones dicen demasiado de ti mismo. ¿Cuál es la estrofa de la que más te has arrepentido?

Buff, no sé. Tendría que repasar todas mis canciones…

En este disco has vuelto a reclutar a sus músicos habituales: Fredy Marugán, Jacob Sureda y Javier Bergia. ¿Qué os une después de tanto tiempo?

Muchas cosas. Con algunos de ellos llevo tanto tiempo, es verdad, que el entendimiento es inmediato. Son unos músicos geniales.

Una curiosidad sobre el disco: ¿Cuál es esa “ciudad definitiva donde ella se va sin ti” que mencionas en la canción Te vas?

Pues mira, esta pregunta responde a la que me hacías de las estrofas que me arrepiento. Aquí me entra el pudor. Me ocurre a veces: no me apetece dar explicaciones. Esta letra trata de una ruptura. De cuando uno trata de hacerse el duro, de ahí esa frase que dice ‘procuraré sonreír más a menudo’. A veces tienes que personalizar tanto que te das cuenta de que lo que narras es demasiado real.

Y una curiosidad biográfica: ¿Cómo es que le dio por estudiar la carrera de Física en la Universidad Complutense? La física y la música no parecen muy complementarias, vocacionalmente hablando…

Gran parte de mis discusiones con mis compañeros de facultad era que me intentaban convencer de que la poesía se podía cuantificar con alguna fórmula. Elegí esta carrera porque lo que realmente me interesaba era la astrofísica; la física que ahonda en los límites de la realidad y maneja más incertidumbres que certezas. La física que habla de probabilidades y que tiene un componente esotérico y mágico. Que te viene a decir que no se pueden predecir las cosas con exactitud.

Con la promoción de este disco has revolucionado a la prensa musical asegurando que la movida madrileña fue algo tan banal que se cargó las canciones con mensaje. Sus protagonistas se consideraron unos rompedores y durante mucho tiempo han sido casi intocables. ¿A qué responde estas declaraciones?

Lo que digo es totalmente cierto. Es un hecho. Una de las cosas que provocó la movida madrileña fue la estigmatización de la canción de autor hasta tal punto que aún perdura. Podemos reivindicar sin nostalgia a los grupos de los años 70, o a las canciones de los autores de los 70. Y se considera toda una modernidad reivindicar los valores de la movida que ocurrió hace 30 años. Esto es una trampa que no hace justicia ni a la movida ni al género de la canción de autor. Que conste que yo he crecido con Nacha Pop, Golpes Bajos… con multitud de grupos que me encantaban, pero cabe reconocer que sus letras eran superficiales y que respondían al momento que les tocó vivir. Coincidí con el director Pedro Almodóvar en un acto de apoyo a Garzón y me explicó que lo que él quería entonces hacer con McNamara era inventar una realidad diferente, romper con todo aquello que le parecía terrible. Y yo lo entiendo. Pero también quiero subrayar que supuso condenar al ostracismo cosas que eran cojonudas. Hoy en día todo lo que tenga un componente de compromiso se mira con recelo. Uno puede decir que le gustan Bob Dylan, Joni Mitchell y James Brown y queda de lo más cool. En cambio, si yo reivindico a Joan Manuel Serrat, Paco Ibáñez, Pablo Guerrero y Luis Eduardo Aute entonces yo ya no soy tan cool.

En este nuevo disco incluyes una original chacarera argentina (Se ha enredado en tu cabello). ¿Es fruto de tus largas estancias en este país del otro lado del Atlántico?

Es cierto que paso gran parte de mi tiempo allí porque tengo grandes amigos. Y algo que me ha llamado mucho la atención es que en Latinoamérica el folclore de raíz está en renovación constante. Hay gente muy joven que no solo canta sino que compone folclore. ¡Es maravilloso! Todos los pueblos tienen sus peñas y se reúnen después de sus jornadas de trabajo, en el campo o en donde sea, y se ponen a cantar y tocar el violín. Y a contar a través de sus canciones lo que viven cotidianamente. Mientras que aquí esto lo hemos perdido. El folclore parece interesarle sólo a los arqueólogos, cuando es algo muy vivo.

Y en esta canción invitas a tocar a dos músicos argentinos: Marcelo Dellamea y Néstor Garnika. ¿Cómo distes con ellos?

Marcelo tiene solo 18 años y ¡cómo toca!. Me vino a ver cuando toqué yo en Argentina y me explicó que le gustaba mi música y que él ya había tocado con Chango Spasiuk y Luis Salinas. El hecho es que me quedé con la copla y cuando compuse la chacarera pensé que molaría tocarla con músicos de allí. Así que me fui a Argentina, le busqué a él y a otro tipo que toca el violín, que es típico de las chacareras. Y también a un contrabajista. Fue una experiencia increíble.

La última pregunta no lo es como tal. Me gustaría que me ampliaras esta estrofa que cantas en El espejismo: “La realidad acaba donde empiezan nuestros sueños, pues vivimos”.

Fíjate que aquí volvemos al principio de la entrevista. Nos dicen que la realidad es inalterable. El espejismo es una realidad que pretenden que logremos a base de necesidades artificiales que sustituyen nuestros sueños por sucedáneos. Pero la vida consiste en otra cosa: en conseguir los sueños hasta las últimas consecuencias. En asumir el riesgo de romper precisamente con ese espejismo. Deberíamos entender esta crisis global como una oportunidad para revisar las reglas del juego y romper esa burbuja que nos aísla. Y precisamente los sueños son los que nos llevan a romperla, a recorrer el camino que realmente queremos seguir.

Núria Martorell
Periodista

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